Georgetta. Cap. 9

¡Hora de desayunar!

Parte 2: Mañana del sábado

Capítulo 9: ¡Hora de desayunar!

El vibrador se desconectó, y Georgetta hubiera jurado que podía sentir el sonoro clic a través de su cuerpo. Había estado cerca, ¡oh, tan cerca!, lo sabía. Ahora serían dos minutos más hasta que volviera a la carga. Intentó escuchar la música, intentó concentrarse mientras el orgasmo, que hacía solo unos segundos iba creciendo, empezaba el reflujo. La canción de Dave Matthews terminó y empezó la siguiente. Ahora se daba cuenta de por qué Chris había usado una pieza clásica mejor que una más moderna, las piezas clásicas suelen ser más largas, y era realmente difícil notar el paso del tiempo escuchándolas. Sin embargo la música más moderna tendía con precisión a las canciones de entre tres y cuatro minutos. Supo cómo esta canción alcanzaba el solo de guitarra que había durado unos dos minutos, y con bastante seguridad, sintió la vuelta a la carga del 'Mejor vibrador martirizador'. Ahora gimió en alto, sin volver a preocuparse por despertar a Chris.

"¡Chris! ¿Dónde estaba?" Eran casi las 9:50 en el reloj cuando se había bloqueado las muñecas, terminando su auto-atadura. El vibrador se había apagado y encendido dos veces, de modo que tenían que haber pasado las 10:00, ¿verdad? Para entonces la alarma ya se habría parado... ¿estaba él ahora allí delante observándola? Recordaba como le había contado que se había sentado a observarla la noche pasada, cuando ella había descubierto por primera vez todas las características de su pequeño juguete. Intentó flexionar las nalgas y retorcerse encima de la mesa. Estaba empezando a lamentar su propia minuciosidad. Descubrió que el borde de la mesa coincidía con la parte de abajo de la bragas y que apretándose contra el borde de la mesa podía mover la parte de abajo del vibrador, llevándola hacia un punto nuevo.

"Ummmmmmmffffff," exclamó cuando el vibrador se desplazó en su interior hacia un punto diferente y siguió palpitando. "Mmmmmm, ¡eso está mejor!" gimió.

"Ahí viene otra vez," pensó. Y mientras terminaba la canción, lo mismo hacía el movimiento del vibrador. "Dios, que mierda," pensó. "Vamos, Chris, ven aquí y haz algo." La siguiente canción empezó en sus oídos, una más lenta, más melancólica. "Qué apropiada," pensó.

Cuando estaba a medio camino, el vibrador se activó de nuevo una vez más. "¿Por qué, oh, por qué no usaría una de las otras selecciones normales?" pensó, pero sabiendo que había elegido la de activarse y desactivarse precisamente por esta razón. Se apretó contra la mesa, intentando mover el vibrador y de repente sintió que se deslizaba completamente en su interior. Se quedó quieta un momento, y luego se restregó contra el borde de la mesa, no podía sentir más el duro saliente del vibrador asomando y presionando contra la mesa, ¡se había metido las seis pulgadas del juguete completamente dentro de ella!

Aunque todavía podía rozarse contra el borde de la mesa. También se dio cuenta de que podía deslizar los pechos por el tablero. No era precisamente restregárselos, pero su propio peso y la presión de las pinzas eran más que suficientes. Sintió esta vez que se acercaba el orgasmo, supo que lo haría antes de la próxima pausa de dos minutos, y gritó de alegría mientras sentía que alcanzaba el orgasmo. Incrementó la velocidad de sus roces contra la mesa, disfrutando de la sensación del borde contra sus pechos y partes bajas. ¡¡¡Incluso la desconexión del vibrador no apagaría la excitación de esto!!! "SSSSSííííííííí ohhhhh SSSSSÍÍÍÍÍ, oohhhh dios mío, sssíííí!!!" exclamó a voces, sin darse cuenta de que su voz era todavía más alta porque no podía escucharla a través de los auriculares y la música.

Cuando el pulso dejó de acelerarse y el ritmo del corazón volvió a serenarse pensó de nuevo, "¿Dónde está Chris?"


Chris levantó la cabeza y miró alrededor somnoliento. Algo le había despertado. Miró hacia donde había dormido Georgetta y se encontró que su lado de la cama estaba vacío. "¿Georgetta?" preguntó hacia la habitación. "Georgetta, cariño, ¿dónde estás?" repitió.

Se sentó lentamente en la cama. Miró por encima y vio que la puerta del baño estaba abierta, así que ella no estaba allí. Miró a su alrededor y vio que había ordenado un poco las cosas. Su ropa estaba apilada en una silla del rincón y el montón de cosas negras del vestidor tenía que ser el atuendo que ella había llevado durante un momentito la última noche. Levantó la vista hacia la cadena que colgaba del techo y sonrió. "¡Uau, vaya noche!" pensó para sí mismo.

Salió de la cama y se dirigió al baño para aliviarse. El pene estaba ligeramente dolorido, pensó, el resultado de follar demasiado con Georgetta la última noche. Corrijo, se dijo, debido al folleteo de la última noche, ¡nunca es demasiado!

Volvió al dormitorio y entonces escuchó el primer gemido. "¿Georgetta?" volvió a preguntar, mirando en dirección a la sala de estar del apartamento. A grandes zancadas abrió la puerta del dormitorio y entró desnudo a la sala de estar. Echó un rápido vistazo a la habitación y se detuvo en seco ante la vista que tenía ante él en la cocina.

Su novia estaba atada de pies y manos sobre la mesa de la cocina. Llevaba medias blancas, bragas y sostén blancos, estaba atada a las patas de la mesa por un lado y luego cruzada sobre la parte superior de la mesa, boca abajo, con las manos, hombros y cabeza colgando del otro lado de la mesa. "¡Caray!" exclamó, mientras se dirigía hacia ella. Su pene, muy interesado en la vista que tenía ante él, empezó a empinarse.

Movía el culo un poco de lado a lado, presionando el bajo vientre y el coño contra la mesa. Vio el petate a un lado de la mesa, junto con el catálogo, y se dio cuenta de que había estado leyendo algo. Se encaminó hacia ella y vio con asombro lo que había hecho. ¡Nunca hubiera esperado que disfrutara tanto de su juego sado!

"Dios, vaya culo que tiene," pensó para sí. Se colocó tras ella, mirando con admiración sus piernas y su trasero. Casi inconscientemente la mano encontró el pene y empezó a acariciarlo. El trasero resultaba bellamente enmarcado por el liguero blanco y las medias. Cada cachete del culo, perfectamente formado y armónico, estaba partido de forma irregular por una tira blanca del liguero. Tenía un culo muy prieto y firme, resultado de muchas horas de aeróbic y ejercicios de muslos. Una minúscula franja blanca desaparecía en la raja de su culo y luego se ensanchaba ligeramente cubriendo el montículo púbico. Por los laterales sobresalían unos cuantos pelos oscuros.

Rodeando la mesa observó boquiabierto los arreglos que había tenido que hacer para atarse ella misma a la mesa. "¿Cómo lo había hecho?" se preguntó. Las manos estaban enganchadas juntas mediante una esposa, y luego esposadas a una cadena que se extendía entre las dos patas de la mesa en ese lado. Luego vio la otra cadena que iba desde debajo de la barbilla a aquella cadena de abajo. "¡Creo que me ha superado!" se planteó.

Le había llevado varias horas preparar las ataduras de la noche anterior, y no había estado seguro, hasta que ella se enganchó las muñecas a las cadenas y saltó de la jaula de leche, de que funcionara realmente. Había leído y estudiado varios catálogos sado, por no mencionar treinta o cuarenta relatos del foro UseNet 'alt.sex.stories.moderated' antes de haber conseguido hacerse la idea ¡y ella va y se la mejora a la mañana siguiente, usando solo su propia imaginación y las fotos del catálogo!

"Al menos utilizó mi idea respecto a los auriculares y la venda," pensó. Respiraba con dificultad, con suaves gemidos mezclándose con profundas inspiraciones, y, mientras daba la vuelta hacia su parte posterior, percibió el ligero hilillo de líquido que se escapaba por debajo de las bragas y goteaba por el muslo abajo. "Se acaba de correr," pensó. "Fueron sus gritos los que me despertaron," comprendió. Se agachó y colocó la oreja cerca de su trasero, bastante convencido de haber oído el zumbido del vibrador desde su interior.

Inspeccionó el tablero y el área circundante, buscando el control remoto del vibrador, pero no lo vio. Rápidamente volvió al dormitorio y se dirigió a la cama dejándose caer sobre las manos y rodillas para mirar bajo ella. Lo localizó cerca de la cabecera, donde había caído, lo bastante lejos como para que ella no lo viera durante su limpieza temprana. Se metió bajo la cama y lo agarró, luego tomó también la polaroid de la mesita de noche.

"Creo que ya es hora de que me divierta un poco con ella," pensó para sí. "Si tenía tanta prisa por atarse, supongo que tendré que dejarla que lo disfrute un rato." Volvió y se colocó tras ella. Observó cómo se restregaba contra la mesa, intentando rozarse los pechos contra el tablero. Realmente le gustaba observar su culo moviéndose en círculos. Y las piernas resultaban increíbles con los tacones, "¿eran estos los zapatos de tacón que llevó a la boda de Jim?" pensó. Si, lo eran. "Uau," pensó. Recordó lo excitante que estaba aquella noche, con su minivestido azul oscuro, con el escote y la raja, y la... "¡no seas idiota y dedícate a lo que lleva ahora!" pensó para sí mismo. Escuchó el clic del vibrador al desconectarse.

"Hummm, incluso ha usado la opción 'martirizadora'," pensó. Levantó la vista hacia el reloj y se fijó en el segundero. Se sentó e intentó concentrarse en el reloj, esperando que la manecilla segundera completar la vuelta y empezara su segunda rotación. Se dio cuenta de que seguía acariciándose y se esforzó en detener la mano. La picha estaba empinada en el aire, pidiendo permiso para follarse sonoramente y a fondo a la magnífica morena que tenía ante él, pero se contuvo.

Dejó sobre la mesa el control remoto y abrió la polaroid. Encuadró el culo en el visor y disparó la foto, con el arrastre del motor sonando con fuerza en la sala mientras la cámara escupía la imagen expuesta. Tomó la foto y la puso a un lado, y luego rodeó la mesa apuntando y disparando fotos a su novia atada. Mirando de reojo al reloj terminó el primer carrete y la recargó, y sacó varias más. La última fue un primer plano del culo, bellamente enmarcado entre los dos ligueros blancos.

Justo cuando el segundero se acercaba a la marca de 1:55 de su ciclo de dos minutos, movió el control remoto del vibrador a la posición baja. Juntó las imágenes ya reveladas de la polaroid y volvió al dormitorio con ellas, dejando a su novia con un vibrador palpitando silenciosamente un poco más lentamente de lo que ella había pretendido. Escondió las fotos en su maletín y luego sacó los calzoncillos y la sudadera de la pila de la silla y se vistió rápidamente. Volvió a la cocina y sacó la cafetera del aparador. Buscó por la despensa y encontró el café y empezó a preparar una cafetera, mirando de vez en cuando hacia su novia atada, gimiendo suavemente y todavía follándose al borde de la mesa.


Continúa en el capítulo 10: ¿Café, té o yo?