Game, Sex and Match
Las aventuras de la tenista rusa Maria Sharapova en el Abierto de los Estados Unidos. A pedido especial de un usuario.
Game, Sex and Match: Maria Sharapova en el Abierto de los Estados Unidos
Todavía no me lo podía creer. La cadena televisiva, cual trabajo, me había encargado que hiciera una cobertura en vivo del Abierto de Estados Unidos de Tenis. Yo llevaba poco tiempo en la cadena, y me habían asignado trabajos pequeños a nivel local. Pero este era mi pistoletazo de salida. Era un gran evento, en donde los ojos de los peces gordos de la cadena estarían en mis hombros. Rápidamente organicé mi equipo de trabajo y salimos directamente a Flushing Medaows, en la ciudad de Nueva York, en donde históricamente se realiza este Grand Slam de tenis. Era mi primera visita de trabajo a la Gran Manzana. En el pasado, la había visitado en viajes de placer. Prácticamente la conocía de pies a cabeza. Así que fácilmente nos íbamos a adaptar las dos semanas que estaríamos allá
La cadena a la que trabajo, tiene una filosofía y una visión distinta a las demás. Fue creada para llegar a donde ninguna de nuestras competidoras ha podido llegar. Mientras las demás eran muy protocolares en sus transmisiones, nosotros éramos los rebeldes: Llevábamos entrevistas al momento, con información fresca y muy al día. Eso significaba que teníamos pases para estar en el estadio en donde quisiéramos. Y esa era la intención a la que íbamos. Mientras el vuelo a NY transcurría sin novedades en el aire, nosotros estábamos diseñando el plan de ataque que íbamos a tener durante nuestra cobertura. Logramos que un ex tenista, uno de los mas famosos de Latinoamérica nos hiciera los trabajos de comentarista, cosa que nos ayudaba bastante ya que el había sufrido en carne viva lo que es un Abierto de tenis de esa magnitud. Siempre fieles a nuestra visión, incluíamos en los planes de cobertura, entrevistas a los jugadores desde sus vestidores, como se desarrollaban sus vidas después de los partidos y cosas así. La mayoría de los tenistas top ten estaban ratificados para presentarse en el evento, salvo ciertas excepciones que eran bajas por lesión o retiro
Yo había seguido el tenis desde hace mucho tiempo, viendo partidos de Borg, Lendl, McEnroe, Sabatini, Navartilova y muchas estrellas de su generación pero ahora en el sigo XXI, las cosas habían cambiado. Una nueva legión se había apoderado de las canchas, y de los corazones de muchos. Roddick, Federer, Kournikova, las Williams, la escuadra argentina, entre otros, ya se habían forjado un nombre dentro y fuera de las canchas de tenis. Así que me tuve que poner al día con una velocidad indescriptible. Lo mejor de esta nueva generación es que aparte de ser muy buenos, con saques relampagueantes y voleas de ensueño, eran bonitos ante la cámara. Era un buen producto que podíamos vender a las masas de televidentes que nos veían. Particularmente, me llamo la atención de una de las recién llegadas. Una rusa de solo 17 añitos, que responde al nombre de Maria Sharapova. Era la última sensación de las canchas, prácticamente haciéndole sombra a otra paisana emigrada de las tierras de Stalin: Anna Kournikova. Anna ya estaba en la cima del mundo, sin haber ganado algún torneo de Grand Slam, pero esta belleza venia con todas y se quería quedar con los máximos honores en USA. Nos repartimos a los personajes claves que íbamos a hacerle seguimiento: Al primer grupo, integrado en su mayoría por mujeres, les tocaría Roger Federer y Andy Roddick. El segundo grupo seria parte de la armada argentina y a las Williams. Mientras que el tercer grupo (en donde me encontraba yo) le haríamos el seguimiento a Anna y Maria, así como a la americana Jennifer Capriatti.
A las 3 de la tarde, el avión correteo la pista principal del Aeropuerto JFK, cerca de la ciudad de NY. Bajamos las maletas y nos dirigimos al hotel en donde la cadena nos había asignado. No era una maravilla de cinco estrellas pero con eso bastaba. Sabíamos que muchas de las estrellas del Abierto se iban a hospedar aquí, incluidas mis tres presas. Así que desempacamos y nos sentamos en el lobby a terminar de armar lo que era nuestro trabajo en el Abierto. Teníamos tres días de adelanto a la fecha estimada en donde los tenistas llegarían a la Gran Manzana. Eso nos daba suficiente tiempo para trabajar. Empezamos a buscar a la parte organizativa del evento para que nos mostrara los alrededores del estadio. Rápidamente nos organizaron un tour por todas las instalaciones. Mientras caminábamos, trataba de recordar puntos estratégicos para que a la hora de ser rebeldes, serlos sin ser detectados. Ya los camerinos estaban identificados con los nombres de los huéspedes de honor, y era un poco más fácil para mí recordarme de donde estaba cada uno. El camerino de las rusas estaba una cerca de la otra, mientras que el de Jennifer Capriatti estaba un poco más retirado. Las rusas eran un colirio para la vista de cualquier hombre y la fantasía de muchos: Dos jóvenes bellezas, esculpidas a la manera antigua, con ojos penetrantes y un aire de feminidad que nadie se las podía quitar. Decidimos hacerle una rápida entrevista a ambas antes de que salieran a jugar sus respectivos partidos. Anna era más suelta con la prensa. Todo el bullicio que creo con su sensualidad, sin haber ganado un solo torneo de Grand Slam, la hacia un blanco mas atractivo para nuestra audiencia. Tocamos la puerta de su camerino y ella nos hizo pasar. Ya estaba lista para salir a la cancha, embutida en sus trajes Adidas, practicando un poco las voleas con su raqueta. Nos detecto y rápidamente se sentó en un sofá que había en el camerino para poder empezar la entrevista.
Entre las cosas que ella dijo, recalcamos que se sentía preparada para ganar el Abierto Americano, como también comento acerca de sus amores con los jugadores de Hockey y otras cosas más. Pasamos rápidamente al vestidor de Maria. Tocamos la puerta y ella, tímidamente, nos la abrió. Nos presentamos y le preguntamos que tenía preparada para esta entrega del Abierto. Ella nos informo que daría lo mejor de ella pero que no prometía nada. Note cierto timidez ante las cámaras, propio de una niña que no ha tenido tiempo de adaptarse al mundo del tenis. No quise seguir escudriñando, porque temía que perdiera la concentración. Me despedí y salimos del camerino. Deje a mi compañero hacer la entrevista a Jennifer Capriatti y Salí para el hotel a empezar la edición del material que debíamos enviar.
Tanto Anna como Maria y Jennifer pasaron satisfactoriamente sus partidos de inicio. La segunda ronda tampoco fue difícil para el trío aunque Jennifer tuvo que sufrir para ganarle a su compatriota Davenport. Antes de la realización del partido de cuartos de final, las rusas decidieron salir a divertirse en la ciudad. Esa era la parte del trabajo que no me gustaba. Debía quitarme mi traje de periodista para convertirme en un papparazzi. Nos dieron el dato de que ellas estarían cenando en uno de los nuevos restaurantes de la 5ta Avenida y que después saldrían a bailar un poco en una nueva discoteca ubicada en Soho. Pusimos todo el equipo dentro del carro y salimos raudos y veloces hacia la 5ta Avenida. Lo que no habíamos prevenido era que el tráfico a esa hora por ahí era infernal. Nos tardamos casi dos horas para llegar al restaurante, solo para verlas salir en un BMW plateado perteneciente a Anna. Lo único que se nos ocurrió fue perseguirlas mientras tomábamos imágenes del vehiculo y de todas las cosas que pasaban en su interior. Anna no estaba tras el volante, y estaba sentada en la parte de atrás, junto a Maria. Anna parecía gritarle a un teléfono celular, hablando en ruso mientras Maria estaba viendo el paisaje imponente que era el Central Park. Después de 5 intensos minutos, Anna termino su llamada, con una cara de estar muy molesta. Maria le pregunto que le pasaba y ella se puso a llorar. Maria se le acerco y la abrazo. Intuimos que era algo relacionado con su vida personal o con su vida amorosa. Más tarde nos enteramos que habían encontrado al novio en actividades infieles en una discoteca de Moscú. Mientras nos acercábamos a la discoteca, Anna recobraba su compostura. El BMW se detuvo y ella se bajo con una sonrisa que nos desconcertó a todos los que habíamos vivido la escena. Nos apeamos del vehiculo y la seguimos. Tuvimos ciertos problemas con la entrada del local, pero los solventamos rápidamente. El local nocturno que decidieron entrar las rusas era bellísimo, con una amplia pista de baile y zonas VIP para los invitados. Maria y Anna pasaron directamente a la zona VIP pero teníamos muy buena ubicación de donde estaban sentadas. La cámara empezó a rodar. Anna se contorneaba con dos muchachos al ritmo de la música trance, mientras que Maria estaba sentada en la mesa. Había un hombre hablándole pero ella no parecía hacerle caso. Maria se veía bastante incomoda en el sitio
Al cabo de unas tres horas, las niñas terminaron de festejar y se subieron rápidamente a su limosina. Pero no se subieron solas. Se subieron acompañadas de las personas que estaban con ellas en la discoteca. Salieron veloces hacia un punto que no era su habitación de hotel. Terminaron en Maniatan, en uno de los apartamentos de los caballeros que servían de acompañantes de las divas del tenis. Anna se bajo casi comiéndole la cabeza al rubio que estaba con ella, después bajaría un hombre de contextura mediana, con músculos bien esculpidos y al final, Maria haría su desembarque de la limo. Afortunadamente para nosotros, el edificio que estaba en frente de nosotros era un poco más alto que en donde se hospedaban las rusas. Hablamos con el conserje para que nos diera acceso al techo del edificio. Subimos y desplegamos todo el aparataje electrónico que teníamos para esa ocasión. El rubio, quien era el dueño del apartamento, ya estaba haciendo de las suyas con Anna, mientras el otro muchacho y Maria estaban sentados en un sofá, al otro lado del apartamento. El muchacho trataba de que Maria se uniera en las actividades sexuales de su amigo pero ella no se dejaba. Cada vez que se acercaba, ella lo repelía con un empujón. Las 5 de la mañana dictaban en mi reloj y Anna seguía tirándose a su nueva presa que se había encontrado en la disco, mientras el otro seguía intentando sin frutos que Maria rompiera el hielo y se integrara. Quince minutos después, a Maria le llego la gota que rebasaba el vaso. El muchacho trato de agarrar uno de sus senos y Maria se defendió con mucha velocidad y fuerza. Rápidamente lo empujo y le cacheteo la cara. Le grito unas cosas y salio del apartamento. Le avise al grupo que yo la seguiría mientras ellos seguían vigilando a la Kournikva, que parecía no importarle que su amiga se hubiera ido.
Baje rápidamente el edificio y me encontré a Maria caminando por las calles. Me dio un poco de piedad, seguir trabajando como papparazzi y mi lado humano salio a florecer. Apague la cámara y la seguía a una distancia prudencial. Maria abordo el Subway en la estación de Wall St, y se monto en el primer vagón que se encontró. Me monte en el siguiente para no perderle la pista. El subterráneo newyorkino no es el mejor del mundo. Paredes rayadas, muchos indigentes pidiendo algo para poder comer, y sobretodo las mismas personas de cara larga y algo irritables. Maria tuvo la suerte de montarse en un vagón que estaba solo, así nadie la molestaría. Rápidamente, se quedo dormida. Al pasar los 45 minutos, se despertó y se bajo, con una cara de rabia y triste, en la primera estación que le permitiera bajarse. Habíamos llegado a Brooklyn, una de las peores zonas de la ciudad. Maria rápidamente se dio cuenta de eso y trato de salir rápidamente de la zona, pero con un vestido de noche algo incomodo y calzando unas zapatillas de aguja alta, le iba a ser muy difícil. Cuando ella pensó que todo lo peor había pasado, y que había salido triunfante de la zona, las cosas solamente se pusieron peor
Una pandilla de negros, residentes de la zona (Según me contaron los conocidos, es una de las bandas mas peligrosas de Brooklyn) divisaron el pequeño y esbelto cuerpo de la tenista. Rápidamente la interceptaron y trataron de hablar con ella. Maria se vio encerrada en una pared de color negra de la cual no podía escapar. Rápidamente llame a la policía desde mi celular y les avise de la situación. El líder de la banda, ya había desempolvado un cuchillo y se lo coloco en el área del abdomen. Maria les dio prácticamente todo lo que ella tenía: Dólares, rupias, el reloj de oro, las cadenas, los zarcillos, en fin, todo lo que tuviera algo de valor para ellos. El más pequeño de la banda, la reconoció, y les comento a sus compañeros quien era y ahí las cosas se pusieron peores. El líder trato de insinuarse con ella pero ella solamente tenía los ojos cerrados y lloraba, mientras el cuchillo desfilaba lentamente por su garganta. El líder le robo un beso, y todos los compañeros lo alentaron a que siguiera. Con el cuchillo, rompió las tiras del vestido que cargaba ella, y este rápidamente cayo al suelo, mostrando la ropa interior de la rusa. Eso pareció excitarle aun más de lo previsto. Lamió su abdomen, sus senos cubiertos y su garganta. Cuando intento quitarle la ropa interior, la policía hizo acto de aparición. El líder rápidamente ordeno a los súbditos que se enfrentaran con la NYPD, mientras el escapaba con Maria. La agarro por el brazo, salio a correr en sentido contrario. A unos pasos de donde el enfrentamiento se llevaba a cabo, una bala perdida alcanzo al jefe de la banda, quien se desplomo al frente de ella. Maria, grito en una manera desesperada, corrió hacia un callejón. Decidí perseguirla para ponerle fin al largo día de la tenista. Pero se topo con unos vagos y unos drogadictos que estaban en el callejón. Maria rápidamente trato de devolverse y me vio. Mientras los vagos la agarraban y la amordazaban, grito por auxilio. Yo vi a donde la llevaban y trate de devolverme para avisarle a la policía. Pero un golpe en mi estomago y después en mi nuca hicieron que perdiera el conocimiento.
Desperté en un cuarto oscuro y sucio. Abandonado por sus anteriores inquilinos y ahora refugio de estos vagos. Estaba atado de pies y manos, con la boca amordazada. Vi a Maria acostada en una cama, mientras los demás la veían despertarse. Maria seguía amordazada, pero estaba suelta en sus manos y pies. Uno de los drogadictos se acerco y me dijo las cosas que le íbamos a hacer a tu querida novia. Busco una caja de zapatos y me la abrió. La caja contenía unas inyectadoras, una sustancia incolora que supuse que fuera alguna droga fuerte y unas pastillas, como también tenia unos condones. Me temí lo peor y eso exactamente era lo que iba a pasar. El drogadicto mezclo las pastillas en un vaso de Jack Daniels, las revolvió y se las entrego a uno de los vagos para que se la administraran a Maria. Ella se rehusó a beber del vaso pero después del forcejeo, se termino bebiendo el whisky. Se recostó rápidamente de la cama y empezó a verse como mareada. Los drogadictos sacaron las aguas y las llenaron del líquido incoloro. Pensé que se las iban a inyectar a Maria, pero se las pusieron ellos mismos. Uno grito "Es la mejor sensación que hay para hacer el amor". El efecto de las pastillas había hecho efecto y se notaba rápidamente en Maria. Sus ojos habían pasado de ser asustados a llenos de lujuria. Uno de los vagos tomo la iniciativa y busco dale un beso, ella se oponía, pero llego a tener contacto con sus labios. Rápidamente lo empujo y escupió la saliva que tenia en su boca. El vago lo intento de nuevo, y ella se opuso de nuevo. En el quinto intento, Maria cedió y el vago pudo darle un buen beso. En el momento que este termino, les dio el OK a los demás para que pudieran hacer algo con ella.
Empezaron a sacar los paquetes de condones de una pequeña caja que tenían. Por un lado vi horrorizado cuales eran las intenciones de los vagos: Follarse a Maria hasta que se cansaran, pero por el otro respire aliviado que estarían protegidos, pensando en el sinnúmero de enfermedades que estaban en la calle. El primero de los vagos empezó a chupetear las tetas de Maria, mientras los demás la acariciaban con sus manos en su cabellera, su cuerpo y sus piernas. Uno de los drogadictos, en pleno efecto de las drogas, empezó a lamer el chocho de la tenista. Ella se lamentaba y quejaba, pero al cabo de unos 10 minutos, la Sharapova se relajo y empezó a disfrutar de todo lo que le hacían. Uno de ellos fue el más osado y decidió que estaba lista para la acción. Coloco su pene en la abertura de su vagina y empujo. Rápidamente se encontró con el himen de la rusa, señal inequívoca de que era una virgen. Le pregunto acerca de su virginidad, a lo que la Sharapova, en medio de gemidos y otras sensaciones nuevas, afirmo con su cabeza. El vago volvió a intentarlo, sin éxito, hasta que en el décimo intento, el himen cedió y pudo penetrar la vagina de la rusa. Ella se sorprendió, al sentir como un pedazo de carne era introducida en su cuerpo. Aunque no me gustaba lo que veía, en mi más profundo lado perverso, me parecía bastante excitante. Rápidamente, sentí como una erección se venia en mi, mientras veía la orgía mas loca que mis ojos empezaban a ver. Por turnos llegaban a penetrar a la rusa, y ella, ya totalmente fuera de su mente, les pedía más y más. Estuve tentado a pedirle a uno de mis captores que me soltara, para poder follarmela también, pero rápidamente la razón volvió en mí y seguí viendo la escena desde un puesto de lujo. Uno de los vagos estaba a punto de llegar. Se saco el condón, y procedió manualmente a terminar su faena. Las gotas de semen salieron de su pene y terminaron en el cabello de Maria. Podrían ser muy vagos y drogadictos, pero tenían sentido común y no querían que cualquier enfermedad fuera transmitida a ellos. Me quede asombrado de la capacidad de razonamiento de ellos. Seguido de ello, uno de los drogadictos, se empezó a correr. Saco su preservativo y disparo su carga hacia los senos. Y así fueron cayendo uno a uno, bañando en semen a la joven rusa. Pero ella se había convertido en una maquina insaciable. No había orgía en el mundo que pudiera frenar los nuevos conocimientos de la Sharapova. Entonces un nuevo invitado llego a la fiesta de semen. Era un proxeneta, muy conocido bajo el ámbito de los bajos mundos de Brooklyn. Saludo con mucha efusividad a todos, y se dio cuenta del pedazo de carne que le estaba esperando. Antes de acostarse con Maria, me lo presentaron. Era el propio proxeneta de la zona: Mucho dinero, muchas joyas y con un sequito de empleados que lo estaba esperando afuera. Cortésmente se presento, y me aseguro que estábamos fuera de peligro. La banda que nos habíamos encontrado en la calle, era su acérrima rival, y como su líder estaba muerto, la banda se disolvió, dándole camino libre a "proponer su proyecto de diversión para adultos". Nos ofreció ropa y transporte hasta el hotel, a cambio de un polvo con la rusa. Después me enteraría que el proxeneta tenía una debilidad por las jóvenes de cabellos rubios, una especie que frecuentemente no se encuentra allá. Le di mi aprobación, y el me palmeteo los hombros, ya que mis manos estaban atadas.
Maria estaba mas caliente que nunca. Quería sentir más de aquella rica sensación que les dejaron sus captores. El sabía que estaba bajo las influencias de las drogas y que su tiempo de acción se terminaría muy pronto. El proxeneta llamo a uno de sus asistentes y le pidió un condón, el cual fue entregado. Era un negro como nunca antes lo había visto. Musculoso, muy bien esculpido y mas que todo, con mucho sentido común. Pidió a los demás, menos su asistente y mi persona que abandonaran el cuarto. Ellos estaban en desacuerdo. El negro entonces saco una pistola más grande que mi vida y los amenazo. Como corderitos, todos aceptaron la orden y salieron de la habitación. Convencí al asistente que me desamordazara, ya que los músculos de mi cara estaban demasiado tensos. El acepto y me quito la pañoleta que me habían colocado. El proxeneta ya estaba acostado sobre la rusa, dándole besos y chupando sus senos. Ella estaba por los cielos, y quería más. El negro, apunto su pene hacia su recientemente usada vagina y con mucha gentileza, la penetro. Ella se sorprendió aun más de ver la invidente masa de carne, que no era como la de los demás. Era más gruesa y más larga. El le susurraba cosas al oído, mientras su asistente me daba ciertos tips acerca de su patrón: Se cuidaba mucho, y si sabia que la persona que estaba follando estaba libre de algún tipo de enfermedad, se quitaba el condón y se la follaba como a el le gusta.
Dicho y hecho, en un momento de la relación, el se retiro de su vagina y se quito el preservativo. Yo temía que todo fuera mentira o que Maria estuviera en el peor momento del mes. Pero continúo haciéndolo. Maria no le decía nada, solamente gemía y gemía. Vi como el negro se arqueaba y empezaba a dar señales de que su orgasmo se estaba produciendo. Rápidamente saco su pene de la vagina y se lo coloco en la boca de la rusa. Ella, con lo nuevo que había aprendido, procedió a mamárselo, para que las últimas gotas del semen cayeran en su ardiente garganta. Se paro y se vistió. Llamo a otro de sus asistentes. Les pidió ropa para hombre y mujer. El que estaba conmigo, me soltó y saco una cámara de fotografía. Tomo una foto de Maria acostada en la cama, con el semen saliendo de su boca y vagina, y murmuro algo acerca de "su colección personal". Rápidamente nos dieron la ropa y comenzamos a vestirnos. Maria estaba exhausta y rápidamente el sueño la venció. La cargue y la introduci en la Cadillac Escalade del proxeneta. Salimos de Brooklyn para llegar a Manhattan. La Cadillac se estaciono en el hotel, abraze a Maria, le agradecí al proxeneta, y salimos rápidamente de la camioneta, en dirección a su habitación. Pase por la recepción, para pedir la copia de la llave, subí hasta su habitación, abrí la puerta, recosté a Maria de la cama, y Salí. Había tenido el día más difícil de su vida, pero finalmente había llegado a su fin.
Perdió el partido de cuartos de final con la americana Jennifer Capriatti, a la final ganadora del torneo, ya que no se presento en cancha. Yo reporte el motivo de mi falta de todo el día, obviando lo que había ocurrido en Brookyn, y el jefe de nosotros en el canal, decidió que mi estadía en New York había llegado a su fin. Empaque todo, me despedí de mis compañeros, y salí hacia el aeropuerto, rumbo de nuevo hacia la sede del canal de televisión. Mi jefe no le gusto la idea de que yo me hubiera perdido una noche, ya que el pensó que me había ido de farra y no estaba cumpliendo con mis labores "periodísticas". Terminaron mi contrato y fui despedido. Deprimido, recogí mis cosas y me fui de la estación, directo hacia mi casa y al comenzar de mi nueva vida.
Unas semanas después, Maria estaba de nuevo a su mejor nivel, batiendo a todo el mundo en los abiertos en los que participaba. Terminado su partido de semifinales con Venus Williams, se hizo publica los exámenes de doping a la cual, la tenista había sido sometida al inicio del torneo. Residuos de drogas habían sido encontradas en su sangre, pero mas impresionante que eso (y que las cámaras ni los micrófonos recogieron) era que sus niveles de hormonas detectaban de que Maria estaba embarazada. Al entregársele los exámenes, Maria se sorprendió y busco una segunda opinión. Acudió con el ginecólogo de la familia. La noticia era cierta. Maria tenía mes y medio de embarazo.
La noticia hizo erupción y todas las cámaras de television se volcaron hacia ella. No le toco más que hacer una rueda de prensa en donde afirmaría todo lo que había sucedido durante el US Open. Uno a uno, los periodistas fueron disparando y ella fue contestándoles. El tema de la sesión fue su doping, no su embarazo. Casi finalizando la rueda de prensa, un periodista le pregunto acerca del embarazo. Ella, solamente contesto:
Eso es un tema que no voy a tocar aquí. Lo único que agradezco fue a un reportero de televisión que estuvo conmigo y no permitió que este asunto llegara a mayores. Donde quiera que este, se lo agradezco con todo mi corazón.
Terminada estas palabras, se levanto y se retiro de la sala. Maria no jugaría más en el resto del año, para poder desarrollar su embarazo con calma, y así después, buscar al padre de su hijo. En cuanto a mi persona, mi ex jefe me llamo pidiéndome la exclusiva de lo que había pasado esa noche. Simplemente le dije que no estaba interesado y tranque el teléfono. Así, el secreto de lo que ocurrió esa noche, solamente quedaría entre ella, el proxeneta y yo. Nunca más volví a trabajar en television