Ganas de vivir
Pequeña historia de amor y superación.
-Hola mi amor- se oía una voz a lo lejos- ¿me oyes?
Emilia intentaba abrir los ojos, pero no podía, era como le hubieran colocado una pesa en cada párpado. Poco a poco fue despertando pero no recordaba nada; sólo oía el pitido de una máquina y veía a lo lejos unas cortinas blancas, ¿dónde estaba?
-Mi amor, ¿me oyes?- volvió a preguntar esa voz
-Eh mmm sí - logró articular
-Hola mi vida, no hables ahora, intenta descansar.
-¿Qué ha pasado?- por fin parecía que despertaba de su letargo y no pudo ver nada mejor que a su querida Cristina, la mujer más maravillosa que había conocido nunca la que siempre estaba con ella en los buenos y malos momentos, el amor de su vida.
-Te desmayaste cariño, pero todo sigue bien, no te preocupes
A Emilia le habían detectado un cáncer de mamas hacía unos meses y desde que iba a quimioterapia cada día se encontraba más débil, pero cada día más esperanzada en que todo saliera bien; tenía unas ganas tremendas de luchar y de vivir, y todo gracias a Cristina, que la apoyaba incondicionalmente.
Pasaron un par de días en el hospital para mantenerla un poco controlada, por precaución, y volvieron a casa. Emilia seguía yendo a quimio pero se encontraba muy bien de ánimos, siempre quería hacer cosas, le encantaba cocinar para su niña. Esa noche había preparado una cena muy especial para ella, había puesto velas aromáticas en el salón, su música preferida y una botella de champán de ese para niños sin alcohol porque ella no podía beber Cuando Cristina llegó a casa se quedó asombrada
-Cariño, pero ¿qué es esto?
-¿No te gusta?
-Me encanta, pero ¿porque has preparado todo esto? Tienes que descansar.
-Hoy me encuentro bien, con fuerzas, y mi niña se merece esto y mucho más.
-Te quiero mucho mi vida.
-Y yo más, te amo- y se fundieron en un beso.
La cena transcurrió tranquila, charlando, recordando viejos tiempos, haciendo planes de futuro y riendo como nunca. Al terminar la cena Cristina se dispuso a quitar la mesa y en un momento de descuido Emilia la agarró por detrás, la abrazó fuerte y susurrándole al oído cuánto la amaba comenzó a dar pequeños besos en su cuello
-Mi amor, no hagas eso que me derrito
-Umm echaba tanto de menos esto- comenzando a bajar sus manos.
-Cariño, ¿estás segura?
-Segurísima, hace meses que no hacemos el amor, deseo ver tu hermoso cuerpo y amarte toda la noche.
-Está bien- y de un salto, se soltó de sus brazos, la cogió en peso como dos recién casadas y la llevó a la cama.
El amor fluía por la habitación, se examinaban mutuamente devorándose con la mirada, se querían tanto pero Emilia había hecho un gran esfuerzo ese día preparando toda la velada y no aguantaba, se desvaneció por unos segundos
-¡Emilia!
-Perdona cariño, no puedo, estoy muy cansada - comenzó a llorar.
-Ey, mi vida, no llores que me partes el alma, no importa, tú no te preocupes por nada
-Si importa, hace meses que no hacemos el amor, tú estás aguantando y yo no puedo dártelo
-Ay mi niña el sexo es algo secundario, yo lo único que quiero es que tú estés bien, que seas feliz y poder estar contigo el resto de mi vida
-Pero
-Shhh
-Cristina, si conoces a otra persona y te propone sexo no dejes de hacerlo, yo lo entenderé
-Pero no digas tonterías Emilia, ¿cómo voy a hacer eso?, el sexo no es importante, con estar a tu lado me basta.
-Pero es que
-Ni pero ni nada, no quiero estar con nadie que no seas tú, ¿entiendes?
Los días pasaban y a pesar de la enfermedad de Emilia eran muy felices; salían al campo, alquilaban películas, aseaban por el parque, o simplemente se quedaban en casa tiradas en el sofá.
Laura, una amiga de ambas, les propuso ir a una fiesta que daban los antiguos alumnos del instituto (ellas se conocieron allí)
-¡Hola chicas¡
-Hola Laura
-Vengo a haceos una proposición que no podréis rechazar.
-Miedo me das, ¿de qué se trata?- preguntó curiosa Cristina.
-Los chicos del instituto dan una fiesta para conmemorar el 25 aniversario y han invitado a todos los antiguos alumnos, será estupendo.
-Uf a mí no me apetece Laura, eso es mucho jaleo para mí- dijo Emilia.
-No Laura, no vamos
-No no voy yo, Cris tu sí que iras
-Emi, no voy a ir, no te voy a dejar sola.
-Pero si yo estoy bien te prometo que no me muero todavía.
-¡¡Eso no lo digas ni en broma, eh?!!
-Vale, vale no te enfades cariño, pero ve a esa fiesta, hace mucho que no sales, siempre estás pendiente de mí, necesitas salir sola un poco.
-Pero mi vida, no quiero dejarte aquí, no me apetece.
-Cristina hazle caso a Emi, tiene razón, debes salir un poco- argumentó Laura.
-Te prometo que estaré bien Cris; me atiborraré de helado y me acostaré.
-Um está bien, pero sólo un rato ¿eh?- refunfuñó Cristina.
-Pues te paso a buscar a eso de las 11 ¿vale?
-Vale, hasta luego Laura
Cristina no estaba muy convencida, no quería dejar ni un minuto a Emilia sol, quería pasar con ella cada momento, en el fondo temía que le pasara algo, y si eso ocurría mientras ella no estaba para cuidarla, no se lo perdonaría nunca
-Emi, no quiero ir a esa fiesta
-¿Cómo que no? tienes que ir, sino me enfadaré contigo- dijo Emilia dándole una cachetada en el culete
-¿Sabes que te amo mucho?
-Um no, no lo sabía, a ver dímelo
-¡Qué mala! Ja, ja TE AMO, TE AMO, TE AMO -le decía mientras le daba el beso más dulce.
-Y yo también mi vida, sabes que sin ti no sería nada, que no tendría fuerzas para aguantar esto, eres lo mejor que me ha pasado en la vida y ve a ducharte que vas a llegar tarde je, je.
A regañadientes se fue a la ducha. Laura llegó puntual y las dos chicas se fueron a la fiesta, no sin antes, Emilia recordarle que cuidara a su niña. Ya en la fiesta Cristina no estaba muy animada, y Laura se acercó con dos copas
-Cris alegra esa cara mujer toma, bébete una copa a ver si te animas.
-No debí haber dejado sola a Emilia, ¿y si le pasa algo?
-No le va a pasar nada y tú debías salir, te estás consumiendo poco a poco.
-Es que no sé si puedo aguantar Laura; intento ser fuerte, no venirme abajo, pero no puedo, sólo de pensar en que esto vaya a más me da miedo, si pierdo a Emi me muero.
-No vas a perderla, Emi es una mujer fuerte, aguantará y todo saldrá bien.
-Laura, ella se hace la fuerte, pero yo sé que sufre, que llora cuando no estoy, intenta aparentar que está bien para que yo no sufra.
-Pero tú no puedes venirte abajo también, si las dos sois fuerte llevareis mejor esto, hazme caso. Y ahora disfruta de esta noche, hazlo por ella.
Por unos instantes, entre bailes y copas, logró olvidarse de todo, y entre baile y baile, una morena a lo lejos de la pista no le quitaba ojo de encima hasta que se le acercó, cada vez más, y le preguntó si estaba sola En ese momento recordó las palabras de Emi, pero ella no podía ni quería serle infiel a su amada, a pesar de que ella se lo había pedido y decidió irse
-Laura me voy ya, son las 3 y a las 4 Emi tiene que tomar su medicación y quiero estar con ella.
-Está bien, te llevo a casa y me vuelvo.
Cuando Cristina llegó, Emi dormía plácidamente, le daba pena despertarla, así parecía un ángel, pero debía tomarse sus pastillas. Lentamente subió a la cama y comenzó a acariciar su rostro, su pelo, metía una mano debajo de su camiseta y rozaba lentamente su vientre
-Cariño, es hora de tu medicación.
-Un ratito más
-Ja, ja - rió Cris por la ocurrencia de su niña- vamos dormilona, despierta (mientras seguía acariciándola y besándola cuidadosamente)
-Mmm ¿ya estás aquí? ¿qué tal ha ido?
-Muy bien, me he divertido y me he reencontrado con gente que hacía mucho que no veía; te mandan recuerdos.
-Qué majos por cierto, estás preciosa
-Uy esa mirada no me gusta un pelo o sí ja, ja.
-Ven aquí
-Emi tienes que tomarte la medicación.
-Da igual, que espere, ven
-Ja, ja...si me miras así no me resisto, ¿eh?
-Pues no lo hagas y bésame, ¿no?- y se fundieron en un dulce beso que pasó a ser un beso de pasión. Se deseaban tanto esta vez, nada iba a impedir que se amaran.
Cristina recostó cuidadosamente a Emi en la cama, quería tratarla con delicadeza, que disfrutara ese momento sin miedo a desvanecer acariciaba cada zona de su cuerpo con sumo cuidado, casi sin rozarlas comenzó a quitar una por una toda sus prendas, sin prisas, y mientras sus manos se iban abriendo camino, besaba su piel. Emi se estremecía con cada caricia de su chica, ansiaba tanto amarla profundamente. Lentamente Cris bajaba besando todo su cuerpo hasta llegar a su sexo, despacio fue introduciendo dos dedos y comenzó a meterlos y sacarlos delicadamente, como sin querer que la notara tan dentro de ella y en pocos minutos Emi llegó intensamente al orgasmo, cayendo en la cama cansada Intentó levantarse, quería devolverle todo el amor a Cris, pero ésta la paró
-Shhh descansa mi vida, no tienes que devolverme nada, me encanta verte disfrutar conmigo.
-Te amo cariño, no sabes cuánto
Por la mañana, amanecieron abrazadas, felices. Cristina preparó el desayuno y se lo llevó a Emi a la cama
-¿Cómo estás mi amor?
-Mejor que nunca y cada día más enamorada de ti
-Te quiero mi vida toma, una tostada y un zumo bien rico que tienes que recuperar fuerzas.
-Ja, ja sí, que anoche me dejaste muerta, vete olvidando de irte con otra, ¿eh?
-Tonta si sabes que no lo haría, yo sólo quiero estar junto a ti, con o sin sexo Por cierto, ha llegado esta carta para ti.
-¿Qué es?
-No sé, ábrela
-Es una carta del hospital, ¡¡¡me han dado la cita para operarme!!!
-Qué alegría cariño, ¿cuándo es?
-En una semana, qué nervios.
-Tranquila mi vida, todo saldrá bien, ya lo verás-
-Soy feliz mi niña y más junto a ti.
La semana interminable pasó y llegó el día de la intervención
-Cris, estoy nerviosa.
-Ya queda poco cielo, dame la mano.
-Señora, nos tenemos que ir- dijo el doctor.
-Adelante mi vida- y se dieron un beso
La operación tardó más de 8 horas y por fin salieron los doctores
-¿Cómo ha ido doctor?
-Muy bien, puede estar tranquila, está completamente limpia, habrá que esperar, pero todo indica que irá bien.
-Gracias doctor, de verdad, muchas gracias, no sabe los feliz que me hace.
Cristina entró en la habitación donde Emi aún dormía
-Hola mi amor- se volvía a oír esa voz a lo lejos- ¿me oyes? Todo ha ido muy bien, ahora trata de descansar