Futuristi

Retazos de una sesión entre Ama y sumiso.

—Quiero fuera zapatos, calcetines y pantalones. ¡Ya!

Te beso a fondo, con prisa, exponiendo mi deseo. Cuando no te muerdo el labio, recorro tu cuello con la lengua, te pego a la pared mientras sigo saboreándote. Te agarro los huevos, la polla… está tan dura que me pregunto qué vas a dejar para el resto de la noche. Me separo de tus labios apenas dos segundos para quitarte la camiseta, siento tu piel arder. Aún aturdido por la excitación gimes de dolor cuando sientes cómo retuerzo tus pezones, los pellizco, tiro de ellos. Sin proponértelo siquiera ya te estás encogiendo por el dolor, por mucho más que puedas aguantar te duele a la par que te encanta.

—No olvides quién manda aquí —digo mientras te cojo del mentón, tus ojos me miran con sorpresa y sumisión tras el bofetón que acabo de darte. Te beso y esta vez, al separarme, te pongo la mordaza de bola, estás muy guapo calladito…

—¿A ti te parece normal babearme todas las tetas?

—…

—¿No dices nada, gusano? Ya puedes pedir perdón, de rodillas. —Extiendo mi pie hacia ti y espero, ya sabes lo que tienes que hacer—. ¿Y ahora me babeas los pies? Se acabó.

Cogiéndote del cuello te levanto y te llevo hasta la cama, acabas a cuatro patas, con las piernas abiertas y sacando el culo todo lo posible, como a mí me gusta. Te azoto con fuerza con el flogger, no he empezado de forma progresiva por lo que te duele más de lo habitual, das un respingo cada vez que el cuero toca tus testículos. Empiezas a retorcerte y cojo la vara, esta vez son tan solo cinco azotes, pero fuertes, y te quito la mordaza.

—¿Qué se dice?

—Lo siento, Ama —con la cabeza gacha, sin poder mirarme a los ojos, te disculpas.

—Muy bien, perrito, empieza a limpiar el estropicio. —Te ofrezco mis pechos para que lamas cada gota de saliva que has derramado en ellos. Me siento al borde de la cama contigo arrodillado delante de mí mientras acabas. Te beso y piso tus genitales, gimes por la impresión, aunque te encanta; te masturbo con el pie mezclando dolor y placer, es embriagador ver cómo te quedas quieto cada vez que aprieto un poco.

—¿Ya estás cachondo, perrito? —Con una mirada te quito las ganas que tienes de tocarme, aunque estés anhelando hacerlo; pero no más de lo que anhelas mi toque.

Me levanto ante ti, tu diosa, y te concedo un premio más.

—Quítame la falda. No tenemos toda la noche, más vale que te des prisa. —Por fin consigues bajar la cremallera y te animo a que vayas bajando la falda por mis piernas, me encanta verte desde arriba, tan sumiso, tan mío. Cuando está hecho vuelvo a sentarme, no sin antes darte un azote fuerte, inesperado, en la polla—. Eso por lento.

Vuelves a tu sitio, arrodillado entre mis piernas. Te beso, me recreo contigo, te doy un respiro y dejo que acerques tu cabeza a mi regazo.

—¿Te gusta lo que ves? ¿Ya estás salivando como una perra en celo?

Te dejo con ganas de más, si quieres darme placer vas a tener que ganártelo. Te pongo la capucha de cuero de privación sensorial sin la mordaza y, sin que me veas, me pongo el arnés a la cintura con el dildo negro y estriado.

—Abre la boca. —Obediente, lo haces sin rechistar, todo lo que puedes, yo estoy de nuevo sentada contigo entre mis piernas. Te cojo la cabeza y te guío directamente hasta el dildo—. Chupa.

Me excita muchísimo verte lamer, tanto que necesito levantarme, quiero follarte la boca.

—Vaya, resulta que eres una feladora nata después de todo. ¿Cómo vas con las arcadas? —Nada más decirlo te meto la polla más adentro, bombeo, me recreo viendo cómo apenas aguantas las embestidas—. ¿Eso significa que vas bien?

Como puedes asientes con la cabeza con la boca llena.

—Como lo estás disfrutando, putita. —Una vez más asientes y sonrío, es hora de prepararte el culo.

En la cama, boca arriba, con los brazos atados en cruz, las piernas abiertas y las rodillas atadas al cabecero de la cama estás en la postura perfecta para lo que voy a hacerte, cómo me pone verte tan abierto y vulnerable…

Me pongo un guante con intención de intimidarte y empiezo a meterte un dedo, te miro mientras lo hago, te beso, lamo tus pezones, procuro mantenerte excitado, quiero que te relajes y me permitas jugar sin perder la excitación. Parece que lo consigo y usando un poco más de lubricante meto un segundo dedo.

—Mmm me encanta estar encima de ti y mirar tu cara mientras disfrutas. Estoy deseando follarte este culo tan bonito y correrme mientras lo hago —esto último es apenas un susurro contra tu oído…

Sigo trabajando tu culo, te dilato poco a poco con mis dedos mientras te mantengo excitado. A veces te toco, a veces te dejo deseando mi roce y otras, simplemente, te dejo mirar mientras me toco a mí misma. Cuando consigo que estés relajado empiezo a dilatarte con el pequeño dildo realístico que tanto te gusta, poco a poco el dildo va entrando, cuando llega la parte más gorda me centro en tu polla. La chupo, la masturbo, paso mis tetas por encima, quiero que notes mis pezones, que sientas lo excitada que estoy.

Cuando entra y te sientes cómodo me preparo para follarte yo misma con ayuda del arnés, voy metiéndolo poco a poco, mirándote, diciéndote lo mucho que me gusta hacerte mío así. Te masturbo y con toda la delicadeza que puedo voy penetrándote. Gimes cuando entra del todo. Despacio empiezo a moverme dentro de ti. De nuevo te beso, te toco, te excito, te meto un dedo en la boca para que lo chupes, te obligo a mirarme mientras te follo. Te masturbo, unas veces despacio, otras con fuerza. Empiezas a disfrutar.

Te follo más rápido, parece gustarte, me recreo viendo cómo reaccionas y sigo follándote. Usando el dolor para excitarte vuelvo a atormentar tus pezones, te azoto la polla, incluso los muslos. Si te masturbara un poquito más explotarías, pero quiero alargarlo, que desees repetir una y otra vez, quiero seguir disfrutando de tu culo un poquito más.

—Mira, perrito, mira cómo haces disfrutar a tu Ama —te digo mientras pongo contra mi clítiros un vibrador, el vibrador futurista como lo describiste tú la primera vez que lo viste, y empiezo a gemir como loca. Estoy tan mojada, tan excitada que lo aprieto para que no resbale tanto y poder sentir las vibraciones con más fuerza aún.

—Nadie te va a follar así el culo nunca, perrito, jamás, solo yo. Eres mío. —Jadeando sigo follándote como puedo hasta que, entre gritos, me corro.

Sobre ti, me recupero de mi orgasmo. Solo necesito unos segundos, noto tu excitación contra mí y vuelvo a moverme despacio. Te quejas un poco, pero enseguida te acostumbras. Gimes cuando, cogiéndote del cuello, te miro a los ojos y te follo despacio, pero con más fuerza, penetrándote con más profundiad. Suplicas por correrte varias veces, te retuerces cada vez más, no sabes si prefieres acabar o seguir disfrutando de esta deliciosa tortura.

—Por favor, Ama, no aguanto más… —desesperado, fuera de ti, con la voz quebrada y la frente perlada de sudor, suplicas una última vez.

Estás relajado y agotado, te desato, dejo que te tumbes apoyado en mí y te acaricio, todavía te estás recuperando cuando te susurro al oído:

—Prepárate porque aún quiero que me folles a cuatro patas como si no hubiera mañana y quiero que uses también a Futuristi…