Gol a gol

Quince adolescentes son convocados por su país para formar una selección de fútbol de jóvenes promesas. Partido a partido, gol a gol, los quince chicos de la concentración verán nacer alianzas, relaciones y promesas. Todo ello aderezado, desde luego, con mucho sexo.

Jordan trastabilló con algo, quizá uno de los aros de colores que solían utilizar en educación física cuando eran más pequeños, pero eso no hizo que despegara sus labios de los de Xavier. Agarrándole de la camiseta, dio un par de pasos apresurados hacia atrás, hasta que los dos cayeron sobre la pila colchonetas roñosas que se almacenaban al fondo del armario del material.

Jordan ahogó una risa en la boca del otro, y siguió besándole. Su lengua se deslizaba por la de Xavier, ansiosa y apresurada. A fin de cuentas, Xavier era dos años más mayor que él. No coincidían en clases y, aunque ambos jugaban al fútbol, tampoco lo hacían en la misma categoría, así que no eran muchos los ratos que sacaban para verse. Por ello, Jordan aprovechaba al máximo cada uno de esos momentos.

Tumbado sobre las colchonetas, con el cuerpo de Xavier encima y casi aplastándole, Jordan deslizó una mano por debajo de su camiseta. El otro chico se despegó de su boca el tiempo justo para poder sacársela por la cabeza. Aún en la semioscuridad del armario de material en el que estaban escondidos, Jordan sonrió ante la visión de la que había disfrutado durante un instante.

Quizá Xavier fuese el chico más guapo del instituto, pensó mientras notaba el aliento de éste recorrer su mandíbula justo hasta detrás de la oreja. Soltó un pequeño gemido cuando le mordió el lóbulo, y llevó sus manos a los hombros del otro.

Sí, desde luego lo era, concluyó. No era solo que el fútbol al que llevaba jugando durante años hubiera conseguido que su cuerpo no tuviese un solo gramo de grasa. También ayudaban su piel blanca como la nieve y su pelo rojo como la sangre, que era la envidia de las chicas que gastaban cientos de euros en los mejores tintes. Sus ojos grises, que a ratos eran brillantes como la plata, pero que podían también ser del tono de las nubes de tormenta cuando algo le molestaba, completaban la figura del que a todas luces podía ser el chico perfecto.

El chico perfecto que en ese mismo momento abandonaba su mandíbula para descender por su cuello. Jordan cerró los ojos. La lengua que hasta hacía unos segundos había ocupado su boca y que probablemente aún tenía restos de su propia saliva ahora se deslizaba juguetona en torno a su nuez.

Jordan echó la cabeza hacia atrás, exponiendo toda la piel que podía a la voraz boca que alternaba sin piedad mordiscos, besos y lametones.

  • Ah… - gimió, entrelazando sus dedos con el pelo de Xavier

Éste sonrió contra la delicada piel del cuello del joven y ronroneó, entretenido:

  • ¿Quieres que pare?

Jordan movió la cabeza a un lado y a otro casi imperceptiblemente. El cuello era su mayor debilidad, y Xavier lo sabía. Pero éste decidió jugar con el tembloroso muchacho que tenía debajo aún un poco más. Se separó levemente de él y musitó:

  • No te escucho - el susurro golpeó la piel húmeda de Jordan y le hizo estremecerse - ¿Has dicho que quieres que pare?

Jordan entreabrió los ojos, y se encontró con la sonrisa burlona del otro chico a apenas unos centímetros de sus labios. El pelo rojo, apelmazado por el sudor, le caía sobre la frente y le hacía cosquillas en la nariz al más joven.

  • N-No - susurró Jordan

  • ¿Cómo? - murmuró Xavier, acercándose aún más - Dilo en alto.

Jordan intentó sostenerle la mirada a esos ojos de hierro, pero, ¿por qué resistirse a algo que deseaba con todas sus ganas? Carraspeó y suplicó:

  • No pares.

Xavier ensanchó esa maldita sonrisa de cabrón que le volvía loco, y le robó un beso rápido antes de volver a dedicarse a su cuello. Solo que ahora ya no era solo su cuello. Una mano bajó por su torso, deteniéndose apenas un momento en el abdomen plano del joven antes de colarse por la cinturilla de su pantalón.

Jordan tuvo que llevarse una mano a la boca para no gritar cuando notó el puño del otro chico cerrarse alrededor de su polla. Xavier comenzó una paja lenta sin dejar de comerle el cuello. Jordan empujó hacia arriba con las caderas, pidiéndole velocidad, pero Xavier no alteró el movimiento. Disfrutaba viendo como Jordan se retorcía bajo su mano mordiéndose los labios, como jadeaba cuando le rozaba el glande con la palma. Le entretenía ver hasta dónde era capaz de aguantar.

Solo cuando el labio inferior de Jordan por fin cedió ante la presión y pudo saborear la sangre, Xavier decidió que ya no era necesario que sufriera más. Comenzó a mover su mano con más brío, como tantas veces le había hecho Jordan a él. El joven agarró los bordes de la colchoneta sobre la que estaban, totalmente ido.

  • Ah… ¡Ah! - gemía, cada vez más alto

Xavier aumentó aún más la velocidad de la paja, y también la ferocidad con la que mordía el cuello del otro chico, en un afán posesivo. Notó los dedos del muchacho volver a entrelazarse con su pelo.

  • M-Me voy a correr… - gimió con fuerza Jordan

Cuando escuchó eso, Xavier volvió a separarse por completo de él, como había hecho antes mientras le devoraba el cuello. Esta vez, llevado a su límite, Jordan abrió los ojos y se incorporó, listo para quejarse, pero no le dio tiempo. En un movimiento, Xavier le bajó los pantalones cortos y los calzoncillos por completo y se arrodilló frente a él, justo a la altura de su polla. En esa postura, el pelirrojo sacó la lengua, que quedó a milímetros del glande del otro chico, y miró a Jordan a los ojos durante un segundo. Esa imagen fue suficiente.

Jordan se corrió con un grito ahogado y cuatro fuertes chorros que aterrizaron en la lengua extendida de Xavier y también en toda su cara, su pelo y su torso desnudo. Se dejó caer de nuevo sobre la colchoneta, y tomó aire con fuerza. Volvió a cerrar los ojos y revisitó la imagen que acababa de regalarle Xavier y a la que le dedicaría incontables pajas cuando estuviera solo. Mientras tanto, el pelirrojo se incorporó, y con un dedo índice recogió el semen que le bajaba por el pecho. Sentándose a horcajadas encima de Jordan, se lo acercó a los labios. El chico, obediente, abrió la boca y tragó.

  • Hoy estás especialmente guarro - le dijo a Xavier

  • Mmmm, puede ser - le sonrió él, repitiendo el proceso con el resto de dedos hasta que se hubo limpiado por completo, y luego suspiró - Es que me pones muy burro.

Jordan sonrió, satisfecho de tener ese efecto sobre el pelirrojo.

En ese momento, alguien pasó corriendo por delante de la puerta del armario y Xavier cubrió la boca del otro chico con una mano, pidiéndole silencio.

  • ¡Va a empezar la ceremonia! - se oyó gritar fuera

Los dos jóvenes se miraron a los ojos, y una vez los pasos se hubieron alejado, Xavier bajó de encima de Jordan, no sin antes robarle un último casto beso.

  • Anda, adecéntate - le sonrió, como si no fuera él el que tenía el pelo lleno de semen

···

Recogió la camiseta de entre las pelotas de baloncesto y se la puso. La ceremonia. Hacía ahora un año desde que se había anunciado el Proyecto Juventud a nivel mundial. Cada país formaría un equipo de fútbol de jugadores jóvenes no experimentados, es decir, ningún país podría presentar a sus selecciones sub-17 o sub-19, tendrían que ser todos equipos formados por adolescentes aficionados al fútbol pero que nunca lo hubieran practicado de manera profesional. Después, todas esas selecciones de novatos se enfrentarían entre sí en un torneo de formato semejante al mundial.

En realidad el ganador no importaba. El objetivo del torneo era que un panel de expertos eligiese al mejor once (y algunos suplentes) de entre los chicos de todo el mundo. Con ellos, se formaría un nuevo grupo que acabaría jugando contra un equipo formado por los mejores profesionales del momento, futbolistas de verdad.

Era una oportunidad única para cualquier chaval aficionado al fútbol cuyos padres no hubieran podido pagar las extraescolares o que hubiera descubierto su pasión demasiado tarde para entrar en una buena cantera, pues durante todo el torneo, además del panel de expertos, habría ojeadores de los mejores equipos del panorama. Los once chicos elegidos al final tendrían prácticamente asegurada su entrada a las categorías inferiores de algún club grande. No solo eso. La mera oportunidad de jugar contra futbolistas profesionales, los ídolos de muchos de ellos, había sido un gran aliciente para los jóvenes de alrededor del globo.

Durante todo el año desde el anuncio del Proyecto Juventud, había habido pruebas en cada ciudad de cada país, a las que habían acudido millones de niños que sólo habían jugado al fútbol por sus barrios, con sus hermanos en el patio de su casa o con sus amigos en el recreo del colegio. Tanto Xavier como Jordan habían probado suerte. Xavier, con dieciocho recién cumplidos, jugaba en el primer equipo de su instituto. Jordan, con dieciséis, lo hacía en el segundo.

Habían evitado hablar del Proyecto en sus encuentros furtivos todo lo que habían podido. Si tenían que elegir a quince chicos de todo el país, las posibilidades de que fueran ellos eran muy bajas, por mucho que Xavier fuera el pichichi de la liguilla de los institutos de la zona. Y, por supuesto, la probabilidad de que los eligieran a ambos era casi nula.

···

Una vez estuvieron los dos presentables, salieron del armario del material, cuidándose mucho de no ser vistos, y se dirigieron a paso rápido hacia el gimnasio. Los entrenadores del primer y del segundo equipo habían colgado una sábana blanca que serviría como pantalla para el cañón anclado al techo desde el cual proyectarían la ceremonia. Se unieron al resto de sus compañeros para entrar. Xavier se adelantó sin mirar atrás, saludando con la cabeza al portero de su equipo y dándole una palmada en el hombro a uno de los defensas.

Entraron al gimnasio, donde ya estaban los dos entrenadores y el jefe del departamento de educación física y se sentaron en el suelo. Jordan miró a su alrededor. Salvo una o dos personas, estaban los dos equipos al completo, todo el mundo había querido intentarlo.

Comenzó la ceremonia. Después de media hora de larguísima presentación y preámbulo, por fin salió un hombre al frente de la cámara a leer la lista de los quince chicos convocados. El murmullo que hasta el momento había zumbado por la sala se apagó. El hombre de cejas pobladas y gafas de pasta negra se aclaró la garganta.

Jordan cerró los ojos y rezó lo poco que sabía, por si acaso. Xavier no le quitó ojo a la pantalla. Si no le elegían quería afrontar la derrota de cara.

  • Porteros. Mark Evans y Joseph King.

  • Defensas. Nathan Swift. Hurley Kane. Jack Wallside. Scott Banyan. Tod Ironside.

  • Medios. Jude Sharp. Caleb Stonewall. Jordan Greenway. Byron Love.

Jordan siguió con los ojos cerrados, oyendo sin escuchar, hasta que a su lado alguien le dio un codazo. Parpadeó confundido y vio por el rabillo del ojo su foto desapareciendo de la improvisada pantalla.

  • Jordan… - murmuró Byrce Withingale, delantero de su equipo, a su lado

Fue como si todas las caras se volvieran hacia él a cámara lenta.

  • ¡JORDAN! - aulló Claude Beacons, el otro delantero, antes de agarrarle de los hombros y zarandearlo

Los dos equipos se le echaron encima, como también lo hicieron los entrenadores. Alguien le gritaba al oído, otro le rozaba la cabeza, el de más allá sujetaba su mano, todos querían tocar a uno de los quince niños elegidos. Todos menos, por supuesto, los delanteros, que esperaban a que acabara la formal ronda de aplausos a los medios y que enumeraran a los puntas.

Xavier se pasó una mano por el pelo pegajoso y esbozó una mueca. Se sentía un cabrón por no alegrarse por Jordan, pero solo podía pensar que ahora era imposible que le escogieran a él. No solo habían cogido ya a alguien de su misma ciudad y de su misma zona. Coño, que Jordan iba al mismo instituto que él, solo dos cursos por detrás. Ni siquiera sabía qué había hecho mal, siempre había sabido que objetivamente él jugaba mejor que el otro chico. En la penumbra del gimnasio, sus ojos se volvieron de duro acero.

Alguien detrás de él chistó, pidiendo silencio. Los muchachos que rodeaban a Jordan apenas le hicieron caso, ocupados como estaban felicitándole, pero el chico sentado a su lado se levantó y subió al máximo el volumen de los altavoces.

  • Delanteros. - atronó la voz del hombre de las gafas - Axel Blaze. Shawn Frost. David Samford. Xavier Foster.

Los admiradores de Jordan por fin se callaron.

Nota del autor

Bueno, señores, primera entrega de esta serie. Por ser la primera algo de contexto tenía que dar, motivo por el que hay menos sexo del que quizá alguno hubierais esperado. Eso sí, a partir de la siguiente, una vez hayamos juntado a los quince chicos, ya solo será cuestión de dejar a las hormonas actuar.

Cualquier comentario es bienvenido, pero se agradecen particularmente los elogios ;)

Shadow Ankley