Garganta picante

Paloma solo podia abrir la boca esperando que cualquier cosa la refrescase...

Garganta picante

Va para Ud. Mr JOPI

Samuel salió de aquella cárcel sólo con la idea de llevar a cabo todas las locuras que se le pasaron por la cabeza cuando tenía que sobrevivir entre esos barrotes las mil violaciones que hicieron sus compañeros de habitación con él. No era para menos, lo habían encarcelado por violar a una chica con dieciséis años y no estaba bien visto ni por sus compañeros de celda.

Por eso cuando salió, cinco años mas tarde, tenia las ideas bien claras. Tenia que desquitarse todo lo que le pasaba por la cabeza en ese momento. Tenia que consumar todo su sexo sobre su ácida conciencia.

Ingresó aquella noche en un apartotel, ya que no tenía ni siquiera techo para pasar la noche. El dinero del paro que no había podido gastar le sirvió, así que pidió una gran comida y el diario a la habitación. Se duchó, poniéndose el albornoz y no tardó en solicitar los servicios de una prostituta a domicilio.

Esperó a que llegase con unas cuerdas que llevaba consigo. Las llevaba en su nuevo bolso habitual; cuerdas, navaja, espejo, un pote de pimienta de cayena y móvil. Solo le faltaba esperar

Al final la inocente chica llegó, con él poniéndose su mejor cara. Se llamaba Paloma. Acordaron el precio, y la chica paso al lavabo a asearse y cambiarse. Él fingió entrar en la cama, pero cuando pudo, salió y la esperó a la salida del baño. La pobre chica se llevó un fuerte impacto en la cabeza por la espalda, y se despertó fuertemente atada de rodillas en una extraña posición. Samuel con sus instintos mas bajos de puso la navaja a un lado de la boca, haciéndole abrir los labios con una mortuoria frase: "Ahora sabes que toca,¿ verdad?" Paloma cerró los ojos muy fuerte mientras el introducía todo su pene en la boca. No tardó en correrse, la falta de sexo hizo que la follada de su boca durase muy poco y se corriera muy abundantemente. Paloma, abrió de golpe los ojos e intentó……nada. De reojo veía la navaja de Samuel apoyarse completamente en su mejilla. "Trágatelo todo. Te va la vida". Paloma solo atinaba en tragar y tragar ese apestoso semen que le vertía ese tipo tan falto de semen.

Samuel cogió un envase de la bolsa, poniendo un montón de cucharadas en el agua hirviendo de la tetera. Enseguida la pimienta de cayena dejó totalmente teñida esa agua de color rojo, y el solo vapor de la mezcla ya picaba una barbaridad. Cogió a Paloma por detrás y le dijo: "Enjuágate la boca, cerda". Paloma solo vio verter el agua caliente en la tetera, por lo que medio mareada por la situación pensó en té rojo, dando un sorbo moderado, pero contundente al vaso con la idea de sacarse ese gusto a pegajoso semen por el interior de su garganta. La respuesta no se hizo esperar. Al estar de rodillas asiada por las cuerdas le impedía moverse mientras la garganta le quemaba. Intentaba gritar pero no podía, las cuerdas vocales le habían abandonado por el picor. Samuel sabia que Paloma estaba sufriendo con terror el resquemor de su garganta, hasta casi un punto de ahogarse, la dejo sufriendo un largísimo e interminable segundo para ella, mientras que él reía sólo y le preguntó con sorna: ¿tienes sed, verdad?. Como si supiera que no le podía dar respuesta él siguió abriéndose el cinturón y la bragueta y le prosiguió: "Anda, bebe, que te relajará". Paloma entendió rápido lo que iba a pasar. Samuel empezó a orinarse encima de su cara, Paloma al principio esquivó la orina, pero con la boca cerrada el picor se le hacia insostenible. Claudicó y abrió la boca buscando desesperadamente el frescor de la orina de Samuel, aún sabiendo que eso era el colmo de la humillación. No era solo que estaba recibiendo la orina, sino que ella la estaba buscando con la boca y la intentaba beber para aliviar la irritación de su garganta.

Cuando acabó Samuel, se subió la bragueta de un solo tramo y le dijo: "No me mires así, mira cuanta hay en el suelo". Paloma no daba crédito a lo que oía. La humillación la abordaba. Se intento estirar en el suelo pero las cuerdas también se lo impedían. Solo le quedaba desmayarse o llorar

CONTINUARÁ