Gemidos

Una pareja se excita y hacen el amor, mientras oyen y ven follar a los vecinos franceses de abajo.

GEMIDOS

Hola, digo esto a los editores, este relato ya lo envié y está publicado en hetero : general, pero no se lee nada bien ya que está mal editado, le faltan todas las letras que llevan acentos, o sea que no se entiende nada en absoluto. Mando éste por si os ayuda a rectificar el otro o por si se puede publicar adecuadamente. Ya os mandé un mail.

Un beso.

Thomas y Jill eran una pareja que vivía en un pequeño pueblo. Su piso estaba en un ático y tenia una grandísima terraza desde donde se podía ver absolutamente todo hasta llegar al mar. Pero nadie les podía ver a ellos.

Una noche calurosa en pleno agosto, sobre las 4 a.m., Thom no podía dormir. Daba vueltas en la cama, boca arriba, boca abajo. Simplemente no tenía sueño. Miró a Jill durmiendo a su lado y la empezó a besar suavemente, primero en el brazo, luego en la espalda, y fue bajando hasta llegar a las nalgas. Thom se empezó a excitar.

Como la quería.

Un agradable cosquilleo le recorría la entrepierna y su miembro se ponía cada vez más duro. Pero al final, se dio cuenta de que Jill estaba demasiado dormida y le supo mal despertarla.

Así que, desnudo, fue a la cocina, cogió un refresco de la nevera y salió a la terraza a tomar el aire.

Allí tenían una pequeña piscina, tumbonas a los lados para tomar el sol y una mesa con sus sillas, todo de madera. También plantas exóticas por los rincones.

Thom se echó en una tumbona con su refresco de lima y se relajó con la suave brisa de la noche. La luz de la luna llena se reflejaba en el agua. Se estaba genial.

Pensó en Jill allí dormida. Si estuviera aquí con él y pudieran hacer el amor. Se imaginó el cuerpo de ella sentado encima del suyo, sus suaves caderas encima de las suyas. Poco a poco le volvió el cosquilleo en la entrepierna, se relajó por completo y su miembro volvió a despertar.

De pronto, empezó a oír unos gemidos de placer – ha... ha... ha... mmm... – se oía. Venían del piso de abajo.

Thom no se atrevió a mirar, pero si a escuchar.

Oui, Pierre...avec la langue, mon amour... hoo...oui...hooooo – deben ser los nuevos vecinos franceses de los que me habló Jill. Pensó.

Esas palabras se derretían de placer, tan llenas de suspiros y Thom se excitaba por momentos, su miembro estaba cada vez más duro.

- Hoo. lechez-le moi...oui...ainsi...hoooo....- les oía hablar en francés, podían estar diciéndose guarradas. Thom se los imaginaba haciendo el amor. Quería mirar, pero la verdad es que estaba tan relajado y caliente estirado en la tumbona, que opto por quedarse ahí.

La imagen de Jill caliente como el fuego, jugando con su sexo le envolvió la mente. Notaba su polla hinchada, palpitando de placer por el bombeo de la sangre. Abrió un poco las piernas y puso los pies en el suelo, dejando que el enorme falo descansara encima de la pelvis. Entonces se oyeron más profundos gemidos repetidos rítmicamente, siendo el último el más largo e intenso.

hoo... hoo... hooooo – se oyó.

Evidentemente era la chica francesa, pero Thom enloqueció de excitación imaginándose a Jill corriéndose de placer. Su polla se endureció como una roca y se separó de la pelvis por un momento, dejando salir por la punta del capullo una gran gota lubricante, que él recogió con el dedo y la extendió en círculos por el enorme glande. Se cogió la dura verga con toda la palma de la mano y empezó a hacerse una paja. No podía pensar en otra cosa.

Hooo... mmm... Dios... que caliente estoy... - dijo en voz baja para sí mismo mientras se masajeaba la polla.

Justo entonces apareció Jill por la puerta de la terraza, detrás de él.

¿Cariño, que haces aquí? Me he despertado y no estabas.- dijo ella sin chillar.

Ssssst - le mando bajar la voz Thom.

¿Te estabas haciendo una paja? – Le preguntó ella picarona y sonriendo.

El duro miembro de Thom menguaba poco a poco mientras le explicaba lo ocurrido a Jill con un poco de vergüenza.

Así que la pareja de franceses te ha puesto a tono ¿He? – Dijo animada – ¡Vamos a mirar!

No, no, no, Jill ¿ Y si nos ven? – Dijo él con miedo.

No nos verán, tonto, ya veras ¡Vamos! – Contestó ella cogiéndole de la mano. De puntillas fueron hasta la barandilla y se asomaron escondidos entre las plantas.

La terraza de los franceses, era algo más pequeña pero sobresalía más que la suya, así que los veían casi perfectamente.

El chico francés, estaba sentado en una silla de jardín de frente a la casa con las piernas bien abiertas y los brazos descansados en los respaldos. Tenía los ojos cerrados y ponía cara de placer, parecía estar pasándolo muy bien. La chica, de rodillas sobre un cojín rosa le estaba chupando el duro y largo miembro, con gran sabiduría por lo visto.

hoo...hoo...que de plaisir... haa...mon die... – gemía de placer el francés entre palabras y palabras. La mamada que le estaban haciendo no era para menos – hooooorg... – .

Thom y Jill no entendían muy bien lo que decían, pero ya llevaban un rato mirando y escuchando gemidos, cada vez estaban más excitados.

Jill recordaba la dura polla de Thom echado en la tumbona y sólo pensaba en lo caliente que estaría él en ese momento.

Thom se había vuelto a excitar al ver a los franceses, era como una porno en vivo.

Los dos necesitaban tocarse, sentir la presencia caliente el uno del otro. Así que poco a poco se fueron juntando hasta que Jill se puso detrás de Thom, le puso las manos en la cintura y seguía mirando por detrás de su hombro.

¿Has visto que polla tiene?

Sí. Y me ha gustado como se la ha metido por detrás, tenemos que probarlo – se decían en voz baja, mientras aprovechaban y se juntaban más.

Oh cariño, me estoy poniendo muy caliente – le dijo de pronto Thom a Jill – mira que trempado estoy – sentía los grandes pechos de Jill en su espalda, los duros pezones clavándose en su piel y el roce de la barriga femenina en sus nalgas, sabiendo que más abajo estaba el suave monte de Venus, seguramente guardando un pubis caliente y mojado. Eso le puso a cien.

Aunque era de noche, los cuerpos quedaban sensualmente iluminados por la luz de la luna. Jill, haciendo caso de la orden de Thom, dirigió una rápida mirada a su verga. La tenia enorme y erecta. Y Thom no se equivocaba, Jill estaba muy excitada y ver la dura polla masculina aun la excitó más.

Rápidamente se puso saliva en la palma de la mano y la apretó contra el hinchado glande cogiendo a la vez la enorme verga. La masajeó en círculos mientras lamía y chupaba fuertemente desde detrás el cuello y la espalda de Thom, llegó a la zona lumbar y allí mordisqueó sus nalgas, después lamió su ingle mientras rozaba con la mejilla el duro pene, chupó suavemente los testículos jugando con el escroto y por fin, se metió entero el duro miembro hasta tocar la garganta.

haaaa..... - gimió Thom intensamente de placer quedándose sin aire.

Con la lengua, Jill, siguió lamiendo toda la polla des del principio hasta el final humedeciéndola bien, aunque no hacia falta, por que Thom estaba tan caliente que constantemente soltaba gotas de liquido transparente por la punta del rojo capullo.

Gotas que Jill recogía con los suaves labios y la lengua, notando por momentos como el órgano de Thom se hinchaba y se alargaba, dejando atrás el fino prepucio y dejando en la punta el ardiente glande.

Jill acabó poniéndose de cuclillas, pero Thom seguía de pie y las piernas le flojeaban del intenso placer. Así que decidieron seguir en la tumbona.

Sin hacer ruido fueron hacia ella y se sentaron uno enfrente del otro dejando que sus húmedos sexos se tocaran.

Los gemidos de los franceses ya quedaban en el aire.

Ellos, enamorados hasta la perdición, se abrazaban excitadamente entre el sudor y su profunda respiración. Se besaban con pasión, se chupaban i lamían el cuello, las orejas, los labios...

Thom agarró con furia las separadas nalgas de Jill. Eran de piel fina y tenia donde agarrar, eso le enloquecía. La apretó fuertemente contra él poniéndosela encima a horcajadas y le abrazó todo el cuerpo, resiguiendo todas sus curvas con sus fuertes manos, deseando que ese momento no terminara jamás. Sus sexos ya no se tocaban, sino que quedaban fundidos uno con el otro por los fluidos corporales.

Entonces Jill separó un poco las caderas de las de él, dejando que el hinchado glande se posara sobre su clítoris. Abrazó con firmeza a Thom y con sensualidad empezó unos eróticos movimientos circulares con las caderas. Los duros pezones rozaban y se hundían en el pecho masculino, sus rojizas mejillas reposaban sobre los hombros y el cuello de él. Si seguía así se correría como nunca antes lo había hecho.

Thom estaba a punto de correrse, pero decidió que ese momento no podía terminar así. Con las manos agarraba las generosas nalgas de Jill, acompañando el vaivén de sus caderas. Los movimientos que ella estaba haciendo, le habían perdidamente enloquecido.

El roce de los pezones en su piel, por no decir cuando ella los apretaba contra él y los grandes pechos se hundían contra el suyo, el aire acompañado con pequeños jadeos que notaba en su cuello, fruto de la excitada y profunda respiración que ella mantenía. Todo ello, le habían llevado a un elevado grado de excitación y deseaba penetrarla hasta el fondo de sus entrañas y dejar una gran corrida dentro de ella.

Así que la besó profundamente en la boca con gran pasión, mientras la penetraba poco a poco notando como el glande entraba y tocaba con el fondo de la vagina.

Hoooo....- ella gimió de placer en su boca mientras se besaban.

Entonces, sentada encima de él, empezó un suave y ligero movimiento de balanceo. Thom, apoyado en el respaldo de a tumbona, miraba las caras de placer de Jill sumergido en la inmensa excitación.

Cambiaron de posición y de sitio. Él necesitaba llevar las riendas. Se levantó, cogió a Jill y se la puso a horcajadas encima otra vez, pero esta vez él estaba de pie, la apoyó en la pared de la terraza y con un fuerte pero controlado empujón de cadera la volvió a penetrar, sin parar, con fuertes balanceos cada vez más rápidos. Ahora era él quien apoyaba la mandíbula en el cuello femenino, dejando que el bao de su respiración se fundiese en la fina piel.

Jill, estaba muy excitada, casi en el éxtasis. Con una mano se agarraba fuerte a la musculosa espalda de Thom, y con la otra, apretaba la cadera y el principio de la nalga de Thom, como si quisiera que éste la penetrara aun más fuerte, si se podía.

De pronto, notó que Thom se ponía rígido.

Entonces con la mano se estimuló el ya excitadísimo clítoris, llegando ahora sí al éxtasis e intensificando su placer con el jugo caliente de él derramado dentro de ella, regalándole a Thom unas fuertes contracciones vaginales que envolvían su extasiado y duro miembro, endureciéndolo aun más mientras eyaculaba una gran cantidad de cálido semen en su interior.

Quedaron exhaustos. Ella se sentía relajada a la vez que abatida y era consciente de que Thom la sujetaba, pero no podía dejar de abrazarlo. A él le flojeaban las piernas, pero estaba en el limbo. No podía, ni quería dejar de sujetar la preciosa cintura y las increíbles nalgas de Jill.

Se besaron relajadamente jugueteando con los labios y la lengua, y finalmente Thom bajo con cuidado a Jill al suelo. Ella noto como sus piernas también flojeaban.

Te quiero cariño.- le dijo ella.

Yo también a ti, cada día más.- contestó él abrazándola.

Ya empezaba a clarear y se podría decir que apenas habían dormido. Pero antes de irse a la cama, tenían que quitarse el sudor acumulado. Así que Thom fue a buscar un par de toallas, las puso encima de las tumbonas y vieron amanecer dándose un baño en la pequeña piscina.

Me encanta ver como flotan tus pechos en el agua – comentó Thom con una sonrisa.

Y yo sé que hay partes de ti que también quieren flotar – añadió Jill con picardía poniendo el pie en la ingle de Thom.

Entonces juntaron sus cuerpos al máximo y se besaron durante un buen rato y más.