Gimnasio 24 horas (3)

Uuuffff!!... como me pones, veo que tú eres de esos que le pone ser dominado… eeehhh!!, pues por mí no a ser menos, mira por donde en mi vas a encontrar un puto amo que te va a marcar, te voy a convertir en mi hembra… eeehhh!!.

Gimnasio 24 horas (3)

En esta tercera entrega, continuaré a relataros aquella serie de experiencias que me ocurrió hace unos años, digo años porque no son ni uno ni tres, sino de más tiempo. Algunas de estas experiencias se me han quedado como anécdotas, otras han marcado mi vida y prácticamente son parte de ella. Experiencias que me aconteció en una faceta de mi vida, donde como es costumbre disfrutas, pero que evito que me ate, pues lo veo y lo disfruto simplemente como sexo, mentalidad con la cual evito el riesgo que pueda coger afecto.

Pues como he dicho, aquí continúo con lo acontecido durante ese mes que estuve trabajando fuera, no creo que haga falta contaros de nuevo los motivos, ni mucho menos las circunstancias, sino me ciñere a lo que me aconteció. Como bien sabéis mi vida durante esos días se resumió en trabajo, gimnasio y descansar, trabajo que prácticamente me tenía todo del día, no cogiendo confianza al menos afectiva con nadie del trabajo. Pero si en el gimnasio, donde comencé de forma fortuita con uno, uno que es poco discreto y hacer saber mi condición a un segundo, segundo que en pleno apogeo en las duchas no nos percatamos que estábamos siendo observados. Persona que más tarde me lo hace saber, no siendo esta que mi propio entrenador personal, instructor que me pone, pero que me contengo no porque tenga que poner una línea, sino que más deseaba que fuera él el que entrara, aunque el morbo que lo produce pone aún más.

Entrenador personal que antes de que ocurriera nada, como bien os hice saber, salía a tomar unas copas con parte del personal del gimnasio, personas muy amigables que insistía a modo de no quedarme en solo. Entrenador personal que ahora en el presente, me lo he vuelto a cruzar, no siendo un encuentro premeditado, sino de lo más casual. Ocurriéndome a principio del pasado año, cierto día que estando de compras de reyes por navidad, un choque fortuito a la entrada y salida del ‘Corte Ingles de la Campana’. Choque que me giro y me disculpo, volviendo a continuar con mi prisa, siendo precisamente en segundo llamado por mi nombre, me giro ante la extrañeza pues no reconozco de primera a esa persona. Este se viene hacia mí y sin esperarlo me abraza, soltándome…

  • “Joder… José, no has cambiado nada cabrón, sigues tan bueno como siempre”.

Me veo algo cortado, pues intento poner esa cara en algún conocido, pero, aunque ciertamente comienza a sonarme, también es verdad que ignoro de qué. Volviéndome este a decir al verme extrañado…

  • “No me digas que no te acuerdas de mí”.

Finjo conocerlo, pero finalmente le hago saber mi ignorancia, siendo este precisamente quien me recuerda la memoria, recordándome que es Alan… ese entrenador personal que me adjudicaron hace años. Fue decírmelo y rápidamente recordé, comprendiendo su efusivo abrazo, comprendiendo esa derrochadora confianza, sobre todo cuando sin cortarse un pelo, allí parados en medio de la plaza, cogió y descendió su mano desde mi hombro hasta detenerse en mi cintura. No me lo podía creer, diciéndome a mí mismo como lo he podido olvidar, pues fijándome bien, pude ver que el paso del tiempo para nada lo ha tratado mal, sino todo lo contrario, pues está bastante bien. Quizás fuera por su forma de vivir tan natural en su momento, o quizás, por su trabajo de estar siempre en forma. Pero bueno, esto os lo haré saber más adelante, ahora me ceñiré a los hechos ocurridos en su momento, vale…

Cuando acababa mi jornada laboral y me encaminaba hacía el gimnasio, me hacía saber a mí mismo que no caería en las manos de algunos, reprochándome y culparme de haber cedido antes mis inclinaciones. Prometiéndome a mí mismo que no cedería ante nadie, por muchas confianzas que les deje darme, pues también era mi forma de ser, mostrándome tan abierto y no querer molestar a nadie. Confianzas que había que me molestaba, pues a veces nada más llegar, ya había algunos se la tomaban, confianza no solo de palabra sino de hechos.

Cuando digo lo que toman confianzas, me refiero, como aquellas veces que, tras una conversación, conversación que tomas de lo más natural y que dirigen hacia el sexo, conversación que con disimulo acarician o magrean. Conversación que poco a poco te van poniendo, acabando por no poder evitarlo, e incluso lo deseas. Veces que deambula de una zona a otra, acabando por quedarme a veces solos con estos, como aquella en la cual acabe por quedarme en la zona del gimnasio, destinada a las máquinas de ejercicios, donde tanto uno como otro e incluso ambos, me ayudan de una forma desinteresada. Pero bueno, comenzaré ya…

Como os he mentado previamente, cuando acababa mi jornada laboral a eso de las siete a siete y medias, días que me marchaba de las instalaciones sobre las ocho de la noche. Cogiendo el coche y marchándome directamente hacia el gimnasio, acabando por entrar sobre las nueve o nueve y media. Entras y directamente me encamino hacia los vestuarios donde me cambio de ropa, vestuarios que me cruzo con algunos que se preparan para marcharse. Yo en cambio tras cambiarme de ropa me encamino hacia el interior, donde mi propósito es realizar un calentamiento antes de entrar en la clase de GAP, donde hay sí que me dan caña de verdad.

Creo recordar que nada más entrar en la zona de las máquinas, me encuentro con mis dos conocidos salidos y pervertidos, conocidos que nada más verme, comienza el acoso y derribo. No eche cuenta y me puse en una máquina para trabajar pectorales, máquina que empujas hasta casi juntar las manos delante nuestra. Donde acaba por acercarse uno de estos, no siendo otro que Pepe, no dejándome de mirar, recorriéndome con su mirada lasciva, mirada que mira hacia alrededor, cerciorándose que nadie nos mira, cosa que no era muy difícil, pues solo estaba Rubén su otro compañero, y mucho más alejado dos chicos. Pues eso, coge este y comienza a magrearse su entrepierna con todo descaro, soltándome…

  • “Uuuffff!!... no veas como estoy, encima apareces tu ahora y tela de bueno… uuummm!!”.

Nervioso por su descaro, intento mirar hacia otro lado, pero el incesante de este, no deja de mentarme que lo mirara, cosa que finalmente hice y pude observar el bulto que marcaba. Acabando por levantarme e irme hacia otro lado, marchándome hacía otra máquina. Donde aparece el otro… Rubén, persona que saluda al menos cortésmente, pregunta por cómo me va al tiempo que se me coloca detrás. Actuando como si nada, ¡pegándose tanto que me hace notar como está… uuummm!!, acabando por cogerme por las caderas y restregarse como un animal.

Cosa que me hace retirarme nuevamente, acabando por tenderme sobre uno de los bancos de musculación, banco que previamente había colocado a las mancuernas un par de discos de 15kg. Banco que estos se ponen a horcajadas sobre mi rostro, quedándose a centímetros, deslumbrando por el pernil de su calzona su glande, mientras el otro vigila al tiempo que masajea mi miembro… uuummm!!. Viéndome tentado por uno u otro a que se la coma ahí, no dejándome de decir…

  • “Venga… aprovecha, cómesela, mira como está… “.

Donde este mismo aprovecha al no hacer yo nada por retirarlo, ni pongo resistencia cuando comienza a bajar su entrepierna, menos impedimento aun cuando este restriega su miembro por mi rostro. Entrepierna que pone directamente en la cara, cuyo miembro primero restriega para minutos después, dirigir poco a poco su glande hacia mi boca… uuummm!!. Glande cuyo cabezón a no quedarme otra y lamer, suelta sus primeras gotas de precum, no siendo por otro motivo más que evidente por excitación, gotas que recojo una vez que me mete su glande en mi boca. Mientras el otro no deja de mirar, no deja de vigilar, ¡aprovechando mi postura para masturbarme… ooohhh!!, y claro esta calentarme aún más… aaahhh!!. Dejándome hacer por uno al tiempo que lamo al otro, acabando por retirarla y soltarme…

  • “Contente… nene, ¡no te preocupes que luego en las duchas te vamos a dar de lo lindo… eeehhh!!”.

Cogiendo minutos más tarde e irme a mí clase de GAP, clase que la verdad estaría con el grupo no más de quince minutos, pues estos se marcharían como suelen hacer debido a la hora. Quedándose para mi disposición el resto del tiempo, donde a veces y son pocas, acaba por unirse algunas personas. Clases como he mencionado impartida por dos profesores, claro está de ambos sexos, ya que es una clase grupal para chicas y chicos. Pero ese día debo deciros que me encontraba ciertamente nervioso, no porque lo ocurrido afuera con esos dos babosos, cosa que me pone estas situaciones. Sino por lo ocurrido días anteriores con Alan… mi entrenador personal, sobre todo a raíz de la conversación en el bar, donde me confeso que fue ese mirón en las duchas mientras me follaban. Aquello por un lado me incomodo, pues pensé que este es más de esos de los que miran que actúan, pero que ese día me hizo dudar, pues durante toda la clase no me quita ojo.

Pero también es mucho hablar y no se decide a entrar, pensando que quizás no quiere que se sepa, o que se yo, pero bueno sigo con el ritmo, cosa que pierdo una vez más también es verdad que es por falta de concentración. Clase que, tras finalizar, comienza ahora a ayudarnos e instruirnos, más de lo mismo y acaba por acercarse tras haber ayudado a otros, desea ayudarme y hacerme saber dónde está mi fallo, cosa que bien sabe que declino la oferta, pero no me queda otra que aceptarla pues ese es su trabajo. Soltándome en esta ocasión…

  • “Llevo un tiempo observándote, no haces mal los ejercicios, simplemente lo único que te ocurre es que pierdes la concentración, y esto te conlleva a perder el ritmo, generando finalmente un cumulo de errores”.

Mientras me explica arrodillado junto a mí, posando sus fuertes manos sobre mis piernas y me habla de cómo debo concentrarme, escuchándole con atención pues es verdad lo que bien dice. Momentos en que se nos acerca los compañeros y compañeras como cuentagotas, estos vienen a despedirse pues se deben de marchar, viendo la hora que es y que para mí aún me queda una hora y media. Quedándonos prácticamente solos en el aula, cosa que este no le importa, pues no deja de dirigirme, instruyéndome en cómo debo de concentrarme. Acabando por ver como se sienta, sugiriéndome que me ponga recostado y que pose sin miedo mi cabeza sobre su muslo, posición que me extraña pero tras insistir hago. Luego me pide que flexione mis piernas hasta tenerlas pegadas al tórax, piernas cerradas y manteniéndolas de esta manera con mis propios brazos, pidiéndome poco después que intente dejar mi mente en blanco, hablándome en voz baja casi en susurros, no dejando de decirme que escuche solo su voz, cosa que hago.

Minutos después, comienzo a sentir como desliza su mano a lo largo de mi costado, mano que comienza en mis hombros y tras llegar a mis nalgas, continua por piernas y finaliza en pies, repitiendo esto, pero en sentido contrario. Masaje que de alguna manera transmite calma y calidez, pero al mismo tiempo me hace sentir como un escalofrió que me recorre la columna vertebral. Me siento bien, pero al mismo tiempo… pienso que es una gilipollez. Llevo unos minutos que no sabría precisar, minutos que quizás podría ser un cuarto de hora al menos. Minutos que siento, como esa mano en vez continuar desde mis nalgas hacia mis muslos, coge y se desliza por mis nalgas, mano que acaricia mis glúteos… uuummm!!.

Acabando por decirme nervioso y titubeante que me girara, tumbándome sobre la esterilla, quedando de espalda a él, cosa que hago y este comienza a masajear mis hombros, espalda, nalgas y piernas, acabando por descalzarme y continuar por los pies (gracias a Dios que no huelen). Apartando las manos, veo como se levanta y se dirige hacia la puerta, cerrando esta y colocándole delante una banqueta, acabando por dirigirse hacia donde estoy, no deja de justiciarse sin llegar a decir yo algo. Este vuelve a arrodillarse, colocándose ahora sobre mis muslos, explicándome que me va a realizar un masaje de concentración, yo asumo y me dejo. Siento sus manos recorrer nuca, cuello, hombros e ir descendiendo hasta mi cintura, dedos que clava con suavidad y que como si supiera donde está el dolor, acaban por aliviarme. Viniéndome a la cabeza una duda, acabando por hacérsela saber, diciéndole…

  • “Oye… una cosa, no es que no desee que sigas, pero y las cámaras de seguridad, no nos estarán viendo el vigilante o cualquier persona del gimnasio”.

Este sin dejar de ‘aliviar’ mi dolor, e intentando aligerar tensiones, me responde…

  • “No te preocupes, si hay cámaras de seguridad ya que es un circuito cerrado, pero durante el día las tenemos desactivada en algunas partes del gimnasio, desactivada más por cumplir con los derechos y a la política de privacidad”.

Dice y me tranquiliza, dejándole hacer y que continuara, volviéndome a quedar callado. Sintiendo sus manos, manos que ascienden de nuevo para volver a descender, acabando en esta ocasión en mis nalgas, trabajándomela con firmeza… uuummm!!. Comenzando a sentir no precisamente la firmeza de sus manos o dedos, entrenador que elogia el trabajo que realizo, haciéndome saber sobre todo como se me ha puesto el trasero. Manos que comienzan a masajear mis nalgas, llegando a tirar de mis calzonas deportivas, descubriendo que no soy de los que lleva bóxer o short, sino que tengo un tanga. Justificándome al escuchar su expresión, diciéndole…

  • “Cuando vengo al gimnasio, me gusta más usar estas prendas al no molestarme tanto”.

Este no dice nada, simplemente no deja de magrear mis nalgas, comenzando a separar mis muslos tímidamente, ¡mientras su manos me transmite un ardor que… uuummm!!. Pero cuyos dedos poco a poco me iban a matar, quizás más aun al adentrarse entre mis glúteos… uuuffff!!. Acabando por soltarme de vez en cuando…

  • “Si te molesta… paro”.

Contestándole…

  • “No… no, para nada me molesta”.

Sintiendo como comienzan a masajear alrededor de mi orificio anal, perforando las yemas de sus dedos pero sin llegar a introducirla… ooohhh!!. Acabando por introducirme uno de sus dedos muy suavemente, momento en que reacciono, pues algo dentro de mí me hace reaccionar, movimiento que este coge y se echa sobre mí inmovilizándome. Soltándome…

  • “¿Dónde vas?, no te hagas ahora el estrecho que sabes que esto te gusta, además tú de estrecho tienes pocos, pues buenas pollas te han entrado ya”.

Dice y comienza a lamer mi oreja, descendiendo al tiempo que besa mi cuello… ooohhh!!, notando como me gusta, volviendo a besar y mordisqueármelo… uuummm!!. Hace mientras, ¡no deja de perforar mi orificio con uno de sus dedos… uuummm!!, dedos que aparta una vez que su boca desciende hasta mis nalgas. Echando a un lado la tira de mi tanga, ¡comenzando a lamer entre mis glúteos… ooohhh!!, lengua que arranca mis gritos al estar mordiendo la lona, sintiendo como escupe y ayudándose de sus dedos disfruta… uuummm!!. Volviéndome a decir…

  • “Uuuffff!!... cabrón que bueno estas, menuda putita éstas… echa, sobre todo sin pelos en toda tú ingle, o como tus genitales que no sé qué coño te has hecho, ya que no tienes… eeehhh!!”.

No respondo, ¡pues no es momento para dar explicaciones… uuummm!!, momento en que, con su otra mano comienza a juguetear con mi miembro, mano que magrea y me masturba… aaahhh!!. Soltándome…

  • “Te advierto que no voy a esperarte a llegar a los vestuarios o las duchas, ya sabes lo que te espera… verdad”.

Coge y separándose, me toma por las caderas y me hace entender que me ponga arrodillado, colocándome en posición de a cuatro, no deja de tocarme el culo y claro esta me gusta mucho. Sin quitarme mi tanga este pretende penetrarme, cosa que doy por hecho al sentir como posa una de sus manos en mi nalgas, mano que presiona al tiempo que siento como con la otra dirige su polla a mi culo, cuyo glande presiona ya mi orificio… ooohhh!!. Presionando varias veces pues no me entra, costándole introducirla, cosa más que evidente al sentir el grosor… uuuffff!!. Pero una vez dentro, comienza a moverse muy lentamente, como si deseara que me adaptara al grosor… ooohhh!!. Mientras no deja de acariciarme tanto cuello, hombro o pecho… uuummm!!, no dejando de moverse, acelerando poco a poco, sintiéndola cada vez más dentro… ooohhh!!. Aquello pensé que era enorme, no precisando porque aún no la había visto, pero tanto el grosor como la longitud debía de ser de órdago… uuuffff!!. Me soltaba de vez en cuando al oído…

  • “Uuuffff!!... como me pones, veo que tú eres de esos que le pone ser dominados… eeehhh!!, pues en mi vas a encontrar un puto amo que te va a marcar, te voy a convertir en mi hembra… eeehhh!!”.

Dice sin dejar de penetrarme, siendo cada vez más fuertes y profundas, embestidas cada vez más violentas… aaahhh!!. Volviéndome a soltar…

  • “Uuummm!!... perra como me tienes, hoy te estoy catando a medias, pero no te preocupes que la próxima vez me la comes… aaahhh!!, para luego preñarte como es debido… uuuffff!!”.

Siendo brutales sus embestidas y entre convulsiones hacerme saber que se estaba corriendo, dolorido y satisfecho, miro hacia atrás al sentir como la sacaba de mí… uuummm!!. Quedándome perplejo, no porque se haya puesto un preservativo, sino porque su polla era al menos de veintidós centímetros y muy gruesa… ooohhh!!. Fue sacarla y tras levantarse, cogió y se quitó el preservativo, acabando por reliarlo dentro de una servilleta, mientras me hacía saber que me levantara y me vistiera. Antes de salir, acabo por dirigirse hacia mí con la intención de darme un beso, cosa que rehuí sus labios, dando por entendido esto y me beso el cuello al tiempo que me palmeo el culo, soltándome…

  • “Anda vete para las duchas golfa, ¡vete que vas oliendo a macho de verdad… uuummm!!”.

  • “Venga puta… vete, ¡vete antes que te coja y te dome como tú amo que soy… mmm!!”, vete ya… a que esperas”.

Dice y tras tirar de mi brazo hacia él, vuelve a soltarme…

  • “Joder… cabrón, ¡mira cómo se me ha puesto otra vez… uuuffff!!, menuda zorra estas echa cabrona, ahora no te vas hasta que no te la comas… uuuffff!!”.

Dicho al tiempo que se magrea, sacándosela del interior de sus leggins, mostrándomela erecta y endurecida, asustado porque pretendía que la tragara. ¡Pero… oooooooooooohhh!!, perdonarme, pero se me ha alargado demasiado, no os enfadéis mucho, os prometo que os contare el final. Pero eso si… antes de dejaros, debo de agradecer tantos a aquellos que me leéis como los que me ponéis un comentario, ya sea mediamente al mismo portal de www.todorelatos.com como a mí email, pues por vosotros me dais animo a continuar, siguiendo a plasmar mis confidencias. Deseando haceros participe de alguna forma de cada una de ellas, no quedándome otra que plasmarla mediante confidencias, experiencias de mi vida. Un desahogo tan verídico como tantos, no plasmado como realmente sucedió pues los hechos y momentos son difícil de exponerlo con palabras. Dicho esto, os dejo y espero que os haya gustado, deseando recibir vuestros comentarios, ya sea a este portal como a mi correo. Claro está, mi email es: Jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto… jhosua1974@gmail.com).