Gay, Casos de la Vida Real

Sergio y su compañero albañil Gervasio son albañiles algo cachondos, además de ser heterosexuales les gustan mucho los culos, pero su calentura les hará probar por primera vez algo más que una simple "jalada de ganso".

Hola mis lectores, ¿cómo están?, espero todo bien; bueno, retomando esta gustada y sexosa sección, les traigo una narración más de un lector “anónimo” de Ecatepec del Estado de México, así que sin más rodeos, les dejo su aventura: 😊

“Grueso y Doloroso”.

Hola, estaba dudando sí enviar o no mi relato a esta sección, es que la verdad, me da mucha pena, pero mucha en verdad, sólo porqué yo me considero heterosexual, me atraen mucho las morras, pero esa ocasión, pues nos dejamos llevar por la calentura y las ganas de experimentar; bueno para empezar, me llamo Sergio, tengo apenas 22 años, soy ayudante de albañil, moreno y lampiño, de mi verga si lo tengo bien peludo, mi pene es tamaño mediano, largo y cabezón, pero el de mi cuate albañil es una madrezota enorme, gruesa y lechosa; ese wey se llama Gervasio y tiene 37 años, siempre anda en bicicleta, se alimenta bien, esta mamado el cabrón y es bien mujeriego, tiene cuerpo marcado y muy musculoso, tiene viejas de a montón y eso que está bien feo, dicen que coge bien rico y la neta sí, coge bien chingon el cabrón; bueno antes de llegar a esa parte, les diré que yo estoy chaparro mido 1.65 y apenas peso 67 kilos, mi compa es alto como 1.77 más o menos y esta rollizo, tiene cuerpo torneado pues; nosotros trabajamos en una construcción en un terreno enorme y que estaba baldío, somos 11 los que le chingamos diario, pero mi compa y yo somos los que más nos llevamos y después de eso que paso, pues más.

La cosa inició una tarde que nos quedamos él y yo chambeando, en el jale, ya sabes, dándole chido a la chamba, de momento, unas chelas, tacos de tortilla con chile y unas guarradas de albañiles, como somos; veíamos pasar a unos culos bien buenos y se nos paraba la ñonga de sólo ver esas curvas moverse e imaginábamos sin fin de cosas.

Mi compa Gervasio me dijo. – No mames, mira cabrón ese culo, no mames, en esas nalgas si le doy por el pedorro aunque me aplaste mis huevitos.

– Me cagué de risa y le dije. – La neta si, se ve que tiene pedorro bueno y aguantador, si le ando dando por el de atrás aunque me salga la mazacuata con frijoles batidos.

– Gervasio me miro diciendo. – La neta wey si se la ando sacando con todo y pedos, esta bueno ese culo.

– De momento en su pantalón de mezclilla roto de las piernas y entrepierna, se comenzó a ver su bulto y le escurría líquido; le vi en lo que él bajaba de la escalera improvisada y se metió a un cuarto a medio acabar y me pregunto serio.

– Oye cabrón, ¿estamos solos?

– Respondí echando la última cubeta de arena al suelo. – Sí wey, ¿por?

– Respondía desabrochándose el pantalón. – Chingón cabrón, me echas aguas va wey.

– Me le quede viendo en lo que se sacaba su pinche vergota gruesa y peluda, diciendo. – Sí, si wey, si neta.

– Mientras se lo acariciaba, me decía. – No he cogido cabrón y ver ese culo de vieja se me antojo empujarle la reata hasta dejarle mi leche en su fundillo, pero neta estoy tan caliente que me la voy a jalar de puro antojo y gusto, pero me echas aguas cabrón no vaya a venir alguien.

– No hay pedo. – Le decía en lo que sentía que mi verga igual se endurecía. – Tú jálatelo, que no hay pedo, no vendrán a ver cómo vamos avanzando hasta mañana, así que en confianza, dale cabrón.

– El pinche Gervasio le daba duro a la jalada de verga, sudaba y sudaba y cerraba sus ojos imaginando el placer que tendría al acabar en ese culote que vimos hace unos momentos.

De sólo verlo pues me contagió de su calentura y pos va, que le digo. – Cabrón ya me imaginé la vieja esa con su colita bien paradita y esa conchita deliciosa húmeda y rica.

– Me dijo él entre jadeos. – Pos orale wey, jálale el pescuezo al ganso hasta más ganas tendrás de trabajar.

– Y pos ya, que me dejo llevar por la calentura y que me bajo los pantalones y me saqué la verga y al liberar salió el olor de meados con sudor, bien rico mi aroma, psss ya que le damos placer al ganso.

Él había empezado antes así que era probable que terminaría primero que yo, pero entre jaladas y jaladas, él se me fue acercando y me dijo. – Tienes buen culo cabrón, parece de vieja.

– Ora que wey, no jotees, aquí no, menos ahorita que tienes el rifle desenfundado. – Le dije algo nervioso.

– Ay culito, no más de verte de espaldas me dieron ganas de probar ese culo, todo en compas wey, no jotear, pero si te ando empujando los frijoles que te acabas de comer hace rato. – Me sonrió en lo que me pasaba su mano por la espalda.

Yo me moví algo molesto diciendo. – Nel cabrón, eso ya es jotear, no cabrón ni madres, quítate. – Caminé unos pasos y en eso él se quejó diciendo.

– Todo esto te podría entrar compa.

– Se comenzó a venir, pero con unos chorros espesos y blancos como levadura de cerveza, muy espesos y olorosos, olía sus mecos a pescado, un olor poco común, pero fuerte apeste de mecos; salían y salían chorros y chorros que me alcanzó a salpicar al calzón roto que traía y mi zapato; sobre la tierra caían los espermas de ese wey y él se quejaba chingón hasta los ojos en blanco puso; fue como un minuto y medio de expulsión de mecánicos al aire.

Él exprimió la cabeza de su reata, se llevó los dedos a la boca y los probó diciendo. – Me saben ricos mis mecos, deberías probar los tuyos y me dices qué tal saben.

– Me pareció extraña esa forma de decirme las cosas, pero aquí entre nos me calentó un chingo el cabrón ojete que me hizo venir pujando y sintiendo como se me fruncían los huevos mientras expulsaba mis chavos; mi leche es trasparente y líquida y salieron bastante mecos; cuando estaba por terminar, se me acercó de sorpresa ya con su pantalón acomodado y me tomó la verga para exprimir y se llevó los dedos a su boca y probó mi leche, luego hizo lo mismo pero a mi boca y yo me quede bien idiota con las piernas temblorosas de haber acabado ante mi compa.

Él me dijo. – Culo, que ricos te saben tus mecánicos, dulces pero están buenos, aunque aguados, pero ricos, deberías tomar más cerveza para que te salgan espesos como los míos y no así de escurridos por tomar chingo de refresco.

– La neta me quedé bien idiota, no es por jotear ni ser marisco, pero neta no soy joto, pero ese cabrón me hizo sentir rico cuando me vine, ni pensé en el culo o la panocha de la vieja que pasó, si no el olor de sus mecos fue lo que más me excito y me dejo con ganas de probar.

Una vez que acabamos, este cabrón agarró su pito de nuevo de fuera y que se mea el condenado, justo donde sus mecos habían quedado y para el colmo el olor de sus meados fue más excitante y rico, eran meados de potente olor, de macho, de borracho, pinche chorrote que sacó y la cabeza descubierta, la verdad sí se ve que aún tenía ganas de más, porqué meando se le veía medio dura la verga y el chorro con potencia salía; luego de venirme, hice lo mismo de mear sobre mis mecos y para disimular las cosas, el cabrón de mi cuate tomó la cubeta de agua que teníamos cerca y la echó sobre mis meados y los de él para apagar el olor de orines; luego yo me comencé a subir el pantalón y me daba cuenta que este hijo de puta me había salpicado con sus mecos mi ropa, pues ya así con su olor me los subí y lo que se embarró en mi calzón, lo probé y la neta el olor era distinto al sabor de sus mecos, ese olor a pescado sabía a salado y muy espeso, así que más se me antojo.

Tras eso, el cabrón me dijo que ya mejor ahí moría el día y que mejor nos fuésemos a chupar unas chelas cerca y pues cada uno agarró su bicicleta y pos nos fuimos para el bar; entramos y unas chicas estaban sirviendo y atendiendo, una morena tetona con mini falda se dejaba tocar por cuantos quisieran y le dejaran buena lana y una rubia con blusa escotada nos sonreía para darnos una mesa y seducirnos con sus curvas y ese pantalón rosa pegado que dejaba ver su acolchonada panela bien rica y que se percibía estaba recién depilada; mi compa y yo nos excitamos y nos acomodábamos la reata en lo que nos dirigíamos para la mesa.

Ella sensual toco el pecho de mi amigo y preguntó. – Hola mis amores, que van a querer.

– Mi compa deslizó su mano a su nalga, la apretó fuerte diciendo. – Mamacita quiero esto y dos oscuras para mi cuate y dos para mí, mi reina, que rica.

– Ella se le acercaba para darle un beso y él la agasajó y aprovechó, en lo que me miraba a mí como se me antojaba también besarla por la espalda, cuello y bajarme a esas pinches nalgotas y mamarle rico el pedorro; del beso ella se apartó, se fue caminando sensual a la barra y la otra morena nos despachó las chelas bien muertas, con unas botanas y unos cigarros de cortesía; la neta estábamos calentándonos de ver a las viejas, pero luego llegaron sus padrotes y se contuvo la gana de quererlas mamasear o sabrosear a las putas.

Así que después de 7 chelas cada quién, pagamos y decidimos largarnos antes de que se hiciera más noche; los dos medios mareados, nos trepamos a las birulas y le pedaleamos chingón para irnos, pero en eso mi compa me dijo. – Wey quiero mear y cagar.

– Le dije eructando. – No mames cabrón, ¿y ahora, nos regresamos o qué?

– Me dijo respondiendo el eructo. – Pos tengo una idea, tu jálate pa´donde yo, ¿va wey?

– Y pos en chinga que lo sigo; nos fuimos sobre la avenida para salir a carretera pero luego me hizo desviarme a sentido contrario y regresar a la calle de atrás del bar para así retachar a la obra negra.

Allí entramos como si nada; pos somos trabajadores de ahí y que me dice. – Aquí voy a cagar cabrón, pero ayúdame a hacer un pinche hueco en el suelo pa´que no haya bronca con el apeste, ahí en mi mochila traigo papel, pero sólo ayuda a hacer el hoyo.

– Pos va, que lo ayudo al cabrón a hacer el hoyo cerca de un árbol bien pinche grande y pos que se caga el cabrón ahí, pinche cacota, el cabrón se quitó el pantalón y la trusa y ahí cago el hijo de su puta madre; confieso que verlo así cagando, me gustó verle las piernas, como se le marcaban y sus pujidos hacerlo sudar; no mames, neta que me gustó eso, pero neta, juro por mi madrecita santa que no soy puto, neta no lo soy, no soy marisco, no soy maricon pues, pa´que me entiendan pero sí me provocó algo de verle cagar ahí y sacar la mierda.

Minutos después de que cagó y se limpiaba el culo, meo un poco y luego comenzó a tapar el hoyo en lo que su ropa se oreaba sobre las ramas de ese árbol; el airecillo que soplaba me acercaba el olor de su sudor y de sus partes, lo que me antojó a irme acercando más y más a su ropa a tal punto de quedar frente a ella y oler profundo ese aroma que me drogaba de excitación; me llevé las manos abajo y me acaricié sobre el pantalón mi reata y me la puse bien dura na´mas de oler y aspirar fuerte ese aroma a verga; con eso me quedo claro que la curiosidad era muy tentacionera que me hacía dudar de mis propios gustos sexuales, y neta confieso que me gustó oler la ropa de mi cuate pero no lo que pasó después.

Neta no me había dado cuenta que él se estaba dando cuenta de que me acercaba a su ropa para oler profundamente su aroma a sudor de macho; él que me dice. – Wey, cabrón ¿qué haces?

– Me dijo dándome un susto bien culero. – Nada wey nada, sólo ando meando. – Me tuve que sacar la verga para disimular que meaba

En eso el muy cabrón que dice. – No, no te hagas pendejo, te gustó el olor de mis calzones que por eso los tienes casi pegados a tu pinche jeta cabrón, apoco eres puto.

– No cabrón, no soy puto, ora qué no mames. – Respondí bien nervioso pero dándole la espalda al cabrón.

– De momento, huevos que me agarra la nalga y me dice. – Culito, afloja y deja que te lo empuje, anda, nada más pa´probar que se siente, luego tú me haces lo mismo, va cabrón.

– Me volteé acomodando mi verga que estaba babosa de lubricación, me la guardé y le mire su cara y esos ojos de que andaba bien cachondo el pinche Gervasio

Anda wey, deja que te de una culeadita, de compas, sólo la punta. – Dijo ansioso y caliente el wey. Su pinche pitote se le estaba poniendo duro al cabrón y a mí se me humedecía más la cabeza de mi pito de escuchar esa propuesta.

Nervioso pregunté. – ¿Pero no diremos nada de esto a nadie, va puto?

– Simón Cabrón, es más después de eso, nos vamos por esas putas del bar a clavarles el pito, te pago la cogida de la vieja, pero anda, será un ratito wey, un ratito, sin besos, sin nada, sólo una rosada de verga y ya. – Me respondía el cabrón con la pinche vergota gruesa ya bien dura; pos ya estaba oscuro, ya no se veía nada, más que la luz de la calle del alumbrado público, así que dije.

– Va wey, trato de machos.

– Nosotros para cerrar los tratos, nos escupimos en la mano derecha y nos saludamos apretando las manos y pos eso hicimos, apretando las manos y estrechamos, se hizo el pacto y entonces mi cuate que se adelanta a ese cuarto por terminar pero en planta alta, para no causar pedos abajo.

En lo que avanzaba que me dice. – Por ahí te traes mi mochila, el papel y mi pantalón con mi calzón, sirve que lo vas oliendo en lo que llegamos. – Yo me chivie pero neta que sí me cachondeo eso; agarré las cosas y su calzón moqueado lo iba oliendo y oliendo profundo.

Estando ya en el cuarto, que me dice el Gervasio. – Wey, quítate el pantalón y ponte en cuatro wey.

– Yo bien nervioso comencé a quitarme el pantalón, aventando el suyo sobre el mío y su calzón en mi otra mano.

Ya sin nada que me ve como me babeaba la verga y me dice. – No te pongas nervioso, relájate y deja que todo pase, con calma lo haremos.

– Se escupía una pinche flemota verde en su verga y se la sobaba, sobaba una y otra vez; nervioso me voltee y me puse en cuatro pero cuando sentí sus manos sobre mí, que me muevo y que le digo. – No wey, me va a doler y arder, no wey neta no, mejor así la dejamos.

– Me puse bien nervioso y fue que me dijo. – Mira compa, de cuates, no va a pasar nada, sólo relájate, es más inhala mis calzones como si fueran tu droga, sólo eso y deja que entre poco a poco, ¿va?

– Pos va wey, pero neta con calma. – Le dije. Me volví a acomodar y de momento sentí sus manos apoyarse en mí diciendo.

– No te pongas tenso wey, porque sí no te va a doler, es como una inyección compa, tu afloja wey.

– Pos ahí me tienen en cuatro, respirando su calzón y relajando el asterisco, de pronto sentí su dedo jugarme un poco, sus manos rasposas me acariciaban las nalgas diciendo. – Pinche culito de puta que te cargas papi, neta, que pinche culito tan más delicioso, ahí va wey.

– Me empujó dos dedos y yo sentí como se restiraba el ano bien cabrón y que me dice. – Wey, no haz cagado, sentí tu mierda con los dedos cabrón.

– Saco los dedos y me los enseño algo sucios de la punta y oliendo a cagada; le valió madres y pude escuchar cuando se los metió a la boca y los saboreo diciendo. – Tienes buen sabor putito.

– Me carcajee y ¡huevos!, no mamen, neta no pinches mamen, me dolió, me ardió, se me restiró cabrón el culo, neta que pinche malestar tan culero y eso que apenas había entrado la cabezota de su verga; le dije quejando. – Ay no, no mames, no mames, no, no, no, ¡Sácalo wey, duele y arde!

– Oh tu relájate y respira, apenas va la cabeza, espera, espera un poco. – Me decía en lo que sacaba y metía jugando el ano para relajar el musculo.

– No, es que duele, arde, tengo ganas de cagar neta, sácalo, ¡por favor! – Dije inventando eso para que me lo sacara porque era mucho ardor y malestar.

– No, no, mira ya va resbalando, espera. – Me apretó la cadera en lo que sentía su escupitajo mojar mis nalgas y mi hoyo.

De momento ¡zaz! Que me lo deja encajar todo de putazo, no mamen, neta no mamen, que pinche dolor y ardor sentí, parecía que me estaban abriendo el culo con mucha fuerza, ese grosor era terrible, era doloroso, ardía y sentía las ganas de querer orinar y cagar a la vez, pero él no me lo sacaba, más lo encajaba y me brotaban unas lágrimas y apretaba los puños con el calzón metido casi en mi boca para no gritar más; lo grueso era muy doloroso, no imaginan cuanto, mil respetos a los putos y putas que se dejan coger por el chiquito, deben aguantar un chingo por ahí; él no decía nada y yo menos, sólo sentía como empujaba y me empujaba por dentro la mierda, tenía ganas de cagar y mear, pero él continuaba una y otra vez limando y limando, rosando y rosando, taladrando mucho, mucho, me ardía, me dolía pero ni modo me debía dejar; sobre mi cuello y nuca caían gotas de sudor del Gervasio que estaba bien pinche caliente, sus manos sudadas me apretaban más las nalgas y me encajaba con más movimientos bruscos su reata en mi recto, una y otra y otra vez; luego se comenzó a escuchar ese ¡clap, clap, clap, clap! Del golpeteo de los huevos con mis nalgas y de sus muslos contra los míos, una y otra vez, sudor y más sudor, el olor de sus axilas comenzaba a llegarme a mi nariz, sentía como se levantaba la camisa y la mordía con sus dientes para que no se bajará y pudiese empujar más su mazacuata en mi culo, una y otra vez más lo hacía, se detenía respiraba y de nuevo volvía a encajarme su vergota gruesa y con dolor a mi culo que parecía que se estaba quemando; era como fuego o no sé, pero me ardía un chingo neta.

El cabrón se detuvo y me dijo. – No chingues cabrón creo que te voy a terminar de gratinar el culo, te lo voy a rellenar de mi leche, ¿te dejas?

– Solté el calzón y adolorido respondí. – Pues ya estás adentro, ya que, sólo no me vayas a dejar el culo preñado, porqué hijos no quiero.

– Los dos nos comenzamos a reír y de pronto, ¡Huevos cabrón!, pinche embestida que me daba de nuevo, más y más y más…

Gervasio sólo decía. – Eso, sí, sí, así, que rico aprietas, puedo sentir tu caca, tu caca rica, uff, que rico.

– Cerraba los ojos y pedía en mis adentros que eso acabará lo más pronto posible, porqué si era muy molesto todo eso.

El Gervasio entre quejidos me dijo. – Ahí van compa, ahí van.

– Pinche Gervasio se vació adentro de mí, sentía como se vaciaba en lo que poco a poco punzaba mi culito de que tanta estimulación me hizo venirme sin si quiera tocarme, quién sabe por qué pasó eso, pero sentí rico; tras de eso, él sacó su reata media dura de mi recto y comenzó a oler a mierda y me dijo. – No mames wey, me cagaste la reata, pero que rico aprietas.

– Se levantó, se limpió y tiro el papel hacía la parte que daba a la calle; me enderece poco a poco y sentía un ardor y dolor muy feo en mi culo; me aventaba él el papel diciendo.

– Límpiate wey, porque creo que te sangró el culo, poco pero te salió sangre.

– Y sí, me pasé el papel y sentía la baba escurrir y la sangre que me fluía entre el ano y las nalgas; en silencio sin decirnos nada, nos vestimos y como si nada bajamos a donde estaban nuestras bicicletas; la neta sinceramente, les debo decir que me ardió y dolió y jamás volvería a intentarlo, porqué neta que arde y duele un chingo, no lo volvería hacer jamás en serio.

Luego de eso, me preguntó si quería ir al bar por las putas y le respondí. – Mejor no seas culero y compra un antiinflamatorio porqué siento que me punza y arde el culo, creo que mañana no vendré a chambear, me siento incomodo neta.

– Él se rio para decir. – Esta bien cabrón, no vengas mañana, vamos a la farmacia por un buen antiinflamatorio y ya cada quien se jala para su casa, ¿va?

– Pos va. – Le respondí.

Neta que esa vez fue la única y jamás lo volveré a hacer, arde y duele un chingo, mil respetos a las putas de nuevo son bien pinches aguantadoras, también los putos que se dejan coger por el culito, son bien machotes, más machos que nosotros los que nos gustan las viejas; por eso al día siguiente no fui a chambear y mejor me dedique a ir al ciber cerca de mi casa donde vivo solo para escribirle a usted este correo con la historia que me pasó ayer con el Gervasio, neta que si duele un chingo; agradezco su atención y por favor omita mi nombre real no lo deje saber, porqué capas y me queman las personas que me lleguen a contratar por haber aflojado el culo por la pura pinche curiosidad heterosexual, neta no seas y mejor no ponga mi nombre real, le agradezco y siga usted escribiendo estas historias breves que si calientan y ponen a uno bien cachondo con la verga caliente y tiesa como brazo de albañil, saludos.

Bueno mis lectores, eso fue todo por el día de hoy, espero les haya gustado la historia de nuestro lector y envíen sus relatos cortos a mi correo, me encargaré de redactar o adaptar su anécdota de forma más cachonda y “jariosa” para provocarles sueños y deseos eróticos a los demás lectores; recuerden que hay más en esta gustada sección… Así que un abrazo y que todo les vaya bien, saludos. 👍