Ginna (III: pasión via internet)
La protagonista cuenta sus primeras experiencias sexuales con un tío.
Autor: Salvador Dirección: demadariaga@hotmail.com
Ginna III
(historia real de una pasión via internet)
Historia real que se escribió de acuerdo a como iban desenvolviéndose los acontecimiento, aunque su publicación demoró un año por situaciones que se explicarán por sí mismas en capítulos futuros. Los nombres de los protagonistas se han cambiado por razones obvias.
Revolvió su taza de café en tanto trataba de poner orden en su cabeza.
El líquido oscuro formó remolinos en la taza, cuyos círculos concéntricos fueron atrayendo su atención inconscientemente, atrapando su mirada en los reflejos que de tanto en tanto emitían.
Ante ella la taza de café, en su bolso la carta que estaba por enviar a su amante lejano y desconocido. Y en su cabeza la indecisión por el paso que estaba por dar.
En esa carta iba su secreto mejor guardado, ese que nunca nadie había escuchado de sus labios, pues correspondía a una parte de su vida que había mantenido por muchos años escondido incluso de si misma, la única persona a la cual podría haberle revelado esa experiencia juvenil. ¿No sería mejor decir locura juvenil? En todo caso, nunca nadie podría haber escuchado confesar ese secreto. Y hoy le contaba todo a desconocido al que se había sometido completamente, declarándose su "esclava" y que la había sometido a las fantasías más increíbles que nunca antes imaginó.
Eso de declararse su esclava era su manera de hacerle participar del amor que había despertado en ella esta relación tan peculiar, en que el erotismo lo era todo en un principio para terminar cediendo terreno a ese sentimiento cálido y acogedor que anidaba en su pecho por ese hombre que quizás nunca vería.
Fue ese cariño que hiciera renacer en ella ese distante y misterioso desconocido lo que la impulsó a abrirle su pasado sin temor, para que él la conociera totalmente, para que no quedara ningún rincón por explorar en su vida. Sentía que así se entregaba a él completamente.
Sacó las carillas impresas y releyó su confesión.
Amor,
Cuando yo tenía 17 años, vivía con mis padres y una hermana de 15, en una casa de dos plantas. En realidad eran dos casas, una encima de la otra, pero con comunicación interna. En la casa de arriba, vivía un hermano de mi madre, Julian, que tenía 10 años menos que mi madre, por lo que era un tío que funcionaba más como hermano mayor, ya que éramos muy compinches.
Julian, en la época de este relato tenía 29 años y estaba casado con Marta, de 24. La relación entre las dos familias era muy fuerte, al punto de que cuando nos íbamos de vacaciones al este, a la playa, alquilábamos una casa para todos.
En ese verano, en el 90, yo estaba de novia con un chico de 19 años, hijo de familia bastante bien económicamente, por lo que no tenía problemas en invitarme y darme todos los gustos, inclusive su padre le prestaba el auto para que saliéramos los fines de semana.
Un sábado a la noche, en que habíamos ido a bailar, al traerme a casa a eso de la 1 de la mañana, nos entretuvimos dentro del coche con el habitual manoseo y besos. Desde hacía tres semanas habíamos pasado de las caricias y besos más o menos atrevidos a una etapa en que él me reclamaba más, por lo que cada noche que salíamos finalizaba conmigo haciéndole una paja para calmarlo, ya que yo era virgen aún y no estaba preparada para dejar de serlo.
Esa noche yo estaba un poco pasada de cerveza y él me insistió para que le hiciera "algo más". En el asiento del coche yo estaba con mi mano en su verga, pajeándolo, y él me pidió que se la besara un poquito, al principio me negué, pero él me fue empujando la cabeza hacia abajo y terminé con la verga en mi boca, chupándolo y pajeándolo al mismo tiempo.
Estaba en eso cuando sentimos un golpe en el vidrio del auto. Era mi tío que había salido y me sorprendió en plena tarea.
Te podrás imaginar que me morí de vergüenza, salí del coche corriendo y me metí en casa, temblando porque suponía que él le iba a contar a mis padres y se me iba a armar terrible problema. Sin embargo, al otro día, en que casi no salí de casa esperando que pasara algo, él ni se apareció. Así pasaron los días, esperando de un momento a otro que saltara toda la historia, pero no pasó nada.
El fin de semana siguiente hicimos un almuerzo en casa, al que vinieron los tíos. Yo trataba por todos los medios de estar alejada de él, porque me sentía sumamente avergonzada, pero en determinado momento él se acercó a mí y me dijo que no me preocupara por lo del sábado anterior. Sentí un calor impresionante en la cara, y él me pidió que si nos podíamos ver en algún momento para conversar de eso. Te podrás imaginar que acepté, porque no quería que se enojara y contara todo, por lo que quedamos para el día siguiente, domingo en la mañana, en que yo pasaría por su casa para hablar.
Al otro día, de mañana, me llamó y subí a su casa, su esposa había ido con mi madre a una feria, por lo que estábamos solos en su casa. Conversamos del tema, me dijo que no tenía intención de denunciarme con mis padres, que no me preocupara, que quería que le contara todo lo que había pasado entre mi novio y yo.
Cuando le conté que sólo lo masturbaba y que esa noche había sido la primera vez que le "hice eso", me dijo que él no me iba a juzgar. Solo que tenía que tener cuidado con todo lo relativo al sexo. Me recomendó que usara preservativos si me acostaba con mi novio. La conversación fue muy suave, en ningún momento insinuó nada de lo que pasaría más adelante. Cuando nos despedimos nos dimos un abrazo y me apretó bastante contra su cuerpo, acariciándome la espalda.
La siguiente vez que salí con mi noivo le conté que no había pasado nada y que mi tío no iba a contar nada.
Esa noche finalizó con una paja y la chupada que había quedado pendiente (seguro que te gusta como lo describo, bandido). El único problema es que al día siguiente mi tío se acercó a mi y me preguntó como me había ido en mi salida con mi novio. Tuve que contarle todo, porque a cada cosa que decía el me pedía más y más información. Eso se fue repitiendo casi cada vez que salía con mi novio. Mi tío se las ingeniaba para enterarse y después preguntarme qué habíamos hecho.
Terminé la relación con ese chico sin haber perdido las virginidad y cuando lo hice estaba muy deprimida (fue él que me dejó) y mi tío se acercó aún más a mi, consolándome y aconsejándome.
Fue así que una mañana en que yo había salido para ir a la universidad el también salía de su casa y se ofreció a llevarme en el auto, a lo cual accedí. El punto es que, al ir en coche y evitar el ómnibus, llegué media hora antes de la entrada, por lo que el me invitó a tomar un café. Nos fuimos a un bar, tomamos café, charlamos y se me fue la hora, Cuando quise acordar ya estaba media hora atrasada. Medio en broma, él me propuso que no fuera a clase y nos fuéramos a dar un paseo en el coche. Al principio me negué, pero él insistió y al final accedí y fuimos hacia un parque alejado del centro. Allí seguimos hablando y llevó la conversación al tema sexual, que si extrañaba a mi novio, porque, me dijo, "uno, cuando es joven, se acostumbra al sexo y le cuesta dejar". Yo avergonzada, le insistí en que nunca había hecho el amor y que lo que él había visto era lo único que había hecho.
"¿No te excitabas con eso?"
"Si" admití, con tremendo calor en la cara.
"¿Y que hacías?"
"A veces él me hacía lo mismo"
"¿Te chupaba?"
"Noooo" le dije, "con la mano"
"Bueno", se sonrió él, "no te pongas mal, es muy normal todo eso" y me pasó una mano por los hombros, acercándose a mi.
Sinceramente, lo miro hacia atrás y no sé como no me di cuenta hasta ese momento lo que mi tío buscaba, pero la verdad es que recién allí pensé en ello. Y también es cierto que en parte, no supe que hacer y por eso me quedé quieta , pero también en parte me gustó que un hombre mayor se fijara en una muchacha como yo y lo dejé hacer.
Me acariciaba el pelo, me acariciaba el hombro, y en un par de minutos me levantó la cabeza y me besó en la boca. Primero con los labios, mordiéndome con los suyos, poco a poco fue avanzando hasta que su lengua me entró en la boca y me recorría toda. Con un brazo me seguía abrazando y con la otra mano comenzó a acariciarme los senos por encima de la ropa. Así estuvimos como diez minutos. Yo estaba entregada. Me encantaba esa sensación y me dejaba hacer, colaborando en los besos, aunque no con mis manos, con las que apenas lo abrazaba del cuello.
Me dijo que sería mejor ir a un lugar en que estuviésemos más cómodos. Yo le dije que no, pero el insistió en que era para que pudiésemos estar tranquilos, que sólo seguiríamos conversando y si yo no quería nada más no habría problemas. Al final accedí y me llevó a un motel cerca de allí, donde seguimos con las caricias y besos. Poco a poco fue avanzando más, desabrochándome un botón de la camisa que llevaba, pasando a acariciar una pierna levantando apenas la falda, volviendo a la camisa para desabrochar otro botón, volviendo a levantar más la falda. Sus manos no se quedaban quietas y al cabo de poco tiempo ya me tenía desnuda, besándome los pechos y acariciándome la cola, entre las piernas, la espalda... En fin, que era un torbellino difícil de resistir y cuando se terminó de desnudar él, sin dejar de acariciarme en ningún momento, estaba con su pene totalmente parado. Bueno, lo diré como a ti te gusta y que en definitiva a mi también me gusta: tenia la verga totalmente parada y dura. Me hizo chupársela, pero no me obligó a hacerlo ni me llevó la cabeza hacia abajo, primero me chupó él a mi y fue sensacional. Me hizo acabar y cuando lo hice sentí que de alguna manera debía demostrarle lo mucho que me había gustado y, por mi torpe experiencia anterior, sabía que eso le encanta a un hombre, así que fui bajando por su cuerpo hasta llegar a la verga y pasarle la lengua todo a lo largo (era normal en su tamaño, pero a mi me parecía enorme) hasta que me la metí en la boca y comencé un vaivén que mi tío acompañaba moviéndose también. Yo no sabía si seguir ni cuando parar, pero las dos veces que lo solté, el me dijo en un susurro "sigue, sigue" y yo seguía. De repente el comenzó a moverse más rápido y me agarraba la nuca. Debo reconocer que fue el único momento en que me obligó a hacer algo, no permitiéndome lo soltara. En cuanto comenzó a acabar, me soltó. Yo no sabía que hacer, así que lo recibí en mi boca, pero el primer chorro en la garganta me atoró, y cuando quise tragar llegó un segundo chorro que me hizo soltarlo. El resto de la leche me la tiró en la cara.
¿Sabes una cosa, Amor mío? Pensando en eso, me excito ahora al contarte y ojalá te pase lo mismo.
Terminé de tragar y volví a meterla en la boca, hasta que sentí que se iba bajando y perdiendo su dureza, y entonces me la saqué y subí por su cuerpo,. El me abrazó con una ternura increíble y así estuvimos un rato, sin hablarnos.
"¿Te gustó?" le pregunté yo, y el contestó que muchísimo, que había sido muy lindo.
"A mi también me gustó cuando me lo hiciste" le dije con un poco de vergüenza.
Después de descansar un poco y de seguir mimándonos, volvió a acariciarme los pechos y la conchita y me excitó de nuevo, sobre todo cuando veía como se le iba parando la pija otra vez. Me empujó con suavidad sobre la cama, y se subió encima mío, con su pija comenzó a acariciarme la raja y al poco rato empezó a metérmela, muy despacito, entrando un poco y sacándola, frotándomela, metiéndola otro poquito y volviendo a sacarla.
Aunque no lo creas, Amor, después de un rato de hacerme esto, le pedí que por favor no la volviera a sacar y ahí él se decidió y empezó a clavarla, lentamente, con mucha delicadeza, hasta que sentí, juro que sentí, cuando se me desgarraba el himen.
Seguimos con esa historia muchas otras veces en ese año. La última vez que lo hicimos fue en la noche de fin de año, cuando al dar las campanadas y brindar todos juntos en casa, toda mi familia salió a saludar a los vecinos, menos nosotros, que nos quedamos, yendo a la cocina y, detrás de la puerta, me hizo arrodillar y él , parado frente a mi, sacó la verga y se la chupé hasta hacerlo acabar y tragarme su leche.
Después de eso yo me enteré que él estaba intentando hacer lo mismo con mi hermana, sólo que ella se dio cuenta mucho antes y me lo contó, por lo que decidí cortar la relación con mi tío, diciéndole a mi hermana que se cuidara, que él también me había buscado a mi (obviamente no le conté que me había conseguido) y que yo lo había rechazado. Cuando él se enteró que yo sabía lo de mi hermana no insistió en seguir. Claro, una sobrina se podía explicar como que era por amor, pero con las dos era otra cosa.
Bueno, Amor. Tu Ginna ha cumplido y te ha abierto otra puerta de su vida, y te aclaro que eres el único en el mundo a quien se lo he contado. Hay que ver las cosas que has logrado de mi...
Te ama y te desea, tu esclava
Ginna
Quedó pensando en el contenido de esa carta y concluyó finalmente que la despacharía tal como estaba, pues así lo sentía ella y esa era su vida, que le entregaba a su desconocido amante como una ofrenda de amor.
Destruyó los papeles que recién había leído y que eran la evidencia física de su relación prohibida con ese hombre distante, en tanto el disquete con el archivo descansaba en su bolso. Ya habría tiempo de borrarlo también después de despacharlo. Se había puesto muy cuidadosa al respecto, no fuera a ser que su esposo sorprendiera algo y todo su castillo de ilusiones caería estrepitosamente.
Terminó su café y con un prolongado suspiro se dirigió al computador.