Gemidos nocturnos

Escuchar a la vecina, pared con pared en el dormitorio, teniendo relaciones sexuales, cambia la vida de una esposa.

Gem idos nocturnos

  • “¡Oooh,.. Síiiii... ¡Oooh!,.. Síiiii... ¡Oooh!,.. Síiii”

Meli Henson se despertó y se dio la vuelta para mirar los dígitos del reloj de la mesilla... Justo era después de la medianoche, como sabía que sería.

Los sonidos de la voz de su vecina desde la pared contigua, continuaron escuchándose:

  • “¡Oooh, Dios!... ¡Síiii!”

El edificio de siete plantas tenía dos pisos por planta... La disposición de los dormitorios principales, con un baño a un lado, hizo que el único lugar para una cama fuera con el cabecero contra la pared que dividía las dos viviendas... Así que la cama de Meli, o más bien la cama de Meli y su esposo, Roger, estaba separada de la de Eva sólo por un tabique de 11 cm, en lugar de doble tabique y aislante.

Cuando compraron su vivienda les dijeron que el edificio estaba bien construido, con una buena insonorización... Y eso parecía ser así hasta que Eva empezó a salir con un culturista llamado Fred hace de esto ya seis meses.

Tenían alrededor de 37 años, la misma edad que Meli y Roger... Pero Fred hizo que Eva emitiera sonidos que Meli se dio cuenta de que no los había hecho durante años... Esossonidos de ahora le  recordaba y comparaba como el chillido de un cerdo atrapado... Y en verdad, Eva estaba ‘ atrapada ’ a base de bien.

‘¿Qué le haría Fred a Eva para dar estos chillidos? ’... Meli pensó que quizá esos chillidos los emitía porque le estarían dando sexo anal y a ella no le gustaría que le dieran por el culo.

Las pocas veces que ella y Roger lo habían intentado, al principio de su relación, le había dolido y gritado y él se había detenido... Ahora Eva también gritaba así... Y al recordarlo sus pezones se pusieron duros y su coño mojado.

De repente, el chillido de Eva terminó... ¿Se había  corrido?... ¿La polla de Fred habría explotado profundamente dentro de algún agujero del cuerpo de Eva?. .. ¡Silencio!... Probablemente ellos se habían quedado satisfechos, se dieron la vuelta y se durmieron.

Pero Meli no pudo conciliar el suelo pensando en todo esto.

Al día siguiente, en la oficina, Meli Henson estaba inquieta... Ella trabajaba de asesora fiscal... Aunque le gustaba su trabajo, hoy no podía concentrarse... En su mente todavía escuchaba los sonidos nocturnos de Eva y su cuerpo todavía estaba excitado por ellos.

Una vez en su apartamento, se cambió de ropa y miró las noticias de la noche en la tele... Su esposo Roger, estaría fuera de casa durante toda la semana por motivos de trabajo.

Ella lo amaba, pero ya no tenían mucho sexo después de llevar diez años casados... Sólo una vez los fines de semana y no todos... A ella no le importaba, o no lo había pensado hasta que Eva empezó a follar con Fred.

Meli fue al dormitorio, se quitó la ropa y entró en la ducha... El agua caliente le sentaba bien, pero cuando se hubo lavado el pelo y se volvió para enjuagarse, sus pezones se pusieron tiesos y ella gimió y se los apretó con fuerza... Necesitaba correrse.

Se sentó en una repisa de azulejos de la ducha y se afeitó las axilas y el coño... Rara vez hacía eso... A Roger le gustaba que lo tuviera afeitado... Levantó una pierna, la apoyó en la pared, separó las nalgas y se afeitó también la raja del culo... Respiraba con dificultad cuando terminó.

Se secó, se sentó desnuda en la alfombra del baño y se pintó las uñas de los pies... Luego se puso de pie y se miró en el espejo.

A sus treinta y siete años, era una mujer guapa que se encontraba en su mejor momento: pelo castaño oscuro hasta los hombros; ojos color avellana; labios carnosos; pechos altos y llenos con grandes pezones en color chocolate; vientre plano; cintura estrecha; caderas ensanchadas... Y más allá de la vista en el espejo, buen coño, culo y piernas largas.

Se veía con el mismo aspecto que cuando tenía veinticinco años, pero en su interior no pensaba que eso fuera cierto después de diez años más... Ella seguiría siendo atractiva, deseable... Roger solía decir que cualquier hombre la querría... Pronto lo vería.

La aplicación de lápiz labial la hizo consciente de su boca... Se llenó de saliva mientras imaginaba lo que podría estar haciendo pronto.

Fue al vestidor y cogió un vestido sexy pero respetable... Ella se lo puso... Abotonó todos los botones menos los superiores e inferiores como de costumbre, ató un detalle en forma de faja que servía de cinturón... Echó un vistazo a los estantes de sus zapatos y escogió un par de sandalias de tacón de aguja color marfil y se los puso.

Luego caminó hasta el espejo de cuerpo entero frente a la puerta de entrada y sonrió... Desabotonó otro botón en la parte superior del vestido y luego, otro... Sus pechos estaban comenzando a salirse... Desabotonó dos botones más en la parte de abajo y comprobó que al sentarse mostraría mucho muslo desnudo.

Ella nunca había hecho esto antes... Nunca hasta hace poco había pensado en ello... Recordó que después de un número no inusual de amantes al final de la escuela secundaria y en la universidad, conoció a Roger... Habían salido durante dos años antes de casarse... Nadie más en doce años... Sin embargo, se sentía natural salir a ser follada por un extraño... Como si todo estuviera planeado.

Se dirigió al mueble del salón, cogió las llaves del coche, el permiso de conducir y dinero en efectivo y los metió en el bolso, dejando las tarjetas de crédito y el iPhone.

Miró a través de la mirilla, el orificio de seguridad de la puerta... El pequeño rellano entre su puerta y la de Eva estaba vacío... Salió, rápidamente, cerró la puerta detrás de ella y bajó por las escaleras hasta el garaje subterráneo en lugar del ascensor.

Con Roger a menudo fuera y ella viajando en tren al trabajo, sólo tenían un automóvil, un Mercedes... Subió por la rampa hasta la puerta automática sin ver a nadie y salió a la calle.

Meli Henson entró en una farmacia y pidió un paquete de condones... Nunca los había comprado porque ella tomaba la píldora... Eran para evitar el contagio de alguna enfermedad venérea.

La empleada le dijo, con una gran sonrisa, mientras le entregaba el cambio:

  • “Que tenga una buena noche.“

Cogió un taxi y le indico que deseaba ir al Hotel Collisón, indicándole la dirección del mismo... Una vez dentro, tomó un ascensor vacío que

estaba esperando y pulsó el primer piso hasta el bar-pub, con bonita decoración a base de sofás y sillones de cuero negro, paredes con espejos, mesitas pequeñas redondas y rectangulares, suelo alfombrado y una gran barra con taburetes también en cuero negro.

Meli vaciló un momento en la entrada cuando vio que habían unos diez hombres, todos en traje de negocios y algunos de ellos, solos.

Se dirigió a un sillón con una pequeña mesa, mirando hacia la barra... Ella sintió los ojos de los hombres la seguían... Cuando se sentó, el dobladillo del vestido se subió y se abrió como sabía que pasaría.

Uno de los hombres de la barra, giró levemente la cabeza, la miró, se inclinó hacia adelante y le dijo algo a otro hombre, que también se giró, tratando de parecer natural... Mientras lo hacía, Meli cruzó la pierna izquierda sobre la derecha dejándola expuesta... Los ojos del hombre se agrandaron.

Llegó un camarero... Meli notó que, de pie sobre ella, sus ojos se movían de un lado a otro entre el muslo desnudo y sus pechos con el escote abierto.

  • “Un Martini”, le dijo.

  • “Muy bien, señora.”

Mientras esperaba su bebida pensó que tendría que tomarla poco a poco para ser plenamente consciente de todo lo que sucediera esa noche.

En el bar, había cuatro hombres sentados solos en las mesas... Se preguntó cuánto tiempo pasaría antes de que uno de ellos se le acercara... Que no le importara cual fuera hizo que su coño se mojara... Ella se follaría al primero que se lo propusiera, sin importar lo joven o viejo que fuese... Había tomado esa decisión.

El joven camarero regresó con su bebida y ella le sonrió pensando que la polla de otro hombre estaría dentro de ella mucho antes de que él terminara su turno... Al menos, eso esperaba.

Dos hombres abandonaron el bar... La miraron al pasar y le sonrieron... Ella les devolvió la sonrisa.

Por el rabillo del ojo izquierdo, vio a un hombre entrar y dirigirse directamente al bar, donde parecía ser conocido por el barman y varios de los hombres sentados allí... Era un hombre corpulento, unos 1,90 m de alto, con pelo negro y algunos kilos de más alrededor de su cintura… Tendría unos cuarenta años, pensó Meli.

El camarero le entregó un vaso de cristal que parecia whisky o bourbon con hielo... El grandullón tomó un trago, se volvió y la vio... No mostró ninguna expresión en su rostro pero no apartó la mirada de ella... Tomó otro trago de su bebida y su mirada permaneció fija.

El cuerpo de Meli se tensó y el pulso le latía en los oídos... Mirando al hombre tan abiertamente como él la miraba a ella, descruzó las piernas y puso ambos pies sobre la alfombra gris, luego separó lentamente las rodillas.

La tensión entre ellos era tan palpable que no entendía cómo todos en el bar no podían darse cuenta... Cuando el hombre se dio la vuelta, ella quedó defraudada.

Meli tomó otro sorbo de su martini e inconscientemente volvió a cruzar las piernas.

  • “Cuando veo a una mujer con zapatos como los tuyos, me parece que ya está medio desnuda.”

Meli se sobresaltó... Ella no lo había visto acercarse y se notaba que tenía agallas... Parecía un hombre seguro y de carácter posesivo.

Meli se rió y dio lo que no hace mucho tiempo habría sido una respuesta inimaginable.

  • “¿Puedo invitarte a otra bebida?”

  • “No es necesario, gracias... ¿Estás alojado en el hotel?

  • “Sí.”

  • “Entonces, ¿por qué perder el tiempo?... Vayamos a tu habitación.”

El hombretón la miró desde los pies hasta su bonito rostro, de labios carnosos y ojos color avellana.

  • “¿Tu bebida está pagada?”

  • “No.”

El hombretón metió la mano en un bolsillo, sacó un billete de veinte dólares de una billetera de cuero marrón y lo dejó caer sobre la mesa... Era más que una generosa propina, pero a ninguno de los dos le importaba esperar el cambio.

Meli reunió fuerzas y se puso de pie... Por su mente paso que iba a una habitación del hotel para tener sexo con un completo extraño cuyo nombre ni siquiera conocía.

Meli sintió que todos en el bar la estaban mirando... Todos sabían que iba camino de dejar que este hombretón la follara... Se imaginó a la gente viéndolos a los dos desnudos y la polla del hombretón profundamente dentro de ella, mientras sus piernas y brazos lo abrazaban y apretaban.

Mientras esperaban en el ascensor, no hablaron... Cuando llegó el hombretón pulso la planta 18, pero al llegar a la planta 3, donde se encuentra el restaurante principal del hotel, paró y entró una pareja mayor, de unos sesenta años, él en traje de negocios y ella en traje de noche... El hombre apretó el botón del 14.

El hombretón se inclinó hacia Meli y le susurró, pero lo suficientemente alto como para que lo escucharan la pareja mayor:

  • “¿Creo que estás desnuda debajo de ese vestido?”

  • “Lo verás pronto”, le respondió Meli con voz normal.

La pareja frente a ellos no dio señales de haber escuchado, pero cuando el ascensor llegó al decimocuarto piso, ambos se volvieron y miraron hacia atrás mientras salían.

Cuando el ascensor llegó a la planta 18, salieron y Meli lo siguió por el pasillo hasta que se detuvo, sacó la tarjeta de acceso y abrió la puerta.

Apenas se había cerrado detrás de ellos, cuando la agarró y la atrajo hacia él... Le puso una mano detrás de su cabeza y otra en su culo.

Meli se dejó hacer de buena gana... Sus labios se aplastaron y ella sintió sus pechos también se aplastaron contra su pecho... Y sintió, a pesar de la ropa, la dura longitud de su polla contra su pelvis y gimió, quizá también porque sintió unos dedos fuertes clavarse en su culo, empujando su traje hacia la grieta de sus nalgas.

El beso fue tan fuerte que le dolió... Su lengua presionó contra sus labios y ella los abrió... Era la primera penetración y Meli dejó que su lengua jugara con la de él.

El hombretón jadeó cuando la apartó y caminó hasta un sillón y se sentó en él, diciéndole:

  • “Bueno... Voy a cronometrarte el tiempo '', sonrió, levantando su muñeca izquierda y mirando su reloj.

  • “¿Para qué?”, respondió Meli sorprendida.

  • “¿Cuánto tiempo tardas en desnudarte por completo? ''

  • “Los zapatos, ¿lo primero o lo último?, respondió ella sonriendo.

  • “Déjatelos puestos, pero empiece ya.”

Cuando sólo le quedaban tres botones por despasar de su vestido, los dedos le temblaban... En esos momentos ni siquiera recordaba quién fue el último hombre para el que se había desvestido antes que Roger, su marido.

Al final, el vestido se abrió y cayó de sus hombros... Y tras bajarse las minibragas que llevaba, quedó totalmente desnuda... Y lo miró.

  • “Once segundos”, le dijo e hizo un movimiento circular con el dedo índice.

Meli, desnuda, lo entendió y se dio una vuelta sonriendo feliz.

Cuando volvió a mirarla, le preguntó:

  • “¿Te afeitaste el coño?”

Y ella asintió.

  • “Eres una preciosa hembra”, le dijo y separó los pies y las rodillas.

Ella lo comprendió de inmediato... No tenía por qué decírselo... Moviendo sus tacones, caminó hacia él y se arrodilló.

Desde esa posición vio que su barriga era todavía más grande... El hombretón se desabrochó el cinturón de cuero negro, se despasó un botón del pantalón, abrió la cremallera y extrajo con cuidado su polla... Era una buena polla... Grande y gruesa.

Este extraño total iba a hacer todo lo que quisiera con ella... Ambos lo sabían... Y eso era lo que lo estaba haciendo tan emocionante.

Ella estaba casada y no estaría dispuesta a montar una escena y tener que explicarle a su marido lo que estaba haciendo en esa habitación de hotel... Además había gente en el bar que los vieron’ , pensó el hombretón con animo de disfrutar mucho de ella.

La cabeza de Meli se movió hacia delante... Sus labios se abrieron y su lengua lamió el líquido de la punta... Después, con la cabeza agachada, su boca comenzó a succionar su polla metiéndosela hasta su límite de náuseas... Y su cabeza subió y bajo, subió y bajo.

Mientras mamaba su gran polla vio una masa de vello púbico negro y rizado... Sus bolas estaban ocultas... Se los ahuecó a través de la tela con la mano izquierda, mientras que con su mano derecha abrazaba el tronco de su gran polla y lo masturbaba, mamándosela hacia arriba y hacia abajo con su boca apretada en su tronco.

Sabía más salada y más almizclada que la polla de Roger... Y no olía como Roger... Probablemente no se había bañado desde la mañana, y ella y Roger solían tener sexo justo después de la ducha.

Sin romper su ritmo de su mamada, sus ojos miraron hacia arriba y Meli vio que los suyos estaban cerrados y su cabeza hacia atrás.

Sintió que la dura polla se endurecía aún más y sacando la boca, le suplicó:

  • “Te la chuparé... Quiero saborear tu semen, pero por favor, fóllame primero... Necesito sentirte dentro de mi coño.”

  • “¿Estás tan desesperada?”, le respondió abriendo los ojos.

  • “Sí... Sí.”

  • “¿No te folla tu marido?”

  • “Sí.”

  • “¿Cuándo fue la última vez?”

  • “El sábado.”

  • “¿Y lo necesitas de nuevo tan pronto?”

  • “Necesito tu polla... Necesito a un extraño para que me joda.”

  • “¿Haces esto a menudo: salir buscando una polla extraña?”

  • “No me creerás, pero esta es la primera vez.”

  • “¿Cuánto tiempo llevas casada?”

  • “Diez años.”

  • “¿Y soy el primer hombre además de su marido en diez años?”

  • “Más tiempo.”

  • “¿Dónde está su marido ahora?”

  • “En Kansas City.”

  • “No sé tu cerebro, pero haré que tus ojos se pongan en blanco.”

Unas manos fuertes agarraron sus hombros, la levantaron de sus rodillas y llevaron a Meli a la cama cercana... Ella cayó hacia atrás, con las piernas abiertas... Y vio los ojos del hombretón en su coño y ella se quedó así.

  • “Tardaré más de once segundos en quitarme la ropa”, le dijo.

Ella lo vio arrojar su ropa sobre la silla y mostrarle sus grandes hombros y brazos, su gran barriga y mucho pelo en su pecho... Con lo que ella había estado fantaseando y estaba obsesionada, estaba sucediendo.

Su cabeza cayó hacia atrás cuando él se subió a la cama entre sus pies todavía calzados con sus zapatos de tacón.

Sintió cómo un dedo se movió hacia arriba, más allá de su rodilla derecha... Contuvo la respiración mientras notaba como ese dedo recorría su muslo y jadeó cuando se deslizó fácilmente en su coño empapado.

  • “Ooooh”, gimió agradecida.

Los labios del hombretón le chuparon su clítoris hipersensible y su lengua se lo lamió repetidas veces.

  • “Ooooh, Dios”, gritó.

El grandullón se enderezó... Meli tenía las rodillas abiertas y los zapatos todavía en sus pies.

El hombretón cogió su polla dura y la deslizó arriba y abajo por su raja... Sin meterla... La golpeó contra su clítoris.

Unas descargas eléctricas de placer atravesaron el cuerpo de Meli que se puso a suplicarle:

  • “Por favor, fóllame... Por favor... Por favor... Haré cualquier cosa que me pidas”, le dijo ella.

  • “Eso ambos ya lo sabemos... Dime que eres una puta casada que quiere que un hombre cuyo nombre ni siquiera conoces te folle”, le respondió riendo.

Meli, que en esos momentos se estaba apretando sus pechos, pellizcando y retorciendo sus pezones oscuros le dijo:

  • “Es cierto... Soy una puta casada que quiere que un completo desconocido me folle... Lo necesito tanto... ¡Aaaggg!”, grito cuando sintió que la polla dura entraba y se deslizaba fácilmente hasta el fondo.

Los zapatos tipo sandalias de color marfil estaban sobre sus hombros y cerca de sus orejas... Su cuerpo doblado en dos... Inmovilizada arriba por sus manos, sus brazos y su peso... Este hombretón era mucho más pesado que Roger, además de mucho más peludo... Y debajo de la grasa, había músculo, mucho músculo.

La golpeó con su gran polla con total indiferencia, que era justo lo que ella quería... Cada empuje profundo le quitó el aliento de los pulmones.

  • “Aaaggh... Woosgh... Aaaggh... Woosgh.”

El grandullón juntó sus pies debajo de él, en forma de rana, cambiando el ángulo para que su polla llegara aún más adentro de ella... El tronco grueso de su gran polla quedada así enterrado hasta sus bolas cada vez que la penetraba.

  • “Oooh, Dios!... Fóllame¡... Fóllame!... Fóllame!”, le dijo Meli poniendo sus ojos en blanco hasta se corrió.

El hombretón, sin embargo, no se corrió... Ralentizó sus movimientos de follada, estirando las piernas hasta que su cuerpo estuvo acostado sobre ella, aplastándola bajo su volumen.

Los ojos de la puta Meli estaban cerrados, pero el hombretón no iba a darle descanso, así que su cuerpo rodó sobre su espalda, de modo que ella quedó encima... Y le dijo:

  • “Tu turno.”

Los ojos color avellana de Meli se abrieron para preguntar:

  • “¿Qué... Qué?”

  • “Tu turno para hacer el trabajo.”

Recuperándose y la dándose cuenta de dónde estaba y qué tenía que hacer, Meli movió las rodillas hacia adelante, sentándose a horcajadas sobre su gruesa polla que sobresalía de su barriga.

Consciente de nuevo que la dura polla todavía dentro de ella, empezó a cabalgar... Sus pechos llenos se balanceaban y sus pezones, hipersensibles, se endurecieron como una roca.

El hombretón metió sus manos entre sus pechos y el suyo, con las palmas hacia arriba, hasta que sus pezones fueron apretados por los dedos bastante callosos del hombretón... Incluso en medio de la follada, Meli se preguntó qué trabajo haría... Parecían las manos de un obrero, pero claramente no lo era.

Sintió de nuevo cómo las manos duras del hombretón se cerraron sobre sus pechos... Los usó como medio para que acelerase su follada... El hombretón levantó la cabeza de la cama y, juntando sus pechos, le chupó ambos pezones con la boca a la vez... Le dijo:

  • “Más rápido... Más rápido, puta.”

  • “¡Oooh!... ¡NOoo!”

Meli sintió un dolor repentino cuando los dientes del hombretón le mordieron los pezones provocándole un segundo orgasmo explosivo.

Agotada, se derrumbó sobre su pecho... No había tenido esos orgasmos tan fuertes desde hacía años... Tal vez nunca los tuvo... Y sabía que era porque era puro sexo... Sin amor... Sin afecto... Sólo dos animales follando... Y además, ella estaba engañando a su marido.

No podía creerlo cuando él le dijo:

  • “Todavía no he terminado.”

La empujó a un lado, sobre su vientre, se puso detrás de ella, la agarró por las caderas y la puso de rodillas... Y empujó su polla dentro de ella nuevamente.

Todo lo que podía hacer Meli era quedarse arrodillada, con la cabeza abajo y el culo arriba... Unas manos fuertes en sus caderas, la mantenían en su lugar... Ella sabía lo que iba a suceder... Sus labios vaginales rojos pegados a la gran polla del hombretón eran empujados hacia adentro cuando se la metía y hacia afuera cuando se la sacaba.

Meli no podía más... Pensó que la mataría mientras escuchaba sus gruñidos cada vez mayores... Le parecieron sonidos de animal... Sintió sus embestidas cada vez más rápidas... Sintió su polla hinchada dentro de ella... Sintió el primer chorro de un extraño en su coño de mujer casada... Y se sorprendió a sí misma al alcanzar su tercer orgasmo.

  • “¿Qué te pasa?”, le preguntó el hombretón.

Meli no le respondió porque se había desmayado.

Poco después abrió los ojos y vio que le había quitado sus zapatos y estaba arrodillado a su lado tirando de sus brazos por encima de su cabeza y atando sus muñecas al cabezal utilizando una corbata.

  • “Date la vuelta”, le ordenó.

  • “¿Qué me estás haciendo?”, le preguntó Meli.

  • “Dije que te dieras la vuelta”... Su voz era dominante.

Meli obedeció y se puso boca abajo.

El hombretón ató el otro extremo de la corbata a la cabecera, luego bajó y la agarró por el tobillo izquierdo, ató otra corbata alrededor de ella, la abrió y la anudó a la pierna izquierda de la cama.

Totalmente despierta y asustada, Meli se quedó quieta... Lo que fuera que iba a pasar, iba a pasar... Ella no podía hacer nada al respecto para no verse en un escándalo... Estaba totalmente indefensa... Su cuerpo era una "Y" invertida.

Ella lo vio estudiándola y cómo cogió una almohada.

  • “Levanta.”

  • “¿Qué?”

Una palmada cayó con fuerza sobre la nalga izquierda.

  • “Aaaaggh”

  • “Dije que te levantaras.”

Cuando ella levantó las caderas, él deslizó la almohada debajo de su abdomen y asintió con satisfacción.

Meli lo miró confundida mientras dejaba la cama y comenzaba a vestirse.

  • “Hace bastante tiempo aprendí a hacer lo que quiero con una mujer la primera vez que la tengo, porque puede que no haya una segunda vez... Si le gusta lo que le hago, vuelve por más... Y si no lo hace, eso que me he divertido”, dijo el grandullón mientras se subía los pantalones.

Cuando estuvo completamente vestido, Meli lo vio entrar en el baño... Regresó con un antifaz para dormir en la mano... Le levantó la cabeza por el pelo y se la puso sobre los ojos, cegándola... Luego le envolvió la cabeza con algo más para que no pudiera quitarse el antifaz y le dijo:

  • “Voy a bajar al bar por un coñac... Mientras bebo, disfrutaré imaginándote que estás aquí así... Después de un rato oirás que se abre la puerta y alguien entrará y te follará el culo... Podría ser yo, pero podría ser alguien a quien conozco en el bar.

Oyó cerrarse la puerta.

Todo su cuerpo estaba temblando de miedo y emoción... Intentó tirar de sus ataduras pero no pudo liberarse... Ella realmente no quería.

Más temprano esa noche, hace sólo unas horas, cuando se estaba afeitando los pelos de la raja de su culo, había considerado la posibilidad de que pudiera tener allí metida una polla esa noche y se sorprendió al darse cuenta de que la quería tener... Incluso si dolía... No le importaría cuánto doliese.

Ahora pensaba en que la próxima vez que se abriera la puerta de la suite, sería el hombretón que volvía a follársela como él quisiera y por donde quisiera, aunque en el fondo ella esperaba que no fuera así.

Se imaginaba que el hombretón que había disfrutado de ella follándola hasta saciarse estaría en el bar tomando una copa y diciéndole a otro hombre que había una puta casada atada desnuda en la habitación 1824, esperando ser follada por el culo y le daba la tarjeta para que subiera si le apetecía follar.

Meli sabía que estaba obscenamente expuesta... Caderas elevadas... Piernas bien separadas... Su coño chorreando por tanto uso que le habían dado... Agujero de culo esperando ser penetrado... Sintió jugos corriendo por sus muslos.

Pasó el tiempo... No tenía forma de saber cuánto… Su cuerpo se sobresaltó con el sonido de la puerta abriéndose y luego cerrándose.

Tensa, escuchó pasos por la alfombra... Sabía que un hombre estaba parado a los pies de la cama viendo partes de su cuerpo que sólo su esposo Roger había visto durante años.

Ahora escuchó el sonido de una cremallera... Luego, nada.

‘¿Se estaría acariciando su polla mientras la miraba?’ , pensó.

Notó algo de movimiento al final de la cama... Se estaba subiendo a ella... Luego, una rodilla cubierta por su pantalón contra la parte interior de su muslo desnudo... Unas manos separaron sus nalgas.

‘¿ Sería de nuevo el hombretón ?’, pensó.

Meli no estaba segura... Su ano se estremeció cuando un globo de saliva le llegó allí... Luego, la punta de un dedo la penetraba y sacaba haciendo de lubricante.

‘Relájate... Tienes que relajarte.... Te dolerá menos’ , pensó Meli.

El hombre volvió a escupir... Gruñó de satisfacción por el resultado... La cabeza de una polla presionaba contra su ano haciendo palanca para abrirlo.

Relájate’ , se dijo a sí misma, deseando que sus músculos no opusieran resistencia a la inevitable invasión anal.

  • “Aaaaggh”, grito.

El dolor la atravesó... Dolía demasiado... Pero no pudo detener a este hombre como habría hecho con Roger.. Su marido la amaba y no querría lastimarla... Quienquiera que fuera este hombre, no le importaba un carajo... Su polla se la metía por el culo sin importar si le dolía mucho o poco... Y Meli se dio cuenta de que eso era lo que ella quería... Y cómo eso era lo que quería, merecía que la tratasen así.

La cabeza de la polla había pasado la primera barrera apretada, perforando más profundamente... Abriéndola bien... Meli mordió la sábana debajo de su cara, amortiguando los gritos... Apretó sus manos atadas cerrándolas en puños.

El hombre, quienquiera que fuera, se había quedado vestido y sólo se había sacado la polla para encularla... Sólo para eso.

En su mente, esa imagen era aún más obscena... Un hombre completamente vestido sobre una mujer completamente desnuda... Su polla enterrada en su culo forzado a abrirse... Le dolía casi tanto cuando la sacaba que cuando la metía... Y luego, repetía... Ella pensó que era el hombretón que se la había follado antes, aunque quizá fuese un hombre al que nunca había visto y le estaba dando por el culo.

El dolor disminuyó, pero sintió una estocada brutalmente profunda y la primera descarga de semen en su culo... Sabía que no sería la última... Ella también debería encontrar alguna forma de darle el culo a Roger... Se lo merecía.

Tras terminar de correrse, el hombre se la sacó del culo, se apartó de ella, bajo de la cama, escuchó el agua corriendo en el baño, luego pasos en la alfombra, puerta abierta y puerta cerrada... El hombre, quienquiera que fuera, no había hecho un solo sonido desde que llegó

Permaneció en esa posición hasta que la puerta se abrió de nuevo.

No tenía idea de la hora, pero sabía dónde estaba y con quién, aunque todavía no sabía su nombre y lo que él quería... Ella también quería eso... No había mentido cuando dijo que quería probar su semen para saber en qué se diferenciaba del de Roger.

Ella siguió sin verlo... Eso la humillaba... A ella le hubiera gustado chuparle la polla a la luz y cerca de un espejo, para poderse ver  reflejada en él con su cabeza inclinada y la gruesa polla desapareciendo entre sus labios… Pero no, ella volvería a tener sexo a ciegas.

La mano derecha del hombretón le acarició su cara y prontó sintió la punta húmeda de su gran polla golpeando su naríz… Meli abrió la boca y la comenzó a mamar… Ella quería complacerlo… Quería darle placer... Quería que la recordara.

El hombretón, le soltó las manos y ella, ahuecando sus bolas con la mano derecha, siguió chupándole la polla ayudándose con la otra mano... Mientras se la mamaba se preguntó si alguna vez su marido tuvo relaciones sexuales con otra mujer durante su matrimonio y si le habría mamado su polla como ella se lo estaba mamando a este hombretón.

Meli se sacó la gran polla de su boca y continuó lamiéndole el tronco hasta llegar a la base… Luego, se inclinó hacia abajo para chupar sus bolas… Primero le chupó una y luego la otra... y se las metió también en su boca… Por un impulso lascivo, siguió lamiendo aún más abajo hasta llegar al ano.

El hombretón dejó escapar un gemido, cuando ella continuó lamiendole el ano y sacando la lengua... En respuesta, su coño se estaba mojando por su lascivia… Notó cómo la gran polla se estaba engrosando en su mano en señal de querer correrse… No queriendo perderse ni una gota, levantó la cabeza y se la metió de nuevo en la boca y comenzó a chupar con fuerza.

No pasó mucho tiempo cuando se corrió soltando el primer chorro contra el techo del paladar y comenzando a deslizarse por su garganta… Meli notó que era más espeso y amargo que el semen de Roger y que eyaculaba mucha más cantidad a pesar de que esa noche ya se había corrido dos veces, follándosela.

Ella tragó y tragó hasta que su pene se quedó quieto… Lamió hasta la última gota de la punta. Y lamió y tragó lo que quedo fuera que estaba en el tronco y en sus dedos… Luego, se acostó agotada a su lado y se durmió.

  • “Melissa”, escucho decir al hombretón.

  • ¿Qué?”, respondió con los ojos apenas sin visión por tener las cortinas cerradas y no permitir pasar la luz del día.

El hombretón estaba completamente vestido, esta vez con un traje marrón... Tenía en su mano su permiso de conducir.

  • “Melissa... Supongo que te llaman Meli, no es así”, le preguntó.

Ella sintió miedo ahora que él supiera su nombre y dirección... Le respondió brevemente con un:

  • “Sí.”

  • “Yo me llamo Ed... Los nombres no parecían importarnos anoche... Hoy tengo pronto una reunión... Puedes quedarte todo el tiempo que quieras... Normalmente vengo a la ciudad cada dos semanas... Ya sabes dónde encontrarme.

”Y dejando su permiso de conducir en el escritorio, se giró y se fue.


Cuatro semanas después


  • “¡Oooh!... Oooh!... Oooh!... ¡Si!... ¡Si!... ¡SÍIII!”

‘¿Qué estará haciendo Meli?’, pensó Eva, su vecina al despertarse.

Se dio la vuelta y miró el reloj de la mesilla:1,30 h.

  • “¡Oooh!... ¡Dios!... ¡Síiii!

Las palabras atravesaban la pared... Eva se dio cuenta de que era Meli... Nunca la había escuchado antes... Pensó, al igual que su vecina también, que este edificio estaría mejor insonorizado.

Las palabras se convirtieron en chillidos... Luego, en un prolongado chillido.

‘Ese es el ruido que hago cuando Fred me da por el culo... ¿Estará Roger follando a Meli por el culo?... ¿Bueno, por qué, no ?’, pensó Eva sonriendo para sí misma.

El chillido animal se intensificó y se detuvo de repente.

Eva se sintió excitada por la imagen de Roger disparando profundamente en el, sin duda, bonito culo de Meli.

A la mañana siguiente, Eva y Meli se fueron a trabajar exactamente a la misma hora.

Mientras estaban paradas en el pequeño vestíbulo entre sus viviendas esperando el ascensor, Eva dijo:

  • “Tengo una semana muy ocupada.”

  • “Yo también... Reuniones todo el día... Y tengo que recoger a Roger en el aeropuerto esta noche”, respondió Meli.

Los ojos de las mujeres se encontraron... Ambos sonrieron… Meli se dio cuenta que Eva la había pillado follando con otro hombre.

Una semana después, Meli acababa de llegar a casa después del trabajo, se quitó los zapatos, se sentó en el sofá del salón y revisó el correo del día que había recogido de su buzón.

Su móvil sonó.

Ella no reconoció el número, pero respondió de todos modos.

  • “Dígame.”

  • “Hola... ¿Eres Meli?”

Ella se puso de inmediato en guardia y respondió:

  • “Quién llama?”

  • “Mi nombre es Joel Osteen... No me conoces... Trabajo para John... Me dijo que estás casada, así que si no puedes hablar, me dices que tengo el número equivocado y cuelgo... Esperaré tu llamada.”

Mientras hacía una larga pausa, supo instantáneamente a dónde iba esto... Fríamente respondió:

  • “Puedo hablar.”

  • “Bien... Estoy en la ciudad y John sugirió que te llamara... Que me gustaría conocerte y estar contigo.”

  • “Eso es todo lo que dijo John.”

  • “Me dijo que eres hermosa y salvaje, casada como dije, y que tu esposo viaja mucho.”

  • ¿Algo más?

Ella sintió su vacilación antes de que él dijera:

  • “¿Quieres que te lo diga claro?”

  • “Si.”

  • “Las palabras exactas de John fueron que eres a gran chupapollas, que te gusta que te follen duro y se te puede dar por el culo.”

La rabia estalló en el cerebro de Meli... El hijo de puta de Ed pensó que podía compartirla con todos... Y se dio cuenta de que eso era exactamente lo que ella quería... Si iba con este tipo, sabía que recibiría llamadas de otros hombres, tipos como este Joel, que trabajaba para la empresa de camiones de John... Y también llamadas de sus amigos y sus clientes.

La idea de ser utilizada por todos estos extraños transformó abruptamente la rabia en lujuria... De ser conocida como una puta tan fácil, sus pezones se endurecieron y su vientre se tensó.

  • “¿Sigues ahí?”, preguntó finalmente el hombre.

  • “¿Dónde estás alojado?”

  • “En el Hotel Wesington”

  • “Qué habitación?”

  • “212.”

  • “Estaré allí en una hora.”

  • “¿Quieres cenar primero?”

  • “No.”... Y Meli colgó.

Meli caminó hacia su dormitorio para seguir la misma rutina: ducharse y depilarse bien... Esta vez mientras separaba sus nalgas, sabía que una polla pronto estaría metiéndosela por el culo... Ed le habría dado a este Joel todos tipo de detalles... Le abría dicho:

‘Ella era el tipo de mujer a la que puedes vendarle los ojos, atarla y follártela por el culo... El tipo de mujer a la que un completo extraño podría llamar y decirle 'Ven, fóllame', y ella simplemente preguntaría: '¿Número de habitación?'

Con John fue la primera vez que estuvo atada... No sabía si le gustaba estar atada, pero se dejó atar... De buena gana habría dejado que Ed hiciera cualquier cosa, pero estar indefensa fue muy excitante para ella... Se preguntó si este hombre la ataría también.

Se duchó... Se secó el pelo. Retocó su lápiz labial… Fue hasta su armario, miró sus vestidos y al final no  se puso ninguno porque no lo llevaría puesto mucho tiempo… Eligió unos zapatos negros con tacones altos… Sacó su abrigo y se la puso.

Llaves… Permiso de conducir... Algo de dinero... Y salió a la calle… No se detuvo a comprar condones... Todavía tenía los diez que compro hace unas semanas... Sabía que tampoco iba a usarse esta noche... Quería que los hombres se la follaran sin condón y sentir sus chorros de semen dentro de su coño o culo… Y quería ser follada por extraños

Mientras conducía, para tener sexo con un hombre al que nunca ha visto, sabía que mañana Joel le daría a John todos los detalles de su follada y degradación… No hace mucho le habría disgustado que se hablara de ella de esa manera... Ahora, como casi todo lo demás, la excitaba.

Una vez que John se enteró de que había ido con Joel, éste le dijo que una noche iría a la habitación de hotel de John y habría dos o cuatro hombres esperandola... Y tendría que atenderlos a todos… Haría cosas que muchas putas no harías... Y encima, gratis.

La idea de estar desnuda e indefensa, gritando y suplicando, la excitaba… Y, más pronto o más tarde, tendría marcas y magulladuras en su cuerpo que no podría esconder de Roger…. Y éste, una vez que se enterara de lo que estaba haciendo y en qué se había convertido, era casi seguro que la dejaría… Ella lo amaba y no quería eso... Pero no podía darle la vuelta al auto… Esta forma de sexo la enloquecía.

Y con estos pensamientos, estacionó su coche en el aparcamiento del hotel y se dirigió a las escaleras... Caminó rápida para coger un ascensor.

En el tercer piso, encontró la habitación 315… Llamó a la puerta.

Cuando él abrió la puerta, ella abrió su abrigo y mostró su desnudez.. Era el primer paso de su entrega y su coño ya estaba muy mojado.

F I N