Géminis
Una nueva historia comienza.
Géminis
Mi nombre es Saga, nací en una familia aristocrática donde solo podía haber un hederero, por desgracia mi madre tuvo gemelos, tuvieron que elegir y el afortunado fue mi hermano Philippo.
Mi padre en vez de hacerme desaparecer me vendió a un hombre que me adiestraría para que en un buen día pudiera proteger a mi hermano, algunos pensaran que por lo menos no morí. Más me valdría haberlo hecho, el infierno que pase los siguientes años no se lo deseo a nadie.
Ese hombre me llevo a una isla cuyo nombre era La isla de la reina muerte. Según decían era el pedazo de la tierra más parecido al infierno, toda la isla era tierra volcánica con tres volcanes en activo. Cincuenta grados durante el día y menos diez por la noche, en esa isla eran adiestrados los mejores asesinos de todo el planeta.
Aquel hombre que me compro paso a ser mi adiestrador, me lo dejo claro, si no pasaba el adiestramiento me mataría sin contemplaciones por hacerle perder el tiempo. Los años fueron pasando en mi infierno particular, todos los días eran iguales y como todos los demás lo acababa igual, a punto de morir.
Los habitantes de esa isla eran auténticos monstruos, yo me juré que por mucho que sufriera, no me convertiría en uno de ellos. La parte más dura era cuando me ataban unas cadenas al cuerpo y tenía que tirar de ellas para poder mover una gran roca ladera arriba. Lo hacía descalzo pisando un suelo volcánico que llenaba de heridas mis pies, después venía el adiestramiento, básicamente nos convertían en sombras capaces de infiltrarnos en cualquier lugar por muy inexpugnable que fuera y acabar con nuestra víctima, todo eso sin llamar la atención.
Mi examen final consistía en asesinar al jefe de una banda de traficantes de armas, se decía que ese hombre era capaz de oler las armas de fuego desde lejos, sabía que todos los jueves regalaba a su mujer un gran ramo de flores, en compensación por haber pasado la noche con su amante. Me hice pasar por el repartidor de la floristería, escondí un cuchillo entre el ramo de flores y me dirigí al restaurante donde solía comer todos los días.
Sus gorilas no me dejaban pasar, yo insistí en que tenía que entregarlo en mano, esas fueron las directrices que puso el jefe de la banda a la floristería, al ver que no me dejaban pasar aquel hombre se enfadó y de un grito todos se apartaron. Cuando lo tuve delante, clave el cuchillo en su corazón. Murió al instante, sus hombres vinieron a por mí. Uno de ellos saco su arma, me moví rápido y conseguí quitársela matándole, con seis disparos más me deshice de los demás gorilas que tardaron demasiado en sacar sus armas y eso les costó la vida.
Me acerqué a la mujer del jefe, tendría que haber acabado con ella, pero su forma de mirar a ese hombre, lo odiaba de verdad. Me di media vuelta dispuesta a salir cuando me dijo.
• ¿Me vas a dejar con vida?
• Sí.
• ¿Por qué?, ¡soy su mujer y durante estos años no he hecho nada para impedir sus atrocidades!
• Yo no mato a gente inocente, tu mirada me indica que has sufrido más que nadie, no tengo que recordarte que no puedes identificarme.
• No, sé que si lo hago me encontraras por muy bien que me esconda, ¿qué voy a hacer yo ahora?
• Vivir en la luz, ya has vivido suficiente en la sombra.
• Gracias por liberarme de este monstruo.
• No hay de que, es mi trabajo.
Volví a la isla donde me esperaba mi adiestrador, junto a él se encontraba un hombre. Su rostro se me hacía conocido, pronto des cubriría de quien se trataba. Era mi padre, hizo que mi adiestrador me compara y me adiestrara para trabajar en la sombra protegiendo al mal criado de mi hermana. Otra de las cosas que me dijo fue que mi hermano no podía saber de mi existencia.
Acepte, con tal de salir de esa maldita isla, proteger a mi hermano no estaba siendo tarea fácil, era un mujeriego, egocéntrico y tenía una total falta de escrúpulos y moral. Le gustaba follarse a mujeres casadas y a sus maridos les obligaba a mirar como su mujer gozaba follando con él. A mi hermano lo que más le ponía era ver al marido totalmente derrotado, humillado y hundido.
Normalmente los maridos no hacían nada, pero algunos consumidos por la sed de venganza, contrataban a sicarios para acabar con mi hermano, uno de ellos contrato a una mujer que tenía cierta fama de envenenarse los labios y mataba a sus víctimas con un beso, después tomaba el antídoto.
Mi hermano tenía un barco enorme, subió a aquella mujer a él y cuando esta se dispuso a besarle, yo le dispare un proyectil lleno de un veneno sumamente eficaz y rápido, esa mujer tuvo una muerte indolora. La verdad que siendo una asesina se merecía morir menos que mi hermano.
Yo solía tomar café en una cafetería cerca de donde vivía, en ella trabajaba una mujer llamada Sonia, me enamore de ella desde el mismo momento en la que la vi, todos los días pedía el mismo café y conversaba con ella. Una noche tuve el valor de invitarla a cenar, le llevé a un restaurante que me recomendaron donde daban muy bien de cenar y los precios no eran desorbitados, cenamos muy bien. Después quiso que fuéramos a una discoteca de esas de moda, estaba llena de gente y el ruido era ensordecedor. No entendía que le veían de atractivo a esos tugurios.
Me saco a bailar, bueno si es que esa música se podía bailar. Estando con ella todo pararía mucho mejor, la verdad es que me lo pase muy bien. En un momento del baile se acercó a mí y me beso, salimos de esa discoteca y nos fuimos a su casa, en la isla de la reina muerte, aprender a follar era parte del adiestramiento. Pero esta vez lo haría con alguien que no solo me gustaba sino que me importaba. Estaba bastante nervioso.
• Pareces nerviosa Saga, ni que serías virgen, (riéndose).
Yo no le conteste, decidí que me dejaría llevar por mi instinto, ya en el ascensor nos empezamos a besar. La verdad es que lo hacía muy bien, entramos en su casa y cerrando la puerta se empezó a quitar el vestido quedándose desnuda, en toda la noche no había llevado ropa interior. Eso me la puso como el palo de una vela. Yo me empecé a desnudar, Sonia se llevó las manos a la boca cuando vio todas mis cicatrices.
• ¿Saga que te ha pasado?
• No preguntes Sonia, no puedo contarte nada.
• ¿Por qué?
• Porque di mi palabra de que lo mantendría en secreto.
A Sonia no le hizo gracia, pero decidió que estaba demasiado caliente como para no follar por un malentendido. Se acercó a mí y después de besarme en el cuello, bajo hasta mi polla y me la empezó a chupar de una forma increíble, me tenía al borde del orgasmo. Tuve que levantarla para no correrme en su boca, ella apoyó sus manos en la pared y saco su cuerpo para afuera.
Yo me agaché y metí mi cara entre sus piernas y empecé a chupar su encharcado coñito, sabia increíble, de haberlo sabido habría cenado esto. Sonia empezó a empujar mi cabeza contra su sexo, en un momento dado no aguanto más y se corrió en mi boca. Intente tragarme todo, pero me fue imposible, seguía en la misma postura. Le metí mi polla y empecé a follarla desde atrás, Sonia gemía y echaba su cabeza hacia atrás para que la besara.
Terminamos corriéndonos los dos a la vez, fue una gran noche, pero no fue la única pues pase el fin de semana en su casa sin salir de la cama. Después de ese fin de semana empezamos una relación, pase los siguientes meses protegiendo al monstruo de mi hermano y pasando el resto del tiempo con Sonia.
Como cada noche me ponía en el mismo sitio a dos mil metros de distancia, para mí no era ninguna dificultad acertar una persona a esa distancia, miraba el barco por mi mira telescópica. Estaba siendo una noche muy aburrida, últimamente lo eran todas y más desde que Sonia y yo no quedábamos casi.
Últimamente estaba muy ocupada, tal vez se cansó de mí. Vi como llegaba el coche de mi hermano, lo vi salir a él y detrás de él salió una mujer, esa mujer era Sonia. Un ardor empezó a subirme por todo el cuerpo, no tenía tiempo para quedar conmigo pero si con mi hermano.
Recogí el rifle y cogí mi ninjato (sable ninja), me dispuse a acercarme al barco y montar un pollo. Según me acercaba los dos gorilas que había puesto mi padre para proteger a este pazguato, me impidieron el paso. Craso error el suyo, cuando se pusieron delante de mí para impedirme el paso cruzaron sus brazos en su pecho. Dejándome el estómago libre y yo lo aproveché.
Cerré los puños y les golpee con mucha fuerza en la boca del estómago, de esta forma les deje sin poder respirar bien por noventa segundos, les di un golpe a cada uno en la nuca con la mano abierta para que perdieran el conocimiento.
No los mate por la sencilla razón que ellos estaban haciendo su trabajo, bastantes problemas tendrían cuando despertaran. Entre en el barco sin hacer ruido y me fui acercando al camarote de mi hermano. Me cercioré de no encontrarme con nadie, quería evitar tener que herir a nadie más.
Cuando llegue a su camarote la puerta estaba abierta, mi hermano estaba de pies dándome la espalda y Sonia estaba de rodillas haciéndole una mamada con un entusiasmo y ganas que jamás mostró conmigo. Desenvaine mi ninjato sin hacer ruido y le coloque el filo en el cuello a mi hermano.
Este dio un respingo cuando noto el filo de la espada en su cuello, no se atrevió a darse la vuelta, agarro la cabeza de Sonia y cuando esta la levanto me miro y se quedó blanca.
• ¿Os lo estáis pasando bien?, ¡cabrones!
• No hagas ninguna locura Saga – Dijo Sonia.
• ¿Locura?
• Si hermano suelta la espada y hablemos.
Baje la espada y cuando vi la cara de superioridad que ponía mi hermano, le cogí del cuello y lo estampe contra la pared del camarote. Cogí mi ninjato y se la clavé en el pecho, traspasando la pared en el proceso. Tuve mucho cuidado de no tocar ningún órgano vital, pero sentiría mucho dolor.
• ¡Ya veo Sonia porque estabas tan ocupada para quedar conmigo!
Sonia no contestó, tenía la cabeza agachada y lloraba a mares, mi hermano fue a decir algo. Retorcí mi ninjato en su herida y lo único que salió de su boca fue un alarido de dolor.
• ¿Nunca te has preguntado hermanito que con lo cabrón que has sido con todo el mundo como has llegado vivo hasta este momento?
Mi hermano me miraba con odio, pero no contesto, más bien porque el dolor lo tenía con los dientes apretados.
• Yo te lo diré, mientras tú vivías a cuerpo de rey, yo tuve que vivir en la isla de la reina muerte.
• ¡Eso es problema tuyo! – Dijo mi hermano.
• ¡Es verdad, pero de ahora en adelante pasará a ser tuyo, porque yo no pienso protegerte nunca más!
Deje a mi hermano clavado en la pared y al darme la vuelta mire a Sonia, esta intento explicarse, pero no le di ninguna opción.
• Mañana sobre las diez pasaré por tu casa a recoger mis cosas, después tú y yo no nos volveremos a ver más, de todas formas ya te has agenciado un sustituto con mi misma cara.
• Eres un monstruo – Dijo Sonia con una mirada llena de odio.
• Crees que soy un monstruo, pronto comprobaras que comparando con este, soy un corderito.
Me marché de ese barco sin mirar atrás, según salía podía escuchar los gritos de dolor de mi hermano y los llantos de Sonia. De verdad llegué a pensar que después de tantos años de sufrimiento, había llegado el momento de ser feliz al lado de Sonia de la mujer que me había enamorado.
Estaba claro que cuando mis padres decidieron elegir a Philippo mi destino quedo sellado, lo único que podía aspirar es a ello en lo que me habían convertido en un arma perfecta. Deje los pensamientos a un lado cuando llegue a mi coche, no me gustaba conducir dándole vueltas a las cosas, podía despistarme y tener un accidente.
Cuando llegue a mi barrio empezó a llover de una forma exagerada, la cortina de agua era tal que tuve que aparcar pues no se veía ni a un palmo. Decidí ir a casa andando, así el agua fría enfriaría mi ánimo. Cuando torcí por la calle que llevaba al edificio donde vivía. Me volví a topar con la mujer que se pasaba los días sentada apoyada contra el muro que había paralelo a mi casa.
Siempre me preguntaba que le abría ocurrido, me paraba delante de ella y le daba dinero. Ella me miraba con una mirada llena de odio, también sabia que tenía un cuchillo en la mano derecha que escondía debajo de aquel roído vestido.
Siempre tuve la sensación que esa mujer esperaba a allí a alguien del que quería vengarse, había visto esos ojos llenos de odio demasiadas veces en la isla de la reina muerte. Decidí subir a casa y coger uno de mis abrigos de invierno, escogí la parka de gore-tex y volví a bajar. Cuando llegue donde ella se lo eche por encima, ella levantó la cabeza y por primera vez me miro con una mirada de asombro y no de odio.
• Mira, si te quedas aquí con la que está cayendo, vas a coger una pulmonía.
• Estoy bien así, ¡gracias!
• Como quieras, si cambias de opinión tengo una habitación de invitados con una cama cómoda y calefacción.
No me contesto, cogió mi parca y se la puso, se abrazó a sí misma y esbozo una sonrisa. Yo me fui para mi casa y la esperé en el portal, a los cinco minutos apareció frente a la puerta. Le abrí y subimos a mi casa.
• Este será tu cuarto, tiene baño propio, puedes darte un baño para entrar en calor.
• Gracias.
Era una mujer hermosa, pero la mitad de su rostro estaba cubierta por un gran mechón, su pelo era rojo como el fuego y sus ojos azules como el mar. Seguía mirándome de una manera extraña, como si me conociera, pero no reconociera a la persona que tenía delante, entonces me hizo una pregunta.
• ¿Cómo te llamas?
• Saga.
• ¡No mientas tu nombre es Philippo!
Ahora sujetaba el cuchillo con fuerza, empezaba a entender lo que sucedía, ella pasaba todos los días allí, hasta encontrar el momento idóneo para vengarse de mí, pensando que era mi hermano.
• Veo que has tenido la desgracia de conocer a mi hermano, si lo deseas puedes usar ese cuchillo contra mí, si eso te ayuda hazlo.
Entonces me quite la camiseta mojada y pudo ver todas mis cicatrices, soltó el cuchillo y se llevó el amo a la boca, cayo al suelo de rodillas y empezó a llorar, maldiciéndose a sí misma por estar a punto de cometer un gran error.
• Se que mi hermano te ha hecho algo, si puedo ayudarte, pídemelo sin miedo.
• ¿Pero es tu hermano?
• ¡Ya bueno, eso dicen!
La ayude a levantarse y le acompañe a la habitación de invitados, fue hasta el cuarto de baño y antes de entrar en él me miro, su mirada ya no estaba llena de odio. Le dije que en el armario dentro del baño encontraría toallas limpias, por primera vez la vi sonreír y tengo que decirlo tenía una sonrisa muy bonita.
Mientras la mujer misteriosa se duchaba, yo fui al salón y mire por la ventana, seguía lloviendo a cántaros, pareciera que el cielo lloraba conmigo el amor perdido, entonces una voz me hablo desde la entrada del salón.
Era la mujer misteriosa, venía envuelta en la toalla y roja de vergüenza.
• Perdona Saga, no tengo nada limpio que ponerme.
• No te preocupes, tengo ropa limpia te quedará algo grande, pero para pasar la noche te servirá, para dormir te dejaré una de mis camisetas.
• Gracias (muerta de vergüenza).
• Perdona mi indiscreción, pero todavía no sé cómo te llamas.
• A si perdona, mi nombre es Noelia.
• Es un nombre muy bonito.
Noelia volvió a agachar la cabeza poniéndose roja como un tomate, le dije que me esperara en la habitación de invitados, enseguida le llevaría la ropa. Le toque la puerta y le entregue un pantalón de chándal, una camiseta y una sudadera, calcetines y un par de zapatillas de casa sin estrenar.
Mientras sé bestia me dedique hacer algo para cenar, una vez vestida vino a la cocina. Me di la vuelta y vi sonriéndole, me ayudo a terminar de preparar la cena. Cenamos en silencio, vi como quería preguntarme algo y no se atrevía. Le dije que si quería preguntarme algo que lo hiciera.
• ¿Tu novia no se enfadará si se entera de que estoy aquí?
• Eso ya no es un problema.
• ¿Podría preguntar por qué, si no es una indiscreción?
• ¡La he pillado siéndome infiel con mi hermano esta noche!
• Lo siento mucho.
• No lo sientas, si la mierda de vida que he llevado me ha enseñado algo es que las cosas pasan por un motivo.
• ¿Entonces no te importa?
• Claro que me importa, pero decidió mentirme y desde que tomo esa decisión nuestra relación estaba acabada.
No hablamos más, se sentó a mi lado y me abrazo. En ese momento me rompí, Noelia fue capaz de leer en mí que era lo que más necesitaba. Noelia levantó la cabeza para darme un beso en la mejilla y al hacerlo se le movió el mechón que cubría su rostro.
Detrás de ese mechón apareció una cicatriz que le recorría desde el ojo hasta la barbilla, y me temía que mi hermano tenía algo que ver. Noelia se tapó enseguida y me miro con cara de terror, al ver que mi gesto no cambio y no la rechazaba fue ella la que me abrazo y se puso llorar amargamente.
La cogí en brazos y la lleve hasta la aviación de invitados, la metí en la cama y esta vez fui yo el que la beso en la mejilla y le desee buenas noches. Al cerrar la puerta apreté los dientes y pensé que tal vez había sido demasiado indulgente con mi hermano esa noche.
Continuará.