Giro en la vida (05: Extraña conversación de...)

Chocha, el ama de casa, escucha a su amante El Negro conversando con otro hombre sobre un negocio. Después su amante se la folla como le place y al final, sorpresa.

5.- Extraña conversación de negocios de El Negro

Final anterior capítulo:

Cuando se fueron los chicos, Pompis me bañó, me repasó la depilación del pubis, me inyectó dos enemas para tener los intestinos limpios para mi Negro y salio mientras yo me maquillaba y perfumaba. Cuando salí del baño ya iba vestida, digo desnuda como mi negro quería, con mi pelado chocho obscenamente brillante y mostrando mi gordo clítoris que me había ocupado de sacar de su capuchón para que quedase aprisionado por mis prietos labios al exterior. Esta vez portaba unas medias de malla poco tupida y unos zapatos rojos de alto tacón rescatados del fondo de un armario donde fueron a parar por incómodos y poco convenientes a un ama de casa.

Entré en el salón contoneándome y simulando ofrecer mis tetas con las manos en un ensayo de recibimiento a mi negro, cuando me topé con un tipo que no conocía sentado en el sofá.


Me tapé de inmediato con las manos y quise huir cuando El Negro, que estaba de pie al lado de la puerta me lo impidió.

  • Tranquila, este es El Duque, es amigo mío. Pompis nos ha abierto.

Retiró mis manos de mi pubis para exponerme al desconocido tal y como hizo el día anterior cuando se presentó con Pompis.

El hombre me examinó a conciencia sobando toda la extensión de mis carnes, sopesando mis tetas, abriendo mi boca, introduciendo sus dedos en mis agujeros para después chupárselos y catar mis fluídos. La humillante exposición me producía, como siempre, un aumento de secreción, que en poco rato se manifestó deslizándose por mis muslos.

  • Es muy puta y le gusta ser sumisa, pero es vieja y gorda. Habló por fin El Duque.

  • A mucha gente le gustan las viejas. Las putas viejas y sumisas dan mucho morbo. Y en lo de gorda nada, tiene lo que tiene que tener y bien colocado, las putas desgalichadas solo sirven para pasar modelos en una pasarela. A los tios nos gusta carne para agarrar.

  • Si bueno. Vale. Tiene un magnífico pandero y un clítoris gordo. El chocho es muy apetitoso con esos rechonchos labios prietos. Te dará juego. ¿Y la joven?.

  • Eso está en marcha. Es casi segura.

  • Tendrías cuatro.

  • Si. ¿hacemos el trato?

  • De acuerdo al 50%. El chalet de momento solo por un año. Si el negocio prospera prorrogaremos. Si no, lo alquilaré a otra gente.

  • Bien. Vamos s celebrarlo con unas copas y usando a Chocha para que compruebes su calidad.

  • Eeer ... si no te importa preferiría usar a la barriguda. Hace tiempo que no cato una preñada. Dices que vive cerca.

  • En el chalet de enfrente. Es amiga de Chocha. Voy a decirle que vas. Te acompañará Pompis para que entretenga al mocoso de dos años que tiene. Ya le he dicho que contrate una niñera.

Habló por el móvil:

  • Barriga. Oye, va a ir un amigo mío a verte. Dale el coño, el culo y todo lo que le apetezca. .... Si, si sabe que estás preñada, por eso quiere usarte, hace tiempo que no folla una tripuda. No, le acompaña Pompis para entretener al mocoso. Vale, vale, no le niegues nada, es mi socio.

Mientras se despedía le di vueltas a la conversación. Qué tendría que ver conmigo el arrendamiento de una casa. ¿Por qué tenía que verme El Duque para acordar el desconocido negocio. ¿A cuales cuatro, contándome a mi se refería?. Lo que yo barruntaba difusamente me repercutía en los flujos del coño de manera muy agradable.

  • Venga Chocha, vamos a usar ese culo gordo que tienes. A ver como está de entrenado.

El Negro colocó estratégicamente el espejo entretanto yo me daba el lubricante en el agujero. Listo mi conducto se lo ofrecí golosamente en la posición adecuada, a cuatro patas y abriendo lo posible mis nalgotas. El Negro me recolocó para que me viese bien en el espejo.

  • Mirala, la casta esposa y madre amante. Qué zorra lasciva encubierta en su circunspecto papel social. Mirate bien, impúdica zorra. Mira como ofreces tu cuerpo a quien sea como una sucia ramera de toda la vida. Mira tu opulento culo obsceno como el de una gorrina bien abierto para quien sea.

Yo gozaba escuchando aquellas expresiones vejatorias en la ignominiosa postura en que me encontraba. Y más cuando, menospreciando la oferta de mi orificio para su deseada verga, me introdujo de sopetón el mango de un plumero que Ponéis se había dejado durante la limpieza.

  • Pasea para mi con tu nueva colita, perra incontinente.

A cuatro patas paseé por el salón con el plumero en alto.

  • Ven a venerar la polla de tu chulo. Zorra.

Me arrastré hasta él, sentado en el sofá, y abriendo su bragueta saqué su vasto miembro para introducirlo en mi boca. Probé a sobrepasar mi garganta con su glande como hacía Pompis, y al poco rato comprobé que, regulando la respiración, no tenía mayor complicación. Me sentí muy satisfecha de aquel avance en mis estudios de mamapollas.

El Negro advirtió mi nueva habilidad y elogió los grandes avances en mi amaestramiento como ramera con gran goce para mi.

Como premio –me dijo- dejaré que mi verga tape tu culo. Siéntate sobre ella de espaldas a mi.

Sentí un gran placer mientras lentamente aquella gran manguera iba desenrollando los pliegues de mis intestinos y los largos dedos se introducían en mi conejo o pellizcaban mi clítoris y mis labios.

Así estaba, gimiendo y rogándole más ritmo cuando advertí la presencia de mi hijo, justo ante mi, contemplando sin impedimento alguno mi coño abierto por los dedos del negro y me culo repleto por su inmensa morcilla.

CONTINUARÁ.

Comentarios a jorpujolaa@hotmail.com