Gasolina, sangre y lefa

Esta historia es sólo una fantasía, un juego sin más. Que uno de sus personajes sea un conocido cantante no significa nada respecto a su sexualidad. Los actos descritos se circunscriben al mundo de la fantasía, así que siempre respetad a vuestros compañeros de juego y a vosotros mismos: usad protección.

GASOLINA, SANGRE Y LEFA

Me sentia un poco como un pez fuera del agua, al fin y al cabo yo no era bakala ni me iba el rollo del tuning, pero por acompañar a un colega me vi metido en una concentración de coches maqueados. Avanzábamos entre carros de multitud de colores, algunos cayendo, directamente, en las redes del mal gusto. Mi colega no dejaba de flipar con los coches que allí había, muchos de ellos acompañados de una niña despampanante, y no dejaba de comentarme las llantas, los alerones, las pinturas, las tetas de las pavas (pese a saber, perfectamente, que no me iban ninguna de aquellas cosas). De vez en cuando yo me distraía mirando a alguno de los garrulillos que por ahí rondaban con su pantalones de chandal, algunos marcando impresionantes bultacos, otros exhibiendo torsos bien musculados acompañados de una gruesa cadena de oro, algun que otro tatuaje... vamos, que mi amigo tenía para entretenerse la vista y yo también, si bien yo disimulaba porque pasaba de que alguno de aquellos gallitos se tomara a mal una mirada fuera de lugar y tuviéramos una buena trifulca.

Después de ver una competencia de potencia de los equipos de música instalados (sólo podía pensar que con la pasta que se habían dejado en algunas etapas de potencia yo me olvidaría de pagar el alquiler de un año) vimos una exhibición de break, lo que hizo que me quedara con la boca abierta al ver a aquellos chavales haciendo acrobacias rayanas en el desprecio por la propia vida con el fondo de aquella música machacona de beats. Más tarde vimos una exhibición de suspensiones (algo que, realmente, escapa de mi comprensión) para terminar viendo una lucha de barro que, realmente, me aburrio, aunque a mi colega y a más de uno les puso todo burros, lo que se notaba en algunos paquetes abultados y cierto olor a testosterona. Me llamó la atención un pavo que exhibía tal paquete que pensé que debía de haberse metido algo en los pantalones para marcar tanto. La verdad es que el tío era un buen elemento, cerca del metro ochenta, hombros anchos y, como ya me había dado cuenta, un buen paquete. Llevaba unos pantacas de chandal blancos de esos de corchetes a los lados de adidas y una chaqueta de capucha de un naranja apagado y completamente abierta, exponiendo su bien formado pecho y unos abdominales no demasiado marcados pero, a todas luces, deliciosos. Cubría su cabeza con la capucha y una gorra bien calada, como intentando pasar desapercibido.

Ya bien entrada la tarde, nos dirigimos hacía la zona del escenario, donde iban a actuar unos cuantos grupillos y, sobre todo, ibamos a poder beber una buena dosis de cerveza que con el calor que apretaba aquella tarde de julio se empezaba a necesitar. De los grupos que iban a tocar sólo me sonaba un tal Haze, un rapero que había visto en alguna revista, con la típica pose chulesca e imberbe y musculado torso al aire. La verdad es que no me llamaba demasiado la atención, pero nunca está de más escuchar algo de música en directo mientras estás intentando cogerte una cogorza. Me abrí camino como pude hasta la barra más próxima para conseguir un par de minis de cerveza, entre empujones frotes por todas partes. Parecía que a todo el mundo nos había entrado la sed al mismo tiempo. Un pavo de ojazos azules me dió un codazo en las costillas que me hizo ver las estrellas, al menos tuvo el detalles de barruntar:

-Lo siento-, mucho más que la pava que me plantó todo el taconazo en el empeine para lograr llegar hasta la barra donde una rubia despampanante llenaba los minis de cerveza como quien llena calderos. Conseguí volver al lado de mi amigo sin derramar demasiado líquido ambarino que rebosaba en los grandes vasos.

-Joder macho, eres todo un artista consiguiendo alcohol- rió.

-Pues ya sabes a quién le toca el siguiente- le respondí sobre los graves de la música que anunciaba el inminente comienzo del concierto. Las luces bajaron y alguien empezó a rapear sobre las bases rítmicas. Cuando Haze apareció en el escenario me sorprendió comprobar que se trataba del maromo de la sudadera naranja que antes había llamado mi atención.

El concierto del Haze terminó dejando el escenario a un par de pavas en bikini que cantaban una especie de reggaeton mientras la audiencia perreaba al ritmo. A mi me empezaba a hacer efecto la cerveza y me dirigí a una de las cabinas que hacían de baño, pero la cola era demasiado larga como para pensar mi vejiga, así que me dirigí a un lugar apartado cercano a una valla donde poder dar rienda suelta a mis necesidades más básicas. En eso estaba cuando oí a alguien con fuerte acento andaluz que reía:

-Parece que alguien se mea en mis rimas- a pesar del leve sopor derivado del alcohol, no me costó darme cuenta que se trataba del rapero.

En eso se abrió la verja y una enorme mano negra me hizo entrar dentro del recinto vallado y me empujó delante del maromo que aún estaba completamente sudado después de haber estado dándolo todo encima del escenario.

-Así que aquí tenemos al meón- rió a mandíbula batiente. -¿Qué te parece Ramiro?

-Este es el que no te quitaba el ojo en la exhibición de las pavas- dijo el hombretón a mi espalda. Pese a no haberle visto más que de resfilón, no me cabía duda de que debía ser grande, su presencia era amenazadora. Aquella revelación me dejó desconcertado: pensé que había logrado disimular, pero me había equivocado de pleno. Los fuertes dedos del tal Ramiro se hundieron en mi hombro, haciendo que hincara las rodillas en la tierra seca. Yo estaba completamente obnubilado. No era capaz de reaccionar a lo que estaba pasando. Tal vez me moliera a hostias pero no era capaz más que estar a su merced, estaba dispuesto a hacer lo que a él le apeteciera, su pose de macarra machote me tenía completamente subyugado.

-Vamos, que le molo...- me cogió el mentón para que nuestras miradas se cruzaran. Una corriente eléctrica sacudió mi cuerpo, haciendo que mi rabo se pusiera como una piedra cuando preguntó: -¿sabes maricón? Yo también tengo ganas de mear- y sin añadir nada más se arrancó los pantalones de corchetes mostrando que no llevaba ropa interior, exhibiendo un rabo de notables dimensiones. Sin previo aviso, un caliente chorro de orina estalló contra mi cara deslizándose hacia mi pecho.

-Miralé. Cómo le gusta- rió el negrata a mis espaldas. -Yo también me estoy meando- declaró mientras se ponía al lado del rubio cantante y sacando de sus pantalones un rabo que ponía en evidencia el del machote rapero. Si después de que me impresionara el de Haze el de Ramiro me había dejado sin palabras no cabía duda que se trataba de un trabuco colosal. A pesar del intenso chorro de pis que me bañaba, no podía evitar darme cuenta de que el tal Ramiro era como un armario ropero de casi dos metros y más o menos cien kilos que hacía parecer a su amigo un enano en todos los sentidos. Aún no había terminado Haze cuando empezó a miccionar el enorme negro cuyo potente chorro casi me hacía daño. Mientras la estrella del hip hop contemplaba a su amigo mearme su rabo comenzó a tomar consistencia.

-Joder macho, estoy mazo de caliente- anunció empezando a manosear un trabuco que empezaba a adquirir turgencia. -¿Crees que a ésta golfita tiene ganas de rabo?

-¿Tú crees que me importa? Un agujero es un agujero...- admitió mientras me seguía bañando con su caliente orín.

-Que se lo digan a alguna de esas zorritas que has dado de sí- declaró la estrella del rap mientras su amigo estaba sacudiendo las últimas gotas de pis.

-Yo no tengo la culpa de que todas sean unas estrechas- me miró directamente a los ojos, una mirada amenazadora y llena de lujuria. -Ya sabes el dicho "no serás una mujer entera hasta que un negro te la meta"...

-Pero tu sí que tienes la culpa de usar el cacharro ese de vacío para ponértela aún más grande- la conversación ponía a Haze considerablemente cachondo, puesto que su rabo ya se había puesto a tope, alcanzando más o menos los veinte centímetros de carne palpitante y venosa. Su prepucio se había retirado para mostrar un glande rosado y oblongo.

-Tu quieres que sea grande ¿no? Por eso me contrataste y me pagas todas las mierdas esas que me meto. Pues todo tiene que estar al mismo nivel -indicó Ramiro. Yo me estaba poniendo más que cachondo ahí de rodillas completamente calado de meos. Mi propia polla palpitaba dura como el cemento dentro de mis pantalones.- Anda que a ti no te gusta usar la bomba de marras y ponerte ese rabaco a reventar. Que te he visto correrte sólo con contemplar como alcanzabas los 24 centímetros- afirmaba Ramiro mientras sacudía su rabo que, poco a poco, empezaba a alcanzar un considerable tamaño. Así, ante mí, me encontré con dos enormes trancas de más de veinte centímetros cada una, la blanca de 21, la negra de unos 23, ambas con glandes rosados y sabrosos.

-Pero nunca llegaré a esos 29 de cacharro que se te pone a ti. Y lo gordo que lo pones hijo de puta, que no cabe en ningún sitio, que parece una botella de dos litros de coca cola- mientras esa conversación tenía lugar yo no sabía sobre cual de los pollones abalanzarme primero. Cuando me decidí por el de Haze, Ramiró afirmó:

-Ésta putita va a saber lo que es bueno.

-Tranquilo machote, que lo vas a dar de sí. A la última casi la desfondastes- aquella afirmación hizo que me embargara un cierto temor cuando Ramiro se dirigió hacia mi parte de atrás mientras yo tenía alojado el pollón del rapero dentro de mi boca. Iba a decir algo cuando el rubio de agarró de la cabeza e hizo fuerza para encalomarme hasta la garganta su trozo de carne que casi consigue arrancarme una arcada que tuve que controlar como pude. Estaba a merced de aquellos sementales que parecían estar en celo y con ganas de reventarme con sus pollones. Sentí las enormes manos de Ramiro acariciarme el trasero sobre el vaquero antes de maniobrar para desatármelos y bajarmelo. Me dejó los calzoncillos puestos y amasó mi trasero con fuerza. Sin previo aviso los rasgó exponiendo mi culo al aire de la noche. Siguió amasandome el culo con fuerza, haciéndome daño mientras en mi otro extremo la polla de Haze me penetraba como una taladradora, moviéndose con el ritmo sincopado que marcaba sus robustas caderas. Yo casi no podía hacer nada más que intentar mover mi lengua para procurar más placer al rubio sevillano que me estaba follando la cara como si fuera tan solo un agujero. Noté un escupitajo en mi culo, Ramiro intentando lubricarme para poder barrenar mi culo.

-¡Ostias!- exclamó. -¡Qué estrecho es éste colega! ¡Justo lo que necesito para mi rabo!- afirmó mientras empezaba a golpearme las nalgas con su colosal trabuco, mostrándome la tersa dureza de aquél cañón de ébano. Haze me agarró del pelo y desalojó sus 21 centímetros de mi boca.

-¿Hace mucho que no te follan?- me preguntó mientras jugueteaba con su rabaco alrededor de mi boca mientras yo trataba de volver a metérmelo dentro, perdido como estaba en una lujuria que me impedía ver más allá del mostrenco que se me ofrecía. -Te he hecho una pregunta- dijo cruzándome la cara con la mano vuelta, arañándome el rostro con uno de sus anillos.

-Sí, hace demasiado tiempo- afirmé y salido como estaba continué. -Y quiero que me revientes tu el culo antes de que tu colega me termine de destrozar- estaba más allá de toda lujuria, más salido que una perra en celo.

-Bueno, bueno, bueno, así que tenemos un auténtico vicioso- rió. -Por lo menos sabe para lo que sirve. Eso es un paso.

-¡Eh!- se quejó Ramiro -¡Que soy yo el que le va a petar!

-Tu te callas- ladró el rubio -Primero le doy yo y luego tu.

-Pero...

-¡A la mierda!- me agarró del brazo y me obligó a darme la vuelta, poniéndome a cuatro patas. -Si te digo que lo follo yo, te jodes, que para eso te pago.

No se me escapó un brillo de rencor en los ojos del negrata, pero lo que verdaderamente captó mi atención fue el tamaño de aquella polla que había estado golpeando mi trasero y para la que me había estado preparando, lanzándome sobre ella sin pedir permiso.

-Joder-gimió Ramiro.- Menudo glotón es el colega. Toma rabo que te vas a cansar de comer polla de negro.

Aprovechando lo ocupada que tenía la boca, empecé a notar como entraba el glande del Haze en mi agujero ya dilatado por el trabajo manual de su guardaespaldas, a pesar de lo cual no podía evitar sentir cierto daño que se transformó en una agonía cuando lentamente me fue penetrando con su enorme longitud. Mis gritos, mis gemidos, se veían amortiguados por el enorme trozo de carne que me llenaba la boca. Aquello era el paraíso. Agónico y delicioso, me sentía repleto, satisfecho, en el puto cielo. A lo lejos oía la movida del concierto, de la concentración, pero no prestaba atención, concentrado como estaba en los dos pollones que me llenaban por completo. Notaba mi polla dura como hacía tiempo no estaba, casi me podría haber corrido sin tocarme. La polla de Haze golpeaba exactamente mi próstata con cada metesaca, haciéndome retorcer de placer. Comenzó a follarme con una potencia inusitada, como un auténtico animal.

-Ostias que buen culo tienes pedazo de puta, así es como me gustan, apretaditos y tragones que les entre toda mi polla- sus cojonazos golpeaban mi culo. -Tienes la suerte de que un tío como yo te esté usando. No veas la cantidad de gente que se cambiaría por tí. Me lo tendrás que agradecer el resto de tu vida. No todos los días te folla un macho como yo, que te voy a reventar el culo con éste cacho de trabuco. Éste pollón sevillano te va a partir a la mitad y vas a venir pidiendo más- se notaba que se le estaba yendo la pelota mientras me follaba, diciendo cosas cada vez más incoherentes, al borde del delirio. De pronto el inmenso falo de Ramiro abandonó mi boca, así que me concentré en las oleadas de placer que me invadían cada vez que Haze acuchillaba mi próstata. -Esto es lo que se llama una follada de campeonato, te estoy estirando las tripas para que quepa mi trabuco pedazo de mierda. -Era cierto, lo notaba bien dentro. -Sé que tu también los estás gozando, sé que te gusta tener mi rabote dentro, duro como la piedra, siente lo enorme que...

El grito de Haze pareció sobrehumano, interrumpiendo su delirio salvaje, por el golpe brutal que le hizo entrar más dentro de mí pude adivinar que Ramiro se la había clavado. Tras unos segundos de silencio y quietud absolutos obtuve la confirmación.

-Tú sí que tienes suerte, jefe- irrumpió la voz del enorme negro, su peso aplastando al rapero más dentro de mí -¿No querías al más grande? ¡Pues ahora lo tienes dentro de tí! ¡Toma 23 cms de rabo!- notaba que le estaba follando con movimientos sincopados puesto que el rapero no era capaz de moverse, yo sólo notaba más o menos peso sobre mi. -¡Ahora sí que estás completo pedazo de maricón! ¿Qué te crees? ¿Que no me daba cuenta? ¡Sé que me mirabas cada vez que me machacaba en el gym para ponerme aún más enorme! ¡Me he estado entrenando para esto!-le reprochó- ¿Y qué me dices de mi rabo? ¡Por algo me regalaste la bomba de vacío! ¡Ahora te follo con ésto pero en cuanto pueda te lo voy a encalamar dentro! ¡29 cms de carne!

El gemido de Haze fue brutal mientras recuperaba las fuerzas y empezaba follarme otra vez.

-¡Sí, cabrón! ¡Y aún tienes que ponerte más grande si quieres seguir currando para mí! ¡Y tú, maricón!- me espetó -Disfruta de ésto- no necesitaba que me lo ordenara, lo estaba disfrutando como un loco y empecé a masturbarme como un poseso.

-¿Estás preparado para recibir mi leche?- rugió Ramiro -Te voy a llenar las tripas de lefa de negrazo que es lo que te mereces.

-¡Sí! ¡Dámelo todo!

-¿Qué es lo que quieres?- escupió con rabia mientras acelaraba el ritmo de sus bestiales embestidas.

-¡Quiero tu lefazo! ¡Préñame con ella!- gritaba fuera de sí.

Tres rugidos consecutivos se juntaron en uno cuando los tres nos corrimos casi a la vez: al notar la leche hirviendo de Haze invadiendo mi culo no pude evitar correrme como nunca, echando todo mi semen sobre la tierra seca.

Una vez nos hubimos recuperado tratamos de recomponernos. Yo tenía una sonrisa idiota colgada de la boca, casi lo mismo que el rubio rapero que trataba de vestirse. Pero el más satisfecho era Ramiro, con su obsceno trabuco aún a media asta.

-¡Ostia! No tengo pantalones- constaté al ver mi ropa destrozada en el suelo.

-No te preocupes- dijo Haze -Llévate mis pantacas. Seguro que te valen.

Me despedí de ellos con sendos morreos y agradeciéndoles el polvazo, a lo que ellos añadieron que esperaban encontrarme otra vez y Ramiro me prometió enseñarme los resultados de la bomba de vacío.

Así volví al festival a buscar a mi amigo, que estaba tan chuzo que ni se dió cuenta de mi larga ausencia ni de mi cambio de pantalones. Y en uno de los bolsillos encontré la tarjeta de Haze.