Fundido en negro

Oscuridad. Oscuridad como no recuerdo.

Nosotros solo nos dijimos adiós de palabra.

Yo ya he muerto un centenar de veces.

Tú volverás con ella, y yo volveré a la negrura.

Back to black, Amy Winehouse

Oscuridad. Oscuridad como no recuerdo.

¿Qué hora es? No se donde estoy. ¿Por qué no veo nada?

Parpadeo. Nada. Total oscuridad.

Estoy un poco mareado. ¿Dormido?¿Es de día?

Siento la boca reseca. Trago. Duele. La saliva suaviza un poco mi garganta.

Intento concentrarme. ¿Cómo he llegado aquí? ¿Dónde es "aquí"?

¿Estoy tumbado? Si. Creo que sí. Toco la superficie con la palma de la mano. Estoy tumbado sobre algún tipo de cama. No. Algo más rígido. ¿Una camilla? ¿un futón? ¿Dónde cojones hay una luz?

Hace calor. No puedo pensar con claridad. Un vaso de agua. Voy a levantarme.

No puedo levantarme. Espera. No puedo mover los brazos. No puedo mover las piernas.

Están sujetas. Tumbado, con las piernas separadas. Los brazos ligeramente separados del cuerpo, las palmas hacia abajo. Inmovilizado.

¿Pero qué...?

Y ese olor. A qué huele? ¿Lavanda? No, es más fuerte. Se mete dentro de mi nariz. Incienso? Si. Nunca había olido un incienso así. ¿O sí? Hay algo familiar en ese olor. Si al menos se viera algo...

Empiezo a despejarme un poco. Parpadeo. Nada. Otra vez. Nada. No veo.

¿Por qué no me puedo mover?

He tenido un accidente y me han inmovilizado. A lo mejor me he quedado inválido. Y ciego.

¿Me duele algo? No parece. No parece que tenga escayolas o nada parecido. ¿Vendas? No. Y en un hospital hay ruidos. Máquinas. Gente.

Muevo los dedos de los pies. Bien. ¿Y si solo estoy imaginando que los muevo?

Los pies cuelgan más allá de la cama donde estoy tumbado. No puedo apoyarlos, no tengo dónde. No puedo flexionar la rodilla. Tampoco puedo mover los brazos.

Tampoco puedo mover los brazos. Intento incorporarme. No hay forma.

-Ummmph. Sea lo que sea, me sujeta bien. No me hace daño, pero me sujeta.

Hace calor.

Un ruido. ¿Qué ha sido eso?

Mi pulso se acelera. Oigo mi respiración. No se oye nada más. ¿Un zumbido de fondo? No.

Estoy imaginando los sonidos... ¿Por qué no oigo nada? Solo oigo mi respiración, agitada.

  • ¿Hola?

Suena raro. Mi voz suena seca, como en un cuarto insonorizado.

¿He oído algo?

  • ¿¡Hola!?

-Shhhhhhhhhhhhhhhhhhh!

Hostias. Eso no lo he imaginado.

  • Eeeeh!!!!! ¿Holaaaaa!!??

-Shhhhhhhhhh!!!!!

Suena amenazador. Imperativo. Obedezco. No se qué pasa aquí, pero está claro quién no está al mando.

Escucho su respiración. O ¿hay más de uno?

Igual me han secuestrado. ¿Dónde estoy? ¿Qué hora es? ¿Qué quieren de mí? No tengo dinero, no como para que me secuestren. ¿O sí lo tengo? Apenas puedo recordar en qué fecha estamos. No recuerdo nada. Estoy drogado. Eso está claro.

He leído sobre eso de los secuestros express. Te meten en un coche. Te drogan. Buscan el teléfono de un familiar en tu movil y le dicen que si no les pagas tanta pasta en tres o cuatro horas, te rajan y te tiran en cualquier cuneta.

Miedo. Tengo miedo.

Siento que algo recorre mi pierna derecha, hacia arriba.

Acabo de darme cuenta. Creo que estoy desnudo. Al menos no me parece llevar nada puesto.

¿Es una mano? No. Es otra cosa. Un pañuelo, o un trapo. Es suave. Tiene flecos. Me hace cosquillas.

  • Por favor, no me haga...

Zás!

Un chasquido y un dolor seco sobre mi muslo derecho.

Duele. Aaargh!!! Me muerdo el labio para no protestar.

Resuelve las dudas. Es una fusta.

El muslo me arde. La fusta, o lo que sea, ha dejado de recorrerme. Ahora siento algo frío. Una mano. Me aplica gel, o crema, o algo así, donde antes me dolía. Huele a fresa. No a fresa de verdad. A chicle de fresa. Alivia el dolor de la pierna. Gracias.

La mano continua. Más bien, las uñas. Recorren mi muslo. Suben hacia la cadera. Me estremece. En otra situación, tendría cosquillas. Me revuelvo, más bien poco, no hay manera de revolverse. La mano pasea por mi vientre. Alrededor de mi ombligo. Las uñas clavándose en mi barriga. Más fuerte. Hasta mi pecho. Y de nuevo para abajo. Mi pierna izquierda. Las uñas van trazando líneas a lo largo de mi muslo. La mano se retira. No se oye nada.

¿Lo he imaginado? No. El dolor es real. Aún duele la fusta en el muslo.

No se cuanto tiempo pasa. No oigo nada. El olor del perfume de la crema se mezcla con ese olor a incienso. El aire está cargado. Es sofocante.

De nuevo, vuelvo a sentir el tacto de la fusta en mis pies. Recorriéndolos. Sube por mi muslo. Esta vez no picaré. No voy a abrir la boca.

Recorre mi vientre. Sube por mi pecho. Mi cuello. Pasa por mi cara. Huele bien. Inicia el camino de vuelta por mi cuello, hacia abajo, recorriendo mi pecho, mi ombligo, sigue hacia abajo. Se detiene en mi pubis. Ahora sí estoy seguro de que estoy desnudo.

Mi miembro se mueve involuntariamente al tacto de la fusta. ¿De qué va esto?

La fusta se abre paso entre mis muslos, bajo mis testículos. Es suave. Podría ser hasta agradable si no estuviera en esta situación.

La mano. De nuevo la mano. Las uñas recorriendo mi cintura, subiendo hasta mi pecho. Ahora son dos manos, cada una a un lado de mi cuerpo, moviéndose simétricas. Noto un aliento cerca de mi cara, me vuelvo pero ya no está ahí. Las manos recorren mis hombros, mi pecho.

Estoy a su merced. ¿Es uno solo? ¿Cuantos son?

Algo gotea por mi pecho. Está caliente. Un reguero que baja desde mi pecho hacia mi barriga. Unas manos extienden el líquido por mi pecho. Aceite. Aceite corporal. Huele a almendras. Ahora las manos están muy calientes, parece uno de esos aceites de masaje. Son manos pequeñas, de masajista. No presionan más de lo debido. Recorren mi torso desde abajo hacia arriba. Llegan a mi brazo derecho. Más aceite. Recorren el hombro, el brazo, el antebrazo. Masajean mis dedos. Vuelvo a sentir la sangre fluir por ellos, se me estaban durmiendo.

Continúan las manos por mi costado, hasta la pierna izquierda, de nuevo, desde arriba, hacia abajo. La sensación de agobio va en aumento. Bajando hasta mi pie. Continúa por el otro pie. Sube. Recorre mi costado derecho. Desde mi hombro, baja hacia el brazo, hacia la mano. El calor y el olor del aceite, su tacto sobre mi cuerpo, todo ayuda a aumentar la sensación de agobio. Algo extraño en mi mano derecha. No se qué es. Es suave. Mi mano empapada de aceite no me da mucha información. Parece piel. Solo la siento un segundo. De nuevo mi mano. Está húmedo. Caliente. Un leve suspiro. Se va. Deja húmeda las yema de mi dedo. Junto mi dedo anular contra el pulgar, tratando de averiguar algo. Un movimiento rápido y una sensación extraña en la mano. Una ¿boca? ¿lamiendo? mis dedos. Desaparece el tacto húmedo de las yemas de mis dedos. Me parece oír una risa muy leve. Como de ratón.

Noto como me ronda. No puedo oírla. ¿Oírle? Pero me parece notar el aire moviéndose cerca de mi cara, el cambio de temperatura. Parece que poco a poco la ausencia del sentido de la vista va agudizando los demás. De nuevo una mano sobre mi vientre. Recorriéndolo. El sudor y el aceite mezclados, removidos por la mano. Baja. Pero qué...? Toma mi miembro en su mano, apretándolo desde la base. Soy víctima de algún tipo de perversión sórdida. Solo quiero que esto no esté pasando. Sin embargo, mi cuerpo tiene vida propia. Por algún motivo, mi cuerpo responde al estímulo. Quizás como efecto de con lo que quiera que me hayan drogado. Me da miedo que no sea así. La mano, empapada en aceite, continúa masturbándome, suavemente, y mi miembro va ganando en grosor. Contengo un gemido.

Me coloca algo alrededor de la base de la polla. Me presiona, como un preservativo. Pero no la cubre. Ahora comienza a vibrar. Es uno de esos anillos vibradores. Recuerdo que lo he visto por la tele. Nunca lo he probado, creo. Ahora entiendo en qué consiste.

Poco me dura la sorpresa.

Un punzón en el cuello, que me obliga a levantar la barbilla. Frío. Un cuchillo, quizás. No se clava, tan solo se marca, la advertencia es clara. No mover un músculo. Lo pillo.

Algo húmedo alrededor del glande. ¿Un paño? Caliente. Con vida. ¿Lengua? Uhmmmmmpf, si, una boca lamiéndome muy léntamente. Y me jode, pero me está gustando. Joder. ¿Cómo puede estar gustándome? Y sin embargo, me gusta. Lo hace bien. Dios. ¿Alguna vez he disfrutado así de una mamada? Pasa de ser dulce y delicada a salvaje y despiadada, vuelve a parar, la recorre toda, amasa mis huevos. Todo con la vibración de fondo, y el pincho en el cuello. No te muevas. Bufff. Se fue. La boca se fue. Demasiado bueno para durar. La vibración y la presión del anillo empiezan a doler.

Ahora unas manos guían mis pies, los colocan en algún tipo de trabilla. Debo estar tan ridídulo... Como en un potro ginecológico, las piernas elevadas hacia arriba.

Noto algo entre mis nalgas. Húmedo. Frío. La mano vuelve, unta algo en mi ano, como gel, espeso, frío. El dedo se abre paso tímidamente por mi culo.

-No!

El pincho se clava en mi barbilla. Lo suficiente para notar como una gota de sangre resbala por mi cuello. EStoy complétamente tenso. La mano en mi trasero se retira. La boca vuelve. Me relajo, involuntariamente, y ahora es algo metálico lo que entra, casi sin dificultad, por mi culo. No es muy grueso, creo, pero más de lo que ha entrado por ahí jamás.

-Grmmmmmmmph!

Una lágrima resbala por mi cara. No grites.

De nuevo, mi cuerpo me traiciona. La mamada está surtiendo efecto. Me chupa y me penetra rítmicamente. Es increíble. Pienso en mi chica. Ahora me acuerdo de ella.

La de veces que le he sugerido yo el sexo anal. Y ella siempre se ha negado. Y ahora soy yo el que lo está recibiendo. Y por increíble que resulte, estoy disfrutándolo. Si me ve así se muere. Casi me río de pensarlo.

La boca me está haciendo una mamada increíble, y el juguete en mi culo solo la hace más placentera. Hijaputa. ¿Y si no es una tía? Puto maricón psicópata. Cacho de mamada. Podría correrme ahora mismo.

  • Siiii.

Aaahhhhrgg!!! Me golpea en las pelotas. Eficaz, desde luego.

La boca se va. Parece satisfecha. El pincho deja de hacer presión. Un lengüetazo recorre mi cara, desde mi barbilla, despacio. Cuando pasa por mi cara, abro levemente la boca. Mi lengua toca la suya. ¿Qué coño me pasa? La acción no pasa inadvertida. La boca me besa. Es un beso furioso, salvaje, su boca intentando devorar la mía. Sabe a mi polla, y a mi sangre, muerde mi lengua. Ahora ya lo sabe. Soy suyo.

Siento su peso al apoyarse sobre mi torso. Se coloca a horcajadas sobre mí. Una correa alrededor de mi cuello, o quizás una soga.

Algo en mi boca. Gotea. Abro la boca. Agua, escurriendo, me figuro, de algún paño. Abro la boca y dejo asomar mi lengua. Al fin, agua. Ahora hay algo más. Su piel. La saboreo como un buen perro. Quiere un perro. Ahora lo entiendo. Seré un buen perro. Lamo, chupo, como un animal, es como si me viera a mi mismo desde fuera. Aunque no veo nada. Ni siquiera sé que es lo que estoy lamiendo, y lo peor, me da igual. Piel tibia, suave, su culo, lo lleno de saliva, acaricio su ano, fuera de control, me ahoga y aún así sigo, ahora respira más fuerte, sí, es eso lo que quieres, ¿verdad? Se aparta. Silencio durante unos segundos que parecen una eternidad. Se mueve. De nuevo su piel sobre mi boca. Mmmm. El más ansiado tesoro. Su coño en mi boca, ya me preguntaba como sería. Mi boca, que se deshace en atenciones a ese coño, depilado, húmedo y palpitante. La correa tira de mi cabeza, me obliga a follarla literalmente con la boca. Me ahoga, la cabeza me da vueltas, pero no paro. No voy a parar.

Su cadera se mueve furiosa en mi cara, mi lengua entra tanto como puede. Sus manos me agarran del pelo, me empujan contra ella, tiran de mi pelo, se está corriendo en mi cara la muy cerda. Tira de mi cabeza como si quisiera separarla de mi cuerpo. Ufffff, parece que lo va a conseguir. Me suenan todas las vértebras del cuello. Clac Clac Clac. Suelta mi cabeza cuando ya no le sirve y golpeo la cabeza contra la camilla.

Se baja. Se va. Ya ha tomado lo que quería. Pero no. La oigo volver.

Bfffffffffff. Hielo. En mi vientre. Pego un respingo y mi abdomen se curva hacia arriba tanto como permite la situación. De nuevo se coloca sobre mí, a horcajadas. Sigue restregándome el hielo. Ahora por mi polla, por mis huevos. Su boca en mi polla. Su boca, fría, en mi polla. Empieza a chuparme con el hielo aún en la boca. Juega con el, dejándolo resbalar por mi polla mientras me sigue chupando. No tarda en conseguir el efecto deseado. Siento como se mueve y de un solo golpe me monta. Mi polla entra hasta el fondo. Por un instante, se para el mundo. Inmóviles. Sigue jugando ahora con el hielo en mi pecho, moviéndose arriba y abajo, a horcajadas sobre mí. Muerde mis tetillas, las pellizca. Me pone las tetas en la cara. Ya no tiene ni que amenazarme. Estoy entregado. Enciende de nuevo el anillo vibrador. Juega con mi polla como si fuera su consolador. Y estoy encantado de serlo. Sus pezones duros se turnan en ser devorados por mi boca, siento que voy a correrme. No quiero que pare, pero está fuera de control. Me muevo tanto como permite mi prisión. Ella acelera el ritmo. Sabe lo que viene ahora. Y no para. Al contrario, me cabalga más furiosamente, me corro, me corro, aaaaaaarhg, ummmmmmmmmmpfffffffffffffffffff, siiieeeeeeeh. Se sacude conmigo, sus movimientos no paran hasta que confirma que me ha exprimido completamente. Y el tiempo se para.

Me desmonta. Siento su respiración, tan agitada como la mía. Oigo su risa de ratón. Siento su aliento en mi cara. En mi oído, un susurro:

  • Feliz cumpleaños