Gloryhole casero
Después de meses con ansias de meterme una polla en la boca, encontré la forma de hacerlo anónimo y ganando dinero. Un gloryhole casero.
Hacía ya tiempo que mi boca me pedía tragarme una polla de verdad. Por entonces tenía 21 años y vivía con mi novia, pero de vez en cuando se tenía que irse a otras ciudades por unos días por temas de trabajo. En una de esas salidas lo preparé todo para un fin de semana de desenfreno sexual.
Siempre me he considerado un adicto al sexo, o mejor dicho, a la perversión. Me gusta probar cosas nuevas y llegar a placeres nuevos, y ese fin de semana iba a ser uno de los mejores de mi vida. Mi primera idea era comprar una gran cantidad de juguetes sexuales por internet y ropa de mujer. Se me pone dura solo de pensar en ponerme unos leggins ajustados o unas medias altas, me gusta mucho comprar pantalones de mujer y agujerearlos en la parte del culo, lubricarme bien y meterme un conslador imaginando que alguien me está usando como si fuese una puta a la que debes rellenar de semen. Para ese fin de semana decidí pedir un buen consolador negro de tamaño grande al que poder sentarme, una mordaza que me hiciese salivar como la puta que soy, un par de tejanos de mujer a los que iba a agujerear, lencería variada, un equipo de enema anal para limpiarme bien, unas bolas chinas anales y una sábana de plástico para proteger el sofá o la cama de mis actividades perversas. Esto no era algo nuevo para mi, ya lo había hecho antes pero al vivir con alguien tenia que desacerme de ello y volverlo a comprar cada vez que quisiera pasarlo bien. Pero esta vez mi pedido fue un poco distinto.
Mientras surfeaba en una de las páginas de juguetes eróticos y amazon, encontré un artículo que despertó mi imaginación, una media para ponerte en la cabeza con jn agujero para la boca. Al ver el artículo me surgió la idea de por primera vez comerme una polla usando la media para cubrir mi identidad. Empezé a pensar en ello y un calentón tremendo se apoderó de mi. La idea de comerle la polla a alguien me excitaba muchísimo, aunque detesto al cuerpo masculino y no me atrae para nada, las pollas me parecen algo deseable. Muchas veces había practicado la garganta profunda con consoladores y era un profesional en ello. Mi fantasía de toda la vida era comerle la polla a un transexual, puesto a que su cuerpo es femenino y no me genera rechazo, pero la única forma posible de hacer esto para mi era pagar a una escort, lo cual suponía dinero pero más importante, no habían transexuales de mi agrado en mi ciudad, por lo que era algo que por el momento no era posible.
Seguí dándole vueltas a la posibilidad de comerme una polla en el anonimato pero no veía la forma. No quería ir a casa de un desconocido, no me gustaba el cuerpo masculino y no veía la forma de ir por ahí con la media en la cabeza. Finalmente encontré una idea mejor: fabricar un gloryhole en casa. Mi plan era el siguiente: comprar una sabana de plástico negra, pegarla alrededor del marco de la puerta del salón y recortar un agujero en el medio. Simple, barato y efectivo. No sabía si sería capaz de dar el paso pero compre una sábana por si me animaba.
Todo mi pedido llegó el viernes en la oficina de correos. Mi novia ya estaba fuera así que lo recogí y con máxima ansia me fui hacia mi piso a darme una buena sesión de autoplacer.
Empezé con lo habitual: un buen enema para limpiar mis interiores, un poco de porno, empezar a chupar el consolador, metermelo hasta la garganta y cuando estuviese suficiente baboso, insertarlo en mi culo abierto, por el agujero de los pantalones que había comprado. Me encantaba imaginar que un negro me rellenaba el culo. Tenía en mi boca la mordaza y mi saliva no paraba de chorrear por mis labios. Me sentía una autentica puta. A pesar de que me resultaba muy fácil correrme con toda esa escena, noté que me faltaba algo. Me faltaba notar el sabor de una polla real. Me faltaba el morbo de que alguien me agarrase del pelo y empujara mi cabeza hacia su polla. Pensé en la idea del gloryhole, en poner un anuncio en internet y chupar por lo menos una polla. Le tenía miedo. Tenía miedo a poner mi teléfono, a revelar mi vivienda y miedo a que alguien entrase a robar o algo parecido. Miedo a que alguien se presentase dias después con mi novia en el piso. Pensé en otra cosa.
El barrio en la ciudad en la que vivía (una ciudad pequeña de España) estaba bastante humilde, frecuentado por inmigrantes y era donde se encontraban la mayoría de las escorts independientes que había visto por internet, por lo que asocié que a lo mejor podía encontrar por la calle o por el parque de enfrente algun negro dispuesto a meterme la polla en la garganta. Me vestí y dejando un tanga y lencería puestos debajo de mi ropa, salí en busca de algún semental. Eran casi las 12 de la noche. Sali y había actividad por la zona, pero no me atrevía a insinuarme a nadie. Para que lo sepas, entonces (y ahora, vaya) era un joven sin vello facial, con todo mi culo y polla depilados, bastante guapo y con cara de buen chico, bastante atractivo para los homosexuales por lo que me había dicho un amigo gay. Sin embargo, si me insinuaba a alguien por la calle lo más probable es que me metiera en problemas. Aún así disfruté mi primer paseo con ropa interior femenina y por cierto, que me he olvidado mencionarlo, con bolas chinas en el culo vibrando a cada paso que daba. Volví a casa contento pero insatisfecho. Sabía perfectamente lo que tenia que hacer para satisfacerme: el gloryhole.
Decidí que era la hora. Pegué con cinta la sábana tapando el marco de la puerta del comedor de forma que al entrar al apartamento te encontrabas directamente con el gloryhole y sólo tenias acceso al pasillo. Dejé sin pegar la parte inferior por lo que podía pasar de un lado a otro de la sábana escurriendome por abajo. Hice una raja a la sábana por la que se podía meter el pene. Llegó el momento decisivo, el de poner un anuncio en internet. Mientras lo escribía me di cuenta que tenía en mis manos la oportunidad de ganar dinero y así cubrir mis gastos en jugetes sexuales y a lo mejor para pagarme mi primera experiencia trans (de la que hablaré en otro relato). Decidí poner precio a mi gloryhole. 15 euros por paja, 20 euros por mamada con protección, 30 euros por mamada sin y una serie de extras que comentaré a continuación.
Antes de publicar el anuncio decidí poner un cartel en el pasillo con lo siguiente escrito:
Prohibido hacer ruidos fuertes y prohibido intentar cruzar la sábana. Si se intenta recurriré a la violencia con un cuchillo. Antes de empezar, soltar el dinero por el agujero del gloryhole y decir en voz alta lo que se quiere. Sin regateos.
Seguidamente puse los precios mencionados y estos extras:
Corrida en mi boca +10 euros.
Chupar mi polla +10 euros.
Garganta profunda +5 euros (puse eso barato porque realmente deseaba hacerlo)
Una vez terminado, procedí a publicar el anuncio.
En 10 minutos tenía a 5 personas hablándome en WhatsApp, por lo que retire el anuncio de internet. Ya tenia a gente interesada y no hacía falta exponer mi número de teléfono a más gente. Después de revisar un poco los perfiles de WhatsApp de cada uno de ellos, concreté cita con dos de ellos. El primero era un chaval joven como yo y ya estaba en camino de mi apartamento. No podía aguantarme de los nervios y la excitación. Estaba todo preparado, luz tenue y me deje un cuchillo al lado por si acaso. Finalmente sonó el timbre de la calle como música angelical. Abri la puerta de la calle con el botón del interfono, abrí la puerta del apartamento y corrí a meterme al otro lado de la sábana. Desde allí oía como subía el ascensor. Los pocos segundos que tarda en subir me parecieron horas. Finalmente oí como se abrían las puertas del ascensor y alguien salía de él. Escuché a alguien entrar y cerrar la puerta. Mi corazón iba a mil por hora. El silencio dominaba el ambiente. Esperaba, y esperaba y nada pasaba. Finalmente llegó el momento, un billete de 20, uno de 10 y otro de 5. El joven dijo "quiero mamada sin condón con garganta profunda". Oí como se desabrochaba y un pene flácido salió torpemente de la raja de la sábana. Un pene bastante grande, que iba creciendo poco a poco. Mis ganas de metermelo hasta lo más profundo de mi garganta eran terribles, pero quería hacerlo bien. Lo agarré con una mano y empezé a pajearlo. Era super agradable al tacto, como tocar mi propio pene pero distinto, me gustaba más. Empezó a crecer con mucha velocidad y me lo puse en la boca. La sensación y el morbo que me dió eran alucinantes. Era una buena polla de un poco menos de 20 cm super suave y olía bien. Empezé a metermelo hasta la garganta y la saliva no dejaba de salir. Mi boca chorreaba y el pene se puso tan duro que me resultaba muy difícil realizar la garganta profunda. Chupaba el pene mientras lo pajeba y le acariciaba los huevos. En algunos momentos no me resistía y me dejaba de agarrarlo con la mano para pajearme. Yo estaba vestido entonces con un vestidito con faldita corta sin ropa interior, con medias largas. Agarre el conslador que dejé cerca y empezé a metermelo por el culo. Mientras me sentaba en el consolador (que tenia soporte para pegar en el suelo de piedra) seguía tragándome la polla hasta que empezé a notar como chorreaba semen en mi garganta. El chaval no había pagado por correrse dentro pero me dió igual. Tuve el reflejo de toser pero intenté contenerme y entonces yo también empezé a correrme y el semen me dejó de molestar, metí la polla aún más adentro de mi garganta y empezé a sacudir mi cabeza a toda velocidad. La polla entraba y salía con toda facilidad y el semen salía a borbotones de mi boca deslizándose hasta mi pecho y mi polla erecta, que no paraba de soltar corrida. El cliente no paraba de decir "joder si joder que rico". Cuando terminé de correrme, saque su polla de mi boca y a continuación desapareció. Oí como se subía los pantalones, abría la puerta y se iba. No podía creer lo que había hecho. Pocos segundos después de correrme me empecé a arrepentir de todo pero a su vez mi culo estaba super dilatado y mi polla parecía pedir otro asalto. Estaba aún más excitado que antes. La idea de que otra polla me rellenase me ponía cachondisimo, así que planeé algo distinto para el siguiente encuentro.
Explicaré mi segundo encuentro en otro relato si veo que este gusta. Hasta otra!