Gajes del oficio
El trabajo nos permitió tener tanto acercamiento que mi compañero y yo sucumbimos a la necesidad de afecto mutuo y terminamos clavados uno en otro.
La experiencia
Mi compañero de trabajo y yo tenemos que hacer nuestras labores en otras ciudades y nuestra estancia de varios días nos llevó a tener una relación mas cercana de lo que podíamos imaginar.
Por razones de la compañía en que trabajamos, mi compañero y yo realizamos viajes visitando filiales en otras ciudades cercanas a la nuestra en un radio de 500 Km (Nuestra sede es la casa matriz) por lo que los viajes se prolongan generalmente de lunes a viernes. Estos recorridos son por carretera en un vehículo Pick Up de reciente modelo y nuestra estancia es en las instalaciones de la misma compañía mismas que están adecuadas para el caso contando con una habitación como si fuera de un hotel en cada ciudad.
En ocasiones llegamos a casa de algún familiar mío que vive en una de las ciudades que visitamos con frecuencia, o en la ribera de una presa o río ya que a los dos nos gusta mucho la pesca y la aventura. El caso es que a tanto y tanto viaje juntos nos hemos acercado tanto uno a otro al grado de que en una ocasión, cuando bebimos algunas cervezas de más después de la hora de trabajo en un bar de la localidad en que estábamos, nos pusimos algo sentimentales y acabamos por tratar de consolarnos uno a otro hasta que decidimos retirarnos a nuestro lugar de hospedaje.
Los dos somos casados y tenemos hijos no mayores de cinco años, nuestras esposas casi no se conocen pero mi compañero José y yo estamos unidos en amistad desde hace casi 8 años. Después de haber bebido algo más de lo acostumbrado, nos fuimos a la habitación que compartíamos. José se acostó en su cama y yo me fui a dar una ducha. Cuando regresé a la habitación, José estaba completamente dormido en el centro de su cama pero estaba vestido y con los zapatos puestos todavía, yo salí envuelto en una toalla sin llevar nada debajo de ella, me acerqué a la cama de mi amigo y le hablé para que despertara y se quitara su ropa para que siguiera durmiendo.
Lo llamé varias veces y no respondía solo su ronquido me decía que estaba profundamente dormido, decidí desabrochar sus zapatos, luego su camisa y después su cinturón. Cuando estaba aflojando su pantalón, me di cuenta de que su verga estaba dura y algo mojada, al instante se me puso duro mi pene por aquella visión que estaba teniendo. Confieso que ya antes había observado su pene pero solo flácido, sin ningún asomo de morbo, solo nos vimos desnudos algunas veces en la ducha o cuando nos bañábamos en el río o vestíamos en la habitación. Esa ocasión no era así, yo estaba caliente al ver su pito duro y supurando liquido lubricante.
Le retiré su ropa solo dejando la trusa que apenas podía contener aquella verga parada. Era una verga gruesa y grande, muy parecida al menos en forma y tamaño a la mía, (19.0 Centímetros). Lo estuve observando por algunos momentos mientras me acariciaba yo mismo la verga y mis bolas, ya estaba un poco caliente, me dieron ganas de acariciar su verga y poder verla totalmente erecta frente a mi. Me acerqué a la cama y me senté a su lado, esperé unos segundos antes de pasar mi mano sobre la tela de la trusa, al fin lo hice, me animé y se la toqué mientras observaba su cara, avancé mas hasta liberar aquel tronco de la prisión de la tela, se la saqué y sin dejar de ver su rostro, lo comencé a masturbar sin tener alguna excusa o razón en mente por si despertaba.
Dejó de roncar y me detuve, casi estaba a punto de retirarme de su lado, pero se volvió a acomodar dejando sus piernas separadas y una de ellas semi-encogida. En esa posición su trusa se abría de la entrepierna y podía ver parte de sus bolas peludas, continué con las caricias furtivas en su verga y con mi masturbación abiertamente, yo estaba muy caliente, con la respiración agitada y mis nervios al cien. De pronto noté que José movía sus caderas como yendo al encuentro de mi mano cada vez que yo recorría la piel de su pene, en ese momento decidí apretar mi mano un poco y acelerar el ritmo de la masturbación, en seguida casi me da un infarto al sentir su brazo pegado a mi pierna que estaba cercana y como su mano buscaba acercarse a mi pene. Por supuesto que yo le di todas las facilidades para lo que creía que estaba por ocurrir pero al ver su rostro, sus ojos estaban aún cerrados.
Esto no podía continuar así, me decidí a actuar pensando en que José ya estaba consciente de lo que ocurría entre nosotros y se hacía el dormido. Acerqué mi cara a su verga y la toqué con mi lengua saboreando el abundante liquido lubricante que destilaba, en ese momento sentí cuando el apretó mi verga con su mano y levantaba su pelvis, ahí supe que mi amigo en verdad estaba despierto y disfrutaba la masturbación pero quería más. Abrí mi boca y comencé mamarle la verga y coloqué mi mano encima de la suya indicándole que me masturbara, pero el no solo me masturbaba sino que con su otra mano me acariciaba las nalgas. Mi toalla estaba suelta del todo y yo estaba totalmente denudo así que comencé a bajarle su trusa y el levantaba sus caderas para facilitarlo.
Observé su cara y me sonrió, yo le devolví la sonrisa dirigiéndome con mi boca hacia su verga sin dejar de ver su cara, me metí su verga en mi boca y pude ver su satisfacción cuando casi de un solo movimiento la introduje toda, hasta las bolas, luego José me jaló de la cadera para acomodarme sobre su cara. Que rica sensación tuve cuando comenzó a succionar mi verga. (De hecho, para mi no era la primera vez que lo hacía con otro hombre, ya lo había hecho pero hacía muchos años con mi hermano. Pero con José, después de casi tres años de estar viajando y durmiendo en la misma habitación esto era una experiencia tremenda) Nos estábamos mamando la verga muy suave, despacio, disfrutando cada chupada yo se la metía muy lentamente hasta su garganta, mientras hacia lo propio al mismo tiempo con su pene, sin parar desde la punta hasta las bolas.
Así estuvimos disfrutándonos uno al otro hasta que sin ponernos de acuerdo al mismo tiempo permanecimos clavados hasta las bolas en nuestras bocas, descargando en esa posición nuestros mutuos chorros de semen en lo profundo de las gargantas. Toda la leche vertida, quedó en lo profundo de nuestras gargantas, así permanecimos por unos instantes, luego nos destrabamos y yo me acosté a su lado, nos abrazamos y el acercó su cara a la mía y me dio un beso fugaz en los labios, yo me incorporé y contesté con otro mas largo y atrevido, me abrazó y comenzamos una serie de besos muy apasionados introduciendo las lenguas. Por supuesto saboreábamos nuestros propios espermas y las vergas no disminuían su erección, así que ahora todavía calientes, nos acariciábamos las nalgas mutuamente como preparando otra sesión de sexo.
Próximamente continuaré. Espero sus comentarios.