Golpe inminente

Era excitante. Era asombroso. Era hoy, y ahora. Era mio y no iba a prohibirme ninguno de mis deseos

Hola!, sí, raro verme por aquí, ¿eh?; sé que he tardado mas o menos un año en volver, y es qué por cuestiones sentimentales, psicológicas, y demás excusas validas, no me permitía a mí mismo el volver aquí (contando que las cosas en el estudio se ponen peores)

En fin, disfruten la lectura.


Es solo sexo - dije, con una sonrisa - No el fin del mundo

Deja tu actuación, idiota - contestó, mirándome a los ojos - Tengo miedo de que nos vean.

¿Y qué?, no pasará nada, solo que te correrás muy fuerte, y con muchas ganas - respondí, besándolo con fuerza

Paul me mordió el labio, y con sensualidad se alejó de mi, quedando delante de un sillón - Eres todo un tonto, ¿que piensas hacer?

No sé, lo que sea que se ocurra y me plazca con tu cuerpo. - comente, corriendo desde la mesa, hasta donde estaba a su cuerpo, arrancándole la camisa, mientras lo tumbaba al asiento, el cual rechinó con su peso.

¿Crees que con el sexo puedo enamorarme? - preguntó en voz baja cerca de mi oreja, mordiendo un poco su piel. Me causó un gran escalofrio.

Yo no creo en el amor, nene - dije, mirándolo a sus ojos negros - Yo hace mucho dejé eso que todos llaman moral, y ahora lo único que quiero es sexo. contigo y ahora.

Como tu desees, Iván - se quitó los jeans con rapidez, mostrando una erección prominente.

Te odio - comenté, mientras le besaba lo más salvajemente posible, mordiendo sus labios, para luego bajar hacia su cuello, lamiendo su sudor. - Estás sudando... y tu cuello está salado.

Si tanto asco te dá, entonces déjame - me dijo con media sonrisa, sus ojos reflejaban su interior, ese azul se convertía lentamente a un negro noche.

A ver, nene - dije, simulando en su pecho una caminata con mis dedos - Que estés salado no significa que dejes estar bueno.

Paul sacó de su pantalón su cinturón de cuero, lo ajustó a mi cuello, y comenzó a dirigirme como si fuese un perro.

¿Crees que puedes mandarme?... oh, amor.. no me conoces - comenté desinteresadamente, cuando inmediatamente comenzó a besarme con pasión, estrellando sus dientes con los míos.

Su lengua entraba a mi boca, conociendo todos los espacios en ella, mientras que la mía, ansiosa de su toque, le daba pelea, roce. Saboreaba su saliva. Coca Cola, whiskey... y dulce. Este hombre debía ser mío.

Me levanté del sillón, y me quité los pantalones, quedando en unos boxer que apenas y me cubrían. Comencé a mover un poco las caderas, mientras mis manos bajaban por mi propio pecho, manoseandome, haciendo el espectáculo que él tanto adoraba, con lascivia rasgué el boxer, mostrando un poco de mi culo; Agarré una de sus manos, y las dirigí a mis nalgas, él me apretaba, me acariciaba, tratando de contenerse.

Su tacto suave me desesperaba, no quería algo suave, quería algo fuerte... más dominante.

Me separé bruscamente de sus manos, y rompí el boxer, el cual cayó en el piso.

Paúl me miró a los ojos. Pude detallar como su sonrisa comenzaba a emerger detrás de esa frondosa barba, perfectamente creada en su cara griega.  Le gustaba. Esto apenas comenzaba.

Me acerqué a paso lento, y agarrándolo fuerte por las comisuras de sus labios, lo dirigí a mi glande. Con mi otra mano agarré la base de mi pene, y comencé a restregarlo y golpearlo fuerte, regando por su cara todo el precum que brotaba de mi glande.

Con deseo metí mi dedo corazón a su boca, sintiendo como su lengua jugaba con mi falange. Metí otro dedo, y ahora comenzaba a chupar con fuerza, dándome un poco de placer.

Saqué mis dedos de su boca, e introduje mi glande en su boca.

Sus boca quería más, sus labios chupaban cada vez más, succionaba más mi pene, queriendo meterlo todo. Lastima que solo pudo meter la mitad.

Lo empujé de su posición hasta que quedara acostándose en el espaldar, mientras mi cadera aún se encontraba en su cara.

Lentamente comencé a moverme hacia delante, y luego retrocedió, bombeando en su boca.

Su lengua exploraba todo mi glande, podía sentir como su garganta trabaja las gotas de precum que brotaban de mí.

Con lentitud comencé a aumentar  el bombeo, sintiendo como comenzaba a temblar. Metía todo mi boca, sintiendo como mi glande se posaba en su garganta, provocándole horcajadas.

Duré así minutos, hasta sentir como el calor aumentaba en mi abdomen.

Saqué mi pene de su boca, me agaché, y lo besé, sintiendo el sabor de mi precum en su boca; Mi culo tocaba su polla, la cual se ajustaba a mi raja; comencé a moverme enérgicamente, tratando de cerrar mis nalgas, masturbandolo de la forma más pervertida del momento, al tiempo que le mordía los labios.

Hummm...  Siempre me ha gustado este lado de tí - comentó Paul, entre mordidas.

No lo saco muy de seguido - respondí - Y es según con las personas.

¿Y porqué lo sacaste conmigo? - preguntó, mientras simulaba inocencia.

Porque bajo tu intento de actuación de “benevolencia y bondad”, hay una perversión que a cualquiera excitaria - contesté, apretando aún más su pene en mis nalgas.

Paul cerró los ojos, e hizo un puchero de placer. En esa situación se podía ver aún más guapo. - Tienes razon, Ivan... Pero no soy lo que piensas - dijo, mientras su mano se posó en mi cadera, enviando un escalofrío helado. - Soy peor... - finalizó, mientras sonreía, y violentamente me daba una vuelta en el sillón.

Con habilidad agarró el lado libre de la correa de mi cuello, mientras se agachaba, quedando con su boca cerca de mi trasero. Podía sentir su aliento caliente en la piel de mi nalga.

Con total atrevimiento, comenzó a jalar del cinturón, lastimandome un poco el cuello, mientras una de sus manos me agarraba una nalga, y la alejaba del centro, mostrando mi ano.

Paúl  acercó su boca su boca a mi culo, y comenzó a lamer cada centímetro de mi culo, bajando lentamente dejando un rastro de saliva y mordidas.

Su lengua parecía desestresarse en mi recto, tratando de entrar, dando suaves masajes a todo el músculo alrededor, brindándole un placer tan intenso que solo podía gemir.

Lentamente, aquel dominante hombre puso su cabeza justo debajo de mis huevos, chupandolos uno por uno, soltando su mano del cinturón; Con deseo me ubiqué mejor en su cara, sentandome encima suyo; Su lengua se paseaba por mis huevos, lamiendolos uno por uno, o todos dos, hasta que dándose el mayor de sus gustos, comenzó a chuparlos, simulando si fueran una ubre, que después de chupar con esfuerzos, le dieran la leche que tanto quisiera... Nunca estuve más deseoso con alguna metáfora sexual.

Sus manos manoseaban mis nalgas, agarrandolas con fuerza, haciéndolas suyas. Este hombre era sexo, y yo todo una ilusión queriendo cumplirse; Escupió en sus dedos, y luego los dirigió a mi ano. Lentamente fue entrando, lastimandome un poco, al tiempo que su boca hacía maravillas en mi perineo.

Su dedo corazón entró en mi interior, y se movía la libertad que podía, brindandome un morbo que superaba a muchos otros del momento.

Estuve gimiendo todo el tiempo, haciendo movimientos con mis piernas, cayendo en la boca de Paul, tan concentrado en mi deseo, que no caí en cuenta de alguien más.

¿Qué es esto? - comentó un hombre alto y blanco,  con barba cuidada y con unas pocas canas, de ojos claros, y un cuerpo que cualquiera desearía tener encima suyo

Paúl detuvo su juego, y con claro susto trató de  levantarse  del suelo; Yo me levanté de su cara, y lo ayudé a levantarse.

No es lo que piensas - Dijo Paúl, pálido; Yo no albergaba idea  alguna de quien era este hombre, pero tampoco dejaría que me arruinase el mejor polvo del mes.

Quité la correa de mi cuello, y con enojo la puse en el cuello de Paul, éste, concentrado en la presencia de aquel hombre, no se dió cuenta sino hasta que le apreté un poco la tráquea.

¿Que haces? - dijo en un susurro, matándome con la mirada.

Lo que quiero - respondí, besandolo salvajemente.

Mi lengua se adentró en su boca, mientras mi mano le hacía un buen trabajo en su glande, ya radiante de precum.

Aquel extraño tosió a propósito, notandose muy incómodo ante la situación.

Detuve el beso, y subí mi mano a su boca, dándole a entender que callara.

Me dí la vuelta, enfrentandome con aquel maduro, y caminé hacia su cuerpo, quedando tan cerca que mi erección tocaba su paquete.

No sé qué le pasa a ud, que aún sigue interrumpiendo esto - dije, molesto.

¿Ud no sabe quien soy yo? - preguntó, sorprendido.

No, y no tengo las ganas de saberlo - respondí, mirándolo a los ojos.

Puedo hacer de su vida algo miserable, joven - contestó, comenzando a tener temblores en sus manos. Dirigí mi mano a sus inmensas y masculinas manos blancas y vellosas.

Qué tal si me hace trizas el culo a mí... - respondí, estirandome hasta alcanzar su oído - o a él... sé que quiere, su cuerpo tiembla, y mi mano pude sentir como su paquete crece - susurré, zafando su cinturón, adentrandome a sus pantalones.

Me separé un poco de su cara, y lo besé con deseo, dejando un rastro de saliva en sus labios.

Me llamo Leandro - dijo, mientras yo me volvia donde Paul, quien estaba aún pálido.

Muy bien, Leo... Ahora, ven o vete - respondí “casualmente”, dándole la espalda.

Sentí como la puerta se cerró, y aseguró. Leandro se quedaba, y eso... solo significaba un deseo por realizarse.

Era excitante. Era asombroso. Era hoy, y ahora.

Estaba en mis garras, y no iba a prohibirme ninguno de mis deseos

Agarré fuerte a Paúl del cinturón, y lo besé con fuerza, mientras mi mano le daba una nalgada que provocó un gemido en él.

Leandro se acercó por detrás mío, abriendo mis nalgas con sus manos, metiendo su verga en mi raja, para luego morder un poco mi oreja. - Me encantan los hombres así, autoritarios, bien hechos... - Decía, simulando un bombeo - Pero me encanta aún más que esté dominando otro hombre.

Me alegra escuchar eso - respondí, mientras besaba a Paúl. - Porque nadie ha logrado dominar mi ser, y esta no será la ocasión.

Me volví hacia Leo, y comencé a besarlo con deseo, quitandole la camisa boton por boton, viendo como su pecho estaba atravesado por arneses de cuero, y anillos metálicos en las tetillas. - Uy... me tocó el premio mayor. - comenté con gracia, bajando a su pecho, ganoso de chupar sus rosados pezones

Paúl se dirigíó a la espalda de Leo, besando su cuello, y descendiendo por su musculosa espalda.

Ivan... mira este trasero... Está muy apetecible - comentaba, agarrando fuertemente las nalgas de Leandro, disfrutando aquella vista que pocas veces aparecía ante los ojos.

Hazlo tuyó, Paul... pero dejame algo... él será mío - dije, mirándolo a los ojos.

Leo solo sonrió, y se dejó caer en el placer.

Paúl comenzó a besar su espalda, mordiendolo de vez en cuando, jalando el cuero que cruzaba por sus musculos, dandose a desear, más sin embargo, al momento de comenzar sus nalgas, comenzó a lamerlas, dejando su rastro espeso de saliva.

Agarró aquel culo, y abriéndolo comenzó a chuparlo todo, comiendolo entero, deseoso de más.

Yo bajé por su pecho, chupando una de sus tetillas, mientras con alguna mano apretaba la otra, y con la desocupada, masturbaba su gran pene.

Cansado de su pecho, bajé a su pene, y abrí mi boca con lujuria, saboreando un sabor intenso a macho, que tanto me excitaba; Leandro me agarró la cabeza con una mano, y comenzó a dirigir la mamada, metiendo su miembro cada vez más dentro de mi garganta.

Sentía como su glande crecía en mi laringe, causando horcajadas en mi interior, y luego volvía a mi boca, liberando pequeñas cantidades de precum.

Separé sus manos de mi cabeza, y lo miré fijamente.

Lentamente saqué su gran virilidad de la boca, me levanté, y lo besé. - Espero que el grandote haya dilatado suficiente... - dije, mostrando actuada inocencia - Porque ahora seré yo quien le parta el culo.

Leandro apretó la cabeza de Paúl a su culo, y se agachó, dejando fácil su trabajo.

Tomé mi polla en manos, y con picardia comencé a pegarle en sus peludas mejillas, dejando rastro de mi precum, para luego meter todo mi pene a su boca.

Leo chupaba mi glande, y lo succionaba, pidiendo más precum, mientras se lo tragaba entero, y volvía a sacarla, como si nada hubiera pasado

Me agarré de la silla más cercana, sintiendo como mis piernas flaqueaban ante el poder en la boca de Leandro, separandome unos pocos segundos antes de correrme.

Paul había dejado de chuparle el culo, y comenzó a masajearle el ano con su glande, tratando de meterlo, sin conseguirlo.

Me agache por un momento, para chuparsela por pocos segundos, y luego lo besé con fuerza, mordiendo su labio inferior - Querido, él es mío... pero nos podemos turnar. - ofrecí, quitando la correa de su cuello

Reuní saliva en mi boca, y luego la escupí en su trasero. Agarré mi pene, y utilizando mi glande, comencé a esparcirla por todo su hoyuelo.

Centré mi glande en su ano, y con un poco de fuerza entré a su cuerpo.

Tan apretado y caliente, que podía correrme en ese momento.

Leandro suspiró, y apretó sus nalgas - Vamos, nene... creí que eras dominante, no un cualquiera.

Oh, cariño... te arrepentirás - dije, sacando mi pene. Paúl se acercó con complicidad, y tomando precum de su pene, lo restregó en el culo de Leo.

Acerqué mi glande otra vez, y esta vez, sin suavidad alguna, la metí toda de golpe.

Leandro dio un repingo, y se sostuvo de una de las sillas; Comencé a bombear con fuerza, sacandola por completo, y metiendola toda.

Paúl se agachó entre mis piernas, y comenzó a chuparle los huevos a Leandro, mientras que con sus manos acariciaba los mios.

Empuñe la correa, y dando rienda suelta a mi deseo, golpee con fuerza las nalgas de Leandro, quien comenzaba a gemir con fuerza.

Paúl se concentraba en la polla de el maduro, cuya gran cabeza comenzaba a soltar grandes gotas de precum, chupando desde sus inicios, hasta el glande, utilizando el precum para lubricarse.

Con cuidado se puso en cuatro, sacando culo, mientras con una de sus manos acomodó el pene de Leo, hasta que entró en él.

Pude ver como su cara se llenó de una sensación entre dolor y placer, que provocó en mi un morbo que no contuve.

Empuñe más fuerte la correa, y golpeaba más fuerte al culo de Leo, mientras bombeaba con fuerza.

Paul trataba con sus fuerzas de simular una follada con aquel chorreante gran pene del maduro, pero el placer de sentirlo chorrear era tanto que incluso el quedarse quieto le otorgaba un morbo que incluso a él se le dificultaba controlar.

Las nalgas de Leandro se encontraban rojas, después de tantos azotes. Las sentía calientes, y ganosas de más, pero me separé con rapidez, y comencé a mamarle el culo.

Leandro emitió un gran gemido, y comenzó a bombear a Paúl, quien utilizó sus fuerzas en sostenerse.

Caminé sensualmente hasta llegar a la cara de Leandro, y lo besé con lujuria, probando su saliva, lamiendo su lengua, mordiendo sus labios, e invitando su cuerpo al sillón.

Leandro sacó su polla del cuerpo Paúl, y luego se sentó en el sofá.

Levanté a Paúl, y luego comencé a besarlo. Le di la espalda con sensualidad, mientras su pene se organizaba en mi trasero, y luego lo metió dentro mio, comenzando a bombear.

Paúl tenía un pene muy cabezon, tanto así que podía sentir como se movía dentro mio... Lo cual no hacía más que excitarme.

Leo se masturbaba tranquilamente, mirandonos follar.

Con suavidad y cierto cariño, me separé de Paul, y me senté en la polla de Leo; él comenzó a moverse con suavidad dentro mio, sintiendo como su pene dejaba precum en mi intestino.

Paul, sin ganas de quedarse atrás, se sentó en mi polla, y comenzó a moverse con deseo, dándome aún más placer.

Mis manos agarraban las de Leandro, apretandolas con sensualidad, mientras cerraba los ojos, cegados del placer y lascivia del momento.

Mordiendo el hombro de Paul, lo separé de mi pene, al tiempo que yo me separaba de Leandro.

Me senté en el asiento, al lado del leandro, y éste no se hizo rogar, sentándose encima mio, dandome la espalda.

Paúl, ganoso de más, se sentó en el de Leandro, dejando que el maduro hiciera todo el trabajo.

El culo del maduro se apretaba con total naturalidad, dando una sensación deliciosa en el glande, mientras imaginaba cuanto precum estaría liberando en Paúl, dejándolo deseoso de más.

Sentí como el placer subía de mis pies, e intentando obtener más de esa sensación, hice que Leandro cayera encima de mi pene, insertandolo por completo, y con él, que Paúl se tragara el suyo.

Mis huevos se calentaron, y empecé a morder la oreja de Leo,  mientras sacando fuerzas de mi cadera.

Espero... que  te gusten los lácteos - dije, entre gemidos - porque ahora te daré eso que tanto quieres.

Vamos... chico... Sé que te gusta profundo, y caliente - me contestó, relajando un poco su trasero, y metiendo mi polla aún más adentro suyo.  Leandro comenzó a mover su cadera con más rapidez.

Sentí como el placer inundaba mi cuerpo, mientras mi pene comenzaba a liberar grandes chorros de semen, caliente, y a gran velocidad.

Cada chorro chocaba con los intestinos de Leandro, dando una sensación de calor; comencé a bombear con fuerza, sintiendo como mi propio semen me lubricaba, y caía por el falo, hasta que Leandro cayó encima mío, gimiendo

Paul sintió como grandes cantidades de líquido caliente se adentraba en su interior, llenando sus intestinos, tanto así que salía y resbalaba por el culo. El maduro agarró el pene del muchacho, y comenzó a masturbarlo con fuerza, doblando levemente su cuerpo para besarlo, necesitando de muy poco tiempo para correrse en cantidad , cayendo en su pecho, como en el cuerpo de Leandro.

Paúl se levantó del pene del maduro, y se tumbó en el piso, aún erecto; Leandro se ubicó encima suyo, expulsando de su cuerpo todo el semen que yo deposité, el cual cayó en todo el pene del muchacho.

Leo acercó su nariz, oliendo el aroma de su sexo.

Me encantaba, me excitaba que hiciera eso; me levanté del asiento, y colocando mi pié en su cabeza, lo obligué a chuparlo todo.

Leandro empezó a Chupar el glande, descendiendo para morder el  falo, mientras se tragaba todo el semen que puso en el miembro.

Paúl gemía, pero yo lo callaba besando, mordiendo sus labios, y adentrando mi lengua en su interior, disfrutando del sabor de su saliva, salada, dulce, a canela.

Duramos así, hasta que se corrió en la boca del maduro, el cual con gusto tragó todo.

Que disfrutara el semen, de su sabor, que se saciara, que lo hiciera suyo, que lo tragara.

Leandro se acostó en el piso, mientras Paúl ubicaba el culo en su cara, y yo en su pene.

Paúl se relajó, dejando salir todo el semen dentro suyo, liberandolo en la boca de Leandro.

El maduro disfrutaba su sabor, y lo demostraba nalgueando su trasero con fuerza, dejándolo rojo.

Me agaché, hasta la cadera de Leo, y tomando su pene con mi mano, comencé a chuparlo con desespero, queriendo que se corriera otra vez.

Empecé a masturbarme, empezando a sobre-excitarme por segunda vez, y liberando mi semen en el pene de Leo.

Éste aún con el culo de Paul en su boca, comenzó a gemir, y mover sus caderas con fuerza, masturbandose con mi mano en él.

Metí su glande en mi boca, saboreando mi propio semen, hasta que sentí los chorros calientes llegaban a mi lengua.

Salado, amargo, intenso, y con un sabor parecido a almendras

Contuve su semen en mi boca, saboreando su esencia; bajé a Paúl de su cara, y abriendo su boca, dejé que su semen cayera.

Leandro me miró con morbo, y me sonrió, mientras tragaba todo.

Paúl agarró mi cara con fuerza, y me besó con deseo, mordiendo mis labios.

Me separé del beso, y con naturalidad me levanté, recostando mi cadera en una mesa.

Paúl hizo lo mismo, sentándose en una silla, y Leandro, por último, gateó hasta sentarse en el sillón, aún completamente desnudo.

Aún no sabes quien soy yo, ¿cierto? - dijo el maduro, sonriendo.

No, y tampoco me interesa - respondí, con naturalidad, agarrando una cajetilla de chiche, metiendo dos pastillas en mi boca.

Él puede hacer de tu vida un infierno - dijo Paúl, tenso.

No tengo nada que perder, ni nadie que recuperar. Ya he perdido demasiado en mi vida, y lo único que me queda soy yo. - contesté.

Siempre me han atraido los hombres, aunque nadie sepa, me gustan tan mayores como yo, ivan... Pero tú, eres otro caso - comentaba Leandro, poniéndose la ropa otra vez. - Quiero que empieces a trabajar conmigo, más cerca de mí.

Ud lo que quiere es sexo, el sexo duro y fuerte que yo doy - respondí, poniéndome los jeans, y las botas, tirando la camisa al basurero, mostrando mi pecho, abdomen y brazos trabajados - además de los chupones y mordidas - al descubierto.

Puedes trabajar como yo - comentó Paúl, ya vestido - o puedes ser algún tipo de secretario, o agente.

Como dije, Leo y Paul, no estoy interesado; pero si a ud le place, puede llamarme cada vez que tenga algun “problema”- ofrecí, caminando hacia él, metiendo la mano dentro de su pantalón, apretando una nalga, y luego metiendo dos dedos dentro suyo.

Leandro dio un brinco, y me miró con cara severa, ocultando en su seriedad una sonrisa de placer - Ud, joven es muy atrevido.

Saqué mi mano de su culo, y luego metí la otra en su cadera, apretando su pene. - Se dice “sinverguenza”, y muchisimas gracias, me gusta ser así - Me alejé de él, y luego besé dulcemente a Paúl. - Oh, cariño, nos vemos despues. - finalicé, saliendo de la habitación.

Mas le vale seguirlo, Sr Ospina, Iván marcó territorio en mí, y yo obtengo lo que quiero - escuché decir a Leo.

Sí señor - respondió Paul. Pero por más que quiso, no pudo alcanzarme.

Salí por la puerta principal, colocandome una buzo de tela, montandome en mi moto, parqueada en un lugar bien escondido, y saliendo de aquella casa.

Atravesé kilómetros de  pastizales a gran velocidad, dejando mis pensamientos en la mierda, sintiendo como el aire fresco le otorgaba una nueva cara a mi moral.

Mermé paulatinamente la velocidad, y me desvié el camino, dirigiéndome hacia un pequeño lago natural.

Mi celular comenzó a sonar, Numero desconocido.

  • Hola?

  • El miércoles, a las 5pm, en el edificio central de la ciudad. - habló Leandro, con su voz grave.

  • Con gusto. - respondí, dejando mi moral a un lado - ah, y una última cosa.

Leandro carraspeó - Dígame.

  • Donde me haga algún tipo de trampa, u algun “juego” muy sucio, lo lamentará.

  • Jajajajaja - rió macabramente - ¿crees que tengo miedo de un estúpido chico como tú?, por favor, joven, tengo experiencias, ayuda, tengo mucho a mi poder.

  • Lo sé, y sé quien es ud - dije, mientras sonreia - solo le digo, donde me haga una cosa de esas, empiece a correr.

  • Es usted un maldito - contestó, totalmente molesto. - yo sé quien es ud, lo puedo hundir.

  • Llamame como quieras, Leo, mientras averiguas lo que crees que soy. Pero segun pude notar, soy yo el centro de tu placer. - colgué, acostándome en la hierba

“Comienza la guerra de la que me preparé desde hacía mucho” , pensé, mientras me levantaba del pasto, y recogía unos dientes de león.

“éste por mis padres”, dije, soplando uno de ellos.

“éste por mi futuro”, dediqué, soplando el segundo.

“éste por el que pudo ser el amor de mi vida”, suspiré, soplando el penúltimo.

“éste por lo que será de mi”, sentencié, dejando volar las semillas del último de los dientes.


Este no sé si será capitulo unico, o si habrán más. El tiempo lo dirá todo.

Comenten y dejen su opinion!. Los extrañé!