Furtivos
Tras resistirme, como nunca lo había hecho, necesito confesar, aunque no quería reconocerlo, que no te he olvidado, que nunca quise que así fuera, que te tengo en un rincón permanente de mi mente que ni quiere ni puede dejar de pensar en ti, que te sueño, te huelo y te siento sobre mi piel...
*T* ras resistirme, como nunca lo había hecho, necesito confesar, aunque no quería reconocerlo, que no te he olvidado, que nunca quise que así fuera, que te tengo en un rincón permanente de mi mente que ni quiere ni puede dejar de pensar en ti, que te sueño, te huelo y te siento sobre mi piel ¡me erizo sólo de pensarte! mis cabellos, mi cuerpo que te desea, que necesito beberte, saborear tu saliva, sentir tú aliento, el parpadeo de tus grandes ojos, toda tú, que percibo en el fuego abrasador que tengo entre mis piernas que delatan mi necesidad de ti, de tus labios carnosos recorriendo cada centímetro de mi ser que nunca volvió a sentir algo así, tú lengua sobre mí, en mí, por mí, sin fin… mientras tiro de tu pelo que te hace excitarte y excitarme más y más hundiendo tu cabeza sobre mi pecho descendiendo lentamente hacía mi calor ya doloroso que clama, suplica y te necesita…
Nuestros encuentros necesariamente furtivos, se hicieron inevitables, perentorios, urgentes, cual droga prohibida privada necesaria para poder vivir una realidad, solo nuestra, íntima, única, donde el vino recorría nuestros cuerpos desnudos sin dejar que una sola gota fuera perdida, embriagados de placer, pasión, deseo y necesidad. Nuestra felicidad era absoluta, sublime, con miedo absoluto a que nunca más se repitiera el estar el uno junto al otro, sobre el otro, con el otro, mientras de fondo escuchábamos la celestial melodía orquestada y perfecta del vibrar de nuestros cuerpos, piel sobre piel, gemidos y peticiones susurrantes al oído que eran cumplidas al instante con sobrada satisfacción...
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@CarlosRibanez