Gabriel
Un día de verano en la playa con un familiar.
Gabriel
Este verano pasado, mi familia decidió alquilar un apartamento con piscina a la misma orilla del mar, en un pueblo cercano a la capital. Por allí han pasado casi todos los familiares de mi madre, que siempre fue una familia muy unida.
Un día del final del verano vino a pasar el día Gabriel con su abuela que era familia de mi madre. Gabriel es bastante más pequeño que yo. Lo conocía desde pequeño, ya que desde que se separaron sus padres, su padre venía con bastante frecuencia a mi casa. Era un niño bastante serio poco dado a la risa, pero siempre fue un niño muy atractivo. La última vez que lo vi antes del verano. Estaba terminando no se que curso en el instituto y las matemáticas las tenía atragantadas. Vino a mi casa con su padre que me pidió que le explicara no sé que tema de algebra que él tampoco entendía, aunque no era lo mío intenté ayudarle. No sé si lo conseguí, pero lo que sí conseguí fue darme que Gabi se estaba convirtiendo en un adolescente casi perfecto. Llevaba puesto un chándal gris perla. Siempre me han gustado los chándals por lo que insinúan. Gabi lo llenaba bastante por la entrepierna.
El chaval no es muy alto, delgado, la piel no muy clara, el pelo liso y muy negro. En la cara ya tiene esa pelusa preludio de la barba. Pero lo que realmente llamaba la atención son los ojos, grises, difícil mirarlos sin perderse en ellos; y la boca muy sensual, echa para ser besada. Tanto los ojos como la boca, los ha heredado de su madre que era una mujer muy guapa pero que pronto desapareció de su vida, quedando el pequeño al amparo y a la protección de su padre. Como digo, rayaba la perfección. Además aquel aspecto de seriedad que transmite siendo tan joven, hace sea que aún más atrayente a quien lo mira.
Volviendo al día que recaló en el apartamento con su abuela. La mañana transcurría con normalidad. Lo que me llamó la atención es que llevaba una bermuda floreada, que mientras jugaba al pin-pon, con los niños y adolescentes que pasaban el verano lejos de los calores de la ciudad, me percaté que al trasluz, se le veía como la polla se balanceaba de un lado a otro según jugaba al tenis de mesa. Lo que demostraba que no tenía la huevera que generalmente tienen los bañadores. Otra cosa era que el volumen que gastaba era bastante considerable para su corta edad, algo que ya me había percatado cuando lo vi con el chándal gris en mi casa.
Después de jugar al pin-pon, algo que yo hacía bastante bien, por cierto mucho mejor que él, nos bañamos en la piscina todos los chicos y chicas. Yo no dejaba de mirar a Gabriel, cada vez que salía del agua el bañador se le quedaba pegado al cuerpo y se le notaba claramente tanto la polla como los huevos, él intentaba tirándose del bañador, que no se viera lo evidente, que tenía unos atributos de lo más apetecibles, por su tamaño. Aunque intenté acercarme a él, teníamos una buena relación a pesar de la diferencia de edad, no encontré el momento de tocarlo dado que eran muchas personas que, o bien estaban metidas en la piscina o tomaban el sol al borde de la misma. Eran muchos ojos que podían ver algo extraño si me acercaba en demasía al muchacho tan deseado.
Hubo que esperar a la sobremesa. Cuando la piscina estaba prácticamente desierta, porque todo el mundo dormía la siesta o estaba en la playa, Gabi y yo nos bajamos a sentarnos en el césped, le sugerí que nos pusiéramos en un rincón junto al muro que rodeaba el edificio. Gabi estaba allí en todo su esplendor, pude recrearme en su la cercanía de su cuerpo. Apenas si tenía algo de vello en las pantorrillas. EL vello que sube desde los tobillos y se difumina al llegar a las corvas de la rodilla y que en él todavía no había cogido la consistencia de la plena adolescencia Comenzamos a hablar de cosas intrascendentes, hasta que puse en práctica algo que había leído en uno de los primeros libros en prosa de Luis Antonio de Villena. Consistía en que le iba tocando por los costados, el pecho, las axilas y a la vez le preguntaba si tenía cosquillas. Gabi siempre negaba con la cabeza, hasta que desde el estómago, pasando por el ombligo, llegué al abdomen y por fin le cogí la polla casi rozándosela con las puntas de los dedos preguntándole:
-Y aquí ¿tienes cosquillas?
-Ahí tampoco.
Me entretuve un poco, haciendo más presión sintiendo tanto la polla como los huevos. Pude observar a través de la fina tela del bañador que el volumen que gastaba el chaval era más que aceptable. Mientras presionaba le volví a preguntar:
-Seguro que no tienes cosquillas, porque todo el mundo las tiene en este sitio, es una zona muy sensible- Mientras le seguía masajeando el paquete.
-Te digo que no, yo debo de se muy raro, porque no tengo cosquillas. Sigue si quieres probando pero yo no tengo casquillas ahí abajo.
En eso que vimos como ya comenzaban a aparecer algunos de las personas que ocupaban los distintos apartamentos. Por lo que retiré rápidamente la mano de la zona donde el niño insistía que no sentía cosquillas.
No se si él era consciente del juego que nos traíamos, la verdad es que, lo mismo que yo estaba tremendamente excitado con el jueguecito, a él apenas si le noté un ligero endurecimiento en el miembro.
-Vámonos a la playa- dijo, levantándose y acomodándose el paquete. Yo me hice un poco el remolón, ya que a mí si que notaba lo dura que la tenía.
-Espera un momento, ahora vamos.- Me tumbé boca abajo hasta que poco a poco se fue bajando la hinchazón.
Poco después salimos por una puerta pequeña que daba a la playa. Era una playa arenosa y en la que hacía pié hasta bastantes metros de la orilla. Le pregunté si sabía hacerse el muerto, me dijo que no sabía muy bien. Así que le dije que se tumbara de espalda y que yo lo sostendría. Lo hizo y poco a poco, cuando se relajó, se quedó flotando en el agua con el paquete fuera de la misma, lo que yo aproveché para cogérselo y fue cuando se hundió. Nos reíamos. El agua nos llegaba por encima de la cintura.
-Oye cada vez que te toco la polla noto que la tienes muy grande, vamos a hacer una cosa, yo meto la cabeza debajo del agua y tú te bajas el bañador y así compruebo lo grande que la tienes.
-Vale.- Para nada le pareció rara la proposición un tanto desonesta.
Mientras yo metía la cabeza, Gabi ya se había bajado el bañador.
Allí debajo del agua le pude ver que la polla tenía forma de pera, bastante gruesa en la cabeza que estaba cubierta por el prepucio. También le veía los pelos del pubis, todo de un color verdoso debido al agua del mar. Sin pensarlo me acerque a él y allí mismo me la metí en la boca. Retrocedió dando un paso atrás. Cuando saqué la cabeza del agua, vi que Gabriel me mirara con asombro, mientras yo sonreía. Era como se hubiera dado cuenta, en ese momento del juego. Yo seguí como si no hubiera pasado nada. Lo cogí y me lo puse delate de mí, él descansó su espalda sobre mi pecho y le metí la mano por debajo del elástico del bañador y se lo bajé un tanto. Ya sin obstáculo le cogí la polla, que ahora sí estaba creciendo mientras se la sobaba. Él, entre tanto, prácticamente encajaba entre sus nalga mi polla. Yo alternaba el masturbarlo con cogerle los huevos. En ese momento mientras estábamos de espalda a la playa y de cara al horizonte:
-Mira, mira es un pez volador ¿Lo has visto?
-Si, sssii.- Contestó con un gemido mientras encajaba aún más el culo en mi ya muy dura entrepierna. Mi polla no estaba nada a gusto dentro del bañador.
Lo estábamos pasando de maravilla, yo meneándosela, él restregando su trasero con mi polla. La cosa ya estaba por terminar, cuando oímos que nos llamaban desde la orilla para que nos fuéramos a cambiar porque Gabi se tenía que ir ya con su abuela, se hacía tarde para volver a la ciudad.
Está claro que nos cortaron el rollo de una manera radical. Y ahí dejamos la faena, sin concluir.
En la ducha de la piscina nos enjuagamos y ya, cuando subíamos por las escaleras camino del apartamento envueltos en sendas toallas de playa, le pregunté:
-¿Te la han chupado alguna vez?
-¡No! nunca.- Contestó muy serio
Entramos en mi cuarto para cambiarnos de ropa. Me senté en la cama con el bañador puesto. Gabriel se quedó en pie delate de mí. Como la puerta no tenía pestillo puse el pie izquierdo para que sirviera de tope por si alguien se le ocurría interrumpirnos.
Gabi se bajó el bañador sacándoselo y quedando totalmente desnudo frente a mí. Estaba muy serio esperando que pasara algo.
-Ven aquí- le dije y lo acerqué a mí.
El muchacho estaba dispuesto a todo. Me metí la polla del chico aún flácida, pero ya de considerable tamaño, rematada por el vello púbico, no muy abundante y algo rizado y con los huevos todavía no muy desarrollados. Le puse las manos en las caderas sin atreverme a amasarle las nalgas y buscar el ano con los dedos.
Comencé a succionar el pene adolescente. Mientras él me sobaba los huevos por encima del bañador con su mano derecha. Yo había leído hacía poco "El pan desnudo", un libro donde al joven protagonista, marroquí, se la chupaba un español ya maduro y no sé como me vino a la memoria al reproducir la escena que tanto me excitaba cada vez que la leía. Gruñí de placer mientas se la mamaba, como también pasaba en el libro.
Así estuvimos bastante tiempo, yo chupando, mamando, lamiendo, cogiéndole las pelotas, que pronto se endurecieron así como la polla que cada vez la sentía de mayor tamaño en la boca y que me deformaba la cara alternativamente haciendo presión en uno u otro carrillo , era maravilloso, él tampoco lo estaba pasando mal. Me la saqué de la boca y la tenía frente a totalmente erecta, mirándome con su único ojo como Polifemo.
-¿Te has corrido?- Pregunta inútil, ya sabía yo que Gabi, aunque joven ya debería de eyacular y no había sentido su corrida en mi boca.
Él, que seguía muy serio, negó con la cabeza.
Entonces lo senté encima de mí, yo seguía con el bañador puesto y con el pie atrancando la puerta. Gabi se acomodó encima de mi polla. Volvió a abrir las nalgas hasta que mi polla le diera directamente en el ojete. Me echó el brazo izquierdo por los hombros. No tenía aún pelos en las axilas. Le besé la tetilla derecha, se la chupé, mientras se arrellanaba sobre mi paquete. Le empuñé su aparato. Mientras Gabi subía y bajaba lentamente. Me lo estaba follando, pero tonto de mí, con el bañador puesto. Así continuamos otro rato, rezando para que nadie tratara de entrar ya que nos hubieran encontrado en un "forzado escorzo", que se podía venir a bajo en el momento que nos corriéramos.
El primero que se corrió fui yo que me corrí dentro del bañador y directamente en el culo del chaval, que tuvo que sentir lo caliente de mi leche.
-¿Tú todavía no te corres? ¿Te has hecho una paja hoy?
Él negó con la cabeza mientras yo seguía bombeando hasta conseguir hacer florecer el capullo del niño.
-Ya, ya. Sigue, sigue dándole, que ya me viene el gusto.
Yo intensifiqué el ritmo de un modo casi frenético. Ante esto el chaval se corrió en mi mano. Aunque no muy abundante, manchó el suelo entre nuestras piernas.
-AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHH.-Gritó de una manera gutural.
-Has "estao" genial. Buau . que bueno.
-Tú tampoco has estado mal. Vamos a vestirnos, que llevamos mucho tiempo aquí dentro.
Él se levantó y yo, ahora sí, me quité el bañador totalmente empapado de semen.
-Si te parece puedes venir a mi casa cuando comience el curso. Te podré ayudar con las matemáticas. Pero intenta venir sólo.
Se quedó pensando mientras se vestía y dijo:
-Vale, no me vendrá mal una ayuda.
Así lo ha hecho. Gabriel, aún que ha tardado en venir, ha pasado bastantes veces por mi casa para que le ayudara. Y casi siempre ha venido sólo.