Futanari Wars 2

Capítulo 2. Asalto a la guarida de las orcas. - Aslaug, la guerrera futanari, se enfrentará al sindicato del crimen orco de la ciudad.

CAPITULO 2 – ASALTO A LA GUARIDA DE LAS ORCAS

Aslaug caminaba despreocupadamente por las anárquicas calles de New Spire, iluminadas por los anuncios de neón como si fuese de día a pesar de tratarse de altas horas de la madrugada. Llenó sus pulmones de humo de vehículo, polvo radiactivo, cordita y quién sabe qué. En su rostro se dibujó una sonrisa. Se sentía como en casa.

Pronto, se detuvo ante su destino. Un anodino edificio de los bajos fondos, aparentemente abandonado aunque podía verse actividad a través de alguna ventana. Un transeunte ocasional pensaría que podía tratarse de un edificio okupado. Pero la enana futanari sabía que eran los cuarteles de la mafia orca, una versión actualizada de los antiguos gremios de ladrones.

La realidad era que mientras que los enanos eran empleados mayoritariamente como guerreros y soldados, y los elfos copaban las clases altas o las profesiones artísticas, los orcos eran marginados y abocados a convertirse en malhechores y criminales.

Aslaug torció el gesto, asqueada. No había amor entre enanos y orcos. Como si la realidad copiase la arcaica literatura de fantasía de hacía varios siglos, la enemistad entre las dos razas era sólida y real.

En esa parte de la bulliciosa ciudad, una misteriosa señora del hampa dirigía desde allí a su banda de metahumanas orcas, controlando la actividad criminal en aquel distrito, y se decía que sabía todo lo que se cocía en la ciudad.

El lugar perfecto para averiguar quién había robado los códigos de hackeo de la Cybersolutions.

Aslaug se dirigió hacia una mujer orca de aspecto peligroso que parecía vigilar la puerta.

-Quiero hablar con tu señora.

-Piérdete.

-A ver, dulzura, te habrán puesto aquí por ser una buena perra guardiana. Sé obediente y avisa a tu ama, anda. Dile que Aslaug quiere verla.

La guardiana orca, una musculosa y malcarada mujer con las fauces repletas de colmillos y ataviada con una agresiva chupa vaquera raida, se quedó estudiando a la enana con aire desafiante. No obstante, algo en la chulesca actitud de la enana le hizo cambiar de opinión y avisar a las orcas de dentro por un interfono.

-Espera aquí. Ahora te atenderán.

-Buena perrita, puede que luego te dé un premio. -Dijo Aslaug guiñando un ojo provocativamente a la orca.

-¿No te acuerdas de mí, verdad? - Pregunto la orca con aire furioso.

-¿Debería?

-Hace dos años me sodomizaste, tú y tus zorras de la Freya atacásteis una entrega de licor ilegal protegida por mi clan y tú me obligaste a...

Aslaug la atajó encogiéndose de hombros.

-Bueno, si tuviera que acordarme de cada putita a la que me he follado...

Los ojos de la orca se entornaron amenazadoramente mientras Aslaug seguía hablando burlonamente.

-Y dime, ¿te gustó? ¿Disfrutaste mientras te rompía el culo?

La orca se lanzó rugiendo hacia Aslaug.

-¡Maldita zorra! ¡Vas a saber quién es Ingeborg!

Aslaug la esquivó con facilidad y le puso la zancadilla, con lo que Ingeborg, la orca, víctima de su propio impulso, cayó estrepitosamente al suelo. Aslaug puso una rodilla en su espalda y se sentó sobre ella, inmovilizándola boca abajo.

-Bueno, así que hace dos años te follé por el culo, ¿eh? ¿Preparada para rememorar viejos tiempos, querida?

-¿Eh, qué? No, no irás a....

Aslaug ya había liberado su enhiesto mango, ya totalmente erecto y, con algo de esfuerzo, bajó los pantalones de cuero de la orca, revelando unas pálidas nalgas. Casi con delicadeza, posó su morado glande sobre el arrugado agujerito que era el esfínter de la orca. Ésta se debatió inane, intentando zafarse pero sólo pudiendo mover inútilmente brazos y piernas, como una tortuga desamparada incapaz de defenderse.

-Me alegra que no supliques, eres valiente, pero por otra parte te va a dar igual, tu culo va a ser mio, perrita.

Aslaug casi rio mientras se escupía en la punta del glande y lo incrustaba trabajosamente por su recto. Casi podía escuchar cómo su gorda polla le rompía el culo a la orca y se internaba por sus entrañas, tronchando sus esponjosos intestinos.

-IAAAAIIAAAARRRGGGG!!!!

-Bufff, qué apretadito lo tienes, cielo, ¿seguro que fui yo la que te dio por el culo? No dudo que tu ojete haya sido usado más de una vez, pero creo que mi verga es mucha verga para un esfínter tan pequeñito.

Varios movimientos rápidos de mete-saca y por fin el culo de Ingeborg se abrió como una flor ante el poderío de la verga de Aslaug.

-Iiieee, aaargggg, unnngggg...

-Bufff, qué estrechito lo tienes, qué gustito me está dando encularte...

-Por favor, señorita Aslaug, suelte a mi amiga.

La enana miró a donde venía la voz y reparó en una hermosa orca que la observaba desde la puerta.

-No hace falta ponerse violenta, si suelta a Ingeborg veremos en qué podemos ayudarla.

Aslaug jadeaba, próxima al orgasmo. Sacó la lengua y se lamió los labios.

-Si, claro, pero no antes de que le llene el culo de leche a esta perrita... UUUFFFF!!! uuuooooouuuoohhh! Así, así... Uuuoooffff, toma toda mi lecheeeeeee!!!!

Aslaug mugió de placer mientras vaciaba sus huevos en las entrañas de la orca, llenando su culo e intestinos de su espesa y pegajosa esencia ante los lastimeros gemidos de Ingeborg.

-Bufff, qué rico... tómala toda... una buena ración de leche de futanari enana... vas a cagar blanco durante semanas...

Aslaug sacó poco a poco su tremendo aparato del maltrecho culito de la desmayada orca, todavía disparando chorros de esperma sobre su espalda.

-Bufff, qué culo más rico, ha sido todo un gustazo, espero no tener que esperar otros dos años para poder disfrutar una tercera vez de un culo orco tan soberbio.

Dándole un par de cachetadas a las maltrechas nalgas de Ingeborg, Aslaug se incorporó y guardó sus enormes pechos dentro de su camiseta, pues se habían salido con el fragor de la contienda sexual. La mujer orca recién llegada no pudo apartar sus ojos de los senos ni de la enorme polla que colgaba casi hasta las rodillas de la enana, cubierta de semen de Aslaug, que chocaba viscosamente contra el propio muslo de la enana al caminar.

-Y ahora guiame hasta tu ama, preciosidad.

En el suelo quedó Ingeborg, callada y derrotada, de su ano brotando semen de Aslaug como si fuese un manantial de leche.

CAPITULO 2.1

Las dos mujeres se internaron por los pasillos de la guarida de los orcos, hasta una espaciosa habitación. Aslaug ojeó a su anfitriona mientras caminaban. Era la orca más atractiva que hubiese visto nunca. Su pelo castaño estaba recogido en una cola de caballo, y su hermoso rostro apenas tenía ningún atisbo del bestialismo de los orcos, salvo por varios afilados dientes que escapaban de sus labios de carmín.

-Mi nombre es Gudruna. No hacía falta emplear la violencia contra la pobre Ingeborg, yo le hubiera ayudado gustosa a usted en lo que nos hubiera pedido.

-Muy bien, quiero que me lleves ante tu jefa.

-La señora Ming está muy atareada ahora mismo, pero yo soy su lugarteniente y puedo atenderla. ¿Qué es lo que desea?

Aslaug, la mercenaria enana, agarró por sorpresa a la orca y la aplastó de cara contra la pared.

-Escúchame, putita, si he pedido ver directamente a tu jefa, no quiero perder mi tiempo con zorritas como tú.

Gudruna permaneció en silencio, soltando un quejido ocasional mientras la enana la desnudaba rudamente. No intentó resistirse. Sabía quién era esa poderosa y lasciva enana y sabía lo que vendría a continuación. Fue como si, a pesar de sacar dos cabezas a la enana futanari, fuese consciente de ser un ratoncito entre las garras de la pantera, como si su destino fuese ineludible ante el poder de la enana. Sus nalgas quedaron al aire y se mordió los labios mientras la futanari le daba un par de sonoras cachetadas, convitiendo sus pálidas nalgas en dos medias lunas rojas como un tomate y emitiendo grititos de dolor.

Un gemido escapó de sus labios mientras los dedos de Aslaug le abrían cruelmente el ano a la pobre orca. Aslaug rio mientras contemplaba cómo la orca intentaba no gemir ni suplicar, pero no podía evitar suspirar mientras los dedos de la morena futanari le abrían el ano, explorando su recto y ensanchándole el esfínter para lo que vendría a continuación.

-Mmm... eres valiente, pero no te va a servir de nada. Tu culo es mío.

Las poderosas manos de Aslaug sujetaron a Gudruna por los hombros y la obligaron a arrodillarse, quedando el culito de la orca a la altura de la verga de la enana, de la que ya empezaba a manar líquido preseminal. Un empujón de caderas, y un grito desgarrador escapó de la garganta de Gudruna cuando el potente pollón de la enana se incrustó por sus intestinos, tronchándole el recto e internándose y ensanchando sus entrañas mientras se abría paso por sus tripas, dejándolas dilatadas sin remedio.

-Mmm... lo tienes tan apretadito como tu amiga.

Aslaug meneó sus caderas circularmente, como si forjase su espadón en el calor del ano de su adversaria.

-Prueba el sabor de tu propio culo.

Aslaug metió dos dedos en la boca de Gudruna, que, a pesar de sus colmillos sólo fue capaz de obedecer y lamerlos.

Así prosiguieron durante varios minutos, la enana como una máquina percutora, entrando y saliendo de su culo, invadiendo sus intestinos, aplasántadola contra la pared. La habitación en silencio salvo los gemidos y quejidos de la orca, los gruñidos de la enana futanari y el golpeteo húmedo de la carne contra la carne.

Aslaug sabía que la señora del crimen de los orcos, la tal sra. Ming, debía estar observando la escena a través de alguna cámara, viendo el gordo culo de la enana moverse delante y atrás y sodomizando a su lugarteniente favorita que con toda probabilidad también sería su amante.

La enana rugió su placer mientras descargaba su leche en varios chorros sobre el inane cuerpo de la desfallecida orca, que cayó al suelo como una marioneta a la que han cortado las cuerdas. Pronto cambió de objetivo y, de la espalda pasó a descargar sus chorros de leche sobre el rostro de Gudruna. Primero porque era muy guapa, y segundo, porque quería que la sra. Ming recordara su bonita cara cubierta de leche enana la próxima vez que las dos mujeres orcas se besasen.

Aslaug jadeó riendo mientras, sujetando sus gordas bolas, exprimía las últimas gotas de su largo falo sobre la orca desfallecida.

-Espero que te sirva de lección, putita, para que aprendas que si ordeno ver a tu jefa, no quiero perder el tiempo con esbirras que sólo han sido contratadas por lo bien que comen el coñito de su ama.

Gudruna no contestó, puede que por vergüenza o por haberse desmayado por la enculada.

Mientras Aslaug recuperaba el resuello, se preguntó cómo le iría a Morgana en su búsqueda.