Giro en la vida (06: Los hijos se incorporan)

En pleno proceso de emputecimiento, Chocha contempla como sus hijos se apuntan al mismo.

6.- Los hijos se incorporan.

Final anterior capítulo:

Como premio –me dijo- dejaré que mi verga tape tu culo. Siéntate sobre ella de espaldas a mi.

Sentí un gran placer mientras lentamente aquella gran manguera iba desenrollando los pliegues de mis intestinos y los largos dedos se introducían en mi conejo o pellizcaban mi clítoris y mis labios.

Así estaba, gimiendo y rogándole más ritmo cuando advertí la presencia de mi hijo, justo ante mi, contemplando sin impedimento alguno mi coño abierto por los dedos del negro y me culo repleto por su inmensa morcilla.


Cuando cavilaba sobre mi desliz hacia el abismo solo había tenido en cuenta a mi marido. Estúpida de mi no considerar a mis hijos. Enviciada en el sexo y con toda mi atención dedicada a obtener orgasmos como una adicta a las drogas me olvidé de ellos.

El Negro sintió mi agarrotamiento inicial por la sorpresa e inmediatamente se dio cuenta de la presencia de mi hijo. Instantáneamente me aferró con sus fuertes brazos y piernas impidiendo mi fuga o, al menos, conseguir una postura menos obscena y bochornosa.

Así expuesta sin remedio ante mi hijo dejé de debatirme y miré al suelo mientras notaba como mi sangre afluía toda a mi cabeza provocándome un sonrojo de vergüenza como jamás había experimentado.

Oí la voz del Negro:

  • Hola chaval, ¿te gusta esta puta?. Mira qué cerda, como tiene el culo relleno y quiere algo por el coño. Si quieres participar ...

Solté un gemido agónico. La agonía del violento combate entre lo que deseaba oír desde lo más recóndito de mi lujuria y el repudio que mi educación y mi moral de toda la vida ejercían ante tan impúdica oferta incestuosa. Oí lo que quería oír y mi coño casi se deshace:

  • Ya lo creo. ¿No te importa compartir a la puta?.

  • No, que va. Este será su primer sándwich. Aprovecha su posición tan invitadora. Tienes una puta madre muy servicial y caliente.

  • Gracias en su nombre. Tu putita negra también es muy seductora. Antes voy a usar su boca un rato.

Mi estricta moral venció por un momento a mi lascivia y cerré firmemente la boca apretando los dientes casi hasta hacerme daño.

  • Saca de mi bolsa de herramientas un abrebocas que hay en ella.

Dijo el negro mientras apretaba mi quijada para forzarme a abrirla. Pocos segundos después tenía colocado el infernal aparato con mi mandíbula casi a punto de desencajarse. Mi Chati se subió sobre el sofá y me metió su pene comenzando a follarme hasta el fondo sin ningún reparo porque yo fuera su madre. Mi Negro reanudó el mete saca de su manguera en mi ano.

Poco después mi Chati saco su polla de mi boca y abordó la empresa con mi coño, no sin antes examinarlo a fondo, meter los dedos y saborear mis flujos, ya bastante copiosos. Cuando me metió su hasta ahora desconocido pero considerable miembro me sentí transportada al paraíso. En aquella posición, usada por dos hombres, uno de ellos mi hijo y el otro un perfecto desconocido, con la boca forzada ignominiosamente me complací en autonombrarme la mayor ramera de la historia de la humanidad. Aquel pensamiento me condujo a un interminable y profundo orgasmo.

Cuando mi gran orgasmo se extinguía noté la eyaculación del Negro inundando mis tripas y desalojando su tarugo de mi culo.

  • Chaval, emplea su culo, mira que abierto te lo dejo, no tendrás problema.

Inmediatamente me bajé del sofá y me puse a cuatro patas bien abierta de piernas, bien subidas las nalgas y abriendo los cachetes con mis manos para facilitar la penetración del chico.

  • ¿Ves que puta?. Poco le ha costado superar su concepto de pecado. Le puede más la incontinencia.

El maldito abrebocas me impedía responder, pero aunque pudiese no lo habría hecho. Para hablar hace falta pensar y lejos de mi intención hacer ninguna conjetura. Me había entregado a la vorágine del sexo y solamente quería orgasmos.

No tuvo mi Chati ningún reparo en follar mi culo chapoteando entre el semen del Negro y al poco rato allí se juntaron sus lechadas.

Mientras ellos tomaban una copa yo me levanté del suelo con la esperanza de que me libraran del artilugio abrebocas y de pié comenzó a chorrear la lefa saliendo de mi agujero. El Negro que lo advirtió llamó a Pompis y le señaló mi problema con un gesto. La adiestrada niña se arrodilló y fue recogiendo en su boca toda la lefa que manaba de mi ano. Cuando tenía la boca llena, le vertía en una copa.

Cuando mi culo se vació de esperma la copa estaba casi rebosante. Me la fue vertiendo en mi forzada boca dándome tiempo a tragarla o ahogarme.

Entretanto escuchaba la conversación de los dos hombres comentando abiertamente y sin tapujos las virtudes y defectos de las dos putas que tenían ante ellos.

  • ¿Chati, tienes palas de ping pong?. Y ante la afirmación: Pompis, trae del cuarto de Chati una.

Pompis volvió con la pala y El Negro me indicó que pusiese mis nalgas a disposición de la negrita, quien me arreó con la pala 20 veces en cada cachete en castigo por negarme a follar con mi hijo

Luego El Negro me hizo girar y separar las piernas ofreciendo mi pubis. Con su tremenda polla morcillona me azotó en los labios y en el clítoris haciéndomelas pasar canutas. No pude contener las lágrimas.

Con las nalgas como tomates me fui a la cama llorando y no me levanté hasta después de la hora de comer, con la esperanza de que mis hijos se hubieran ido a sus cosas y no tuviera que mirar al chico a la cara y simular ante la chica.

Al pasar ante la habitación de mi hija escuché gemidos y abrí la puerta para ver si le pasaba algo. Más me hubiera valido no hacerlo. El espectáculo me dejó pasmada, si es que algo me podía sorprender ya.

Mi hijo estaba sentado sobre la cama empalando el culo de mi niña y la cerda negra tenía su mano derecha en el interior de la vagina de la chica diciendo:

  • ¿Lo notas Chati?, ¿Lo notas? , ¿Sientes como mi mano te pajea dentro?.

  • Si zorra negra, siento como me aprietas la polla. Pero no le rompamos las vísceras a mi hermana.

  • Dale fuerte, que sé lo que me hago. Ya que tengo una esclava no voy a estropearla tan pronto.

Nuri miraba -bueno, no creo que mirase nada- hacia arriba y Pompis estaba de espaldas a mi, así que quien advirtió mi presencia fue Chati.

  • Pompis, la zorra vieja nos está mirando.

  • Pues que ayude.

  • Chocha, cómele el pompis a Pompis.

Y me arrodillé a meter mi lengua en el agujero trasero de la sucia negrita pensando que se comportaba más como una vieja madame de burdel que como una chiquilla de 16 años. Entonces comprendí que ella era el caballo de Troya del Negro para pervertir a toda mi familia. Mientras el Negro satisfacía mis ansias carnales, la viciosa sobrina capturaba a mis hijos. Nuevamente me di cuenta de lo lerda que era. Tenía que haber deducido que las miradas de mi hijo a las tetas y culo de Pompis la mañana en que la conoció y la impudicia de la negrita constituían un polvorín. Pero estaba más preocupada por mi propia persona. En cualquier caso jamás podría haber llegado a mi inteligencia que además de follarse a mi hijo se hiciese la dueña de mi hija, más madura que ella en la teoría. ¿Había oído bien?: " Ya que tengo una esclava no voy a estropearla tan pronto".

Mientras lamía el culo a Pompis lamentablemente consciente y gozosa de mi servilismo y guarrería ella se tiró varios peditos e, incluso, se digno ofrecer a mi lengua una muestra de sus caquitas. No tuve oportunidad de expresar mi disconformidad porque en ese momento Nuri se corrió sonora y largamente seguida de mi hijo.

Cuando Nuri terminó con sus aullidos, porque eran aullidos, lo juro, Pompis me empujó la cabeza hacia su culo proponiéndome que la limpiase con mi lengua. No dudé en hacerlo por tres razones:

Primera: Limpiaría mi lengua del sabor de la caca de la negrita. Segunda: tendría mi primer contacto sexual con mi niña. Tercera: saborearía el semen de mi hijo sin mezcla con el del Negro.

Cariñosamente lamí los dos agujeros de mi niña probando el sabor de los fluidos de mis dos vástagos que me resultaron deliciosos. Mientras, Pompis me metió el puño entero en el ano proporcionándome al poco rato un gran placer que concluyó con una maravilloso orgasmo haciéndose así perdonar los azotes que me había propinado con la pala de Ping Pong.

Pompis se marchó al poco pues era su tiempo libre y yo me quedé acostada entre mis dos chicos, que me contaron como felizmente fueron encaminados por la negrita a la misma senda de entrega a los placeres por la que yo transitaba. El Negro era quien había desvirgado a mi niña por sus tres agujeros, pero ella había quedado prendada de Pompis, quien dijo que solamente la aceptaría como esclava. Me confesó que se había ofrecido y la negra la había acogido. Me entraron unos celos tremendos. Ser esclava de una puta era para mi el colmo de la degradación y me hubiera gustado estar en su lugar. Me prometí lograr algún día ese humillante estatus. Solo de pensarlo me mojaba nuevamente.

Cuando Chati se recuperó quiso follarnos a las dos. Me puso a cuatro patas al borde de la cama y colocó a Nuri en el suelo con la cabeza bajo mi ingle. Me empezó a follar el culo y cada cinco arremetidas sacaba la polla y se la metía a Nuri en la boca. Después de un rato cambiamos las posiciones. Cuando estaba a punto de eyacular las dos chupamos su polla hasta que roció nuestras caras con su esperma. Empezamos a lamernos entre nosotras para recoger el querido fluido, pero Chati dijo que nos iba a limpiar de otra manera. Nos llevó al baño, nos puso de rodillas y nos bañó la cara con su dorado líquido. Después nos duchamos juntas disfrutando cada una de las formas de la otra.

CONTINUARÁ.

Comentarios a jorpujolaa@hotmail.com