Gocé mas que Él
Salí muy molesta de una fiesta, por el comportamiento de mi marido, y no sabía las ricas cogidas que me esperaban...
Ya era bastante tarde cuando abandoné la fiesta donde me encontraba en compañía de mi esposo, después de haber discutido por su falta de respeto hacia mí, ya que no dejó de coquetear con cuanta mujer se cruzó frente a él. Llena de ira no recordé que no tenía con que pagar un taxi, así que decidí caminar todo el trayecto a casa.
Por la hora que era y la ropa que vestía, durante mi trayecto por la solitaria avenida, más de una vez me tomaron como una puta más que deambulaba por ahí en busca de clientes, y es que tengo un estilo bastante marcado de mover las nalgas, que parece que fuera una hembra de la vida galante. Mi coraje en ese momento era tal que por mi mente cruzó la idea de pagarle con la misma moneda; así que si había una siguiente invitación, la aceptaría, pensando que así le daría un escarmiento. En eso estaba cuando un auto se detuvo invitándome a subir, por un momento dudé ya que al acercarme pude ver que se trataba de un par de chicos que no pasaban de los 18 años, una oleada de lujuria sacudió mi cuerpo al ver que los dos ya tenían sus vergas de fuera.
No eran nada fuera de lo normal, sólo que al ver ese par vergas de jóvenes y duras pidiendo un hueco donde cobijarse, hizo que mi vagina se humedeciera, «¿Por qué no?», me dije yo misma y me monté en el coche, situándome entre los dos. Esa noche dejaría que me cogieran por donde más les gustara, para escarmiento de mi esposo, aunque nunca se enterara.
Mi excitación llegó a los más altos niveles cuando sentí esas duras vergas en mis manos, no sabía a cual atender primero, así que decidí atender a ambas mientras llegábamos al departamento donde sería la fiesta. No perdieron tiempo, una vez que nos encontramos dentro, entre ambos me desnudaron rápidamente, y lo mismo ocurrió con sus ropas. El problema fue que los dos querían ser el primero en cogerme; mientras lo discutían, yo me encontraba entre los dos y me frotaban sus vergas en mis nalgas y el otro en mi vagina.
« ¿Por qué no los dos al mismo tiempo?», fue lo que llegó a mi calenturienta mente, así se los dejé saber, sólo que ni ellos ni yo sabíamos como hacerlo. La solución la encontró el más chico, él se recostó bocarriba para que yo me sentara en su leño, así lo hice, su verga se me fue al fondo con mucha facilidad, debido a la gran cantidad de fluidos que ya había en mi papaya; y antes de darle mi culo al otro chico, quise disfrutar de la dura verga en que estaba sentadota. Cabalgué sobre ella por un breve momento, disfrutando con cada uno de mis movimientos; mientras el otro chico, se acomodaba detrás de mí, preparando mi culito para la entrada de su garrote.
Eché mi cuerpo hacia adelante y detuve mis movimientos, le ofrecí mi impúdica grupa para que el chico pudiera acomodar su tranca entre mis nalgas. La entrada de su glande me provocó algo de dolor, ya que hacía tiempo que no entraba una verga en él. Creo que mi apagado gemido lo excitó más, ya que empujando con mucha fuerza, hundió toda su vara en mi ano.
Con frenéticos movimientos, empezó a meter y sacar su verga de mi culo, lo que hacia que todo mi cuerpo se moviera. Yo no tenía que moverme para sentir como la verga que tenía en la pucha, rozaba mi clítoris. ¡Dos jóvenes vergas me tenían ensartada, moviéndose frenéticamente, y dándome un placer que nunca me imaginé!... Fuertes gemidos salían de mi boca y con entrecortadas palabras les pedía que me siguieran cogiendo, que no pararan.
Lo que momentos antes sólo estaba en mi mente, ahora lo estaba viviendo ¡Dos vergas dentro de mí, haciendo que todo mi cuerpo vibrara con cada una de sus embestidas!... No tardé mucho en tener un primer orgasmo, y de ahí no sé cuántos más, pues prácticamente me oriné Todo mi cuerpo se encontraba cubierto de sudor y cansado por la posición, pero no quería que terminaran, quería que me siguieran cogiendo. La lujuria se había apoderado de mí y gemía como puta, bueno, es un decir, porque en realidad, soy bien puta.
El chico que se encontraba atacando mi culo, empujó su verga hasta que no quedó nada de fuera, y eyaculó inundando mi recto con su semen; sentí como se retiró de mi ano y me dispuse a seguir gozando con la verga que tenía dentro de mi coño, ahora yo tenía el mando, y traté de llevar el ritmo lo más lento posible para prolongar por más tiempo ese placer. No puedo precisar cuánto tiempo duró antes que también, el chico llenara mi vagina con su semen.
Totalmente agotada dejé caer mi cuerpo a un lado del chico, tratando de recobrar la respiración, pero mi boca se veía atacada con la verga del otro chico que me había enculado; ya se la había lavado y quería que se la mamara hasta que estuviera dura de nuevo.
La tomé entre mis manos se la pelé completa, quedando la abultada cabezota en mis labios, y lentamente fui recorriendo su glande con mi lengua, hasta que estuvo dura de nuevo. Ahora le tocaba a mi boca recibir su semen. Se la empecé a mamar, metiéndola en mi boca, como masturbándolo con mi lengua; mientras el otro chico se ubicó detrás de mí, él seria ahora el que atacaría mi grupa. Me costaba trabajo mantener la verga del chico dentro de mi boca por los violentos ataques que le estaban dando a mi culo, un poco por los violentos movimientos y otro tanto por los gemidos que no podía evitar. Ahora mi boca y mi culito fueron inundados de semen casi simultáneamente.
Sólo tuve un momento de reposo mientras me duchaba para limpiar mi cuerpo de semen, y de nuevo fui cogida por los dos lados. Ambos tenían semen para toda la noche, y yo, llena de putería, quería que toda esa noche no dejaran de empalarme.
Cansada y adolorida, llegué a mi casa ya entrada la mañana, donde me esperaba mi esposo con ganas de cogerme, pero tuvo que esperar hasta la noche ya que fingí estar molesta con él, por lo de esa noche; pero dentro de mí, me sentía la hembra más puta del planeta, ya que gracias a él, pude experimentar sexo sin limite.
Diana C.