Für Elise
Toda historia tiene un comienzo y esta no iba a ser menos, inicio sin nada más erótico que la primera chispa del incendio.
Todos tenemos algo que siempre nos inquietó, algo que siempre quisimos probar y la mayoría de esas veces unas circunstancias u otras hacen que desechemos esas ideas.
En mi caso puedo decir que suelo explorar cada idea que aparece en mi mente, me gusta la adrenalina del proceso en el cual doy forma a mis instintos y lo transformo en algo que a mi juicio merezca la pena.
Pues bien esta es la historia de cómo acabé aquí, leí algunos relatos de esta página por casualidad y la verdad acepté el reto de probarme en estas lindes, no vengo en búsqueda de buenas calificaciones, solo a crear algo que despierte la imaginación de la gente, con cosas diferentes.
Esta historia nos sitúa en un barrio cualquiera de Madrid, yo era un chico de tantos, castaño ojos marrones y de complexión media en una ciudad de tantas inspiraciones y anhelos transformados en canciones sobre esa cuna de bohemios.
Mi pasión siempre giró en torno a la música, la idea de que algo te identifique en todos los momentos por los que pasas, la idea de asimilar el recuerdo de una persona a cierta canción cada vez que la escuchas es algo que, a pesar de estar tan normalizado, no deja de ser puro, mágico en el amplio sentido de la palabra.
Después de estas divagaciones admitiré que estaba desencantado con las tendencias actuales en casi todo, en el pensamiento del amor, en el pensamiento de la moda y joder también en el de la política y todo en verdad. Sin embargo mediante la música había encontrado un arma imprevista, un método para expresar todo lo que pensaba o sentía y que nada podía acallar aunque… Como cualquier otra cosa sabía que solo calaría en alguien con inquietudes afines a mi o a mi música.
Siempre opté por tocar punk o indie, en algún sentido pueden encontrarse demasiado opuestos, pero bajo mi punto de vista son géneros que transmiten tu esencia, aunque si en diferentes formas. Un toque seguido de un mensaje me alertaba de que tocábamos en un garaje organizado por gente rica, a decir verdad, me escandalizaba la idea de tocar para divertir a esa gente, pero siempre había comprendido que no se podía negar un mensaje a alguien que quisiera escucharlo.
Una vez montamos las cosas en la furgo y llegamos para empezar a montar las cosas en el garaje aparecieron dos personas, el chico que parecía el típico niño bien, Rubio ojos marrones, estatura media y un polo atado al cuello que sin duda muchos soñaron con apretar más de dos vueltas. A su lado lo que podríamos definir como ángel celestial en un envoltorio terrenal… Rubia, ojos azul celeste y un par de piernas que te hacía cuestionar si el universo era lo único generalmente admitido como infinito. No puedo definir que sentí cuando mi mirada se cruzó con la suya, no sin caer en los tópicos tan trillados, pero he de admitir que hubo algo que hizo contacto dentro de mí, como cuando chocan dos polos opuestos, a pesar que ella prácticamente representaba todo contra lo que secretamente me revelaba.
No volví a verla más desde que se fueron, así trate de ocupar mi mente con lo que tenía que hacer, montar eso, cantar, desmontar e irme. Una vez estuvo todo montado y el público, que supuse eran amigos de esa pareja comenzaron a situarse dentro del garaje, me vi tentado de tocar el tema de dale más gasolina con el fin de que alguien lo hiciera y todos salieran ardiendo… Pero no, fue un alocado pensamiento que se esfumo en mi mente antes de comenzar a tocar “Para Elisa” un toque clásico para empezar que suelo hacer y que casi nadie sabe apreciar… Sin embargo como luego supe muy bien, ella por el capricho del destino o por simple azar, lo que consideréis más plausible, se llamaba Elisa.