Gabriel Perroni, saliendo del colset (2)

Después del encuentro fugaz y soñoliento que tuvieron el seminarista y el padre Ochoa, lo que sucede al llegar Gabriel al cuarto es diferente.

Y no sabiendo qué hacer o qué decir caminó lentamente hacía su cama, la confusión al experimentar sentimientos encontrados pero la mismo tiempo no sabía cómo dirigirse al padre Ochoa. En ese momento el ambiente era tenso.

G – Padre Ochoa yo quería

Sin darle tiempo a continuar la frase

O – Que pase buenas noches Gabriel, hasta mañana.

La voz del padre Ochoa nuevamente era seca aunque denotaba algo de nervio y temor.

Gabriel solo se metió entre las sábanas de la cama y trató de dormir sin embargo conciliar el sueño en una situación como aquélla era casi imposible, se quedó quieto y sin pensarlo giró su cuerpo y se topó con la mirada intensa del padre Ochoa y nadie dijo nada por un minuto, en ese tiempo Gabriel recordó que ese algo que en el padre Ochoa le recordaba a alguien no era otra cosa que la atracción suprimida que sentía por su inseparable amigo del pueblo "Ernesto" con quien jugaba básquet y hacía muchas cosas, ese momento se convirtió en crucial y supo que toda la vida había sido gay y que lo había reprimido, pero ahora era diferente.

De pronto la voz del padre Ochoa lo sacó de sus profundos pensamientos.

O – ¿No puedes dormir?

G – No padre, no puedo

O – Tampoco yo puedo dormir, y quería decirte que lo que sucedió en el baño jamás debió ocurrir porque no sé

Sin darle tiempo a nada, esta vez fue Gabriel quién lo sorprendió y cuando se dio cuenta Ochoa ya Gabriel esta de pie frente a su cama, luciendo esas hermosas piernas torneadas, producto de los juegos diarios, y con el paquete que se notaba bajo el pijama que debía usar para dormir y que se notaba algo abultado.

G – Padre Ochoa, ni usted ni yo podemos sentir esto que negamos y que estamos sintiendo, su mirada me excita y toda la vida he negado este sentimiento, me he recriminado por lo que deseaba y no me atrevía a hacer y no me diga que no pasó nada en los baños porque usted lo deseaba más que yo y ahora no puedo dejar de querer más.

Al P. Ochoa casi se le salían los ojos, su cara cambiaba de color ruborizado a ponerse completamente rojo como jitomate, se sentía descubierto pero al mismo tiempo comprendido, molesto, deseoso de dejarse llevar por la imponencia del ahora dominante Gabriel que con su juventud lo invitaba a dejarse llevar por el pecado y la carne.

O – ¿Qué estás diciendo hijo mío? No debes dejar que esto pase a mayores porque no es lo que Dios quiere, te invito a reflexionar en lo que podría pasar en un futuro y todo lo que eres se puede venir abajo y créeme que

G – No tengo nada de que arrepentirme, todo este tiempo me he sentido rechazado por usted y no entendía y los dos sabemos que estamos deseando este momento ¿qué sientes padre que me acerque a ti y tengas mis bolas muy cerca de ti, que las puedas oler y sentir ¿te hace sentir mal? No me niegues que las deseas como dijiste en el baño, yo no te provoqué padre tú estabas pensando en mi y creíste que estabas soñando ¿me lo vas a negar? Tú despertaste algo en mi que no aceptaba y ahora no lo voy a calmar padre, no puedo y no quiero.

En ese momento ya Gabriel no le hablaba con el respeto de antes ni lo veía como un ejemplo, sólo veía la oportunidad de desahogar todas sus fantasías y tenía que alimentar a la bestia que el padre Ochoa había desatado hacía unas horas en el baño.

O – Por el amor de Dios niño ¿qué dices?

Pero Gabriel sin darle tiempo sacó su trozo de carne casi erecto y lo puso en los labios del padre Ochoa que no sabía qué hacer si seguir en su postura o doblegarse ante regia invitación.

G – Tú sabes lo que lo deseas tanto como yo padre, siempre me he castigado porque has gustado todo este tiempo y hago esfuerzos por no pensar en ti y ahora verás lo que me haces sentir y lo que me provocas.

O – Si continuas con eschht

El padre Ochoa ya no pudo terminar la frase porque Gabriel le tomó la cara y le metió 17 cm ahora en pie de guerra y en ese momento se cayeron las resistencias del P. Ochoa, ya solo deseaba que ese momento fuera duradero, solo veía como podía la cara de placer que tenía Gabriel y de pronto ese cambio de su personalidad dominante que al mismo tiempo volvía loco al padre Ochoa.

G – Sí, así padre, también yo he soñado contigo y con este momento y lo estoy disfrutando más que la vez que lo hice en el pueblo con el hermano de Ernesto, eso es padrecito, despacio ¿te gusta? Si padre ya veo que te gusta, disfrútalo.

De pronto Gabriel se quedó inmóvil y tomó a Ochoa por las mejillas y las acarició, luego observó su cara por un momento y con suavidad lo jaló hacia él y estando de frente se vieron a los ojos, Sin decir escurrieron unas lágrimas por las mejillas de Ochoa y se abrazó a Gabriel y entre dientes se entendió un "lo siento" no quería hacerte daño ni humillarte pero debía evitar que esto pasara.

G – Padre, míreme a los ojos, dígame si en verdad me odia o me ama en silencio como yo lo he amado todo este tiempo y me siento mal por este sentimiento, por eso hago penitencia y me flagelo para quitarme estos pensamientos.

O – No Gabriel, no te odio, desde que llegaste al seminario empezaste a gustarme, luego cuando vi cómo destacabas me llamaste la atención y ante tus atenciones y amabilidades empecé a quererte y mientras más negaba este sentimiento más empezó a crecer.

Sin decir palabra Gabriel buscó los labios de Ochoa y lo besó con ternura, como un beso adolescente, tierno, suave, solo le rozó los labios.

La actitud de Gabriel era diferente, sentía que su corazón latía tan fuerte que le daba la sensación de poder salir de su pecho, pero se sentía en la nube.

G – Padre quiero pedirte perdón por la forma en que abusé de ti en el baño, cuando tú quisiste escapar yo no supe como reaccionar y no quería renunciar al placer de estar haciendo realidad mi sueño y solo pensé en mi.

O – No pequeño, soy yo quien debe pedirte perdón porque te hice mucho daño y si mi deuda disminuye con lo que pasó en el baño podría seguir pagando la deuda con los intereses que sean necesarios, pero por ahora es mejor que descansemos porque la jornada de mañana será larga e intensa.

G – Sí padre, pero con el frío que empezó a hacer yo no puedo dormir y como no traigo cobertor ni edredón quería preguntar ¿puedo dormir junto a ti?

O – Pequeño no seas caprichoso esta cama no es tan grande y no sé si

Sin que Ochoa pudiera terminar la frase Gabriel le estaba dando un beso entre tierno y cachondo y cuando se dieron cuenta ya estaban los dos en la misma cama y se abrazaron fundiéndose en un beso profundo que terminó en un abrazo.