Gabriela

De esas situaciones que solo pasan una vez pero que quedan en la mene para toda la vida.

En esa época yo tenía 19 años, era rebelde y me fui de casa -no costó mucho trabajo puesto que ya tenía un trabajo estable- Sin embargo, mi padrastro se preocupaba por mí y me convenció de mudarme en casa de una amiga de él que vivía sola con sus dos hijos y tenía una habitación desocupada.

Entonces la conocí.

Gabriela tenía 17. Yo siempre he sido de gran trasero y pocas tetas, ella, aunque baja de estaura, era mucho mas voluptuosa y tenía esa mirada que te mostraban mucho más de lo que decía. Ella era la hija de la dueña de la casa y desde la primera conversación, descubrimos que teníamos muchas cosas en común, al principio eran cosas sencillas como el gusto por un tipo de música o ropa determinada y ya con el pasar de los días, también nos entendíamos en temas más íntimos como el tipo de hombre que nos gustaban o el tipo de sexo que preferíamos. Ella cada que hablaba dejaba ver lo perversa que era, a pesar de su edad sabía de sexo incluso más que yo - algo sorprendente pues mi vida sexual empezó desde los 13- y poco a poco fue naciendo en mí, una curiosidad inquietante por saber más de ella con respecto al sexo.

Fue una noche que la invité a comer a algún que, como ya era costumbre, empezamos a hablar de temas sexuales...

  • Y es que yo no entiendo cómo hay mujeres a las que no les gusta el sexo oral, vea, eso es lo más delicioso que existe - dijo mirándome pícara - marica, delicioso cuando sientes la respiración del otro por allá abajo mientras también se siente ese mojadito de la lengua ¡ufff! yo como que mejor no imagino porque jummm - y se echó a reir.

  • Pero hay que ver quien es el santo que hace el milagro mija, porque hay unos que en vez de dar placer, dejan es dolor - comenté yo.

  • Siii, el horror. Por eso comprendo a las lesbianas marica, ellas si saben cómo dar placer. Igual ¿quién mejor que una mujer para saber lo que le gusta? - me preguntó.

  • Hablas como alguien que lo ha vivido. ¿has tirado alguna vez con una vieja?

Mi pregunta creo que salió con más entusiasmo del que quería pero para ser sincera me moría de ganas por que me dijera que sí. Llevaba días fantaseando con sus tetas, y era algo extraño puesto que nunca, en mis 19 años vividos, se me había pasado por la cabeza fantasear con una mujer.

  • ¡Nah! pero no por falta de ganas sino porque es dificil encontrar alguien de confianza con quien experimentar y que no te meta en líos despúes - no sé si era mi deseo hacia ella pero yo sentía que cada palabra era una indirecta, muy directa, hacia mí y por ello decidí arriesgarme.

  • De un tiempo para acá, yo también he tenido esa curiosidad, es que soy de las que pienso que después de que se cierren las puertas, todo vale, así que tal vez un día de estos te sorprenda y me lance.

  • Ver para creer- fue su respuesta y seguimos comiendo y hablando cositas que aumentaron mi exitación al extremo que esa noche me masturbé a nombre de ella.

Al día siguiente era domingo y por lo tanto no tuve trabajo ni ella escuela, todo el día no paraba de lanzarme miradas sugerentes y no desaprovechaba oportunidad para pegarme en el culo diciéndome cosas como ¡mamasita, tu si tienes ese culo duro!, incluso salió del baño desnuda porque según se le olvidó la toalla -aclaro que, cuando eso ocurrió, su mamá y su hermanito estaban en misa- Por aquello de que yo nunca había hecho nada con una mujer, no me atrevía a dar el paso, pero me di más de una bofetada mental, sobre todo cuando me llamó a su cuarto para preguntarme si veía algo extraño en su pezón porque le rascaba. Lo más atrevido que fui capaz de  hacer fue rascarselo con mi lengua y cuando sentí cómo sucorazón se aceleró, me acobardé y con alguna excusa que ahora no recuerdo, me fui a mi cuarto a hacerme una paja.

Sin embargo, esa noche cuando ella me invitó a ver una película en su cuarto, me dije que no podía dejar escapar esa oportunidad y me encerré con ella. Su hermanito estaba jugando en la calle con los niños de la cuadra y su mamá en la terraza cuidando de él. Nos acostamos en su cama y no pasaron ni 15 minutos cuando empezamos a tocar nuestros tan acostumbrados temas calientes, nos olvidamos de la tv y nos acomodamos quedando frente a frente. Fue allí que me di cuenta que su cara dejó de ser solo pícara para volverse de puta. Iba a hacer un comentario al respecto cuando me dijo:

  • Tienes una lengua muy suave, me gustó.

  • ¿Se te quitó la rasquiña?

  • Algo, si. Lástima que te acobardaste y no terminaste de rascarme bien -con cara retadora añadió- habrá que buscar quien sí haga las cosas completas, porque por lo visto a tí te quedó grande.

Esa fue la cereza del pastel pues nunca me he podido resistir a un reto, tomé el poco valor que me faltaba y la besé. Al principio fue algo confuso pero no pasaron 3 segundos y ya nos habíamos amoldado a la perfección, introduje mi lengua en su boca y me imaginé que tenía su pezón entre mis dientes cuando ella introdujo su lengua en la mía. No sé si era la inexperiencia de ambas en eso de besarnos con alguien del mismo sexo lo que hizo que se sintiera genial, tampoco sé en que momentos nos giramos pero ella estaba a horcajadas sobre mí y mientras me besaba, movía su pelvis contra la mía. Intentó tocar mis senos pero no lo hizo muy bien y me dio temor que eso me enfriara - siempre fui algo exigente con respecto al sexo- por ello, en un movimiento ya bastante practicado en el sexo hetero, me puse sobre ella dejando sus piernas abiertas para mí y ahora rozandome yo. Dejé de besar su boca y bajé a su cuello haciendo chupetones sin dejar marcas, ella respiraba agitadamente y juro que eso terminó de prenderme. Bajé el tirante de su blusa y vi que no llevaba sujetador, tenía ese par de picos totalmente erectos casi rogando por mi atención. No perdí tiempo e introduje el izquierdo en mi boca, ella se arqueó y aproveché para pellizcar el derecho con mi mano izquierda. Su respiración empezó a hacerse un poco más sonora y aún con su pezón en mi boca atiné a decire: ¡shh! te van a oir afuera.

Su respuesta fue tomar mi cara, subirla al nivel de sus labios y estamparme un beso y alzar más su pelvis para rozarse contra mí. Yo estaba full de lo mojada y quise saber si ella estaba igual así que me apoyé sobre mi brazo izquierdo y rompí el beso para jugar con sus tetas. Con mi mano derecha fui acariciando el borde de ellos y luego bajando hacia su abdomen sintiendo cómo su piel se erizaba - eso siempre ha sido un afrodiciaco para mí- Ella tenía puesto un short de esos medio anchos y con tanto roce este se había echado a un lado dejando al descubierto una conchita totalmente rasurada y un bultito rosado que sobresalía de ella. La maldita no se había puesto ropa interior tampoco. Eso me prendió más.

No me resistí más y bajé para ver mejor ese valle sin monte y empecé a besar y lamer el interior de sus muslos y respirar sobre su sexo. Puedo decir que ella estaba gustosa por lo que yo hacía, debido a sus gemiditos cada vez menos controlados. Pasé mi índice derecho por su clítoris sobresaliente y ella se arqueó de modo que lo volví a hacer. Era un mero roce pero que la hacía arquearse y abrir más y más sus piernas. En uno de esos movimientos, sus fluidos sonaron invitandome a ir más allá, con mi índice y mi pulgar separé sus labios rosados y vi la gran cantidad de jugos que emanaban de ella y no me aguanté. Me lancé de cabeza sobre su vagina y fue lo mejor que probé alguna vez, Sabía entre salado y algo más que no logro describir, olía a mujer, a sexo, a ganas... Y esas ganas me consumían. Jugue con su clítoris con mi lengua pero me concentré justo arriba de este, con cada lametazo que daba, ella respiraba más agitada y algo debí haber hecho bien porque no aguantó más y tomó mi cabeza con sus manos ejerciendo más fuerza sobre su piel hinchada de deseo. Aposté por más y sumé mis dedos a la fiesta, empecé a hacerle una especie de paja suave a su clítoris mientras introducía mi lengua en su interior. Ella se presionaba y yo sentía cómo se contraía por dentro cuando con mi lengua buscaba su punto G. cambié mi lengua por mi dedo medio y para ella fue la gloria, más cuando a este se sumó otro dedo. Tres dedos envistiendo en su interior y mi boca jugando con su clítoris y sus alrededores, bastaron para que ella empezara a decir: me vengo, me vengo, me vengo. Aumenté la velocidad de mis embestidas y presioné más mi boca contra su sexo cuando sentí que se contraía más en su interior, sabía que su orgasmo estaba cerca y así  fue, no pasaron 5 segundos más y ella lanzó un gemido de satisfacción que hinchó mi pecho de orgullo. Cuando saqué mis dedos de su interior, la palma de mi mano estaba llena de sus fluidos y mi barbilla no era la excepcion. Ella tomó mi mano y la lamió y luego me pasó sus jugos en un beso apasionado. Al separarme de ella vi sus ojos cansados y supe que para mí en esa ocasión no había nada. La limpié con una blusa que estaba en algún lugar y cuando me levanté para irme ella hizo intentos de que me quedara pero no, ella estaba rendida y nunca me ha gustado la gratitud por compromiso así que salí de allí y me fui a pajear a mi cuarto. Al día siguiente ella quería comportarse como si fuesemos pareja y hasta empezó a celarme pero yo tenía un novio que me ofrecía sexo fabuloso y preferí dejar las cosas como estaban.

Fue la única vez que tuve sexo con ella y la primera de varias que tuve con una mujer. Descubrí que me gustan las mujeres pero amo a los hombres... Llámame bisexual pero yo prefiero llamarme libre.