Gaymers

Ficticio

Nada fue extraño hoy.

La misma rutina que millones de estudiantes de secundaria realizamos a diario.

Levantarnos a las seis de la mañana cuando el cielo aun duerme y las estrellas bailan en la oscuridad.

Ducharme con un agua caliente para remitir el frío de una mañana invernal.

Desayunar un cereal rápidamente para estar listo a las seis con cuarenta y siete.

El típico uniforme escolar que parece que llevo tatuado está limpio, planchado y debidamente aromatizado con loción Perry Ellis.

El camino a la escuela va alumbrado de rojo por las luces traseras de los automóviles que se dirigen al trabajo.

-Te portas bien-me dice mi mamá siempre preocupada por mi-, no estés hablando en clase.

¿Terminaste lo de Biología?

-Sí-le contesto tratando de no cerrar los ojos y quedarme dormido-, lo coloree y quedó más bonito.

-Muy bien-dice y rebasa a un coche estacionado-, ¿paso por ti a las dos?

-Sí, por favor.

-Bueno, me avisas cualquier cosa.

-Sí, mamá.

Nos vemos.

-Nos vemos entonces.

Me bajo del automóvil y muestro mi credencial al oficial de la entrada.

-Buenos días-le digo con una sonrisa.

-Buenos días, Luke-me responde alegremente.

Con mi mochila al hombro subo las escaleras del edificio principal.

Me detengo en el baño y reviso mi imagen ahora que estoy un más despierto.

En el espejo veo a un chico de cabello negro alborotado entallado en una camisa de manga corta, un chaleco azul y un sweater arremangado del mismo color.

Unos pantalones grises tan bien planchados que tienen una línea perfecta.

Entro a mi salón y me siento en la parte de en medio.

Soy el primero porque mi madre tiene una ligera obsesión por llegar temprano a todos los lugares y, si no llega con por lo menos media hora de anticipación, cree que está retrasada y que el mundo dejará de girar.

Me siento y juego en mi iPhone.

Pasa el rato lentamente, como si no tuviera prisa de dar inicio a un día nuevo de clases en la Escuela de Santa Fe.

Llegan uno a uno mis compañeros y aunque no soy amigo de todos, nos llevamos bien.

Nos saludamos y preguntamos que hicimos el fin de semana.

-Fui al partido de soccer…

-Vi la película dónde unos chicos entran a una manicomio, y luego…

-Complete Battlefield 4, no puedo creer que al final…

-Fui a una fiesta…

Me siento cómodo aquí.

Es extraño, pero en este salón no existe ni un bravucón ni un payaso.

Todos somos como somos, incluso Hari, mi mejor amigo que, a pesar de todo lo que implica y el valor que requiere, salió del closet.

Cuando me lo dijo, mi primera reacción fue:

-No vayas a querer conmigo.

-¡No!, iug, jamás.

Eres mi amigo-respondió él rojo como un tomate.

-Pero, ¿te gusta alguien?

-Obviamente, es lo mismo que ser hetero, sólo que con chicos.

-¿Quién te gusta?

-¿Prometes no decirlo?

-Lo juro, jamás, ni una palabra-la duda podría haber hecho que prometiera bajar la luna y partirla en pedazos para hacer sándwiches.

-Irving-dice en un susurro antes de volverse rojo de nuevo.

-¿En serio?-Irving es el chico más popular de nuestro año y el más guapo.

-Sí, pero no le digas a nadie.

-Jamás.

Cuando veo que Hari entra me levanto y lo saludo como siempre, con un abrazo.

-¡Hey! ¿Qué tal todo, muchacho?-me pregunta y se sienta a mi lado.

-Bien, no me quejo.

¿Hiciste lo de biología?

-¡No!-dice y se pasa la mano por el cabello, preocupado-, se me olvidó por completo.

-¿De verdad?, ¿pues qué hiciste? Vale la mitad de la calificación.

Su sonrisa pícara indica algo interesante.

El rictus de preocupación da paso a una cara de seductor digna de Mauricio Garcés.

-Estuve con alguien…-contesta.

-¿De verdad?-pregunto con indiferencia aunque la curiosidad me come las paredes del cerebro-, ¿Qué hacías? Jugaban Call of Duty.

-Tuvimos sexo-contesta y me deja sin aliento.

Podría apostar que en el salón todos son vírgenes y hablar de sexo es algo casi prohibido, así que la declaración me sobresalta.

-No juegues, ¿con quién?

-Si me pasas la tarea de biología te cuento todo.

-Hecho, sólo no lo copies tal cual.

**

Cuando termina y salimos al receso, yo estoy tremendamente curioso.

No sólo es sexo, es sexo gay, lo que le agrega un toque de prohibido a la situación.

Nos sentamos en unas mesas apartadas de la gente y espero a que Hari rompa el silencio.

No lo hace.

-Entonces, ¿vas a decirme que sucedió?

-Bueno-dice tragando un pedazo de su sándwich-, pero, por favor, no digas nada ni lo estés presumiendo por ahí.

-¿Cuándo he hecho eso?

-Nunca, pero te digo esto sólo porque eres mi amigo y porque me pasaste lo de biología-le da un sorbo a su coca cola y continua-.

Bueno, sucedió que tenía boletos para el cine e iba a ir con un chico que me gusta, pero al último momento canceló.

Me enojé muchísimo, pero no le di importancia.

Así que me puse a caminar por el centro comercial y adivina a quien me encontré.

-¿A… tu primo?

-Iug, no.

A Irving.

-¡No!

-¡Sí!, entonces me le acerqué y nos pusimos a platicar, después le pregunté si quería ir al cine, que tenía dos boletos.

Al principio no quería, pero no le insistí, y eso fue lo que hizo que me dijera que sí al final.

Entramos y nos sentamos hasta atrás, la película era de acción, pero no la vimo.

-Te refieres a…

-Sí, nos besamos, pero lo mejor fue después, cuando Irving bajó su mano por mis pantalones.

No pude decir palabra.

-Sentí como su mano se deslizaba y me tocaba y luego yo hice lo mismo y como estábamos hasta atrás nadie nos veía.

Pero lo mejor fue al final, cuando se vino.

-¡¿Se vino en tu mano?!

-No… no precisamente-responde gesticulando su boca y sacando la lengua.

-Wow.

-Ya sé… wow.

**

No pude sacarme la imagen en todo el día así como tampoco pude quitarme la erección de mis pantalones.

Era un mezcla de erotismo, curiosidad y fantasía lo que pasaba por mi cabeza lo que no me dejaba tranquilo.

Es decir, yo jamás he besado a una chica, y besar a una chica es más fácil que besar a un chico, ¿cierto?

Cierto…

Una malévola idea creció en mi interior, germinando con un plan perfecto que no podía fallar.

Nuestra última clase era inglés, en la cual veríamos una película en la sala de proyecciones.

Yo me sentaría a lado de Hari y con sutiles indirectas le demostraría que… bueno… que quiero que me enseñe a mas detalle cómo sucedieron las cosas.

**

En la penúltima clase mi pie no paraba de bailar desesperadamente, inquieto por terminar.

Cuando salimos por fin, le pregunto a Hari si nos sentamos juntos.

-Claro-responde él, ignorante de mis planes.

Llegamos a la sala y, justo cuando quiero que el maestro se aparezca, se tarda más de media hora en llegar.

Argumenta que no encontraba la película, pero que ya está todo listo.

No sentamos en la parte posterior.

La fila completa es sólo para nosotros.

Las luces se apagan.

La pantalla refleja los títulos.

Espero dos, tres, veinte minutos, no lo sé y luego comienzo.

Subo las piernas a los muslos de Hari quien los quita con un empujón.

Después rozo mi cadera con la suya.

No alega nada.

Entrelazo mi rodilla con la suya.

Sus ojos se apartan de la proyección y en la oscuridad se enfocan en los míos.

Creo que ha captado la idea.

Mi mano se desliza a su muslo y comienza a masajearlo.

Él me corresponde masajeando el mío, pero con un detalle distinto: él comienza a subir y a subir y a subir.

Siento sus dedos en el elástico de mis bóxers.

Se deslizan lentamente hacia adentro y corren el camino hacia mi erección, donde comienzan un delicado masaje que me excita más y más.

Las cabezas frente a mi está fijas en la proyección, sin saber la acción que sucede detrás.

El sonido de mi cierre al bajarse es casi imperceptible y el movimiento de la cabeza de Hari lo es aún más.

Ahora tiene mi erección en su boca y está succionando deliciosamente.

Siento como sus labios aprietan mi piel venosa que ruega porque no pare y que siga con más fuerza.

Dos dedos suyos masturban la parte baja de mi erección mientras su boca se mueve sin parar.

Mi erección palpita y los escalofríos de placer no dejan de recorrerme la espalda y en el momento menos esperado inundo su boca con mi leche explotando en una sensación completamente desconocida por mí hasta ese momento.

-Hey, ¿qué pasa allá atrás?-pregunta el profesor encendiendo la luz.

Creo que mi placer fue muy notorio… y ruidoso.

-Nada, nada-dice Hari-, se me cayó una pluma-agrega recogiendo una pluma que, gracias a Dios, estaba en el suelo.

-No hagan ruido-sentencia el profesor y apaga la luz.

-Oye-me susurra Hari-, ¿quieres ir a mi casa terminando las clases?

No dudo un solo momento.

-Claro… cielo-digo y tomo su mano por debajo de la mesa.

"voy a salir con Hari, má.

Nos vemos a las ocho" tecleo en mi celular y Hari y yo terminamos viendo la película, así, tomados de la mano.

Parece que la campana de salida tarda años en sonar.

La clase transcurre de la misma manera que lo haría una gota de miel en un cristal, lenta y aburridamente.

Mi pie baila incesante sobre las baldosas, golpeando ansiosamente el suelo.

No quiero mirar mi reloj de pulsera porque no han pasado más de cuarenta segundos desde que lo miré por última vez, además que esa manía sólo contribuye a incrementar mi desesperación.

-Entonces podemos decir que si quitáramos a las abejas del medio ambiente, toda la vida se extinguiría, porque ellas son las únicas criaturas…-dicta con afable inspiración mi maestra de Ciencias Naturales.

Por fin el bello trina de acero contra acero se escucha por los pasillos liberándome del suplicio que significa no poder salir.

Me levanto como un resorte y en menos de veinte segundos estoy cruzando la puerta de entrada.

-Luke, Luke, ¿a dónde vas?-me detiene mi maestra.

-Yo… eh, tengo cosas que hacer, no puedo llegar tarde.

-Espérate un minuto en lo que dicto la tarea-me dice señalando mi mesa.

Extraigo un lápiz con una punta tan diminuta que apenas sirve para anotar algo y arranco un pedazo de hoja de mi cuaderno.

Me recargo contra la puerta, pero la mirada enojada de la maestra demuestra que no le agrada esta posición para mí.

-Si dejas de hacerte el payaso y te sientas, saldremos todos a tiempo-no dice nada más hasta que tomo mi lugar a regañadientes.

No quiero ser grosero con los profesores, de verdad que no.

Su labor es muy respetable además de que muchos de ellos, no todos, tienen una paciencia de oro y sienten una real vocación por lo que hacen, pero a veces ellos mismos se ganan a pulso un repudio enorme que llega a convertirse en una falta completa de respeto.

Es como si los adultos se olvidaran que alguna vez fueron jóvenes, o que nosotros, por raro que parezca ante sus ojos, también tenemos cosas que hacer y por más que intentas e intentas en no ser grosero, sus pequeños detalles llegan a desquiciarte.

Después de tres minutos de labores dictados, salimos y de nuevo soy yo el primero en salir.

Veo a Hari en una de las bancas del patio.

Sus piernas cruzadas cuelgan y se balancean mientras sus manos descansan en su regazo.

Su mochila azul cielo y su inconsciente sonrisa le hacen ver más tierno de lo normal.

¿Tierno? No.

Es mi amigo, solamente.

Admito que es guapo, pero nada más.

Tierno es una palabra que sólo usan las chicas para describir perritos o… no sé… nubes.

-Hola-saludo y chocamos las manos-, perdón, mi maestra no me dejaba salir.

-¿Qué tenías?-sus enormes pestañas delinean sus castaños ojos dándoles la profundidad que el maquillaje crea artificialmente.

-Ciencias Naturales.

-Oh, esa clase me gusta-sonríe-.

No quiero que se mueran las abejas.

Nos moriríamos también.

-Ya sé, que extraño-comenzamos a caminar a la salida.

He ido muchas veces a la casa de Hari pero nunca a hacer nada más que tarea y jugar videojuegos.

Sólo quiero saber que se siente, no me gusta mi amigo, jamás me ha gustado, pero es gay, y bueno, quiero saber que se siente… hacerlo, después seguiremos nuestra vida normal.

Quizás incluso sea bueno, nos unirá como amigos.

No hablamos mucho en el camino a casa.

¿Será porque él también está nervioso o siempre han sido así nuestras caminatas?

Llegamos al complejo y cruzamos una puerta de hierro negro con garigoleados de flores.

Entramos al patio y su labrador, Terri, nos saluda con lengüetazos y movidas de cola.

Lo acariciamos unos minutos y entramos a su casa.

-¿Quieres tomar algo? Tengo coca-cola de vainilla.

-Uy, sí, por favor-Hari abre el refrigerador y me lanza la lata fría-, ¿qué… uhm… que quieres hacer?

-No sé-susurra mirando el suelo y marcando círculos con los pies-, ¿Tú qué quieres hacer?

-No sé, por eso te pregunto-digo recargándome contra el marco de la puerta de la cocina.

Quiero que conteste que vayamos a su cuarto o que no conteste nada y pose sus labios contra los míos.

Mis manos comienzan a sudar.

-Podemos… podemos jugar videojuegos un rato-dice sin despegar los ojos del suelo.

-Sí, me gustaría.

Subimos las escaleras de madera que rechinan a cada paso nuestro.

Entramos a su cuarto donde una oleada de su loción me recibe amablemente, cómo si Hari me abrazara.

-¿Quieres jugar Gears of War o… Call of Duty o… Resident Evil o… Tomb Raider?-me pregunta mientras se agacha para ver sus juegos bajo el mueble.

El elástico de su bóxer Calvin Kein se asoma lo suficiente como para hacer que el estómago me dé un vuelco.

-¿Ehm?-pregunto sin pensar y sin apartar la mirada de las letras rojas.

-¿Qué que juego?

-Ah, sí… quiero, el de Tomb Raider-contesto por inercia.

-Creo que sólo es de uno, pero puedes jugarlo tú… los invitados son primero.

-Oh, no, juega tú, yo miraré-digo cuando él me pone el control sobre las piernas.

-Yo lo tengo siempre, puedo jugarlo cualquier otro día.

Aparece el menú de opciones y aprieto 'Start' con el bizarro pensamiento de hace una semana nos hubiéramos peleado por el control y terminado lanzando una moneda

¿Estaré haciendo lo correcto? No quiero perder su amistad por una simple calentura, Hari vale más que eso.

Hemos pasado muchas cosas juntos cómo para echar todo al traste y…

-Tengo calor, ¿te importa si me cambio de ropa?-dice y cómo los polos iguales de un imán, sus palabras alejan mis dudas.

-No, no, para nada, es tu casa.

Su peso se levanta de la cama.

Camino hacia su armario que está en un punto ciego para mí, detrás y a la izquierda.

Escucho como se desabrocha el sweater y como la tela roza con su cuerpo.

-Tienes que pasar el tutorial primero-me dice justo antes de escuchar cómo tira su ropa al suelo.

-Sí, sí… lo sé.

Mi mente no presta atención a las letras y botones que aparecen en la pantalla, sino que se enfocan en los sonidos que Hari hace.

Entonces escucho su cierre del pantalón bajarse.

Muevo a Lara Croft por la pantalla y descubro algo impresionante: si me muevo a la derecha, la pantalla se oscurece y eso refleja el cuerpo de Hari.

Me muevo a la derecha dentro del videojuego y noto cómo se pone una playera sin mangas color menta.

Estira los brazos y alisa las arrugas.

Sus bóxers tipo briefs blancos son cubiertos simplemente por el satín de un short de gimnasia.

-Te vas a caer, te vas a caer-dice y yo estúpidamente me echo para atrás en la cama-.

Te caíste.

Eres la primera persona que conozco que se cae en un tutorial.

-Es que no vi que había un puente, pensé que tenías que nadar o algo.

Se sienta junto a mí, más cerca que antes.

Nuestras pantorrillas se rozan haciendo que un escalofrío me recorra la espalda.

-¿Haces gimnasia?-le pregunto mirando sus shorts.

-Hacía, hace tiempo.

-Nunca me contaste.

-Es que pensé que te burlarías.

-¡Por supuesto que no! Nunca me he burlado de ti, siempre te he apoyado…

-Bueno, bueno, está bien, lo siento-me dice acercándose un poco más a mí, tanto, que siento su respiración en el cuello.

-Ahí, coge el arco-me dice de repente sobresaltándome.

**

Pasan diez, veinte minutos de juego, pero yo podría jurar que han sido cuatro horas, no porque sea aburrido, sino porque tengo la mente en otro lugar.

Dentro de unos shorts de satín.

-Brinca ahí-dice y una mano me toma la rodilla.

Siento que me derrito por dentro.

Su mano sube poco a poco por la pierna hasta llegar al muslo y luego, ¡BAM! Siento sus dedos sobre mi bulto.

-Agarra esas monedas, puedes comprar habilidades después.

-Sí-contesto mecánicamente.

Sus hábiles dedos desabrochan mi botón y mi cierre, mis dedos se mueven más por inercia que por disfrutar el juego.

Hari se baja de la cama y pone su cabeza entre mis piernas.

Su mirada suplicante me ve hacia arriba.

-¿Puedo?-sus enormes pestañas bajan una sola vez de manera coqueta.

-S-sí-tartamudeo.

Por segunda vez en el día sus labios succionan la cabeza de mi erección.

Mis ojos fijos en la pantalla y en los movimientos de Lara se turban por el placer que su saliva me provoca.

Sus dientes mordisquean muy levemente mi piel, liberando pequeñas vibraciones por todo mi cuerpo.

Sus dedos sujetan la base de mi erección y la masajean cada vez que la introduce en su boca.

-¡Oh, Luke!, la tienes más grande que Irving… y la tuya es mucho más rica.

Su comentario me halaga de verdad.

Mi personaje brinca y se sujeta a una piedra que comienza a escalar.

Giro a la izquierda y encuentro una trampa que me baja la mitad de la vida.

La mano libre de Hari busca su propia erección y comienza a masturbarse con mi pene en su boca.

Siento como mi segundo orgasmo está por liberarse, pero entonces el videojuego pone un video que me distrae y pierdo la concentración, alejando mi placer por unos minutos.

Hari sigue succionando cómo un profesional.

Lo hace con facilidad y cariño.

Poco a poco comienza a gemir y cuando está a punto de venirse se levanta de golpe y se viene en mi erección bañando de semen mi ingle y mi pene.

-Ahora verás que es bueno-dice y se vuelve a poner de rodillas.

Succiona de nuevo mi erección mojada por su leche y el simple concepto me hace estremecer de placer.

¡Mi mejor amigo es más cachondo que una zorra!

Un simple roce de sus dedos en mi abdomen me hace venirme en su boca, mezclando nuestra leche, la cual Hari se traga por completo.

Con la lengua recorre sus labios para dejarlos limpios y disfrutar cada gota para después limpiar mi pene.

En la pantalla del videojuego aparece la leyenda: MISIÓN CUMPLIDA.

Sin decir ni una palabra más comenzamos a besarnos de manera tierna, cómo en las películas.

Besos simples y cariñosos acompañados de caricias en la mejilla.

Nos acostamos por completo en la cama.

Hari se coloca sobre mí y comienza a frotar su trasero enfundado en el short contra mi erección poniéndome a mil.

A siegas pulso el botón Start y dejo el control a un lado.