Gabriela una Adorable Mujer Casada 3
Tercera parte del relato del autor ragnas.
Gabriela... Una adorable mujer casada 3
Jajaja- sonaban las risas en el pequeño bar donde Cesar se tomaba unas copas con Armando, un viejo conocido de la preparatoria.
Buenos tiempos…. Buenos tiempos… -
Armando sonaba melancólico al recordar las viejas épocas. El bar era un lugar tranquilo, quizás demasiado pensó Cesar, no había más de 20 personas y la mitad de ellas se encontraban jugando billar, mientras los otros charlaban amenamente en sus mesas, al igual que él y su viejo amigo, de fondo sonaba la música de ”los temerarios”.
Cesar disfrutaba recordando viejos momentos, viejas aventuras, como aquella vez cuando en una discoteca un amigo de ambos le tocó el trasero a una chica y está sin saber quién fue ni importándole dio media vuelta y le propino una cachetada a Armando, haciéndolo sangrar tanto que fue necesario llevarlo a su casa. Al principio este incidente molestaba a Armando, pero al haber pasado muchísimos años de esto, la anécdota se había convertido en algo gracioso. A pesar de los buenos recuerdos Cesar sabía que durarían poco, estaba nervioso pues necesitaba abordar de alguna manera el tema por el cual estaba allí, la razón por la que se encontró con Armando después de tantos años.
- Bien…Y ahora dime qué problema tienes-
Dijo toscamente Armando, sonando más brusco de lo que quiso. Cesar lo miró a los ojos un tanto sorprendido, a pesar de los años no había perdido ese toque de empatía que lo caracterizaba, sonrió.
Discúlpame- siguió Armando- no he querido sonar así, es solo que me parece extraño que después de tantos años de pronto me llames para vernos…. Me parece que hay algo más ¿verdad?
No has cambiado nada en estos años…Eso me gusta- Cesar volteaba para todos lados como si alguien lo fuese a escuchar, aunque en el fondo estaba seguro que era solo el nerviosismo.
Pues ya ves…. Quizás no tendré tu encanto con las mujeres, pero tengo mis habilidades- ambos rieron. En su adolescencia, Armando siempre se sintió menos que Cesar, dado que él era lo que las personas suelen considerar como un “galán”, alguien que con su sola presencia es capaz de atraer las miradas de las mujeres, y como no también de los hombres quienes lo envidiaban. Muy a su pesar Armando siempre fue lo contrario, un tipo promedio que no atraía las miradas de nadie, con su 1.70 de estatura, su tez morena clara, y unos dientes que no estaban en posición correcta por lo que gran parte de su vida debió usar frenos. Ahora pasados los años adquirió una barriga cervecera y una incipiente calva. A pesar de sentirse así, siempre lo admiro, siempre quiso ser como él, no solo en el físico, sino también admiraba su valentía. Cuando llegaron a tener problemas con otros jóvenes Cesar siempre fue el primero en “entrar al quite”, en meter las manos por sus amigos, en intentar protegerlos. Hasta que salieron de la preparatoria y sus caminos se separaron, no de inmediato, pues de vez en cuando se frecuentaban, lentamente dejaron de hacerlo, y sin darse cuenta ya no se vieron en años. Le pareció extraño esa mañana recibir una llamada de Cesar, casi implorando que se reunieran, a lo que no le quedó más que aceptar.
Al mal paso darle prisa- dijo Cesar en voz baja- Tienes razón… tengo un problema ...- el pobre César dudaba en seguir, se notaba en su voz lo afligido que se sentía. Hubo un momento incómodo en que reinó el silencio, al menos entre ellos pues la gente en el bar seguía divirtiéndose.
¿Necesitas que te preste dinero?- se aventuró a decir Armando.
No…no… nada de eso…
Vamos hombre… entonces si no es eso… cuéntame..- la curiosidad de Armando estaba a flor de piel, quería saber la razón de tanto misterio.
Muy bien… es mi esposa…
¿Tu esposa?- Armando no tenía idea de quién era su esposa, lo último que se enteró es que seguía saliendo con Gabriela, la chica más linda de la preparatoria. - Así es ... .últimamente hemos tenido problemas…. O mejor dicho ella ha tenido problemas, pues creo sinceramente que yo no he cambiado…. O quizás lo hice pero su actitud era diferente antes de eso- César no dejaba de darle vueltas al vaso que tenía entre las manos. Armando frunció el ceño, seguía sin entender porque le contaba esto, Cesar notando su escepticismo prosiguió.
Tu siempre fuiste bueno con los sentimientos de las mujeres… no tengo a quien más acudir…. Mis amigos son unos idiotas que de esto no entienden un carajo…. Mi madre odia a mi esposa, no me daría un buen consejo aunque su vida dependiera de ello…. por favor ayúdame… te lo suplico.
Armando no podía creer lo que estaba viendo, Cesar su amigo de la preparatoria, modelo a seguir, aquel sujeto tan varonil e infranqueable estaba al borde de las lágrimas, nunca lo vio así, tan desesperado, tan asustado, ¿en verdad las cosas iban tan mal entre él y su pareja?
- Tranquilízate… haber cuéntame que pasa- la voz de Armando sonaba tan tranquilizadora, tanto que surtió efecto en Cesar, quien dándose un respiro relato lo acontecido con Gaby. Le contó todo, empezó por relatar lo que según él fue el inicio, esa noche cuando su madre lo llamó avisándole que Gabriela iba en camino a su departamento, con un hombre gordo, que según ella era su amante, Cesar no creyó esto último ni por un instante, sin embargo era su madre quien se lo contaba, por lo que debió guardar compostura. Esa noche tuvo una gran discusión con Gabriela, incluso llegó a acusarla de que ese sujeto que la llevó era algo más, no es que lo creyera pero ese día fue difícil y cometió la estupidez de comportarse como su madre. Continuó relatando la etapa donde Gabriela no dejaba de llorar, la noto tan mal que la convenció de pedir un tiempo de vacaciones en su trabajo, cosa que acepto. Siguió con su narración, contando la ligera mejoría que le noto, omitió el tema del ex jefe de Gaby, quien se le insinuó, no lo consideraba trascendental para la narración. Según César las cosas empezaron a mejorar hasta que fue él quien se distanció, pero fue por un buen motivo, se lo repitió varias veces a Armando, quiso darle el mejor regalo que pudo, lamentablemente tuvo un efecto contrario al que esperaba. Lo peor vino cuando la vio llegar totalmente alcoholizada en su aniversario, le destrozó el corazón escucharla llorar toda la noche, y él sin poder hacer nada para calmarla.
Habían pasado casi 2 semanas desde ese día y la notaba muy distante, prácticamente no se hablaban, parecían 2 extraños viviendo bajo el mismo techo. Sin embargo eso no era lo peor, sino una inquietud que lo carcomía. Cierta noche cuando ambos dormían, Gabriela se levantó a mitad de la noche, Cesar sintió esto, pero no le dio importancia, alrededor de 15 minutos después sintió algo de sed, por lo que fue a la cocina. Al pasar por el baño escucho tenues sonidos extraños, instintivamente se acercó y cayó en cuenta que eran gemidos, gemidos de placer de su esposa, hacía semanas que no tenían relaciones y por lo visto Gaby prefería masturbarse que intentarlo con él, ¿Por qué?. ¿Acaso no la satisfacía? César terminó su historia, omitiendo el nombre de Gaby, con sus manos en su rostro espero pacientemente lo que su amigo tuviera que decirle.
Valla… aunque no lo creas a mí me pasó algo similar- la mirada de Armando se notaba distante como si el recuerdo le sentara mal.
¿En serio?
Así es.
¿Y?.....- a diferencia de Armando la mirada de César se veía con esperanza como si su amigo tuviera la solución.
Nunca me ha gustado andar con rodeos… y tú lo sabes Cesar... así que te diré lo que creo que pasa. Cesar se preocupó de escucharlo así, lo miró intranquilo, impaciente, inseguro. - Tu mujer…. Tu mujer- Armando no pensó que sería tan difícil hacer aquello- mierda… tu mujer está viendo a otro hombre- dijo Armando apelando a su antigua camaradería, intentando que sonara lo menos devastador posible. - ¿Qué?...- - Como lo escuchas…. Tu mujer está saliendo con alguien más… o al menos esa impresión me da según lo que me cuentas
Por favor Armando seamos honestos- César se negaba a creer lo que le decía su amigo, le sonaba tan estúpido, tan irreal. - Soy honesto… como te dije antes… a mí me pasó algo similar... mi esposa cambió súbitamente… cada vez nos veíamos menos y al igual que ustedes parecíamos 2 extraños viviendo en el mismo techo…. Al principio lloraba mucho… pero con el tiempo la note más feliz… incluso conmigo…. Fui un tonto al creer que todo se había solucionado…. pero sin darme cuenta un día llego con los papeles del divorcio… no tuve más opción que firmarlos pues por más que le rogué ella no accedió a que siguiéramos juntos….. Meses después me enteré que mientras aun estábamos casados conoció a un chico menor que ella y salieron a mis espaldas…. Fue un golpe terrible… llegue a pensar incluso en el suicidio…pero con la ayuda de mis amigos y familia logre superarlo.
Cesar escuchó esto, a la vez que su enojo aumentaba, si su ex esposa era una puta pues que lastima, pero la bella Gabriela no era así, la madre de su hijo era una santa, y no iba a permitir esas insinuaciones.
- Creo que fue una pérdida de tiempo venir aquí- César se levantó y sin despedirse dejó unos billetes en la mesa, salió por la puerta, dejando a Armando solo y un tanto desconcertado. Armando vio a su antiguo amigo retirarse, pensando que la vida daba muchas vueltas, ahora era César quien sin quererlo seguía los pasos de Armando “Carajo… así era yo antes de separarme…ojala me equivoque… por tu bien César espero equivocarme” pensó Armando para posteriormente pedir otra cerveza y regresar a casa.
Cesar llegó a su departamento, cansado y decepcionado de perder el tiempo con Armando. Como esperaba todo estaba oscuro, pues era tarde y sus dos amores debían estar dormidos, primero revisó el cuarto de su hijo, allí estaba plácidamente dormido en su pequeña cama, vestido con su pijama del hombre araña, no pudo evitar pensar lo mucho que se parecían. Después fue a revisar a la dueña de su amor, pero también la causante de sus mayores temores, era tan hermosa, solo veía su rostro, porque cubría su cuerpo con la sabana al igual que su hijo también dormía, ¿cómo alguien tan angelical como Gaby podría engañarlo?, era una completa estupidez pensar algo así, lo que le sucedía a Gaby debía ser algo más y él lo descubriría. Detestaba tener que salir de la ciudad nuevamente mañana, pero su trabajo se lo pedía. Sin pensarlo se recostó junto a ella y acarició tiernamente su cabello, sin imaginar que sus sueños ya no le pertenecían a él.
El corazón humano es difícil de predecir, de controlar, de domar si alguien le hubiese dicho a Gabriela todo lo que cambiaría en su vida después de esa tarde en la que conoció a un viejo, se hubiese reído, burlado en su cara. Si alguien le hubiese dicho.
Estás loca mujer. ¿Cómo crees que te haría eso?- Lidia sonaba sorprendida, e incluso algo molesta ante la disculpa de su mejor amiga Gabriela, quien le había confesado que por un momento pensó que entre ella y César existía algo más que amistad.
Si lo sé, soy una estúpida- decía Gabriela no solo refiriéndose a esto, para sus adentros, también se reprendía por ese segundo engaño a Cesar.
Pues sí si lo eres…- dijo Lidia con una sonrisa, dando a entender que no pasaba nada, que al final no solo eran amigas, sino hermanas
¿esa es la razón por la que no contestabas mis llamadas?- La casada estaba tan apenada que contestó afirmativamente solo con su cabeza, sin mirarla a los ojos.
¿Y qué te hizo darte cuenta de tu error?-
Nada en especial…Solo el hecho de que me di cuenta que ustedes jamás me harían eso- mintió la rubia, la verdad es que ya no quería hablar del asunto, quería disculparse con todos por sus actitudes y liberar su culpa, lo estaba haciendo con Lidia, ahora solo faltaba su marido, el ser a quien más le había fallado.
¿Le contaste a Cesar acerca de todo esto? Gabriela negó con su cabeza.
Pero lo haré cuando regrese… el lunes- eso era verdad tenía planeado sincerarse con él, no sólo acerca de lo que creyó que pasaba con Lidia, también tenía planeado contarle acerca de Don Cipriano. Gabriela deseaba con todas sus fuerzas alejar de sus pensamientos a ese asqueroso viejo, lo intentaba y lo intentaba pero no podía, aparecía frecuentemente en sus sueños, las primeras veces para recordarle sobre su infidelidad, y en las últimas noches la hacía suya de nuevo, la tomaba como aquellas noches de pasión que compartieron juntos, esto la aterraba pues amanecía muy húmeda, le excitaba tanto ese viejo que incluso se había masturbado pensando en él. Eso no era justo para su familia, debía contarles todo sin importarle las consecuencias. De repente las voces de los niños en su recamara la despertaron de sus pensamientos.
Te noto extraña amiga… ¿segura que estás bien?- preguntó Lidia.
Si…si... no hay problema Lidia sabía que eso era mentira, para ella era como un libro abierto, sin embargo respetaba sus sentimientos, cuando estuviera lista para hablar ella escucharía.
Bueno… me voy…. que mañana debo llevar al niño temprano al catecismo- dijo Lidia. Gabriela no objeto, quería más tiempo para estar sola. Despidió a sus invitados con una sonrisa, como si nada estuviese pasando en su mente, pasaron unos momentos cuando su celular vibró, lo cogió del sillón y leyó de quien se trataba. Lo elimino sin leerlo, ese viejo se empeñaba en llamarla, en enviarle mensajes, y ella no se atrevía a contestarle, rogaba a dios por que la dejara en paz, rogaba no volver a encontrarlo de lo contrario no sabría cómo reaccionar, no sabría si podría seguir siendo la adorable mujer casada o si por el contrario… Prefirió no terminar el pensamiento, deseo no tener que hacerlo nunca.
Era domingo por la mañana, la casada se había propuesto realizar una tarea que le resultaba muy difícil y dolorosa, debía sincerarse con su madre:
Ya no puedo más con esta culpa mamá- decía Gaby sentada en su sillón, hablando por teléfono con su madre, quien lamentablemente no vivía en su misma ciudad.
Tranquila mija… recuerda que en esta vida todo tiene solución menos la muerte- respondió Irma, la madre de Gabriela, tratando de apoyarla pues esta le contó acerca de sus fallos como esposa y como madre, le contó sobre su infidelidad. Sin embargo la narración no fue completamente cierta, Gabriela cambió algunos detalles intentando decepcionar lo menos posible a la mujer que le dio la vida.
“Tuve relaciones con un hombre que no es Cesar mamá, lo siento”, cuantas mentiras se escondían tras esa simple oración. No tuvo relaciones. En la mente de la rubia las relaciones implican sentimientos como el cariño, el afecto, la ternura, etc., y al fundirse todos en uno solo dan como resultado el epítome de la humanidad: el amor. Lo que paso entre ella y el “hombre” fue atracción, deseo carnal, lujuria, sexo, todo esto distaba mucho de su definición de relación. Con un hombre. Aquí era más concreto decir con un viejo. Esto lleno de vergüenza a Gaby, no fue capaz de confesarle a su madre que su desliz fue con un hombre aún mayor que ella, con un viejo verde.
En su juventud su madre solía aconsejarle que se cuidara de los hombres, de todos, a sabiendas que son capaces de cualquier cosa, con tal de cumplir sus objetivos, y más si este objetivo lleva por nombre el de una mujer hermosa como su hija. Ponía especial énfasis en los “viejos verdes” como ella los llamaba, pues decía que estos al ya haber vivido demasiado tenían más mañas, y mucho menos que perder que los jóvenes. Lo siento. Este punto la inquietaba, a tal grado que por momentos creía ser dos Gabrielas. Primero estaba la linda y amorosa ama de casa que se preocupaba por su esposo y su hijo, la cual se sentía horrible por la canallada perpetrada contra su marido. Y por otro estaba la nueva Gaby, una mujer que disfrutaba de la compañía de un hombre que no era Cesar, de un viejo asqueroso que la hacía vibrar con sus insultos, con sus caricias obscenas, que la volvía loca.
Voy a contárselo a Cesar mamá- confiesa Gaby.
No…. No puedes hacerlo mija ...no lo hagas por favor- la madre de Gabriela hablaba con dificultad,
no tienes idea lo mucho que sufrirán, sobre todo Jacobo. Irma, la madre de Gaby siempre la educó conforme a unos principios muy estrictos, en el cual figuraba la honestidad sobre todas las cosas, así que le sorprendió que en ese momento reaccionara de esa forma. Doña Irma continúo hablando.
No lo recuerdas porque tu padre nos abandonó meses antes de que nacieras…. Pero… pregúntale a tus hermanas, ellas podrán decirte lo mucho que se sufre cuando tus padres se separan- era muy notorio la dificultad con la que hablaba Doña Irma, Gaby se maldijo por hacerla rememorar esos tiempos, sin embargo su situación era diferente, ella no abandonaría a su hijo por nada del mundo.
Esa es la diferencia mamá, ustedes no se separaron, ”él te dejo”- estas últimas palabras intento suavizarlas lo mejor que pudo- nosotros no haremos eso, no lo abandonaremos en tal caso que César decidiera di….vor…ciar...se- le fue imposible no tartamudear en esa simple palabra, imaginando su vida sin su gran amor-, discúlpame mamá pero no es lo mismo.
CLARO QUE ES LO MISMO- gritó Doña Irma, sollozando, muy afectada por esa conversación. Gaby lloraba, lloraba mucho, aunque no era tan evidente pues los últimos días no había dejado de hacerlo y sus ojos ya estaban cansados.
Tranquilízate mamá….- Gabriela no imagino que esa conversación afectara tanto a su madre.
Hija…. Discúlpame…. No sé lo que me pasó….es que no quiero que tires a la basura lo que ambos han construido con esfuerzo y dedicación.
Lo sé mamá… pero Cesar es un gran hombre, el no dejaría a Jacobo por nada del mundo- dijo Gaby mientras con una mano se secaba las lágrimas.
Hija… voy a confesarte algo de lo que juré no hablar nunca más en mi vida…algo que me llena de vergüenza… algo que ni tus hermanas saben… Gabriela comenzaba a preocuparse, sobre todo por la manera en que escuchaba llorar a su mama.
Nunca te he contado la razón por la que tu padre nos dejó…
No importa la razón- interrumpió Gaby tratando de que su mamá dejara de hablar, siempre supo lo mucho que le dolía hablar del tema de su esposo- mamá ya no te aflijas…lo que importa es que mi “padre” es un desgraciado que nos dejó a nuestra suerte. Se hizo el silencio durante un instante, que para Gabriela le parecieron horas, no sabía cómo de hablar de su confesión terminaron hablando de ese hombre que tanto le dolía llamar padre, pronto lo descubriría.
Gaby…. Te pido de favor no me interrumpas… lo que te diré es muy importante… A regañadientes Gabriela terminó aceptando.
La razón por la que tu padre nos dejó… fue por… o mierda… no pensé que esto fuera tan difícil- Gabriela se sorprendió, en toda su vida nunca escuchó a su madre decir una solo grosería, hasta esa tarde.
fue por mi culpa….yo lo en… lo en… lo engañe con otro hombre. Gabriela tardó unos momentos en asimilar esa confesión, su madre, la mujer que siempre considero perfecta acababa de confesar que le fue infiel a su esposo, justo como ella, se negaba a asimilarlo, a creerlo, debía existir una buena explicación para ello.
Fue cosa de una sola vez….y eso bastó para dejar a mis niñas sin padre- Doña Irma seguía sollozando.
¿Pero cómo pasó?.... ¿Quién era ese otro hombre?- - No…. No quiero entrar en detalles… conformate con saber que se lo confesé… y ya ves los resultados. La casada optó por respetar el dolor de su madre, quizás otro día la bombardearía con preguntas, pero no hoy, por fin entendió a qué venía toda esa historia.
Lo siento mama… pero aun así se lo confesaré a Cesar… estoy segura que César me perdonará… él es muy buena persona-
Lo que pasa es que no has visto el problema querida… es verdad, Cesar es muy buena persona, eso no lo discuto… pero a fin de cuentas no deja de ser eso, un hombre, y como tal te quiere más a ti que a su propio hijo, eso es normal.
Eso no es verdad mamá- interrumpió Gaby
Déjame terminar por favor- dijo Doña Irma autoritariamente, como aquellas veces cuando le prohibía ir a alguna fiesta en su adolescencia.
todos los hombres son iguales…. Algunos más impredecibles que otros, pero al fin iguales…. En el mejor de los casos Cesar te dejaría… eso sería un duro golpe para ti y para Jacobo, no me quiero ni imaginar cuál sería el peor de los casos- Doña Irma siempre fue una mujer extremista respecto a los temas de hombres, pero sabía bien como convencer a su hija. Gabriela sabía que su madre hacía eso por su bien, o al menos lo que creía que era su bienestar. Pero Cesar no se merecía lo que le hizo, no solo una vez sino dos, y era su deber informarle y encomendarse a dios para que la perdonara.
Está bien mamá… no lo haré- dijo Gaby honestamente, o al menos de momento.
Gracias a dios reaccionaste- su voz sonaba como mezcla de alivio y triunfo- una última pregunta querida- su voz volvió a adquirir un tono serio
¿ya dejaste de ver a ese hombre verdad?
Si… mama…. Como te dije fue cosa de una sola vez- mintió respecto a lo de que fue solo una vez, pero dijo la verdad en lo otro, no había tenido contacto con el viejo desde aquella vez en su taller. Habían pasado casi dos semanas desde el incidente en “el pie grande”, para ser más específicos este día era Domingo. Recordó que momentos antes de salir del taller prometió que sería ella quien lo llamaría, pero al no hacerlo, comenzó a recibir llamadas y mensaje del viejo, a los cuales no respondió, se sentía asquerosa, sucia por el hecho de que en verdad pensaba llamarlo, esto antes de enterarse de la verdad entre su marido y su mejor amiga. Esa “relación” debía terminar.
Perfecto Gaby… y que esto te sirva de lección- la reprendió
por último mija ¿Dónde está Jacobo?
Está en su habitación… se acaba de bañar…. Mi suegra va a llevarlo al cine en unas horas.
Pasamelo…. Hace mucho que no hablo con el- pidió Doña Irma, queriendo despejar su mente, queriendo olvidarse por un momento de lo que le contó su hija, y de su propia confesión. Gabriela obedeció, esa era la excusa perfecta para dejar de hablar, además Jacobo la quería mucho. Se levantó del sillón, dándose cuenta que su micro short de mezclilla se le subió más de la cuenta, dejando a la vista parte de su descomunal trasero, por lo que con sus manos lo acomodo, al igual que su blusita blanca sin mangas, que se transparentaba y se podía ver sus enormes tetas. Camino y entró en la habitación de Jacobo, quien se estaba amarrando las cintas de los zapatos. - Amor… tu abuelita Irma quiere hablar contigo- sus lágrimas habían dejado de brotar, gracias a dios, pues no quería que Jacobo la viera así. Esa llamada con su madre la hizo sentirse aliviada, en otra circunstancia el hecho de que su madre engañara a su padre la habría enfurecido, probablemente hasta le hubiese gritado, pero en estas circunstancias, el saber que ambas compartían un secreto similar la tranquilizo y de alguna manera la hizo sentirse más unida a ella. Sin decir nada, el niño rápidamente cogió el teléfono visiblemente emocionado. Gaby lo vio reír, era un niño precioso, solía pensar que si los querubines existían serian como su hijo, ¿En verdad podría afectarse tanto si sus padres llegaban a separarse?, ¿se le borraría esa sonrisa de su rostro? Había estado tan preocupada por Cesar y por ella misma que no le dio mucha importancia a lo que su hijo pudiese sentir, ¿y si su madre tenía razón?, ¿y si era mejor guardarlo en secreto? Detesto admitirlo, pero quizá su madre estaba en lo correcto, quizás debía vivir con ese secreto por el bien de su hijo.
Mientras esto sucedía en el departamento de la espectacular rubia, lejos de allí varios hombres charlaban acerca de ella y sus pecaminosas curvas.
Pinche Cipriano, no seas mamón, nunca en la vida una vieja de esas te haría caso- decía el viejo Ignacio a su amigo Cipriano, para posteriormente dar un pequeño trago a su cerveza.
Me vale verga si me crees , ese pinche culote ya fue mío, apretaba riquísimo- en la cara del viejo Cipriano se dibujó una mueca extraña, la cual denotaba lo molesto que estaba, era común cuando bebía que se calentara más de la cuenta, pero ese domingo estaba incluso más. Don Cipriano. Don Ignacio y Don Felipe (un amigo de ambos, cerrajero de toda la vida), tenían por costumbre reunirse los domingos, para hablar, ver el fútbol, jugar cartas, pero sobre todo para tomar, emborracharse y pasar un buen rato. Algunas veces invitaban a alguien para que el juego fluyera mejor, o solamente para burlarse de él y en este día el “afortunado” había sido nuestro queridísimo “chango”, quien cabizbajo escuchaba la plática de los tres viejos, preguntándose porque había aceptado estar allí.
“Ehh pinche chango mañana paso por ti, vamos a jugar cartas, nos hace falta uno más” le dijo Don Cipriano sin darle opción a replica, no le quedó otra opción más que aceptar. De principio no le pareció tan mala idea, pues le serviría para divertirse y quizás para ganar algún dinero extra, sin embargo conforme pasaba el tiempo y su cartera iba en franco descenso cayó en cuenta que no lo fue del todo, quizás lo que más le molestaba era que estar seguro que esos viejos le estaban haciendo trampa, aunque no se atrevía a confrontarlos. El chango estaba sorprendido de la cantidad de cerveza que eran capaces de tomar, él era bueno con el alcohol, pero esos viejos estaban en una liga completamente diferente, apenas y se les notaba, a excepción de Don Cipriano que se había puesto un tanto agresivo. Conforme el tiempo avanzaba se volvían más “estúpidos”, insultándolo acerca de su apariencia, de su estatura, de lo muy velludo que era, detestaba las carcajadas que soltaban con cada nuevo insulto hacia él o hacia su familia.
Agradeció a dios cuando la plática giró en torno a otra cosa, esa “cosa” se llamaba Gaby. - Explíquenme, ¿Qué tan buena esta esa pinche vieja?- preguntó Don Felipe,(intentando calmar los ánimos entre sus amigos) quien no la conocía, de lo contrario hubiese sido el primero en intentar llevársela a la cama, era bastante similar a Cipriano en actitud, creyendo merecer a cualquier mujer, sin importar que al igual que Cipriano era horrible, no solo en lo interno, sino también en lo externo. Era un poco más ancho que Don Cipriano, de su misma estatura, pero a diferencia de él quien pasaba como el típico mexicano con su tez morena, Don Felipe podía pasar como un Africano, con su tez completamente negra, y unas cicatrices en el rostro hechas por un cuchillo, de las cuales no le gustaba hablar, llegando incluso a los golpes con hombres que las veían con curiosidad, también era calvo. - Buena es poco wey…. Parece una de esas viejas que salen en las porno, con un culote y unas chichotas- Don Felipe hacía señales con las manos y seguía hablando- buenísima cabron….una viejota de esas nunca cogería con alguien como tu Cipriano.
El viejo Ignacio era el más centrado de los 3,(al menos cuando no estaba borracho) sabía sus alcances y sus limitaciones, sabía que alguien como Gaby estaba fuera de su liga (de los 3), le resultaba increíble lo que le contó Cipriano que paso después que él se quedara dormido en la fiesta, no le creía.
Pregúntale al chango…. Él te puede decir que si me la chingue- la mirada de Cipriano busco la de el chango, intentando que lo apoyara. El pobre joven quería que se lo tragara la tierra, esos 3 sujetos lo intimidaban, sobretodo el negro de Don Felipe, por allí se rumoreaba que estaba en negocios turbios, y el chango estaba al tanto de esos rumores, además en verdad no sabía si lo que decía el viejo Cipriano era cierto, a él no le constaba, pero en su mente era imposible que Gabriela, esa mujer pura y dedicada a su esposo e hijo se hubiese revolcado con alguien, y menos con alguien tan culero como Don Cipriano.
Si se la cogió… yo los escuche- dijo el chango sin esperar a que le preguntaran, sintiendo la mirada de los viejos, aunque Gabriela era su amiga (al menos él la consideraba así) Cipriano era su patrón, si quería conservar su empleo debía llevársela suave con él, así que la “difamo”. Don Cipriano desde su asiento esbozo una sonrisa de triunfo, estaba hasta la madre de que el idiota de Ignacio pusiera en duda sus palabras.
A huevo que este mocoso te apoya, trabaja para ti- decía Ignacio levantando su voz, mientras el chango se encogía en su asiento, temeroso de la situación. - Ya deja de joderme cabron, yo no soy tu pinche mentiroso, y si sigues con eso vamos para afuera, para partirte tu madre- el viejo Cipriano se levantó de su asiento, con los puños cerrados, con una mueca de odio hacia su amigo. Don Ignacio y Don Felipe se sorprendieron enormemente, no era la costumbre que reaccionara así, solían hacerse bromas similares, y no pasaba de un ”no me chingues cabron”. - Ya relájate wey….- dijo Don Ignacio, intentando que ese altercado no llegara a más, no porque le tuviese miedo, sino porque en verdad lo consideraba su amigo.
Nada de eso culero…no seas culo y vamos para afuera- Don Cipriano no quitaba el dedo del renglón, estaba frustrado, estaba furioso, no precisamente con él sino con su vida y con Gabriela. Recordó claramente como al salir de su taller aquella noche la rubia prometió llamarle, él le creyó, y espero y espero por días, esa llamada que no llegó, cuando se cansó de esperar fue él quien intentó buscarla a través de llamadas y mensajes, y la estúpida de la rubia no contesto ninguno. Y para que todo se jodiera su estúpida mujer lo echó de la casa, y le quitó su trabajo en el taller, esto era solo un rumor aun entre los empleados, pues nada se había hecho oficial, hasta donde ellos sabían el jefe llevaba unos días de vacaciones y todo gracias a perder la cabeza por unas nalgas. Tenía tantas ganas de estar nuevamente con ella, de cogérsela otra vez. Ya casi se habían cumplido dos semanas desde la última vez que la vio y sentía que explotaba, en ansias y en deseos de poseerla nuevamente, esas eran las razones de su ira contenida. Don Ignacio se levantó de su asiento con la intención de salir, él no era ningún “culo” (como comúnmente se dice en México), y a pesar de no querer pelear lo haría.
Cálmense los dos… o de lo contrario ambos tendrán que rendir cuentas frente a mí- anuncio Don Felipe desde su asiento, con una voz tremendamente tranquila frente a la situación. Los viejos voltearon a verlo. Don Ignacio rápidamente se sentó, a diferencia de Don Cipriano, quien estaba tan caliente que por un momento dudo, pero al recordar con quién estaba tratando no le quedó otra más que obedecer, al menos a medias, pues aun enfurecido dio media vuelta para dirigirse a la salida.
¿Ya te vas?....- preguntó Don Felipe, a lo que no recibió respuesta, por lo que continuó
fue un placer jugar cartas contigo…. Por cierto recuerda que se está venciendo el plazo que tienes para pagarme. Don Cipriano odiaba esa falsa educación de parte de Felipe, cuando todo el mundo sabía que era un delincuente de lo peor, y por eso era mejor darle por su lado, era mejor pagarle su dinero, aunque aún no sabía cómo pues había perdido su empleo. Otra idea rondaba su cabeza, escapar, olvidarse de esa deuda y dejar la ciudad, era lo más lógico si no quería enfrentarse a su “amigo”, a fin de cuentas ya nada lo ataba a ese lugar. Salió a la calle, su enojo en vez de disminuir aumentó, necesitaba desquitarse con alguien, inmediatamente supo con quién.
Gabriela llevaba 30 minutos viendo la televisión en su sala, hacía unos momentos que su hijo colgó el teléfono a su abuela y ahora veían la televisión juntos. La rubia dirigió su mirada al reloj que tenían pegado en la pared, marcaba las 3:37, su suegra quedó de pasar por Jacobo a las 5 para llevarlo al cine. Detestaba admitirlo, por mucho que odiara a esa vieja, no cabía duda que amaba a su nieto y eso se lo agradecía.
En ese momento el timbre de la puerta sonó. Lo primero que vino a la mente de la rubia fue que su suegra había llegado muy temprano, detesto esta idea, pero era la más lógica, pues hacía esto muy seguido, aunque le pareció extraño porque siempre que lo hacía estaba Cesar.
Mi amor… hazme un favor y abre la puerta- dijo Gaby con su sensual voz, a la cual el niño era de las pocas personas que era inmune.
Pero mami…- protesto el niño queriendo seguir viendo la televisión.
Ándale…. Si te estás aplastado todo el día vas a engordar y a las mujeres no nos gustan los hombres gorditos- río Gaby dulcemente. El niño no tuvo más remedio que obedecer, y de no muy buena gana se levantó con dirección a la puerta. En cualquier otro momento la casada no dejaría que su hijo abriese la puerta, de hecho se lo tenían prohibido por miedo a que alguien pudiese raptarlo (ya saben cómo son los padres de sobreprotectores), pero estaba tan segura que se trataba de su suegra que no le pareció mala idea. Escucho como se abría la puerta, pero no podía verla, pues la sala y la entrada estaban separadas por una barda. Estuvo unos momentos sentada de la misma manera, cuando le pareció extraño que su suegra no entrara, o aún más raro le pareció no escuchar ruidos, inmediatamente su mente de madre planteó el peor escenario, se imaginó que secuestrador se llevó a Jacobo. Rápidamente se levantó del sillón muy asustada cuando escuchó la voz de su hijo quien decía gritando.
Mami…. Te buscan en la puerta. Gabriela se tranquilizó, y moviendo sus caderas como solo ella puede hacerlo se dirigió a la puerta, sin ponerse sus sandalias, fue entonces cuando nuevamente sintió pánico, el viejo Cipriano estaba junto a su hijo y clavaba su mirada en sus enormes tetas.
Buenos días señora Guillen- dijo el viejo Cipriano, mostrando un rostro extraño, que Gaby jamás había visto en él. Por un momento la rubia se quedó inmóvil, sin saber qué hacer, que responder, como actuar, nuevamente frente a ella estaba ese hombre que amenazaba con destruir su matrimonio, como si nada hubiera pasado la llamo por su nombre de casada. Jacobo viendo cumplido con su tarea regresó a la sala con el fin de seguir disfrutando sus caricaturas, sin imaginar el impacto que ese viejo gordo tuvo en su mami.
Sin que te ofendas preciosa…. Pero ese niño tiene cara de niña jajaja- rió el viejo, tratando que su cólera disminuyera, pero al ver de arriba hacia abajo las curvas de “su mujer” como él se refería a ella, su memoria recordó las sensaciones que Gaby le provocaba, junto a un sentimiento de excitación.
El cuerpo de Gaby sufre una reacción extraña, esta tensa, nerviosa, sonrojada, sus delicadas manos comienzan a sudar, sus pezones endurecen, intentando que esto no se note cruza sus brazos tapándolos con ellos, pero lo más extraño es esa sensación de mariposas en el estómago, misma que no sentía desde su etapa de noviazgo con Cesar. ¿Qué le pasa?, se pregunta.
No mames nena…. Estas buenísima….- dijo el viejo. Gaby también lo vio de arriba hacia abajo, era bastante notorio que venía de trabajar (o al menos eso creyó), pues llevaba puesto un overol de mezclilla azul cubierto con manchas de aceite, a Gaby le pareció que no llevaba más, pues podía ver su velluda piel perfectamente.
¿Qué hace aquí?- pregunta la rubia recuperándose de la sorpresa de verlo en su casa. Hubiese preferido cerrar la puerta y llamar a la policía, pero el viejo tenía apoyado su cuerpo en esta haciéndole imposible esta labor.
Nena…. Prometiste que me llamarías… y no lo hiciste- decía el viejo- no contestas mis llamadas ¿a qué está jugando señora Guillen?
No estoy jugando a nada… y le pido de favor que baje la voz… mi hijo puede escucharlo- dijo Gaby un tanto molesta, con sus brazos aun en sus pechos, mientras de vez en cuando volteaba a ver si Jacobo no estaba junto a ella.
Uyyyyyyyyyyy…ahora si te la das de buena madre…. Pero la otra noche bien que pedías más de esto… como una ramera- el viejo tomó su miembro por encima del overol y lo apretó fuertemente, sin intención de bajar el tono de su voz. Al ver esta acción Gabriela se sonrojo más, al recordar de lo que hablaba y tuvo que retirar su mirada del viejo, “se fuerte Gabriela…Tú puedes hacerlo” se decía en sus pensamientos.
Lo que ocurrió esa noche fue un completo error de mi parte…. No tengo nada más que decir…. No quiero volver a verlo en mi vida- dijo Gaby, mintiéndose a ella misma, una parte quería que la dejara en paz, la otra quería seguir aprendiendo y disfrutando de él.
Lo mismo dijiste la última vez y unos días más tarde te cogí riquísimo y tú no te quejaste pendeja- el viejo estiró su mano intentando atraer a la casada, a lo que ella fue más rápida, pues instintivamente retrocedió.
No se atreva a tocarme… lo digo en serio…. Ahora le recomiendo que se vaya o llamaré a la policía
Si llamaras a la policía yo contaría todo primor…. ¿Te arriesgarías a contarle a tu esposo lo que hemos hecho a sus espaldas?.... no lo creo nena- el rostro del viejo se había tranquilizado un poco. Gabriela guardó silencio un momento, buscando la mejor manera de continuar.
Ya me he decidido a contarle a mi marido todo… Así que si se atreve a dar un paso más llamaré a la policía y que sea lo que dios quiera- la mentira de Gaby sonó muy convincente, después de la llamada de su madre tenía muy en claro que no podía confesarse con Cesar. El viejo Cipriano se quedó sin palabras, la veía tan decidida que estaba seguro que cumpliría su amenaza, pero él estaba tan tan caliente, tan excitado y teniendo enfrente a tan delicioso manjar deseaba cogérsela allí mismo, nunca le gusto obligar a una mujer pero ella era tan hermosa, tan fogosa, que si se veía en la necesidad de hacerlo lo haría.
Mami… me das un vaso de leche- se escuchó la dulce voz del niño quien seguía en su mundo, viendo caricaturas riendo como cualquier otro. El que diga que un hombre excitado y molesto no es capaz de pensar está en un completo error, pues al escuchar esa tierna voz la mente del viejo Cipriano trabajó a marchas forzadas buscando una buena forma de cumplir con su objetivo, lo consiguió. Gaby vio en el viejo esa sonrisa macabra que indicaba que algo no iba bien,
Sabes lo fácil que sería para mi cogerte a la fuerza pendeja- dijo Cipriano parándose completamente recto, instintivamente, queriendo asustar a la rubia.
¿Qué es lo que quiere decir, que me va a violar?... – preguntó Gabriela asustada, pero siendo incapaz de retroceder.
NO… no… nunca me ha gustado hacerlo…así que te recomiendo que lo hagas por las buenas. Ese viejo horrible estaba loco, prefería que la violara, prefería eso mil veces a entregarse otra vez por las buenas, no le importaba que su cuerpo lo desease, su mente era aún más fuerte.
N…no…no… no…no…no- Gabriela estaba como loca negando la propuesta del mecánico, sus dorados cabellos golpeaban sus mejillas haciéndola verse aún más deseable. Viendo que no podría llamar a la policía, pues el viejo a pesar de su edad debía ser más rápido que ella, lo que le impediría llegar al teléfono hizo un último esfuerzo por librarse de esa situación.
Mi marido está por llegar….- fue todo lo que dijo, intentando que el viejo se alejase. (De hecho era mentira pues César estaba fuera de la ciudad en su trabajo). El mecánico siempre consideró a Cesar como un hombre inferior, así lo hacía con cualquier sujeto que no fuera capaz de satisfacer a su mujer, por ende no sentía ningún tipo de miedo por ese hombre.
No me importa… aunque te penetrara solo unos segundos para mi valdría la pena- Don Cipriano tenía una sonrisa de ultratumba, mostraba su escasa dentadura como un psicópata, y no era para menos, muchos hombres estarían igual frente a la sensual casada. Gabriela sospechaba que algo andaba mal en todo eso, no sabía la razón de tanta plática, si como él decía le sería tan fácil obligarla, rápidamente descubrió a donde quería llegar.
Mamacita… creo que todavía no entiendes nada…¿ Qué crees que haría tu hijito si ve como un viejo como yo encula a su mamita- se dio un golpe en el pecho como si lo que acabara de decir fuera motivo de orgullo- ¿crees que crecería traumado?… o ¿crees que lo olvide pronto? La casada se quedó petrificada.
¡Por… por dios!.... ¿en verdad sería capaz de hacerle algo así a un niño?- preguntó Gaby llevándose las manos a la boca.
En verdad no quiero preciosa…. Pero si me obligas lo haré…. Así que nuevamente te pregunto ¿me invitas a pasar?- sonrió el viejo mostrando sus pocos y cariados dientes. Gabriela se maldijo con todas sus fuerzas, fue una estúpida al creer que ese viejo no se atrevería a buscarla en su casa. Si tan solo no hubiera mandado a Jacobo a abrir la puerta nada de esto estaría pasando, no tenía opción, en la mirada del viejo Cipriano veía que era capaz de lo que prometía y mucho más. Sin mirarlo a los ojos la casada en voz baja dijo:
Está bien…. pero primero déjeme llevar a mi hijo a su cuarto-
Aun tenía la esperanza que algún milagro la salvase de esa situación.
Muy bien culona… yo te acompaño- dijo el viejo. Gabriela lo miró con desprecio, con odio por lo que estaban por hacer.
NO…. permítame encerrarlo en su cuarto y después regresó- dijo Gaby decidida, aunque sus palabras no surtieron efecto.
Me crees pendejo… ¿Qué te impediría encerrarte con él y llamar a la policía?.... de eso nada yo voy con ustedes- el viejo se relamía los labios pensando en el festín que se daría allí mismo, en la casa de su Gabriela. Esa idea ni siquiera paso por la mente de la casada, pues la puerta del cuarto de Jacobo no tenía seguro, lo que en verdad quería era que su hijo tuviera el menor trato con Don Cipriano, con el hombre que sin que el niño sospechara, lentamente los alejaba. Gabriela viendo que el viejo no cedería, y sin encontrar solución tuvo que aceptarlo.
B….bien…. pero por favor compórtese frente a Jacobo- dijo en voz baja Gaby. La situación le resultaba de lo más extraña, pero no cabía duda que lo vivido con ese hombre le ayudaba a no derrumbarse, si algo parecido le hubiese ocurrido mucho antes no lo hubiese soportado.
Claro… ahora apresúrate porque quiero cogerte en la cama que compartes con tu maridito. Gabriela lentamente y cabizbaja camino hacia la sala, con el viejo Cipriano detrás suyo, pensando en estas últimas palabras “quiero cogerte en la cama que compartes con tu maridito”, esa era una de las últimas barreras que le quedaban por romper, el ser infiel a Cesar en su propia cama. No sabía si llamar a lo que estaba por suceder infidelidad o violación. Sus antiguos encuentros sexuales con el viejo, así como sus ya seguidas masturbaciones, pensando en esos encuentros, le dieron la respuesta. No importaba si primero lo hacía por chantaje o violación, ella terminaría aceptándolo, terminaría entregándose a él y seria su mujer. Eso era lo que más la aterrorizaba, temía convertirse en esa otra Gaby, y que su bebe la viera así, no podía permitirlo.
Mi amor… ven… vamos a tu cuarto- dijo Gabriela sin esperar respuesta de su hijo, levantándolo con dificultad del sillón. El niño no protesto, ya se había acostumbrado a que su mami lo tratara así, aunque se sorprendió de que ese viejo gordo los estuviera siguiendo. Cuando llegaron a la habitación Gabriela lo acomodo en la cama, y comenzó a buscar algo en la repisa que estaba en un lado de la cama, agachada. Fue entonces cuando el inocente niño vio que el viejo no despegaba la mirada de su madre. “Ese señor es otro de esos que les gustan las pompas de mama” pensó Jacobo sin darle más importancia. Gabriela por fin se levantó de esa posición, sosteniendo en sus manos el DVD de los increíbles, lo puso en el reproductor, para después encender la televisión, nuevamente se acercó a Jacobo y dijo con cara de preocupación:
¿Recuerdas ese libro de dragones que te leí hace algunos días?- pregunto Gaby intentando sonreír, aunque no lo hizo muy bien.
A ver… a ver…- el niño se llevó sus manos a la cabeza intentando recordar
ya me acordé ese donde el caballero al final mataba al dragón.
Exacto… ese mismo…. ¿Recuerdas lo que el caballero le prometió a la princesa?- preguntó Gabriela.
¡Que la protegería por siempre!- dijo Jacobo como imaginando que él era ese caballero.
Muy bien- soltó una sincera risita por la gracia de su hijo, olvidándose por un instante de la situación- los caballeros hacen promesas a las doncellas…. ¿eres un caballero? - Claro que si mama… soy Jacobo el gran caballero blanco- el niño se paró en el colchón y brinco emocionado.
Y como caballero que eres necesito que me hagas dos promesas de suma importancia…. No podrás decirles de estas promesas a nadie….ni a tus amigos…. Ni a tus abuelas… ni siquiera a tu padre… ¿Crees poder hacerlo?
Puedo hacerlo… puedo hacerlo- dice emocionado el niño resbalado, pero cayendo en el colchón sin hacerse daño, por lo que Gaby continua.
Primero que nada… no puedes contarle a nadie que este señor estuvo aquí…. ¿de acuerdo?... y cuando digo a nadie… me refiero absolutamente a nadie. Jacobo asintió con su cabeza. - Y lo segundo es lo más importante…. Prométeme que bajo ninguna circunstancia entraras en mi cuarto hasta que yo salga…. No importa lo que escuches… - lo que más quería Gabriela era protegerlo, que no creciera con la imagen de su madre siendo poseída por ese viejo. Se maldijo por no tener seguros en ninguna de sus puertas (exceptuando la de la entrada). Al niño le parecieron muy extrañas esas peticiones, pero sobre todo estaba algo decepcionado, creía que se trataría de algo más emocionante, pero las aceptaría, todo por su mama.
Lo prometo- terminó diciendo el querubín. Al verlo allí, tan lindo, tan inocente no pudo resistirse a besarlo en la frente.
Mama… no… - trato de quitarse sin éxito- los caballeros no besan a sus mamas, ¿Qué dirá ese señor? Por un momento Gabriela se había olvidado de ese hombre, lamentablemente regresó a sus pensamientos. Don Cipriano escuchó atentamente cada palabra que Gabriela dijo a su hijo, le resultaba excepcional como tan buena madre podía ser tan perra en la cama, tan caliente, tan puta.
Bueno… ya me voy… ve esta película- dijo Gabriela a Jacobo.
¿Qué van a hacer?- Jacobo era un niño muy listo, ya se había dado cuenta que ellos dos harían algo.
Vamos a jugar- se escuchó la aguardentosa voz del viejo desde la puerta.
¿A que van a jugar?- pregunto Jacobo a su madre, a lo que ella no supo que responder.
A los caballeros….- volvió a contestar Cipriano, sonriendo maliciosamente- tu mami va a cabalgarme”- no pudo evitar reír. - Jacobo se asustó, no le gustaba ese hombre. La casada lanzo una mirada llena de odio al viejo.
¿Puedo jugar con ustedes mami?- pregunto Jacobo.
NO- grito Gaby- esos juegos son de adultos- sonrió Gabriela sin mucha convicción, intentando tranquilizarlo. Jacobo se encogió de hombros, pero lo aceptó. Fue lo último que le dijo la rubia, hecho una última mirada al reloj junto a la cama, marcaba las 3:57. Se alejó de su hijo para reunirse con el gordo. Instantes antes que la puerta se cerrara Jacobo creyó ver que el viejo gordo tomaba la pompa de su mama y la apretaba, pero no estuvo seguro.
Jacobo estaba en su cama, recostado viendo “los increíbles”. Le encantaba esa película, adoraba que todos los personajes tenían súper poderes, sentía predilección por él bebe, porque según él era el más “poderoso”, y nadie lo sabía, eso era lo que más gracia le causaba. Aunque estaba comenzando a aburrirse, pues ya se la sabía de memoria. Hacía unos cuantos minutos que a sus oídos llegaron proveniente de la recámara de sus padres ese sonido que tanto le gustaba, el sonido de los resortes de la cama subiendo y bajando, él lo conocía muy bien pues solía brincar en su cama cuando nadie estaba cerca, hacía esto a escondidas, porque cuando lo escuchaban lo regañaban, no le tenían permitido brincar en la cama.
A su mente llegaron las palabras del viejo gordo “vamos a jugar a los caballeros”, le habría encantado jugar con ellos, pero su mamá no se lo permitió. Eso lo tenía un tanto molesto, se imaginaba que su mami interpretaba a una princesa, y que ese viejo hacia el papel del caballero que tenía que rescatarla, pero no tenía pinta de serlo, según Jacobo ese señor sería un troll, sonrió frente a este pensamiento, “los trolls nunca se quedan con las princesas”, se dijo así mismo. Intento no pensar en eso, trato de concentrarse en la película, pero cada vez le era más difícil, pues el ruido que hacía la cama de su mami aumentaba a cada instante, además como todo niño era algo envidioso, le enfadaba que su mami jugara con ese gordo y no con él. Pasaron unos cuantos minutos más, y algo nuevo le impedía disfrutar la película, su lengua estaba reseca, en otras palabras tenía sed. Primero pensó en aguantarse, a fin de cuentas ya faltaba poco para las 5 de la tarde, pero él no era así, cuando quería algo generalmente lo obtenía, cosas tan simples como agua o leche no era la excepción. Se levantó de la cama y nuevamente se puso sus zapatos deportivos, uno por uno, atando lentamente las cintas, de fondo seguía escuchando los mismos ruidos de la recámara contigua. Cuando estuvo listo camino hacia la salida, estuvo a punto de tropezarse con un camión TONKA, pero tuvo la suerte de verlo en el último instante y esquivarlo. Para llegar a la cocina, debía pasar primero cerca de la recámara de sus padres. A medida que avanza los ruidos se hacen más fuertes, no es solo la cama, escucha sonidos que le son difíciles de identificar, una especie de gruñido, el cual es fácil de saber que es el viejo quien lo hace. Por lo visto el señor no estaba jugando ni a ser un caballero ni a ser un troll, sino a ser un dragón”, el niño volvió a sentir celos al no poder jugar con ellos. Intenta no darle más importancia y sigue su camino.
Llega a la cocina y busca un vaso en que servirse leche, se da cuenta que las repisas están muy altas, por lo que toma una silla, se sube en ella y coge el vaso, “punto para el caballero blanco “piensa mientras suelta una risita. Baja de la silla, y prosigue a abrir el refrigerador, busca de arriba hacia abajo la leche, esto le sería más fácil si no estuviera preocupado por lo que pasaba en esa recámara, el sonido de la cama es tan fuerte que Jacobo cree que se va a derrumbar, que no soportara ese juego, y está preocupado porque su mami no se haga daño. Por fin encuentra el galón de leche, con cierta dificultad se sirve, derramando un poco, pero él no se da cuenta. Comienza a beber del vaso, es refrescante, le gustaría que su mami en ese momento también tomara leche.
ASIIIIIIIIIIII PERRRITAAA…. MUEVETE ASI- Jacobo escucha claramente estas palabras, fue un grito tan extraño que sus pelos se pusieron de punta. “¿Perrita?.... acaso ya habrían cambiado de juego?” se pregunta el niño sin poder evitar estar molesto, aunque se tratara de un simple juego su madre no era ninguna perrita, su madre merecía ser una princesa de esas que salen en los cuentos, para él lo era. Jacobo ya no quiere seguir escuchándolos, deja el vaso en la mesa con intención de regresar a su cuarto para ver la película, e intentar olvidarse de eso.
¿TE GUSTAA MI VERRRRRGA?- escucha Jacobo decir al viejo al pasar cerca a la recamara. “¿Qué significa verga papi?” pregunto alguna vez Jacobo a su padre, pues escucho esta palabra al salir de compras con Gaby. “¿Dónde has escuchado eso?..... Recordó la cara de susto de su padre ante la pregunta, y el regaño por hacerla. “En la televisión” mintió Jacobo creyendo que el regaño sería menor, pues según su padre la culpa siempre la tenía la tele. “Eso Jacobo…. Es algo obsceno…. Algo malo…. no quiero que lo vuelvas a repetir… ¿entendiste?...” el niño aún recordaba la fuerza con la que su padre lo cogió de los hombros cuando le dijo eso. Jacobo sentía verdadera curiosidad por saber que era “verga” sobre todo porque el gordo ese lo estaba preguntando a su mami si le gustaba.
Siiiiiiii…. - la dulce voz de Gabriela retumbó en los oídos del pequeño Jacobo, sonó casi como un murmullo, como si estuviera cansada. El niño se sintió mal, su padre le dijo que “verga” era algo malo, pero eso no era posible, su mamá no podía ser mala.
Eres una diosa…. mamacita- volvió a escuchar el niño, quien cada vez se confundía más, pensando lo mal que jugaban a los caballeros, pues según él, al cambiar de personajes varias veces le quitaba la diversión. Quizás sería bueno, enseñarles cómo se juega, se imaginó la cara de gusto de su mami al verlo entrar, lo orgullosa que estaría de él. “Gracias a dios que llegaste mi amor… nos has salvado el juego” diría con esa sonrisa que le alegraba los días. Se decidió, entraría con ellos. - Dios…..dios….- la voz de Gabriela era casi inaudible, pero Jacobo podía distinguirla bajamente entre el rechinido de la cama.
Di que me amas pendeja…..- Jacobo no entendía el significado de “verga”, pero si el de la palabra “pendeja”, gracias a un amiguito del colegio. Pensó que ese señor estaba sobrepasando la diversión, una cosa era jugar y otra muy diferente insultar a su madre. Se acercó un poco más a la puerta de madera, puso su mano en la perilla y lentamente comenzó a girarla, cuando de pronto la voz de Gaby lo detuvo.
No…. no…. No lo amo- esas palabras le hicieron recordar su promesa. “Bajo ninguna circunstancia entraras en mi cuarto hasta que yo salga…. No importa lo que escuches” la voz de Gaby sonó en su cabeza, y él como buen caballero debía cumplirlo, por lo que retirando su mano dio media vuelta y camino hacia su cuarto, orgulloso de cumplir su palabra.
Entonces haré que me ames- dijo el viejo, en ese momento, el rechinido de la cama aumentó incluso más, mientras su mami seguía haciendo sonidos extraños.
Según el reloj del cuarto de Jacobo faltaba 7 minutos para las 5:00, él ya estaba desesperado queriendo que llegara su abuelita para ir al cine. El juego entre su madre y el viejo gordo por momentos lo sacaba de sus cabales, sobre todo cuando su mamá gritaba de manera extraña, detesto estos momentos, pero al menos no duraban mucho. Fue entonces cuando escuchó el timbre de la puerta, estaba completamente seguro que se trataba de su abuela Romina. Pensó en abrirle, pero sus padres, en especial su madre le tenían estrictamente prohibido abrir la puerta, solo en raras ocasiones (como esa tarde cuando su mamá le ordenó que lo hiciera) le daban permiso. Los minutos siguen pasando, ahora el reloj marca las 4:58 y el timbre no ha parado de sonar. El niño se preocupa, teme que su abuela piense que no están en casa y se retire sin llevarlo al cine, por lo que nuevamente se dirige a la recamara de sus padres, aunque esta vez no tiene pensado entrar, solo le avisara a su mami. Cuando está frente a la puerta sigue escuchando sonidos extraños, ya no está seguro que sigan jugando. TUM, TUM, TUM, es el sonido que hace su manita al chocar con la puerta de madera, no hay respuesta, vuelve a intentarlo, obtiene el mismo resultado.
Mami…- dice Jacobo en voz baja sin abrir la puerta. “¿Qué estará pasando allí dentro que mami no responde?” piensa Jacobo, sin dejar de tocar, ahora literalmente la golpea con su puño. - MAMI- grita el niño y finalmente alguien contesta.
Vete de aquí niño… tu mamita y yo estamos ocupados- el señor jadeaba, como si acabara de correr un maratón. Jacobo tiene ganas de ir al cine, por lo que no lo obedece y sigue hablando.
Tocan la puerta…. A lo mejor es la abuela Romina- Se hace el silencio unos instantes, aunque Jacobo cree escuchar tenuemente a su mami hablando con ese señor gordo. - No entres Jacobo…. en un momento salgo- dice Gabriela quién también jadea. Jacobo vuelve a escuchar movimientos dentro, pero no son del mismo tipo de antes, y es entonces cuando se abre la puerta y sale Gabriela, su mama, lo hace rápidamente cerrando la puerta tras de sí, por lo que aunque Jacobo lo intenta no es capaz de ver dentro. El niño la ve, siente que algo es diferente y no sabe que, su ropa es igual, ese pequeño short y esa blusa blanca siguen siendo las mismas. La ve cansada, muy sudada y con sus mejillas de un color rojizo, además de lo alborotado que tiene el pelo.
¿Te falta algo amor?- le pregunta Gabriela refiriéndose a si ya tenía todo para irse. Jacobo era un niño, por ende no necesitaba muchas cosas.
No mamá… estoy listo- pensó en hacerle alguna pregunta, sobre la manera en que jugaban a los caballeros, pero no lo hizo. El timbre seguía sonando.
¡YA VOY!- grita Gabriela y se inclina, quedando de esta forma a la misma altura que Jacobo- recuerda tu promesa amor…- se lleva una mano a un extremo de su labio y hace una señal de cierre - Si mamá… no le diré a nadie….- dice Jacobo entendiendo el ademan de su mama.
Muy bien… entonces vámonos que estoy segura que se trata de tu abuela, y ya sabes cómo es de desesperada- le sonríe inocentemente, y caminan hacia la salida.
¿Vas a seguir jugando con ese señor?- pregunta el niño tímidamente. Ella continua caminando con el detrás suyo, tarda unos momento en responder hasta que lo hace.
Si amor…. Vamos a jugar un ratito más.
Hasta que abres la puerta- dice Doña Romina- llevo como 10 minutos timbrando y no aparecías….
Discúlpeme suegra….- Gabriela entendió la manera en que Doña Romina quería llevar esa conversación a terreno hostil, sin embargo ella no caería en su juego, tenía cosas mucho más importantes en que preocuparse.
Nunca haces nada bien querida…. Nunca….- Doña Romina meneaba la cabeza, vio las fachas que llevaba su nuera, así como su aspecto desalineado- Te noto rara…. ¿qué estabas haciendo?.... Desde su posición Jacobo es capaz de observar a su mami, no entiende muchas cosas de adultos, pero no lo necesita, pues la conoce muy bien y sabe que está nerviosa, muy nerviosa.
Estaba haciendo ejercicio- responde Gaby sin titubear- y si no le molesta me encantaría seguir haciéndolo- esto era una forma de decirle “VÁYASE”. Doña Romina no noto nada más que le pareciese fuera de lugar, más allá de los extraños sonidos que escucho momentos antes de que le abrieran la puerta, pero se los atribuyó a la televisión, o al radio.
Listo para irnos Jacobito- pregunta la señora sonriendo, mientras Jacobo asiente con la cabeza- Te lo traeré en unas horas…. ¿está bien?...
No hay problema suegra….tardese todo lo que quiera- dijo la casada- y tu mi amor, prométeme que te portaras bien- volvió a hincarse para quedar a su misma altura.
Te lo prometo- el niño recordó también sus otras promesas.- Así lo hare mami- Con un tierno beso en la mejilla Gabriela se despidió de su hijo y cerró la puerta cuando se fueron.
“Por favor…. Mi suegra está allá afuera…. Déjame deshacerme de ella” le había dicho Gabriela al viejo, intentando alejarla de allí, pero sobre todo para que su hijo no los siguiera escuchando. Al principio el viejo Cipriano no la quería dejar, argumentando que nada le impediría escapar cuando su hijo se hubiese ido, “le prometo que no lo hare…. Regresare en cuanto se vayan”, con esas palabras el viejo la soltó, pensó que sería más difícil convencerlo. Un nuevo dilema moral rondaba la mente de la sensual casada, su hijo se había ido, la única razón por la que se entregó al viejo fue para evitar que Jacobo fuese testigo de una violación, ahora tenía tiempo de escapar, pues el viejo gordo no aparecía, seguía esperándola tranquilamente en su recamara matrimonial. Sin embargo se sentía excitada, esa situación con su bebe escuchándolos la había prendido, le había gustado y eso sin contar lo bueno que era el viejo con ella, haciéndola disfrutar como nadie lo había hecho. ¿Acaso era la peor madre del mundo?, como pudo gustarle esa situación, ¿cómo pudo disfrutarlo?, sentía el semen seco del viejo aun húmedo en su entrepierna, señal de su nueva infidelidad.
Sin darse cuenta de cómo ni de cuando nuevamente estaba abriendo la puerta de su recamara, y frente a ella apareció el fofo cuerpo del viejo Cipriano, aun en la cama, completamente desnudo, masajeando con sus manos esa enorme verga masculina, sonríe como degenerado al verla.
¿Ya se fue el niño…?.- pregunta Cipriano en voz baja. Gabriela asiente con su cabeza, sin atreverse a mirarlo a los ojos.
Jajajaja…. Bien muy bien… quiero ver esas nalgotas - ordena el viejo. Ella entiende a que se refiere, sin embargo no obedece de inmediato, voltea a ver su habitación, se siente observada. Pero no le queda de otra y lentamente desprende de esa prenda, arrojándolo a una esquina. No importa cuántas veces el mecánico ve esa parte de su anatomía, no deja de sorprenderse. Toma su pequeña blusa, sus manos tiemblan al comenzar a subirla para deshacerse de ella.
No te la quites….- bufa Don Cipriano desde su posición. Ella obedece, y en un intento inútil cubre su intimidad.
que tetas más enormes… mamacita… estas buenísima- aun con la blusa puesta sus pechos sobresalen bastante. El rostro de Gabriela vuelve a tomar ese tono rojizo, muestra de su nerviosismo.
Te vuelvo a preguntar… ¿me amas? “¿Me amas?” la aguardentosa voz retumba en sus oídos, ella sabe la respuesta.
No… no señor… yo no lo amo- responde la casada secamente, sabiendo que su amor pertenece a su marido y a su hijo, lo que siente por él es algo diferente, algo en lo cual no le gusta pensar. La sonrisa del viejo desaparece por instantes, para nuevamente recuperarla.
Te hare cambiar de opinión… nalgona… ven….- el viejo eructa fuertemente sin intentar evitarlo. Hasta ese momento no se había dado cuenta que el viejo Cipriano en su mano tiene su retrato preferido, una foto en donde estaban ella, Cesar y Jacobo en el circo. Él lo arroja al suelo, sin importarle los gratos recuerdos que encierra y extiende su mano.
Como si se tratara de un robot la rubia la toma y el la jala hacia la cama. El viejo se recuesta nuevamente con su enorme verga apuntando orgullosa hacia el techo. - Ven…. Pon tus nalgotas aquí- dice Cipriano haciendo una señal para hacer que suba en su rostro. Ella lo hace, deslizándose como una felina por el colchón matrimonial llegando junto a él, flexiona sus piernas y las pasa una a cada lado de la cabeza de Don Cipriano, mirando hacia la pared, quedando de esta forma su sexo a unos cuantos centímetros de los labios del viejo, muy apenada, no está acostumbrada a esta posición, no está acostumbrada a que la masturben. Él no dice palabra alguna, se limita a cogerla de sus espectaculares nalgas y atraerla hacia su boca. La nota muy húmeda, y no duda en penetrarla con su lengua, saboreando cada parte de su sensible vagina, el viejo no se la cree, está cogiendo con tan espectacular rubia en su propia cama, donde duerme con su esposo, la está haciendo gozar.
Las manos de la casada se apoyan en la pared, para así tener algo de equilibrio, aunque no lo necesita pues su amante la tiene bien agarrada de su espectacular trasero. Gabriela está sorprendida, esa lengua rasposa llega tan profundo como el pene de su marido, quizá un poco más, siempre ha sido consciente que Cesar tiene el pene pequeño, pero hasta ese momento se da cuenta de cuánto. - Ahhhhhhhhhaa- gime la casada, y desde su posición, voltea a ver al viejo, quien con sus ojos cerrados se concentra en estimular su sensible intimidad, ella no quiere aceptarlo, pero lo está haciendo muy bien. Su trasero recibe algo de castigo, pues el viejo lo aprieta como si no existiera un mañana, como si quisiera desprender la carne de ella, siente un poco de dolor, pero el placer que siente en su vagina es mayor, le gusta sobre todo cuando Don Cipriano se separa un poco para mordisquear ligeramente sus labios vaginales, ella ya no se puede quedar quieta y se mueve, sube y baja como si fuese un pene el que la estuviera penetrando. La casada retira las manos de la pared y las apoya una en cada pierna de Don Cipriano, recostando un poco su espalda, pero sin dejar de mover sus caderas, sus prejuicios pasados han desaparecido, el placer los ha derrumbado al menos de momento, la sensación es increíble.
En esta posición le es difícil al mecánico seguir masajeando sus nalgas, no le importa, ya tendrá tiempo para hacerlo nuevamente, mientras eso llega se conforma con sentir la sensual curvatura de sus caderas, la tersa piel similar a la de un bebe, la humedad que desprende su parte más íntima, los tenues gemidos que la chica no puede evitar, en fin disfruta del momento. En un afán por querer sentir más placer Gabriela se recuesta un poco más, llegando a sentir la enorme verga masculina en su espalda, como si el simple contacto la quemase. se levanta un poco, evitando de esta manera sentirla. - Diosssss- murmura la rubia, para después voltear a ver esa enorme verga que acababa de sentir en su espalda. ¿Cómo era posible que un viejo a sus casi 63 años tuviera una enorme verga como esa?, tan grande, tan gruesa, tan varonil, tan resistente. Esta idea rondaba la mente de nuestra protagonista, entonces deseo tocarlo nuevamente, sentirlo entre sus manos, juguetear con él, así lo hizo. De nuevo se recostó un poco para con su mano derecha rodear esa enorme verga, y con su mano izquierda tomó su pecho (el de ella), estaba excitadísima ante el momento, pues un tanto temerosa apretaba esa enorme verga que la tenía loca, que hacía pocos minutos la embriagó de placer, que la llenó con su semilla. La notaba húmeda, pegajosa, llena de semen, y no le importaba, en otra situación eso le habría causado muchísimo asco, pero no ahora, ahora la calentaba.
Sin dejar de mover sus caderas aumentó el ritmo de la masturbada que hacía sobre Don Cipriano, al igual que él, pues saborea los jugos de Gabriela que aumentaban. Le encanta el aroma a feminidad de la rubia. Pasan algunos minutos en esta posición, Gabriela quiere más, y sin previo aviso se levanta, con la mirada incrédula del viejo que la sigue, no se esperaba esta reacción, por ende no pudo detenerla.
¿Qué pasa……?- pregunta aun sorprendido, viendo como Gaby baja de la cama para recoger el retrato que momentos antes el mecánico había estado viendo, y colocarlo en el buro boca abajo.
Aún no terminamos… ven para seguir cogiendo- definitivamente el mecánico no entiende lo que significa la palabra tacto, estuvo a punto de levantarse e ir por ella cuando abrió un cajón y sacó una liga para el cabello, se hizo una media cola e inmediatamente después regresó a la cama. Gabriela regresa a su antigua posición, con sus piernas a ambos lados de la cabeza del mecánico, pero con la diferencia que ahora voltea hacia al otro lado, se ve tremendamente sexy en esta posición, con ese asqueroso viejo debajo de ese trasero que todo hombre que lo conocía había soñado alguna vez estar.
Valla…valla…. Así que quieres chuparmela…. Y que yo te la siga chupando…. Jajaja- ríe triunfalmente- se está haciendo toda una puta señora.
¿Y si eso era cierto?, ¿si estaba cambiando?... tuvo la oportunidad de huir y no lo hizo…. ¿por qué? pensó Gabriela asustada, sin embargo no tuvo demasiado tiempo para seguir recriminándose, el viejo comenzó con su ataque.
Ahhhhhhhaaaa- grito la casada, pues de manera bastante bruta el mecánico introdujo un par de dedos en su pequeña cavidad anal, abriéndolo y cerrándolo, mientras con su boca saborea su vagina. El viejo juega tan bien sus cartas que Gabriela pierde sus fuerzas y cae, recostando su cabeza en el muslo del mecánico, su mirada nuevamente va a dar hacia esa monstruosa verga, que totalmente erecta la invita a que juegue con él. Con sus dos manos lo toma, y como si se tratara de un caramelo comienza a engullirlo, es difícil, pues su grosor y tamaño no están hechos para una cavidad oral tan pequeña como la de la rubia, además siente cierta repulsión por el olor mezcla de semen y mezcla de orines, sin embargo ella da su mejor esfuerzo y logra meterse la mitad, a la vez que lentamente se mueve sobre la lengua del viejo, quien aumenta el mete y saca de sus dedos. Don Cipriano está encantado con Gaby, se la está mamando mucho mejor que la última vez, se pregunta si ha practicado con su esposo. Ella alterna sus lamidas entre la enorme verga y los testículos, le excita la idea de que en unos momentos más la bañara nuevamente con su esperma.
Mfmfmfmfffff- dice la rubia, pues está bien ensartada oralmente, además el viejo acaba de meterle tres dedos en el ano, lo mete y saca sin compasión. De no ser porque anteriormente ya ha tenido la enorme verga de Don Cipriano allí, el dolor hubiese sido muchísimo mayor. Su vagina suelta muchos líquidos, los cuales el viejo traga gustoso, chupa, mama y lame todo lo que la casada va soltando. Ella por su parte se toma un ligero descanso, necesita respirar, esto no evita que masajee con sus manos los testículos, para después volver a usar su boquita. No ha habido mucho diálogo entre ellos, no se necesita entre quienes se llevan tan bien sexualmente, ese gordo asqueroso la está cambiando, la está haciendo depender de él, ¿está haciendo que lo ame? La vagina de la rubia está por estallar, siente que está próxima a un nuevo orgasmo, esto hace que su lengua aumente el ritmo.
Así mamacita que bien me la mamas- dice Don Cipriano moviendo sus caderas, intentando que su enorme verga la penetre más. El rostro de Gabriela pone una mueca extraña, como si no existiera nada más en el mundo salvo esa enorme verga que chupa sin descanso, sin tregua, con pasión.
Tienes el mejor culo que he visto en una hembra, mi reina- el viejo para por un momento observando la maravillosa visión que solo él puede disfrutar- ¿Cuántos quisieran estar en mi lugar? No obtiene respuesta, Gabriela esta enajenada ante tales sensaciones, solo se limita a seguir masturbándolo como si no hubiera un mañana, le encanta sentir esa dureza en sus labios, esas venas que se le resaltan y de las cuales Cesar carece, sin darse cuenta cada vez compara más a Cesar con el viejo, y cada vez se siente menos culpable. Don Cipriano la nalguea fuertemente, notando como su rubia piel adquiere ese color rojo que tanto lo excita. El orgasmo se avecina, por lo que Gaby se separa de esa enorme verga y se inca, tomando sus enormes y espectaculares tetas y los masajea fuertemente, sin despegarse de Don Cipriano y como una posesa se mueve frenéticamente sobre la lengua que la penetra.
Ohhhhhhhhh así…. Es maravilloso……que rico- grita Gabriela presa de la excitación. Don Cipriano sabe que la tiene en sus manos, a lo que repite la pregunta que le ha estado haciendo toda la tarde. - ¿Me amas? Pendeja- el viejo espera un sí como respuesta, quiere escuchar de sus labios esas simples palabras, sin embargo no llegan, lo que lo molesta- Gabriela no sabe qué decir, siempre que Don Cipriano toca ese tema la despierta de su trance y la hace volver a la realidad.
Si no me lo dices no te haré alcanzar el orgasmo- amenaza el mecánico, creyendo que con eso bastaría, pero es demasiado tarde los espasmos en el cuerpo de la rubia son la señal que ya lo alcanzó.
Siiiiiiiiiiii…..siiiiiiiiiiiii- grita Gabriela satisfecha, para recostarse nuevamente en las piernas de Don Cipriano. Don Cipriano se levanta bruscamente haciendo que la rubia caiga de sus piernas, se pregunta porque Gabriela se resiste tanto a decirle que lo ama si él está seguro de ello, aún no está satisfecho, su enorme verga sigue tan dura como momentos antes. Gabriela por su parte respira agitada y sudorosa, boca abajo en la cama, no es consciente del impacto que tiene en el mecánico verla así, completamente desnuda, con su gran trasero vulnerable para seguir gozando. Él no se resiste, y la rodea, recostandose en ella quedando de esta forma con su cara en las nalgas de Gaby, quien al sentir el contacto se impresiona un poco por lo que da un ligero salto.
Tranquilízate mi reina…tu solo goza- ordena Don Cipriano momentos antes de meter su rostro por completo en esas montañas que Gabriela tiene como trasero. La casada esta apenada, siempre ha sentido que ese en un lugar sucio, un lugar no apto para lo que está haciendo el viejo, una cosa es que la penetre con su enorme verga y otra muy diferente que meta su lengua en su ano, es simplemente asqueroso.
Ahhhhhhhhhaa- gime Gabriela, a pesar de considerar eso sucio, pues el viejo es habilidoso y encuentra sitios placenteros, de su boca escurren hilillos de saliva, que van a dar a su cama matrimonial, ella ni siquiera es consciente de eso. Hay una extraña mezcla de dolor y placer en Don Cipriano, pues al estar el también recostado en la cama, presiona su enorme verga contra la misma, provocandole incomodidad, sin embargo la tolera, la sola idea de que está manchando esa cama donde Gabriela duerme con su marido, con sus fluidos es extremadamente excitante. Le encanta sentir el contraste que existe entre la dura espalda de la rubia, y su suave trasero, la delicada pero a la vez gran curvatura que separa a estas dos partes de su anatomía.
Mientras en un cine no muy lejano, su adorado hijito se divertía sanamente, comiendo palomitas, riendo, maravillándose de las bondades que el séptimo arte puede ofrecer, en fin ajeno completamente a lo que le ocurría a su mami, sin embargo de vez en cuando sus pensamientos están con ella, deseando que se esté divirtiendo tanto como él lo hace.
Estas lista pendeja- dice Don Cipriano hincado en la cama con las nalgas de Gaby entre sus piernas, preparándose para entrar en su culo de nuevo.
Siiiiiiiiiiiii… o dios……….. Esa enorme verga entra con cierta dificultad en el ano de Gaby, con cada centímetro que gana la cara de Gabriela se va transformando, pasando del placer a un rostro lleno de dolor, le resulta un tanto incómodo guardar tan tremendo falo en tan pequeña cavidad, pero a la vez le gusta sentir que puede con esa tarea, que es digna de esa monstruosa verga, que la hace sentirse mujer.
Eres la primera hembra que se come toda mi verga….
¿De… verdad?- responde agitadamente la rubia sin saber porque, eso la hace sentir orgullosa.
Siiii…Lo haces maravilloso puta…eras una diosa mamita- la anima el viejo, para después tomar las manos de la casada y obligarla a incorporarse en cuatro patas, sin salirse de ella. Comienzan las embestidas del viejo, le encanta la manera en que los imponentes glúteos de la rubia rebotan ante sus embates.
Qué bien lo haces bebe- Gabriela regresa el cumplido, sonriendo por un instante, sin embargo rápidamente retoma ese rostro mezcla de dolor y excitación. Desde su posición el mecánico ve la manera en que su enorme verga entra y sale, también se percata de lo rojo que Gabriela tiene el ano, y como a pesar de esto gime de placer, esto lo invita a aumentar el ritmo, nadie quien lo viera pensaría que ese viejo rondaría los 63 años, estaba como recién casado en plena luna de miel, era como un vaquero que monta a su yegua. La casada ha olvidado que está pasando, ha olvidado por que está teniendo relaciones con ese hombre, ni siquiera recuerda que tiene un esposo, que en esos momentos trabaja como un esclavo para llevar el pan a la mesa, tampoco recuerda que es una linda y “pura” madre de familia, y no le importa, no puede pensar en nada más, solo en el viejo que le penetra fuertemente por su culo. Las enormes tetas de la rubia, enrojecidos por el esfuerzo chocan entre sí, se mueven sin cesar ante el movimiento de la culiada que el viejo le da a su dueña, llenos de sudor, Don Cipriano los toma, soltando las manos de Gaby y recostándose completamente en ella. A la casada le resulta difícil respirar, el hombre es gordo y está completamente sobre ella, masajeando sus enormes tetas, esas tetas que fueron hechas para alimentar a sus hijos, ahora es un horrible sujeto quien juega con ellos. Las sensaciones son tan placenteras, que en un afán de querer sentir más lleva su mano a su húmeda vagina y la masajea como una loca. Gabriela no es consciente que cada vez que tiene relaciones con el viejo se vuelve más apegada a él, más dependiente de él, su cuerpo responde más a sus caricias.
¿Te gusta mamita?- pregunta el viejo, para después hacer un esfuerzo y besar la oreja de Gabriela, sin interrumpir su mete y saca.
Me… me… encanta- Responde la casada entrecortadamente, para recibir gustosa la boca del viejo quien la explora con su lengua en su totalidad. El tiempo sigue pasando, Don Cipriano y Gabriela no son conscientes de ello, están demasiado ocupados disfrutando el uno del otro.
¿Te gusto la película mi amor?- pregunta Doña Romina a su nieto, saliendo de la sala de cine. Jacobo come un helado, por lo que tarda en responder.
Si abue… estuvo padrísima- - Me alegro…. Ahora es tiempo de llevarte a tu casa…- continúan caminando para dirigirse a la salida- solo espero que tu madre no haya salido con una de sus amigotas- Doña Romina aprovecha cualquier momento para tildar a su nuera de irresponsable, de mala madre, y no le importa que sea su nieto quien la escuche.
No lo creo abuelita…. Se estaba divirtiendo en casa….- responde Jacobo sin pensar demasiado en lo que dijo. Las arrugas en el rostro de Doña Romina se acentúan, intrigadas frente a estas palabras.
¿A qué te refieres amor?- Jacobo se queda quieto, a la vez que lleva una de sus manos a su boca, sabiendo que cometió un error.
No puedo decírtelo abue… es un secreto…- dice el niño creyendo que con esto se zafaría de las preguntas.
Sabes que no me gustan los secretos…. O me lo dices o te voy a……. Doña Romina se inclina frente a su nieto, quien la ve algo asustado.
¡O te voy a agarrar a cosquillas!- las viejas manos de la señora pellizcan delicadamente el estómago del niño, causando risas al por mayor- no te dejare en paz hasta que me lo cuentes.
No por favor…jajaja…. No puedo contártelo….. Jajaja… se lo prometí a mamá…jajaja Al escuchar esto Doña Romina paro, sabiendo que era muy difícil que el niño “traicionara” a su mamá, además seguramente se trataba de una tontería, era mejor apresurarse pues se hacía tarde, otro día se lo preguntaría.
Muy bien…. Listo para irnos…
Si…jajaja…- las risas del niño continuaban.
Lejos de allí su madre cabalga a Don Cipriano, completamente desnuda intentando exprimirlo completamente. Recostado boca arriba el viejo continua sintiendo como esa espectacular amazona se mueve en su erecto miembro, sus manos la toman del trasero, solo para sentir su tersa piel, pues la casada se mueve por sí misma, sabiendo que está a punto de llegar al límite. La enorme verga de Don Cipriano entra y sale sin dificultad en la intimidad de la casada, sin ningún tipo de restricción, sin ninguna protección, la rubia ni siquiera es consciente de esto, no cae en cuenta que el viejo puede dejarla embarazada, solo se concentra en las sensaciones.
Mamita… exprímeme la verga- gruñe el viejo fuera de sí.
Nene… o dios…. Te… te… am- la rubia es interrumpida al sentir el caliente semen que el viejo vierte en su interior. Ella tampoco puede evitarlo y su cuerpo es presa de descargas eléctricas que indican el orgasmo que está sintiendo, se recuesta en el fofo cuerpo del mecánico y se besan por un largo tiempo, como si lo hubiesen deseado toda su vida, como si estuviesen hechos el uno para el otro.
Gabriela yace recostada en su cama, con Don Cipriano a su lado, mirando al techo, observando con detalle su textura, su color, extrañamente no se siente culpable, no de momento. Por su parte el enojo acumulado de Don Cipriano estos días también se ha esfumado, siendo remplazado por una gran felicidad de tener a su mujer junto a él. El la abraza, y comienza a acariciar suavemente su cabello, ella se sorprende ante este tierno gesto. La rubia está dividida, y ahora más relajada se debate entre que hacer, una parte quiere gritarle, insultarle, correrlo de su casa por la canallada que le hizo hacer en su propia cama, pero la otra está contenta, feliz de sentirse nuevamente una mujer plena. Sin pensarlo se junta más a él, y se recuesta en su velludo pecho, mientras el continua acariciándola.
Este ha sido el mejor día de mi vida preciosa- dice Don Cipriano respirando aun algo agitado - eres una diosa. La casada se sonroja ante el comentario, nuevamente siente esa sensación de mariposas en el estómago, sensación que no experimenta con ninguna otra persona desde hace mucho tiempo ¿Por qué?, ¿Qué le pasa?, ¿se ha vuelto loca?, sin quererlo recuerda una conversación que tuvo con Lidia hacía varios años.
Amiga estoy muy enamorada de él- decía Lidia emocionada.
Vamos Lidia… no seas exagerada… si llevas un mes de conocerlo… aun no puedes decir eso- Gabriela trataba de hacer que pusiera los pies en la tierra, ese chico con el que salía, no le parecía un buen partido, en gran parte porque era un holgazán, todos los que lo coincidían en ello.
Enserio Gaby, es lo más maravilloso que me ha pasado en la vida, quiero estar con él siempre- en esos momentos la rubia recordaba que jamás volvió a ver en su amiga una sonrisa más grande.
Te voy a preguntar algo y espero no te ofendas- le advirtió Gaby- tu novio es…. No sé cómo decirlo…no te conviene…. Tu sabes que con él no tienes futuro... ¿qué es lo que le ves? Lidia tomó unos segundos para buscar su respuesta, hasta que finalmente la encontró.
El sexo con él es maravilloso- contesto secamente Lidia sin borrar su sonrisa.
¿Y?- pregunto Gaby creyendo que Lidia seguiría hablando.
Es todo…. No tengo más que decir-
No esperaras que me trague eso…. nadie puede enamorarse solo teniendo relaciones- Gabriela se negaba a aceptar las escuetas palabras de su amiga.
Pues así es, aunque no lo creas, de hecho es científico- Lidia estaba un poco sonrojada al hablar de ese tema- no sé muy bien cómo explicarlo, pero las mujeres nos apegamos más a un hombre si el sexo es bueno….o eso escuche en la televisión… Gabriela no entendía la actitud de su amiga, de hecho la reprobaba totalmente, y de hecho el tiempo le daría la razón, pues el hombre del que estaban hablando fue quien embarazo a Lidia, y que después los abandono. La rubia volvió al presente, se aterro solo de pensar que algo así le pudiera pasar a ella, que pudiera quedar preñada a un viejo horrible como Don Cipriano, a alguien que valiéndose del miedo y de engaños conseguía sus objetivos, no quería enamorarse de alguien así, además estaba casada y con un hermoso hijo, se sentía culpable solamente de poner la palabra “amor” en la misma oración que Don Cipriano.
¿En qué piensa… señora Guillen?- preguntó Don Cipriano mofándose de su estado de casada.
Ella tarda en responder, estar recostada sobre el fofo cuerpo del viejo, es extrañamente tranquilizador, es capaz de sentir los latidos del corazón del hombre en su oreja.
Creo… que es hora de que se valla- responde Gabriela, quien sin darse cuenta juguetea con los bellos en el pecho del viejo.
¿Quieres que me vaya mamacita? Porque si tú quieres podemos estar cogiendo toda la noche- pregunta Don Cipriano más por seguir la conversación que por darle a elegir a la rubia, pues si él quisiera podría “obligarla” nuevamente. Don Cipriano se enorgullece al ver que la casada tarda en responder, señal inequívoca del dilema moral que inunda su mente.
En… en verdad tiene que irse- dice Gaby pensando en que pronto regresara su hijo, y con él su suegra.
Está bien mi reina…..- contesta Don Cipriano, preferiría seguir allí con ella cogiéndosela hasta que no pudiera más pero tenía cosas que hacer. A la rubia le sorprendió esta contestación, por un momento espero tener que rogarle por que se fuera, sin embargo no fue así.
Una última cosa…. Quiero que te lo grabes bien en la cabeza- Don Cipriano dejó de acariciarla, y aclarándose la garganta prosiguió- no quiero volver a tener que hacer estas mamadas para cogerte…. Ya va siendo hora de que lo aceptes…. Tú eres mi mujer y de nadie más…. En la mente de la casada como si se tratara de un eco escuchó estas últimas palabras “Tu eres mi mujer”, esto era demasiado para ella, no era verdad ella estaba casada, casada con un hombre maravilloso.
No… lo siento estoy casada- en la voz de Gaby se notaba pesar, como si en verdad la lastimara lo que estaba diciendo, ¿Qué rayos le pasaba?
Me importa un carajo si estas casada o no…. Tú eres mi mujer…. Tu maridito no puede darte lo que yo- sus manos cogieron las de Gabriela retirándolas de su pecho, y las llevaron a su flácida verga, la acción fue un tanto difícil, pues Gaby puso un poco de resistencia, pero no lo suficiente.
Por… por favor…. No haga esto Don…. Conformese con lo que ya ha pasado- el contacto con esa enorme verga le quemaba las manos nuevamente, intentaba retirarlas, pero el viejo era más fuerte, por lo que tuvo que masajearla ligeramente, - Le encabronaba enormemente la manera en que Gaby quería evitar lo inevitable, sin embargo se tranquilizó, debía convencerla
sé que no quieres engañar a tu marido….piénsalo de esta manera…..- por más que quería decir algo que sonara mínimamente convincente, no podía, nunca fue bueno con las palabras, sin embargo hizo lo que le nació.
Yo quiero cogerte y tú quieres que te coja….no sé qué más quieres Gabriela. La rubia se sorprendió de escuchar que el viejo la llamara por su nombre, no era muy común, fue por eso que sin querer dio un fuerte apretón sobre la enorme verga que tenía entre sus manos, por lo que el dueño inmediatamente dio un aullido de dolor.
Con cuidado pendeja- el viejo se levantó, liberándose de las caricias de Gaby.
Lo siento… discúlpeme- la rubia se sentó en la cama, observando el gordo cuerpo que la acababa de penetrar y como nuevamente se vestía.
Estoy teniendo algunos problemas… pero un día de estos te llamaré…ese día nos veremos- sonó prácticamente como una orden.
No…no… no volverá a pasar nada entre nosotros… todo esto fue porque usted me amenazó con violarme frente a mi hijo- Gabriela intentaba excusarse frente a su comportamiento, aunque no sonó muy convencida.
Parece ser que no entendiste…lo repetiré….un día de estos te llamare para vernos… y tu acudirás meneando esa colota que te cargas- el viejo soltó una ligera risa- o de lo contrario tu esposo se enterara de todo esto…- “Así que este viejo quiere chantajearme “piensa Gabriela un tanto asustada, pero sabiendo que el mecánico no tiene ninguna prueba de lo que ha ocurrido entre ellos.
Mi esposo me creería a mi… además usted no tiene….
Es verdad no tengo pruebas…- interrumpe el viejo sabiendo lo que la rubia quería decir- pero no es normal de parte de una señora casada encerrarse en su cuarto con otro hombre mientras su marido no está… podríamos preguntarle a tu hijito que opina de eso- Ese viejo a pesar de no tener estudios razonaba bastante bien, sabía como intimidar a las personas en especial a las mujeres. La mente de Gabriela planteó el escenario, lo más probable es que si el viejo le contase a su esposo, este ni siquiera lo escucharía, pero cavia la ligera posibilidad que lo hiciese y su única prueba era lo visto por Jacobo ese día, estaba segura que su hijo mantendría su promesa hasta el final, siempre y cuando no tuviera presión, en tal caso de que alguien le preguntara directamente lo sucedido con un poco de paciencia podrían hacerlo hablar, e hilando algunos cabos sueltos todo tendría sentido, se descubrirían sus deslices. Quizás todo esto parezca muy complicado, y es porque lo era, sin embargo la rubia estaba inquieta, asustada, sobre todo después de la confesión de su madre ese mismo día, la manera en que por una estupidez perdió a su esposo. Ella no solo perdería a Cesar, perdería a su familia. A pesar de ser una mujer fuerte e independiente no estaba segura si podría criar sola a su hijo, si podría hacerlo sin Cesar, nunca se planteó el ser madre soltera, de repente un nuevo temor inundó su mente, ¿y si Cesar se llevaba a Jacobo con él? Su cabeza era un mar de dudas. Don Cipriano notando esto se apresuró a decir:
Mire señora….solo será un mes… quizá unos días más o unos días menos... después de eso no tendrás que preocuparte nunca más.
¿Qué quiere decir?- Gabriela comenzó a sollozar. - Voy a salir de la ciudad… será permanentemente…. Probablemente nunca vuelva a pisar esta maldita ciudad en mi puñetera vida…. Los ojos del mecánico se clavaron en los de ella, quien quería saber más de eso, saber si no era otro engaño para continuar viéndose, pero algo en esa mirada le dijo que era verdad que el viejo no mentía.
Ya no tengo nada que hacer aquí…. Si no fuera porque estás buenísima me habría ido hace mucho- dijo Don Cipriano intentando ser gracioso, no lo logro- pero de coger no vive la gente preciosa. Eso era cierto a medias, la verdadera razón por la cual no se había ido era el deberle dinero al viejo Felipe, y el temer a sus represalias si no le pagaba.
¿Un mes?- pregunto Gaby- me jura que lo que dice es verdad…
Ya te dije pendeja…. Un poco más o un poco menos… si me crees o no, ya no es mi problema… tú decides… Gabriela eligió creer, confiar en ese viejo verde, con tal de no perder su familia.
Está bien Don… pero por favor no se le ocurra buscarme aquí… por favor- suplicaba Gaby. En ese momento volvió su pudor y al percatarse que estaba desnuda cubrió sus enormes tetas con su mano, y con la otra tapó su cavidad más íntima. El viejo había roto una de las pocas barreras que quedaban en esa extraña relación, la busco en su casa, afortunadamente para Gabriela ese día Cesar no estaba por su trabajo, pero ¿Qué pasaría si se atreviera a buscarla un día que Cesar estuviese?, fue entonces cuando aceptó verlo a espaldas de su esposo, al menos hasta pensar que hacer, como zafarse de sus estupideces. El viejo no necesito meditar las palabras de la sensual casada.
Si haces lo que digo no necesito venir aquí… de esa manera el pendejo de tu esposo no se enterara…- terminando de decir esto cerró la puerta de la recamara y se fue, dejando a “su mujer” desnuda, en su cama matrimonial donde acababan de coger como animales. Entonces regresó el silencio a Gaby, sabiendo que su vida había cambiado completamente, intentando evadir la pregunta que le llegaba a la mente, ¿aceptó ser la amante de Don Cipriano por proteger su matrimonio y su vida, o lo hizo ¿porque no quería dejar de verlo?, prefirió contestarse a sí misma después, por el momento debía vestirse y cambiar las sábanas, fue una tarde salvaje.
Don Cipriano bajaba las escaleras del complejo departamental de Gaby, feliz, algo le decía que esta vez sí tenía a la rubia en sus manos. Acababa de tener sexo con ella y ya sentía las ganas de hacerlo nuevamente, se vio tentado a regresar con ella, algo le decía que ella no lo rechazaría, sin embargo tenia cosas que hacer, por lo que siguió su camino, fue entonces cuando frente a él reconoció a dos personas quienes caminaban tomados de la mano. Las miradas de Doña Romina y de Don Cipriano se cruzaron. - Buenas noches señora…. – dijo burlonamente Don Cipriano preguntándose si la vieja también lo reconocería, pues solo lo vio una vez. La señora no devolvió el saludo, a pesar de su edad tenía buena memoria, recordaba perfectamente esa noche cuando junto a su nuera fueron a recoger a su nieto, recordó perfectamente la pelea con Gaby y como ese gordo la consoló, quizá ella no era experta en relaciones pero estaba segura que entre ellos había algo, y en ese momento al parecer venía del departamento donde su hijo vivía con Gaby, ya no le quedaron dudas, eran amantes. A Don Cipriano no le afectó la indiferencia de Doña Romina, esa noche él era el vencedor, acababa de ponerle los cuernos a su hijo, y de alguna manera también a ese mocoso que llevaba de la mano, y lo mejor era que lo volvería a hacer. Por su parte Jacobo se vio en la necesidad de saludar al viejo, al menos con la mirada, pues sus padres le enseñaron a ser educado, esta acción le gusto a Cipriano quien rió sarcásticamente y siguió su camino.
Doña Romina dejó a Jacobo con su madre, no comentó nada sobre que se topó al viejo gordo, prefirió guardarlo para decírselo a César para contarle como su mujer lo engañaba, ,quizá no inmediatamente pues sospechaba que su hijo no le creería (así era ella le encantaba atar cabos aun sin tener pruebas, aunque en este caso tenía razón).
Que le vaya bien suegra- se despidió Gaby, con una verdadera sonrisa en su rostro, sin recibir respuesta, a lo que ya estaba acostumbrada. Lo primero que hizo el niño al llegar fue la típica pregunta.
¿Qué hay de cenar?- Sin embargo su madre tenía otras cosas en su cabeza.
Mi amor…ven- ordenó la casada a lo que el niño se acercó, y viendo como su madre se acercaba creyó que venía un regaño.
Cumpliste tu promesa….- la rubia le arreglaba el cuello al niño. Jacobo se tranquilizó al oír esto.
Si mami… no le conté nada a nadie- sonrió el niño.
Muy bien… ese es mi niño….recuerda no le puedes decir a nadie- Gabriela estaba esperanzada en que al crecer olvidara ese incidente, de lo contrario se daría cuenta que no cumplió con sus votos matrimoniales.
Claro mami… ¿te puedo hacer una pregunta? Jacobo veía a su madre con esa mirada tan tierna, no necesito que le respondiera. - ¿Te divertiste jugando con ese señor?, a veces parecía que te dolía- Jacobo noto como su madre desvió su mirada y se sonrojo, además tardo un poco en contestar su pregunta.
Si… me divertí…. Pero no te preocupes….no volverás a ver a ese señor por aquí…. Y te pido de favor que no toquemos ese asunto nunca más ¿de acuerdo? Jacobo respondió con un eufórico “si”, para recibir de recompensa un tierno beso de su madre en la frente.
Mamá…. Ya no me beses que ya estoy grande- protesto y con sus manitas tratar de limpiar la saliva que su madre dejó en su frente. Ella solo rio y termino diciendo.
Muy bien…. Vamos a cenar.
Esa noche Gabriela estaba cansadísima, la tarde fue salvaje, se encontraba recostada en su cama, cubierta con una sábana, intentando conciliar el sueño, aun sintiéndose culpable, sobre todo por disfrutar cada vez más de sus encuentros con Don Cipriano, sintiéndose asquerosa por lo que horas antes pasó en esa misma recamara. Sin embargo las últimas palabras que le dijo el mecánico iluminaban su futuro, su porvenir, ¿sería verdad que la dejaría en paz?, ¿en verdad saldría de la ciudad y por ende de su vida? Estos pensamientos la tranquilizaban un poco, imaginando regresar todo a la normalidad, aunque de momento tendría que seguir viéndolo, esas palabras eran un oasis en el desierto, al menos eso le daría ánimos para enfrentar lo que se venía. Dando vueltas en la cama vio el espacio donde la siguiente noche dormiría Cesar, como extrañaba esos momentos cuando no tenía preocupaciones, cuando podía conversar con él sin sentirse culpable. “Perdóname cariño… solo espera unos días más y todo volverá a la normalidad” pensaba Gaby. Nada de eso era justo para su esposo, sus estupideces no deberían afectar a sus seres queridos, a ninguno, por eso afrontaría ese problema sola, como lo hizo muchas veces antes. La rubia cayó en los brazos de Morfeo, estaba exhausta.
La mañana siguiente Gabriela intentó que su día fuese lo más normal posible, lo estaba consiguiendo. Muy temprano en la mañana llevó su hijo al colegio, para después como solía ser costumbre pasar a ejercitarse en el gimnasio, sorprendida por lo naturalidad con la que fluía su día, sorprendida de ella misma, por guardar las apariencias, por actuar como si nada extraño le sucedía, y la verdad era esa, de alguna manera, y sin ella quererlo o siquiera recapacitarlo, su cuerpo y su mente lentamente se acostumbraban a esa extraña situación, a ese horrible sujeto que era el viejo Cipriano. Su culpa había disminuido enormemente, (quizá en parte por creer que todo terminaría pronto) no había punto de comparación con las anteriores veces que tuvo relaciones con el mecánico, en las cuales el día siguiente no dejó de llorar, de lamentarse, de culparse hasta el punto de no querer ver a nadie. Incluso se dio un tiempo para almorzar con Lidia en un pequeño café cerca de la escuela de su hijo. Su charla giraba en torno a su época de preparatoria hasta que Lidia cambio el tema.
Hoy te noto diferente amiga….
¿A qué te refieres?...- preguntó Gabriela con toda naturalidad.
La última vez que te vi parecía que cargaras el peso del mundo en tus hombros…. Es bueno ver de nuevo a la vieja Gaby de vez en cuando…. Espero que no la guardes- sonrió juguetona Lidia. Gabriela no respondió ante esta afirmación, lo dejo pasar agradeciendo en sus pensamientos a Lidia por sus preocupaciones hacia ella, después cambió de tema.
Pasadas las 5 de la tarde la rubia se encontraba lavando los platos en su cocina, escuchando de fondo las risas de su hijo quien veía televisión en su cuarto. Sus pensamientos estaban con su esposo, sabía que en poco tiempo el aparecería por la puerta, se emocionó al recordar su típica sonrisa de oreja a oreja, la cual poco a poco la mostraba menos y eso era en gran medida por su culpa, por su distanciamiento, por las estupideces que cometió. Observo con detenimiento el plato que tenía en su mano, lo sencillo que le resultaba limpiarlo, deshacerse de toda esa suciedad, y sin querer hizo una analogía sobre su vida, ¿Que tan difícil sería deshacerse de todos sus errores?, ¿qué tan difícil sería limpiarlos?, ojala y solo bastara con pasarles una esponja por encima, pero no, era más complejo que eso. No sabía cómo comportarse frente a Cesar, ¿debería seguir distante hasta que el asunto con Don Cipriano terminará? , ¿Debía actuar como si nada pasara? algo tenía claro, no se sinceraría con él, al menos de momento, primero que nada estaba su familia, la cual protegería a como diera lugar, tenía planeado seguir viendo al mecánico, con tal de que este no armara un escándalo, sin embargo tenía la esperanza en que el mecánico cumpliera su promesa, fue esto lo que le dio la respuesta. César no tenía culpa alguna de lo que ella había hecho, ¿Por qué debía sufrir el también?, Por qué debía afectarlo esa “relación”, cuando su único pecado fue ser el mejor marido del mundo?, estaba mal que él compartiera sus penas (al menos respecto al tema del viejo), decidió volver a ser la antigua Gabriela, esa mujer cariñosa y amorosa con su esposo, esa adorable ama de casa, esa mujer que daría todo por su familia, por protegerla. Y estaba dispuesta a hacerlo.
“Cuídate Cesarin…. Porque cuando llegues te voy a dar el beso más largo de tu vida” pensó la casada sin poder evitar esbozar una pícara sonrisa que habría excitado a cualquier hombre quien tuviera la fortuna de verla, para después dejar el último plato y dirigirse al cuarto de su hijo. Fue entonces cuando se escuchó el rechinido de la puerta de la entrada, a lo que Gaby muy emocionada cambió su rumbo sabiendo que se trataba de su esposo. Allí estaba él, dejando sus maletas en el suelo, con ese pantalón de mezclilla azul y su playera negra que según Gaby lo hacían lucir tan hermoso, prácticamente corrió a su encuentro. Cuando estuvo a su lado brinco hacia él, por lo que César reaccionando rápidamente la tomo de sus muslos, sosteniéndola completamente. Sus rostros estaban el uno frente al otro, la rubia tomo la cabeza de César con sus dos manos para besarlo apasionadamente como se prometió a sí misma momentos antes. Como si se tratara de una película Cesar vio como los carnosos labios de su mujer se acercaban lentamente hacia los suyos, aunque fuese solo por un milisegundo pensó en lo hermosa que era Gaby, y en lo afortunado que era por casarse con ella. Cesar abrió un poco su boca, imaginando el candente beso que se aproximaba, había estado tan preocupado por lo que ocurría en la cabeza de Gabriela que no recordaba lo deliciosa que era esa boca que seguía acercándose a la suya, cerro sus ojos involuntariamente, quizá queriendo con esto sentir más, sus manos seguían bien sujetas a las piernas de ella.
La escena a pesar de ser corta, también era candente, quizá demasiado para lo que César consideraba correcto teniendo en cuenta que su hijo estaba a escasos pasos de ellos (o al menos eso imagino), en otras circunstancias él se habría separado, argumentando que era inapropiado dar ese espectáculo, que prefería esperar a que estuviesen solos. Pero no en ese momento, el la extrañaba tanto, la amaba tanto que no lo haría, se dejaría hacer, a fin de cuentas ellos se amaban, y no hay nada más puro en esta vida que el amor entre un hombre y una mujer, si su hijo los llegara a descubrirlos, Cesar se lo explicaría gustoso. Sin embargo algo extraño pasó, en lugar de fundirse en un apasionado beso, Gabriela optó por darle uno tierno en el cachete, como si se lo estuviera dando a un hermano, no fue lo que Cesar hubiese querido, pero a fin de cuentas fue un avance respecto a días anteriores. - ¿A qué viene esto?- preguntó desilusionado Cesar, sintiendo en sus manos que Gabriela hacia esfuerzos por que la dejara en el piso, así lo hizo.
¿Cómo que ha que viene esto?....
soy tu esposa tontito….- respondió la rubia fingiendo estar molesta, pero con una sonrisa que la delataba. Cesar la tomó por la breve cintura, atrayéndola hacia él, para besarla nuevamente esta vez con más pasión, con más sentimiento, con más amor. Creía notar cierta resistencia de su esposa, pero eso era imposible, ella jamás haría eso, él estaba seguro que ella lo amaba.
Sus lenguas jugaban entre sí, buscándose, sintiéndose, mientras nuevas inquietudes se arremolinaban en Gabriela, preguntándose a sí misma porque no pudo besarlo como se propuso, estuvo dispuesta a hacerlo, pero sin saber por qué y de último momento su cerebro le dijo que no lo hiciera, que optara por un beso en la mejilla, por un instante vio en la cara de Cesar la de otro hombre. La manos de Cesar sentían la voluptuosa anatomía de Gabriela como si no lo hubiesen hecho nunca, subiendo de arriba hacia abajo, aunque de forma muy respetuosa pues él siempre fue así, para ella eran extrañas esas tiernas caricias, muy diferentes a sus últimos encuentros. - Papi….- se escuchó la voz de Jacobo quien se acercaba a toda velocidad a recibir a su progenitor. Cesar al verlo se separó abruptamente de Gaby, y lo abrazó para después levantarlo y jugar un poco con él
Hola campeón ¿cómo estás?.... ¿cuidaste a tu mama mientras no estaba?- pregunta Cesar dejándolo en el suelo. Gabriela ve a sus dos hombres, se siente orgullosa de ser parte de esa familia, de la cual no quiere separarse, por la cual luchara, piensa que si es necesario acostarse unas cuantas veces más con ese asqueroso viejo es un precio que pagaría gustosa por conservar esa tranquilidad, por conservar a su familia. Cesar y Jacobo continúan platicando, hasta que la casada los interrumpe con un aplauso.
Muy bien chicos…. ¿Qué les parece si vamos al parque….. y después compramos unos helados?
Si…. Si…. Vamos por unos helados- Jacobo salta de alegría. César ve a su mujer, su sonrisa es evidente, está feliz, esa era la Gaby que extrañaba tanto, esa mujer amorosa y divertida que conoció mucho tiempo antes había regresado, entonces las palabras que le dijo su amigo Armando le parecieron tan estúpidas, tan irreales.
Los señores Guillen se besan tiernamente en su cama matrimonial, completamente desnudos, cubiertos por las suaves sábanas de seda, las mismas que apenas ayer fueron testigos del caliente encuentro entre Gabriela y aquel mecánico.
¿Te encuentras bien mi amor?- pregunta Cesar al percatarse del repentino cambio de humor de su esposa. La casada no creyó que fuera tan difícil compartir esa cama con su esposo después de lo pasado el día anterior, pero lo fue, a pesar de eso hacía esfuerzos sobrehumanos porque no regresara aquella Gaby distante y fría, lo estaba logrando a medias.
No pasa nada cariño….- la rubia vio la desilusión en el rostro de Cesar ante su actitud.
Si no quieres hacerlo solo dímelo….- Cesar hablo serio, quizás un tanto molesto, pues de regreso a casa Gaby le prometió muy sugerentemente que sería una “buena noche”, y ahora parecía que lo había olvidado, parecía que no quería hacer el amor.
Claro que quiero….lo que pasa es que ha sido un día pesado y estoy exhausta- mintió, aunque sonó convincente- te prometo que mañana si será la gran noche…
Está bien… hasta mañana- contestó Cesar secamente mostrando de esta forma su inconformidad, volteando su cabeza hacia el lado contrario, dispuesto a dormir.
Cesar…. Cesar…. Por favor- lo llamaba la rubia sin obtener respuesta, notando su descontento y su memoria - Cesar… mírame… por favor… Estaba a punto del llanto, ese había sido uno de los días más felices de la rubia en semanas, y ahora por ese incidente todo podía venirse abajo, pero en ese instante hizo algo que para Cesar significó más que hacer el amor. Sus manos cogieron la cabeza de él, y girándola la atrajeron hacia su desnudo pecho.
Por favor perdóname…. Perdóname… sé que he estado muy rara estas semanas… César se sorprendió ante esto. - Siente los latidos de mi corazón…no importa lo que pase....recuerda que son tuyos…. Nunca olvides que yo vivo por ti. Estas palabras rompieron la indiferencia de César, quien despegándose de ella, la besó, larga y apasionadamente, otra vez creyó sentir algo de resistencia de parte de Gaby, pero lo atribuyó a su imaginación. Esa noche no hubo sexo entre ellos, poco le importo a Cesar, pues conversaron como hacía mucho tiempo no lo hacían, fue una de las mejores noches de su vida, su adorada mujer estaba de regreso, o al menos eso pensó en ese instante.
Gabriela platicaba con Jacobo, a la salida de este del colegio, en plena banqueta le daba instrucciones de cómo comportarse.
Prométeme que te portaras bien amor- dijo Gabriela dirigiéndose a su hijo.
Si mami- respondió Jacobo. Después de eso se separaron, cuando Jacobo subió al carro de la madre de un compañero suyo, quien lo invitó a su casa a comer y a jugar videojuegos. De primera instancia pensó en no dejarlo ir, pues el día anterior fue uno de los mejores que recordaba en mucho tiempo, e intentaba repetirlo, pero eso no estaba bien, si ella quería recuperar su antigua vida Jacobo también debía hacerlo. Además al no estar su hijo cumpliría la promesa que le hizo a Cesar el día anterior, debía vencer ese “miedo” que le provocaba el tener relaciones con su marido, lo haría por él, porque lo amaba. La casada subió a su auto y se adentró en el tráfico. Gabriela se movía habilidosamente al preparar la comida que cariñosamente le dedicaba a Cesar, tan enajenada estaba en esta labor que no escuchó cuando su celular timbro en su recamara, fueron varias llamadas, y todas por un periodo de tiempo largo, a esto también contribuyó que la casada solía cocinar con música, la cual le impidió percatarse de su celular, y de lo importante que eran esas llamadas. Vio el reloj de la cocina, marcaba las 3:17, debía apurarse pues Cesar no tardaba en llegar y aun le faltaba meter el pastel en el horno. Cometió un error usual en ella. El no vestirse cómoda para la situación.
En vez de usar una pantalonera, o algo cómodo se decidió por un pantalón entalladísimo, color negro, que como cualquier otro cubría espectacularmente sus piernas y trasero, le resultaba difícil caminar, las finas zapatillas de tacón alto se lo impedían. Sus pechos se resistían a salir por los lados de la blusa amarilla sin mangas que le regaló su suegra, uno de los pocos regalos que le hizo durante su vida. De pronto escucho como se abría su puerta, y entró Cesar, quien no sabía que Jacobo no estaba, no tenía idea que su mujer se preparaba para una tarde especial.
¡O dios mío!... mi amor que rico huele- dijo Cesar aspirando el olor profundamente, sorprendido de que al parecer su mujer pudiera hacer algo así, no es que fuera mala cocinera, sino que en ese sentido era del montón,
Me alegra haber causado ese impacto- sonrió la rubia acercándose a él, para besarlo tiernamente en la mejilla y regresar a la cocina. Entonces la sensual rubia explicó a su marido lo ocurrido con Jacobo, diciendo que no estaba y que tenían la tarde para ellos solos, por lo cual quería que ese día fuese especial. Él se sintió emocionado, creyendo que esa era “su noche”, o mejor dicho su tarde, pero daba igual el punto era estar con ella. Como lo imagino la comida estuvo deliciosa, lo mejor que había preparado Gabriela hasta ese momento. La situación fue amena, charlaron entre risas sobre cosas sin importancia. Finalmente terminaron, después llegó el gran momento, tomados de las manos regresaron a su habitación, se sentaron en la cama y se besaron tiernamente. La mejilla de Gabriela era testigo de la caricia que los nerviosos dedos de Cesar le prodigaban.
Te quiero tanto cariño- susurro Cesar al oído de su mujer, con cierto tono nostálgico, como si hubiese esperado ese momento por siglos. Cesar arrojó su camisa al suelo, cuando separándose de Gabriela con cierta dificultad se la quitó. Gabriela toco ese abdomen tan trabajado, el contacto era agradable con sus delicados dedos. Mansamente la rubia se dejó recostar en la cama, sintió como Cesar se recostó sobre ella, dejando caer todo su peso, pensando que él era un hombre hermoso, un hombre que cualquier mujer se sentiría afortunada de tener por esposo, y a pesar de eso no estaba mínimamente excitada o caliente por la situación, se reprendía por ello, quería responder honestamente ante el beso que en ese momento compartían, podía sentir como Cesar tocaba su cuerpo (el de Gaby) un tanto desesperado, haciéndole daño.
Auch- gimió la rubia, sonando más aparatoso de lo que fue.
Disculpa…- dijo Cesar sin despegar sus labios del rubio cuello de Gaby. Cesar entrelazo sus dedos con los de Gaby, haciendo que estiraran sus brazos, en señal de amor y afecto. La mente de Gabriela era un caos, el pequeño bulto de Cesar se restregaba fuertemente en su pierna, y esto no lograba encender su ser, no lograba despertar a esa otra Gabriela que era una amazona en la cama, una diosa de placer que otro hombre aprendió a amar.
No tenía caso intentar engañarse a sí misma, después de sus encuentros con Cipriano intentar estar con Cesar le sabría poco, lo haría porque lo amaba, pero aunque nunca lo dijese en voz alta deseaba que el hombre que en ese momento intentaba hacer el amor con ella fuera otro. Fue entonces cuando Gaby se percató de que el timbre de la puerta no dejaba de sonar.
Amor… hay alguien en la puerta- dijo Gaby.
Déjala que siga sonando….- sus labios no daban tregua entre el cuello y las mejillas de su mujer.
No cariño…. Puede ser tu mamá..- Gabriela buscaba una excusa para zafarse de esa situación, para alargar el momento en que compartiera cama con su marido, forcejeo ligeramente. Eso fue un golpe bajo de parte de la casada pues sabía que su esposo sufría un grave caso de “mamitis”, por lo que separándose de ella la dejo en libertad, para después buscar su camisa en un afán de abrir la puerta, sin embargo la rubia fue más veloz, se levantó rápidamente, acomodo su cabello y salió de la habitación. El timbre ya no sonaba, ahora golpeaban la puerta fuertemente, sonaba como si alguien estuviese huyendo y desesperadamente quería que le abriesen. No le quedó duda que no se trataba de su suegra, pues ella nunca tocó con tal desesperación, además nunca llegaba de improvisto. Abrió la puerta sin preguntar de quién se trataba, en un afán de evitar la situación con su esposo, sabía que estaba mal, sabe que hizo una promesa, su mente decía que la cumpliera pero su cuerpo se negaba.
Hasta que abres pendeja…. Gabriela no creía quien estaba frente a ella, Don Cipriano apareció ante sus ojos, se veía muy enojado. Nuevamente a ella llegó esa sensación de cosquillas en el estómago, esa sensación de mariposas.
***Esta fue la ultima parte que hasta donde tengo conocimiento, escribió el autor original ragnas, hay otras dos entregas que escribio Nadia Romina. Preferíría que los autores originales le dieranconclusión o al publicar estos relatos se animaran a regresar. Faltan por subir los dos relatos de Nadia.