Gang Bang ©
Primera experiencia de este tipo, homenaje a su única e indudable protagonista, la MUJER
¡Qué despacio pasan los minutos!
Varios días pensando en esta ocasión que al fin llega, y la hora no acaba de alcanzarse. Me he acercado demasiado pronto y no sé qué hacer, mientras cientos de pequeñas anguilas recorren mi cuerpo montadas en mis nervios. Las seis y media aún...
Deambulo por las cales aledañas contemplando la entrada del lugar donde se producirá el anhelado encuentro, y la inquietud y el miedo vuelven a apoderarse de mi mente. Hasta intentan disuadirme, con cientos de preguntas impertinentes y estúpidas. ¿Y si todo es un montaje?. ¿Y si es una trampa para incautos a los que sacar el dinero?. ¿Y si es verdad pero hago el ridículo?.
Sacudo las ideas, como la cola de un caballo hace con las moscas, y como éstas regresan tenaces, inmisericordes, perennes. Me distraigo observando a los transeúntes. Aquél está haciendo tiempo, debe ser uno de los citados. Y aquel otro aparca y mira, será otro. Doy la enésima vuelta a la manzana. Falta un minuto pero ya no están, ¿serían ellos?. Al fin me decido y pulso el timbre. Me abren la puerta. Subo las escaleras y me encuentro un rostro afable que me pregunta por mi nombre, el de guerra por supuesto. "Pasa pasa" casi susurra con su aspecto de bondadoso profesor de instituto.
Sí, ellos eran de la partida, allí están. Flota una aire indefinible de clandestinidad y conspiración, como si cometiéramos algún oscuro delito. Mientras quien nos recibió nos da las instrucciones precisas, veo que al fondo estás tú. Semitendida sobre un colchón, y semidesnuda, llevas sólo un corpiño que, sin embargo deja ver todas las partes más deleitables de tu anatomía. Me sorprende tu juventud, que en tu mirada se hace aún más llamativa. Qué gloriosa mezcla de ingenuidad y perversidad, de inocencia y lascivia, de ternura ysexo a borbotones. Qué increíble combinación entre niña y puta.
Puta, sí. Después te lo llamaremos todos, pero puta en tus oídos, no es un insulto, no es un humillacion, no es una vejación. Puta porque quieres, porque lo deseas, porque eres capaz de expresar todos tus deseos a través de tu cuerpo y tu relación con los cuerpos de los demás. Si eso es ser puta, benditas sean las putas.
Me acerco a saludarte, no se bien qué hacer, pero me dejo llevar por mis instintos y te doy un largo y húmedo beso en la boca, al tiempo que te sujeto la cabeza con una mano y te agarro el sexo con la otra. Respondes de forma inmediata, eléctrica. Tu lengua se enrosca a la mia. Tu sexo, ya empapado por el lubricante y tu propia ansiedad, chorrea aún más cuando mis dedos se hunden en su interior. Separamos las bocas y honro tus increíbles pechos y sus exquisitos pezones, para volver a tu lengua en un último saludo antes de pasar a la estancia contigua donde todos nos vamos desnudando.
Ya preparados y mientras espramos al último participante acariciamos, besamos, lamemos, chupamos ese exquisito cuerpo, que nos devuelve sonrisas, gemidos y húmedas miradas. La tensión va en aumento. Por fin estamos todos y nos disponemos en círculo a tu alrededor. Nos saludas con unas prodigiosas mamadas por turnos, de las que tengo el privilegio de ser el iniciador. Qué maestría, qué forma de tragar, de besar, de chupar hasta el extremo. Parece que nos quieres extraer hasta la última de gota de nuestra vida a través de nuestros miembros, pero sabiamente paras y pasas al siguiente apenas transcurridos unos minutos con cada uno.
Terminas el recorrido y pasas a la siguiente fase. Te sitúas en medio del colchón, a cuatro patas, receptiva. Comienza el baile de quienes penetrar en tu más recóndito rincón. Lo intento pero la sombra del fracaso me persigue y mi más preciada herramienta se niega a cumplir su principal función, por lo que dejo paso a otro más preparado. Uno tras otro van visitando tus entrañas más ocultas. Los gemidos siguen aumentando. Debemos contenernos para evitar que nos oigan, lo que hace que nuestra tensión sea todavía mayor. Alguien insinúa que te hallas preparada para una triple penetración. Uno de nosotros se tumba boca arriba y le cabalgas, otro te toma por atrás, y el tercero, privilegio que de nuevo me cabe a mí, vuelve a ocupar tu boca. Dos más se acercan y tus manos los enlazan por donde más placer obtienen.
Ahí estás ahora, penetrada por tus tres vías, agarrada con tus manos a dos vergas. Mujer total entregada al placer, empalada, penetrada y asaeteada como un San Sebastián profano y profanado.
Hembra profanada que por ello mismo se hace triple, quíntuplemente sagrada. Icono y símbolo de la entrega, del placer, del sexo como un fin en sí mismo, sin adherencias románticas, interesadas o trascendentes. En ocasiones, una palmada, a veces mía, a veces de otro, se descarga como una tralla sobre tus nalgas, sobre tus pechos. La intensidad del acto, de las sensaciones, de la comunicación es brutal.
Tanto que tengo que separarme, susituido por otro compañero a quien sigues succionando sin parar. Mi tensión ha legado a tal extemo que cuando sigo acariciándome observo aterrado que mis temores se hacen realidad, me desplazo al lavabo, me libero, y ya sé que no podré volver a intentar una consumación completa en toda la tarde, que sólo me quedará el consuelo y el disfrute de la vista.
Puesto que así es, tomo mi refresco y me dispongo a contemplar el deleite de los demás, y sobre todo el tuyo propio. Uno tras otro, a intervalos, de distintas maneras van gozando de tí, mientras tú gozas de ellos. Por delante, por detrás, por arriba, alternando con caricias, con palmadas, con azotes, con besos, con acciones increibles, como la que se dispone a ejecutar, con gran precisión y sabiduría, el anfitrión. Primero un dedo, luego otro, y otro, y otro... prácticamente toda su mano desaparece en tu abertura. Pides más, esás dispuesta a aguantar el dolor, reclamas intentarlo, pero afortunadamente su sensatez se impone y no te fuerza a algo de lo que quizá te arrepintieras después por sus consecuencias físicas. Quizás en una próxima ocasión, si tu organismo sigue respondiendo tan maravillosamente.
Las posturas se suceden, los intercambios continúan, De nuevo, una y otra vez, tu cuerpo prodigioso se ve invadido por nuestros agresivos apéndices a través de cualquiera de sus puertas placenteras. Incluso yo llego a intentarlo en una ocasión, aunque mi debilidad hace que de nuevo sea tu boca portentosa la me acoja con su delicioso calor. Boca insaciable, que reclama ser llenada en toda su profundidad, y asi se hace. Tragas sables de carne palpitante, apenas protegidos por la levedad de la goma. Rozas la asfixia, tal es la hondura de tu deseo, y a punto estás de traspasar cualquier límite razonable, tras de lo cual nos pides permiso (¡nos pides permiso!) para un mínimo descanso y vuelves a la carga, fresca, radiante, como si no hubiera pasado nada.
El tiempo va pasando y yo debo irme. Me despido de tí con un nuevo beso, mientras eres penetrada por enésima vez, y me respondes con la sonrisa de tus ojos y la luminosidad de tu boca, que me llevo grabadas en mi interior. Hasta ... ¿cuándo?. Espero que hasta pronto, querida mía, y mientras tanto deseo que seas tan feliz como nos haces serlo a nostros.
Con todo el enorme respeto que me mereces, grandísima, queridísima, adorada y venerada puta, espero ansioso la próxima ocasión en que pueda venerate por tu triple acceso al Paraiso, querida Triple Diosa.