Ganadería...

Un día crucial e inolvidable, tanto para la potrilla como para el Amo

Ganadería...


Título original: Livestock...

Autora: lisastar@geocities.com

Traducido por GGG, noviembre de 2001

La mañana es fría, cosa bastante normal a las 4 de la madrugada, y su esclava está profundamente dormida, soñando con expresión de felicidad, cuando él la agita para despertarla. Le mira confundida, ve su sonrisa, y sonríe a su vez, luchando por despertarse. Él no le da tiempo con un beso, tirando de ella por el pelo, llevándola al borde de la cama y tirándola al suelo.

Parpadeando, todavía no completamente despierta, se pone a cuatro patas, mirándole y preguntándose que pretende. Cuando él extiende las cosas con cuidado sobre la cama parece que empieza a entender, y se estremece visiblemente.

"No temas, pequeña" - y la sujeta - "porque hoy es el día que has estado esperando tanto tiempo. Hoy me pertenecerás. ¡He encontrado la forma!"

Ella sonríe ahora, recordando todo lo que han luchado para encontrar una solución a sus sueños compartidos - algo que obviamente él ha encontrado.

Sobre la cama está ahora su cola, el aplicador anal con la larga y fina cola de caballo. También están sus cascos traseros y delanteros, su capucha con las orejas de potro y el bocado y la brida, además de las riendas. Temblando todavía, gime, él sabe bien como adora la fantasía de ponygirl - y que es parte de sus vidas.

"¡Las manos!" - Le ordena, y ella extiende las manos hacia él, observando como las engancha en los cascos delanteros, sintiendo como se quedan inmóviles y con un bonito aspecto de caballo. Con una sonrisa le recoge el pelo y lo pasa a través  de la abertura de su capucha, formando la crin. Con manos expertas le engancha el collar alrededor del cuello.

Una buena cantidad de lubrificante va a parar al aplicador anal, pero aún así gime cuando se lo mete sin miramientos, sin dudas ni piedad. Menea un poco el trasero y él le da una palmada, indicación de que la cola está donde debería. Con manos fuertes se dedica a las patas traseras, colocando sus pies dentro de los cascos que es su verdadera naturaleza, forzándolos a la posición adecuada, haciendo que gima un instante - luego ella sonríe.

"Ahora levántate muchacha, se te permite caminar a dos patas por el momento." - y enganchó la brida y las riendas. Salió con un brusco giro, llevándola hacia el recibidor de la entrada. Se estremeció, y casi dudó. Su apartamento no está tan retirado como hubieran deseado - pero él es su dueño, y no puede cuestionar sus intenciones.

Bajan, bajan las escaleras y salen por la puerta principal, afuera, a la fría mañana. Desnuda como está se estremece, se tropieza, el entrenamiento al que se ha sometido dentro de casa para caminar con cascos no la ha preparado demasiado para esto.

Cuando dejan la casa se detiene, permaneciendo en la puerta con expresión alarmada. El coche está fuera... pero no solo. Enganchado a la parte de atrás hay un remolque, del tipo que se utiliza para transportar caballos. Traga saliva con esfuerzo, el bocado se lo pone difícil, y mira a su amo. Él le devuelve la sonrisa, disfrutando claramente con esto. Con un tirón la lleva al remolque, y la sube a la entrada, entre el heno, con un ligero olor a caballo. Ata sus riendas a un anillo situado en un lateral antes de darle una palmada, y sale. Aún sin creérselo, oye como la puerta se cierra tras ella...y sonríe.

El viaje es largo, como una hora, y aprende mucho sobre equilibrio en ese tiempo. Las riendas son suficientemente largas para impedir cualquier daño que pudiera producirle una caída, pero aún así tiene que luchar para mantenerse sobre los cascos.

Cuando se abre la puerta de nuevo, todo es quietud. Mientras la saca ve solo bosque. El coche está aparcado en una pequeña carretera forestal, con un sendero que lleva al bosque. Sin miramientos la lleva por el sendero...

Salen a un pequeño claro, con suave hierba y un pequeño cobertizo al fondo. Junto al cobertizo hay un pesebre y un poste de sujeción cerca de él. En él engancha ahora sus riendas.

"Ahora, escúchame. Es un sitio del que me habló un amigo, en una propiedad suya." - su amo la acaricia suavemente mientras habla - "Está bastante retirado de lugares habitados, y nadie viene por aquí. Es el sitio perfecto. Tú..." - y se sonríe - "¡...eres MÍA!"

Con esto se vuelve y deshace el camino hasta el coche. Mientras le mira, la llena un conocimiento cada vez mayor, y aunque es su sueño más ansiado, se estremece. Mientras él regresa, el conocimiento se transforma en certidumbre, y se incrementan sus temblores.

Trae un hornillo de gas, un estuche de primeros auxilios, y el Hierro de Marcar que han tenido colgando en el dormitorio durante tanto tiempo. Con una sonrisa coloca una manta sobre la hierba, enciende el hornillo, y pone el hierro sobre él. Lleva al hombro una cuerda. Ahora ella se revuelve, tirando de las riendas, intentando escapar de la visión del hierro. No puede APARTAR los ojos de él, mientras su cuerpo desea salir corriendo.

Con habilidad, porque lo ha hecho muchas veces, agarra su casco izquierdo y lo levanta. Ella cae dando un relincho, y él se asegura de que no pueda levantarse. La cuerda rodea sus piernas, justo por encima de los cascos, luego rodea los brazos por el mismo sitio. Con fuerza, ignorando sus relinchos de dolor, le ata juntas las patas delanteras y traseras.

Cubre con facilidad el par de metros hasta la alfombra, tirando de ella por la cuerda hasta allí...

Mientras está allí tendida, el hierro delante, llora suavemente. No puede usar la palabra de salvaguarda, porque esto es lo que desea de él, pero está más aterrada que nunca. Él se sienta a su lado, acariciando lentamente su pata.

"Lo sé, y entiendo que estés asustada, potrilla..." - y sonríe - "...pero también sé que lo estás deseando. Así que no te preguntaré si quieres que me detenga..." - con manos suaves le lava el trasero, limpiando el área.

"Lo haré, ves, y meticulosamente." - Inspecciona el hierro, y decide esperar un poco más.

"Te dolerá terriblemente, lo sé" - y su sonrisa esta vez es atroz, claramente visible su interés en el dolor, "Lo disfrutaré... y gritarás si debes hacerlo, y también disfrutaré con eso. He comprobado cuánto daño puede hacerte y aunque será extenso se curará."

Durante un instante la rodea, sintiendo disminuir su temblor, antes de comprobar de nuevo el hierro. Agarra el asa sonriendo y la mira. Su mano izquierda sujeta la cuerda, su rodilla la mantiene inmóvil.

"Ahora, mi pequeña potrilla" - y ella puede verle agarrar el asidero del hierro ahora al rojo blanco, - "¡Serás MÍA!"

Con un movimiento rápido, ignorando su relincho desesperado, lo levanta del fuego, y lo presiona con fuerza contra su carne.

Ella grita, el horrible dolor casi es demasiado para poder soportarlo, y por un segundo está al borde del desmayo. De su trasero se levanta una tenue columna de humo, un fuerte olor a carne quemada se extiende por todas partes. Grita una y otra vez, y le parece una eternidad el tiempo que pasa antes de que retire el hierro. Con una amplia sonrisa le levanta la cabeza, sujetándola entre sus brazos, acunando el fardo lloroso que es ahora verdaderamente de su propiedad, consolándola.

Dejémosles aquí, para visitar, durante un instante, a un dependiente. Trabaja en un pequeño almacén, y en este preciso instante archiva una solicitud, una solicitud APROBADA, mostrando la marca a fuego que su amo ha solicitado, y le ha sido entregada, para usar con su ganadería - toda su ganadería...