Gemelas-Cambio

Hermanas y gemelas

Siempre me había hecho ilusión dominar a mi hermana, a mi gemela. Tan iguales y tan diferentes. Y lo he hecho. Aquí subo la segunda de tres de las muchas cartas que le he ordenado escribir, aunque a ella aún le cuesta entender que no es una petición, si no una orden. Igual que hay que llamar a las cosas por su nombre, no con esas finuras que aún tiene en mente. La verdad es tal como estan escritas son un poco lio, pero ella y yo las entendemos. Espero que las disfrutéis igual que yo lo hago de ella.

Estoy desconcertada repasando lo que ha pasado los últimos días. Siento inquietud pensando en lo que han cambiado las cosas, en estar haciendo lo que hago y con quien lo estoy haciendo. ¿Estoy segura?. ¿Estamos seguras?.

Me queda el pensamiento, los recuerdos de todo. Estan ahí amontonados y dispersos a la vez. Me has pedido que lo detalle, que sea clara. ¿Como quieres que lo sea si ni yo misma tengo nada claro?. Me despierto o me esperas al llegar a casa. Empiezas a atarme y lo haces sin importar si estoy vestida, para qué si después me vas a desnudar, me vas a ver sin nada. Cada día me planteo que ya no más, que esto no esta bien. Cuando noto que vas a empezar estoy dispuesta a decirte que no, que no puede ser, que somos quienes somos y que tenemos que estar cerca, pero no así. Y cuando empiezas intento oponer resistencia, al menos hasta que noto el primer contacto con las cuerdas con las que luego casi cubres el cuepo, casi como si fuera un objeto. A veces pienso si vas a ponerme un lazo como si fuera un regalo. Pierdo la fuerza cuando me tapas los ojos. Como no puedo ver nada me quedo indefensa, todo oscuro sin poder ver nada, con los sentidos alerta para decirte que pares. Pero solo soy capaz de quejarme esperando que lo paremos todo. En el fondo lo quiero. No quiero que dejes de darle vueltas a la cuerda.

Me siento muy avergonzada, incluso ahora escribiéndolo. Me veo desnuda delante tuyo, con las cuerdas entre tus manos, preparándolas para inmovilizarme, tan apretadas que no puedo mover ni un poquito donde las has puesto. Aunque es humillante. Y me dices que tiene que serlo, incluso más de lo que siento. Y eso me excita. Yo que siempre había pensado que me defendería con uñas y dientes si alguien me tratase, quisiera humillarme. Y ya ves, estoy disfrutando cada vez que lo haces.

Suspiro cuando has empezado, cuando vas dejando mi cuerpo atado, con esas cuerdas con las que has cubierto los sitios donde las has atado. Nunca hubiera imaginado que tu hcieras estas cosas, que las hubieras practicado. Aún estoy asombrada, incrédula de que lo hagas y de que me lo hagas a mi.

Pensé que pronto te diría que parases y que no iba a seguir, menos contigo. Pero has sacado algo que no pensaba que tuviera. Tu le llamas sumisión. Pero yo no sé como puede llamarse esto que tan hondo me penetra que me deja cada vez más vulnerable, pienso que hasta indigno. Y ahora, por si fuera poco, he aceptado ser tu esclava. ¿Que querra decir eso?. ¿Que hace una esclava?. ¿Que tengo que hacer yo?.

Me siento muy rara, muy desconcertada. La indefensión es muy intensa. Y me gusta. Cuando me tienes atada se me acelera el corazón. Incluso me siento ansiosa esperando lo que vayas a hacer. Me asombra, eso sí, que lo estés haciendo conmigo, y que yo me deje hacer por ti. Hermana y hermana. Me dices que no te vea como a mi hermana. Supongo que tu no me ves así. Al menos lo tienes que estar intentándolo. Yo lo intengo contigo, aunque ya sabes que es difícil. La prueba la tienes cuando me tocaste, cuando tus manos me magrearon. El culo y las tetas. Ahora me doy cuenta que es posible que hubiera reaccionado igual con cualquiera que lo hubiera hecho. Hubiera sido tan brusca como lo he sido contigo. La única diferencia, pienso, es que cualquier otra me hubiera dado unas buenas bofetadas por hablarle con tanta ira y desprecio. Pero la verdad es que algo saltó en mi, algo que me gusto. Seguramente humillacion, vejacion también o una fuerte indefensión al sentirme sin poder hacer nada, ni siquiera defenderme, ni moverme. Eso me llevó a algún sitio que acaba de descubrir y que no estaba en mis esquemas, en ningún pensamiento que pudiera tener. Eso me demostraba que iba a ser tu esclava y que tenía que soportar cosas que puedan no gustarme. Supongo que reaccioné tan mal porque tenía que ser pudorosa, o al menos hacerlo ver. Ya solo me faltó ver tus pezones, que me dijeras lo que me dijiste yque reconocieras que estabas excitada, como yo. Eso me ayudó a aceptar lo que yo misma estaba sintiendo y que me diera cuenta que lo tu lo sentías yo también tenía derecho a sentirlo. Solo que soy la sumisa.

Me dejaste muy sorprendida cuando me metiste esas bolas en el culo. Que ilusa. Pensaba que era para el sexo. Y ahí lo metiste, abriéndolo tanto que no pude gritar. Menos mal que una vez dentro fue desapareciendo el dolor, aunque me sentía más humillada. Tu misma me lo habías metido, habías abierto mi culo, el de tu hermana, aunque ya sé que quieres que piense en ti como tu esclava. Lo intento. Espero que cuando leas esto tambien me veas como una sumisa. Lo intentes.

Durante los ultimos días no he parado de pensar en lo que me has hecho, en cada atadura, en la intranquilidad que me dejas cuando te vas y me dejas indefensa, pasando las horas sin poderme mover y sintiendo como todo el cuerpo se queda entumecido, en la desesperacion que me recorre y en lo que me he arrepentido por haberme dejado hacer eso. En la tranquilidad que me llena cuando me desatas y libre de movimientos vuelvo a sentir el deseo de que vuelvas a hacerlo. Me siento tan vulnerable cuando me atas, me inmovilizas con esa fuerza de las cuerdas. Pienso que no puedo hacer nada, que puedes hacer lo que quieras, que cualquier cosa la tienes que hacer tú, que si quieres que me mueva no puedo, tienes que cogerme en brazos y llevarme a donde quieras que este. Tu decides donde y cómo. Y eso ya me vuelve loca. En ese momento veo que no puedo ni siquiera decidir donde estar. Si entre los espejos, recorriéndome entera, mirando las ataduras que me has puesto, dejando que cada vuelta me deje marcada o dejándome llevar por la vergüenza del placer que siento con las que pasan por mi sexo, apretado por ellas. Deseo que desaparezcas para moverme y llegar al orgasmo que me pide el cuerpo.

Por eso, ayer, después de hacerme reconocer que me gusta, confirmar que soy tu esclava, jugar con las palabras hasta hacerme pedirte lo que quería, adornándolo con que "me gustaría que alguien..." me tocase, sabiendo que solo tú y yo lo sabemos, que solo tú estabas conmigo, era a ti a quien pedía que me recorrieras el cuerpo, hasta que me hiciste decirlo claro, que quería que me tocases, en ese intento por verte como una mujer, no como a mi hermana. Terminé de perder la cordura cuando apretabas con tus manos las partes que no estaban cubiertas por las cuerdas, tocando aquí y allí con fuerza, apretando con los dedos el culo, estrujándolo, con rabia, excitándome tanto a pesar del dolor de las cuerdas, de lo que me pusiste en los pezones, que los apretaban haciendo más intenso el dolor y el placer de tu contacto, entreteniéndote en apretar las tetas y estirar de las pinzas que solo quería correrme una y otra vez.

Ya no era yo. Bueno sí, lo era, solo que deshinibida, llena de placer, de dolor, de deseo. Quise provocarte, acercando mi culo a tu sexo. Te miraba en el espejo y veía que estabas excitada, como me habías dicho. Me senti entregada, tuya, como dices tu, tu esclava. Y quise no verte como a mi hermana. Quise entregarme como sumisa. A fin de cuentas tu me lo habías sacado. Me sentí viciosa, dominada. Me di cuenta que no valía la pena seguir negándome y que quería ser tuya, notar toda esa humillación que dices que es buena y que aún debo sentir más. Es lo que hice... bueno, iba a poner hermana, pero no se si es lo que tengo que poner. Tengo que aprender, supongo que mucho aún .

El orgasmo que tuve me hizo despertar, y sentir todas las sensaciones juntas. Me llenaron a la vez, una detras de otra. Valía la pena la vergüenza que sentía, contigo tan cerca, pero casi me daba igual. La desesperación por estar atada, sin poderme tocar, sin que nadie lo hiera, esa frustración que me hizo sentir rebajada, llena de deseo y, creo que ya lo sabes, entrega. Me hubiera ido muy bien un pene, un aparato masculino. Pensé en el que me habías mostrado desnuda, con ese arnés, diciendo que así te vería poderosa. En medio del orgasmo lo hice y lo eche de menos. En ese momento me sentí sucia, no podía estar pensando en eso. Pero también me excite más, con esa humillación constante y con esos pensamientos fuera de lugar. Solo quería dejarme llevar, dejar que me llevases.

Con lo que me pusiste en la boca, en mi segundo orgasmo, aun en su nube, confirmaste que mi sitio era ese. Esclava. Dejé que me invadiera todo eso tan intenso que me dijiste desde el primer día. La humillacion, iba en aumento, me costaba suspirar, respirar, me lo acabas de dificultar aún más con lo otro que me pusiste y que tapaba la boca, apretaba la mandíbula contra la bola y dejaba la cabeza bien sujeta. Menuda imagen veía en el espejo. ¿Cómo había acabado así?. Tan rebajada, tan poquita cosa. Estaba imponente con la presión de la cuerdas y rematada con lo que me acabas de poner. Me vi otra vez sucia, indigna, pensé que estaba perfecta para que me hiciera, quien fuera, lo que quisiera. Lo estaba deseando.

Se que eataba fuera de mi. Se que no era propio de mi. Pero pensé y qué. Y empece a moverme en la silla. Y me dejaste allí, con mis cosas, dándole vueltas. Pero me sentí poderosa, libre a pesar de las ataduras.

Estaba tranquila porque sabía que estabas allí. Me habías dicho varias veces que me cuidarías y sabía que lo hacías. Por eso apareciste enseguida, en el momento que lo necesitaba. Quise responderte como lo estabas haciendo conmigo, con ternura. Deje que me movieras como quisieras. Pensé que soy tu esclava. Casi te beso. Pero hasta para eso no tuve fuerzas. Me arropaste como te pedí. Y me llego el descanso que me habías dicho. Sumisa, me dormí.

Me pregunto ahora ¿vamos a seguir adelante? ¿vamos a seguir con esto que no sé si esta bien?. Creo que sí. Yo sí.

Termino pidiéndote que no me vueltas a decir que te estorba mi novio. Me dolió.