Gemelas

Sin que le sea necesario ya ser guiada, el subir y bajar de su cabeza aumenta su velocidad en la misma medida en que él aumenta el ritmo de sus dedos dentro de su sexo y sobre su erecto clítoris.

GEMELAS

Esta en el dormitorio, acostado en la cama, aguardando la llegada de ella con los ojos cerrados; desnudo y cubierto solamente por la sábana.

Sabe que vendrá, y a pesar de saberlo no logra evitar la ansiedad que le produce la espera.

Ya hace dos noches que no viene y sus visitas nunca son mas espaciadas que eso.

Se estremece al percibir el suave ruido que hace la puerta al abrirse y cerrarse, y luego, el deslizar de sus pies sobre la alfombra.

Abre los ojos y no obstante la oscuridad logra distinguir, gracias a la filtración de la luz del alumbrado callejero, el perfil de su rostro, el brillo de sus ojos y el contorno de su figura envuelta en un vaporoso camisón.

Los pocos segundos que transcurren hasta que ella llega a la cama  han bastado para que su pene comience a erectarse, cobrando vida propia; preparándose para lo que ha de suceder.

En silencio, tal como llegó, ella se sienta en el borde del lecho y sus cálidas manos comienzan la excitante ceremonia de acariciar con suavidad su sexo.

La leve opresión de sus dedos y los delicados movimientos masturbatorios hacen que él se entregue sin resistencia a sus caricias y, mientras su cuerpo se estremece involuntariamente, su garganta deja escapar un casi inaudible gemido.

Sabe que ella siente lo que él esta sintiendo y que esta tan excitada como él.

Sabe que ella esta esperando ansiosa que retribuya, como él lo hace habitualmente, el placer que le brinda.

No la decepciona; acerca su mano izquierda a la unión de sus muslos y desliza los dedos hasta el húmedo sexo femenino, es ahora ella quien gime blandamente, mientras los dedos de él recorren los abultados labios en busca del botón de amor que se encuentra en la unión superior de los mismos .

Llega a su clítoris y el gemido de ella se hace claramente audible.

Ella comoda su cuerpo procurando que la mano de él pueda continuar la tarea y, lentamente, baja su cabeza acercándola a su miembro que palpita en forma desenfrenada, como presintiendo cual es el placer que esa  dulce boca le concederá en instantes.

Concentra ahora las caricias de sus manos en los henchidos testículos de él amasándolos con suavidad mientras su lengua recorre toda la superficie del pene, desde la base hasta llegar al  glande.

Entreabre sus labios y  rodea el capullo suavemente, humedeciéndolo y transmitiéndole el calor de su boca.

Acompañando una tenue succión su lengua comienza a acariciarlo girando a su alrededor, haciéndole sentir las maravillosas sensaciones a las que ya le ha acostumbrado.

El roce de sus dientes sobre la suave piel provoca que de su miembro comience a fluir líquido preseminal.

Con suavidad el extiende su brazo derecho introduciendo los dedos entre sus cabellos y con blanda firmeza le imprime a la cabeza de ella un movimiento ascendente y descendente.

Con docilidad ella obedece a la tácita sugerencia y acompaña el ritmo marcado por el brazo.

El mismo ritmo adoptan los dedos de él  dentro de su ya encharcado sexo .

El placer de ambos, a juzgar por lo que transmiten sus cuerpos, aumenta a cada instante.

El trata de retrasar la eyaculación para poder seguir disfrutando de las caricias que su boca le regala, pero siente que inevitablemente se acerca el momento.

En voz muy baja se lo advierte, para que ella retire la boca de su miembro.

En la oscuridad distinge el brillo de sus ojos que le miran fijamente, a la vez que, en una clara indicación de que desea proseguir con su tarea hasta el final, continúa el movimiento de su cabeza.

Se entrega a su voluntad y se concentra en gozar y hacerla gozar a ella.

Sin que le sea necesario ya  ser guiada,  el subir y bajar de su cabeza aumenta su velocidad en la misma medida en que él aumenta el ritmo de sus dedos dentro de su sexo y sobre su erecto clítoris.

A consecuencia de su eyaculación ella llega al orgasmo o tal vez sea a la inversa; lo cierto es que ambos hechos suceden simultáneamente.

Los últimos espasmos de su cuerpo coinciden con la descarga seminal de él que ella ingiere golosamente hasta la última gota.

Ambos quedan quietos por unos minutos; él con los dedos dentro de su sexo embadurnado y palpitante, y ella dejando que el miembro de él pierda lentamente la firmeza dentro de su boca.

Luego, sin pronunciar una palabra, ella se separa de él  y tan silenciosamente como llegó, se retira de su dormitorio.

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Estan los tres sentados a la mesa desayunando.

El las observa a ambas disimuladamente, pero sin perder cada uno de sus gestos tratando de descubrir en ellos una pista, un rastro, que le permita saber cual de las dos fue la que estuvo en la oscuridad de la noche dándole ese fantástico placer.

No lo logra; ambas, gemelas idénticas, hacen movimientos similares, mantienen la misma conversación distendida, tanto entre ellas como con él, y muestran la misma calma y tranquilidad que exhiben todos y cada uno de los días.

Duermen en habitaciones separadas, por lo  que nunca una notará la ausencia de la otra durante la noche.

¿Cual de sus dos hermanas gemelas será la de las visitas nocturnas a su dormitorio?.

¿O serán ambas que se turnan para hacerlo?

Solo sabe que ansía con vehemencia, que sea cual sea la que lo hace, o sean ambas que se turnan en hacerlo,  la próxima noche le sea brindado el placer al que ya esta acostumbrado.