Godzilla, el tamaño sí importa

Una deliciosa aventura termina de modo insatisfactorio.

Yo soy una mujer de treinta años recién cumplidos, trigueña de piel mate, mido 1.60 de estatura, tengo el pelo enrulado y largo, y me dicen que tengo piernas bonitas y un par de pechos muy atractivos. Yo vivo en América Central, y trabajo en una oficina exportadora de café. En esta compañía hay unas 120 personas en un edificio de tres pisos, la mayoría de ellos hombres muy bien parecidos (en realidad cada uno tiene su atractivo si quieres verlo) y yo me dedico a vestirme muy atractiva y sensual para provocar su atención y su deseo.

En las mañanas me visto como una putita que quiere enganchar clientes, solamente que mis clientes son los hombres de mi oficina y el pago es mi placer. Me visto con brassier delgados que dejan entrever mis pechos y mis pezones a través de mi blusa, casi siempre mis blusas son escotadas o tienen botones que están estratégicamente desabrochados. Mi entrepierna se humedece de verlos inclinarse sobre mis pechos, tratando de mirar más y más, mientras el bulto de su pija crece bajo el pantalón. Mis faldas son cortitas o bien, muy ajustadas y bajo la rodilla pero con amplios tajos por delante, que dejan ver mis piernas cuando camino y especialmente cuando me siento. Al mirarme por detrás, ellos pueden mirar como la forma de mis bragas se transparentan en mi falda, porque sé que eso les calienta mucho.

A veces entro a una oficina donde hay varios de ellos, por el solo placer de excitarlos, de confundirlos. Y siempre soy como una fruta joven e inocente, ya saben, la voz baja y enronquecida, juego a ser esa mezcla de angelito y putita que todos ellos sueñan poseer y que yo reservo solamente para mis escogidos. Y mis escogidos son hombres atractivos, casados y prefiero a aquellos que vienen a la ciudad en forma regular pero que no viven aquí.

Esta empresa se dedica a la exportación de Café, y por eso tenemos empleados y clientes que vienen desde otras ciudades y países en forma habitual y en ellos encuentro abundante material masculino para satisfacer mis amplias necesidades.

Porque si bien el sexo que tengo con mi marido es satisfactorio, mi naturaleza necesita no sólo de la admiración y el deseo de otros hombres, sino también de un juego de conquista y seducción que me ofrezca al final una buena pija que me perfore hasta hacerme gritar de placer o una verga que pueda mamar hasta extraer la última gotita de semen espeso. Y cada uno de ellos me da cosas distintas, ricas y diferentes. Ha habido muchas semanas en que he cogido con dos hombres distintos y ninguno de ellos sabe nada del otro.

Hay en esta compañía un vendedor muy atractivo que había estado de conquistas conmigo. El martes yo estaba leyendo un correo muy caliente de alguno de ustedes y de pronto aparece sorpresivamente él, Reinaldo. Se queda mirándome con una sonrisita coqueta y me dice "Julita, se le ve sofocada...", se imaginan mi vergüenza????

No sé si estaba más colorada por la calentura que por la vergüenza, me quedé mirándole como una tonta y le dije "Reinaldo, que sorpresa, siéntese por favor". El se quedó en silencio unos segundos, bajó la mirada hasta mis tetas y sin dejar de mirarlas, me dice "aquí estoy muy bien, Julita, muchas gracias...", y lo dijo con tanta malicia y picardía que me estremeció enterita.

Hoy vine con una polera roja muy escotada, una mini negra imitación cuero y botitas cortas. Reinaldo se quedó un ratico platicando, apreciando mi provocativa tenida, sin quitarme la vista de mis pechos y mis pezones que estaban paraditos con la excitación. Yo apoyé mis codos en el escritorio mientras hablábamos, para ofrecerle una visión completa de mi provocativo escote. Y vaya que lo aprovechó, no dejó de mirarme los pechos con mucho placer y deseo durante el rato que hablamos, y al final retiré mi silla como para despedirme, pero en realidad quería ser también generosa con mis piernas apenas cubiertas con la mini. El se inclinó para darme un beso en la mejilla mirando mis muslos y me envolvió el aroma de un perfume intensamente masculino y excitante. Casi sin darme cuenta lo que hacía, le ofrecí mi boca en lugar de mi mejilla para su beso de despedida y nos besamos justo en las comisuras de los labios, han visto que gesto mas caliente que puede darse entre dos que están de coqueteo?

Cuando finalmente se marchó, me quedé enteramente mojada, entre el correo que leía y mi reciente conquista. Finalmente, una media hora más tarde me llamó por teléfono para que almorzáramos. Y yo acepté, como ustedes pueden suponer.

A mediodía pasó por la oficina y me ofreció gentilmente el brazo. Venía muy elegante, de terno y corbata, lo cual es muy inusual acá por lo del calor habitual y lo consideré una delicadeza hacia mí. Fuimos caminando y conversando hasta el restaurant de un hotel elegante que hay acá de una cadena americana.

Conversamos de cosas de oficina, pero la conversación estaba llena de señales, de palabras o gestos llenos de significado, en ese coqueteo tan íntimo y sensual, a mí me encanta y a veces lo prolongo solamente por lo rico que es.

Al final del almuerzo me ofreció un licor de cierre y yo acepté un coñac. Yo soy muy mala para el licor, una sola una copita me marea y me pone alegre y risueña. Pero aún así acepté y seguimos el coqueteo, me tomaba los dedos, de pronto me rozaba las piernas, cosas así que me iban excitando cada vez más y yo cada vez más risueña y relajada. De pronto sin querer se me salió un leve bostezo y Reinaldo con un gesto muy sugerente me dijo: "Julita, quiere recostarse un ratico?".

Yo lo miré con cara de pregunta y en respuesta, Reinaldo con una sonrisa me enseñó en su mano una llave de una habitación del hotel!! Yo me reí de su audacia, él estaba seguro que íbamos a terminar metidos en la cama y había reservado una habitación... Le reproché con coquetería su seguridad y él me replico con picardía y me dijo :"y acaso usted no quería lo mismo, Julita?..."

Nos levantamos de la mesa riendo y en el ascensor ya estaba abrazándome y besándome. Su olor era una mezcla de perfume muy masculino, coñac y cigarro y no me resistí a sus caricias. Apenas llegamos a la pieza, me guió directamente hacia la cama, en donde se reclinó a mi lado mío y comenzó con unos besos intensos, su lengua tibia recorriendo toda mi boca, revolviendo su lengua contra la mía... Luego se desplazó hacia abajo, me subió con cuidado la minifalda hasta la cintura y me sacó las bragas suavemente. Sus dedos ásperos me rozaron la vagina y los bordes internos de los muslos, me estremecía entera. Entonces sumergió su cabeza entre mis muslos y empezó a besar mi chuchito que a esas alturas estaba completamente empapado de flujos, sorbía mis juguitos, provocándome jadeos y espasmos de placer, me rozaba con sus labios el clítoris, me separaba los labios vaginales con sus dedos y me metía la lengua hasta el fondo, me lamía suavecito desde el hoyito de mi culito hacia la conejita (mi chuchito, mi zorrita) ayyy...., fue algo supremo, la delicia total, yo creo que me corrí muy rico al menos un par de veces con su lengua en esos orgasmos profundos y largos, me siguen? Yo estaba como en otro mundo, el coñac, el almuerzo y ahora este placer del paraíso entre mis piernas abiertas... y Reinaldo seguía y seguía incansable.

Yo reservé mis armas de placer, la primera vez me gusta que el hombre tome la iniciativa para conocerlo y además que no me gusta que se me asusten si me ven muy caliente o muy "putita". Los hombres suelen ser muy tontos con esos asuntos, así que mis mamadas y demás delicias depravadas siempre me las guardo para más adelante.

De manera que yo me dejaba gozar sin reservas. Pero después de un rato, sin poder aguantar más, le tomé de la cabeza y lo empujé suavemente hacia arriba, para indicarle que me montara de una buena vez. El entendió de inmediato y se colocó sobre mí, entre mis piernas abiertas y volvió a besarme intensamente, moviéndose y frotándose sobre mi cuerpo. Entonces sin poder contenerme, acerqué mis labios a su oído y le dije en un susurro "métemela toda, papaíto..."

En ese momento se produjo un silencio largo, como de segundos eternos y Reinaldo se quedó quieto y no decía esta boca es mía... Y ahí caí en cuenta que YA ME LA TENIA ADENTRO!!!! Mujer... y yo no sentía nada, nada, tenía la pija tan chiquitica que yo ni me di cuenta cuando me la metió... pueden ver la terrible vergüenza??

De modo que reaccioné prontamente y moviendo las caderas le dije "sí, así, así... me gusta mucho" y cosas de esas para tratar de tapar el desaguisado que había hecho. El pobre Reinaldo se corrió casi de inmediato y yo fingí un orgasmo rico para que no se sintiera tan mal. Al salirse de mí, como al descuido le toqué su pija y puedo jurarles era minúscula, como un pepinillo en escabeche, como del tamaño de mi pulgar, me entienden lo que te digo?

Es que cuando estoy comiéndome un buen machito, pues necesito sentir una buena pija grande, gordita, caliente y que me llene por dentro, que me duela un poquito y que cuando sale yo quiero gritar "no me la saques, papito... déjala allí a vivir..." me comprendes? Como decía Godzilla, el tamaño SI importa...

Bueno, esta fue mi historia, en esta ocasión una historia erótico-divertida, pero estrictamente real porque soy muy torpe para inventar y prefiero contarles de mis propias experiencias. Ya les contaré de muchas otras cositas calientes que me han ocurrido en mi vida.

Espero que me escriban a mi dirección de correo julita_2k3@yahoo.com con sus comentarios y sus propias experiencias, para compartir las delicias de nuestras cochinaditas. Quisiera especialmente que me respondan amigas mujeres como yo, que leen estas historias, porque con ellas podemos compartir muchas experiencias de nuestra vida diaria.

Espero con ansiedad sus correos, un besito para todos mis amigos y amigas de la Red.

Julita