Game over.

Sin darme cuenta empecé a espiar a una vecina, me enganché tanto que no podía dejar hacerlo, hasta que un día...

Hace un par de de años me cambié de piso, el edificio está a las afueras de la ciudad en un barrio de nueva creación de los que llaman ciudad dormitorio. Cuando entré a vivir en los pisos sólo estaba montada la cocina y el baño, ni lámparas, ni mobiliario, ni cortinas, nada de nada. En los primeros meses se veía bastante movimiento, gente pintando, furgonetas trayendo muebles, pintores.... pero poca gente vivía en el bloque.

Algunas parejas se quedaban los fines de semana, pero entre semana no estaríamos más de 5 vecinos. Yo me quedé desde el primer día, antes incluso de tener luz porque ya había dejado mi anterior piso y no tenía otro sitio dónde quedarme. Las primeras noches, hasta que me monté el dormitorio tuve que acostarme en el suelo con un colchón inflable de viaje, un pequeño camping en casa rodeado de cajas de cartón.

El edificio tiene forma de U estando mis ventanas están orientadas al patio interior, al no tener televisión pasaba bastante tiempo mirando por la ventana cotilleando los movimientos del vecindario para entretenerme. Una noche vi que había luz en el segundo piso que estaba enfrente del mío, al vivir yo en el cuarto el ángulo de visión me permitía ver prácticamente todo el piso. Me quedé observando y vi aparecer una chica morena con una camiseta larga de color blanco, bajo la camiseta parecía no llevar nada pero obviamente yo no podía saberlo, estaba descalza y tenía unas piernas larguísimas que terminaban donde empezaba la, para mi desgracia, demasiado larga camiseta.

Cogí una cerveza de la nevera y me apoyé en la ventana para tomármela, la morena  del segundo fue a coger algo de un armario de la cocina y eso permitió que la camiseta subiera un poco. Mis dudas se despejaron y pude ver que sí llevaba algo por debajo, un tanga de color azul marino. Me resultaba increíble que con solo haberle visto la parte inferior de su culito y un poquito de su ropa interior me había puesto a doscientos.

Al ser de los pocos pisos con la luz encendida ella al rato percibió mi presencia, yo no estaba haciendo nada incorrecto así que seguí en la ventana contemplando el espectáculo. Durante un rato la perdí de vista y aproveché para tomarme otra cerveza, parecía que se había terminado la película cuando se encendió la luz de otra habitación, podía ver perfectamente que había una cama con un edredón de flores rojas,  en ese momento se sentó en la cama y se quitó el tanga. Ella estaba de perfil por lo que tan sólo podía divisar sus piernas pero para mí era la situación era tan morbosa que me terminé la cerveza de un trago.

La vecina, se levantó de la cama y se giró hacia mí. Al levantarse, la camiseta volvió a cubrirle las piernas hasta los muslos y nuevamente no pude ver todo lo que estaba deseando, cual cachorrillo babeando en espera de que su dueño le dé una galletita. Se puso frente a mí y se dirigió a la ventana, yo tenía la lata de cerveza en la mano, estaba vacía pero comencé a simular que estaba bebiendo para no parecer un fisgón.

Comenzó a bajar la persiana, game over pensé, pero sólo la bajo un cacho. Ahora no podía verle la cabeza pero seguía viendo esas piernas que me hubiera gustado lamer desde los pies, subiendo lentamente había el tobillo, subir a la rodilla.... y poder divisar esa entrepierna que me estaba volviendo loco solo de pensarlo. Hubiera seguido hacia arriba lentamente, metiendo la cabeza entre sus muslos e inspeccionando la zona con la punta de la lengua, hasta llegar a ese chochito misterioso que me había imaginado de muchas maneras. Pero la realidad es que estaba en la ventana aplastando una lata de cerveza vacía, super salido, caliente y empalmado hasta tal punto que la polla me vibraba como si estuviera a punto de correrme, simplemente imaginándome a una vecina que acaba de ver por primera vez.

En ese momento, se apagó la luz de la habitación y al poco rato apareció nuevamente en la cocina vistiendo un camisón de satén negro bastante sexy, aunque para mí, aunque llevara un buzo de obra ese día seguiría viéndola provocativa. No podía dejar de mirar y espiarla pero decidí apartarme de la ventana porque no dejaba de ser una vecina y no quería que pensara que era un pajillero y un salido. Así que me tumbé en mi colchoneta de decathlón y con el calentón que tenía y la imagen de mi vecina me comencé a tocar para desfogarme yo solito. ¿Estaría ella pensado haciendo lo mismo? No creo, pero solo con imaginármela se alegra el alma.

Los siguientes meses seguí espiándola por la ventana, hasta que al medio año o así colocó cortinas y eso me complicó el asunto. En el siguiente año y medio cada vez que se llevaba un tío a casa siempre dejaba alguna cortina abierta, o un rato la luz encendida. Una vez, dejó la ventana de su dormitorio abierta y la cortina con el viento se movía y pude ver como se desnudaban mutuamente. Eso también me puso cachondísimo, estuve durante al menos una hora escondido en el tendedero con la luz apagada viendo como otro disfrutaba de ella. No sé, si me vio o no, pero al terminar salió a la terraza a tirar algo a la basura con la bata abierta, y ese día pude ver por primera su cuerpo desnudo. Se paró un segundo en la terraza, nunca antes lo había hecho porque aparte de mi alguien más podría verla, espero un rato con sus dulces pechos a la vista, pequeños pero preciosos, tenía el coño depilado su clítoris era tirando a rojo con los labios bastante salidos, no sé si siempre lo tendrá así o será porque lo acabada de utilizar.

Después de esto dejé de observarla durante un largo tiempo, cuando nos cruzábamos en la calle mirábamos hacia otro lado como si nos conociéramos, hasta el punto que de que trataba de no ir a las reuniones de vecinos para no verla. Yo a veces seguía excitándome al pensar en ella pero me había prometido a mi mismo dejar este jueguecito. Algunas veces cuando estaba follando con otra chica  me acordaba de ella, y otras veces cuando llevaba a alguien a casa, me aseguraba que ella supiera que tenía tema, salía a enseñarle la terraza a mi ligue, le enseñaba las vistas desde la ventana o dejaba la luz encendida para tratar de "picarle".

En mayo de este año, con el rollo del confinamiento hicimos un grupo de whatapp los vecinos para ayudarnos en caso de necesitar algo, a raíz de esto comenzamos a hablar, por supuesto de una forma sana y normal. Solíamos salir a las 8 a aplaudir y a veces algún vecino ponía algo de música para pasar el rato. Un día me dijo que andaba bastante rallada, tanto por el curro, como por el hecho de estar todo el día encerrada. Vivir sola y estar 3 varios meses casi sin salir no es nada fácil.

Para tratar de animarla preparé una tarta de chocolate y le escribí una notita, fui a la puerta de su casa la dejé en el felpudo toqué el timbre y me fui corriendo. Ella sabía que había sido yo, así que me escribió para darme las gracias. Me dijo que quería devolverme el favor y que lo podía pedir lo que quisiera, en ese momento me acordé del día de la camiseta blanca, quería contarle la historia pero no me atrevía. Cambié de tema, y me volvió a insistir con que me debía un favor, no sé cómo le eché arrestos pero le pregunté si le podía contar un secreto. ¿Te puedo contar como fue el primer día que te vi? Y le conté que le había estado espiando ese día y que me dio mucho morbo.

Ella me dijo; - Ah eso. Porque obviamente en su día se dio cuenta de lo que pasaba, de hecho me dijo que tras quitarse las bragas y apagar la luz se quedó tumbada en la cama desnuda con la luz apagada, sabiendo que no podía verle.

-¿En serio?- Le dije.

Y me contestó: -¡Qué te crees que me chupo el dedo!

Entonces, le dije: Ya sé que favor quiero que me hagas, aunque no se si te atreverás.

-¿Qué no? Ya verás como si. Cuando tu vas yo ya he vuelto, jejeje.

Le pedí que a las 2 de la mañana cuando no hubiera nadie más que pudiera verla por la ventana, repitiera los movimientos que hizo aquel día. Yo estaría espiándola y tocándome viéndola. Me dijo que sí pero con una condición que ella también tenía que tener la opción de verme tocándome, para que fuera justo.

Y así lo hicimos, ella fue a la cocina con su camiseta blanca y su tanga, luego se lo quitó en el dormitorio, pero esta vez se giró hacia mí para que le viese bien.  Yo a su vez le enseñé mi miembro eréctil. Se tumbó sobre la cama totalmente desnuda, abrió sus largas piernas  y se comenzó a masturbar con un succionador de clítoris. Levantaba el culo de la cama para darse más placer y yo me tocaba lentamente mirándola porque quería que el momento durase lo máximo posible. Cuando me miraba, mi nivel de excitación era máximo. Ella se corrió,  se encogió sobre misma y se quedo un rato tumbada en la cama. Yo tenía toda la mano llena de semen y aproveché para limpiarme. Cuando volví todas sus luces estaban apagadas.

Miré el móvil y tenía un mensaje con el icono de unos labios y la frase dulces sueños.