Futbol 5…, ¡gol en off side…, fuera de lugar…!

En relatos anteriores comenté cómo me enredé con un amiguito de mi hijo, compañero de escuela y de equipo, y le comencé a enseñar el arte del sexo. Aquí relato cómo, luego de un partido de fut, tenemos un sexo violento, ¡que termina por la desfloración de mi ano, en un "completo fuera de lugar".

Futbol 5…, ¡gol en off side…, fuera de lugar…!

Resumen: en los relatos anteriores comenté cómo me enredé con Javier, el amiguito de mi hijo, compañero de escuela y de equipo. Les narré ya cómo lo seduje y le comencé a enseñar el arte del sexo; a continuación les relato cómo fue que, luego de una noche tormentosa, a la mañana siguiente, con premuras de tiempo, lo tuvimos que hacer muy rápido, ¡pero delicioso!. Luego del juego por el tercer lugar, al regreso al hotel, nos enfrascamos en un sexo violento, de entrega total el cual nos conduce, de manera impensada, a la desfloración de mi ano, ¡un completo fuera de lugar!.

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Luego de desayunar, me fui de compras al centro de la ciudad y de ahí a la Unidad Deportiva, a ver jugar a los chicos, a mi hijo y a mi nuevo ídolo: ¡a Javier!. Lo miraba correr, lo miraba disputar el balón, lo miraba poniéndole el corazón a ese juego. Lo miraba en sus gestos y me imaginaba sus gestos, cuando estaba conmigo. ¡Se me “hacia agua la vagina” de tan sólo pensarlo!.

Mi hijo metió un primer gol para “nuestro” equipo y yo brinqué emocionadísima. Las mamás me felicitaban por el gol de mi hijo, y yo orgullosa, les daba las gracias.

Luego de ese gol, vino el medio tiempo y recién reiniciado el partido vino un segundo gol. También me paré a gritar y a brincar de la emoción, aunque ahora los elogios fueron para la mamá de otro chico.

Continuó el juego y le hicieron faul a uno de “nuestros” chicos, dentro del área. Se marcó el penalti y el que lo tiró fue Javier. ¡Goool de javieeer…!. Brinqué nuevamente, al igual que nuestra tribuna. Todos nos felicitamos, ya que no habían venido los familiares de Javi.

Ya casi para terminar el juego, nos anotaron un gol – que para todos los ahí presentes había sido en fuera de lugar pero…, terminó 3 a 1: ¡ganamos el 3er lugar del estado!.

Nos fuimos a comer a uno de los campos, con palapa. Había música que sonaba y estuvo bonita y emotiva aquella celebración.

Poco antes de irnos, mi hijo, que andaba con una mujer, joven para mí, pero “mayorcita” para mi hijo; debía tener unos 25 años de edad. Me preguntó que si se podía quedar en esa ciudad, con sus primos, aunque de inmediato supe que no era exactamente con ellos con quién se pensaba quedar pero…, le dije que sí, que simplemente le avisara a su padre, total…, estaba de vacaciones.

Me dio un beso emocionado y me comentó que nos veríamos mañana, en las tribunas, para ver la final, por el 1er lugar del estado.

Me regresé con los padres de familia, y cuando ya pardeaba la tarde, me regresé hacia el hotel. ¡Llegué antes que Javier!.

Me metí a bañar, me cepillé y arreglé los cabellos, me maquillé la cara, ¡me perfumé todo el cuerpo!, y me puse un baby doll – camisón – de color rosa, transparente, que dejaba ver libremente mis senos, y abajo tenía una pantaletita rosa, de la misma tela que el camisón, también transparente, que dejaba ver libremente mi sexo, mi monte de Venus, mi vello púbico. Me puse unas zapatillas rosas con vivos negros, de tacón alto y terminé mi atuendo con un moño rojo, en mis cabellos.

Me vi en el espejo y me vi muy bonita: ¡tenía cara de mujer enamorada!. ¡Estaba esperando a…, mi chico…!.

Puse la tele y luego de unos pocos minutos hizo su entrada mi galán, completamente sudado, sucio, aun con la camiseta de juego, con sus zapatos deportivos, en short y…, ¡se veía hermoso…!, ¡destilaba virilidad…!. ¡Me le lancé entre sus brazos, me le colgué de su cuello y le ofrecí de inmediato mis labios!, a los que él les correspondió de inmediato; ¡nos dimos un cachondísimo beso en la boca!, el cual nos duró largo tiempo, en que yo le acariciaba su piel sudorosa, por debajo del jersey y me deleitaba con ella:

= ¡Señora…!,

dijo ese muchachito, cuando por fin terminamos el beso:

= ¡Está rete linda…!,

comentó, separándose un poco de mí, admirando mi atuendo, mi cuerpo, mi figura:

= ¡Me encanta con ese conjunto rosa…!, ¡se ve usted preciosa…, señora…!.

Coqueta ante aquellas palabras, me di una vuelta enfrente de él, de manera lenta y pausada, para que pudiera admirarme de frente, de perfil y por mi posterior:

  • ¿y bien…, te gusta lo que ves…?.

= ¡Claro que me gusta…, está usted muy bonita…, radiante…, preciosa…!.

  • y…, ¿no te gusta mi moño…?,

= Ahhh…, sí…, sobresale ese rojo…, en lo alto de Ud.,

me dijo, sin saber exactamente qué decir de ese moño, por lo que le comenté:

  • ¡Este moño es para el regalo…!.

= ¿Regalo…?

  • Sí…, regalo…, por ese 3er lugar… ¡Soy tu regalo tontito…!, ¡me estoy regalando contigo…!, ¡desde ahora soy toda tuya, mi muchachito querido…!.

= ¡Señora…!,

Exclamó, sin saber más qué decir, y me abrazó fuertemente contra su cuerpo. Su pene ya estaba parado, ¡completamente parado!, lo sentía entre mis piernas, lo sentía yo a la altura de mi ombligo, o un poco más por arriba.

Me colgué de su cuello y lo llevé hasta la cama. Nos recostamos y me lo estuve comiendo yo a besos, hasta que, cuando el pobre me pudo despegar su boca de mi boca, entonces:

= ¡voy a bañarme y regreso…!.

  • ¡No…, no le hace…, no te bañes…, me gustas con sabor a sudor…!,

y quitándole el jersey, me puse a besarle su cara, su cuello, su pecho. Llegué hasta su cintura; me tarde un buen tiempo besándole su ombligo, mientras le acariciaba su pene, muy rígido y recto, por encima de su short deportivo:

  • ¡estaba muy orgullosa de que mis dos jovencitos hubieran metido sus goles…!.

= ¡yo voltié a verla cuando iba a tirar ese penalti…, para ver si me estaba mirando…, y luego del gol, voltié de nuevo a mirarla, pero estaba brincando,

de gusto…, se veía muy bonita, señora…!.

  • Ahorita voy a seguir brincando…, ¡de gusto…!, ¡pero encima de ti…!, ¡enterrándome tu cosota…!.

El muchacho me miraba completamente sorprendido por mi actitud y entonces le pregunté:

  • ¿Tienes ganas de hacerlo…?

= ¡Siempre, señora, ya se lo dije…, todo el tiempo estoy así…, por usted…!,

exclamó, señalándome su pene parado, por debajo del short.

  • ¡Ahorita lo liberamos…, a este grandulón tan simpático…!.

Y me dediqué a bajarle su short y sus boxers, los que llevaba ese día.

Su pene saltó como muñeco de caja de sorpresas, salió disparado hacia el techo:

  • ¡jovencito…,qué cosas guarda usted debajo de ese shorcito…!,

le comenté, muy sonriente…, y lo tomé entre mis manos y le acerqué mi boquita:

= ¡señora…, ando todo sucio y sudado…!.

  • ¡te todas maneras me gustas…!, ¡tengo muchas ganas de darle una buena mamada a tu verga…!.

= es que…

  • ¿tú no…?, ¿no quieres que te la mame…?

= pues…, sí…, pero…, también tengo muchas ganas de meterle mi verga…, como lo hicimos en la mañana…, y tengo ganas de hacerlo de a perrito,

y de orilla de cama, y de lado, y por atrás, y…, de muchas formas pero…, estoy todo sucio, quiero irme a bañar y después…

  • después nada…, tu regalo dice que es para ahorita…, ¡con sabor a sudor…!.

Terminé de quitarle su short, por debajo de sus zapatos, y me puse a mamarle su pene. ¡Sabia saladito!, tenía también un poco de sabor a orines, pero tenía un mucho de sabor a sus líquidos pre-seminales, que se los estuve exprimiendo con mis dedos: se los sacaba hasta el meato y los recogía con mi lengua:

= ¡señora…, qué rico…, señora…, sabrosa…!. ¡Tengo ganas de mamarle su pucha…, su papayita…, su chocho…, su sexo…!. ¿Me deja…?.

  • ¿Quieres hacer un 69…?.

= sí…, ¿me deja…?.

Y entonces me giré por completo, pasando mis piernas una a cada lado de la cabeza del chico, clavando mi cara en la mitad de sus piernas, directamente sobre su pene, parado y erecto hacia el cielo, adonde quería yo llegar, con aquella mamada que estaba por empezar:

= ¡se le ve muy bonita su pucha…, debajo de sus calzones, rositas…!,

  • ¡sí…, rositas…, como le gustan a mi muchachito…, me los fui a comprar para él…, para entregárselos de regalo…, para envolver su regalo…, para que me

comiera todita, para que me hiciera de él… ¿Me vas a hacer toda tuya, verdad…?.

= Sí señora…, tengo ganas de darle…, ¡por todos lados…!, de hacerle…, ¡muchísimas cosas…!.

  • ¡Si Javi…, lo que tú quieras, chiquito!.

Y sin poderme aguantar un segundo más, clave su pene en mi boca, y me puse a disfrutarlo a lo grande, chupándolo con muchísima suavidad y ternura, descubriendo cada milímetro de esa verga, venosa, sudada, tan tiesa, tan rica.

  • ¡Javier…, la tienes muy rica, chiquito…!,

le dije, en un momento en que dejé de mamar.

Javi, sin quitarme las pantaletas, me estaba mamando mi sexo; solamente había hecho de lado la tela, había dejado descubierta mi rajadita y me había introducido su cara, su boca, su lengua y sus labios: me estaba mamando, de una manera no muy correcta, pero yo lo sentía delicioso: tener en mi sexo la cara de ese chiquillo era…, ¡casi casi la gloria!. Mi mente se lo imaginaba con fuerza y amplificaba las sensaciones: sentía deliciosa su lengua y sus caricias bucales, hasta que luego de unos momentos cesaron:

= ¡señora…, tengo ganas de darle p’adentro…, como lo hicimos en la mañana: ¡acuéstese boca arriba, con las patas abiertas, sin quitarse sus calzoncitos,

cachondos, así como está…, y pídame que me la coja muy rico…!.

  • Sí Javiercito…, lo que tú quieras…, chiquito…,

y adopté la posición que me había sugerido, con las piernas muy abiertas, conservando mi camisón y mis calzoncitos.

Estirando los brazos hacia él, le supliqué con mi vocecita aniñada:

  • ¡Cógeme Javiercito…, métemela…, por favor…, échame un palo sabroso…, como lo hicimos en la mañana, chiquito…!.

= ¡apriétese sus chichitas, señora…, juegue con ellas, ofrézcamelas, pídame que se las mame…!,

me ordenó, y de inmediato lo obedecí: me puse a apretarme mis senos, a acariciarme mis pezoncitos, que ya estaban todititos erectos:

= ¡señora…, si se viera la cara que tiene…, se le ve deliciosas, con ese conjunto rosa que tiene…!. ¡Ya se le nota mojado el calzón…!. ¿Se está viniendo

solita…?.

  • Me estoy viniendo contigo, Javier…, tú eres el que me está dando cuerda…, tú eres quién me provoca…, todos estos orgasmos…, todas estas venidas…,

mi inspiración eres tú…!. ¡Cógeme ya…, por favor…!.

Le supliqué nuevamente a Javier, quién se emocionó muchísimo con esa última frase y de inmediato se me colocó entre mis piernas, me hizo de lado mis pantaletas y de manera inmediata me la quiso meter…, pero no lo lograba, tuve que llegar al rescate, colocarle el glande – la cabeza de su pene – en la posición adecuada, y de un golpe fortísimo me la dejó ir hasta adentro:

  • ¡Jaaavieeerrr…, aaaggghhh…, aaahhh…, Jaaavieeerrr…!. ¡Qué rico me coges, chiquito…!.

Inmediatamente después de la primera estocada vinieron muchísimas más, de manera ininterrumpida, con muchísima fuerza y velocidad, sentía que se desbarataba la cama, de los golpes enormes, que le daba Javier:

  • ¡Javiercito…, me vas a romper…, Javiercito…, chiquito…, mi lindo…!.

Y en ese preciso momento, no se si por la emoción y calentura de aquellos momentos, Javiercito, ese chico tan educado y tan respetuoso comenzó a repetirme:

= ¡puta…, puta…, puta…, puta…!.

¡Me quedé sorprendida por oír esa sarta de palabrotas…, que jamás me hubiera yo imaginado que pudieran ser proferidas por la boca de ese muchacho, que no dejaba de repetirme:

= ¡puta…, puta…, puta…, puta…!.

¡Terminé por calentarme de manera tremenda, de tan sólo escuchar sus palabras, además de sentir esa ametralladora de golpes que se impactaban en mi sexo, en mis labios externos, en mi clítoris, en mi monte de Venus, ¡en todo mi ser!.

No pude resistir mucho tiempo, los orgasmos comenzaron a amplificarse, de manera continua, uno tras otro, en repetición, y me puse a gritarle:

  • ¡Javi…, Javi…, Javi…, mi Javi…, chiquito…, mi Javi, Javi, Jaaaviii…!,

Y Javier continuaba diciéndome, sin dejar de bombearme:

= ¡puta…, puta…, puta…, puta…!.

¡No se porqué, pero me sobrecalentaba que me dijera de esa manera!, y comencé a contestarle:

  • ¡Sí…, sí Javi…, sí…, soy tu puta…, puta, puta…!.

Los empujones de verga eran demoledores, ultra rápidos, frenéticos, incontenibles, salvajes: me la sacaba casi de manera total y luego, tomando fuerza, velocidad, distancia, como se debe de tirar un penalti, me la dejaba ir hasta adentro: ¡casi la sentía en mi garganta, traspasándome todo mi vientre y mi cuerpo!. ¡Era brutal ese ataque!, hasta que:

= ¡Aaaahhh…, carajo…, ya me lastimaron tus pinches calzones…!,

me dijo enojado, gritándome y dándome un golpe en la cabeza y luego sacándome su pene, lo procedió a ensalivar, pues le estaba doliendo (yo creo).

Me incorporé y me quité de inmediato mis pantaletas; también de inmediato me volví a colocar boca arriba, con mis piernas abiertas, y nuevamente de manera inmediata le dije otra vez, muy sonriente (a pesar de ese golpe en la cabeza):

  • ¿vienes…?.

Se me colocó entre mis piernas, me puso su pene en el centro de mi rajadita y de inmediato reinició el frenesí de su mete y saca…, muy rápido y fuerte, desde muy afuera hasta muy adentro; ¡me levantaba del colchón con sus golpes!. Me había levantado mis piernas hacia el techo, se las había echado a su hombro y me estaba bombeando muy fuerte, sin parar, sin detenerse, aumentando siempre la velocidad de sus embestidas hasta que…, en una de esas se zafó de mi vagina y sin saber, ninguno de los dos, que cosa pasó, al momento de entrar me lo metió por detrás, ¡por mi ano!, ¡estaba en fuera de lugar…!, y me hizo gritar desaforadamente por el dolor que causó:

  • ¡Jaaavieeerrr…!,

Le grite, presa del dolor. ¡Nunca me lo habían metido por ese lugar!, y Javiercito me lo había metido hasta adentro.

  • ¡”Estás en fuera de lugar…”, por ahí no…, me duele…!, ¡me duele mucho Javier…, sácalo…, por favooor…!.

Pero a Javier le gustó tanto la estrechez de mi recto que…, sin poder contenerse comenzó a verterme su semen en el interior de mis intestinos:

= ¡Me vengo…, me vengo…, señora…, me vengooo…!,

y me retacó por completo mi cola, mi culo, mi traserito, que a partir de ese momento dejaba de ser virgen, profanado por un chiquillo de la edad de mi hijo.

= ¡Qué rica señora…, está muy rica su cola, señora…!.

Y se quedó disfrutando por un rato de la calidez y de la estrechez de mi funda trasera, perforada en un flagrante “fuera de lugar”.