Georgetta. Cap. 3

Escenas de una novelucha de amor

Parte 1: Noche del viernes

Capítulo 3: Escenas de una novelucha de amor

Donna salió de la habitación del hotel, cerrando de un portazo, enfadada. Acababa de pillar a su amante, Jeremy, en la cama con su mejor amiga y casi dama de honor. Realmente había sido la casi dama de honor de su casi boda con David, y eso fue el último año, antes de que la boda se hubiera deshecho y luego ella había empezado a verse con Jeremy, pero todavía... lo irónico de todo ello la dejaba atónita.

Cruzó el vestíbulo del hotel, sus tacones resonaban fuertemente contra el suelo de madera pulida. Este era su hotel favorito en Filadelfia, el Ritz Carlton, y le encantaban su lujo y opulencia increíbles. Le encantaba, normalmente, pensó. Ahora la sangre le hervía y los pensamientos le cruzaban salvajemente la cabeza. Pulsó el botón del ascensor y se quedó allí en pie, mirando hacia atrás por el corredor, a la habitación donde estaban Jeremy y Lauren, probablemente retirando los cubos de hielo de las sábanas de la cama. Donna se rió al recordar su reacción. Había entrado en la habitación, después de sonsacar a la secretaria de Jeremy que tenía planeado pasar la noche en el hotel. Había sobornado a la doncella de turno para que la llevara a la habitación y se había colado por la sala de estar de la suite, intentando sorprenderle en el dormitorio.

Sin embargo cuando abrió la puerta de la habitación se los había encontrado allí, la cabeza y los hombros de Jeremy enterrados entre las piernas de Lauren.

Lauren acababa de dejar escapar un largo suspiro cuando abrió los ojos para encontrarse con Donna mirándoles.  Donna se abalanzó furiosa al vestidor y agarró el cubo con hielos que había allí. Se volvió y arrojó el contenido sobre la pareja entrelazada, empapando a los dos y la cama con el agua helada y los cubitos de hielo. La botella golpeó a Jeremy en el culo. "¡Maldito hijo de puta!" le había gritado a Jeremy. "Y tú, ¡putilla traidora!" le había gritado a Lauren. "Os merecéis mutuamente," les había gritado a los dos, mientras le chillaban a causa del agua helada. Luego se había vuelto y había salido furiosa de la habitación. El ascensor abrió las puertas y entró. Vio que la puerta de la suite se abría y Jeremy salía trastabillado mientras las puertas del ascensor se cerraban. Pulsó el botón del nivel 3 del aparcamiento y se recostó contra las paredes de la cabina. Aunque intentaba luchar contra ello sintió las primeras lágrimas mientras la cabina recorría el  espacio del piso más alto del hotel hasta el nivel más bajo del garaje.

Se abrieron las puertas y salió a toda prisa de la cabina. Ahora lloraba abiertamente y ciertamente no quería que la vieran en ese estado. Mientras rodeaba la esquina del garaje hacia donde había aparcado su Beamer, rebuscó en el bolso, sacando las llaves y el mando remoto. Se esforzó para intentar ver el mando a través de sus ojos llorosos y apretó el botón de desbloqueo. Su Beamer emitió un sonido y encendió las luces, abriendo las puertas para ella.

Mientras se acercaba al coche escuchó pasos tras ella. Un cuerpo grande vino desde atrás y la agarró de la cintura y le tapó la boca con una mano. La alzaron del suelo y la llevaron a la parte trasera del coche. La mano que le rodeaba la cintura cambió de sitio y le agarró la muñeca encontrando el mando remoto y apretó un botón haciendo que se abriera el maletero. Intentó gritar y revolverse contra su asaltante, pero fue introducida brutalmente en el maletero y encerrada dentro mientras el atacante desconocido lo cerraba de un portazo encima de ella. Escuchó que se abría la puerta delantera y momentos más tarde el motor se puso en marcha. Fue bamboleada en el maletero, mientras el Beamer daba marcha atrás dentro del aparcamiento y subía por las rampas del garaje. Se golpeó la cabeza con algo y se desmayó.


Georgetta detuvo la lectura para tomar otro trago de vino. Le encantaban las noveluchas, y le encantaba especialmente la escena en la que Donna les echaba agua helada por encima a los dos amantes. Aunque este giro final en el que la estaban secuestrando era interesante. "¿Va a secuestrarme Chris esta noche?" se preguntó para sí misma. "¡Más le vale que no intente meterme en un maletero!" pensó con sonrisa insegura.

Georgetta soltó el vaso de vino, se reajustó la falda, que seguía insistiendo en subírsele, y siguió leyendo.


Donna abrió los ojos y se encontró en la oscuridad. Parpadeó varias veces pero seguía sin poder ver nada. Luego se dio cuenta de que tenía los ojos vendados. Aún peor, ellos, quienquiera que fuesen, también la habían amordazado. Tenía un sabor raro en la boca.

Intentó escupir pero se encontró con que no podía. Le llevó unos minutos recolocar sus pensamientos y entender lo que estaba pasando. Sentía como si estuviera tumbada de espaldas hasta donde podía comprender. Algo suave, lo más probable una cama.

Intentó mover los brazos pero se dio cuenta de que estaban enganchados por encima de su cabeza. Lo mismo que las piernas. También podían notar que estaban atadas a alguna otra cosa. Básicamente estaba atada en equis, con los ojos vendados y amordazada. También sentía un poco de frío pero todavía podía notar los tirantes del sostén cruzándole el pecho y la cinturilla de las bragas. De modo que no estaba desnuda, aunque tampoco totalmente vestida. "Esto no es bueno," pensó para sí, y no por primera vez.

Tiró de cada brazo, y luego intentó mover las piernas, pero no había manera. Estaba bien atada y no iba a ir a ningún sitio hasta que alguien decidiera soltarla. Escuchó la puerta principal y pasos que se aproximaban a la cama. Volvió la cabeza en la dirección del sonido pero seguía sin ver nada, la venda la privaba de toda la visión. Luego sintió dedos en los lados de su rostro. Se apartó, y luego se dio cuenta de que le estaban acariciando la cara, no haciéndole daño. Sintió que la mano trabajaba lenta y suavemente bajando por la mejilla y oreja, hasta el cuello, acariciando y tocando los costados del cuello y la parte de debajo de la barbilla. A la primera mano se unió una segunda, alternando entre los lóbulos de las orejas, el cuello y la barbilla.

A su pesar Donna pensó que resultaba bastante agradable. Las manos se detuvieron y oyó pasos retirándose de la cama. Luego empezó a oír música. Era jazz. Por alguna razón le hizo pensar en su ex-novio, siempre le había encantado escuchar jazz, y con frecuencia habían hecho el amor con los sonidos del jazz en el equipo de música. Luego oyó pasos aproximándose de nuevo y luego la espera y la sensación de que alguien se sentaba en la cama junto a ella. Las manos regresaron, acariciándole y tocándole el cuello y el rostro, trasladándose de vez en cuando a la parte alta del pecho. Luego sintió las manos en la mordaza, aflojándola. Se la retiró de la boca. Donna ejercitó la lengua, los labios, y la mandíbula, intentando humedecer su boca seca. Luego le salpicaron la boca con un poco de líquido. Lo paladeó y comprobó que era agua.

Una mano pasó por detrás de su cuello y le levantó la cabeza y le colocaron un vaso contra los labios permitiéndole beber. Dio varios tragos antes de que le retiraran el vaso.

"Por favor déjame..." empezaba a decir cuando sus labios fueron cubiertos por los de él. Sorprendida rehusó el beso, pero él le colocó las manos a ambos lados de la cara y la volvió hacia él.

La besó de nuevo, aunque ella no devolviera el favor. Pero había algo extrañamente familiar en su beso...

Luego sus labios estaban en el cuello, y mordisqueaban suavemente los laterales del cuello, arriba y abajo, y hasta aquel pequeño punto del lado derecho de su cuello que era tan sensible, y luego de vuelta a los labios. Esta vez, para su propia sorpresa, devolvió el beso. Sus labios abandonaron los de ella y volvieron al punto sensible del cuello. La recorrieron hacia abajo, hasta la parte superior del pecho y la parte de arriba de sus pechos en tensión, besándolos y metiendo la nariz entre ellos. Sintió que sus manos alcanzaban la parte de atrás en busca del cierre de su sostén, ¡y se dio cuenta de que estaba levantando ligeramente la espalda del colchón para ayudarle!

"Solo hay dos hombres en este mundo que saben lo sensible que es ese punto de mi cuello," pensó para sí mientras el misterioso extraño terminaba de quitarle el sostén y empezaba a besarle los pechos. "Uno era su ahora ex-amante Jeremy, al que había dejado en la habitación del hotel con aquel putón de Lauren, el otro era su ex-novio David. Pero ¿cuál de los dos era el que estaba haciendo esto? No podía ser Jeremy, nunca hubiera podido bajar al aparcamiento del hotel con tiempo para cogerla por detrás. Eso quería decir que tenía que ser... Luego sintió aquella peculiar sensación de mordisqueo en su pecho izquierdo y supo que lo era.

"¡David! David, ¡suéltame hijo de puta! ¿Cómo te atreves a hacerme esto?" le chilló. Un sonido de risa ahogada le hizo saber que sus suposiciones eran correctas. "¡Quítame estas cuerdas, cabrón!" le gritó, intentando girar el cuerpo y retirar los pechos de sus besos.

"Tranquila, amor mío, o tendré que volver a ponerte la mordaza," le dijo. "Limítate a estar ahí tumbada y disfrutar de las atenciones de esta noche." Bajó los labios de sus pechos, mordisqueándole suavemente el estómago y acariciando el espacio de piel justo encima de su femineidad. Sintió que le agarraba el tejido de las bragas con ambas manos y escuchó el sonido que se produjo cuando le rasgó un lateral del tejido. Sintió que le bajaba lo que quedaba de la prenda por la pierna izquierda y se quedó sin aliento cuando apretó los labios y la lengua contra su punto más sensible.

Pese a sus gritos para que parara, que ellos habían roto, que no quería que le hiciera esto, que era un cabrón y la había dejado por otra mujer, David siguió con sus manifestaciones de afecto hacia su femineidad, y podía sentir como crecía en su interior la excitación. Sus protestas murieron mientras se veía arrastrada por las exóticas sensaciones que él provocaba dentro de ella. Luchó débilmente contra las ataduras que sujetaban sus manos y luego se dio por vencida, permitiéndole que la tomara. Cuando llegó el momento se agitó extasiada y se dejó ir permitiendo que sus emociones y sentimientos se apoderaran de ella.

Luego él estaba dentro de ella. Sintió su virilidad penetrar profundamente en ella, y se encontró levantando las caderas para recibirle, para sentirle. Se movieron juntos, empujando ella hacia arriba, él metiéndose en ella, como en los viejos tiempos. Rápidamente encontraron su acostumbrado ritmo, y se empezaron a mover como uno solo. Le oyó gritar mientras alcanzaba la liberación y se agitaba dentro de ella, antes de dejarse caer encima.

Al cabo de un rato elevó las manos y le quitó la venda de los ojos. Entornó los ojos ante la luz, notando que procedía de unas cuantas velas que él había colocado rodeando la cama. Miró a su alrededor y ¡reconoció el decorado y los muebles del Ritz Carlton! ¡Ni siquiera había salido del hotel!

Cuando empezaba a pedirle explicaciones él volvió a dejar caer sus labios en su femineidad y con más languidez que la primera vez. Le pareció que pasaban horas y horas, con ella tumbada allí sobre la cama. Podía sentir como las sábanas se humedecían debajo de ella, mientras David la llevaba primero a una segunda liberación y luego a una tercera. Sus manos le recorrían el cuerpo, acariciándole los pechos, moviéndose de arriba abajo por sus piernas. Después de la tercera liberación se detuvo lentamente y levantó su cuerpo del de ella.

Sintió sus manos en las piernas, soltando las ataduras de los pies. Se trasladó a sus brazos y se los soltó, mientras ella estiraba y flexionaba las piernas. Se tumbó a su lado y ella se volvió hacia él, cubriéndole el rostro de besos. Se colocó encima de él y lo encontró dispuesto de nuevo para ella. Esta vez ella se movió lentamente sobre él, sintiendo su dureza dentro de ella. Le miró a la cara y a los ojos, intentando evaluar su grado de excitación, rebajando el ritmo cuando pensaba que estaba a punto de irse. Finalmente, cuando empezaban a arderle los muslos, aceleró el ritmo de su vaivén, y sintió que alcanzaba la liberación. Se dejó caer encima de él, manteniéndole en su interior.

"Tienes mucho que explicarme," le dijo.


Georgetta volvió la página de la novela y se encontró una pegatina de Chris. Decía:

Esto es todo en cuanto a la lectura de evasión de esta noche. Puedes terminar el libro en otra ocasión. Ahora es hora de pasar a la siguiente actividad en el plan de diversiones de esta noche. Si todavía deseas participar abre el sobre colocado al final de este libro.

Chris

Georgetta pensó unos instantes. Realmente quería ver lo que ocurría a continuación en este relato, saber si Donna volvía con David y regresaba con Jeremy. También se sentía muy excitada. La última escena la había puesto realmente mucho, y sentía más que un poco de curiosidad respecto a qué más cosas había planeado Chris para ella.

Encontró el sobre grapado al final del libro. Lo arrancó de la cubierta, lo abrió para encontrarse un segundo sobre y una hoja de papel con las siguientes instrucciones: La hoja decía:

Para Georgetta, putilla motera y la chica de mis sueños,

Espero que hayas disfrutado hasta aquí. He invertido un considerable esfuerzo en esta fantasía, y espero hacerte experimentar una de las noches más increíbles de tu vida. Ahora tienes que decidir si quieres seguir con lo que estoy a punto de ofrecerte. Puedes tener una ligera idea a partir del atuendo y de la última escena de la novela. Te aseguro que no se te hará daño, y pasaremos una noche de lo más increíble de amor y placer.

Si estás de acuerdo, en primer lugar limpia el vaso de vino y deja la novela en la encimera de la cocina. Luego lleva el sobre que falta al dormitorio y saca la segunda caja del interior del primer cajón que dejé para ti. Pronto estaré ahí, querida, y te prometo que te haré el amor de un forma increíble, pienses lo que pienses de tu decisión respecto a donde te llevará esta noche. Solo puedo imaginar el aspecto increíblemente excitante y deseable que debes tener ahora mismo. Espero que disfrutes de la sensación del traje de cuero sobre tu maravilloso cuerpo.

Finalmente, si en cualquier momento de esta noche las cosas no van como tu deseas y quieres poner fin a la fantasía tienes que decir "Thunderbird" (N. del T.: mantengo la palabra original, por tratarse de un modelo de coche de la marca Ford de los años 70 recuperado por el fabricante recientemente, además de un pájaro mítico de los indios americanos). Está será nuestra palabra clave para indicarme que quieres parar y hablar. Si no es así seguiremos con mis planes para esta noche y supondré que tengo tu consentimiento.

Hasta ahora, amor mío...

Chris

Continúa en el capítulo 4: Lista para ser atada.