Gabriela va al cirujano

Es la presentación de uno de los personajes principales del relato publicado en la categoría de amor filial "Miriam y su padre el cirujano".

Esta es la presentación/descripción de Gabriela, una de las protagonistas del relato que estará situado en la categoría de amor filial de la web y que se titulará “Miriam y su padre el cirujano”, recomiendo que lo

leáis

también para entender el porqué de la presentación.


Habla Gabriela.

Soy una chica de 26 años, aún virgen debido a mis complejos con mi cuerpo, porque tengo las tetas pequeñas, tengo pecas en la nariz, uso gafas y llevo aparato dental y creo que por eso no ligo una mierda o cuando lo hago, es con hombres que no merecen la pena.

Me gustan los hombres maduros, preferiblemente que me doblen la edad al menos (De 50 para arriba, podríamos decir), y me resulta complicado encontrarlos porque me ven muy joven y les da pena probar a follarme.

Mi familia tampoco es que ayude mucho con el tema de follar, mis padres son muy religiosos y siempre me han vigilado mucho las relaciones con hombres, me han intentado buscar

pareja,

pero sin éxito por lo que he relatado antes.

Mi padre tiene unos 55 años, es un prestigioso abogado penalista y economista con un bufete de abogados que dirige y no le va nada mal.

Mi madre tiene 50 años, no trabaja porque es de la vieja escuela y se ocupa de la casa y de los 3 hijos.

Tengo dos hermanos mayores que yo, de 32 y de 30 años, de algún modo cuando nací yo ya cerraron la fábrica de follar, creo que apenas sí follaron 4 o 5 veces entre ellos.

Mis hermanos ya están casados y con varios hijos así que solo quedo yo por encontrar a alguien.

Estudié Derecho y Economía porque no tuve más remedio, mi padre solo me dejó estudiar algo que englobara al menos, Derecho para poder algún día trabajar con él en su bufete como una abogada más, al igual que hacen mis hermanos, que también son abogados y ya trabajan en el bufete de mi padre.

Acostumbro a vestir de manera muy clásica, siempre con falda y con tacones no muy altos y poco escote.

Cuando acabé las carreras, encontré trabajo en una empresa de Auditoría y a pesar del enfado de mis padres, lo acepté e incluso he logrado independizarme, vivo con una compañera de trabajo en un apartamento en el centro de Madrid.


Con algo de dinero ahorrado en mi trabajo, me había decidido a buscar un cirujano con clínica que me operase las tetas, era una decisión meditada de años (Desde los 18 o así al ver cómo habían quedado con el escaso crecimiento natural), aunque mis padres siempre se habían negado a ello (“Porque es la creación de Dios y hay que aceptarla”, en fin, rollos/temas religiosos).

Mi compañera de piso que ya las tenía operadas me había hablado de Javier, el cirujano que se las operó a ella y estaba muy contenta, se veían naturales (Me las enseñó y las pude tocar y me gustó el resultado y la experiencia, me excitó, todo hay que decirlo); así que mi compañera me pasó el teléfono de la clínica y concerté una cita para un jueves por la mañana.


Iba algo nerviosa, me

incomodaba,

pero me excitaba a la vez tener que desnudarme ante un hombre mayor (Mi compañera me había descrito a Javier y solo de saberlo, mi coño se humedecía).

Me puse una falda negra, una blusa y una chaqueta de cuero, junto con unas botas planas, nada del otro mundo; la lencería, normal, negra y poco llamativa, y me fui caminando hacia la clínica donde se encontraba la consulta de Javier.

En la clínica tuve que esperar un buen rato hasta que por fin una enfermera pelirroja y llena de pecas me dijo que era mi turno y que podía pasar.

Conocí a Javier y me estuvo preguntando mis datos médicos y personales para la ficha de paciente, me pidió que me quitara la parte de arriba y me quedara en topless para verme las tetas y hacerse él una idea de lo que iba a tener que realizar.

Javier fue muy profesional y apenas me tocó las tetas para ver que todo estuviera correcto, la enfermera me sacó sangre para análisis y me hicieron más pruebas de preoperatorio; al acabar, me fui y me puse ya a trabajar con calma, a la espera de la llamada de Javier para confirmar la cirugía de las tetas para el siguiente lunes.

Fue excitante que me tocara las tetas, y no me hubiera importado que me hubiera hecho más cosas ya en ese mismo momento.


Estaba a punto de irme a comer con mis amigas del trabajo cuando me sonó el móvil, la llamada era de Javier, que me quería contar algo sobre la operación y prefería que fuera en persona, casualmente tenía el hueco ahora para comer, me dio la dirección de un bar y quedamos en que nos veríamos en cuanto que fuera posible.

Tuve que disculparme con mis amigas, salí a la calle y fui en un taxi hasta la puerta del bar, donde ya me estaban esperando Javier y la enfermera pelirroja.

Pasamos al bar, de comida típica madrileña y Javier pidió un montón de cosas grasientas, algo que me sorprendió teniendo en cuenta su buena figura.

Javier fue al grano, me habló de su hija Miriam y de que quería tener una hermana a la que usar sexualmente a su antojo (Victoria, al verme, había pensado que yo daba el perfil) y me explicó con detalle que si aceptaba sería el juguete sexual del que abusaría toda la familia, no tendría que dejar de trabajar, pero sí modificaría mi estilo de vida y mi forma de vestir y me mudaría con ellos a su casa, para que la sumisión fuera lo más parecido posible a una relación 24/7.

Me explicaron también que tenía hasta el día siguiente por la mañana para aceptar y que, si lo hacía, si decía que sí, me esperaban al día siguiente, viernes, por la noche en su casa para que conociera a Cayetana y pasara una prueba más, definitiva para saber si me aceptaban o no.

Acabamos de comer y yo me regresé a la oficina, dando vueltas a si debía aceptar o no la propuesta de Javier y su familia, hablé con la compañera de piso operada por Javier, y ella me reconoció que a ella también se lo habían

propuesto,

pero se había negado porque no quería saber nada de relaciones con mujeres.

Saber eso me hizo dar el paso y aceptar la propuesta, el siguiente paso era ir a la casa de Javier y pasar la prueba, con muchas ganas y mucha excitación de pasarla y poder probar cosas nuevas.


Me pedí el día libre en el trabajo con la excusa de pruebas médicas previas a la cirugía de las tetas, (Ya había pedido la semana entera para recuperarme bien de la cirugía) y me pasé la mañana del viernes paseando por Madrid, compré un vestido bonito y unas botas de algo de tacón y me depilé, algo en lo que Javier había insistido mucho, por lo que fui incluso a un salón de belleza a que me depilaran el coño por primera vez en mi vida. (Una experiencia excitante por la latina con tetas enormes que me rasuró el coño).

La cita era a las 21:00, íbamos a aprovechar que Miriam iba a salir de cena con algunas amigas para conocernos bien y ver si encajaba realmente con los gustos de Miriam y del resto de la familia.

Me puse aparte de lo que ya he dicho, una chaqueta de cuero y en un taxi me dirigí a las afueras de Madrid donde se encontraba la casa de Javier.

Me recibió una asistenta con rasgos asiáticos, pero con unas tetas muy grandes y poco proporcionadas a su complexión y pasé al salón donde aparte de Javier y Victoria se encontraba Cayetana, la madre de Miriam. (Me impresionó su físico tan cuidado).

Me ofrecieron tabaco, yo nunca había fumado hasta

entonces,

pero dije que sí, me costó un poco el primer cigarrillo, pero poco a poco, fui cogiendo el tranquillo y el gusto al tema del tabaco.

Cayetana y yo nos caímos bien, Javier me estuvo explicando las normas de la relación y me pidió que me apuntara a un gimnasio que estaba en la localidad donde se encontraba su casa para que pudiera ir en cuanto que acabara mi recuperación de la cirugía de las tetas,

que,

además, iba a ser gratis a cambio de mi sumisión.

Tendría que fumar un montón, llevar una dieta controlada por Javier con bastante grasa para que subiera un poco de peso y ellos también controlarían mi ropa en todo momento, para dormir tendría que usar una máscara especial que me impediría ver con ella puesta.

Me tuve que desnudar por completo y Victoria me metió sus dedos por el coño y se los llevó a la boca, pero eso fue todo, más allá de sobarme un poco, no pasó mucho más.

Me despedí de ellos a toda prisa porque Miriam avisó de que ya iba para la casa y no teníamos que coincidir allí.

Quedamos en que nos veríamos al día siguiente por la tarde en el mismo bar donde habíamos comido el día anterior, y la historia comienza...


Nota: La historia se puede encontrar en la categoría de amor filial de esta web de relatos.