Gata con barbijo

Durante el encierro por la pandemia, una mujer se deprime y necesita sexo duro.

Gata con barbijo.

  • Necesito sexo duro. Este confinamiento me deprime. Ahora que elotoño se empieza a notar...- le dije a mi marido cuando nos quedamos solos, dejando a nuestros hijos con mis padres.

  • Es que llevamos mas de setenta días... confinados como dicen. Es normal que te de la depre. A mí lo que me pasa es que estando contigo me pongo caliente. Estás muy buenorra. Y me gusta que seas mi gata.

Cuando mi marido me habla así, con esa voz que le sale de la polla, se me sube la moral, como ocurrió e hizo que le besara mimosa.

  • ¿De verdad estoy buenorra? - le volví a besar más pegada- O lo dices para animarme.

  • Nena, estás muy rica y encima eres calentorra, tienes ese punto de puta que me encanta. Así que este encierro lo estoy llevando bien gracias a ti.... Gatita - el gatita lo dijo con esa tonada gallega que me gusta. Y fue él el que me besó apretándome.

Había dicho lo que quería, sentirme hembra deseada, volver loco a mi macho y él me empezaba a jugar con mimos. No era eso lo que yo necesitaba. Me lo debió notar en los ojos, porque me volvió a besar, me puso las manos en las nalgas y me empotró en él.

  • Putita ¡te voy a follar bien follada!¿ Es lo que andas buscando?... guarra.

Me agarró del cabello y tiró hacia atrás inclinándome y haciendo que las tetas quedaran turgentes al alcance de su boca. Me las mordió. Sentí sus dientes pese a la blusa y el corpiño.

  • Sigue-imploré. Quería ser un pedazo de carne para su hambre de sexo.

No dijo nada, sin soltar el pelo, tirando de él, besando y lamiendo mi cuello, tocando mis pechos, me llevó hacia el dormitorio.

  • Quiero verte en pelotas...¡Ya! Y ver la maciza que estás.

Me soltó, parada ante él, comencé a desnudarme despacio, buscando el efecto de un striptease con música de un show en la mente.

  • Nena, quiero verte en cueros ¡YA! Sin juegos. Más rápido.

Aquello de no tener que excitarle, el darme cuenta que estaba burro y... que la causa era yo, porque no había estado ni visto nadie, que la que le ponía era yo, me comenzó a calentar. Me quité la ropa rápido, tirándola sobre la cama. Y quedé desnuda, ante sus ojos de lobo.

  • ¡ Que tetas tienes!... ¡Que patas de jaca!... ¡Que culo!...¡Que buena estas!

Le miré entregada. Se soltó el nudo del chino y de un tirón se bajó pantalón y calzoncillo, con las dos manos para poder sobrepasar la polla semidura. Sacó los pies para no caerse. Se agarró la pija y se la meneó un par de veces. Aquello me puso aún más, fui a tocarme yo también pero …

  • ¡ Quieta ...maciza!- en su voz había una mezcla de lujuria y de mando que me calentó todavía más.

  • Date la vuelta, gira para que vea bien la perra linda que eres...

Fui girando despacio , respirando profundo, con las manos bajas, pegadas al cuerpo.

  • ¡Como se te mueven las tetas!...¿ Verdad que te gusta ser una perra cachonda y guarra? ...que pone en celo a todos los machos.

  • Sí, me gusta ser una perra que pone cachondos a los machos.

Creí que había llegado el momento que me iba a echar un polvo, me habían entrado ganas una vez dejada del lado la depre.

  • Ponte el barbijo.

No imaginaba que me iba a pedir eso, le miré desconcertada, así que me repitió la orden.

  • Perra, ve a por él y póntelo.

Fui a buscarlo, estaba en el comedor, volví con él en la mano. Mi marido se había acabado de desnudar y tenía en la mano un antifaz negro con dibujos que usamos a veces para juegos eróticos.

  • El barbijo y el antifaz.

Me los puse. Desnuda, con la cara tapada, quería saber cómo seguía la sesión de sexo.

  • Mírate al espejo. Y dime que ves.

Lo hice. Pese a mis cuarenta y tres años y dos hijos tenía un buen cuerpo, bajita, pero con unas tetas que seguían erguidas con pezones grandes, marrones y que ahora excitada estaban duros y erectos. Sigo delgada aunque el encierro me ha metido unos kilos de más, pero me di cuenta que tenía razón mi marido, me hacía mas buenorra como dicen los hombres. Y algo más, que no sabía si le gustaba o no.

Me llevé las manos al cuello, me estiré para que mis senos destacaran lo más poderosos posible y contesté con mi voz más entregada:

  • Veo una perra viciosa... con unos pelos que no sabe si así le gustan a su macho

Lo de los pelos tenía que ver con que no me había depilado el coño desde que había empezado el encierro. Y el vello había crecido negro, ensortijado.

  • Ahora me gusta que tengas un coño peludo, te hace más guarra, más perra. ¡ Luce ese cuerpo de golfa!

Y comencé a hacer posturitas, esas que pones para estar más sexy, iba despacio pues me calentaba mucho ver la excitación de mi hombre, que me susurraba esas palabras que me gustan cuando cojo: puta, guarra, perra...

Me miraba en el espejo y me gustaba. Es verdad que estaba maciza como él me dice. Cerré los ojos, pensé que era otro el que me miraba y me hablaba en voz baja. Y mi mano derecha buscó mi sexo y comencé a masturbarme.

Abrí los ojos, quería ver como estaba de caliente mi macho. Estaba ante mi con la maquina de fotos, me dio un subidón, y mis posturas se hicieron más eróticas, más porno .

  • Ponte como una perra.

Me fui arrodillando despacio buscando una buena pose ante el espejo mientras mi marido iba a dejar la cámara. Cuando volvió, yo ya era una yegua esperando a su semental. No imaginaba lo que traía en la mano. Una polla de látex, un juguete que a veces uso, es negro, gordo y largo, una polla de esas con las que soñamos casi todas.

  • Mi perrita va a gozar como si la follaran dos hombres. ¡ Clávala hasta dentro! … gata.

Arrodillada abrí los muslos y fui metiendo aquel delicioso aparato en mi vagina empapada. Me contemplé en el espejo, era una hembra salvaje, sin rostro, solo un cuerpo que rezumaba lascivia.

  • Y vos en el orto, por favor... sigue – rogué al tiempo que volvía a ponerme en cuatro.

Me ensalivó el ojete, apoyó la verga y la fue metiendo lento hasta el fondo. Se quedó un momento quieto, creí que le gustaba sentir que el otro camino estaba ocupado, y empezó a moverse fuerte.

Yo había pedido que me cogiera duro, y me estaba enculando como un poseso, me agarraba de las caderas para dar más profundidad a sus acometidas, y de vez en cuando me daba unas nalgadas, ordenándome :

  • Muévete más..¡perra!

Me vine como en una explosión, lo notó, me apretó bien contra él y me culeó rápido hasta que soltó toda su leche.

Nos lavamos cansados y nos tumbamos en la cama abrazados.

  • Lalo, gracias, me ha venido muy bien esta cogida.

  • Elena es normal que andes como andas.- su mano que pasaba por mi hombro había descansado en mi seno, jugaba con él, con una mezcla de mimo y sensualidad- Este encierro es pesado.

  • ¿ Qué vas a hacer con las fotos?

  • Las voy a imprimir y pondré una copia en el tomo Montaigne. Nadie los buscará ahí y tú los puedes ver y darte cuenta de lo buenísma que estás.

Me pegué cariñosa, pasé una pierna sobre su muslo. Restregué lenta mi sexo contra su carne. Le besé despacio. Sabía que había más.

  • Haré otra copia reducida para mí, así tendré siempre conmigo a mi gatita … y si te parece bien, como no se ve quien eres, le puedo mandar una copia a Franco.

Mi mente me dio un vuelco y le dije celosa :

  • Y él, te mandará las de Nicole , su mujer.

  • Seguro, la diferencia es que yo te pregunto si te parece bien porque eres mi pareja. Él hace lo que quiere porque ella es su sumisa, su esclava.

Le volví a besar, le miré como le gusta que le mire, como la Bacall, de abajo hacia arriba. Mi marido sonreía. Sus dedos jugaban con mi pezón que estaba duro.

  • Creo que debías escribir la noche que les conocimos... te va a hacer bien escribir. Intenta ser más golfa, más porno, más atrevida...deja volar tu imaginación...narra fantasías fuertes...imagina que las vives con otras personas...con esas personas que te leen y que a lo mejor se pajean con lo que cuentas.

  • Querés que sea más guarra... y luego a la noche lo lees y vos también ta calientas y intentas hacerlo … me gusta que seas así, un perverso... me estoy volviendo a poner cachonda... ¿ puedes comerme la concha? … me apetece mucho .

Sacó el brazo de mi espalda, puso una mano en mi coño mientras bajaba a situarse entre mis muslos. Cerré lo ojos cuando su lengua aró entre mis labios.

  • Por favor, el clítoris.

Era lo que quería una lamida salvaje de mi pequeño mástil, mi hombre sabe lamerme bien, pero yo cerré los ojos e imaginé que era Alejandra, mi novia y navegué hasta el puerto del orgasmo.

-¿ Querés que te la chupe? - le dije agradecida cuando su rostro volvió a estar junto al mío.

No, nena, no soy un niño. Y hoy lo hemos hecho a la mañana y ahora a noche. Está bien en un día. Pero piensa lo que te he dicho. Te va a hacer bien sacar lo perra y lo puta que eres a pasear.

  • Antes cuando hemos cogido, yo con el barbijo puesto, si he fantaseado, pensé que me lo hacían vos y otra persona.

  • Me estás mintiendo fantaseabas con dos hombres , pero yo no era ninguno de ellos. Ponte el barbijo, cuenta tus deseos, pide que te digan que quieren que cuentes e intenta que este confinamiento no te deprima.

Y me besó, me quedé acurrucada en sus brazos pensando en lo que me había dicho.