General robert
Un general haciendo de las suyas...
GENERAL ROBERT
El general Robert era un hombre de la fuerza. Muy serio. Siempre impecablemente vestido y afeitado. Un hombre maduro al cual le faltaba poco para retirarse de la fuerza. En realidad, lo que mas se dedicaba a hacer ahora era a viajar para dar cursos y charlas.
Viajaba por todas partes del mundo. Su esposa lo acompañaba a veces y a veces no.
Por esos días estaba dando una serie de conferencias en aquel lugar extraño para ellos como Buenos Aires.
Se alojaba en los mejores hoteles, eso iba incluido en cada presupuesto que armaba y negociaba. Su vida era de un estilo muy alto y fino. Lo mejor de lo mejor.
Ya había venido un par de veces al país y en verdad a el le gustaban el trato de la gente de aquí.
Siempre gente amigable. Confianzuda. Cenaba sentado en medio de un gran restaurant de lujo. Se escuchaban los rumores de las voces y el chocar de algunos cubiertos aislados.
El general Robert estaba sentado solo. Su vida era bastante solitaria. A el le gustaban en realidad. Se acerca un hombre y se sienta la mesa con el
__¡General!¿Como ha estado la comida?
__¡Excelente como siempre Abel!
__¡Esta de buen animo!
__¡Siempre!
__¿Necesita algo mas?
__¡Bueno tu sabes!
__¡Claro, pero eso ya esta arreglado!!
__¡No me digas!__ cabe aclarar que el general Robert habla muy bien el español. Su sonrisa apareció en el ancho de la cara.
__¡Lo esperan en su cuarto!!__ concluyó Abel poniéndose de pie. Se marchó. El general una vez mas quedo solo. Fuma un cigarro en el balcón del restaurant. Sin prisa, muy relajado. Se sonríe para el mismo.
Luego toma el ascensor. Por el pasillos va el general Robert sonriendo para si.
Abre la puerta, ya quitándose su camisa azul oscura. Un pecho imponente aparece. Bien marcadas las tetillas duras aún.
Siente el murmullo que viene de la habitación. Los escucha, los huele. Los zorritos andan por allí y su enorme verga da el primer respingo de la noche.
Se quita el pantalón sin decir palabra, cabe decir, si no se ha descubierto aun, que el general Robert tiene un vicio…le encantan los chicos.
Las piernas fuertes desnudas caminan hacia la enorme cama. Las sonrisitas y jadeos predominan. Corre las sábanas.
Aparecen los culitos sabrosos y blancos.
__¡Que tenemos aquí!!__ exclama el general mostrando sus musculatura y sus dientes blancos y bien puestos.
__¡Mi general!!__ exclama uno de los chicos muy jóvenes y blancos, contrastan la piel azabache muy fuerte del hombre maduro. Además de que al macho le encantan que le digan "mi general". Su tronco da un salto chocando con la tela del bóxer. Se acerca al borde de la cama y los jóvenes hacen lo mismo, acarician por sobre la tela el pomo semi duro del hombre que ya gime y resopla. Las risitas de los chicos provocan mas calentura en el general, le quitan el bóxer de un tirón y salta la hermosa poronga hacia adelante, elástico y grueso.
El general se mete en medio de los jóvenes amantes calientes y juguetones.
El negro general besa a los chicos profundamente. Mete la lengua en sus bocas. La saliva se va cayendo por sobre sus barbillas. Se lamen, entretanto aquellos voraces calentones toman en sus manos la espada negra, la masajean, juegan con ella. Cuando uno agarra el tronco el otro se complace con las enormes bolas del toro.
El general Robert se acomoda en medio de ellos. Ahora los chicos muerden las sabrosas tetillas del macho. Las lamen juegan con ellas, chupan, en tanto no dejan los genitales bravíos de aquel hombre que gime por las caricias.
Las manos del hombre no dejan de acariciar las carnosas y duras nalgas. Le da unos pequeños y resonantes chirlos. Los jóvenes gimen y lloriquean calientes y deseosos.
__¡Oh si papi, pégame, así, ohhhh, estoy tan alzado!!!
__¿Te gusta putita?__ dice el general
__¡Sí papi, hazlo otra vez!!__ en tanto juegan con rudeza, el que no esta hablando toma en sus labios el garrote erecto y rocoso, lo lame, cual si fuera un gustoso helado. Los ojos del macho negro se ponen en blanco, el placer es sublime.
__¡Ahhh que placer, ohhhh, putita, así chupa, chupa, ahhh!!!__ brama el general Robert, en tanto lo siguen bañando de saliva porque no dejan de chupar las tetillas duras y paraditas.
El que juega con el sable glotón se mete las bolas del macho en su boca, las come de forma literal, son perfectas, tienen el gusto que a ellos les gusta, no pueden resistir el olor a macho.
Un dedo se pierde en el ojete de uno de los chicos, el que está comiendo el garrote. Se hunde en la colita, luego el general entrar con otro, se retuerce al sentir su cola asaltada, su calentura va en aumento, comienza a mover sus caderas, se dilata un poco mas a cada momento.
Mete la poronga hasta el fondo de su garganta excitado, le da unas arcadas. La humedad saliva todo el lugar, el agua interior sacude a los amantes sensuales, fogosos.
El general no deja de meter los dedos, en un mete saca vertiginoso. el otro es el primero en explotar y riega las sabanas con su lechita blanquecina, se deja ir, a los gritos, el general alcanza a detener con sus dedos algunos chorros, luego se los ofrece en los labios y los dos se comen el regalo frugal, lo saborean, lo disfrutan, sin dejar de besar y chupar el cuerpo lampiño del enorme negro.
Quita los dedos del chico y entonces coloca sobre sus labios la cola del que chupaba sus tetillas, aún con su pija alzada, no ha largado el néctar. La lengua del negro se hunde en el agujerito rico y chorreante de juguito.
__¡Oh papi que lengua tienes, me vas a hacer acabar, ahhh, si, si si !!!__ lloriquea el puton inflamado de placer. En tanto el otro chico sigue chupando y mamando la vara del bravo general. La lengua hurga, escarba, abre aquel palpitante agujero. De pasada la lengua de víbora del macho recorre los huevos del chico, que tiembla de locura, grita, brama, siente que su ojete se abre de para en par. La lengua sigue jugueteando, el chico se tensa, allí el general alarga sus dedos y toca y acaricia la verga del chico, luego sin dejar de comer el ojete, masajea, da unas suaves sacudidas, el chico enloquece y empieza a volcar sus juegos en el pecho y abdomen del macho, el ojete se abre un poco mas y larga mas jugos.
El que chupaba la poronga del macho se sube y comienza comer lo que ha largado su compañero. El otro cae sobre el macho y también limpian al hombre. Lo recorren con las lenguas sin dejar espacio con semen.
__¡Ohhh so0n insaciables, como les gusta la leche, preciosuras!!!
Uno de ellos el que mamaba la poronga del negro se sienta a horcajadas.
__¿Quieres que la meta?
__¡Sí papi la quiero dentro mío ya!!
__¡Oh putita…vas a comer todo el bocado!!
__¡Me encanta "mi general"!!
__¡Deberé complacerte entonces!!!__ agarra la pica y repasa el ojete abierto y dilatado, húmedo, fogoso, muy ardiente del chico, pasa la cabeza del choto por allí.
El chico lloriquea al solo roce de aquella enorme espada. Pone la cabezota en la entrada de miel. El puton hace fuerza, la cabezota va entrando, resopla, siente que la espada se mete de a poco, se va ensanchando su culito joven y precioso.
__¡Así ohhhh, me encanta, hazlo, entiérrala!!__ el otro joven besuquea la cara del macho negro, con su lengua, repasa los dientes perfectos. Cuando puede muerde el cuello y el pecho del hombre.
La vara ya ha sido enterrada en el ojete de su compañero. Sube y baja sintiendo en su túnel la clavada. Lo perfora, lo abre un poco más, se estira la rugosa piel del culito, ensanchado, goza el joven putón de la ensartada, su verga se vuelve a levantar, la calentura aumenta.
La lengua del otro chico sigue jugueteando en la boca del negro, se comen, literalmente, en tanto el macho negro hunde sus dedos en la colita de este, que gime y resopla y brama con los dientes apretados.
El general lo empuja y lo acerca a su boca y mete la pija, comiendo, la pone dura y rígida en su propia boca, el puton lloriquea de placer, el placer que le da aquel bravo negro gozando del culito de uno y de la pija del otro.
El otro chico salta casi sobre la estaca ensartada en su ojete inflamado. El mismo se masajea, hormigas le recorren el cuerpo joven y lujurioso. En un momento comienza a dejar salir su pegajosa leche sobre las manos y brazos y la panza del general, mientras esto sucede el otro chico larga su escupitajo fatal en la boca glotona del hombre negro que traga enloquecido la ráfaga de semen que lo inunda.
La lengua tenaz y buscona del chico escarba y comparte su propio líquido. Los suspiros y gemidos son tremendos.
__¡Vengan aquí, vengan!!__ llama el general, corre al chico que tiene ensartada su poronga brillante y gorda, las bocas de los dos putoncitos esperan, frotan el pecho fuerte y ancho, los pezones cada vez mas suculentos y duros, acarician sutil con los dedos refinados las bolas que van a explotar.
__¡Ahhhhh!!! es el grito del macho negro. La crema sale en torrente. Cada una de las bocas se llena de ella, no la dejan escapar. La disfrutan, la cabeza de la poronga negra se hincha al largar el líquido precioso. Los jóvenes lo gozan, sus bocas no dejan una gota de la tremenda regada que les ha dado a probar aquel macho.
__¡Ohh que criaturas hermosas, han hecho gozar a este negro!!!
__¡Para eso estamos mi general!!__ dice uno de los chicos en tanto pasa la lengua por el grueso morcillón. El otro pasa la lengua para limpiar los alrededores. Una vez que han finalizado la faena, se corren sobre el pecho del macho que suspira con su vara levantada. Se juntan las tres bocas y se reparten frugales besos y chupadas de lengua. El fuego no se ha consumido.
El general es un hombre de un apetito sexual amplio y casi inagotable. Su pedazo no llega a descansar cuando esta en la boca del chico que no ha sido penetrado.
__¡Hummmm, pequeño glotón, ahhh, eres tan bueno mamando!!
__¡Quiere que se lo metas!!
__¿Y tu, ya te has saciado?
__¡Nunca mi general!__ le responde el que ya ha sido enculado
__¡Así me gustan las putitas…insaciables!!__ dice y le parte la boca de un beso, mientras el otro no deja el bocado del semental. Lo palpita al húmedo mástil que poco a poco va tomando mas y mas dureza.
Se vuelve granítico. De roca. El macho negro jadea. Mientras el joven lo come, lo babosea, adora esa tremenda poronga que se alza para el.
El otro joven besa las tetas del negro. Las llena de saliva. El otro chico, el que mama al general Robert, besa las pelotas aun mas negras de aquel macho sanguíneo.
Las repasa una y otra vez, elevando mas y mas el mástil del macho que se regodea de placer.
Se retuercen los tres como juncos al viento. Oleadas de pasión enredan las sábanas. Hace que el macho levante las piernas, solo un poco.
__¡Así, déjalas así, papi, solo un momento!!__ dice el chico dejando la poronga alzada.
__¿Qué vas a hacer putita linda con tu papi, eh?
__¡Te va a gustar!!__ balbucea el efebo mansamente. La lengua del chico juguetea en el perineo, baja, baja, raspa. Mete la lengua en el orificio negro, el macho brama y se tensa, sus músculos son tenazas.
__¡Ohhh si mete esa lengua, ahhh, me encanta, ahhhhh!!
__¡Te dije papi que te gustaría!!__ sigue besando el ojete del macho ardido. El otro chico se vuelve a sentar en la cara del negro general que mete rápido su lengua en el culo que ha probado ya. Lo lame, lo rebalsa de agua espesa, el otro disfruta y gime, dando pequeños saltos.
El agujero del general Robert se abre, y la lengua entra y pasea por allí. Las bolas también son comidas, abriendo la boca, las traga, y vuelve a comer aquel anillo desfigurado por el placer y la locura.
La barra de carne se hace más gruesa y mas férrea. El general negro se incorpora, pone al chico que lo chupaba de espaldas, le hace abrir las piernas, la cabeza de su chota atenta y quiere entrar. Empuja, quiere abrir el ojete sediento y deseoso de poronga negra.
El joven se abre un poco más, se deja penetrar despacio, la vara va entrando, se abre camino entre los pliegues. Gime y babea, el perno negro entra totalmente. Lo sacude de un lado a otro, bombea, apura y se detiene. Jadean.
El otro joven se aproxima y acaricia las nalgas redondas del negro general, las masajea y luego pasa la lengua por allí.
__¡Vamos hunde tu lengua!!__ arenga el general Robert, sintiendo deseoso la proximidad de la lengua del chico en su ojete humeante.
Su propio perno entra y sale del agujero del joven que aúlla de placer. L lengua que se hunde en el ojete del general repasa las bolas que se mueven de un lado a otro. Eso hace que el macho se transfigure y goce descomunal, embriagado,
__¡Ahhh me hacen gozar, ahhhhh, sigue con tu lengua allí, ohhhh, eres tan putita!!!__ el otro joven araña el pecho fuerte y renegrido, busca morder las tetillas enormes y paradas. Su espada empala gustoso el dilatado anillo del joven que lloriquea al recibir dentro suyo a aquel macho enorme, brillante, musculoso.
En un momento dado la poronga negra se inflama, se pone mucho mas dura, el general arrebatado, empuja y taladra mas violentamente. Tiene convulsiones, muerde la boca del chico que tiene penetrado. Es cuando lanzando un grito de guerra empieza a llenar el agujero. Las tremendas escupidas llenan, rebalsan como catarata el agujero del chico que ha soltado un llanto de goce histérico que al macho le encanta, una especie de gritito muy profundo, que hace que el garrote permanezca latiendo dentro del túnel.
El general Robert suspira un poco agotado. Sale de la abertura. Chorrean los jugos sobre las sabanas ya manchadas. Se vuelve a colocar en medio de los amantes rubios y blancos, jóvenes. Lo besan y acarician. El general recibe las caricias. Lo chupan. En el cuello y el pecho, en el vientre.
__¡Mis queridos, que placer me dan!!
__¡Estamos para eso mi general!!
__¡Si papi queremos que seas feliz!!
__¡Soy muy feliz, claro…me han ofrecido sus culitos, eso es una bendición!!__ vuelven besar en la boca al macho, las manos y caricias van y vienen, ellos están prestos para otra batalla.
Son sanguijuelas que van a atacar la presa otra vez. El macho negro es un insaciable, su enorme garrote esta levantándose otra vez y los amantes lo festejan.-