Gabriela una adorable mujer casada 5 (V. ALTERNA)

Continuación de la saga del autor ragnas, escrito originalmente por Nadia, Esteban y Macklein. En esta entrega Gabriela continua su degradación moral.

Gabriela una adorable mujer casada 5 (V. ALTERNA)

Gabriela una adorable mujer casada 5

Ya tendría tiempo para compensar a César, a su hijo e incluso a su suegra, si todo salía bien Gabriela de Guillen pensaba compensarlos con creces, no le importaría ser la esposa más abnegada, la madre más tierna y protectora,  estaba dispuesta hasta agradar a esa vieja bruja que tenía por suegra, sin cuestionarla en nada por el resto de su vida.

Pero primero, tenía que asegurarse de que esto saliera bien, que por el mes en el que sería la amante de ese viejo pervertido que amenazaba con arruinarle la vida, nadie se diera cuenta de que había engañado a su esposo traicionándose a sí misma y a su familia.

Estaba vestida para salir con su pequeño hijo Jacobo de 4 años recién cumplidos, tenía que comprarle un disfraz de Halloween y para variar había dejado esta compra para el final, las complicaciones de los últimos tiempos no la dejaban concentrarse adecuadamente en sus deberes como madre y esposa. Su hijo necesitaba el disfraz o sería la burla de todos sus compañeritos en el colegio, estaba bien consciente de lo crueles que podían llegar a ser los niños, pero le fastidiaba un poco las compras de último minuto, ya que encontrarían todos los disfraces caros y solo las últimas existencias.

Su conjunto era sencillo, pero en su bella figura prácticamente lo que se pusiera luciría espectacular, había elegido un pantalón blanco de mezclilla que se ceñía todo lo posible sobre su bien formado culo y ya que empezaba a hacer frío un suéter de cuello de tortuga que cumplía la función de mantenerla abrigada y a la vez resultaba conservador y al mismo tiempo coqueto, pues sus considerables tetas y su angosta cintura quedaban en evidencia.

Entonces antes de salir, revisó su bolso en busca del dinero para comprar el disfraz. Una banalidad al fin y al cabo, pero de esos pequeños detalles dependía la felicidad de su amado hijo, por el que si fuera necesario, Gabriela no dudaría en poner su vida en peligro… aunque ahora se trataba de una labor mucho más sencilla, solamente tenía que ir a comprar un disfraz que agradara a su pequeño.

Contrariada, no encontró el dinero que César Guillen su trabajador esposo, le había dado para comprar el disfraz de su hijo.

-      Maldición – Pensó en voz alta. Pero dónde demonios habría dejado el dinero, solo eso le faltaba, una cosa más por la cual preocuparse. Mientras inútilmente revisaba entre las docenas de cosas que, (como toda mujer) guardaba en el bolso, con la esperanza de encontrar los billetes debajo de su estuche de maquillaje o en uno de los compartimientos de su bolsa que nunca utilizaba.

-      Todo bien cariño? – Preguntó César al observarla desde la sala de su casa como su mujer, estaba visiblemente contrariada, lo cual era habitual a últimas fechas.

Y entonces, la voz de su esposo, fue el desencadenante del recuerdo, súbitamente Gabriela recordó cual había sido el destino de los 500 pesos que había recibido de su leal esposo.

Se los había gastado en pagar una habitación de motel, para pasar la tarde con Don Cipriano y que se la cogiera a placer, ella misma se había ofrecido a pagar la habitación, en lugar de que se la fajara en plena calle dentro del coche de Don Cipriano.

Pedazo de estúpida, se maldijo a sí misma en silencio, como podía haber sido tan descuidada, ahora cómo explicar que no tenía el dinero? peor aún como conseguir el dinero para el disfraz?

César no podía saber que es lo que pasaba por dentro de la cabeza de su amada esposa, sin duda era la peor época de su matrimonio y él tenía todos los deseos de ayudarla a superar esta situación, pero no entendía prácticamente nada del porque Gabriela parecía continuamente molesta, ni siquiera sabía si él era la razón de esa molestia. Pero podía leer en la expresión del rostro de su cónyuge que sin duda su enojo y frustración eran evidentes.

Gabriela hizo un esfuerzo por auto controlarse, evidentemente no podía revelar la razón de su frustración que era su misma torpeza, en un momento de calentura olvidó para que era el dinero que tenía en su bolso y quien se lo había dado y se había ido a que le dieran una cogida en un cuarto de motel, recordar su propio reflejo en el espejo de ese cuarto, babeándose a sí misma, cabalgando sobre la mejor verga que hubiera conocido o soñado, pellizcándose ella misma sus pezones, le hacía aumentar su sentimiento de culpa y enojo sobre sí misma.

-      Si mi vida todo está bien.- respondió a su esposo. - Pero voy a necesitar dinero para comprarle su disfraz a Jacobo, ya casi es Halloween y ves que crece tan rápido no le va a quedar el del año pasado.

-      Gaby… que no te pase el dinero la semana pasada?.- preguntó inocentemente César.

-      Pues no, no me diste nada. – aseguró Gaby

-      De verdad? Porque yo juraría que ya te lo había dado.- Insistió César.

En ese momento su ira dejo de estar orientada sobre si misma, estúpido César, si ella conservara su empleo y no dependiera al 100% económicamente de él, esto no sería ningún problema, pero había renunciado a su antiguo empleo y ahora ella no tenía ningún ingreso, además era tan imbécil que le iba a hacer un drama por unos mugres 500 pesos? Si para su esposo esa cantidad no era ningún problema.

-      Pues no, no lo has hecho y no entiendo como puedes tener problemas para dar dinero para tu hijo.

-      Qué???? Pero que dices mujer, ese no es ningún problema y nunca lo ha sido, es solo que pensaba que ya te los había dado.

-      Pues alucinas cariñito.

-      Bueno no vale la pena discutir por ello, aquí tienes. – Esta vez César sacó 2 billetes de 500. Su trabajo les permitía vivir dignamente y bueno un pequeño lujo como un disfraz no era ningún problema.

César, se levantó del sillón de la sala, se encaminó hacia su esposa y estiró su mano con los billetes. Justo antes de entregarlos, César, seguro de que en verdad ya antes le había dado el dinero para el disfraz, hizo la siguiente afirmación.

-      Y esta vez no los olvides.

Gabriela tuvo la impresión de que César dijo está última frase con un residuo de sarcasmo, como mujer, siempre había sido hábil para captar segundas intenciones en las palabras de las personas. El hecho de que César estuviera siendo sarcástico con ella, la enfureció, era evidente que entonces no creía en su palabra y que simplemente le daba el dinero por evitar una discusión.

Eso no era suficiente para Gabriela, César tenía que creerle sin reparos, de lo contrario empezaría a dudar de su conducta y aunque nunca habían tenido problemas de celos en la pareja, especialmente ahora que todo estaba en peligro por su aventura con Don Cipriano, especialmente ahora, César tenía que creerle y evitar arruinar toda su vida.

El nuevo objetivo del coraje que sentía Gabriela, dejó de ser ella misma y pasó a ser su preocupado marido.

-      Idiota, nada más no te puedes quedar callado que idiota eres, te podías haber ahorrado el sarcasmo – Dijo secamente Gabriela y sin darle tiempo a reaccionar salió hacia la calle donde abordó el coche donde la esperaba su pequeño hijo.

César se quedó con el coraje atragantado, simplemente no se esperaba una reacción tan grosera por parte de su esposa, claro habían tenido sus discusiones como todas las parejas, incluso algún insulto aislado, pero nunca una agresión verbal de buenas a primeras, nunca esa agresividad.

No sabía que hacer.

-      Todo bien mami?. Preguntó en el coche el perceptivo Jacobo, para su edad era un niño muy inteligente y aunque no podía explicar muchas cosas, podía tener la certeza de que su madre se encontraba de mal humor.

-      Si todo está bien, no debes de preocuparte…

-      Buscando que su hijo no se diera cuenta de su estado de ánimo, decidió cambiar el tema de conversación. -  Que quieres escuchar en el camino a la tienda de disfraces??

-      Chabelo!!!!. – Era evidente que su mamá estaba molesta por algo, pero en verdad le gustaba ese disco y si ella se ofrecía a escucharlo durante el trayecto, pues eso definitivamente la pondría de buen humor.

-      Ahh como tú quieras mi vida. – Gabriela había escuchado y visto a Chabelo de pequeña, se preguntaba si los hijos de su hijo también tendrían que escucharlo.

Y así iniciaron su camino al centro comercial.

Francamente le dolía la cabeza, el tránsito, la deformada voz de Chabelo y el que su hijo tratara de cantar las canciones no ayudaba, de pronto sonó el celular, haciendo malabares con una mano en el volante y la otra en el bolso logró extraer el celular y ver la pantalla.

Era un mensaje de Don Cipriano, lo que le faltaba; no lo había visto desde que el muy cerdo se despidió de ella con un cachete en su culo, pero desde entonces Gabriela se había pasado al pendiente de su celular, por ningún motivo quería que por error, su esposo o aun su hijo contestaran una llamada de ese viejo verde y por supuesto tenía que estar atenta a sus llamadas para evitar que se volviera a presentar en su casa.

Su mente empezó a divagar a recordar como fue cogida por todos sus agujeros mientras su inocente hijo veía una película en su recámara, de como tuvo que morder la colcha de su cama matrimonial para evitar que se escucharan sus gemidos y conservar la inocencia de su vástago, finalmente recordó que cuando llegó su suegra a recoger a su hijo para llevarlo al cine, ella perfectamente pudo haber evitado a Don Cipriano, pero regreso para que este la enculara.

Dios se mojaba de solo recordarlo, cada cogida que le había dado Don Cipriano era especial, había hecho el amor innumerables veces con su esposo y apenas recordaba parte de sus encuentros en cambio las 4 veces que se la habían cogido (porque había una gran diferencia entre lo que hacía con su esposo y con Don Cipriano) las recordaba intensamente, cada que mantenía uno de esos ilícitos e inmorales encuentros hacía algo nuevo, ser cogida por otro hombre, disfrutar hacer sexo oral, que le comieran su coñito y su culo, que la encularan y se llevaran la virginidad de su ano, fajar en la calle como adolescentes, que aceptara ser insultada durante el sexo y las nalgadas, disfrutar de que se corrieran en su cara.

La estaba convirtiendo en una puta? Bueno la última vez incluso ella misma se había llamado puta, en el éxtasis del placer, no podía controlar muy bien lo que pensaba o decía.

No… definitivamente ella no era una puta, era una mujer decente con muy mala suerte, que se había visto arrastrada a ser infiel por una serie de acontecimientos fuera de su control, si seguía haciendo esto era para evitar hacer sufrir a su esposo y a su hijo, para evitar decepcionar a su madre, era un sacrificio, de poder cambiar el pasado, hubiera evitado sin duda caer en el juego de Don Cipriano, más sin embargo tenía que admitir que lo disfrutaba y lo disfrutaba cada vez más.

Los recuerdos eróticos más intensos e importantes de su vida, estaban ligados no al amor de su vida, sino al macho que la había montado durante el último mes. Sin embargo no estaba dispuesta a que esta situación se alargara indefinidamente y confiaba en que Don Cipriano mantuviera su palabra, ella aceptaría a mantener relaciones con él durante un mes, a cambio él mantendría sus relaciones en secreto y al término de dicho mes abandonaría su vida.

Revisando el mensaje de su amante, que evidentemente no aparecía en el celular con el nombre de Don Cipriano, sino como “mecánico”, al mismo tiempo que conducía, pudo leer.

“ Espero me extrañes mamacita, tanto como yo y mi no tan pequeño amigo extrañamos tus nalgotas. ¿Qué haces? ¿Qué vas a hacer esta tarde? ya te toca volver a hacer cardio conmigo, mi reina”

A pesar de estar conduciendo, se vio impulsada a contestar el mensaje de su amante, lo más pronto posible.

“No creo, voy a estar en Galerías Coapa, con mi hijo, necesito un disfraz, luego será”

Texteando a la vez que conducía era una actividad riesgosa, que casi tuvo consecuencias serias esta ocasión, ya que casi choca con el coche de enfrente que puso sus direccionales para dar vuelta a la izquierda, afortunadamente alcanzó a meter el freno y solo por muy poco evitó la colisión.

La maniobra de emergencia y el brusco freno del coche hicieron que Jacobo que venía en el asiento trasero, se impactara contra el asiento del copiloto, se pegará en la cabeza y empezara a llorar ruidosamente.

De nuevo Gabriela cometía errores, de hecho de manera cada vez más frecuente. Aunque inútilmente, sacó su cabeza por la ventanilla del conductor y gritó su primera mentada de madre al otro conductor… aunque este ni tenía culpa alguna de lo sucedido, ni se enteró del recordatorio familiar.

No solo hacía cosas nuevas mientras cogía con Don Cipriano, también había insultado gratuitamente a su esposo antes de salir de su domicilio, ahora le mentaba la madre a otro conductor a pesar de tener ella la culpa, mentía compulsivamente a su marido y mejor amiga, obligaba a su hijo a ser su tapadera frente a su suegra… sin lugar a dudas Don Cipriano sacaba lo peor de ella.

Los lloriqueos de su hijo, el tránsito, la búsqueda de estacionamiento a la llegada del centro comercial, el exceso de gente, todo esto tenían estresada como nunca a la afligida y bella esposa y aún faltaba que Jacobo se decidiera por un disfraz, cuestión que sabía de antemano iba a llevar su tiempo.

-      Porque no te pruebas ese disfraz de pikachu – intentó orientar la madre.

-      No, eso es para niños pequeños. – contestó su hijo afirmando, lo que provocó la primera sonrisa del día en la atribulada mujer.

Instintivamente Jacobo contestó a la sonrisa de su madre con una sonrisa propia, ella era el ser en el que más confiaba en el mundo y que lo hacía siempre feliz, no podía ni siquiera imaginar alguna razón para desconfiar de su progenitora.

Jacobo tenía la certeza dentro de sí, que él podía hacer feliz a su madre, que si pasaba el suficiente tiempo junto con ella, la haría olvidar, cualquiera que fuera el problema que tenía a su madre  con una actitud tan extraña la última semana

Pero el mágico momento entre madre e hijo se rompió con el sonido del celular de Gabriela que se vio obligada a contestarlo. Se trataba de Don Cipriano.

-      Como esta mi vieja?.- fue el saludo de un alegre Don Cipriano.

-      Bien, estoy bien. – respondió Gabriela.

-      No, tu no estas bien, estas buenísima, te caes de buena mi reina.

Aunque fuera un halago, muy burdo, sin duda viniendo del poco sofisticado de Don Cipriano, sus palabras eran honestas y como toda mujer, los halagos de un macho, (especialmente uno tan bien dotado) le provocaban un gustito en su vanidad que disfrutaba.

-      Gracias, pero no es para tanto. Y que se le ofrece?

-      Jajaja, ¿tú qué crees? Yo creo que sabes perfecto lo que se me ofrece mi Gaby.

El burdo sentido del humor del mecánico, viniendo de otra persona solo le habría provocado aburrimiento, pero combinado con el descaro del viejo que solo seguía pensando en cogérsela, le pareció ciertamente divertido.

-      Mmmm pues no creo que se pueda hoy.

-      Ahh tus mamadas otra vez? Pensé que ya habíamos discutido eso, además te tengo una sorpresita.

-      Cual?. – Respondió temiendo lo peor, sobre la probable sorpresa de su amante.

-      Yo también estoy en Galerías, tu dirás donde nos vemos.

-      Don, eso es imposible, estoy con mi hijo no puedo dejarlo solo.

Mientras sucedía la conversación, Jacobo escuchaba observaba atentamente a su madre, en cuanto escuchó el comentario de que no podía dejarlo solo, él sintió orgullo por su madre que lo anteponía a otras actividades y prefería dedicarle tiempo a êl.

-      Mami ven vamos a ver más disfraces!!! Vamos.- mientras con sus manitas jalaba el suéter de su madre para llamar su atención.

Gabriela tenía que mantener alejado a Jacobo, ya bastante malo había sido arriesgarse a que la viera cogiendo como perra en su casa, tenía claro que no iba a dejar que este episodio dejara secuelas en su inocente hijo.

-      Espérame un momento Jacobo, tu mamá esta ocupada, ahorita vamos a ver los disfraces, te lo prometo.

Esto lo dijo, al mismo tiempo que dedicaba una de sus sonrisas a su preciado hijo. Inconscientemente Gabriela sabía que si acompañaba una petición de cualquier cosa con una sonrisa de su bello rostro y perfecta y blanca dentadura, tanto hombre como mujeres e incluso niños aceptaban con mayor facilidad los deseos de la hermosa mujer.

Jacobo, no dudó solo se alejó lo suficiente de su madre para darle privacidad, mientras que esta continuaba atendiendo la llamada.

Volviendo al teléfono.

-      Don se lo pido, no se puedo hoy, no hay ni tiempo para que nos veamos y además hoy empezaron mis días.

-      Puras pinches mamadas contigo, pero bueno ya me hiciste venir a perder mi tiempo, yo solo quería pasar a verte. En qué tienda están?

-      En Sears por?

-      Tu no preguntes, que se lo que te conviene, ve a Liverpool, te vas al departamento de juguetería, ah dejamos a tu hijo viendo juguetes o disfraces y listo.

-      Cómo cree que voy a dejar a mi hijo solo?

-      Pues lo mimas demasiado, sigue así y lo harás maricón.

-      Como te atreves a meterte con mi hijo, patán él es mucho más educado de lo que usted haya podido llegar a ser.

-      Ya, ya no es para tanto – rectificó Don Cipriano que no quería que su hembra se molestara a causa de ese chiquillo sobreprotegido. – aparte que no es mi problema, tengo un amigo que trabaja en los almacenes de Liverpool, él te lo cuida el tiempo que sea necesario y aparte hasta te puede conseguir una rebaja en el precio del disfraz? Qué te parece?

Bueno, eso estaba mejor, conseguiría un disfraz adecuado para su hijo, a la vez que lo mantendría alejado de Don Cipriano.

-      Esta bien, voy para allá, en unos 5 minutos.

Armando mientras tanto conducía hacia el sur de la ciudad, sabía del rumbo, aunque no la dirección exacta donde vivía César y Gabriela, iba calmado, seguramente César en su día de descanso estaría en su domicilio, lo que le preocupaba es que se encontrara Gabriela, para que su plan fuera un éxito, sería mucho más conveniente que Gabriela no se encontrara en casa.

Su secretaría y dos chicos del servicio social estarían mientras tanto ocupándose de lo que en realidad era su trabajo, no era muy ético, pero se podía permitir esta libertad, después de todo era por una buena causa.

Tomó su celular y marcó el número de su antiguo amigo y compañero de colegio.

Después de como terminó su anterior rencuentro, después de tantos años, César honestamente no esperaba ninguna llamada de Armando, de hecho simplemente no esperaba nada, uno de esos viejos amigos que se van fundiendo en el olvido y no causan pena o alegría alguna.

César lo había buscado para pedirle consejo, como tantas veces antes había recurrido al buen criterio de Armando durante sus años de juventud, sin embargo lo que le dijo su antiguo amigo, se encontraba entre lo absurdo y lo insultante, insinuó que su mujer le ponía los cuernos, que mantenía una aventura en sus espaldas.

Era impensable, por mal que estuvieran las cosas que su esposa se rebajara a denigrarse de esa forma, sin duda había un problema pero Gabriela siempre había correspondido la confianza que él depositaba en ella y nunca había tenido motivos para sentir lo contrario. Tuvo el presentimiento de que Armando insistiría en sus estúpidas teorías acerca de la infidelidad de Gabriela y de mala gana respondió el celular.

Además se encontraba de especial mal humor después del desplante de su esposa esa mañana

-      Hola César? ¿Cómo te va?

-      Pues no tan mal. – respondió un desganado César.

-      Espero que estés mejor, te quería comentar, que soy un perfecto imbécil, después de todo este tiempo de no vernos, lo que te dije es una tontería.

-      Bueno al menos te das cuenta.

-      Ahh pero tú también tienes la culpa, como se te ocurre tomarme de consejero matrimonial siendo que estoy divorciado.

-      Jajaja, bueno es cierto, no lo había pensado.

-      Si necesita ayuda tu matrimonio, que sea de un profesional, porque yo te llevaría al desastre y nadie quiere eso… entonces que? Disculpas aceptadas?

-      Pues claro, amigo como crees que no te perdonaría, ciertamente no fuiste la mejor elección, pero aunque bruto sigues siendo mi amigo.

-      Me alegra escucharlo y te vas a alegrar aún más cuando sepas que te traigo un regalo.

-      Ahh no había necesidad, ni que fuera para tanto.

-      Un Chivas Regal 12, sé que ya no tomamos como cuando íbamos a la prepa, pero por los buenos tiempos un buen whisky nunca está mal.

-      Pues claro que nunca está mal, si debemos tomarnos esa botella como en los viejos tiempos.

Después de una temporada francamente mala en su vida conyugal, de la ausencia de prácticamente todos sus amigos de la época del colegio, esta era la primera buena noticia, después de todo Armando siempre había sido un amigo leal, aunque se le fuera la boca como la vez pasada, no lo había hecho con mala intención, César tenía que entender que la infidelidad de la ex esposa de Armando le había dejado secuelas. Una pena, no era el mejor de los hombres, pero no era bueno que pensará que todas las mujeres eran como la puta de su ex mujer, era comprensible, aunque fatalmente equivocado.

Con el tiempo Armando podría sanar, encontrar a una buena mujer y rehacer de verdad su vida, no vivir obsesionado con el trabajo como hasta ahora.

Le pasó su dirección y se alegró sinceramente, era lo primero bueno que le ocurría en el día y con suerte y se iba a quitar ese mal sabor de boca.

Podía controlarse cuando hablaba con él por teléfono, incluso podía molestarse con él, pero en cuanto lo veía en persona, no podía evitar tener esa sensación de mariposas en el estómago, ese nerviosismo de  niña antes de su primer beso.

¿Cómo era eso posible? La figura de Don Cipriano estaba lejos del estándar de belleza, su fofa y prominente barriga, su piel prieta y descuidada, sus dientes visiblemente chuecos, sus manos rasposas y su descuidado cabello, a simple vista una tenía que estar loca para sentirse atraída por este sujeto.

Pero ahí estaba, el hombre que había llegado a trastornar su hasta entonces tranquila vida, acompañado de otro hombre unos 15 años menor que Don Cipriano, que recibió con un sonoro silbido a la compungida madre y su pequeño hijo.

-      No te la jales, no me lo puedo creer, ahora si te la mamaste, mi héroe, tu si eres el héroe de la película, la neta quiero ser así cuando sea grande.

-      Te lo dije, pero tú que no me creías y por pendejo te caes con mis 50 pesos. –  recalcó Don Cipriano.

-      No pues, ni pedo, nada que hacer, en buena ley los perdí.

Mientras no dejaba de desnudar con la mirada a Gabriela que tenía que escuchar la conversación entre los dos hombres.

-      Hola Gabrielita, siempre tan coqueta.

-      Hola Don Cipriano, espero que me cumpla lo acordado.

-      Pues claro que te voy a cumplir!!! ¿Quién crees que soy tu marido?. – jajajaja rieron los dos hombres.

-      Es la mejor vieja que te he conocido – Interrumpió el otro hombre llamado Javier.- Si no fuera porque viene con su mocoso, juraría que le habías pagado a una puta para hacerme quedar mal.

-      Compórtese, enfrente está mi hijo, no puede hablar asî!!

-      Ahh ahora resulta que es una santa aunque se la anden comiendo jajajajaja. – se burló Javier que inmisericorde al menos se burlaría un poco para compensar los 50 pesos perdidos con Don Cipriano.

-      Te lo mereces wey, para que no me crees que ando saliendo con una reinita digna de playboy.

-      Como quieres que no lo haya dudado si estas re feo wey. – Javier era especialmente hábil para defenderse y atacar utilizando las palabras.

-      Pues aun así tú jamás vas a comerte a una vieja como está y ahora por wey cuídame al chamaco, que no se te vaya a perder, porque te madreo, mientras yo hablo con mi vieja.- amenazó don Cipriano, aunque no era necesario, Javier iba a llevar a cabo lo acordado.

-      Solo porque esta buenísima la condenada mi Don, bueno llevó al escuincle a que escoja un disfraz, después lo meto como mercancía dañada y lo alcanzó en el almacén vale, con suerte y hago que les salga gratis… no me perdonas los 50 pesos??

-      Ni madres, pero te rifaste, solo por eso le voy a pedir a Gabrielita que se de una vuelta para ti.

-      Que??? Para empezar hablan de mí como si no estuviera presente y crees que voy a darme una vuelta para él, si no ha dejado de mirarme todo este tiempo. – respondió indignada Gaby.

-      Él te va a conseguir el disfraz de a gratis, así que se merece que al menos tengas una atención con él, ahora no seas mamona y date la vueltecita que nada te cuesta. – Don Cipriano extendió su mano hacia Gabriela y esta aunque de mala gana la tomó con la suya.

Lentamente dio una vuelta como si estuviera bailando salsa, sabía que el degenerado amigo de Don Cipriano le estaría viendo el trasero, su pegado pantalón de mezclilla dejaba adivinar el contorno y volumen de su prominente trasero y al finalizar en efecto Javier aprovechó para expresar su admiración por ese par de nalgas que se comía su amigo.

Volviéndose hacia su hijo y hablando en voz baja para que solo este pudiera escucharla:

-      Jacobo, quédate con este señor, te va a acompañar a que escojas un disfraz y después de que lo tengas me vienes a ver para que nos podamos ir de acuerdo?

-      Si mamá.

-      Buen niño, ahora ve con él.

-      Tu que vas a hacer mami?

-      Voy a jugar un rato con este señor, como la vez pasada, solo un ratito, mientras escoges tu disfraz, así que te vas a apurar para que regreses conmigo de acuerdo?

-      Si, tu no te preocupes mami, yo me apuro.

-      Y bueno sabes que esto no se lo puedes contar a nadie, si guardas el secreto, después  te voy a comprar lo que quieras estás de acuerdo?

El niño dudo, había una razón por la que ese señor gordo no le agradaba en lo absoluto, habiendo tantas personas para jugar, no entendía como su madre tenía que hacerlo con este señor que ciertamente era un poco torpe por lo que pudo recordar de la vez pasada que jugaron en el cuarto de sus papás. Pero no quería contradecir a su madre, escogería un disfraz, se apuraría y regresaría lo más pronto posible, definitivamente no le gustaba que ese señor se quedara con su madre.

-      Si estoy de acuerdo.

-      Promételo.

-      Te lo prometo mami, no te preocupes.

A duras penas Jacobo había entendido el sentido de la conversación que acababa de presenciar, muchas de las palabras que habían utilizado esos dos hombres ni siquiera las había escuchado antes y otras palabras aunque conocidas, no entendía su significado en esta ocasión… a que diablos se referían con que ese señor se “comía” a su mamá, definitivamente sus juegos le parecían absurdos, cosas de adultos.

-      Bueno ya que estamos aquí hay que brindar no te parece? César.

-      Claro, salud, por los viejos amigos, -  contestó el esposo de la señora Guillén, que se imaginaba a su esposa comprando un disfraz para su pequeño y adorable hijo.

-      SALUD!!! Ahh que bueno esta este whisky, ya con esto mereció la pena el cruzar media ciudad.

-      Se te agradece el detalle, más de lo que imaginas Armando, este día no iba nada bien, hasta que recibí tu llamada.

-      Más problemas con tu esposa?? Pero como es posible si es un ángel en la Tierra es preciosa y cosa rara entre las mujeres bellas es buena persona.

-      Dificultades en nuestra convivencia diaria, solo eso, en cualquier caso me has ayudado con tu visita, aunque no vuelvo a tomarte de consejero ehh?

-      Hieres mis sentimientos jajaja.- respondió Armando. – Oye tengo que pedirte un favor.

-      Con que no se trate de dinero jajaja – bromeó César.

-      Pues no pero casi, es del trabajo necesito revisar mi correo y mandar un archivo lo traigo en la USB, no me toma ni 10 minutos.

-      Si era demasiado bueno para ser verdad, que me hubieras venido a visitar y que te alejaras al menos por un día del trabajo, bueno al menos es una mejoría que pases a ver a los viejos amigos.

-      Bueno el primer paso es aceptar mi adicción al trabajo, luego ya haré cosas más complicadas como ir a un cine o volver a tener un círculo de amigos… tu eres la primera adquisición de ese círculo espero. ¿Dónde esta la computadora?

-      En el estudio, la utilizô junto con Gaby para ciertas cosas del trabajo y a veces para perder el tiempo un poco.

César condujo a su amigo hasta la computadora, la encendió por él  y sonrió para sí mismo, después de todo no estaría mal reanudar una antigua amistad. Armando por su parte aprovechó para cumplir el verdadero propósito de su visita, las cosas iban mejor de lo planeado, al parecer esta era la única computadora de la casa y era de uso común tanto para Gaby como para Cêsar.

No llevaría mucho tiempo, instalar un keylogger en la computadora, abrir el antivirus y encargarse de que este no lo detectara como una amenaza.

Se trataba de un ligero programa, aunque bastante sofisticado, había tenido que conseguirlo en un bazar de computación y pedir al muchacho que atendía el puesto de piratería que le enseñara como utilizar el programa. El muchacho encantado aceptó explicarle el funcionamiento y diferentes opciones del programa y quedó aún más contento después de recibir una generosa propina de Armando.

El programa en cuestión estaba oculto a la vista del usuario a menos de que se presionara una combinación de teclas al mismo tiempo, guardaba un registro de todo lo que se tecleaba en el ordenador, desde contraseñas hasta conversaciones y enviaba a un correo predeterminado (el correo de Armando en este caso) la transcripción de todas las teclas presionadas.

No podía ver las respuestas de las conversaciones de Gabriela, pero podría entrar a su cuenta de correo y a su Facebook y ver todo lo que ella escribiera, si sus sospechas eran ciertas y la espectacular mujer engañaba a su amigo tendría que haber alguna evidencia ya sea en internet o en el celular.

Si Gabriela sospechaba de que la observaban y efectivamente estaba teniendo una aventura, se volvería muy cuidadosa o dejaría su aventura mientras el peligro de ser descubierta pasara. El mejor camino pensaba Armando era dejar que se confiara y únicamente cuando tuviera evidencia contundente presentársela a César.

-      Ya está, te lo dije solo 5 minutos para enviar un correo, no más.- dijo Armando.

Y los dos amigos continuaron su charla, como en los viejos tiempos.

Mientras tanto en los almacenes del centro comercial. Javier el amigo de Don Cipriano les había dejado pasar a las bodegas, bien sabía que a esas horas nadie iba a entrar, después de todo él era el encargado, mientras tanto él se aseguraría de entretener al hijo de Gabriela el tiempo necesario para un rapidin. Maldito bastardo suertudo, aun le costaba trabajo creerlo que una mujer “bien” estuviera siendo la funda de su pervertido amigo, siempre había sido un caliente, pero esta vez si que se trataba de una vieja especial.

-      Estas como quieres bombón. – Don Cipriano sonreía, mostrando sus amarillos y nada derechos dientes, pero aun así tenía su encanto.

-      Ya, eso se lo has de decir a todas con las que has estado me imagino. – respondió, no muy convencida de los halagos del mecánico.

-      Pues si, uno debe quedar bien para que las viejas aflojen, pero en tu caso te lo digo de verdad, eres una diosa.

-      Y claro ha de querer que “afloje” en medio de una bodega, no se ni porque me sorprendo, pero aparte del hecho de que alguien nos puede ver…

-      Shhhh, mujer tu confía en mí, el lugar es seguro, mi amigo no va a dejar entrar a nadie aquí, tu despreocúpate y relájate, que además te noto muy estresada.

Eso era considerado de su parte, después de todo el día estresada, al fin alguien notaba su estado de ánimo y hacía un comentario al respecto, no fue el insensible César, quien por su culpa, sufría tanto últimamente, tratando de mantenerlo a salvo e ignorante de su aventura con Don Cipriano, no para su sorpresa, quien notó su estado de ánimo y tuvo la consideración de comentarlo, fue ese viejo verde, feo, pero terriblemente bueno en la cama y por lo que se veía, de vez en vez tenía detalles “lindos” para con ella.

-      Si, no he tenido precisamente el mejor de los días sabe Don?

-      Bueno nada que no podamos solucionar mi hembra. – Tomándola con su dos manos de la cabeza la atrajo hacia él, acercó su boca a la mejilla de Gaby y empezó a besarla

-      Noo! Don aquí no, vamos sea bueno. – pidió Gaby.

-      Tu coopera, al final siempre te acaba gustando. – razonó correctamente Don Cipriano.

Ahora los besos del experimentado Don Cipriano se dirigían hacia la oreja de la mujer, dejando un rastro de sus babas desde la mejilla pasando por su cuello, aprovechaba para babear el cuello de la mujer que dócilmente ladeaba la cabeza para facilitarle sus propósitos.

Al mismo tiempo redujo la distancia que separaba sus cuerpos y aprovechó para abrazarla, sus fuertes y varoniles manos acariciaron la espalda de la mujer de forma delicada al principio. Con gusto sentía como la respiración de su “vieja” se empezaba a acelerar y el rubor a aparecer en sus mejillas, por mucho que sus palabras dijeran otra cosa, el cuerpo de la infiel esposa la volvía a traicionar.

Gaby por su parte deseaba consolarse, el contacto con Don Cipriano la hacía sentir tan bien, no podía razonar con claridad y era evidente que se empezaba a excitar, por propia iniciativa volvió su cabeza hacia su amante y empezó a besarlo, buscando su lengua con la de él y enroscándola todo lo posible.

Lo besaba con pasión, con el alivio de saberse deseada y que nada importaba de su mal día, al menos podría tener un momento de felicidad. Don Cipriano respondió a su beso que resultó tan húmedo y obsceno que la boca de Gaby acabó toda babeada de sus propias babas y de las de su macho. Hacia el final, ya se había convertido en un morreo en toda regla y la sexy mujer atraía con las dos manos la cabeza de Don Cipriano.

-      Fogosa, si se ve que estabas necesitada.

Como si se tratara de un baile de salsa, Don Cipriano toma de la mano a Gaby y esta se deja llevar, no sabe a ciencia cierta que hacer, pero interpreta el jalón en su mano, como si la llevaran bailando y da media vuelta quedando de espaldas a Don Cipriano.

Ella sabe que su macho disfruta enormemente de la visión de su trasero y ella no duda en complacerlo con un detalle que después de todo no le cuesta nada, le ofrece su mejor postura, sacando sus nalgas todo lo que puede.

-      Estas bien cogible.- dice Don Cipriano, acompañando su expresión con una nalgada bien puesta.

Aunque amortiguada por el pantalón de mezclilla, la mujer da un pequeño saltito, sabe que su maniobra ha sido todo un éxito y si Don Cipriano la pudiera ver de frente en ese momento hubiera visto una linda sonrisa en el rostro de la casada al momento de recibir el cachete en el culo.

Las manos del viejo la despojan de su suéter, pero antes de que Gaby pueda volver a bajar sus manos, las inquietas manos de su amante ya se han apoderado del enorme par de tetas de las cuales esta tan orgullosa. La verga, esa verga que la hace cometer locuras y por la cual se encuentra en un estado de casi permanente calentura, esa verga, que desea ver nuevamente desde que se quedó a solas con Don Cipriano, se apoya en medio de su trasero, aun a través del pantalón puede sentir su vigor y firmeza, nada que ver con el pene de su marido. Mimosa masajea esa verga que tanto gusto le da con su trasero, moviéndose ligeramente de un lado a otro, recreándose en como la puntean mientras las manos de su amante ahora tocan su piel directamente por debajo de la ligera blusa rosa que tenía debajo del suéter.

-      Ahhh si, sigue.- pide débilmente Gaby.

Solicitud que esta encantado de complacer, Don Cipriano aprovecha la cercanía de la putita, para empezar a mordisquear levemente su oreja desde atrás y comerle el cuello, lo que logra intensificar los pequeños gemidos de la entregada mujer.

-      Que rico - vuelve a decir entre sus gemiditos.

-      Vale putita, te doy un rapidito aunque sea.

-      Aquí!!! Don, me tiene muy caliente, no sé que me pasa con usted.

-      Yo si sé, que te encanta la verga, pero hasta el día de hoy estabas mal cogida.

Y si eso era cierto? Si Don Cipriano tenía razón y a ello se debía su debilidad para ceder ante él? Si después de todo la culpa de caer en la tentación no era suya?

-      Cuanto a que tu estúpido maridito solo te cogía en la cama y con las luces apagadas.

Pues, eso casi era verdad, su esposo solo mantenía relaciones sexuales con ella en la cama de su habitación, no llegaba al extremo de las luces apagadas, pero ciertamente era mucho más predecible que Don Cipriano, el cual al parecer ahora tenía el proyecto de beneficiársela en un almacén.

-      No, no es cierto, con él es diferente.- intentó defender a su esposo.

-      Claro que es diferente, esto es mil veces mejor, o no estarías aquí de nuevo siendo mi putita.

Los ojos de Gabriela estaban entrecerrados, demasiado ocupada tratando de atrapar  las sensaciones de sus tetas, la verga incrustada en su trasero y la lengua de Don Cipriano en su nuca.

Las manos de Don Cipriano empezaban a desabrochar el ajustado pantalón de la casada.

-      Noo!!!. – dijo con voz más fuerte Gabriela – no le mentí, estoy en mis días, aunque quiera estar con usted no se va a poder.

Don Cipriano dudó, si por el fuera se la cogería aun así, pero en ese almacén, si no era una mentira de la mujer, acabarían hechos ambos un asco, no se la iba a poder coger, tenía que maldecir a su mala suerte.

-      Tus pinches mamadas, ahora me sales con eso. – de golpe Don Cipriano volvía a ser tan maleducado como siempre.

Gabriela nunca estaba segura de que esperar de Don Cipriano, nunca sabía que tan rápido cambiaría de estar caliente, a estar molesto o a expresar un detalle tierno hacia ella.

-      Pues no me vas a dejar así de caliente, calientahuevos.

Gabriela vio el rostro de auténtico coraje de Don Cipriano, sin duda era su culpa el calentarlo hasta ese punto, después de todo si sabía que no iba a poder tener un encuentro pleno con él, porque había aceptado en primer lugar ir al almacén a solas? A platicar? Debió de haber detenido esto a tiempo, pero ella también estaba caliente, deseaba escuchar las palabras de Don Cipriano, sus halagos, sentirse deseada, no tenía caso engañarse.

-      Yo lo siento, es mi culpa. – como si el tener su menstruación fuera culpa  suya.

Entonces vio claramente que solo había una salida feliz para esta situación, decidida se agachó hasta quedar de rodillas sobre el suelo de la mal iluminada bodega.

Don Cipriano sólo pudo sonreírle, definitivamente la estaba emputeciendo bien, las manitas de la casada mientras tanto bajaban el cierre de su pantalón y maniobraban para sacarle su apetitosa verga.

-      Ya escogiste? .- Preguntó Javier.

-      Si este es el que quiero.- afirmó Jacobo. Su elección era un disfraz de pirata, en específico uno de pirata de cierta película de Disney.

-      Bueno ya era hora, dámelo para que lo pueda sacar, diablos aún no son los 20 minutos mmmmm si que escogiste rápido ehh niño?

-      Si en eso quede con mi mami. – dijo el pequeño Jacobo

-      Bueno yo creo que a tu mami le gustaría que te hubieras tomado un poco más de tiempo, porque vamos a ir con ellos hasta dentro de 15 minutos

-      No, quede en ir con ella después de que escogiera mi disfraz!! .- protestó el niño.

-      Si pues ni modo, ve los demás disfraces o haz lo que gustes solo no te alejes demasiado, que no quiero andar buscándote, habrá que esperar un poco más… además tu mamá lo esta pasando bien, no te deberías de preocupar tanto.

Mientras tanto en la bodega.

Los labios de Gaby se apoderaban de esa maravillosa barra de carne, que la hacía tan feliz, suspiraba a la vez que saludaba la verga que salía a recibirla totalmente erecta a lengüetazos.

-      Así perrita. – dijo Don Cipriano.

Sin duda sus habilidades habían mejorado desde su primera mamada a su amante, antes no estaba segura de si lo iba a hacer bien o mal, ahora aunque aún no era una experta, sabía que iba por el camino correcto.

Diligente paso su lengua por toda la cabeza de la verga, dedicando especial atención a la hendidura.

-      Así cabrona sigue.

-      Le ggufta .- alcanzó a decir con la boquita llena de verga.

-      Me encanta, pero no se habla con la boca llena, ahora sigue mamando.

Aun con la verga en su babeante boca, se las arreglo para esbozar una sonrisa ante el cumplido y seguir mamando.

Se sentía muy excitada y feliz, disfrutando de la dureza y la textura de esa verga llena de venas, tan dura que si se descuidaba, se le salía de la boca. Complaciente con su manita tomó la verga y la orientó hacia arriba, bajando con su lengua sobre el tronco, se dedicó a comerle sus grandes huevos a Don Cipriano.

Con él tenía libertad de hacer cualquier cosa que se le ocurriera, de tomar la iniciativa sin temor a lo que César pudiera pensar de ella, con su amante podía expresar su sexualidad plenamente y sin preocuparse por fingir sus ganas o su placer.

Ahí de rodillas, se sentía dominada, dispuesta a complacer los deseos de su macho, bien puta y la sensación le agradaba. No lo había ni tocado y podía sentir que su coño ya estaba inundado. Porque le gustaban esas sensaciones? No tenía ni la menor idea, pero el hecho es de que las disfrutaba enormemente.

Volviendo sobre la punta, se introdujo el glande en la boca y comenzó la tarea de tratarse de introducir la mayor parte de esa poderosa verga, aun no lograba comérsela completamente, pero decidida en cada encuentro avanzaba algo más.

El vaivén de su cabeza empezó, a la vez que se hacían audibles los sonidos guturales del chapoteo de la verga en la boca y la garganta de la mujer, poco a poco, con cada vaivén Gabriela lograba introducirse algo más de esa verga. Si bien no se la iban a poder coger, dejaría lo más satisfecho posible  a su hombre.

Sumisa mientras trataba de forzar a su garganta a aceptar la caliente verga, dirigió su mirada hacia arriba, quedando complacida con la expresión de placer en el rostro de Don Cipriano, feliz de que estuviera complaciendo aunque sea un poco a su hombre redobló sus esfuerzos con la mamada.

-      Tus tetas. – alcanzó a decir Don Cipriano.

No necesitaba decir más, con cada cogida, Gaby se compenetraba más con los deseos de su macho, por supuesto entendió las instrucciones de su hombre y se apresuró a complacerlo.

Retiro su blusa y su brasier hacia arriba de sus tetas, mostrándolas orgullosa de su cuerpo y de que al parecer Don Cipriano disfrutaba siempre con igual intensidad de la visión de su cuerpo desnudo o semi desnudo como ahora era el caso.

Si bien cuando llegó al almacén mantenía sus dudas sobre entregarse en un lugar tan ordinario para que la montaran, ahora maldecía su mala suerte de estar en sus días, sin duda le hubiera encantado estar apoyada sobre unas cajas, con sus pantalones y sus pantys a medio bajar mientras que Don Cipriano la perforaba, pero como el hubiera no existe.

Sus esfuerzos en tragarse la verga de su chantajista, tenían fruto, aún no lograba comérsela completa, pero sin duda era la puta que más había avanzado en esa meta. Aunque no se percatara de ello, al forzar su garganta a aceptar tal cilindro de carne, la obligaba a babear, al no poder pasar su saliva adecuadamente que mezclada con el líquido pre seminal de Don Cipriano, formaban una sustancia viscosa que empezaba a escurrir de la sensual boca de Gaby.

El obsceno ruido que producía la felación, no hacía otra cosa que excitar aún más a la casada, que no apartaba la vista de la expresión de placer de su hombre, sin importarle que sus babas empezaran a caer en sus tetas y mancharan su blusa, ya no le importaba en que podían pensar César, su hijo o su propia madre acerca de ella, su mundo se había reducido a esa verga que ella adoraba con entrega.

Don Cipriano, empezó por acariciar la cabeza de Gaby, que no se detenía en el frenético vaivén, logrando mantener un ritmo, del que cualquier puta profesional estaría orgullosa. Gaby por su parte aunque continuaba teniendo aracadas, que la hacían acabar con los ojos llorosos, cada vez podía controlar mejor las aracadas que le ocasionaba la verga violando su garganta de mejor forma, con satisfacción podía comprobar que cada vez que movía su cabeza hacia la sabrosa verga, era capaz de comerse un poquito más.

Las caderas de Don Cipriano, empezaron a moverse, involuntariamente, como si le estuviera cogiendo por la boca, estoica Gabriela decidió soportarlo, después de todo había defraudado a su macho y este merecía una compensación.

Espesas gotas de babas y semen caían sobre sus tetas, lo que aprovechaba Gabriela para pellizcarse ella misma sus pezones, jugando con la viscosa sustancia

La transformación de la decente señora Guillen, en la putita que ahora se encontraba tan contenta chupándole la verga ruidosamente en una bodega, maravillaba a Don Cipriano, su verga era la que se tenía que llevar el crédito por la transformación. Desde luego desde el primer momento que él vio a la espectacular mujer, pensó en cogérsela, sabía que se trataba de una empresa improbable, pero la lucha se tenía que hacer, por tan noble objetivo. Pero esto superaba las fantasías iniciales del afortunado mecánico, tener a su disposición a una putita, cada vez más viciosa, el mismo se preguntaba hasta dónde podría llevar el emputecimiento  de su hembra, cuál sería el límite?, después de todo, cada vez con mayor facilidad Gaby aceptaba sus indecentes proposiciones.

Le interesaba proporcionarle placer a esta hembra que descubría su propia sexualidad, Don Cipriano sentía un orgullo de macho, al hacerla alcanzar orgasmos y mostrarle la sexualidad tal  y como debería ser, incluso le tenía cierto aprecio y no pretendía arruinarle la vida, revelando sus infidelidades a su esposo. Sus deseos se limitaban a proporcionarle repetidos orgasmos, verla gozar y en consecuencia el mismo gozar del más hermoso cuerpo que había tenido oportunidad de contemplar.

Claro que había tenido aventuras  antes y su horrible esposa no era estúpida, sabía que tenía unos enormes cuernos, pero a diferencia de sus pasadas y abundantes aventuras, por las que no estaba dispuesto a arriesgar su matrimonio, (después de todo su forma de trabajo dependía en última instancia de la buena voluntad de su esposa) por esta perrita que había tenido la suerte de domar, estaba dispuesto a arriesgarlo todo, cogerse y descubrir a una puta así, era una oportunidad de una sola vez en la vida, después se preocuparía de como arreglar su vida, pero primero lo primero.

La imagen del angelical rostro de Gaby, con los ojos rojos por el esfuerzo, aceptando su enorme verga en su pequeña boquita, con sus tetas pegosteosas de sus fluidos, haciendo lo posible por complacerlo, valía la pena, compensaba cualquier pleito que tuviera con su gorda señora.

-      Eres una zorrita excelente, desde que te vi, supe que tenías talento para esto.

-      De verdad Don?.- interrumpió su mamada la entregada mujer, pero no por ello dejó de masturbar el miembro de su querido con sus dos manitas.

-      De verdad, eres la zorrita más tierna que he conocido, te voy a coger tanto que después de mi, ya no vas a querer que te monte otro más que yo.

Gaby sin dejar de mover sus manitas sobre el cipote de su macho, sintió mariposas en el estómago, para sus oídos las palabras “la zorrita más tierna” resonaban como la más hermosa de las poesías, inconscientemente anhelaba que el macho que se la cogía la alabara, le dijera lo hermosa que es, lo mucho que la deseaba y que sus habilidades lo satisfacían, eso la hacía sentirse mujer, de una forma en que nunca habían logrado las tiernas palabras de amor de su marido, ni en la mejor época de su matrimonio, había conseguido hacerla sentir tan intensamente esa sensación de mariposas.

Antes hubiera tomado por loca a la persona que le dijera que un día iba a disfrutar ser llamada “zorrita”, pensaba que solo las mujeres fáciles y sin principios podían gustar ser insultadas por un hombre de esa forma y sin embargo ahora genuinamente disfrutaba de ser la “zorrita tierna” de su macho, la cara de placer de Don Cipriano y las palabrotas que le nacían decirle mientras tenían sexo, eran tan importantes y placenteras para ella como el hecho de ser cogida por su vigorosa verga… bueno casi tan placenteras.

-      Entonces me perdona Don. – Suplicó la casada, con un tono de voz lo más inocente que pudo.

Su coquetería natural la hacía hacerse pasar por inocente, a pesar de que ser una esposa infiel en una bodega, mamándosela a su amante, enseñando las tetas manchadas de babas y semen arrodillada y sonriente, sería una imagen suficientemente perversa para excitar a cualquier hombre, de hecho el tono inocente de su voz, hacía que la situación tuviera aún más morbo.

-      No mi putita, pero ya no estoy enojado contigo, por buenas que sean tus mamadas y has mejorado muchísimo en ellas, no se compara con poder cogerte.

-      Gracias papi, yo también quisiera, pero no puedo. – lamento sinceramente.

-      Bueno, se me ocurren 2 cosas que puedes hacer para compensarme.

El rostro de Gaby brilló de felicidad, haría lo que hiciera falta por su macho, a condición de mantenerlo en secreto a su familia.

-      Para empezar puedes utilizar ese par de tetas que dios te dio, que tienen bastante más utilidad de la que hasta ahora les has dado. – señaló Don Cipriano.

-      Como??.- pregunto Gaby, ahora si genuinamente inocente.

-      No me sorprende que no lo sepas, si hasta ahora estabas tan mal cogida, pero no te preocupes que conmigo recuperaras el tiempo perdido. Pon mi verga entre tus tetas,  y te las frotas, chaquetéamela entre tus tetas putita y ahorita que explico lo otro que vas a hacer para mi.

Más o menos estaban claras las indicaciones de don Cipriano y ella estaba deseosa por cumplir, pero creyó que sería mejor de su parte sorprender a su macho un poquito. Dirigió con su delicada mano la cabeza de la verga y restregó esta por sus pezones, de arriba a abajo, ella misma se masturbaba utilizando la verga de Don Cipriano para estimular sus ya erectos pezones, dejando un hilo de líquido pre seminal entre la punta de la verga y estos. Su premio fue obtener la sonrisa de su amante, detalle que la hacía sentir tan feliz.

A continuación coloco la enorme verga de unos 23 centímetros calculaba y bastante ancha entre sus igualmente enormes tetas, ese par de globos que habían atraído miradas desde que empezaron a desarrollarse rápidamente en la secundaria. Por supuesto que era consciente que tanto hombre como mujeres veían sus pechos con insistencia, pero a estas alturas, Gaby apenas notaba ese hecho pues había crecido acostumbrada a ello, que ahora Don Cipriano le mostrara que sus tetas podían ser tan excitantes, era como descubrir un mundo nuevo, agradecida, esperaba no defraudarlo en su primera cubana.

Una vez en medio de esos globos que tenía por tetas, con una piel libre de imperfecciones, apretó con ellos la verga que posaba sobre su pecho, amasando sus tetas con sus manos, de corazón esperaba estar haciéndolo bien.

-      Así bebe?

-      Si, zorrita, así sigue.

Don Ciprino empezó a mover sus caderas, adelante y hacia atrás, realizaba movimientos como si estuviera copulando con su perrita, disfrutando del roce de su verga con la suave piel de las tetas de Gaby y la visión tan obscena que el entregaba.

-      Bueno no creas que así quedamos a mano ehh? Ni se te  vaya a ocurrir.

-      Ahh pero si siempre quiere más, de mí porque?. – continuando con la cubana.

-      Pues porque estas bien buena y además tienes talento para mover las nalgas.

-      Bueno también me gusta lo que me hace.

-      No, te gusta te encanta, eres bien puta, pero solo ahora te estas descubriendo.

-      No, no es cierto, me gusta pero no lo hago por eso con usted.

-      Jajaja siguete engañando si quieres, igual me das las nalgas. El caso es que quiero que el siguiente sábado pases un día completo conmigo y aparte que vengas vestida lo más sexy que puedas entiendes?

-      Y como le voy a hacer, sabe que César no esta de viaje?

-      Pues ya encontrarás la forma, siempre la encuentras, además tu marido no es muy listo, entre no cogerte como te mereces y no darse cuenta de que me estoy beneficiando a su mujercita, no puede ser muy listo, más bien medio pendejo jajaja.

-      No, él es muy buena persona.

-      Si yo no dude de eso, puede ser muy buena persona, pero no le quita lo pendejo, tantos años que te tuvo y nunca te cogió como te lo merecías.

-      Ahh si como me lo merezco?

-      Como perra. – Don Cipriano apostaba fuerte, o sus insultos conseguían que lo que le quedara de dignidad y auto respeto por ella y su marido reaccionaran y lo mandaran a la chingada o por el contrario conseguía aún más la sumisión de su perrita.

Como respuesta obtuvo que la boquita de la casada volvió a albergar la cabeza de su verga y aumentó la presión de las tetas sobre su verga. En la cálida cavidad bucal, la cada vez más experimentada lengua de Gaby hacía círculos sobre la cabeza de la verga para complacer a su macho. Don Cipriano estuvo en efecto complacido con la respuesta de la hembra.

Gaby encontraba el consuelo que buscaba en las palabras de Don Cipriano, que podían ser burdas y toscas, pero que sin duda eran honestas, de eso Gaby no tenía ninguna duda. Desde que empezó su aventura con Don Cipriano los remordimientos y la culpa la habían hecho sentir una basura humana, se había sentido peor, que en cualquier otro periodo de su vida, ahora estaba convencida de que buena parte de la culpa de la facilidad con la que se entregó a su amante y cayó en el pecado de la infidelidad, era debida a que César nunca la había tratado en la cama de forma correcta.

Si ella hubiera sabido que el sexo podía ser tan placentero, nunca se habría visto subyugada por las extraordinarias habilidades y aguante de Don Cipriano, su cuerpo podría haber resistido la tentación, pero para ello ya era demasiado tarde.

Antes pensaba que César era el esposo perfecto, buen proveedor, cariñoso, fiel, atractivo, con un buen trabajo y posición social y económica, nunca había tenido motivo de queja, pero ahora comprendía que eso se debía a su falta de experiencia en la vida, que ella tenía derecho a disfrutar de su cuerpo y que si no era ahora, pasarían sus mejores años sin conocer el sexo de verdad, ese que ahora le mostraba solícito Don Cipriano.

Podía, es más tenía que permitirse esta aventura para una vez conocido este tipo de sexo, volver a la tranquilidad de su vida con César, sin volver a tener curiosidad, pero eso sería después, ahora lo único que importaba era lograr que su macho terminara su placer.

-      Entonces me vas a dedicar un día entero y vente vestida sexy, eso te lo dejo a ti, no me vayas a decepcionar.

-      Se lo prometo Don, el sábado me voy a pasar la noche con usted.- su coñito al igual que su corazón se estremecieron al hacer la promesa, sabían que lo que les esperaba era una cogida memorable.

-      Así me gusta perrita ahora prepárate, que voy a terminar.

Jacobo se impacientaba, había prometido a su madre apurarse en escoger su disfraz y ahora tenía que esperar a que este extraño se dignara a llevarlo con su mamá. Sin embargo Javier, al cuidado del inteligente chico no le prestaba demasiada atención y creyó que podía dejar a Jacobo viendo una película infantil en la sección de televisores. Era el remedio universal para tener a los niños tranquilos, mientras los adultos realizaban sus compras y normalmente este recurso hubiera funcionado en Jacobo, de no ser por el hecho de que el niño estaba inquieto y en cierta medida molesto por no estar con su madre y por la presencia de ese señor gordo que estaba jugando con ella de nueva cuenta, sin saber explicar la razón, ese señor le causaba una molestia y desagrado.

Armándose de valor para contradecir la petición de su madre que le había pedido que esperara con Javier, abandonó el área de televisiones y se encaminó a esa puerta con el letrero de “prohibido el paso” por la cual había visto pasar su madre y al señor gordo, el siguiente pasillo mal iluminado y estrecho, tenía un marcado contraste con la bien iluminada área del piso de ventas de la tienda. Cautelosamente camino por el pasillo, hasta que dejó de escucharse la música de fondo de la tienda.

Entonces escuchó un ruido grave y bajo, parecido a los ruidos que alcanzô a escuchar la vez pasada cuando su madre jugaba en su cuarto con este señor, el ruido grave y bajo se repetía, como los gemidos de un animal, pero de cierta forma diferente.

Caminando en dirección al ruido bajó por unas escaleras y aunque en medio de la oscuridad pudo distinguir con seguridad la silueta de Don Cipriano apoyado contra unas cajas de mercancías, mientras movía frenéticamente su brazo derecho, solo alcanzaba a verlo de la barriga para arriba, otras cajas obstaculizaban su visión, lo que si no alcanzaba a ver era a su querida madre.

De repente, escucho un último gemido aún más grave y el movimiento de su brazo se hizo mucho más lento, mientras su vista se iba adaptando a la oscuridad, empezó a distinguir la cara de Don Cipriano que se encontraba viendo hacia abajo.

-      Dónde está mi mamá? .- gritó el niño.

El ruido de la voz de su hijo aterrorizó a la Gaby, que rápidamente recuperó la conciencia de donde estaba, con quién estaba y lo que acababa de realizar, incluso si eran descubierto por un empleado de la tienda, no le importaba a estas alturas, pero ser descubierta por su hijo de rodillas, con las tetas al aire y con el rostro cubierto de caliente semen, no lo podía permitir, no podría vivir con ello.

-      Vete Jacobo!!!.- ordenó la voz de su madre.

Jacobo podía escucharla claramente, su madre se encontraba en la misma habitación, solo que no podía verla, tenía que estar escondida, razonó el chico.

-      Pero mamá. – balbuceó el pequeño.

No había tiempo para sutilezas, tenía que apartar a su hijo de cualquier visión que lo dejara traumado, tenía que actuar lo más enérgica posible.

-      ¡Que te largues!! Te he dicho que no lo entiendes? .-  gritó Gabriela por primera vez en su vida a su hijo único.

-      E-est-esta bien, ya me voy, solo no tardes. – Impactado Jacobo tartamudeo su respuesta, sin duda había desobedecido a su madre, pero solo quería verla, asegurarse de que su madre estaba bien, el grito de su madre, lo dejó al borde del llanto, acostumbrado como estaba hasta ahora a una madre mimosa, complaciente y comprehensiva el impacto del grito y el tono de voz que utilizó su madre le habían impactado. Regresando hacia la tienda, por el pasillo, solo pudo lloriquear en silencio, para expresar su frustración.

Sin esperar a Don Cipriano, Gabriela comenzó a acomodar su ropa y se levantó del suelo de la bodega, sacó un pañuelo de su bolso e intentó quitar cualquier evidencia sobre su rostro, el problema es que era bastante, pues Don Cipriano eyaculaba siempre en abundancia. Limpiándose lo mejor posible aunque de forma apresurada se encaminó hacia la salida, para asegurarse de que su hijo no los hubiera descubierto, al menos su sentido de madre volvía a ser su prioridad por ahora.

Don Cipriano no pudo menos que reírse para sus adentros, por poco y el hijo de Gaby la descubría, afortunada había sido su decisión de ofrecerle una mamada, ya que así al menos Jacobito no pudo ver a su santa madre gozar con su macho, las cajas de la bodega no dejaron ver a su madre arrodillada recibiendo con la boca abierta y la lengua de fuera la leche del afortunado hombre.

Al salir de nuevo al área del piso de ventas,  Gabriela pudo ver a Jacobo  al lado del amigo de Don Cipriano, - pedazo de idiota – pensó, había sido incapaz de ocuparse de su pequeño hijo mientras ella trataba sus asuntos con Don Cipriano.

-      Aquí tiene su disfraz – dijo Javier a la vez que se lo entregaba ya en una bolsa de la tienda, no tiene que pagar nada por él.

-      Gracias.- respondió secamente.

-      Yo también cumplo mis promesas señora Guillén, cuando quiera también le puedo cumplir otra clase de servicios.

No le bastaba a Don Cipriano con cogérsela? No aparte tenía que presumirlo con sus amigotes y para colmo no le había ocultado el hecho de que era casada, al contrario parecía le producía mayor placer el que ella fuera madre y esposa.

-      Así está bien, no se preocupe. – y tomando la mano de su hijo caminó rápidamente y sin voltear atrás hacia el estacionamiento.

Javier había perdido 50 pesos esa tarde, pero la visión de ese culo alejándose de él bien los había valido, además, cumpliendo su parte del trato ahora podía regresar con Don Cipriano a que le contara como diablos le había hecho para estarse cogiendo a tan sabrosa hembra, por supuesto que tendría que pedir los detalles morbosos o desagradables… después de todo no había sido tan malo perder 50 pesos.

En el trayecto hacia su domicilio, el asunto era bastante serio, no estaba segura de que tanto había presenciado Jacobo de sus actividades en esa bodega, ni lo que pudiera haber escuchado.

-      Jacobo porque me desobedeciste?

-      Yo solo quería ir a verte, lo más rápido posible mami.- Jacobo tenía claro que algo malo había hecho y que tenía que conseguir el perdón de su madre.

-      Si te digo algo, es por tu bien, lo entiendes?.

-      Si mami, no volverá a ocurrir.

-      Que fue lo que viste Jacobo?.- preguntó Gabriela

-      Nada, el señor gordo con quien jugabas estaba haciendo ruidos raros, pero tu estabas escondida porque nunca te vi, solo escuche cuando me gritaste. Si iban a jugar a las escondidillas yo también podía jugar con ustedes.

Bendita inocencia, su hijo pensaba que ella estaba jugando a las escondidillas, arrodillada en esa bodega, su hijo no pudo llegar a verla, bueno al menos eso si había salido bien, suspiró aliviada Gabriela.

-      Bueno mejor otro día jugamos a las escondidillas entre los dos, de cualquier forma no quiero que cuentes nada de esto entendido?.- el tono de voz de Gabriela ya no denotaba enojo, más bien alivio al saberse que no había sido sorprendida.

-      Si mami, no te preocupes, esta voy a cumplir mamá. – si guardando el secreto, Jacobo conseguía que su mami estuviera contenta con él, entonces no representaba ningún sacrificio, gustoso no le contaría a nadie, nada de lo sucedido ese día, su lealtad hacia su madre lo era todo para él.

-      Buen niño, por eso te quiero tanto.

Jacobo era todo lo que necesitaba escuchar de su madre, atento como siempre, observó con cariño a su madre mientras esta conducía a casa, notando que el sedoso y dorado cabello de su madre tenía varias manchas de algo parecido al engrudo con el que él hacía manualidades en la escuela.

-      Jaja mami, donde te escondiste te manchaste el pelo.

Demonios, con las prisas por evitar ser descubierta y lo mal iluminado de esa bodega, Gabriela no había podido retirar todas las evidencias de su encuentro con Don Cipriano, dentro de todo, era afortunada que su hijo pequeño la haya descubierto y no su marido, Jacobo a su edad no podía saber que esas manchas blanquizcas en el cabello de su madre eran restos del caliente semen que Don Cipriano había disparado por error, ya que él se esforzó en apuntar a la boca y el rostro de la que consideraba ya su putilla particular.

-      Ahh, gracias por avisarme jacobito, creo que tendré más cuidado la próxima vez.

-      De nada mamá.- respondió risueño.

Bendita inocencia, pensó Gabriela.

………………………………………………………………………………………………………

Llegando a su domicilio, Gabriela encontró a su esposo en la sala, mientras que su hijo corría a su habitación a probarse el disfraz recién adquirido. Lo primero que hizo fue pasar al baño de la planta baja, a revisar si por su rostro no había ningún rastro de la leche de Don Cipriano que la pudiera delatar. Al salir, su cara no delataba ninguna alteración, ni siquiera el enfado que había sentido hacia su marido esa mañana.

-      Cómo estuvo el centro comercial?- cuestionó su marido

-      Como siempre en estas fechas, lleno de gente.

-      Bueno pero ya que regresaste, porque  no hacemos las paces? Ven tomate un trago conmigo.

La conciencia de Gabriela resonaba en su cabeza, ella misma se calificaba de piruja para abajo, debido a lo que acababa de hacer y casi ser descubierta por su inocente hijo, tenía que compensar su comportamiento, de aquí al viernes sería la mejor madre y esposa que Gabriela pudiera ser.

-      Perdóname por lo de esta mañana César, ya sabes estoy en mis días, al menos de aquí al viernes, en todo caso no tiene justificación lo que te dije, en verdad que lo siento.

César la miró con ojos de amor, Gabriela aceptaba que había cometido un error, ofrecía disculpas sin que él se las hubiera solicitado. Superarían esta mala época y volverían los tiempos felices y esto solo sería un mal recuerdo, el amor que los unía los haría superar cualquier obstáculo.

-      Trae un cobertor mi vida y pasemos la tarde viendo películas, pero eso sí, antes brindemos por la mujer más linda que haya conocido.

Gabriela no tenía ganas de beber ni una copa, pero no quería contradecir a César, sería  otra vez la fiel y abnegada esposa y complacería en sus deseos a sus esposo y si él deseaba  tomar un trago y ver una película abrazados en la sala de su casa, eso haría.

Por lo menos cumpliría sus deseos esa semana hasta el sábado, en que tenía que encontrar la forma de ir a ver a Don Cipriano.

Armando estaba empezando a dudar de si mismo, cada día desde que había instalado el programa espía en la computadora de la casa de la familia Guillén, había revisado su correo esperando recibir la transcripción de lo que se escribía en la computadora.

Ya tenía las contraseñas de acceso a las redes sociales de Gabriela y a su correo y las tres últimas madrugadas las había empleado en registrar sistemáticamente a los contactos, correos guardados, enviados y recibidos y las conversaciones que sostenía Gabriela con sus amistades fueran hombres o mujeres.

Hasta ahora el resultado había sido desconsolador, hasta donde podía ver Gabriela era una fiel y abnegada esposa que respetaba a su marido y no se prestaba ni siquiera a coqueteos a través de la red…. Nada de mandar besos o abrazos a sus amigos hombres. Lo más incriminador hasta el momento eran los correos de una prima de Gabriela que le enviaba calendarios con fotos de modelos masculinos con poca o ninguna ropa, pero no era suficiente evidencia ni de lejos para poder presentarse con César. Incluso Armando empezaba a considerar la posibilidad creciente de que simplemente se equivocara y ella fuera la mujer decente que sostenía era su marido, que la impresión que había tenido de que ella mantenía una aventura se debía a sus propias malas experiencias previas y a los prejuicios que había acabado teniendo… después de todo era posible que no todas las mujeres fueran unas putas potenciales. Gabriela le estaba devolviendo la esperanza en las mujeres, hasta que encontró la siguiente transcripción con Lucía, otra ex compañera del colegio que Armando aún recordaba.

El programa solo transcribía lo que se escribía en la computadora, no tenía forma de saber cuales eran las respuestas, únicamente podía leer lo que había escrito Gabriela.

Gabriela: Hola amiga, que bueno que te conectas.

-      Necesito un super favor y super urgente

-      Vas a tener que hacer una reunión en tu casa y me vas a tener que invitar.

-      Este sábado amiga.

-      Tu no preguntes porque voy a llegar a tu casa como a las 3.

-      Aja y aparte necesito que si llama César tú contestes, confió en ti amiga invéntale cualquier cosa.

-      Es secreto amiga, igual y luego te cuento, pero me tienes que ayudar anda, di que si?

-      Por eso te quiero besitos amigui.

-      Después de esto me puedes pedir lo que quieras, te lo juro.

Estaba claro que Lidia era la tapadera de Gabriela, que esta iría a su casa el sábado, pero después, no estaba nada claro los planes de Gabriela. Lo lógico es que la tierna Gaby se iría a coger con su amante, a donde??

Malditas mujeres y su solidaridad femenina, se podían joder unas a otras sin ningún problema, pero en cuanto se trataba de unirse para joder a un hombre cooperaban a la perfección las condenadas. Pero ahí estaba él, para demostrar que también había solidaridad entre hombres y sangre fría si la ocasión lo requería.

Necesitaba llamar a César a la mañana siguiente, antes de que este saliera a su trabajo, ahora ya era demasiado tarde y una llamada inoportuna podría levantar sospechas.

A la mañana siguiente

-      Hola César, ya despertaste verdad??

-      Si, ya listo para ir al trabajo, tu también me imagino.

-      Pues te imaginas bien, pero antes te quería pedir un favor, oye a qué excompañeros de la prepa aun les hablas?

-      Pues muy pocos, la verdad no más de 3 o 5 porque la pregunta?

-      La verdad me la pase muy bien esa tarde en tu casa recordando los viejos tiempos, me gustaría hacer una fiesta de reencuentro  de la generación, no tendrás los números de teléfono de otros compañeros?? O tu esposa, ella a lo mejor aún conserva amistades.

-      Si, a ver creo que tengo el de Gerardo, eso gordito, pero hasta donde sé igual y sigue en la cárcel por fraude.

-      En serio? No mames y tan correcto que se veía, si uno nunca sabe.

-      Kevin Carranca, también lo vi hace como un año, a él si le va mucho mejor, Verónica, te acuerdas de ella??

-      Si como no me voy a acordar, no estaba nada mal.

-      Pues ha engordado y bastante.

-      Que mal, bueno ya seremos dos, ella y yo jajaja. – respondió Armando – A Lidia? Era súper cercana a tu esposa.

-      Si la hemos seguido viendo y también es muy buena amiga mía, hasta me dio clases particulares de baile.

-      Si súper buena amiga. -  Ironizó Armando para sí mismo. – Bueno pásame los teléfonos y direcciones de los que tengas y yo me voy a ir poniendo en contacto con ellos.

-      Claro amigo, dame un momento. – entusiasmado por la idea de un reencuentro con sus antiguos compañeros y amigos, le pasó a Armando toda la información de los contactos que aún mantenía, entre ellos el teléfono y la dirección de Lidia, que era lo único que realmente interesaban a Armando.

Armando aún tenía que prepararse para su plan, incluso empezó a llamar a los otros contactos que César le pasó y a los propios compañeros con los que él aún guardaba alguna clase de relación. Para que no hubiera sospecha alguna organizaría una fiesta de reencuentro de la generación.

Ese día en la tarde regresó al centro de la ciudad al bazar donde había conseguido el programa espîa, para su fortuna se volvió a encontrar con el mismo encargado que recordaba su generosa propina. Esta vez su compra fue un programa diseñado para recuperar archivos perdidos o eliminados por “error”.

Estaba decidido a obtener acceso a la memoria del celular de Gabriela y leer los mensajes y el registro de las llamadas del celular. Contento el informático le dio el programa requerido y le explicó su funcionamiento, aunque cada vez más intrigado por las compras de su cliente, su curiosidad le llevó a  preguntar para que las requería.

Armando le contestó de que su “hermano” era engañado por su esposa, que si simplemente se presentaba diciéndole que lo engañaban, él le iba  a creer a su santa esposa, entonces la única opción era presentar pruebas irrefutables, para que ni la más astuta mujer pudiera armar una historia para justificarse.

El informático estuvo de acuerdo en su proceder, es más lo felicito por ser tan buen hermano y le deseo la mejor de las suertes, Armando había despertado su simpatía y le llevó a darle dos consejos.

-      Cómprese un teléfono inteligente, de los caros, esos teléfonos tienen una cámara excelente y graban video de alta calidad, se va a ver mucho más natural si anda en la calle con uno de esos teléfonos que con una cámara buscando conseguir fotos y en segundo lugar si quiere tener acceso al teléfono de esa cabrona y lo consigue se lo va a necesitar llevar a su casa para sacarle la memoria y usar el programa que le he vendido, créame eso no es práctico y la vieja podría sospechar.

-      Y que me sugiere entonces?

-      Cómprese una tableta, son pequeñas computadoras portátiles, hoy en día todos los celulares se pueden conectar a una computadora y es mucho más práctica que andar llevando una laptop. Sabe que celular tiene esa cabrona?, cómprese el cable para conectar el celular a la computadora, copie toda la memoria y ya con tranquilidad puede usar el programa que le vendí más adelante, sin que ella se entere de nada.

-      Con lo que sabes, no se porque te dedicas a atender este puesto, deberías de ganar más en otra actividad, te lo aseguro. – dijo Armando.

-      Gracias, a lo mejor a futuro cambio mi giro comercial, pero mientras tanto la mejor de las suertes. Pero da la casualidad que también vendo tabletas, se las dejo a precio especial.

-      Pero por supuesto que me interesa, lo que sea necesario para chingar a esa puta.

Armando se despidió de su aliado y fue a comprar los demás elementos necesarios para su plan, el carísimo celular, que hasta ahora consideraba un lujo superfluo y un cable para conectar el celular a una computadora de cada marca de celulares que pudo recordar, solo para estar seguro. Finalmente en una tienda de artículos electrónicos compró un localizador GPS para automóviles.

Se había gastado miles de pesos, una cantidad considerable, pero ahora que tenía la certeza que detrás de la encantadora fachada de Gabriela se escondía una puta que se aprovechaba de su antiguo y enamorado amigo, no se iba a detener por cuestiones de dinero, es más el asunto se había puesto personal, jodiendo a Gabriela era una forma de desquitarse de su ex esposa.

César tuvo los mejores 5 días de los últimos tiempos en compañía de su familia, a lo mejor todo esto había sido únicamente una mala temporada, debido a los problemas en el trabajo de Gabriela, debía de ser comprensivo con ella y en cierta forma él también había sido egoísta, pero las cosas cambiaban para bien.

Es por eso que protestó cuando su querida esposa le comunicó que iría a casa de Lidia la tarde y noche del sábado, para pasar comiendo helado, viendo películas y platicando de hombres, cosas de chicas, ya lo habían organizado todo e irían varias amigas. Cosa natural e inocente en su esposa, César no vio nada de malo en ello y después de esos días nuevamente felices no tuvo motivo alguno para dudar de las intenciones de su esposa.

No vio que el viernes antes de ir a la cama, ella se esmeró en el cuarto de baño depilando su bello cuerpo, arreglando su vello púbico, aplicándose cremas para suavizar e hidratar su piel, apartando en una maleta que utilizaba para ir al gimnasio ropa para cambiarse. Un vestido morado que se había comprado en un arrebato de consumismo pero que nunca se había atrevido a usar, extremadamente corto, que la cubría justo por debajo del límite de sus nalgas, con la espalda descubierta y un escote en forma de “V” que bajaba hasta justo antes del ombligo y dejaba ver el canal que se formaba entre sus bamboleantes tetas, el vestido era muy ceñido, además apartó accesorios para lo que pensaba en su inocencia sería una velada  a solas con Don Cipriano, unos zapatos con tacones de 10 centímetros, que hacían juego con el vestido, un par de aretes que eran dos aros grandes metálicos, un collar  de fantasía y un juego de 5 pulseras metálicas que ella pensaba resultaban en una bonita combinación. Finalmente guardó una tanga de hilo dental roja, que en la parte trasera tenía un juego de cuentas de cristal en forma de triángulo uniendo los delgados hilos de tela.

No vio necesidad de guardar el brasiere que había recibido de regalo junto con la tanga, pensaba en ir al encuentro con su amante con sus tetas en libertad y gozar rápidamente de ese tacto rudo y rasposo que contrastaba con lo delicado de sus senos.

Se trataba de un regalo de una prima pervertida antes de casarse, naturalmente su despedida de soltera había sido de lo más aburrida, apenas si se trató de una reunión de amigas donde se bebió un poco de alcohol y se habló de hombres, nunca le pasó por la cabeza contratar a un stripper o ir a un local de solo para mujeres como otras de sus indecentes conocidas. Jamás había tenido intención de usar la provocadora tanga que le regaló su prima, era para putas pensaba, no se deshizo de ella debido a que era un regalo, pero jamás había pensado usarla, sin embargo, ahora le parecía una ocasión adecuada para estrenar el regalo.

La expectación de la cogida que recibiría el siguiente día la hizo dormirse con el coño empapado y sus pezones erectos, anhelantes de recibir las atenciones de su macho nuevamente, esperaba el momento de ser montada con ilusión, su conciencia ya no encontraba contradicción en ello.

Armando se limitó a llegar antes de las 3 en la calle enfrente del domicilio de Lidia, esperaba que Gabriela fuera puntual, pasara lo que pasara esperaba tener tiempo de instalar el localizador GPS en la parte inferior del vehículo de Gabriela no necesitaría más de 3 minutos, así que confiaba en tener éxito, después únicamente se limitaría a seguirla a distancia, sin necesidad de arriesgarse a ser descubierto.

Ahí estaba, puntual, pues claro si le interesaba irse a coger, como no estaría puntual para eso? Gabriela bajó del vehículo vestida en unos pants negros, de tenis y con una sudadera deportiva, nada especial, excepto su peinado, que era demasiado sofisticado para tan normal atuendo. Los dorados cabellos de Gabriela estaban rizados de bella forma y el maquillaje en su cara realzaba aún más su belleza, sin llegar a ser excesivo, sus labios pintados, sus ojos delineados, lo que delataba que la mujer se había tomado su tiempo para arreglarse antes de salir del domicilio conyugal, esos detalles indicaban a Armando, que había algo fuera de lugar.

Rápidamente en cuanto entró al edificio donde estaba el departamento de Lidia, él bajó de su automóvil, esperando que no fuera descubierto adhirió el GPS a la fascia trasera del coche que César pagaba para la comodidad de Gabriela y regresó a su propio auto, ahora solo tenía que esperar, no tuvo que hacerlo mucho tiempo.

Al interior del departamento de Lidia.

Tras saludarse de beso en la mejilla.

-      Hola amiga, en verdad que me salvas, no te imaginas cuanto.

-      Bueno para eso estamos las amigas sabes? Aunque aun me tienes intrigada mujer.

-      Te lo cuento, pero tengo prisa, necesito pasar a tu baño a cambiarme.

Gabriela pasó al baño a cambiarse por la ropa que llevaba en la maleta, mientras seguía con la conversación con Lidia que estaba al otro lado de la puerta.

-      Pues a dónde vas?.- preguntó la sorprendida Lidia que no se terminaba de explicar el comportamiento de su amiga, aunque ya se imaginaba los motivos.

-      Ni yo misma sé a dónde voy a ir amiga, ¿puedes creerlo?

-      No, no te lo creo estas desconocida amiga, sea quien sea si te debe traer loquita, pues yo que pensaba que con César era todo felicidad.

Gabriela entendió que no podía engañar por más tiempo a su amiga, podía no contarle toda la verdad pero Lidia no era tonta, sabía que ella estaba pidiendo que la cubriera porque iba a ver a otro hombre, era la única explicación posible.

Lidia por su parte como todas las mujeres, ya en alguna ocasión había ocultado las aventuras amorosas de sus amigas a novios, esposos o familiares, pero nunca creyó que iba a tener que hacer esta labor de amiga, con Gabriela, ella se veía hasta hace tan poco tan feliz en su matrimonio y hasta donde sabía César era poco menos que el marido ideal, no se podía explicar las razones de su amiga.

-      Y él es tan bueno, pero esto es diferente.- aceptaba tácitamente Gabriela que iba a ver a otro hombre.

-      En qué sentido?

-      Tu lo sabes, recuerdas a tu ex novio? Ese que era un bueno para nada excepto en el sexo?

-      Como no lo voy a recordar, a veces agradezco que se haya largado pero a veces lo sigo extrañando al maldito.

-      Pues algo parecido me ocurre a mi, solo que no te preocupes no voy a poner a mi matrimonio en riesgo por esto, es solo una temporada, quitarme el gusto y ya, todo esta controlado.

-      Bueno espero que así sea, porque arriesgar la vida que tienes por otro hombre no vale la pena… a menos que sea muy rico jijiji.

-      No, no es rico, pero bueno nadie es perfecto, pero te aseguro que tiene otros atributos.

-      Ya lo creo, para que estés así de emocionada, tiene que tener buenos atributos. – bromeó en doble sentido Lidia. – y desde cuando conoces al afortunado?

-      Algo más de 2 meses.

-      Entonces ahorita es pura pasión ehh? Ahh casi te envidio amiga.

-      Pues muérete de la envidia porque a él no lo comparto jaja.

Lidia estaba sorprendida, no esperaba ese tipo de comportamiento tan liberal de Gabriela ni sus respuestas, serían perfectamente normales en alguna de esas amigas que eran unas zorras incorregibles, pero no en Gabriela hasta ese día tan recatada, correcta y preocupada por el que dirán. Bueno una buena cogida cambiaba a cualquier mujer, en sus días ella también había sufrido del mismo efecto, internamente se alegraba de que Gabriela no fuera tan perfecta como aparentaba ser, de que en el fondo también era medio puta y tenía defectos que no podía controlar. Aunque sinceramente era amiga de Gabriela no podía dejar de sentir envidia, por su perfecto cuerpo, su linda casa, su perfecta familia, incluso envidiaba el hecho de que Gabriela hasta donde sabía siempre se había comportado correctamente. Ahora tenía la confirmación de que Gabriela era terrenal y tenía deseos, pasiones y errores como todas.

Al salir del baño Lidia no pudo reprimir una expresión de sorpresa.

-      Wow, estas espectacular amiga, de verdad que el conjunto te sienta de maravilla, pero es bastante atrevido

-      Gracias Lidia, sabía que podía contar contigo, pero de verdad piensas que voy demasiado atrevida??

-      Más que atrevida, si te veo en la calle pienso que eres una señora de la vida galante.

-      Bueno, quería verme sexy hoy, de todas formas voy a estar a solas, así que no importa demasiado.

-      Jaja entonces para que arreglarte tanto si la ropa no te va a durar encima??. – ironizó su amiga.

-      Bueno a lo mejor lo hago sufrir un poquito.

-      Y quién es el afortunado? Si se puede saber, aun no me imagino quien es la persona que te ha cambiado de esta forma.

-      No he cambiado, sigo siendo la misma, lo que pasa es que es difícil de explicarlo.

-      Si me imagino… el buen sexo es así - dijo Lidia.

-      Si hay algo de eso, no te lo voy a negar amiga. – aceptó Gabriela.

-      Hay Gaby, solo te pido que te cuides, hagas lo que hagas vas a tener mi apoyo, eres mi amiga de años y no sé qué habrá hecho César para merecer esto o que haya dejado de hacer, pero aunque seguro ya lo sabes, no puedes dejar que él se entere, es más, sería mejor que ni siquiera sospechara, lo entiendes?

-      Si, claro que lo entiendo, no voy a arriesgar mi vida con César y mi hijo por esto, solo es pasajero… - dijo para la tranquilidad de Lidia – Esto no durará mucho, tal vez necesitaba vivir algo así, te aseguró que no lo busque, pero las cosas así se dieron. César no sospecha nada, me quiere eso lo se y no desconfiaría de mi jamás.

-      No necesitas justificarte Gaby, soy tu amiga, puedes confiar en mi.

Gabriela necesitaba el apoyo moral de su amiga, tal vez era la única persona a la que le podía contar lo que le estaba sucediendo, genuinamente conmovida por el apoyo recibido abrazó a Lidia.

-      Gracias, de verdad no tengo como pagarlo.

-      Ni necesidad hay de que me pagues nada, mmmm bueno pensándolo bien a lo mejor un día necesito que me cubras tu a mi.

-      Jajajaja, tenlo por seguro amiga, ahora besos y deséame suerte, si llama César comunícate conmigo e invéntate algo, confió en tu criterio.

-      No te preocupes, aunque dudo que César intente localizarte. Disfruta tu noche Gaby.

-      Gracias Lidia, eres un amor, eres mi mejor amiga, te debo la vida.

-      No solo me debes un buen polvo… a ver luego como me lo pagas, bueno ya que no harás esperar a tu galán cierto?

-      No, me muero de ganas de poder verlo, me hace tanta emoción.

-      Hay chica, yo creo que te estas encoñando con tu galán.

-      Nunca, es solo sexo, pero es que me hace sentir tan viva, tan distinta a lo que me provoca César, a él lo quiero y se que no se merece esto, pero tengo que vivir esta etapa de mi vida.

-      Lo entiendo, bueno solo esperemos que no deje ninguna consecuencia indeseada, mucha suerte, cuídate.

-      Adiós Lidia estaremos en contacto, prometo contarte todo esta vez.

-      Conste eso sí que te lo voy a recordar. Hey esta sonando tu teléfono.

-      Si debe de ser él, a ver donde se le ocurre citarme esta vez.

-      Espero que sea un lindo lugar, pero ya tienes prisa, adiós amiga, suerte.

Gabriela se despidió con la mano, mientras salía del departamento de su amiga Lidia, contestaba su celular, en efecto era Don Cipriano, que le daría la dirección del lugar donde se citarían, estaba nerviosa como una colegiala antes de su primer beso y la sensación le encantaba.

Armando esperó unos 15 minutos desde su vehículo a una distancia prudente, en realidad era tomar un riesgo inútil, le bastaba con seguir la pantalla del GPS instalada en su propio automóvil la ubicación del coche de Gabriela Guillén, pero tenía miedo sobre si pasaba a recogerla su amante. En ese caso el coche de Gabriela se quedaría estacionado y no era tan hábil como para seguir a otro automóvil sin ser detectado, dependía de que Gabriela fuera en busca de su amante en coche.

Su ansiedad se resolvió satisfactoriamente, vio a Gabriela salir del departamento, pero su vestimenta era diferente, un vestido morado, super escotado, su abundante cabello dorado, un par de grandes aretes en forma de aro, unos impresionantes tacones de por lo menos 10 centímetros calculó, que realzaban aún más la figura de infarto que tenía Gaby y hacía que su apetecible culo sobresaliera aún más que de costumbre. Contoneando las caderas, continuó con su sensual caminar hasta abordar su vehículo.

Armando deshecho sus últimas dudas, era claro que Gabriela iba en busca de su nuevo macho y que su amigo tenía unos cuernos de escándalo, con el celular tomó video de como el coche de Gabriela se ponía en marcha, era una evidencia más que en su momento pensaba revelar a César, pero no antes de que esta fuera irrebatible y obligara a César a tomar una decisión irrevocable.

Dejo pasar 5 minutos y el encendió su automóvil, siguiendo la señal del coche de Gabriela, de esta forma no podría ser detectado. A dónde se dirigiría la infiel mujer? Estaba claro su propósito pero no sabía nada de su destino.

Gabriela fue siguiendo las indicaciones recibidas por Don Cipriano, le agradaba que la hubiera citado en un lugar relativamente alejado de los rumbos habituales de la ciudad que ella frecuentaba, pues aun le preocupaba que su aventura llegara a ser del conocimiento público, ante todo quería conservar su imagen de mujer decente, ama de casa responsable y madre cariñosa. Después de desviarse en dos ocasiones y volver a retomar el camino correcto, al fin llegó al lugar indicado.

No habían dado ni las 5 de la tarde, aunque se trataba de un día nublado y estaba atardeciendo rápidamente debido a la época del año. Al ser tan temprano encontró lugar rápidamente casi enfrente del bar donde había sido citada. De aspecto poco recomendable y nombre curioso “La hija de Moctezuma”, no se parecía a ninguno de los lugares a los que había ido durante su vida, sin duda era un tugurio de baja categoría y peor reputación, no le sorprendía la elección viniendo de Don Cipriano, pero no le dió demasiada importancia, después de todo, seguramente solo estaría ahí unos momentos antes de ir a otro lugar a solas para pasar el resto del día, como ella deseaba.

Al bajar de su auto y encaminarse a la entrada del bar, fue recibida por los chiflidos y algún piropo de los señores que se encontraban fumando a la entrada. Gabriela hizo oídos sordos, no era la primera vez que algún pelado le gritaba algo en la calle, su pecaminoso cuerpo invitaba a que los patanes con poca educación intentaran sobrepasarse con ella, la diferencia era que su escandalosa vestimenta animaba a todos los hombres presentes a desvestirla con la mirada, el minúsculo vestido apenas tapaba el nacimiento de sus bellas nalgas.

Ignorando los silbidos pasó caminando de frente, en efecto la clientela de aquel corriente lugar jamás había visto un ejemplar de mujer tan bello. Al interior sonaba música de bachata, había algunas mesas ocupadas y el lugar estaba pésimamente iluminado, aunque el interior del establecimiento era bastante grande. Con decisión Gabriela se encaminó a la barra del bar, donde le preguntó al único barman, si le podía hacerle el favor de indicarle donde estaba Don Cipriano.

-      Joder, que el carbón no mentía.- dijo el cantinero, mientras fijaba sus ojos descaradamente en el par de tetas de Gabriela, cosa que perfectamente noto ella.

-      Gracias. – se limitó a agradecer la hermosa casada, al parecer Don Cipriano no perdía la oportunidad de presumir con todos los idiotas que conocía el hecho de que se acostaba con ella. Molesta con Don Cipriano se dirigió a la última mesa del bar, la peor iluminada y que no se podía ver desde la entrada del lugar.

Ahí tuvo la muy desagradable sorpresa de ver Don Cipriano sentado junto a dos personas más que no pudo distinguir hasta que fue acercándose y sus ojos se fueron acostumbrando a las condiciones de poca luz del recinto.

Una silueta era la de otro hombre, algo menor que Don Cipriano, pero también maduro, corpulento y sin panza, al contrario que el mecánico, la otra era una silueta de mujer, para su sorpresa abrazada a  este otro hombre, se trataba de María, la novia del chango (que también trabajaba en el taller a las órdenes de Don Cipriano) y la sobrina del mismo Don Cipriano.

Después de lo vivido, Gabriela consideraba a María su amiga, no sabía si había terminado su relación con Francisco (alias el chango), pero verla ahí abrazada a otro señor la perturbó. Ella era de la idea de que María era una buena chica, lo que pasó aquella noche en que después de beber entre ambas, ella acabó besándose con otro sujeto y ella terminó encamándose por segunda vez con Don Cipriano, se lo atribuía al alcohol, esa no era su verdadera forma de ser, solo había sido un desliz, la calentura del momento. Sin embargo de nuevo la veía, esta vez sin estar borracha, engañando de nueva cuenta a su novio, que aunque no le caía tan bien, tal vez no se mereciera ese trato y tal vez María no era tan buena chica como pensaba.

El que mentalmente criticara el libertino comportamiento de María sin percatarse de la contradicción de que ella misma se comportaba igual o peor que su amiga, no le producía problema alguno, tal vez su amiga era una puta, pero ella era decente, si estaba haciendo lo que estaba haciendo era debido a situaciones fuera de su control, trató de justificarse así misma.

María era morena clara, de buen cuerpo, ayudada por su juventud en sus primeros 20s, de naturaleza coqueta y rostro agradable, trasero aceptable y un buen par de tetas grandes y redondeadas que eran su mejor atributo. Era una mujer del montón, cualquier hombre se la cogería si se prestara la ocasión, pero nada especial, María era la primera consciente de su belleza, justo por arriba del promedio, pero nada destacable, en el lenguaje de Don Cipriano, ella sería una gata para revolcarse, sin más consecuencias.

María se encontraba ahí debido a que la había citado Don Felipe, dueño del bar, apenas llevaban saliendo semana y media, mentira, en realidad no habían salido a ningún lado, se había limitado a ir al bar propiedad de Don Felipe y a que este abusara a su antojo de ella en la planta alta del bar, donde Don Felipe había adaptado una habitación como picadero de lujo, para precisamente cogerse a las putitas como María que ocasionalmente se le ponían a tiro.

El chango, aún novio de María, había comenzado a frecuentar el establecimiento junto a su jefe Don Cipriano, tomar cervezas, jugar cartas y así fue convirtiéndose en un cliente habitual, lo que lo impulsó a llevar a su novia, que inmediatamente llamó la atención de Don Felipe. Este espléndido invito todo el alcohol ese primer día, con especial énfasis en hacer tomar al inexperto chango que no pudo aguantar el ritmo de Don Felipe y se emborrachó, lo cual brindó la oportunidad para que él pudiera “cuidar” de María. Esta jamás había sido pretendida por un hombre “poderoso” y “rico”, así su dinero y poder provinieran de los negocios inconfesables de Don Felipe que manejaba bastantes negocios ilegales en esa zona de la ciudad. Ese primer día, Don Felipe sólo se pudo fajar a la caliente chamaca, pero pudo citarla para verla nuevamente en su bar.

El segundo encuentro a solas y con tiempo de sobra, resultó satisfactorio para ambos, Don Felipe se cogió nuevamente a una putita que apenas se aventuraba en la vida y disfrutó de su joven cuerpo, María aparte de encantada con la cogida, experiencia y vigor de su maduro amante quedó encantada con los regalos de Don Felipe, una bolsa original de una marca carísima, dos blusas y un juego de ropa interior de diseñador, de los caros. Eso bastó para hacerla decidir que continuaría su aventura con Don Felipe el tiempo que este quisiera, en definitiva podía darle regalos que el chango jamás podría permitirse, tal vez no sería una belleza espectacular, pero sin duda se merecía un mejor hombre a su lado, no era tonta sabía que lo más probable era que Don Felipe tarde o temprano se cansara de ella y cogiera con otras, pero mientras esto durara lo iba a aprovechar.

Nuevamente ese sábado iba dispuesta a ser cogida por su macho, igual que Gabriela y se moría de ganas por ir al picadero de arriba, el que Don Felipe hubiera citado a su tío Don Cipriano, la había sacado de onda, pero siendo tan depravado su tío y ya que él y Don Felipe eran amigos de años, María estaba resignada a que su tío se enterara de que también era una de las putitas de Don Felipe, después de todo no tenía autoridad moral para criticarla, escuchando la conversación entre los dos degenerados se enteró que Don Cipriano también esperaba a su funda, lo que le provocó curiosidad fue que Don Cipriano aseguraba que su conquista se trataba de una de sus amigas.

A pesar de hacer esfuerzos por adivinar quién de sus putas amigas del barrio se había dejado encamar en esta ocasión por su tío, no logro adivinar.

Lo que no se esperaba es que llegara a este lugar Gabriela, una señora de sociedad, muy distinta de ella, sin necesidad de dejarse coger por un regalo caro, como ella, así que finalmente su astuto tío había conseguido encamarse a Gabrielita, pero no podía creer su descaro. En esa fiesta donde Don Cipriano pidió ayuda de su sobrina para emborrachar a Gabriela, ella aceptó ayudarle, pero en el proceso ella misma se emborrachó, sus recuerdos no estaban claros, sabía que se había agasajado con un desconocido en la fiesta y que Don Cipriano la separó de su “conquistador” y la dejó durmiendo en un sillón en del taller mecánico, pero nunca supo si había tenido éxito su pecaminoso objetivo de cogerse a la rica casada.

Tan decente que se veía, tan correcta, jamás lo hubiera imaginado, jamás se hubiera atrevido a insinuar que Gabriela resultaría tan puta como ella… no peor, ella se dejaba coger por dinero y regalos caros, era una puta, no se hacía ilusiones, en cambio Gabriela era una zorra que si había regresado ahí es porque era una viciosa sedienta de la verga de su tío. Ambas mujeres habían ido a ese bar a lo mismo, ambas eran infieles a sus parejas, ambas disfrutaban de la lujuria de sus machos, pero sus razones eran distintas y en la opinión de María, Gabriela era mucho peor que ella.

Aun pensando eso acerca de Gabriela, la saludó de beso en la mejilla y le dedicó su mejor sonrisa, el atuendo de María aunque con ropa de tianguis era también provocador en su propio aunque distinto estilo, unos zapatos negros de tacón, algo menos altos que los de Gabriela, una minifalda negra 15 centímetros por arriba de sus rodillas y un top de tirantes rosa que dejaba ver su ombligo y su vientre aun plano  y sin rastros de grasa. Su maquillaje, aunque algo vulgar, no resultaba ser desagradable.

-      Hola preciosa, tu debes ser Gabriela, la mujer de la que tanto habla Cipriano.

-      Hola, si yo soy Gabriela. – extendió su mano para saludar al hombre.

-      No seas tímida, salúdame de beso como se debe. – y tomándola de la mano, la atrajo fuertemente hacia sí, para besar la mejilla de Gabriela.

-      Ya que es mi vieja, luego luego te dan la mano y le agarras las nalgas si no tiene cuidado. – señaló Don Cipriano.

-      Jajaja,- río con buen humor Don Felipe.- a ver hay que ordenar algo de tomar, que la noche pinta muy bien.

Armando mientras tanto localizó el vehículo de Gabriela, estacionó su coche y para su fortuna vio el bar de “La hija de Moctezuma” inmediatamente, era el único lugar público cercano, lo más probable es que Gabriela se hubiera citado en ese antro para ver a su amante. Que decepción si su amante había citado ahí a Gabriela, este con toda probabilidad no tenía clase alguna y posiblemente tampoco una buena posición económica. Si al menos el hombre con que le ponía los cuernos a su amigo valiera la pena, pero al parecer la estúpida de Gabriela había escogido para darle las nalgas a un corriente Don nadie.

Entró al bar, tenía que revisar si Gabriela se encontraba en el lugar, la clientela eran en su mayoría hombres y la música popular adecuada para bailar estaba a un volumen ensordecedor, tratando de parecer casual fue caminando entre las mesas y los sillones del bar, confiaba en que Gabriela no se acordara de su rostro y en todo caso había madurado lo suficientemente desfavorable como para confiar en que a menos que se fijara directamente en él, Gabriela sería incapaz de reconocerlo.

Entonces justo en el sillón más sombrío del bar, al fondo y medio oculto de la vista por unas plantas artificiales vio la cabellera de Gabriela, bueno solo vio el contorno de su peinado, pero tenía que tratarse de ella. Busco una mesa desde la cual poder tener una visión aceptable de donde estaba Gabriela y otras 3 cabezas, 2 hombres y una mujer.

Pidió una jarra de cerveza y sacó su celular, grabaría lo que pudiera, pero el antro estaba tan oscuro que no se iba a notar nada más que contornos, podía tomar una fotografía con flash, pero eso resultaría demasiado evidente.

No quedaba más que esperar.

Don Felipe en su sabiduría pidió 2 botellas de vodka con jugos de naranja, uva y arándano, para mezclar el licor, sabía que con lo dulce del jugo resultaría mucho más fácil suministrarles alcohol a ambas mujeres, en apenas dos horas las dos putitas ya estaban entonadas, más risueñas, se reían ruidosamente de las gracias de él y Don Cipriano y cada una estaba abrazada a su pareja.

Ninguna de las dos mujeres puso objeción en tomar, les era mucho más fácil tomar alcohol para aceptar lo que sabían iba a suceder, que en algún punto de la noche cada cual iba a consumar una nueva infidelidad con su respectivo macho. Tanto Gabriela, como María se seguían preocupando por el que dirán, por absurdo que pareciera a estas alturas, ambas pensaban que la otra no tendría tan mala imagen de ellas si al menos parecían suficientemente tomadas.

Pero conforme transcurrió el tiempo las dos infieles empezaron a sentir los efectos del alcohol, más amenas, disfrutaban de los chistes picantes de sus hombres, toleraban sus manos en sus piernas cada vez más arriba y los sobeteos descarados en sus muslos, incluso María le había dado algún pico en la boca a Don Felipe, mientras que aprovechando la oscuridad, Don Cipriano sobaba una de las tetas de Gabriela por encima del vestido.

De estar molesta con Don Cipriano, Gabriela había pasado a preguntarse cuando sería el momento para irse a un lugar más privado, no es que no disfrutara en su estado alcoholizado de la compañía de su amiga y de Don Felipe, pero sus intenciones para pasar la noche eran otras, sin embargo aún conservaba el suficiente pudor, para evitar pedirle a Don Cipriano que se fueran a coger a otro lado, esperaba sumisamente que como de costumbre el viejo tomara la iniciativa con sus indecorosas propuestas, además así no se sentía tan mal respecto a su conciencia.

-      Vamos a bailar!! – tomándola de la mano, Don Cipriano la llevó a la pista en medio del bar.

Se trataba de una canción a ritmo de salsa, incapaz de negarle nada a Don Cipriano, Gabriela se dejó llevar, siempre había tenido afición por el baile, desafortunadamente César, su esposo nunca había tenido habilidad para ello y no había aún tenido la oportunidad de disfrutar de una sesión de baile con su esposo, después del curso de baile que Lidia, su amiga, le había dado a su amoroso cónyuge.

Don Cipriano era un bailador nato, perfectamente sincronizado con el ritmo, bailaba a Gaby, con una firmeza que tanto le gustaba, el viejo le marcaba las vueltas a seguir y en todo momento fue un baile cadencioso, rítmico y continuo, el repertorio de vueltas de Don Cipriano era lo bastante grande como para que Gaby nunca sintiera el baile con su pareja repetitivo.

Desde que se casó, Gaby se había visto obligada a moderar su afición por el baile, debido a que César no era una pareja ideal para esta actividad, entre lo mareada que se encontraba a causa del alcohol y las vueltas que realizaba bailando junto a Don Cipriano, gozó intensamente de bailar en la pista del bar. Sorprendentemente Don Cipriano a pesar de su panza era bastante ágil, o al menos con la suficiente experiencia como para dejar satisfecha a su pareja de baile. En cuanto la música se hizo un poco más lenta aprovechó para atraer el escultural cuerpo de su vieja.

Gaby notó con alegría la verga parada de Don Cipriano, como chocaba contra su vientre y no hizo ningún intento para evitar el contacto, la llenaba de orgullo el hecho de saber que prácticamente en su presencia podía mantener constantemente caliente a este hombre. Cuando sus rostros se acercaron lo suficiente para notar el aliento alcohólico de Don Cipriano (y de ella misma)  no rechazó el beso, ni que la lengua de su amante jugueteara con la suya, poco le importó el espectáculo que daba a los demás clientes del bar, cuando ambas manos de Don Cipriano bajaron a sobar su trasero, ni siquiera las grandes manos de Don Cipriano podían estrujar el culo de Gaby, sin que este se desbordara.

Don Cipriano notó con alegría como los besos de la putita se intensificaban a medida que las caricias sobre su trasero se volvían más intensas, lo calentó aún más el hecho de que percatarse de la tanga de hilo dental que su hembra había escogido para la ocasión. De forma intencional levantó el vestido de Gaby para mostrarle a quien estuviera viendo el hermoso par de nalgas que se iba a comer, a Don Cipriano le gustaba exhibir a su conquista, que los demás se murieran de envidia, sabía que prácticamente ningún presente había estado con una mujer del calibre de la señora Guillen.

Gaby noto el aire fresco sobre sus nalgas, pero ni así reaccionó, lo que hacían en la pista, ya había dejado de ser un baile, y ella se entregaba al morreo entusiasta, abrazando con fuerza a Don Cipriano no quería que se despegara de ella. Llevaba demasiado tiempo caliente, toda la semana y evitando tocarse para llegar con su libido intacto al encuentro de esta noche. Dando torpes pasos, la pareja fue retrocediendo siempre besándose, hasta llegar a una de las paredes del bar, donde continuaron sus escarceos amorosos sin que les importara el espectáculo que estaban dando.

Don Cipriano alargando su mano llegó desde atrás hasta la intimidad de Gaby y la encontró chorreando, completamente húmeda, ya había empapado su minúscula tanga, sin perder tiempo la empezó a dedear, lo que obtuvo como respuesta un sordo gemido de Gaby, está entonces empezó a besar la oreja de Don Cipriano y a susurrarle lo caliente y ganosa que estaba.

-      Ya papi, llévame a otro lado, si?.- pidió lo más dulcemente que pudo.

-      Espérate hay que volver a la mesa con Don Felipe.

-      No papi, porfa, estoy muy caliente, no lo ves, quiero estar contigo.

-      Dilo como se debe y a lo mejor lo pienso.

-      Quiero coger, papi, quiero que me cojas, he querido que me cojas toda la semana, ya no seas malo. – imploró la mujer, esperando que Don Cipriano se apiadara de ella y aplacara sus necesidades.

-      Y yo te quiero coger a ti, pero será después, en castigo por haberme no haberte dejado la vez pasada.

-      Pero no fue mi culpa bebe, yo si quería te lo juro.

Por toda respuesta recibió otro dedo dentro de su vagina y con dos dedos, la mano de Don Cipriano se empezó a mover vigorosamente dentro del sexo, de la caliente mujer. Sus piernas flaqueaban y no iba a poder mantenerse de pie, intentando guardar el equilibrio abrió sus piernas y se abrazó todo lo que pudo a Don Cipriano. Ahí contra la pared de un oscuro bar Gabrielita restregaba su babeante vagina sobre el muslo de su amante, con la esperanza de calentarlo lo suficiente como para que se la llevara a un lugar privado. Pero Don Cipriano, aunque caliente, se podía controlar, eso no era lo acordado con Don Felipe, había que cumplir el trato y sin duda la calentura de Gaby le facilitaría las cosas. Repentinamente ambos notaron el destello de un flash, los demás clientes del bar estarían tan calientes con el espectáculo que hasta fotos empezaban a tomar, exhibir a su putita era algo bueno, pero tampoco quería que Gaby acabara en el celular de un desconocido.

-      Vamos hay que regresar a la mesa.

-      Pero ahí están Don Felipe y María!!,- protestó inútilmente Gabriela.

-      No hay pero que valga, tu confía putita, cuando te he quedado mal?

Evidentemente Don Cipriano siempre la había complacido más allá de sus expectativas, no tenía motivos para dudar de él, aun así Gabrielita obedeció a regañadientes, estaba muy caliente, había anhelado revolcarse con Don Cipriano toda la semana y estaba contrariada del porque su macho postergaba el momento.

Cuando llegaron a la mesa, Gabriela no pudo ver a María, del otro lado de su asiento, solo se podía ver a Don Felipe sentado en el sillón, pero había algo raro, la cara del amigo de Don Cipriano tenía una clara expresión de placer, entonces se percato de la cabeza de su amiga subiendo y bajando sobre el regazo de Don Felipe. Era obvio que estaba realizando una felación en medio del bar… que atrevimiento!!, aunque ser dedeada al lado de una pista de baile, tampoco era demasiado conservador razonó Gaby.

María dejó su labor y visiblemente borracha saludo a la pareja que acababa de llegar.

-      Hola, pero que pena.- aunque en realidad no sintiera pena ninguna.

-      Toma otro trago preciosa.- dijo Don Felipe acercando un vaso con vodka y jugo de naranja a los labios de María, mientras ella no dejaba de pajearle la verga, ella aceptó la bebida sin dejar de mover su manita.

Gaby tomo asiento, nunca había visto a otra pareja tener relaciones, solo algún manoseo subido de tono y eso anteriormente ya le parecía indecente, ver como María retomaba su posición y volvía a mamar el falo de Don Cipriano la excitó  terriblemente, fue incapaz de retirar la vista de la pareja de enfrente, aunque solo lograra ver la cabeza de su amiga subir y bajar, la situación le despertaba el morbo dentro de ella. Absorta como estaba Don Cipriano aprovechó para sacarle las tetas retirando el vestido, solo reaccionó cuando la boca del viejo descendió para comerle sus pezones.

-      Ahhh, Don, usted y su amigo son unos pervertidos, de intento nos han traído aquí, sabían que esto pasaría.

-      Y tu acaso no sabías a qué venías?? Me vas a decir que venías con tu tanga de pura casualidad Gabrielita? Si yo soy un pervertido, tu entonces que eres?.

-      Ahh ahh, usted, usted me hace así.

-      No mi putita, yo solo saque la puta que siempre hubo en ti, ahora baja y has lo que tu amiga.

Gaby pudo ver que el caliente viejo ya se había sacado el mismo la verga del pantalón, la visión de ese falo, que tanto placer le había dado, que tanto placer le podía proporcionar, desvaneció sus últimas dudas y se reclinó sobre el sillón para mamar la verga que le ofrecían. Cuando la capturó en sus labios pudo saborear el sabroso líquido preseminal que empezaba a destilar la verga. Concentrada en su labor solo pudo ver de reojo como María se entregaba con igual empeño con la verga de su respectivo macho, sin poderlo evitar, tuvo que dirigir una mano a su vagina, apartar su tanga y empezar a estimularse ella misma el clítoris.

Mientras ambas mujeres continuaban sus felaciones, ambos hombre empezaron a platicar.

-      Eres un carbón Don Felipe, como te puedes coger a mi sobrina, te la mamas. – dijo Don Cipriano.

-      Pues ya ves, aunque no fue mi culpa, tu sobrina le encanta la verga y se puso al tiro.

-      Si, ya algo sabía de sus aficiones. – afirmó Don Cipriano.

-      Bueno pues tu no te quedas atrás que pedazo de vieja, pensar que no alardeabas, para serte honesto, pensé que solo fanfarroneabas, ahora que veo a Gaby, confirmo tus palabras, es sencillamente espectacular.

-      Quiero entender entonces que el trato continua verdad?

-      Pues si, aunque te tenga que descontar 5 mil pesos de tu deuda, en eso he quedado y soy un hombre de palabra.

-      Me alegra tener asuntos de negocios contigo don Felipe, aunque ahora se mezclen con el placer.

-      Si bueno, ya deberíamos llevárnoslas para arriba, estas dos putas están que se derriten y a mi también me tienen re caliente.

Gabriela escuchaba como hablaban ambos hombres acerca de ellas, como si no estuvieran ahí presentes y solo se trataran de objetos cuya utilidad fuera el placer, verse usada de esa forma, la hizo mojarse aún más, hasta hacer evidente su humedad sobre el sillón donde estaba, pero aun más la excito el comentario de Don Felipe sobre llevárselas a otro lado, seguramente para poder coger a gusto. Dejo su labor y despego su boquita de la verga que hasta entonces saboreaba, para darle un largo beso a Don Cipriano.

-      Si llévenos arriba, yo quiero ir arriba. – insistió la borracha Gabriela.

-      Ves esta que se muere la pobre por una verga, pobrecita, ahorita arreglamos eso. – Don Felipe.

-      Pues, es que la última vez se portó mal conmigo, no hay que perdonarla así como así. – Don Cipriano.

-      Y que siguieres?.- preguntó Don Felipe.

-      Que las dos bailen para nosotros, a mi me parece justo.

-      Caray, que chingonas ideas tienes de vez en cuando Cipriano, a ver tu María párate y baila con tu amiguita y que sea sexy ehh?

Ambas mujeres se levantaron y de la mano fueron a bailar enfrente de la mesa donde sus hombres tomaban otro trago mientras las observaban en silencio y con la máxima atención. Era claro que los dos querían calentarse viendo un baile entre ambas chicas, Gabriela estaba dispuesta a complacer a don Cipriano, aunque nunca en su vida había tenido una experiencia lésbica y de hecho la sola idea le daba repugnancia… al menos hasta ese día, que estaba decidida a brindar un buen espectáculo.

El ritmo era de reggaetón, bastante apropiado, ambas empezaron a bailar de frente, Marîa al tener más experiencia tomó la parte activa del baile, dando la vuelta a Gabriela y abrazándola desde atrás, empezaron a “perrear” Gabriela juguetona rozaba su trasero sobre el vientre de Marîa, se trataba únicamente de un juego, pues María no tenía verga sobre la cual restregar su culito, pero risueña volteó hacia la mesa para ver que efecto causaba en el par de hombres.

Las caras de Don Felipe y Don Cipriano eran un poema, faltaba poco para que se les cayera la baba, ante el resultado, Gabriela decidió darse la vuelta para quedar de frente con María y atraerla hacia si, posando sus manos en las caderas de su amiga. Contoneándose sensualmente María empezó a bajar lentamente moviendo de forma exagerada su culo, a continuación fue el turno de Gaby que igualmente fue bajando lentamente apoyándose en el cuerpo de su amiga, tratando de que en todo momento su culo estuviera lo mas parado posible. Su caliente baile estaba resultando todo un éxito, incluso la estaba poniendo caliente a Gabriela, la sueva piel de María, el tacto de sus largas uñas en sus brazos, lo delicado de sus manos, la suave piel morena y ligeramente sudada de María, le empezaban a resultar sexys.

Marîa empezó a balancearse de un lado a otro lentamente, rozando sus tetas con las tetas de Gaby, ambas mujeres abrazadas, fueron deslizando lenta pero continuamente sus manos sobre el trasero de la otra, con cada roce, la erección de los pezones de ambas mujeres era más evidente. Sin ropa interior que protegiera sus senos, Gaby sentía intensamente la presión de las tetas de su amiga. Ya con ambas manos acariciando el trasero de María y con ella haciendo lo propio con sus pompis, le fue imposible resistir la tentación de dar un beso en los labios de su amiga.

El beso fue recibido con ovaciones por parte de ambos hombres que estaban recibiendo un espectáculo mucho mejor del que habían esperado en primera instancia. Las expresiones de ánimo, impulsaron a ambas hembras a intensificar sus besos y enroscar sus lenguas a la vista de sus machos. De pronto María volteó a Gaby de forma que esta diera la espalda a la mesa donde se encontraban Don Felipe y Don Cipriano y le levantó el vestido, dejando el hermoso par de nalgas, con la coqueta tanga impúdicamente a la vista.

-      Zorra.- alcanzó a decir Gaby, aunque sin mala intención.

Esta vez ella volteó a María y fue ella la que exhibió en venganza las nalgas de su amiga, esto sin dejar de besarse.

Estaba claro que ambas hembras estaban demasiado calientes y que si no se las cogían rápido ellas se satisfarían entre ellas de ser necesario, Don Felipe y Don Cipriano se levantaron, cada uno tomó a su respectiva mujer de la mano y las separaron a regañadientes, mientras ellas se besaban. Don Felipe se encaminó hacia las escaleras.

Mientras tanto Armando no podía creer lo que acababa de presenciar, estaba seguro sobre la infidelidad de Gaby desde que supo que esta mentía a su marido para poder salir el sábado, pero nunca sospechó hasta que grado la tierna Gabriela se había emputecido, esto superaba cualquier expectativa, era algo asqueroso por lo que le hacían a su leal amigo, pero no pudo evitar sentirse excitado por el espectáculo que había podido presenciar. En la oscuridad solo se podían adivinar los manoseos de Gabriela y su amante y también pudo ver cuando ella le obsequió con una mamada, sin embargo había podido grabar video cuando salieron los amantes a la pista de baile y ver su indecente danza, incluso se arriesgó a tomar una fotografía en el momento en que Gabriela restregaba el coño como perra en celo y su amante le introducía los dedos exponiendo su terso trasero a la vista de los presentes.

Cuando vio retirarse a Gabriela y otras 3 personas hacia la planta de arriba del bar, Armando dedujo que ahí consumirían el acto, peor aún, podía tratarse de una orgía en toda regla, aunque de eso último no estuviera seguro.

-      Pobre César, no sabes  la puta con la que estás casado, es mucho peor que mi ex mujer.

Sumisamente María y Gaby fueron conducidas hasta la habitación de arriba, que Don Felipe mantenía alfombrada, con una cama King size  y un sillón doble. A Gaby le urgía tener algo dentro del coño, si Don Cipriano encontraba otro pretexto para negarle la verga que tanto necesitaba, iba  tener que violarlo de ser necesario…. O recurrir a María para saciarse, definitivamente sus besos eran diferentes a todo lo que había probado hasta el momento, más delicados, aunque no por ello menos sensuales.

Una vez dentro de la habitación, se lanzó sobre Don Cipriano a devorarle la boca, el mecánico estaba satisfecho con las muestras de calentura, esta vez no iba ser necesario convencerla de nada a la caliente hembra, de hecho lo sorprendió la fogosidad de su perrita.

Las rudas manos de Don Cipriano se apoderaron de las turgentes tetas de Gaby, que suspiraba claramente esperando el siguiente movimiento de su amante. Don Cipriano se sentó en el sillón y comenzó a desvestirse, ayudado por Gaby que arrodillada retiraba los zapatos y el pantalón del viejo, agilizando el proceso de verse empalada.

Con su vestido enrollado en su cintura volvió a lamer la enorme verga de Don Cipriano ensalivándola a conciencia para lubricarla, precaución inútil pues su coño estaba lubricado como nunca. Después de unos cuanto lametones se incorporó y se dio media vuelta, prefería no ver el feo rostro de Don Cipriano y centrarse en la agradable sensación de sentirse perforada nuevamente, con su mano dirigió la cabeza de la verga a los labios de su coño y con los ojos cerrados, se fue empalando lentamente hasta tener toda la verga dentro hasta la empuñadura.

Don Cipriano podía ver como el blanco trasero de Gaby rebotaba sobre sus muslos, podía sentir su vientre húmedo de los fluidos de su caliente amante casada, aprovechó para darle una nalgada más fuerte de lo habitual, dejando su mano marcada en el bello trasero, Gaby gimió, pero continuó cabalgando y empezó a gemir para que todos en ese cuarto pudieran escucharla. Deseaba coger, deseaba ser cogida, que la usaran hasta saciarse, quería sentirse dominada por su macho exhibida, le encantaban las sensaciones que el sexo con su marido, no podían despertar… no era únicamente un placer físico, había un placer psicológico que Gaby sencillamente no era capaz de explicar, pero que acentuaba sus ganas de entrega para ser montada.

Una vez con la verga en su interior su cabalgata fue frenética una carrera al orgasmo, que le sobrevino rápidamente y no tuvo pena alguna en expresarlo.

-      Ahh papi, me vine, papi, dame mas, otro.

-      Te dije que confiaras en mi putita, ves como tenía razón?

-      Si mi vida, coges muy rico, me voy a venir otra vez ahhh.

Gabriela abrió los ojos mientras que su primer orgasmo de la tarde comenzaba a pasar y esperaba encadenarlo con un segundo orgasmo, en la cama enfrente de ella, María montaba a Don Felipe, la precoz muchacha, lograba mantener un ritmo endiablado con sus caderas, exprimiendo la verga de su hombre. María ya completamente desnuda, detuvo su cabalgada y desmontó la verga, para darse media vuelta y continuar cogiendo, aunque esta vez regalando una visión de su trasero al afortunado. Así frente a frente mientras ambas mujeres eran cogidas, María dedicó una sonrisa a Gaby, esta no pudo hacer menos que corresponder el gesto.

Así mirando con deseo por vez primera a una mujer, logró su segundo orgasmo, poniendo los ojos en blanco escucho complacida el orgasmo de su amiga. Cayó desfallecida sobre el cuerpo de Don Cipriano, este también quería obtener su orgasmo, la visión de su puta sobrina devorando la verga de su amigo, el faje en la pista de baile, el espectáculo lésbico que les habían ofrecido y la cabalgata de su hembra, lo tenían al borde del éxtasis. Don Cipriano empezó a mover sus caderas con mayor ímpetu, acelerando la penetración en el coño de una pasiva Gabriela que no podía continuar después de sus dos orgasmos.

-      Ahh para, para, ya no, detenteee.- suplicó inútilmente Gaby.

Sin embargo a Don Cipriano ya no le importaba el placer de su perra, solo el suyo propio, sin hacer caso a las súplicas de Gaby, continuo martillando el inundado coño que no dejaba de contraerse involuntariamente masajeando la verga invasora. Gaby después de su segundo orgasmo quiso detenerse, desde luego quería seguir cogiendo, pero de momento la sensación en su sexo resultaba un poco dolorosa, sin embargo el dolor se fue transformando en placer, un placer desconocido, aullando de placer, empezó a correrse por tercera vez, esta vez de su coño emanaron tantos fluidos en 3 chorros de líquido que salieron proyectados a la alfombra, las piernas de Gaby temblaban incontroladamente, lo que coincidió finalmente con la eyaculación de Don Cipriano en su interior.

Somnolienta después de los orgasmos alcanzados quedó recuperándose sobre el pecho de su amante, mientras que risueña, volteaba para darle tiernos besos al causante de sus orgasmos. Al fin apiadándose de ella, Don Cipriano la levantó con sus dos brazos y la depositó en la cama al lado de María que se recuperaba igualmente de la reciente culeada.

Las dos chicas se abrazaron felices y bien cogidas, de forma natural empezaron tiernas caricias sobre sus brazos y espaldas, Gabriela aprovechaba sus largas uñas para provocar cosquillas en María, podía sentir como su piel se erizaba y arqueaba la espalda en respuesta a sus caricias, a cambio recibía mimos de parte de María.

Ambos hombres se retiraron a recuperar fuerzas y observar las dos bellezas (especialmente a Gaby) de las cuales acababan de disfrutar. Con la visión de ambas mujeres acariciándose y besándose, sin duda no tardarían demasiado sus miembros en estar dispuestos para un nuevo combate.

Poco a poco los besos de María se volvían más intensos y eran bien correspondidos por Gaby, desinhibida por el alcohol, deseaba experimentar esta faceta de su sexualidad que hasta entonces siempre había negado. Después de largo minutos de besos, María empezó a acariciar la vagina de Gaby, con un tacto, delicadeza y maestría de las cuales sólo sería capaz otra mujer. Gaby empezó a emitir quedos gemidos y a echar su cabeza hacia atrás, lo que aprovechó su caliente amiga para bajara a comerle las tetas.

María ya había tenido alguna experiencia lésbica con sus amigas de la secundaria y de la prepa, era lo normal en las nuevas generaciones, apreciaba la belleza ya fuera masculina o femenina y sin dudarlo, Gaby poseía el cuerpo más hermoso que conociera, eso le provocaba cierta envidia, pero de momento quien tenía a tan tremenda hembra entre sus brazos y quien hacía suspirar a Gaby, era ella, tenía que aprovecharlo.

Su cabeza continuó su trayectoria descendente hasta llegar a la húmeda gruta de Gaby, perfectamente depilada, sobresalía el enrojecido clítoris esperando ser atendido, María hundió su cabeza entre las piernas de su amiga y se dedicó a masajear el clítoris utilizando su habilidoso lengua. Gabriela por su parte, el placer la obligaba a contonearse, a mover sus caderas y a gemir, pero que bien se sentía, estaba claro que le gustaban los hombres pero el placer que le proporcionaba María era también muy intenso, mucho mejor que las monótonas relaciones con su esposo.

Quería devolver el placer, necesitaba devolverlo, lo ansiaba, haciendo acopio de todas sus fuerzas separó la cabeza de su amiga de su anhelante coño, la besó nuevamente en los labios y la recostó sobre la cama. María agradecía que su compañera tomará la incoativa, muestra indudable que había realizado una buena labor degustando el coñito de la casada y estuvo aún más agradecida cuando Gaby se colocó sobre ella de manera que Gaby pudiera comerle el coño mientras dejaba el suyo propio al alcance de esa maravillosa boca.

Enajenadas en su placer como estaban, no escucharon las obscenidades que les gritaron ambos hombres, sin duda tenían a su merced a unas putas de primera y solo había una forma correcta de tratar con unas putas así, cogérselas como si uno quisiera partirlas por la mitad, las muy putas lo terminarían agradeciendo y regresando por más.

Con sus vergas nuevamente enhiestas Don Felipe y Don Cipriano se dirigieron hacia la campa donde retozaban las dos ninfas pervertidas, una vez más las separaron y las colocaron a 4 patas una enfrente de la otra, Don Felipe empezó a trajinar a Gabrielita y Don Felipe hizo  lo propio con la joven María.

Gabriela encontraba delicioso poder observar la cópula de su amiga, jamás había tenido la oportunidad de ver a otras personas teniendo sexo, su experiencia viendo películas pornográficas era cercana a cero, lo encontraba terriblemente morboso ver la boquita de María entreabierta, tratando de jalar aire, a la vez que el rubor se extendía en sus mejillas, ver sus pupilas dilatadas y la expresión de placer de otra mujer, que suponía sería similar a sus propias expresiones. El vaivén de las tetas colgantes que se aceleraba al mismo ritmo que las embestidas de Don Felipe.

Ambos hombres parecían que competían para satisfacer a sus hembras, ninguno aceptaría correrse antes que el otro de buena gana, así los dos hombres imprimían un ritmo bestial a sus putas, mucho más rápido de lo que normalmente harían, pero con la esperanza de que el otro desistiera en su empeño. El ritmo de la cogida hizo que ambas mujeres empezaran a gemir, sus exclamaciones de gozo se entremezclaban en la habitación, este sonido era únicamente interrumpido por la nalgada esporádica que los hombres daban sobre la grupa de sus perras.

Las embestidas sobre sus traseros, las obligaban poco a poco a moverse hacia enfrente, aunque ambas mujeres resistían estoicas las estocadas recibidas y firmemente alzaban el culo para aumentar el roce de esas vergas perforando sus vaginas, era inevitable que se fueran haciendo poco a poco hacia delante, hasta que pudieron sentir los alientos de cada una, escuchar sus quejidos y estar tan cerca la una de la otra que pudieron besarse, no si dificultad, por la cogida que estaban recibiendo.

Don Cipriano decidió cambiar de agujero, tenía ganas de cogerse a Gabriela por su apretado culo y esta también tenía ganas de ser sodomizada nuevamente, así que apenas si emitió algún quejido cuando apoyo la cabeza sobre el rosadito ano de la casada y empezó la penetración lenta pero constantemente el culo de Gaby se trago todos los centímetros de la verga de su amante.

Contenta ella empezó a sincronizar las embestidas de Don Cipriano con el vaivén de su culo, le encantaba la sensación de comerse toda esa verga por su culo, hasta la empuñadura y sentir ese par de huevos llenos de leche con la que dentro de poco tendría que bañarla.

Don Felipe, intentó realizar lo mismo que Don Cipriano e inaugurar el culo de su putita que seguía con los ojos cerrados disfrutando de la cogida sin percatarse de que la santa de Gaby ya tenía bien abierto el ojete y disfrutaba horrores ser sodomizada. Desprevenida como estaba, reaccionó saltando a la maniobra de Don Felipe.

-      Anda puta, no te hagas la estrecha.

-      No Don Felipe, por ahí no, soy virgen.

-      Pues eso tiene fácil solución, ve a tu amiga como disfruta de que la enculen.

-      Ella porque es una zorra.

-      Jajaja y tu entonces que eres mi amor?

-      Yo?, una zorrita, ella es mucho más puta que yo por lo que puedo ver. – dijo convencida María. Después de todo ella cogía con Don Felipe, por placer es cierto, pero el motivo principal eran las ventajas económicas que podía recibir, Gabriela en cambio vivía una vida desahogada económicamente, y si cogía con Don Cipriano era porque le gustaba la verga, ese era su principal motivo.

-      Vamos, ayúdame Don Cipriano, convence a tu sobrinita.

-      Ella ya está grandecita para decidir, pero de todas formas te voy a  decir que al principio todas dicen que no, pero todas acaban parando el culo disfrutando de la enculada.

-      Pues a lo mejor, pero debe doler.- razonó María.

-      Tranquila, mejor pregúntale a Gaby, sobre lo que se siente.- indicó Don Cipriano.

-      Pues duele, al principio, duele, pero luego acabas gozando, es diferente a como cuando la penetración es por la vagina, pero se acaba sintiendo delicioso.- describió Gaby.

-      De verdad?

-      Si anímate, si lo hacen con cuidado disfrutaras mucho.- dijo Gaby tomando el papel de la putita con experiencia.

-      Bueno pero si me duele la sacas, lo prometes Don Felipe?

-      Te lo prometo chiquita, pero primero que te pongan la muestra.

Don Cipriano se retiró del ano de Gabriela, esta continuó en su perruna postura pero se dio la media vuelta  dejando su trasero expuesto al borde de la cama. María pudo ver como el ano de Gaby seguía dilatado, cuando Don Cipriano volvió a tomar posición detrás de ella y enfiló su verga el ano de Gaby cada vez más acostumbrado a ser sodomizado se tragó la verga de Don Cipriano.

-      Ves ponte a su lado perrita.- Dijo Don Felipe.

No muy convencida, María adoptó la postura en cuatro patas al lado de su amiga, sintió como Don Felipe le daba brochazos con su verga en su babeante coño y le escupía el ano para lubricarla. Don Felipe volvió a cogérsela por el culo, mientras masajeaba con el pulgar el ano de María.

-      Te duele putita?.

-      No, no me duele, se siente rico.

-      Quieres que continúe?

-      Si pero poco a poquito.

Gaby seguía recibiendo por el culo, pero mientras veía a su compañera de puterias y su compungida cara recibir primero uno y luego dos dedos en su virginal trasero, recordaba la primera vez que su marido había intentado sin éxito el sexo anal con ella y como lo habían tenido que dejar por su dolor y como Don Cipriano totalmente indiferente a sus suplicas le había roto el culo a pesar de sus protestas hasta hacerla berrear de placer.

El desfloramiento de María estaba resultando más tierno, y no sabía si envidiarla o compadecerla, al principio en efecto sintió un dolor terrible en su adolorido ano, pero terminó mugiendo de placer a petición de Don Cipriano, solo de recordarlo su vagina segregaba fluidos, mientras la seguían enculando. Por la cara de María, supo cuando Don Felipe estaba penetrándola con su verga, queriendo disminuir el dolor de la inevitable desfloración, extendió una mano para empezar a acariciar el clítoris de María y acercando su cabeza empezó a darle besitos en la mejilla.

No pasó demasiado tiempo antes de que María empezara a sentir más placer que molestia y responder favorablemente a la cogida que le estaban dando, ambas putas eran montadas cada vez más rápido, sus culos recibían numerosos azotes que no hacían más que enardecerlas aún más. El obsceno ruido de sus nalgas plap plap plap, al ritmo en que eran penetradas, eso era demasiado para Don Felipe, que aun siendo unos 15 años menor que Don Cipriano, empezó a correrse en culito de María.

Don Cipriano lleno de orgullo aumentó el ritmo de la culeada, aun a su edad era capaz de seducir a una mujer como Gabriela, emputecerla  base de cogidas y ofrecer mejor sexo que machos como Don Felipe, siendo que este ya era bueno en el sexo y era considerablemente más joven que él.

Gabriela compenetrada, supo sin necesidad de palabras que su macho había ganado tan singular competición, de que era montada por el mejor semental disponible y eso la llenaba de orgullo, había hecho quedar bien a Don Cipriano y ya había recibido múltiples orgasmos, completamente feliz, empezó a gritar queriendo demostrar su placer, y dejando muy claro que Don Cipriano era el mejor amante con el que podía soñar. Al elevar el ego de Don Cipriano, Gabriela elevaba el suyo propio.

-      Si así, cógeme…duro!!!!, papi dale.

-      Así perra? Así te gusta que te rompan el culo?

-      Soy tu perrita, tu zorrita tierna recuerdas? Me gusta me gusta que tu me lo rompas.

-      Me amas puta?

-      Te amo!!!, Don Cipriano te amo,  pero por favor no me dejes de coger.

Don Cipriano cayó exhausto pero feliz sobre la grupa de su amante, sudoroso por el esfuerzo, se limitó a besar la nuca de Gabriela, mientras su verga iba encogiéndose dentro del culo de la casada, donde había descargado nuevamente su semen.

-      Yo también te amo putita. – le dijo al oído.

Sumida en el éxtasis de su último orgasmo, Gaby sonriente, le dió un besito en los labios a Don Cipriano.

-      Y yo a ti. – contestó sinceramente Gaby, quien en ese momento no podía recordar a su esposo o a su hijo, toda su mente la ocupaba el hombre que le daba tan delicioso placer.

****Hasta ahora he subido los 3 relatos del autor original de la obra Ragnas que desaparecieron de todorelatos ya hace un tiempo y dos entregas adicionales escritas por Nadia, Esteban y Macklein. A este último agradezco enormemente que me haya informado sobre lo que sucedio con los autores originales y con sergio autor de la saga de Evelin.

Quisiera cerrar la saga en una o dos entregas máximo...lo ideal sería una entrega y aunque tengo un borrador al respecto, desarrollar un relato que copie más o menos el estilo y sea de una calidad aceptable va a llevar un tiempo. Además que prometí terminar el relato de "Crónicas de una venganza" que es bastante personal.