Georgetta. Cap. 6

¿Qué hacer con una muchacha desmayada?

Parte 1: Noche del viernes

Capítulo 6: ¿Qué hacer con una muchacha desmayada?

Chris se quedó allí, jadeando sonoramente, y sentía que su pulso se tranquilizaba. Georgetta estaba callada, sin hacer ni un ruido. Colgaba lánguidamente de la cadena del techo, su peso soportado parcialmente por los grilletes y cadenas de sus muñecas y parcialmente sobre la picha de Chris enterrada profundamente en su interior.

Lentamente Chris disminuyó el ritmo de sus embestidas desde el rápido golpeteo de pistón con que había llegado al clímax hasta que se detuvo, y luego, lentamente, sacó su pene flácido de dentro de ella. La cabeza del vástago salió del interior del coño con un suave sonido como de corcho.

"Uau," pensó para sí. Vaya un orgasmo, el que acababan de compartir. Giró sobre sí mismo torpemente, con los pies todavía enredados en los pantalones y los calzoncillos rodeándole los tobillos, y la miró a la cara. Tenía los ojos cerrados y respiraba suavemente.

"¡Georgetta!" la llamó. "¡Georgetta!" dijo de nuevo con suavidad. Alzó la mano y le acarició suavemente la mejilla. No se movió. "O está fingiendo o realmente se ha desmayado con ese último orgasmo," pensó Chris para sí.

Dio un paso atrás y se dirigió cojeando hacia la cama. Se sentó, se quitó rápidamente las botas, luego los pantalones y los calzoncillos. Alargó la mano hasta la mesilla y sacó varios pañuelos de papel de la caja, utilizándolos para limpiarse el pene. Un rápido golpe de muñeca envió el pañuelo en dirección a la papelera que había junto al tocador.

Mirando la forma suspendida de su novia desvanecida se le ocurrió una idea. Recostó la espalda en la cama y agarró el petate y rebuscó en él, encontrando rápidamente un juego de pinzas para pezones. Originalmente había pensado en incluir estas en el paquete que le había dejado en la puerta de la calle, pero pensó que podía impresionar un poco. El vibrador había sido un gran riesgo en su momento, porque no había estado seguro de si ella seguiría adelante si estaba incluido. Hasta ahora su vida sexual había sido bastante convencional. Increíblemente buena, pero nada más que lencería de diferentes tipos, todo muy básico. El vibrador y el cuero y las ataduras suaves habían sido realmente un gran paso a partir de aquella línea previa.

Se dirigió hacia Georgetta y admiró sus pechos. Los pezones estaban todavía erectos y duros, descansando hermosamente en la parte superior de sus maravillosos pechos firmes. Abrió la pinza de un extremo de la cadena y la llevó al pezón derecho. "Si está fingiendo esto provocará una respuesta," pensó. Cerró la pinza alrededor de la base del pezón, esperando un grito o un movimiento repentino. Georgetta siguió inmóvil, continuando solo la suave respiración y el movimiento del pecho.

Chris aplicó la otra pinza al pezón izquierdo y se echó hacia atrás. Las dos pinzas estaba unidas por una cadena dorada brillante, que hacía juego perfectamente con la cadena dorada que le rodeaba la cintura y el cuello, y los aros dorados de sus orejas. Entonó una silenciosa plegaria dando gracias de nuevo de que esta hermosa mujer se hubiera enamorado de alguna forma de él.

Recuperó el vibrador del suelo, donde lo había tirado, y volvió el anillo del fondo a la posición más baja, y luego se colocó tras ella. Se arrodilló y apretó la punta zumbadora del juguete contra los labios, presionando con cuidado contra ella. Con lo húmeda que estaba, tanto de su última corrida como de sus propios jugos, se deslizó dentro, y no tuvo problemas para introducirlo totalmente dentro de ella hasta que solo el botón final sobresalía de su cuerpo.

Las bragas que había llevado puestas durante la noche estaban todavía alrededor de una pierna, y las deslizó con cuidado por la pantorrilla y las colocó en su sitio sobre la cadera derecha. Enganchó el cierre sobre la cadera izquierda y centró el tejido sobre el vibrador, empujando con firmeza.

Se levantó y se colocó frente a ella, admirando su trabajo. "Se despertará de un momento a otro," pensó. "Tal vez debiera tomar un vaso de vino mientras la espero," y se encaminó hacia la cocina, todavía desnudo.


Unos minutos más tarde Georgetta abrió los ojos y miró alrededor, adormecida. Le llevo unos minutos comprender lo que pasaba, por qué tenía las manos por encima de la cabeza y por qué los pies empezaban a dolerle. Le llevó otros cuantos minutos comprender que aquella sensación de zumbido estaba dentro de ella. Pero lo que realmente le estaba provocando algún desconcierto era por qué sentía un hormigueo tan considerable en los pechos, hasta que miró hacia abajo y vio la cadena y las pinzas de sus pechos y pezones.

Los pechos de Georgetta eran increíblemente sensibles, y la presión de las dos pinzas, incluso con lo pequeñas que eran, era bastante intensa. Se mordió el labio cuando la presión de las pinzas, combinada con el zumbido del vibrador empezaba a hacerla saltar hacia otra colina orgásmica. Volvió la cabeza a uno y otro lado, intentando pillar a Chris, pero no vio ni rastro de él. Los pantalones, las botas y la camiseta negra de Harley Davidson estaban esparcidos por el suelo, alrededor de ella, de modo que supuso que él estaría todavía por allí. Incluso aquel pequeño intento de movimiento le provocó una sacudida en los pechos, libres ahora del soporte del sostén, y sintió la sensación de hormigueo en los pezones, debida a las pinzas sujetas a ellos, cuando los pechos se balancearon.

Hasta ahora había disfrutado de la noche, pero esto ya era demasiado. Era hora de llamar a Chris aquí y parar esto, pensó. "¿Cuál era la palabra que había escrito en esa carta que le permitiría parar esto?" pensó para sí misma, y al cabo la recordó. "¡¡¡Thunderbird!!!" gritó. "Thunderbird, Thunderbird, ya, Thunderbird. ¡¡Dios, el maldito y jodido Thunderbird ahora mismo!!" gritó por encima del hombro en dirección a la puerta del dormitorio.

Chris entró a los pocos segundos y dio la vuelta para colocarse delante de ella. "Hola cariño," dijo. "¿Me decías algo?" preguntó, sonriente. Estaba desnudo ante ella con dos vasos de vino. No pudo evitar mirar hacia abajo para encontrarse con que ya estaba semierecto.

Georgetta respiró hondo, y luego con toda la claridad y calma de que fue capaz le dijo, "Dije Thunderbird, es hora de hacer una pausa en esto." Se sorprendió a sí misma por haber dicho "pausa" y no "terminar". "¿Puedo de verdad estar pasándomelo tan bien con esto?" se preguntó. Y luego sintió otra punzada de aquella parte de su cuerpo que se negaba a escuchar su pensamiento lógico. Una protesta del animal sexual que había dentro de ella, que respondía a las sensaciones que el vibrador estaba engendrando en su interior, que le estaban provocando que en el interior de su coño se produjeran pequeñas oleadas de placer, atravesando su estómago y sus pechos y pezones.

Chris levantó uno de los vasos, poniéndolo en contacto con su pezón derecho. La frialdad del vaso, acoplada con la sacudida física, la sorprendieron, y pegó un respingo. Sintió una punzada en el pezón, dentro de la pinza metálica, que envió un espasmo de placer y dolor que le cruzó el pecho. Sintió como si los pezones estuvieran directamente conectados a los nervios del interior del coño, y que ambos conjuntos de terminaciones nerviosas fueran directamente al centro del placer de su cerebro.

Volvió a respirar hondo y decidió probar una estrategia diferente. Cambiando a la voz más excitante y sensual que pudiera mostrar, le dijo, "¡Sácame de aquí y te proporcionaré el polvo de tu vida!" Se dio cuenta de que ella también lo creía. Estaba increíblemente excitada, y deseaba sentir de nuevo su picha enterrada muy dentro de ella.

"Te das cuenta de que podría mantenerte atada toda la noche y seguir follándote todo lo que yo quisiera, ¿verdad?" le dijo, y tomó otro sorbo de vino. "Gané la apuesta, ¿verdad? ¡Y eso significa que puedo hacer contigo lo que desee durante toda la noche!"

Cuando Georgetta empezaba a replicar, Chris le llevó el vaso de vino que estaba junto a su pecho derecho hasta la boca y lo inclinó ligeramente hacia ella, permitiéndole que diera unos sorbos. El vino estaba fresco y refrescante, y ella se inclinó hacia delante para dar otro trago, dejando que su respuesta inicial de "¡Qué te jodan, capullo!" se desvaneciera mientras pensaba en una respuesta mejor. Si realmente decidía dejarla atada, bueno, estaba bastante fastidiada. Por otra parte, ¿cuándo había sido la última vez que había tenido cuatro orgasmos o más en tan poco tiempo? La estaba mirando a los ojos, observando su respuesta mientras terminaba de beber el vino.

Sin embargo antes de que pudiera responder, se alejó de ella y fue al tocador a dejar los vasos. A su pesar se encontró admirándole mientras se movía, con los músculos de su cuerpo tensándose mientras andaba por la habitación, recogía el petate y volvía adonde estaba ella. Su pene estaba aún semiflácido, pero mostraba signos de recuperar su propio tamaño, balanceándose mientras cruzaba la sala.

"Está bien, continuaré," contestó finalmente, cuando se detuvo ante ella. "¿Qué vamos a hacer ahora?" le preguntó. "¿Vas a dejar esta cosa dentro de mí todo lo que dure la noche?"

No respondió, y luego se quedó aterrada al verle sacar una cámara de la bolsa.

"¡No me vas a sacar fotos con esta pinta!" le gritó.

Levantó la cámara, y disparó el flash. Escuchó el movimiento de arrastre cuando la polaroid escupió la primera foto.

"Tengo también cinco paquetes de fotos," le dijo. Empezaba a gritarle de nuevo cuando la cámara volvió a dispararse, cegándola con el flash. Otra foto sado salió por la parte delantera de la cámara. Percibió fugazmente su silueta al moverse hacia su costado, y luego otra vez el fogonazo. Un segundo más tarde un nuevo disparo desde la espalda y luego otro más.

Luego sintió sus manos en el culo, y luego en las bragas, tirando del tejido. Sentía como si estuviera tirándole de las bragas, y luego notó que el vibrador empezaba a deslizarse lentamente fuera de ella. Intentó apretar los músculos en torno al juguete sexual para mantenerlo dentro, pero comprobó que seguía deslizándose hacia fuera. Luego otro fogonazo salió de la cámara.

"Quería una foto tuya con el vibrador parcialmente dentro de ti. Estás increíblemente excitante, Georgetta," le oyó decir desde detrás de ella. Luego gimió cuando sus manos agarraron el vibrador volviendo a empujarlo dentro de ella. Le notó mientras le reajustaba las bragas y luego sus manos se apartaron de ella.

Volvió a colocarse ante ella, mirando las imágenes que se revelaban lentamente en las placas polaroid. Mantuvo en alto la primera de ellas para que pudiera verla, y a su pesar miró la imagen de la morena atada reflejada en ella. Vio una foto de sí misma, su expresión de sorpresa, el reflejo del flash en sus ojos y en su bisutería, incluida la cadena entre sus pezones. Sus dos pezones aparecían rojos y oscuros en la imagen, y miró hacia abajo hacia sus pechos, comprobando que la cámara había captado con precisión el color. Le mostró las otras imágenes, una tras otra, mostrando su rostro y su cuerpo atado. Un primer plano de la cabeza y el pecho, con los pechos desnudos y las pinzas de los pezones. Una foto de perfil, mostrando claramente sus pezones erectos. Una trasera, mostrando las piernas separadas en X por la barra que había entre ellas, las piernas con medias y el culo enmarcado por el liguero, la estrecha franja de las bragas entre los carrillos del culo. La imagen del vibrador metido a medias dentro del coño. Todas las fotos mostraban una muchacha claramente excitada pero atada, dispuesta a más. Sabía que tenía un aspecto bastante increíble, incluso aunque pareciera que acababan de follársela. Tomó nota mental para asegurarse de retirar aquellas fotos de su poder antes de que acabara la noche.

Él se arrodilló y le sacó otra foto, enfocando la parte delantera de sus bragas, y luego se puso en pie. "Bien, ya basta de fotografía por ahora," y cruzó la habitación, dejando las fotos en la mesita de noche.

"¿Qué me vas a hacer ahora?" le preguntó mientras volvía hacia ella.

No respondió, pero en lugar de ello dobló una rodilla delante de ella. Estando como estaba, con las piernas separadas por la barra que tenía sujeta a los tobillos, se sentía totalmente expuesta a él, aunque supiera que le había vuelto a poner las bragas. Sintió que subía las manos y soltaba el enganche lateral de las bragas y luego las deslizaba por la otra pierna. Agarró el vibrador, pero le pareció que sus dedos resultaban repentinamente chapuceros, cuando giraban y daban vueltas al extremo varias veces dentro de ella, antes de agarrarlo con una mano. Cerró los ojos, gimiendo sonoramente y sin que le preocupara en absoluto. Sentía que su cuerpo le traicionaba, negándose a responder a su dirección y a sus órdenes. Solo podía pensar en lo increíble de las sensaciones que sentía en los pechos y coño en aquel momento.

"Eso no es jugar l-l-l-limpio," balbuceó.

Y luego sintió que retiraba el vibrador de su interior. Abrió los ojos y los bajó, para verle girar el botón del fondo y desconectarlo, dejándolo abajo, sobre la jaula de leche cercana a sus botas. Suspiró suavemente y él le sonrió. Se levantó y le pasó las manos por detrás del cuello, y pudo notar como buscaba a tientas en el collar. Podía sentirle apretarse ligeramente contra ella, su pecho contra sus pechos y pezones, restregando su pene. Las caderas se le movieron, pensó que involuntariamente, intentado apretarse contra su vástago. Le sonrió inocentemente.

Bajó las manos sujetando un extremo del collar en cada mano, y tomó de la cadena las llaves plateadas. Se arrodilló entre las piernas y le desenganchó la barra del tobillo izquierdo, luego se volvió e hizo lo mismo en el derecho. Mientras le miraba como le soltaba las piernas, la asaltó una idea, y volvió hacia dentro las manos y muñecas, agarrando con firmeza los extremos de la cadena enganchados a sus muñecas. Después de que le desenganchara el tobillo derecho, liberando sus piernas, y cuando empezaba a levantarse, tiró de la cadena y le pasó las piernas alrededor de la cabeza, empujándole la cara directamente contra el coño. Bloqueó los embotados tobillos tras su cabeza y descansó los muslos sobre cada hombro, situando el coño húmedo y muy palpitante directamente delante de sus labios y lengua.

Chris levantó las manos y la agarró de las nalgas, una en cada mano, y sintió que momentáneamente se tambaleaba debajo de ella mientras recuperaba el equilibrio. Intentó tirar con más fuerza de las cadenas para levantar el peso por encima de él, y luego notó que volvía a equilibrarse. La desplazó en sus manos, soportando una mayor parte de su peso y ella se desplazó también, dejando que una parte de la tensión de sus muñecas se relajara.

Sintió su lengua entre las piernas y luego presionando entre sus labios para lamerle con fiereza el clítoris. Echó la cabeza atrás y cerró los ojos, y un gemido de pura lujuria se escapó entre sus labios. "Oh, dios mío, oh, dios mío, ooh dios mío," exclamó mientras Chris ponía a trabajar su lengua de arriba abajo, sobre los labios y el clítoris, follándosela con la lengua y provocándola. Sintió el apremio y levantó las piernas y le rodeó la cabeza, atrapándolo entre los muslos y dejando que el peso descansara sobre sus hombros, mientras el orgasmo se adueñaba de ella. "¡Oh, dios mííííoooo!" gritó, dejando que las palabras salieran lentamente de sus labios, mientras la mágica lengua de Chris mantenía la presión sobre su tierno clítoris.

Lentamente Chris detuvo la acción de la lengua entre sus piernas, y ella sintió que las manos la hurgaban lentamente, apartándole los muslos de su cabeza. Guió con cuidado cada uno de sus pies embotados en su regreso al suelo y luego se enderezó ante ella.

"Sé que disfrutas de verdad con eso, pero me estabas cortando el paso de oxígeno, amor mío," le dijo. Alzó las manos para acariciarle suavemente los pechos y llevó los labios hasta los suyos en un beso. Ella le devolvió el beso, con fuerza y fiereza, paladeando su propio sabor en sus labios y su lengua. Sus lenguas intercambiaron golpes y embestidas. Luego sintió que le pasaba los pulgares por los pezones y tiraba ligeramente de la cadena, lo que hizo que sus doloridos pezones fueran atravesados por oleadas, y le besó con más fuerza.

"¡Eso no formaba parte de mi plan!" le dijo, pero su sonrisa le comunicó que también él había disfrutado de su poquito de rebelión. Otra idea la asaltó, y se preguntó si terminaría de desatarla. Se relamió los labios de forma sugerente, y le preguntó. "¿Vas a terminar de desatarme, semental?" Intentó sonreírle con su expresión más atractiva, "¡Coño! ¿No soy tan preciosa y maravillosa y todos los hombres hacen lo que les pido?" Había usado esa expresión patentada con él y siempre había tenido éxito en conseguir que hiciera lo que ella quería. Una bajada o dos de las pestañas terminó de poner el anzuelo.

Se echó atrás y se inclinó hacia el suelo, recogiendo las llaves de donde se le habían caído de las manos. Se irguió y levantó las llaves hasta sus muñecas, soltando un extremo de la cadena del grillete de su muñeca derecha. Dejó ir ese extremo de la cadena y le bajó con cuidado ambos brazos. La cadena, que todavía estaba enganchada a su muñeca izquierda, empezó a deslizarse por los anillos de la viga del techo, y él cazó el extremo de la cadena y luego desenganchó también el cierre de aquella muñeca. Ella le pasó los brazos alrededor de los hombros y le atrajo hacia sí para dedicarle otra serie de apasionados besos.

De repente le dio un fuerte empujón. Ligeramente desequilibrado, cayó de espaldas sobre la cama que estaba detrás, mirándola.

"¡Maldito hijo de puta!" le gritó ella. Dio dos pasos hacia la cama para colocarse delante de él y se colocó las manos en las caderas, intentando conseguir su aspecto más alocado e intimidatorio. "¡¡¡Gilipollas!!!" le gritó (aunque le costó hasta la última brizna de control no haberse lanzado inmediatamente encima de él y ponerse a besarle durante horas).

Chris se apartó ligeramente de ella, gateando hacia atrás sobre la cama. Su cara mostraba una expresión de confusión. Ella miró al espejo que había junto a la cama, encima de la mesa, y se echó un vistazo a sí misma. Tenía el pelo despeinado y echado a un lado. Los pechos estaban rojos y estirados, los pezones erectos y la cadena que había entre los pezones brillaba bajo las luces que había junto a la cama. Las medias negras estaban todavía de alguna forma rodeando los muslos. Tenía un aspecto increíblemente atractivo y lo sabía. ¡Nuevamente se dio cuenta de que las fotos la habían pillado bien guapa!

Se subió a la cama con cuidado, manteniendo el equilibrio sobre los tacones, mientras el colchón cedía ligeramente bajo cada pie embotado, ignorando de nuevo los mensajes que el cuerpo enviaba al cerebro, y se colocó sobre él, mirándole airada. Él estaba sobre la cama, echado hacia atrás, descansando la parte superior del cuerpo sobre los codos, mientras la miraba. Había desconcierto en su rostro, sin estar seguro de lo que decía o quería decir ella, mucho menos respecto a lo que fuera a hacerle. Le sabía confuso. Sin embargo su polla no participaba de la confusión, tiesa en el aire, apuntando hacia ella.

Le colocó una bota a cada lado. Levantó la puntera de su bota derecha y le dio un golpecito en la picha con la punta. "¿Qué es esto, pedazo de mierda? ¿Esperas follarme después de lo que me has hecho esta noche?"

Miró la puntera mientras la apretaba contra la punta de su picha. Ella disfrutaba, viéndole un poco atemorizado ante ella. Pero ya era suficiente, pensó para sí. Apartó el pie de su picha y avanzó hacia sus caderas, colocando los pies a cada lado de ellas. De repente se sentó, agarrándole el pene con cuidado y empalándose en él, guiándolo suavemente al interior de su coño húmedo. Las rodillas se apoyaron a ambos lados de su pecho, y se dejó caer completamente encima de él.

La sensación repentina de él penetrándola a fondo fue increíble. Echó la cabeza atrás y gritó de placer con la cabeza hacia el techo. Bajó la cabeza y le miró, y luego se echó hacia delante y le besó con fuerza en los labios. Apoyó los brazos en su pecho y se irguió, elevándose por encima de su pene solo para volver a desplomarse, hundiéndole aún más a fondo en su interior. Empezó a moverse encima de él, follándoselo lenta y deliberadamente, elevándose y dejándose caer de nuevo sobre él. Se recuperó lentamente de la sorpresa y empezó a mover las caderas a su ritmo, devolviéndole golpe por golpe. La agarró de la cintura con las manos y la elevó ligeramente permitiéndola embestir de nuevo hasta las profundidades.

Siguió su mirada hacia la mesilla de noche y vio que era lo que él estaba mirando, la cámara Polaroid. Avanzó una mano y la agarró, y luego se la llevó hasta el pecho y la apuntó hacia ella. Le sonrió todo lo seductoramente que pudo mientras hacía la foto, momentáneamente cegada por el fogonazo. Se levantó saliéndose de su polla hasta que solo la punta del vástago estuvo dentro de ella, y él apuntó la cámara hacia el punto por el que estaban unidos y volvió a disparar. Lentamente volvió a deslizarse sobre él, olvidando la cámara y escuchando el clic y el arrastre cuando la cámara obtuvo otra imagen. Luego le vio dejar la cámara sobre la cama.

A continuación levantó las manos y le agarró ambos pechos. Sintió que los dedos se dirigían al pecho izquierdo y agarraban la pinza del pezón. La soltó y ella se quedó sin aliento cuando la sangre volvió apresuradamente a su pezón hinchado. Dejó de moverse y se quedó allí, colgando sobre el pene que estaba dentro de ella, mientras las sensaciones de su coño le recorrían todo el cuerpo y subían hasta el pecho. Sentía como si todos los impulsos sexuales de la totalidad de su cuerpo estuvieran, de alguna forma, enlazados con la punta del pezón izquierdo, gritando de agonía y liberación mientras sentía que la sensibilidad volvía al pecho. Él avanzó la cabeza y le besó el pecho, lamiéndolo suavemente y acariciando el pezón y la aureola.

Llevó las manos hacia el otro pecho, pero para su propia sorpresa le alcanzó y le detuvo. Le agarró los dedos y se los llevó a los labios y los besó. "Déjala," le dijo. "No estoy segura de que pueda... soportar... lo... si sueltas... esa... también..." le dijo entrecortadamente, con palabras rápidas y sin aliento. 'Dios, como duele,' pensó ella, '¡pero también sienta bien, de una forma extraña.'

Dejó caer las manos sobre sus hombros y empujó hacia arriba, levantándose de nuevo lentamente. Se acomodó en un movimiento de vaivén, levantándose y dejándose caer con un ritmo sensual. Él la observaba, con cara de asombro, mientras se lo follaba adelante y atrás. Cada pocos segundos se dejaba bajar lentamente y contraía los músculos vaginales, dándole a su polla un amistoso apretón. Sabía que le encantaba. Le miró a la cara y pudo ver que se estaba acercando.

Detuvo su movimiento y, con cuidado, llevó primero un tacón y luego el otro, hasta las caderas. Levantó las manos por encima de él y se agarró con ellas al cabecero de la cama. Flexionando los músculos de los muslos y tirando del cabecero se elevó, saliéndose casi enteramente de su picha, y luego volvió a descender sobre él. Sabía lo que pretendía y utilizó sus manos para soportar los muslos y el trasero, y juntos empezaron el movimiento. Esta era su postura favorita, y era increíblemente estimulante para ambos, pero ella sabía que ninguno de los dos aguantaría mucho haciéndolo. Esto la abrió para él, y le sintió embestir muy a fondo en su interior, mientras descendía sobre su picha, sintió la cabeza de su nabo alcanzar la cérvix y apretarse contra sus entrañas. Luego retrocedió y se salió de él para disfrutar el siguiente golpe bajo.

De repente se dio cuenta de que el extremo libre de las pinzas de los pezones se había enganchado en la sábana y, cuando se alzaba sobre su picha, tiraba con fuerza de su pecho, y gritó mientras se soltaba rápidamente de la sábana, liberándole el pecho. "¡Aaauuuuu!" aulló, pero rápidamente le detuvo la mano cuando la dirigía hacia su pecho para soltar la pinza. "Déjala solo un poco más, creo yo," le dijo, dejando salir las palabras, parpadeando a causa de las lágrimas momentáneas de sus ojos.

Clavó los ojos en él y luego miró hacia abajo para ver su pene desaparecer dentro de ella e incrementar el ritmo del movimiento de arriba abajo. Con un pie a cada lado de sus caderas sus muslos, pantorrillas y, lo más importante, los músculos de su coño, estaban bien tensos, consiguiendo un agarre muy apretado sobre su pene. Podía sentir hasta el más minúsculo movimiento cuando se elevaba sobre él y luego empujaba hacia abajo. Además sabía que aquella increíble tensión era el mayor estimulante para él.

Tras ocho o diez movimientos de subida y bajada, flexionó los músculos internos alrededor de su dardo, y luego se dejó caer sobre él, llevándole muy adentro. Esto resultó demasiado para él, y le vio y oyó gritar, mientras explotaba en su interior. Podía sentir el líquido manando a raudales, mientras se agitaba hacia atrás y adelante sobre su duro dardo. Se elevó sobre él una última vez y luego se dejó caer, llevándole de nuevo a sus profundidades, y se corrió también. La fuerza de su piernas se desvaneció y sintió como la levantaba ligeramente, arriba y abajo, utilizando solo los músculos de sus brazos, continuando con las sensaciones de embestida. Finalmente dejó de levantarla y se derrumbó sobre él, cubriendo su rostro y su cuello con sus cabellos.

Levantó la vista hacia ella y le dijo "Thunderbird". Se dejó caer sobre su pecho, riéndose. Podía sentir las pequeñas lágrimas de sus ojos mientras le miraba y le sonreía. "Te salió el tiro por la culata, ya sabes..."

Chris la miró y sonrió, y la besó.


Continúa en la Parte II que prosigue este relato en la mañana del domingo con el

Capítulo 7: Experimento matutino