Gatita
voy a follarte la boca, gatita -me dice él con voz jadeante; me tira del pelo hacia abajo, sujeta mi cabeza enmarañando mi negro cabello entre sus dedos obligándome a descender hasta esa polla erguida, retadora, desafiante
“voy a follarte la boca, gatita…”-me dice él con voz jadeante; me tira del pelo hacia abajo, sujeta mi cabeza enmarañando mi negro cabello entre sus dedos obligándome a descender hasta esa polla erguida, retadora, desafiante…
Me hace daño pero no me quejo. Mi única obsesión es comerme esa polla y adivinar cómo metérmela en la boca sin asfixiarme.
Mi único afán: que mi hombre quede satisfecho.
Tiene el glande húmedo, brillante y hermoso.
De cuclillas frente a él, paso tímidamente la punta de mi lengua por su bálano para recoger el cálido y espeso líquido que desprende. Juego a hacer círculos a su alrededor un par de veces con la punta de mi lengua, para pasarla después cuan ancha, por su rosada cabeza.
-“eso es, gatita….- le oigo gemir- tómate tu tiempo, nena…”.
Lo apreso con mis labios y presiono ligeramente mientras succiono y mi lengua lo lame con deleite.
-“ohhhh..sssssssiiiiiiii……..hhhhhuuuuummmmmmmmm”.
Su mano presiona enérgicamente mi cabeza indicándome con ello que me la coma entera. No obedezco y sigo succionando como si de un caramelo delicioso se tratara.
Su glande tiene un sabor agridulce con un toque amargo que me vuelve loca.
Mi boca saliva ante semejante manjar; abro al máximo mi paladar, para dar cabida a todo el tronco y comienzo a descender y a ascender muy despacio.
-“joderrrrrrrrrrrrr -oigo a mi hombre decir entrecortadamente- que buena mamada, gatita”.
Yo degusto embelesada todo su miembro, notándolo firme y duro en mi garganta.
Mi cabeza, con ayuda de su mano presionándola, sube y baja a ritmo regular, con la mano me ayudo para pajearlo mientras sigue la mamada.
Se que se muere de placer, por que sé cuanto le gustan estas comidas de polla y yo, que soy su hembra, sólo ansío complacerlo y dejarlo satisfecho.
Mi lengua se pasea ahora de arriba abajo por todo su falo; puedo sentir la hinchazón de sus venas por él y lo disfruto con la satisfacción de saber que mi hombre agoniza de placer.
Me entretengo lamiendo, succionando, introduciéndome sus pelotas en la boca, llenándola con sus duras bolas repletas del preciado líquido que anhelo tragar con golosa glotonería.
Me maravilla el aguante de este hombre; puedo comerle la polla durante horas, pero sólo se correrá cuando yo se lo pida…y de momento no lo deseo, aun que el se muere por hacerlo.
-“¿sabes, cariño?- digo yo sonriendo pícaramente- “quiero hacerte una cubana”.
Me despojo, con su ayuda, de la camiseta y el sostén y por efecto de la gravedad mis dos hermosos pechos caen hacia abajo.
Son grandes, generosos, níveos; los pezones duros, rosados, desproporcionados, exageradamente grande la aureola.
Se que mis pechos lo enloquecen, por eso los incluyo en nuestros juegos.
Me tumbo en la vieja alfombra de la sala; él ya sabe cómo colocarse.
Su culo descansa en mis costillas mientras su grueso miembro azota mis pechos.
-“gatita mala – dice mi hombre sacudiéndose su polla en mis tetas - eres muy, muy mala”.
Yo me dejo hacer mientras mis manos se deslizan hacia mi empapado conejito;, introduzco un par de dedos por debajo de la roja tela de la braguita hasta encontrar el hinchado clítoris.
Abro mis piernas y comienzo a jugar con el.
Me excita mucho este juego. Mi hombre castigador encima y yo masturbándome, sometida a su peso…pero me enloquece aún más que eso, mis enormes tetas cayendo hacia los costados, sacudidas por esa enorme verga, clamando ser folladas por ella.
Las miro y me excito aún más.
Cojo una de ellas y la llevo a mi boca mientras me sigo acariciando la raja.
El enorme pezón llega hasta mi boca y juego con él con la lengua, sabedora de que tal juego hará delirar a mi compañero sexual.
El se pajea rozando su cipote en mis tetas y en mis labios, y yo, con furia desmedida voy forzando a mis dedos allá abajo para que el placer no tarde mucho en llenarme entera.
Y es cierto, no se hace esperar; un escalofrío me recorre el cuerpo y me arqueo incluso con mi hombre encima.
Muerdo mis labios y apenas sale de mí un inaudible gemido que le hace comprender que he llegado al paraíso.
Sonrío y sonríe y el juego continúa.
-“qué puta eres, gatita”.
Y yo ronroneo un “fóllame las tetas”.
Introduce su grueso falo entre mis pechos, que sujeto para mantenerlos juntos mientras los agito hacia arriba y hacia abajo.
El mueve su pelvis igualmente arriba y abajo…arriba y abajo….y en cada embestida, lamo su glande arrancando suspiros placenteros de mi hombre.
Pellizco mis pezones, los retuerzo, amaso mis enormes tetas, escupo entre ellas para que la polla se deslice con mayor facilidad y la siento resbalar por entre ellas a sabiendas de que todo ello le hace perder la razón a él; ha llegado el momento, lo veo sudado, agonizando, expectante, deseoso y al borde de la locura.
-“córrete, cielo…córrete para tu gatita” – ordeno mientras abro desmesuradamente la boca.
No se hace esperar.
De su verga comienza a salir la tibia leche que tanto ansío.
Me inunda la cara con sus cálidos chorros, la siento en la piel de mis pechos, en la comisura de mis labios, y mi lengua, desesperada por no perder una sola gota se pasea por mis labios recogiendo la codiciada simiente.
Mis manos se pasean por mis tetas esparciendo el anhelado premio, ungiéndolas de leche y una vez más sucede el milagro: de mi cuerpo sale de nuevo fuego y lava, rompiéndome en mil pedazos y llevándome de nuevo al éxtasis total y dejándome agotada.
Solo atino a decir entrecortadamente:
-“qué perro eres, canalla” mientras él comienza a limpiar mi pegajoso cuerpo con su lengua y yo me coloco a cuatro patas Lame mis nalgas sin prisa, las separa he introduce la lengua entre ellas, acariciando con la lengua mi dilatado agujerito y paseándola del coñito al culo.
Yo me arqueo cada vez que llega al conejo; me encanta como juega con el, como se recrea, como se demora en cada lengüetazo.
-“ohhhhhhh………….uuuuuuuummmmmmmmmmm” –ronroneo roncamente.
-“follame con tu lengua”- le ruego alzando el trasero para facilitar la tarea.
Por respuesta recibo una ligera cachetada y una embestida dulce con ella.
Vuelvo a estar mojadita. Aparta mi braga con ayuda de una mano y su boca; hunde su nariz en mi humedad para aspirar profundamente de mi coño y me introduce un par de dedos.
Entran y salen de mi interior sin dificultad alternando ano y coño, coño y ano y yo gimo como una perra, como una loca en celo, como una hembra hambrienta de sexo, como una mujer deseosa de verga!.
Y él lo sabe, pero es su turno y no hay prisa que le haga proporcionarme un placer rápido que me alivie.
Juega con sus dedos en mi coño, acariciando mi hinchado clítoris, pellizcándolo, golpeándolo dulcemente mientras introduce sus dedos por mi culo en pompa.
Quiero ser follada en ese instante, tengo hambre de polla, sed de polla, necesidad de polla!!!
Noto como su miembro juega a deslizarse a lo largo de la raja de mi trasero y cómo descansa después, triunfante, a medio milímetro de mi ardiente conejo.
He de morderme los labios para no gritarle que termine ya con esta agonía, aun que nada deseo más en ese momento.
Noto su peso caer en mi espalda……..siento sus manos agarrar mis tetazas, pellizcar mis pezones,siento sus dientes clavados en mi nuca…………y lo más esperado…..siento su polla clavandose en mi interior!.
.”siiiiiiiiii………..oohhhhhhhhhhhhh………amooooooorrrrrrrrr”- se escapa de mi garganta.
Mis movimientos son rápidos, intento que sus pelotas golpeen mi trasero, que su polla se introduzca entera ,que su pelvis golpee mis nalgas,
Él, por su parte, me acerca a su cuerpo tirando de mí a través de mis tetas, embistiendo con furia, arremetiendo su cipote contra mi cochito, castigándolo a placeres ya conocidos.
De vez en cuando se le escapa un cachete en una de mis nalgas, como reclamando que galope con mayor rapidez, con más furia….y yo obedezco jadeante y sudorosa….
Me muevo, gimo, sudo, galopo…….
Me monta mi hombre, copulo, me folla……….y me rompo en mil pedazos cayendo cuan larga en la alfombra mientras el sigue galopando medio minuto más, igualmente frenético, igualmente sudoroso…
Una ultima estocada, profunda y duradera me indica que se ha vaciado dentro de mí, me lo confirma su cálida leche resbalando entre mis muslos.
Agotados y totalmente relajados, solo atinamos a susurrar:
“te amo, gatita”.
“te amo, canalla”