Futanari Wars 3

Capítulo 3. Consiguiendo información. - Morgana, la guerrera enana deberá usar la seducción y el chantaje para conseguir la identidad del ladrón de los códigos.

CAPITULO 3 – CONSIGUIENDO INFORMACIÓN

Mientras todo esto ocurría, Morgana se hallaba sentada en "El Unicornio Rosa", un tugurio discreto de la zona Oeste de New Spire. Miró a su alrededor. Se trataba de un pub oscuro con música antigua de jazz en el que cada cliente iba a lo suyo y no se metía en conversaciones ajenas. Perfecto para sus planes.

La agente X-78 se sentó frente a ella, con cara de pocos amigos.

-Oh, qué puntual. Me encanta la gente puntual. -Dijo Morgana intentando romper el hielo.

La mujer no dijo nada y Morgana tuvo oportunidad para observarla bien. Se trataba de una orca de rostro duro. Su pelo era moreno, aunque tenía todo el lado izquierdo de su cabeza rapado. Sin duda, debía ser una policía de bajo nivel debido al racismo que imperaba en el cuerpo de policía, que provocaba que los metahumanos no ascendieran demasiado en el escalafón.

-A mí me encanta la gente que no me hace perder el tiempo. ¿Quíen eres y por qué me has citado aquí?

La enana intentó la baza diplomática con la mejor de sus sonrisas.

-Mi nombre es Morgana y soy de la Corporación Freya.

La agente orca torció el gesto. Las relaciones entre la policía y los clanes de mercenarios no solían ser buenas. La policía estaba infrapagada y era común que las corporaciones se saltasen la ley alegremente y con total impunidad. Siguió hablando intentando ser simpática.

-Sin duda habrás oído sobre los códigos de hackeo de la Cybersolutions, ¿verdad? Me han encargado que los encuentre y he pensado que podíamos ser socias para hallarlos.

La mujer orca rio sorprendida.

-Vamos, chica, ¿qué gano yo con esto? Tú no tienes nada que me interese.

-Bueno... No sé, quizás una sustanciosa compensación en neoyuanes, quizás yo haría cualquier cosa que me pidieras. -Morgana sonrió seductora, parpadeando un par de veces y mojándose los labios con la lengua.

-¿Quieres seducirme? ¿Estás bromeando?

-En absoluto, eres una de las orcas más hermosas que he visto.

La agente se ruborizó. -Oh, vamos, deja de burlarte de mi. Ya he perdido demasiado el tiempo. -La orca hizo ademán de incorporarse.

Morgana se encogió de hombros. Hubiera preferido por las buenas pero... Era hora de pasar al plan b. En silencio, le tendió un visor de videos encima de la mesa. La orca miró la imagen en pantalla y luego a Morgana.

-¿Qué demonios es eso?

La enana dio un largo trago de cerveza antes de responder.

-Vamos, creo que lo sabes muy bien.

En la imagen en la pantalla, podía verse un corto video en bucle en el que dos mujeres se besaban apasionadamente en un oscuro callejón. Ambas vestían de uniforme, una de ellas era una humana de pelo castaño y la otra, algo más alta y musculosa, era claramente una orca. No había que entornar demasiado los ojos para reconocer a la agente X-78.

-Sois muy guapas. Salís las dos muy favorecidas.

-Hija de la gran puta...

Morgana pasó por alto el insulto y siguió hablando.

-Pero tengo entendido que vuestra comisaria es algo... homófoba. No sé qué le pasaría a la carrera de estas dos prometedoras agentes de policía si su jefa llegase a enterarse de esto.

La mujer orca palideció y, aunque su mirada seguía desafiante, sus ojos se llenaron de lágrimas.

-Pero no te preocupes, cielo. Nadie tiene por qué enterarse. Aunque supongo que me merezco una pequeña recompensa por evitar que este video o algunas otras fotos vayan a parar al móvil de tu jefa, ¿no crees? Hay una foto genial de tu chica completamente desnuda mientras tú le comes el coñ...

-Tú ganas. -La mujer orca pareció completamente derrotada. -¿Qué quieres saber?

-Primero quiero saber tu nombre, el de verdad, no eso de agente-no-se-qué-letra-número.

La orca pareció dudar, reacia.

-Me... me llamo Tuonela.

-Es un nombre muy bonito.

El odio se translucía en la mirada de la orca. Morgana sonrió, sintiendo que su excitación crecía cuanto más desprecio sentía en la mujer frente a ella.

-¿Sabes, preciosa? He visto cientos de veces los videos que os grabé a ti y a tu chica. Y me he masturbado cada vez que los veía. Muchas veces me imaginaba que era mi coño el que chupabas con fruición. Y ahora va a ser así.

Morgana se bajó los pantalones bajo la mesa. El bar apenas estaba concurrido y muy oscuro para que algún parroquiano se enterase siquiera.

La enana se separó los labios de su sexo, mostrándoselos a la orca. Estaban muy húmedos.

-Vamos, Tuonela, ya estoy cachonda perdida pensando en la mamada de coño que me vas a hacer.

La mujer orca, vacilante, se arrodilló y separó con sus dedos los gruesos labios del sexo de la enana. El hecho de que la enana fuese muy atractiva no era apenas un consuelo. Tuonela se sintió sucia y humillada, pero no pudo evitar chupar aquel sexo con fuerza y rabia.

Habían transcurrido varios minutos cuando llegó una camarera de piel oscura y pelo muy rizado, para dejarles encima de la mesa dos refrescos. La escena que se encontró fue la de una mujer orca con su rostro hundido en la entrepierna de una enana de pelo teñido de rosa.

-Oh, vaya... Qué bien os lo pasais, chicas.

Morgana sonrió y la guiñó un ojo. A continuación siguió acariciando con su mano el lado rapado de la cabeza de Tuonela.

-Así, sigue, cielo... qué bien lo haces...

La enana pelirrosa gimió y apretó su húmeda raja contra la cara de la orca. Sin pensarlo, Tuonela siguió comiendo aquel coño, su lengua no dejó ningún rincón sin recorrer y se detuvo en el clítoris haciendo rápidos movimientos circulares.

-Mmmm... joder, así, muy bien, no pares... -decía Morgana mientras se sujetaba con una mano al respaldo del sillón y con la otra puesta en la cabeza de la orca, para aumentar así más la presión sobre su sexo.

La agente X-78, incapaz de cualquier otra cosa, abarcaba con su boca los labios y el clítoris de Morgana, succionando con fuerza.

-Aaaah! ¡Sigue, cariño! ¡Chúpalo! ¡Bébetelo todo!

De aquel coño no dejaban de salir fluidos. La policía orca tragaba todo lo que podía, pero sentía cómo mucho líquido viscoso escapaba por la comisura de sus labios. Las caderas de Morgana se movían frenéticamente y no dejaba de gemir roncamente su placer mientras golpeteaba su raja contra la cara de la orca.

Morgana echó su cabeza hacia atrás mordiéndose los labios para no gritar mientras se corría como una loca en la boca de Tuonela.

La policía orca, mientras Morgana recuperaba el resuello, siguió jugando con su lengua en aquel coño palpitante, pero Morgana se incorporó jadeando y le dio un beso en los labios.

-Me he puesto perdida de mis propios flujos por tu culpa, cariño. Tengo que ir al cuarto de baño, ahora vuelvo.

Tuonela se quedó sentada en la mesa sin saber qué hacer, con el sabor de los flujos de aquella detestable enana en su boca y con toda la cara empapada, como si acabase de ducharse. ¿Debía irse? Escapar no era una opción, con el video incriminatorio en manos de esa zorra.

De pronto, dos mujeres se sentaron a ambos lados de su mesa. Reconoció a una de ellas como la camarera que acababa de servirle la bebida. La otra le era vagamente conocida, una mujer en la cincuentena, gruesa y de piel negra, ataviada con ropa cara y ostentosa, tan ceñida que muslos y senos parecían a punto de estallar bajo el vestido.

-Vaya, vaya, pero si es la mismísima Agente X-78. Hacía mucho tiempo que no nos honrabas con tu presencia.

Tuonela tragó saliva. Ahora recordaba dónde había visto a aquella mujer.

-¿Recuerdas hace cinco años? ¿Cuándo me cerraste el negocio?

-¿Te refieres a tu burdel de mala muerte, Kantora?

-Mis chicas y yo ganábamos millones de neoyuanes por noche. Tuvimos que...

-Quizás deberías haberlas preguntado primero si deseaban estar allí voluntariamente.

Los ojos de Kantora, la mujer negra, se entrecerraron, pero su sonrisa amenazadora no desapareció de su rostro. Siguió hablando, con voz intimidante.

-Pero aquello ya es agua pasada. Y fíjate que volvemos a encontrarnos. Y veo que te has convertido en una excelente comecoños. Quizás si fuese a tu comisaria con lo que he visto esta noche...

Tuonela respiró hondo.

-Vale, Kantora, ya lo pillo, ahórrame tu cháchara. ¿Quieres que te coma también el coño?

La sonrisa de la mujer negra se ensanchó como la de un femenino gato de Cheeshire.

-No, ahora mismo prefiero otra cosa.

Kantora se dio la vuelta, se levantó su ceñido vestido y se bajó sus braguitas, revelando un grueso culo de ébano, redondo y brillante. Con sus dos manos ensortijadas y de largas uñas rojas, se separó las nalgas, dejando a la vista los carnosos labios de su sexo y, un poco más abajo, un oscuro y arrugado agujerito oscuro.

-Quiero que me comas bien el culo, putita. -Ronroneó Kantora.

Tuonela suspiró, abatida. Hacía media hora no podía sospechar que su noche iba a transcurrir así: chupándole el coño a una enana mercenaria y comiéndole el culo a una antigua madama retirada.

Se arrodilló y su rostro quedó a escasos centímetros del ojete de la humana, como si aquella visión fuese todo su universo.

-Venga, vamos, quiero que parezcas una cerdita buscando trufas.

Kantora sonrió y atrajo el rostro de la policía orca hasta su sudado perineo. Tuonela, obligada, sacó la lengua y la depositó en el oscuro esfínter, moviéndola arriba y abajo, degustando la mezcla de sudor y flujos salados.

El sabor a ano era fuerte y amargo y, de repente, Tuonela no pudo sino gemir cuando notó las manos de la camarera acariciando y sobando sus nalgas por encima de su ropa. Uno de sus dedos se introdujo por debajo de las braguitas de la orca, siguió la regata de sus nalgas y se introdujo en el ano de Tuonela, entrando, saliendo y retorciéndose en círculos.

-Lo siento, damas, pero es de mala educación utilizar los juguetes de una sin permiso.

El sonido de un revólver amartillándose provocó que todas quedasen paralizadas. Cuando Tuonela elevó la vista, con sus ojos humedecidos de lágrimas, pudo contemplar a Morgana posando un enorme pistolón en la sien de Kantora. Se trataba de un modelo Ares Predator, un revolver de alta gama utilizado casi regularmente por las compañías de mercenarios.

-No te metas, enana, esto es entre esta puta orca y nosotras...

-Lo siento, pero mi amiguito -dijo Morgana señalando la pistola con un movimiento de cabeza – no opina lo mismo. Este culito es de mi propiedad -dijo señalando a Tuonela. -Así que largaos mientras podáis.

Kantora se bajó trabajosamente la falda y se subió las bragas. No parecía muy contenta de haberse quedado a medias en su orgasmo.

-Te juro, enana, que volveremos a vernos.

Morgana sonrió.

-Mi amiguito y yo te estaremos esperando, cielo.

Kantora y la camarera se esfumaron rápidamente por el fondo del local.

La enana hizo desaparecer el enorme revólver en uno de sus bolsillos y se volvió jovial hacia la policía orca.

-Hay que ver, no le dejan a una ni tomarse una copa en paz sin que le asalten los moscones, ¿eh?

-Gra... gracias.

-Oh, vamos, no te pienses que soy una jodida ONG, preciosa. Tú eres un activo de mi propiedad, y esas dos putas querían arrebatármelo. Así que pasemos de nuevo a los negocios. ¿Por dónde íbamos? ... Ah, sí, el código de hackeo de la Cybersolutions. ¿Quién lo robó?

-No... no lo sé... Soy una simple patrullera, no tengo acceso a esa información.

La sonrisa de Morgana se ensanchó y señaló el visor de videos.

-Pero sin duda conoces a quien sí tiene acceso.

La voz de Tuonela se quebró en sollozos mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

-Por... por favor... no involucres a Kara en esto... Ella... ella... no...

-¿Kara? ¿Así se llama tu chica?

Tuonela apartó la mirada, derrotada.

-S... sí... La agente X-44. Kara. Cuando ingresé en la policía, fue la única a la que no le importó mi raza. Ser una orca es ser basura para los humanos, sean ciudadanos, criminales o polis. Ella me apoyó en todo... yo...

-Siento interrumpir esta bonita historia de amor. ¿Puede ella proporcionarme esa información o no?

Tuonela asintió lentamente. -S... sí, está en el grupo de investigación. ¿Por qué... por qué me haces esto?

-Oh, vamos, no tengo nada contra ti o tu chica, en serio. Trabajar en el mundo despiadado de las corporaciones te cambia la percepción de las cosas. Te hace ser... un poco desalmado. Digamos que necesito algo o estaré en problemas. Problemas gordos. Y lo que sabe tu chica es mi pasaporte para conseguir ese algo. Me caes bien, de hecho. De verdad.

Morgana le sacó una foto a Tuonela con su teléfono móvil.

-¿Qué... qué estás haciendo?

-Chiss, calla, preciosa, es para mi colección personal. Tendrías que verte a ti misma para observar lo preciosa que estás. Con tu cara todavía empapada de mis flujos vaginales, tan sexy, con un aspecto tan fiero y a la vez tan... vulnerable.

La mujer orca se sentía a punto de llorar.

-Llama a tu chica y pásame tu móvil.

-No, por favor...

Ni siquiera hizo falta que Morgana repitiese su orden. Vacilante, Tuonela hizo lo que la enana mercenaria le ordenó y le tendió trémula el terminal.

-Hola. ¿Kara? Soy Morgana, una amiga de Tuonela. Tu chica está de coña, sí, hace cinco minutos la tenía entre mis piernas, comiéndome el coño. Caramba cómo me ha hecho gozar.

La enana rió ante los improperios de la mujer al otro lado de la línea.

-Tranquila, cariño, ella está bien y a salvo, aquí a mi lado, dile hola a tu novia, bebita.

Tuonela sollozaba, las lágrimas resbalando por su mejilla. -Sob, lo siento, Kara, perdóname... lo sien...

Morgana volvió a ponerse al móvil.

-Tranquila, tranquila, tan solo quiero que nos veamos y que charlemos amigablemente sobre el código de hackeo de Cybersolutions. Estoy segura de que vamos a ser muy buenas amigas. Dime la dirección de tu casa.