Giro en la vida (15:-fin El cumple de Slutslave)

Slutslave cumple los 18 y ya puede firmar su contrato de esclava de Pompis, pero como ésta sigue siendo menor, por su parte firmará la aceptación su madre Chapapote.

Fin del anterior capítulo.

Bollito ya trabajaba a pleno rendimiento y pese a ser lesbiana, ya no le repelían los hombres. Lo conseguí con la inestimable ayuda del Chati, que nos acompañó en nuestros escarceos nocturnos siendo bien acogido por Bollito debido a su cuerpo aún adolescente. Además El Chati se portó con mucha dulzura y habilidad con ella conduciéndola poco a poco a disfrutar de la bisexualidad. También convencí a mi juvenil pretendiente de cita diaria para arrendarnos a las dos juntas pagando yo el precio de ella, su exquisito trato de persona educada y enamorado de mi la conquistó y disfrutó de las folladas con el chico, aunque el solo quería derramar su semen sobre mi.

Yo cada día estaba más enamorada de ella y no lo disimulaba, igual que ella me buscaba en cuanto tenía un rato libre. Las demás putas nos conocían por "Las Novias", porque intentábamos lo imposible para trabajar juntas cuando un cliente pedía un par de zorras.

Un buen día le declaré mi amor y ella confesó la correspondencia, convirtiéndonos en novias de manera oficial.

EL CUMPLE DE SLUTSLAVE

Compramos la mansión con su parque y se iniciaron las obras de restauración y reforma en un tiempo récord. Al cabo de ocho meses de tomar la decisión sobre La Iza de Oro estábamos celebrando la inauguración de la nueva sede con una gran bacanal con todo gratis para el selecto grupo de clientes invitado.

Lo que nos tomó de sorpresa fue el interés de éstos por comprar acciones. Vendimos algunas por compromiso pero al final decidimos ampliar capital, cuyos ingresos permitieron amortizar parte de la hipoteca.

La nueva sede contaba con un magnífico gabinete médico en el que se pasaba consulta cada dos días, asegurando así la higiene y salud de las putas. Parte de los sótanos fueron acondicionados como lóbregas mazmorras con sus salas de tortura que hacían las delicias de los aficionados y que Slutslave inauguró en una larga y dolorosa sesión. No faltaba una dependencia dedicada a salón de belleza que dirigían nuestros habituales esteticistas, los que nos habían hecho los piercings, los tatuajes, las depilaciones y nos habían peinado mes tras mes.

Se habían construido perreras que albergaban a chuchos de las mejores razas folladoras, bien entrenados en el apareamiento con humanas y atendidos perfectamente por un veterinario. No faltaban un pony, un asno, un caballo, dos carneros y un gorrino para casos de extrema degeneración.

Las carreras de putas desnudas con apuestas fueron un éxito que nos proporcionó grandes ingresos ya que se cruzaban grandes sumas de dinero. Igualmente había esperas para atender a la clientela que quería jugar a la caza de putas.o que quería montar sobre putas pony. Sin embargo, de las carreras hubo que excluir a Slutslave, ya que los ejercicios físicos impuestos por Pompis para que su cuerpo soportase las suplicios a que la sometía ella o los viciosos que la alquilaban, la permitía ganar siempre.

Contratar los servicios para follar en los cenadores de los jardines fue frecuente desde el primer día ya que inauguramos al entrar el verano, pero no menos apreciadas fueron las amplias habitaciones dotadas de magníficos baños con jacucci. Teníamos varias habitaciones de lujo, algunas de las cuales fueron reservadas para siempre por clientes asiduos y con pasta.

El pabellón de la antigua servidumbre se conformó como una amplia residencia adonde nos trasladamos a vivir familiarmente mi madre Madame, mi hijo El Chati, y mi novia Bollito con su bebé. El Negro, su hermana Chapapote y su sobrina Pompis se mudaron a unas dependencias privadas en la mansión principal y Slutslave residía en una de las mazmorras. Este grupo fundador del burdel tenía derecho a residir por ser los mayores accionistas, especialmente yo, que había aportado más dinero por la venta de mi lujosa casa en la ciudad y Pompis que había invertido mucho ya que ganaba el doble que las demás putas por disponer de los ingresos de su esclava que, por supuesto, no recibía un solo euro.

También teníamos servicio de seguridad, personal administrativo que permitió no tener que cerrar por descanso los domingos y lunes, un salón con escenario donde se ofrecía streep tease y otros espectáculos más duros. Un bar y restaurante con comidas afrodisíacas. Con el tiempo abrimos un pequeño casino en un edificio del fondo del parque en el que no habíamos reparado al principio.

Ya teníamos putas asiáticas y caribeñas como le gustaban al Chati, pero además había de todo tipo, teníamos supertetotas, viejas degeneradas como las que vi en el festival de porno extremo. No faltaban travestidos, transexuales y putos para actuar con parejas o con mujeres solas. Ellos también actuaban con las putas en los espectáculos que se ofrecían en el escenario. Este era uno de los trabajos que más me gustaba, exhibirme en el escenario ante un montón de gente desenfrenada que aplaudía mis actuaciones follando con hombres, con mujeres o en grupo. Incluso una vez, en que me puse muy caliente recordando mi castigo, me llevé a un perro al escenario para que me sodomizase en público.

Se había diseñado un logotipo para La Iza de Oro que todos los trabajadores lucían tatuado en alguna parte del cuerpo.

Desde luego el negocio marchaba viento en popa y estaba previsto que en tres años habríamos recuperado todo el dinero invertido. Me sentía feliz al lado de mi novia, que correspondía a mi amor con total abandono y no sabía que más pedir a la vida.

Madame me dijo un día que mi padre, que estaba al corriente de las andanzas familiares, quería tener un encuentro sexual con las tres mujeres de la familia al tiempo y la ayuda del otro varón, El Chati. No encontré inconveniente tras pedir permiso a Pompis, la dueña de Slutslave y acceder.

Así un día se presentó mi padre que tuvo el honor de ser acogido en una enorme cama de una de las habitaciones de lujo por las tres generaciones de zorras. Allí, con la inestimable colaboración de Chati la polla de papá conoció los agujeros de Slutslave y míos sin dejar de visitar el ya tantas veces ensayado de mamá. Casi más que penetrarnos él le atrajo presenciar la coyunda que las tres, por riguroso turno, tuvimos con Chati. Quedó muy complacido por mi sugerencia de hacernos un sándwich entre nieto y abuelo a las tres putas, también por turno. Mi padre se corrió dos veces, una en mi boca y otra en el culito de Slutslave, para el Nuri aún. Por el contrario, Chati se corrió sus tres veces en los tres agujeros de mamá, ya que a mi y a su hermana nos usaba frecuentemente pero Madame era reacia a darle ocasión para no ser considerada una puta como las demás. Ella era administradora y encargada de disciplina y no estaba dispuesta a ningún equívoco.

Papá permaneció una semana con nosotras disfrutando de la calida acogida y de los demás placeres de La Iza de Oro y, tras adquirir varias acciones, regresó a su casa con la criada mulata que lo follaba habitualmente. Le contó a mamá que, como a su edad no daba mucho de si, teniendo miedo de ser abandonado por la mulata, la había convencido de casarse con un marido consentidor pero buen follador. A veces dormían los tres juntos y la chica estaba muy satisfecha.

Antes de cumplir mis 37 años llegaba el cumple de Slutslave, que ya alcanzaría la mayoría de edad. Para ello El Chati diseñó una celebración que El Negro me quiso describir personalmente durante una buena follada. Hacía lo menos dos meses que mi chulo negro no me usaba y me alegró de que aún me recordase. Cuando me presenté en su despacho, estaba sodomizando a Slutslave sobre el sofá especial que tenía en un rincón para las tareas de examen y selección de las putas. La esclava tenía unas pinzas de cocodrilo fuertemente sujetas a los pezones y unas pesas colgando de ellas que debían provocar gran dolor al bambolearse los pechos como consecuencia de las arremetidas de la enorme polla de El Negro. Cuando entré, el semental sacó lentamente el miembro del interior del ano de mi hija hasta que se escucho el consabido ¡PLOP!.

  • Siempre me ha encantado este sonido que hacen los culos de las zorras cuando saco mi herramienta. Anda ven a disfrutar Chocha, que hace tiempo que no te cato.

  • Ya creí que me habías olvidado, chulo mío.

  • He tenido mucho trabajo con la selección de la nueva plantilla.

  • Me imagino. Tus grandes bolas estarán secas.

  • Siempre reservo algo para mis queridas putas primeras.

Me senté al lado de los dos mientras él insertaba un grueso tapón anal a Slutslave y el extremo de un largo consolador flexible en su vagina, apretando hasta que lo detuvo el útero de mi hija.

  • Anda Chocha, móntate por el coño a esta sucia esclava mientras yo le doy gusto a tu espléndido culo.

  • Negro, solo me has follado el coño el día en que nos conocimos, siempre me usas por el agujero de detrás.

  • Es que tu pandero es de los mejor de la casa.

  • Gracias mi chulo, disfruta de él.

Y me metí el resto del consolador que asomaba del coño de la nena montando sobre ella, que estaba sentada en el sofá. Me humedecí el ano con saliva y pronto se alojó en él la polla de mi hombre, que comenzó sus arremetidas llevándome al orgasmo en muy poco tiempo. No conocía instrumento como el suyo para darme placer. También percibí que mi hija se regalaba un reprimido éxtasis. Pero El Negro no se había corrido.

Me levantó y me hizo sentar de espaldas a mi hija empalándome el consolador por el culo.

  • Ahora te voy a catar el coño y me voy a correr en él para que no me reproches.

  • Gracias mi Negro, estoy deseando notar tu glande golpeando mi útero.

Y tanto que lo noté, era la única polla, y ya conocía millares de ellas, que apenas podía contener dentro de mi cavidad. Casi ninguna de las chicas podía admitirla entera, solamente su hermana Chapapote gracias a su enorme corpulencia.

Me regaló otro orgasmo simultáneamente al vertido de su caudaloso chorro de esperma dentro de mi cueva.

  • Ahora sucia esclava, vas a recibir tu merecido -Le dijo a Slutslave- ¿crees que no me he dado cuenta de tu corrida sin permiso?.

Fue por una cuerda que yo creí sería para azotarla o atarla, pero no era ese el objeto. Le puso otra pinza de cocodrilo con pesa en el clítoris y, sin librarla del tapón anal, la ordenó saltar a la comba con la cuerda. El bamboleo de los pechos con sus pinzas y pesos y los tirones de su clítoris al caer el peso enganchado a él debían ser insufribles, pero mi niña no soltó un gemido. Cuando El Negro la ordenó parar le dio las gracias por su disciplina que la perfeccionaba.

  • Ahora lárgate y no te quites las pinzas ni el tapón hasta que comiences tu jornada de puta, salvo que tu ama prefiera usarte de otra manera.

Después El Negro me contó el plan que tenía El Chati para el cumpleaños de Slutslave mientras yo jugaba con su adorable polla. Me encantaba observar como contrastaban mis grandes pero suaves y blancos dedos de uñas impecablemente lacadas en rojo con la venosa y negra piel de su tosco y descomunal vergajo. Me dije que ya era hora de que follase a mi nívea, dulce y sabrosa novia Bollito, a la que nunca había catado, ya que su reclutamiento lo hizo Madame. Sería de delirio ver su negra corpulencia atragantando los agujeritos de mi tierna amante mientras esta pasaba sus delicados y regordetes deditos por la oscura piel.

Al salir de su despacho me encontré a su novata secretaria masturbándose para aliviar el calentón que debió entrarle oyendo como su jefe nos follaba a mi hija y a mi. Ayudé a la pobre chica con una comida de coño que terminó en una follada con el puño cuando percibí que su coño era bastante generoso. Aunque ella no era puta, bien podía servir llegado el caso.

El día del cumpleaños de Slutslave era domingo, fue ataviada con un alto collar postural de cuero tachonado que mantenía su cabeza erguida con el mentón en alto. Un sujetador de media copa, también de cuero, levantaba arrogantemente sus hermosos pechos mostrando las extensas y abultadas aréolas oscuras heredadas de mi. De un ancho cinturón, asimismo de cuero, partía una correa por el frente que pasaba por su pubis y rtornaba al cinturón por la espalda. La correa estaba muy tensa y a la altura de la vagina se dividía en dos apretando los labios mayores hacia fuera de una manera desvergonzada, ya que además el clítoris había sido rodeado fuertemente con una goma elástica y sobresalía de los labios. La misma correa, al la altura del ano sujetaba firmemente para que no se saliera, el tapón anal con cola de caballo que yo había llevado en el festival de porno extremo. Aquella sujeción, como yo había tenido ocasión de comprobar era innecesaria, ya que la forma del grosísimo tapón impedía incluso que la cola cayese hacia abajo por giro del molesto intruso del ano. Además de unos altos zapatos, completaba la escasa vestimenta unas pulseras y tobilleras de cuero encadenadas entre si y al collar postural y unas pinzas en los pezones unidas por una cadenita.

Ataviada así mi niña y absolutamente en pelotas, salvo los zapatos y los anillos, yo, partimos en un coche con El Chati y con uno de los perros más dóciles atado con una correa. El coche llevaba las matrículas falsas. Llegados a la ciudad, en su calle más céntrica, descendimos del coche Slutslave tomada de cuello con otra correa, el perro y yo y comenzamos a pasear por la acera entre todos los transeúntes llevando yo al perro y a la esclava de sus correas. Estaba convencida de que terminaríamos en la comisaría en el mejor de los casos, aunque bien podíamos ser linchadas.

Pero no ocurrió así. Sorprendentemente la gente nos miraba con curiosidad y nos abría paso. A lo más alguien comentaba que eramos unas locas guarronas. Nuestro paseo estaba siendo filmado por varias cámaras que operaban amigos de El Chati apostados estratégicamente, más dos que nos seguían de cerca, una delante y otra tras el grupito.

Diez minutos estuvimos paseando por la concurrida calle hasta que El Chati consideró que ya era prudente la retirada.

A continuación nos llevó a la parroquia de nuestro antiguo barrio donde paseamos unos 20 segundos por los pasillos de la concurrida iglesia ya que había misa. Ahí si comenzó la santa indignación y hubo gente dispuesta a expulsarnos o detenernos pero fueron indecisos y nos dio tiempo a salir.

A la salida, sobre las escalinatas, Slutslave se agachó a orinar y yo lo hice en pie sobre ella. Escapamos por los pelos en el coche.

La última hazaña fue en un parque también concurrido por ser domingo. Se le quitó la cola de caballo del culo de Slutslave y ayudé al perro a penetrarla por ese agujero a la vista de todos. Nadie hizo un solo gesto por detenernos, quizá por el asombro o por el morbo de mirar aquella escena, pero tampoco dejamos que el perro llegase a la eyaculación.

Por la tarde, Slutslave fue llevada totalmente desnuda al escenario de la sala de espectáculos de La Iza de Oro. Era la ceremonia de su entrega como esclava. Puesta de rodillas ante Pompis y su madre Chapapote se le leyó el contrato de esclavitud que ya podía firmar por ser mayor de edad. El contrato era exhaustivo detallando las obligaciones que contraía, por supuesto los únicos derechos que tenía era a no ser matada, mutilada o deteriorada de cualquier manera, eso claro, si quería ejercerlos. Terminada la lectura lo firmo y por parte de Pompis firmó Chapapote porque Pompis era menor de edad bajo la patria potestad de su madre.

La sala estaba llena de espectadores, no solamente de la casa, sino todos sus clientes habituales y los selectos de la empresa.

Llegó el momento del marcado y decoración de la esclava. Se le implantaron sin anestesia unos grandes anillos de acero en los pezones, el clítoris y tres más en cada labio mayor. Eran definitivos, solamente se podrían quitar cortándolos con alguna herramienta. También se le puso uno removible en el cartílago de la nariz como a mi.

En el monte de Venus se le tatuó la palabra ESCLAVA y por último se le marcó a hierro candente en la nalga derecha el nombre de Pompis en un bonito anagrama. La esclava lo soportó con mucha entereza, como aquella mujer casada adúltera del festival de porno extremo.

Después se la puso suspendida de un columpio de corraes mostrando bien su pelada ingle para ser castigada. Debía ser yo la que la castigase en reciprocidad por los dolores del parto que sufrí hacía 18 años para traerla al mundo. Le golpeé el coño con una fusta bastante tímidamente porque la visión de los recién colocados anillos me retraía de hacerla sufrir demasiado. Pero ella no me dio las gracias por el castigo como se suponía que debía hacer, sino que me solicitó mas fuerza en el siguiente golpe. Lo descargué más fuerte pero no me empleé a fondo.

  • ¡Zorra estúpida, hija de puta estúpida! Me estás desprestigiando y a mi Ama también. Golpea fuerte imbécil.

Le arreé los tres golpes siguientes con toda mi fuerza y tampoco me tembló la mano con los cinco que le tocaba en cada pecho. Pompis le castigó el suave interior de los muslos y Chapapote se encargo de sus hermosas nalgas tras bajarla del columpio. Luego fue retirada para restañarle las heridas y encerrada en su mazmorra mientras los asistentes iniciábamos una fiesta-bacanal de celebración.

Cuando Slutslave se recuperó de la quemadura y de las perforaciones, Pompis le retiró los anticonceptivos entregándola al Negro para que la follase todos los días solamente él hasta preñarla. Pompis deseaba tener esclavitos mestizos para disfrutar de dos generaciones simultáneamente. Le dijo a Slutslave que si el retoño resultaba varón, la haría preñar otra vez por su propio hijo cuando tuviese edad.

Un día estaba yo placenteramente en la sala de exposición de putas con los clientes paseando y examinando la mercancía para decidir cual alquilar. Digo placenteramente porque es una de las tareas que más me complacen. Muchas veces he conseguido orgasmos yo solita con el mero goce de mostrar mi cuerpo marrano y ansioso de esperma. El Chati me había conseguido una banqueta alta modificada de una manera que os contaré otro día, y sobre ella conseguía las posturas más admiradas por los clientes y por las otras putas que solicitaban una igual. Noté aproximarse a un cliente y abrí mis gruesos labios con el índice y medio de una mano para mostrar la entrada de mi gruta principal mientras la otra mano subía una teta a mi boca para morder el pezón.

  • ¿Te gusta la mercancía, galán?

  • Bastante. Ya la probé, pero en otro plato.

Reconocí la voz de mi exmarido y dudé unos segundos sin levantar la mirada hacia él. Pero mi complacencia en la humillación propia y el recuerdo del castigo por desobediencia y discriminación de clientela me hicieron reaccionar. Sin mirarlo bajé de la banqueta, apoyé mi pecho sobre ella y, exponiendo bien mi agujero trasero abierto holgadamente con dos dedos, dije:

  • Pero seguro que esta pieza no la ha catado. Admite sin dificultad al cazador y después lo aprieta vigorosamente hasta que le saca la leche.

  • Está bien. Voy a probarlo, pero quiero otra ramera más llamada Slutslave, ¿dónde anda?

  • Está en las salas SM. Es especialista.

  • Y no puedo usarla a los normal.

  • Pídaselo a Madame. Su despacho está allí.

Se dirigió a donde le indiqué y diez minutos más tarde salía con Madame al tiempo que se presentaba Slutslave en la sala de exposiciones.

  • A este cliente le vamos a atender las tres. Paga generosamente la tarifa triple de nuestras especialidades con el sobrecargo de sin límite de tiempo. Si tenéis reservas pasádselas a otra puta.

Slutslave tenía dos reservas sado esa tarde que transfirió a una jovencita búlgara extremadamente masoca y una maso que transfirió a su ama tutora Chapapote. Yo, por mi parte pasé a mi joven pretendiente a Bollito y otros tres clientes los repartí entre Pompis, Longlegs y, uno que estaba obsesionado con el tamaño de mi clítoris se lo adjudiqué a una de las viejas nuevas, bueno no tan vieja, 52 años, que se había pasado tres años elongándolo para poder seguir en la profesión con ese reclamo, que le había resultado bastante eficaz.

Mi exmarido, nada más entrar en la habitación solicitó un lésbico entre mi madre y yo mientras mi hija le comía la pilila. Y digo pilila porque ya mi madre y yo estábamos cansadas de ensayar nuestros mejores números y poses, todo tipo de instrumentos entre lesbianas, folladas con el puño por coño y culo, En fin, todo, y al hombre no se le levantaba, mientras que la niña ya debía tener agujetas en la mandíbula de tanto mamársela.

De repente se levantó y se marchó sin decir palabra. Nos partimos de risa las tres.

El día de mi 37 cumpleaños me obsequiaron con una follada con cinco selectos negros que yo quise que fuera pública y filmada en el escenario de la sala de variedades. Fui enormemente feliz de mostrar mi profesionalidad con cinco gallardos varones cuyo esperma pude contener en mis agujeros gracias al dominio sobre los esfínteres y que vacié después en un recipiente que se bebió Madame en homenaje a haber parido una hija tan puta.

Ahora mi vida sigue igual de apacible y gozosa. Mi novia Bollito y yo decidimos tener un hijo juntas y, como a mi se me puede pasar la fertilidad en pocos años, decidimos que yo fuera la preñada, ella ya tendría otra ocasión. Una vez más se sacrificó El Negro y me hizo una barriga que actualmente tiene siete meses y es admirada por mis clientes. Como Bollito, en calidad de padre adoptivo de la futura criatura, quería presenciar mi proceso de preñado, estuvo en las primeras cópulas con el Negro masturbándose mientras nos veía follar. Le pedí al Chati que también estuviese presente atendiendo a Bollito y pronto estuvimos los cuatro juntos en la cama, de tal manera revueltos que no me resultó difícil llevar a mi novia a admitir la enorme polla del Negro, debo dejar claro que ni una gota de semen del Negro fue para ella e, igualmente, ni una gota de semen del Chati se depositó en mi vagina. Por supuesto, mi dulce amor no podía albergar toda la enorme morcilla, pero por fin entró totalmente en la familia. Qué sensación de felicidad el día que supe que estaba preñada y se lo comuniqué a los tres. Mis dos machos y mi hembra junto a mi haciendo el amor en el comienzo de mi embarazo.

El otro día ofrecí un espectáculo con un perro tan bizarro que seguro que tengo garantizado el premio que La Iza de Oro otorga cada año a la mejor puta por votación de la clientela.

FIN

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