Giro en la vida (07: La amiga preñada...)
Chocha descubre que, además de ella, su amiga y vecina preñada también se está emputeciendo. El Negro habla por fin de su negocio.
7.- La amiga preñada y se desvela el negocio.
Final anterior capítulo:
Cuando Chati se recuperó quiso follarnos a las dos. Me puso a cuatro patas al borde de la cama y colocó a Nuri en el suelo con la cabeza bajo mi ingle. Me empezó a follar el culo y cada cinco arremetidas sacaba la polla y se la metía a Nuri en la boca. Después de un rato cambiamos las posiciones. Cuando estaba a punto de eyacular las dos chupamos su polla hasta que roció nuestras caras con su esperma. Empezamos a lamernos entre nosotras para recoger el querido fluido, pero Chati dijo que nos iba a limpiar de otra manera. Nos llevó al baño, nos puso de rodillas y nos bañó la cara con su dorado líquido. Después nos duchamos juntas disfrutando cada una de las formas de la otra.
Estábamos cenando los tres cuando llamaron a la puerta. Era El Negro y mi amiga y vecina Elena, bueno Barriga. Según explicó El Negro, su marido ya había averiguado sus relaciones y la había puesto de patitas en la calle como Dios la trajo al mundo con su tripa de siete meses. La pobre chica tuvo que andar desnuda por la calle hasta un bar donde explicó que había sido objeto de un robo y que por favor la dejasen hablar por teléfono. Por supuesto se lo permitieron, aunque no quedó muy convincente que apareciese a buscarla El Negro con una gabardina, pero no la policía.
El negro retiró la gabardina a Barriga revelando su embarazoso estado impúdicamente acentuado por un pubis tan pelado como el mío. Aunque Nuri y yo estábamos también desnudas como quería El Negro, Barriga estaba muy apurada y no levantaba la vista. Parecía tener bastante más vergüenza que nosotras ante la pública revelación de su adulterio y castigo.
Chocha, te pido que acojas a la puta Barriga en tu casa por un par de días en que ya tendré lugar donde albergarla.
No hay problema, aunque sea por más tiempo. Para eso somos amigas.
Gracias, ahora tengo que marcharme. Si alguien quiere usarla, ni por ella ni por mi existe inconveniente.
Vente a cenar Barriga, supongo que no habrás tenido tiempo.
No, esperaba a mi marido para empezar cuando ha llegado hecho un basilisco, me ha pegado dos ostias, me ha desnudado y me ha expulsado a la calle llamando la atención de los vecinos de la lado y gritando que era una puta. Me ha dado mucha vergüenza. No es lo mismo estar desnuda en casa que ir así por la calle.
Cenamos y, a los postres Chati empezó a acariciar el tripón de Barriga. Al terminar la colocó con las manos apoyadas sobre la mesa y la sodomizó concienzudamente eyaculando en su interior mientras Nuri, sentada sobre la mesa ofrecía su coño a la boca de ella. Yo acariciaba las nalgas de mi hijo y cuando se derramó me apresuré a casar con la lengua el semen del culo de Barriga. Después la llevé a la ducha donde me complació acariciar su bonito cuerpo al enjabonarla y por último nos fuimos juntas a mi cama. En ese momento regresaba Pompis, que se hizo cargo de su esclava y dijo a Chati que El Negro quería verle en determinada cafetería dentro de media hora.
Barriga y yo disfrutamos juntas hasta altas horas de la noche asistidas por el doble consolador que Pompis me prestó. Aunque ya la conocía experimenté gran placer al comprobar su dulce conducta en la intimidad.
Me hubiera quedado horas contemplando su hermoso cuerpo agraciado además por la maternidad. Tenía unas hermosas y voluminosas tetas de aréolas oscurecidas y henchidas por el aporte hormonal. Eran turgentes y me imaginé succionando cuando tuviera leche. Unas piernas larguísimas y perfectamente esculpidas arrancaban de un culito respingón y su cara era de una belleza angelical e infantil, de profundos ojos negros y labios sabrosos enmarcada por una espléndida cabellera morena y larga. Su vulva totalmente pelada acentuaba su aspecto juvenil.
Los dos días siguientes los pasamos las cuatro mujeres solas disfrutando profundamente de nuestros cuerpos y colaborando con Pompis en el adiestramiento de Nuri en su condición de esclava.
Follándonos con el puño y con toda clase de objetos gruesos conseguimos una gran abertura de los agujeros a la vez que una elasticidad de los esfínteres que Pompis, la ramera más veterana pese a ser la más joven, alabó con gran alborozo de las tres novatas.
Al tercer día, Domingo, en que me extrañó no sentir la necesidad de ir a confesar y a misa aparecieron por fin El Negro y Chati. Nos reunieron y nos informaron:
Habían acordado con El Duque el alquiler de un chalet donde iban a montar un negocio que se denominaría Club La Iza de Oro y la mercancía a comerciar serían nuestros agujeros: seríamos prostitutas profesionales.
Aunque ya presentía que El Negro completaría mis esperanzas, aquella noticia de satisfizo sobremanera. Por fin alcanzaría un la condición de vida que anhelaba desde hacía cerca de una semana. Por fin sería puta profesional, alcanzando así la plenitud de mi instintiva tendencia a la humillación y la degradación que ya había aceptado totalmente.
Tampoco percibí rechazo alguno en las demás. Mi hija aspiraba a una condición, la de esclava de puta, aún más ignominiosa que la mía. Barriga era tan zorra intemperante como yo y Pompis era prostituta desde los doce años según supe poco después.
Estuvimos media mañana escuchando las instrucciones de nuestros hombres sobre el reglamento del burdel, las tarifas y demás detalles. Lo más importante es que el rechazo a cualquier cliente, por repulsivo que fuera sería severamente castigado.
Se acordó el reparto de ganancias. Las putas tendríamos el 30% y los dos proxenetas el 70% a repartir entre ellos: 50 para el Negro y 20 para el Chati. Ellos se hacían cargo de nuestra seguridad, de los gastos de alquiler a pagar al Duque, de la promoción de clientes y muchos otros detalles, por lo que las putas encontramos justo el reparto de beneficios.
Además de follar con la clientela tendríamos sesiones de fotografía y video porno para exponer en Internet ya que mi hijo, perdón El Chati, era aficionado a los medios audiovisuales y la informática y quería abrir una página web. La página promocionaría el burdel y a sus trabajadoras. Estaba prevista una generación de empleo de 12 puestos más en un año. Si el negocio producía lo esperado habría una ampliación al cabo de dos años y sería necesario trasladarse a otro edificio más amplio. No se descartaba la emisión de acciones, teniendo nosotras, las trabajadoras, la posibilidad de ejercer stock option y entrar a ser propietarias de la empresa. También estaban previstos planes de pensiones, cobertura de contingencia por enfermedad, invalidez o cuarentena tras un parto, aunque era obligatorio el trabajo hasta el día del parto y desde el final de la cuarentena, fuere cual fuere la situación familiar o social. Habría vacaciones pagadas en lugares de lujo pero a cambio de determinadas prestaciones sexuales durante su disfrute.
Se definieron los nombres de trabajo: yo seguiría siendo Chocha y Pompis tampoco variaría. Sin embargo Barriga se llamaría Longlegs tras el parto y Nuri se llamaría Slutslave.
Después de exponer todos los aspectos del negocio El Negro se mostró orgulloso. Las putas lo aplaudimos, a él y al Chati, y después tuvimos una celebración con gran dispendio de cava durante la que ninguna de las rameras dejamos de disfrutar de las dos pollas hasta que sus gónadas auxiliares quedaron secas.
Terminamos la fiesta medio cogorzas observando como Pompis depilaba el pubis a mi hija Slutslave por el doloroso método de la cera.
CONTINUARÁ.
Comentarios a jorpujolaa@hotmail.com