Golpe por Golpe. El Inicio

Sus brazos rodearon los míos y sus manos se posaron en mi espalda; escuchaba el latido de su corazón, estaba agitado, poco a poco, ese sonido y la tibieza de su cuerpo me volvieron a la realidad.

Bueno, pues antes que nada, muchas gracias por todas sus sugerencias y comentarios, espero que este realato sea de su agrado, hice un gran esfuerzo por que fuera mas largo, de hecho son dos capitulos juntos, por eso es que tarde mas de lo acostumbrado. En fin, sin mas preambulos, los dejo leer.

-S

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En el fondo no te importa perder la pelea, porque ya has ganado que peleen contigo.

Víctor Hugo Menacho Moreno

No cabía de duda de que mis papas eran comprensivos, pero si algo aborrecían, era la violencia.

Mis nervios estaban desbordados, no sabía cómo iban a reaccionar, tenía miedo; cuando Don Alberto llego por nosotros, corrió asustado para saber que había pasado, mi hermano le explico lo sucedido y con un abrazo nos calmo a los dos; el camino a casa fue tranquilo y en cuanto llegamos, Diana corrió por el botiquín, para curar los golpes de mi hermano, que estaban evidentemente inflamados y habían tomado un color rojo.

Por suerte mis padres no estaban, según nos dijo Don Alberto habían asistido a una junta en el club del cual eran socios.

La comida fue silenciosa, apenas y habíamos tocado los platos, tanto Guillermo como yo estábamos

  • Diana, diles que los esperamos en el despacho

Mis papas habían llegado. Sin decir una sola palabra, nos levantamos de la mesa ambos visiblemente asustados, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón.

Entramos al estudio de papa.

Ahí estaban mi mama sentada detrás del escritorio y papa a su lado; seguramente así debían sentirse los acusados cuando están frente al juez a punto de escuchar su sentencia.

  • Siéntense por favor y explíquenos, ¿Qué fue lo que paso?

Yo no podía hablar, mi corazón parecía que iba a salirse de mi pecho.

  • Lo siento, yo, lamento haberlos defraudado, es que, cuando paso, yo, no pude evitarlos, simplemente...

Esas palabras me sacaron por completo de mis pensamientos, me gire para ver a mi hermano y me quede helado cuando mis ojos toparon con que mi amigo estaba con la cabeza inclinada, frotándose las palmas de las manos sobre las piernas y llorando, como aquella noche en que apareció golpeado afuera de mi casa, no supe cómo, pero mis labios se abrieron y la voz salió de mi boca

  • Lo que paso es que mi hermano me defendió de un compañero que me empujo he intento golpearme

Seguramente mis papas no esperaban esa respuesta, pues se notaban muy sorprendidos

  • Explícanos ¿Que fue lo que paso?

Aun estaba asustado, pero mi mayor temor era que mis padres pensaran mal de Guillermo y le retiraran su confianza, o peor aún, que lo alejaran de mi lado, por considerarlo mala influencia.

  • Verán, lo que paso es que un compañero me pidió que un trabajo que debía ser en equipo, lo hiciera yo solo

-¡No entiendo!, explícame bien por favor

  • sí, nos dejaron hacer un trabajo por equipo, y ellos querían que fuera yo el que lo hiciera y les diera el crédito

- De acuerdo, pero, ¿Cómo es que Guillermo y el llegaron a los golpes?

  • Bueno, es que yo acepte hacer el trabajo y alterar la bitácora para que el profesor pensara que ellos si habían colaborado

  • ¡Supongo entonces!, que era mentira cuando nos decías que ibas a la biblioteca a hacer ese trabajo

  • Técnicamente no papa, si iba a la biblioteca, aunque era solo para que mi hermano no se diera cuenta de que ellos no participaban; el problema empezó cuando mi hermano llego a la biblioteca y me vio a mi solo en la mesa haciendo el trabajo, no pude ocultarle lo que había pasado y me dijo que eso no era justo que le diera el crédito a otras personas, cuando el único que se esforzó era yo, así que se nos ocurrió que...

Antes de terminar mi hermano me interrumpió abruptamente

  • ¡No!, la idea fue mía

Mi hermano por fin había dejado de llorar y acerco su mano a la mía, que se encontraba cerrada en puño

  • Yo le propuse que engañáramos a esos dos mostrándoles una bitácora falsa, en la que decía que ellos si había trabajado, pero al profesor le entregara un trabajo con la bitácora real, en donde decía que ellos no habían ayudado en nada.

Las cosas se estaban calmando, el gesto severo de mis padres  desaparecía poco a poco

  • Y eso hice, León y Rósela pensaron que estaban incluidos en el trabajo, hasta que el profesor les aviso que estaban en extraordinario, así que al salir del salón, cuando íbamos caminando, León me empujo y yo caí al suelo, juro que se me hubiera aventado, si no es porque mi hermano me defendió y se lio a golpes con él.

Mi padre se alejo lentamente de mi mama y camino hacia nosotros colocándose justo entre mi hermano y yo, y tomándonos por la espalda

  • ¡vaya!, entonces así fue como pasaron las cosas. Me alegra no haberme equivocado, me da mucho gusto que a pesar de que no llevan la misma sangre se quieran, se apoyen y defiendan como los hermanos que son, no cabe duda que nuestra familia está completa con tu llegada a nuestras vidas Guille.

Mi hermano estaba visiblemente afectado, lo note, al sentir como aflojaba la mano que estaba sobre la mía

Sin embargo, dijo mi madre

  • Aunque yo en su lugar hubiese actuado de la misma forma

La risa de mi padre interrumpió y ni mi hermano, ni yo, pudimos evitar una sonrisa y un gesto de sorpresa por lo que mi mama había dicho

  • Amor, estamos llamándoles la atención a nuestros hijos y ¿tu sales con eso?

Mi mama solo esbozo una pequeña sonrisa

  • Lo sé cariño, pero sabes que siempre he sido así, me parece hipócrita de mi parte, decirle a los niños que están mal, cuando yo seguramente hubiese hecho lo mismo

  • ¡tienes razón!

Mi padre solo bajo la cabeza un poco avergonzado, mi mama solía provocar esa reacción en todos los que se enfrentaban a ella

- Sin embargo, No podemos negar que lo que hicieron está mal, entiendo a la perfección su postura, pero hay otras formas de proceder, cuando haces trampa te arriesgas a que la persona defraudada actué de forma agresiva, era preferible que pusieran al tanto a esos dos jóvenes y ellos hubieran tenido oportunidad de elegir hacer el trabajo, ellos dos solos o bien ayudarte y ganarse su calificación.

Y ahora lo estaba haciendo con nosotros, tanto mi hermano como yo, estábamos rojos y arrepentidos por lo que habíamos hecho, pero sobretodo de habernos reído del comentario de mi padre.

  • ¿Están de acuerdo conmigo en que su preceder fue erróneo?

Después de lo ocurrido hace unos instantes lo mejor era no hablar, y al parecer mi hermano estaba de acuerdo conmigo, porque al unisonó, los dos asentimos con la cabeza en señal de afirmación a la pregunta de mi mama.

Mi mama se levanto de la silla y se puso frente a nosotros, nos tomo por la barbilla haciéndonos levantar la cabeza y mientras la veíamos

- Estoy de acuerdo con su padre, cuando dice que nuestra familia está completa contigo en ella, no tengo palabras para agradecerte que defiendas a Mario, desafortunadamente yo no pude darle más hermanos, pero contigo a su lado estoy segura que Dios escucho mis plegarias, entiendo que tú tienes unos padres que desde el cielo te ven, pero me sentiría honrada si me consideraras más que la madre de tu hermano, también la tuya.

Las lágrimas de mi hermano no se hicieron esperar y  se arrojo a los brazos de nuestra madre, que después de un tiempo se dirigió a mí

  • Y tu hijo, me sorprende la determinación que tuviste al haber defendido a tu hermano, y no permitir que se echara la culpa de lo que había pasado, estoy orgullosa de ustedes dos; y lamento echar a perder este momento tan emotivo, pero, tengo que decirles que van a estar castigados un mes.

  • ¡Amor!- dijo mi papa - eres una agua fiestas

  • Lo siento cariño, pero deben aprender a hacerse responsables de sus errores, entender que la vida es una balanza y que cada error merece un castigo

Por suerte mi mama no era muy buena que digamos con eso de los castigos, y lo único que se le ocurrió fue recortarnos la mesada de la semana, cancelar el viaje de fin de semana a la hacienda de uno de los amigos de papa y quitarnos a Don Alberto, por lo que durante todo ese mes, tendremos que viajar en transporte público, francamente eso si me tomo por sorpresa, yo nunca había viajado así, y eso de despertarme antes para tomar el bus de la casa al colegio, en fin, sin duda extrañaría a Don Alberto, pero de los males el menor.

La primera semana fue la difícil, entre despertarme más temprano, no me daba tiempo de desayunar, por suerte mi hermano sabia como moverse por la ciudad, así que solo me dejaba llevar; el bus, pues no era tan malo como pensé, el problema era, bajar de el cuando estaba lleno, entre choques, empujones, y demás, lográbamos bajar; para regresar a la casa, las cosas eran un poco más fáciles, no había tanto afluencia de peatones y andábamos con más facilidad, por suerte hasta ahí terminaba mi odisea, pues una vez llegando a la casa, no salía mas; el que si salía era mi hermano iba tres veces por semana al club, a él, le gustaban los deportes y esas cosas, por lo que mis papas le habían abierto  una cuenta en el club, varias veces me había pedido ir con el... obteniendo una negativa como respuesta, lo mío eran los estudios, hace deporte no me llamaba la atención en lo absoluto.

Por esa misma razón fue que las cosas comenzaron aquella tarde, mi hermano tenía que ir a al club, pues se había quedado de ver con alguien, por lo que me dijo que me apurara, pues apenas tenía tiempo de ir a la casa a cambiarse, yo sin embargo, aun tenía que pasar a la biblioteca por un libro, por lo cual se me ocurrió la gran idea de regresarme solo, pues ya me sentía lo bastante experimentado, cabe decir que desde la Aparición de mi hermano en mi vida, mi seguridad iba en acenso; mi hermano después de dudarlo un tiempo y ante mi insistencia, ¡acepto!. Yo fui a la biblioteca y tranquilamente busque el libro que necesitaba, lo encontré y me quede platicando con Patricia, la bibliotecaria; sin darme cuenta habían pasado varias horas y el sol comenzaba a ocultarse pintando el cielo de un tono anaranjado. Mientras salía de la biblioteca me quede observando un rato ese cielo tan vasto y colorido, camine hacia la estación del bus, solo unas cuadras desde el instituto.

En la acera de enfrente, un coche se estaciono, apenas y lo note, seguí mi camino, un joven cruzo la calle y se puso frente a mí, de pronto escuche a mis espaldas

  • ¡Hey!.. Date la vuelta, te estoy hablando...

Supuse que le hablaban al joven que caminaba delante mío, así que no tome importancia

  • Te estoy hablando

Fue en ese momento cuando me tomaron fuertemente por la boca y me arrastraron hasta un callejón a lado de una tienda.

Mi respiración era agitada, quería gritar, pero no podía, mi cuerpo se había vuelto piedra, mil cosas pasaron por mi cabeza, estaba mareado, quería vomitar... Dios, que alguien me ayudara

  • ¡No grites!, dame todo lo que traigas bonito, y no te quedes con nada, porque si me da la gana desnudarte y encuentro algo, lo que sea, te va a ir peor, así que tú decides. Vamos, ¡Muévete!

Yo no podía moverme, mis lágrimas solo corrían por mis mejillas

  • Vamos. ¿Qué? ¿Eres sordo?

Juro que hacia lo posible por moverme y que esta tortura terminara, pero mi cuerpo no respondía, mi mente solo podía pensar en todo lo que me harían esos dos hombres.

  • Así que... ¿no nos vas a hacer caso?.. ¡He!, pues vas a hacer lo que te digo, por las buenas o por las malas. Te advertí lo que te iba a pasar

Sentí sus manos recorriendo mi cuerpo, rompió mi playera, me arranco una cadena de oro que usaba siempre, sus manos más que buscar algo de valor, parecían disfrutar su paso sobre mi cuerpo, se puso detrás de mí, sentía su aliento sobre mi nuca, apestaba a alcohol, mis ganas de vomitar aumentaron, sus manos llegaron hasta mis muslos pasando varias veces sobre mi trasero, apretaba mis glúteos como si quisiera desprenderlos de mi cuerpo, si respiración era agitada, parecía tener más de dos manos, tomo mi cinturón y de un jalón este se abrió, metió su mano dentro de mi pantalón y su lengua rozo mi cuello...

En instantes, no sentí nada, su tacto había desaparecido de mi cuerpo y su aliento ya no inundaba mi sentidos, no aguante mas el peso de mi cuerpo y caí al piso; fue ahí donde lo vi, era él, se estaban peleando, dos contra uno no era justo, pero la agilidad de él, sumado a su sobriedad y juventud se impusieron sobre aquellos dos hombres, uno de los asaltantes ya estaba en el piso y el otro estaba enfrascado en una pelea con el, en un movimiento el asqueroso hombre que me estaba tocando hace un segundo, tomo mi mochila y la aventó hacia el joven, ¿amigo?, que ¿me había defendido?, este perdió el equilibrio, acción que mis atacantes aprovecharon para escapar.

Ahí estaba yo... con la playera rota, los pantalones abiertos, tirado sobre el suelo y llorando.

  • ¿Estas bien?, ¿Te hicieron daño?... ¡Háblame!, dime algo

Sus ojos parecían desesperados, yo quería decirle algo, que estaba bien, que por suerte no me habían hecho nada, pero no podía, estaba frio y al parecer León, lo noto, porque tomo mi cabeza y la dirigió a su pecho, sus brazos rodearon los míos y sus manos se posaron en mi espalda; escuchaba el latido de su corazón, estaba agitado, poco a poco, ese sonido y la tibieza de su cuerpo me volvieron a la realidad , y así como estaba, con mi cabeza recargada sobre su pecho

  • ¡Gracias!, -susurre-,  tu ¿estas bien?

  • Lo estoy, algo magullado, pero bien, ¿tu?

  • Si, ¡Estoy bien!, si no fuera por ti... yo

  • Tranquilo, ¡ya paso!, por suerte iba pasando por aquí cuando vi lo que te hacían

De buena gana me hubiera quedado en esa posición durante toda la noche, pero, es bien sabido que las cosas buenas duran poco, para saber valorarlas.

Y sin ese repetirse eternamente de todo, de sí mismo a sí mismo, a cada instante, todo duraría un instante. Hasta la misma eternidad duraría un instante.

Antonio Porchia.