Gol a gol. Preámbulo y penumbra.

Quince adolescentes son convocados por su país para formar una selección de fútbol de jóvenes promesas. Partido a partido, gol a gol, los quince chicos de la concentración verán nacer alianzas, relaciones y promesas. Todo ello aderezado, desde luego, con mucho sexo.

A cada segundo que pasaba, Jordan se convencía más y más de que esa era la situación más incómoda de toda su vida. Xavier y él se cubrían como podían con las manos en medio de la pileta, moviendo al mismo tiempo las piernas bajo el agua para no hundirse. No podían salir. Aunque apenas había diez metros entre el borde de la piscina y las tumbonas donde estaba tirada su ropa, bien podría haber habido veinte, treinta o doscientos; la perspectiva de salir desnudos del agua y recorrer ese espacio (¡desnudos!) delante de Hurley Kane (¡¡desnudos!!) era demasiado vergonzosa como para que ninguno de los dos se atreviera a llevarla a cabo.

Tras unos instantes de opresivo silencio en los que hasta el chapoteo del agua pareció acallarse, Hurley por fin carraspeó, y fue como si alguien le hubiera dado al play en un remoto mando a distancia. El canario apartó la mirada, retrocediendo torpemente y Jordan y Xavier se apresuraron a buscar cobijo en uno de los bordes de la piscina.

  • Joder, perdonad, pensé que no habría nadie a estas horas - llegó la voz de Hurley desde la penumbra de las tumbonas

  • No, si eso mismo pensamos nosotros - le susurró Jordan a Xavier, que soltó una risita nerviosa

  • Mirad, - volvió a hablar Hurley, todo azorado - os dejo la toalla para que os sequéis, que veo que no habéis bajado, y yo… Yo me subo y ya vendré en otro momento.

Antes de que ninguno de los dos pudiera contestarle, un proyectil violeta surcó el aire y la toalla de Hurley aterrizó en el suelo delante de ellos. Lo escucharon moverse a trompicones entre las tumbonas mientras se escabullía hacia las escaleras. Jordan se giró hacia Xavier.

  • Voy a ir a por él.

  • ¿Qué?

  • El pobre solo venía a darse un baño, nos ha encontrado aquí dale que te pego, ¡y todavía nos ha pedido perdón! ¡Si hasta nos ha dejado su toalla! Voy a ir a buscarle y a pedirle que nos perdone a nosotros.

  • ¡Pero…!

Jordan salió del agua antes de que Xavier pudiera objetar. Tuvo la cabeza de coger la toalla del suelo y atársela a la cintura en plena carrera tras Hurley. Esquivó como pudo las tumbonas, maldiciendo cada vez que una se interponía en su camino más de lo debido y salió al pasillo. Descubrió la sombra de Hurley en el último tramo de las escaleras.

  • ¡Eh, espera! - llamó

Hurley se detuvo y se dio la vuelta mientras Jordan corría descalzo escaleras arriba.

  • De verdad que lo siento, no quería molestaros. No tenía ni idea de que estabais ahí, y, como no podía dormir, se me ocurrió que podía bajar a bañarme, pero…

  • No, no - le interrumpió Jordan, llegando a su lado medio ahogado después de la carrera -, si es eso lo que quería decirte. En todo caso es culpa nuestra, no hace falta que tú te disculpes por nada.

  • Ya, bueno…

Hubo otro momento de silencio incómodo. Jordan, evitando el contacto visual, dijo:

  • De todos modos, nosotros ya nos íbamos, por si quieres quedarte ahora.

Hurley sopesó las opciones. Una parte de él, le decía que si bajaba de nuevo a la piscina obligaría a los otros dos chicos, que parecían estar muriéndose de vergüenza, a alargar el mal rato más de lo debido, y también que si se metía al agua quizá encontraría flotando fluidos de dudosa procedencia. Sin embargo, la otra le pedía a gritos que deshiciese el camino y se zambullera en el agua, dejando de lado todo lo demás.

Natural de San Juan de la Rambla, un pueblo costero en la isla de Tenerife, Hurley había crecido prácticamente en el agua. Si se ponía a buscar entre los recuerdos de su infancia y adolescencia, era incapaz de encontrar un día en el que no se hubiera bañado en el mar. De niño, pasaba todas las tardes en la playa, buceando o simplemente flotando de un lado a otro, y cuando fue creciendo, empezó a quedarse también por las noches. Anda que no había visto amaneceres acunado por las olas.

Por eso, cuando le avisaron de que le habían seleccionado para el Torneo Juventud, estuvo a punto de rechazarlo. Al final, hizo balance entre sus dos pasiones, el mar y el fútbol, y decidió que podría aguantar dos meses (en caso de que fueran capaces de llegar a la final) sin su querido Océano Atlántico. Cuando comunicaron el país donde se celebraría el torneo se alegró de haber tomado esa decisión, y aún más cuando supo que se alojarían en Buenos Aires, en la ribera del Río de la Plata.

Aunque Hurley tenía claro que se escaparía al mar en cuanto tuviera un rato libre, la primera noche se le estaba haciendo cuesta arriba. Se había metido en la cama pronto, dispuesto a descansar todo lo que pudiera antes del primer día de entrenamiento, pero había empezado a dar vueltas sin poder conciliar el sueño y a las doce y media había decidido que, a falta de mar, la piscina tendría que servirle.

El cuerpo le pedía agua entonces y se la seguía pidiendo ahora. Se rascó la nuca y sonrió.

  • Bueno, si ya os ibais entonces sí que me quedo.

Jordan le sonrió de vuelta, todavía avergonzado, y le guió de nuevo a través de la oscuridad en dirección a la piscina. Cuando llegaron, encontraron esperándoles a Xavier, ya vestido.

  • Me cambio y nos vamos - le dijo Jordan a Hurley, agarrando su propia ropa

Se pasó la camiseta por la cabeza, rezando para que la toalla se sostuviera en su cintura, mientras Hurley les daba la espalda y se dirigía hacia el borde de la piscina estirando los músculos de la espalda. Se puso los calzoncillos y los pantalones de cualquier manera, sin soltar la toalla, y no se molestó en atarse los cordones de las zapatillas.

  • Eh… ¿Hurley? - llamó en cuanto hubo acabado - Nos marchamos ya.

  • Venga, pues... Nos vemos mañana.

Jordan y Xavier se dispusieron a salir de una vez de la dichosa piscina, pero un grito a su espalda y los pasos de Hurley acercándose de nuevo a ellos les hicieron parar. El chico llegó a su lado.

  • Esperad... - pareció debatir algo consigo mismo durante un segundo, pero al final la curiosidad pudo al decoro - ¿Puedo preguntaros algo?

Los otros dos intercambiaron una mirada y Xavier suspiró.

  • Qué menos. Dispara, anda.

Jordan sonrió de medio lado y se sentó en una tumbona, aprovechando el parón para escurrirse la coleta, que aún chorreaba. Hurley se apoyó en la de al lado. Los miraba alternativamente, como si estuviera viendo un partido de tenis.

  • ¿Vosotros os conocíais de antes de que os convocaran?

Asintieron a la vez.

  • Coño, menos mal - la risa de Hurley aligeró bastante el ambiente - Pensé que os habíais visto por primera vez en el aeropuerto de Madrid y que habíais cogido confianza suficiente en el vuelo como para acabar así la primera noche…

  • Qué va - confirmó Xavier - Tampoco vamos a intentar convencerte de que no estamos más salidos que la madre que nos parió después de la escenita, pero te aseguro que ninguno de los dos se tiraría a alguien que acabase de conocer.

  • ¿Por qué no habéis dicho antes que habíais coincidido antes del Torneo? Esta tarde, cuando estábamos todos…

  • A ver, nadie lo ha preguntado.

  • Hombre, ya, pero… - se interrumpió, dejando la frase sin acabar - ¿Lo sabe alguien más?

  • Shawn Frost, el otro chico de nuestra habitación.

  • ¡Encima sois de la misma habitación!

  • Claro. Yo me apellido Foster y él Greenway; alfabéticamente nos toca juntos.

  • Cierto, cierto. Joder, es que no me da la cabeza para acordarme de todos los nombres todavía.

Los tres chicos callaron, agradeciendo cada uno en su fuero interno que la conversación estuviera disipando poco a poco la incomodidad de unos minutos atrás. Jordan retomó la palabra.

  • El caso es que por ahora sólo lo sabéis Shawn, porque se lo hemos dicho, y tú.

  • Bueno, - apuntó Xavier - Shawn, tú y probablemente Caleb Stonewall.

  • ¿Caleb? ¿Quién es?

  • El que está rapado, que tiene una cresta como de gallo.

  • Ha dicho que es de Alicante.

  • Vale, creo que ya sé quién es. ¿No es el que ha discutido con el chico del parche?

  • Ese mismo.

  • ¿Y por qué lo sabe?

  • No sabemos si lo sabe o no, pero suponemos que se lo imagina - explicó Jordan -. Su asiento en el avión estaba al lado del nuestro y… Bueno, también nos pilló juntos, por así decirlo, así que imaginamos que ha sacado las conclusiones lógicas.

  • No jodas que también lo hicisteis en el avión - Xavier y Jordan evitaron su mirada,  declarándose culpables automáticamente - Coño, podríais protagonizar la nueva temporada de Élite.

Rieron, y el nudo de tensión acabó de deshacerse. Xavier se tumbó al lado de Jordan, apoyando su cabeza sobre el muslo del chico, que deslizó los dedos inconscientemente entre los húmedos mechones pelirrojos. Hurley volvió a preguntar.

  • Oye, ¿y queréis que se sepa? Lo digo porque puedo ser muy bocazas, así que si preferís que nadie más se entere, decídmelo.

  • A mí me da igual, la verdad - dijo Xavier

  • Y a mí - añadió Jordan - De hecho, ni siquiera es que hayamos estado escondiendo a propósito que venimos del mismo instituto, simplemente no hemos visto necesario decirlo.

  • No era cuestión de entrar por la puerta y ponernos a fardar de que nos conocíamos de antes del Torneo, ¿sabes?. Es evidente que Caleb, Jude y el chico del parche..

  • David - apuntó Jordan

  • Que Caleb, Jude y David también se conocen, pero tampoco van pregonándolo por ahí.

  • Está bien saberlo - asintió Hurley -, pero no me refería a eso. Más que a que venís del mismo instituto quería decir que si queríais que se supiera… Bueno, lo vuestro.

Las caras de Jordan y Xavier debieron reflejar la confusión que sentían, porque Hurley hizo un gesto con la cabeza hacia la piscina, cargado de intención. Las neuronas de Xavier hicieron sinapsis.

  • ¡Ah! A ver, tampoco es que estemos juntos ni nada por el estilo - rió y Jordan tragó saliva con fuerza -, pero quizá sería mejor que eso sí que quedara entre nosotros.

  • Como queráis, aunque no creo que ninguno de los otros chicos tuviera problema.

Xavier reflexionó un instante y una nube de tormenta se abrió paso hasta sus ojos grises. Se enderezó en la tumbona.

  • No es tanto por el resto del equipo, que parecen casi todos gente decente. Me preocupa más que, si lo que la entrenadora Schiller ha dicho es cierto y nos volvemos relativamente famosos durante el torneo; la gente, la afición, se crea con derecho a opinar sobre con quién tenemos sexo y con quién no.

Jordan sonrió al oírle hablar así, tan cabal de golpe. Estaba más que acostumbrado a esos cambios de registro de Xavier en los que salía a relucir lo brillante que era en realidad. Hurley, en cambio, no dijo nada. La sensación de estar escuchando a un Xavier totalmente diferente al de hacía apenas unos segundos, mucho más mayor, mucho más maduro, le había pillado de improviso y era abrumadora.

  • Históricamente - siguió el pelirrojo, esbozando media sonrisa amarga -, la comunidad del fútbol no se ha caracterizado por su gran empatía hacia los maricones, ¿sabes lo que te digo? Si el resto de los chicos se entera de que él y yo follamos, lo más probable es que se acabe filtrando, así que cuanta menos gente lo sepa, mejor.

  • Ser homófobo es una gilipollez como la copa de un pino - concluyó Jordan -, pero eso no quita que haya muchos sueltos por ahí. Toda precaución es poca.

Xavier jugueteó con la pequeña trenza que le había hecho Jordan mientras estaba tumbado.

  • En el fondo os entiendo. - dijo Hurley, alcanzando su móvil - Mirad, esta es mi novia.

Les enseñó la foto de una chica de pelo color rosa chicle en bikini, jugando al voley-playa.

  • Se llama Tori, bueno, Victoria y es la hija de Ancor Torres. El presidente de las Canarias - aclaró al ver que el nombre no les decía nada - Da igual. El caso es que es mi novia, pero tenemos una relación abierta, bien hablada y con límites perfectamente marcados, pero abierta a fin de cuentas.

  • Ya me imagino por dónde va la cosa...

  • Creo que todavía no nos hemos cruzado con una sola persona que no nos haya mirado raro después de contárselo. Con que os diga que hasta El Día, un periódico de allí de Tenerife, publicó hace dos años fotos de Tori con otro chico y grandes titulares acerca de la infidelidad y la desvergüenza, etcétera, etcétera... Os podéis hacer a la idea.

  • Si es que hay peña que no tiene dos dedos de frente. ¿Qué más les da lo que hagamos en nuestra vida privada?

  • Encima, el chico con el que estaba Tori en esas fotos es un chaval muy amigo nuestro, y los periodistillas esos de la prensa rosa le estuvieron jodiendo pero bien un par de semanas.

  • ¿A ti no te han pillado nunca? - preguntó Jordan

  • Qué va. Bueno, no lo sé. Lo cierto es que después de ese episodio de El Día, el padre de Tori fue a hablar con la directiva del periódico y con el propio autor del artículo. Supongo que les diría que dejaran en paz a su hija, que ni siquiera era mayor de edad aún, o algo por el estilo. De cualquier modo, consiguió que pidieran perdón y desde entonces nadie más ha vuelto a publicar nada relacionado con nuestra vida privada, pero vamos, que no lo publiquen no significa que no lo sepan.

  • Ventajas y desventajas de estar con la hija del presidente.

  • Efectivamente. De todas formas, tampoco salimos con otras personas tan a menudo. En estos últimos dos años Tori ha estado con este amigo nuestro y una chica de su clase, y yo con otras tres chicas.

  • ¿Tú has estado alguna vez con un chico? - quiso saber Jordan

  • La verdad es que no - contestó el canario, exhibiendo su sonrisa de perfectos dientes blancos en la penumbra - Tampoco creáis que me cierro a ello, en absoluto, es solo que todavía no se ha dado la situación.

Quizá fue porque eran cerca de las dos de la mañana y la realidad se comporta de maneras extrañas a esas horas, o quizá por el ambiente peculiar que se respira en las piscinas vacías, pero Xavier habló sin pensar:

  • ¿Quieres probar?

Quiso que se lo tragara la tierra en cuanto lo dijo, pero ya era demasiado tarde para echarse atrás. Xavier Foster era una de esas personas que cargan con las consecuencias de sus acciones hasta el final, incluso cuando toman decisiones irreflexivas, incluso cuando hablan sin pensar. Aguantó con estoicismo la mirada de escandalizado estupor que le lanzó Jordan, a su lado, y adoptó una postura ligeramente arrogante para enfrentarse (y defenderse) del rechazo de Hurley.

Éste le observó con las cejas levantadas, debatiéndose entre la sorpresa y el morbo que decididamente le producía ese chico pelirrojo que había levantado una fachada de infantil socarronería para ocultar su mente aguda y sensata.

  • ¿Ahora? - preguntó por preguntar

  • Si quieres... - intentó evitar que sonara como una pregunta

Hurley se mantuvo en silencio unos instantes y Xavier le sostuvo la mirada, con la sensación de que los latidos de su corazón se estaban escuchando en toda la piscina.

  • Quiero.

Jordan vio deslizarse por los labios de Xavier la sonrisa felina a la que solo él solía tener acceso cuando el pelirrojo se levantó. Con un paso, eliminó la distancia que lo separaba de la tumbona de enfrente, en la que Hurley seguía sentado, y lo contempló desde arriba.

  • ¿Qué hago? - preguntó el canario casi en un susurro, y Jordan tuvo claro que si no hubiera sabido las edades de ambos habría pensado que Xavier era mucho mayor.

  • Nada - sonrió - ¿Qué quieres hacer?

  • No, no, nada.

  • Tú sólo déjate ir, no creo que sea tan distinto de besar a una tía.

Hurley asintió, y Jordan pensó que era curioso ver a otra persona víctima del erotismo que Xavier emanaba a placer.

  • ¿Queréis que me vaya? - preguntó, medio en broma, medio en serio

Ninguno de los otros dos chicos le respondió y él no se movió. Quedarse bien podía servirle para confirmar que no le importaba que Xavier se liara con otras personas.

El pelirrojo se inclinó ligeramente hacia Hurley, que cerró los ojos en anticipo. Salvo por un leve temblor en el labio inferior, estaba perfectamente quieto, con las dos manos apoyadas en el plástico de la tumbona. Xavier movió muy despacio el brazo izquierda hasta su barbilla y, sujetándola con firmeza, le obligó a inclinar la cabeza hacia atrás para poder acceder mejor a su boca. Se humedeció los labios con la lengua y, sin pensárselo dos veces, cerró el hueco entre ambos.

Hurley se tensó durante un segundo para después hacer lo que Xavier le había pedido y dejarse ir. Notó la lengua del pelirrojo acariciar el labio que ya no temblaba y entreabrió la boca, permitiéndole el paso. Sintió el rubor subir por su cuello y sus mejillas y sus orejas y probablemente hasta por su frente, pero lo olvidó en cuanto la lengua de Xavier comenzó a explorarle. Al principio con cierta timidez y después cada vez con menos, Xavier visitó los rincones más remotos de la boca de Hurley, sin soltarle en ningún momento la barbilla. Sabía a menta.

La verdad es que hacía ya bastante tiempo que no besaba a nadie que no fuera Jordan y había echado de menos la aventura, la novedad. En un momento de leve respiro, Xavier aprovechó para sentarse a horcajadas sobre las piernas de Hurley, que le acogió de buena gana. Llevó una de sus manos al hombro derecho del canario y apoyó la otra en su pecho desnudo, y siguió besándole con unas ganas que el otro chico correspondía. Sus lenguas se encontraban en el espacio creado por las dos bocas, se enredaban y se separaban de nuevo, para volver enseguida a la carga aún más salvajemente. Hurley ignoraba el peso de Xavier sentado sobre él y el roce de su bulto contra su estómago; Xavier ignoraba las uñas de Hurley clavándose en su espalda y su polla creciendo bajo su culo; y ambos entendían por qué las personas hablan de derretirse cuando se comen la boca.

Hurley tiró de Xavier hacia sí, invitándole a quedarse ahí toda la noche, y justo en ese momento, se acabó la tumbona. El culo de Hurley resbaló por el borde y cayó hacia atrás, arrastrando a Xavier consigo. Aterrizaron sobre las frías baldosas de la piscina, hechos un lío de brazos y piernas. Xavier rompió el beso, jadeando por la falta de aire, mientras Hurley se llevaba una mano al costado para evaluar los daños causados por el golpe. Cuando hubo concluido que no había nada de gravedad, se volvió para mirar a Xavier y encontró los ojos de plata del pelirrojo observándole, divertidos. Xavier alzó las cejas.

  • ¿Qué tal?

Hurley se retorció en el suelo y le robó un pico.

  • Podría repetir - repuso, a milímetros de su boca

Xavier acarició el torso del color del chocolate fundido del canario con dos dedos, notando todas las ondulaciones de los músculos bajo sus yemas. A Hurley se le erizó la piel.

  • Pues cuando quieras - dijo Xavier e, inclinándose hacia su oído, añadió - Aunque si te vas a poner así cada vez que te coma la boca quizá deberíamos probar otras cosas también…

Ante el comentario, Hurley dejó de intentar esconder su más que evidente erección y esbozó una sonrisa culpable. Salió de debajo del cuerpo de Xavier y se puso en pie.

  • Poco a poco, Foster, poco a poco.

Sentado en el suelo con las piernas cruzadas y relamiéndose los labios, aún húmedos, el pelirrojo se encogió de hombros. Hurley hizo acopio de fuerzas para no sacársela ahí mismo y hacerse una paja que aliviara el doloroso bulto que amenazaba con hacer estallar su bañador, y se dirigió a la piscina. Xavier contempló en silencio cómo su cuerpo se curvaba en el aire tras saltar desde el borde, cómo se tensaban todos los músculos antes de caer al agua. Estuvo observándole un rato nadar de un extremo al otro de la pileta con una brazada perfecta, hasta que un escalofrío le recordó que la humedad de la piscina y el frío de junio tenían la fuerza suficiente como para imponerse al calentón que llevaba encima.

  • ¿Nos vamos ya? - le preguntó a Jordan, sin dejar de seguir con los ojos la figura de Hurley

El otro no le contestó. Hacía un rato que se había levantado de la tumbona y se había subido a la habitación.

Nota del autor

Sí, lo sé, más flojito que los anteriores (¿cómo no va a serlo si es un relato sin sexo en una página de historias eróticas? Aunque he de decir que justo anoche leí el que se acaba de convertir en mi relato favorito de esta página, Canción de cuna para un monstruo , de la categoría de "No consentido" y no tenía ni una pizca de sexo...).

Pero a lo que íbamos, para los que habéis llegado hasta aquí. En realidad, se debe a que no es la cuarta entrega completa. De ahí una parte del título, el preámbulo. Aunque me habéis dicho que los capítulos largos no suponen un problema, este sí que estaba quedando EXCESIVAMENTE extenso, así que he tomado la dura decisión de partirlo en dos. Pero no preocuparse, la otra mitad está prácticamente acabada y la subiré mañana o pasado como muy tarde. Ya lo lamento si este intermedio decepciona, pero me ha parecido lo mejor.

Más cosas. Bueno, primero de todo, punto para FiccionSx para ser el primero en situar la serie de la que cogí a los personajes, ya sabía yo que alguien tenía que conocerla. Y después, muchas gracias a los que comentáis en todos los relatos (cokcrin, 3dimension me venís a la cabeza). He de decir que me hizo mucha ilusión ver a Dani Sampedro, llevo siglos leyéndote ;)

Y supongo que eso es todo por el momento, mañana más y espero que mejor. Un gusto leeros :)

Shadow Ankley