Función Muy Privada
Historia erótica y fantástica. No siempre lo imposible le ocurre a otras personas.
El recuerdo que ahora comparto con ustedes ocurrió hace algunos años, cuando era varón y más joven. Para ese tiempo trabajaba de sonidista. En algunas oportunidades se dio que tuve trabajo en obras de teatro. Esa actividad puede resultar muy interesante y divertida o sumamente aburrida, al principio todo es novedad, pero cuando ya se llevan varias funciones siempre iguales, o parecidas, se puede volver tedioso.
Muchas veces las funciones terminaban tarde y al otro día tenía otro trabajo tempranito, a veces en la misma zona del teatro, por eso comencé a quedarme a veces a dormir en él, inicialmente para evitar perder tiempo en viajes, pero enseguida le encontré un atractivo adicional al asunto.
Los responsables del teatro me conocían hacía mucho tiempo y no tuvieron ningún problema en permitirme hacer eso, ya en ocasiones anteriores me habían dado las llaves para realizar trabajos de mantenimiento cuando el teatro estaba cerrado y sin nadie que pudiera abrirme la puerta.
El espectáculo era un musical, por eso había muchas bailarinas que lucían variedad de trajes durante las funciones. La primera noche que me quedé sola en el teatro, uno bastante grande e importante de la famosa calle Corrientes, en la ciudad de Buenos Aires, se me ocurrió pensar cómo me sentiría vestir esos trajes tan provocativos que usaban las bailarinas y vedettes. Yo en ese tiempo ya era lo que ahora se etiqueta como crossdresser, me gustaba trasvestirme en privado, a escondidas.
Conocía perfectamente cada recoveco del lugar, los teatros importantes tienen túneles y pasadizos que vinculan los camarines, el escenario, los distintos depósitos, las entradas de servicio, etc. Yo sabía dónde estaba el vestuario. Generalmente las estrellas principales lo guardaban en sus camarines y bajo llave, pero otras lo dejaban en percheros especiales donde los que los vestuaristas los encontrarían a la mañana siguiente para prepararlos para una nueva jornada. Los de las bailarinas estaban siempre en el mismo lugar y sin llave, a mi alcance.
Una noche en que estaba totalmente sola decidí investigar y analizar en detalle esos objetos que tanta atracción ejercían en mí. Luego de asegurarme que estaba todo bien cerrado me dirigí al vestuario de las bailarinas, donde estaban sus trajes. Esas prendas me fascinaron, sus brillos y texturas, algunas tenían plumas, otras piedras brillantes o lentejuelas, telas coloridas, brillantes, transparentes, miles de combinaciones deslumbrantes. Muchas tenían armazones para que se mantuvieran en posición, las estudié, las toqué, elegí las más atractivas, aunque esa noche no me atreví a probarme ninguna. Luego no pude pegar un ojo en toda la noche, al otro día parecía una zombi.
Por experiencia había aprendido a resistir la tentación de masturbarme, sabía que si lo hacía luego no solo estaría cansada sino que se acabaría en el acto la diversión, así que me pasé el tiempo que me quedaba para descansar antes que llegaran los primeros empleados al teatro pensando y planificando como sería mi “función privada”.
Obviamente mi cuerpo no era como el de una de esas voluptuosas mujeres, no tenía pechos, y mi trasero aunque aceptable no era tan voluminoso como el de esas mujeronas, también tengo algo que metido en una prenda tan reveladora como esas podría generar inconvenientes.
En esa época no había prótesis de silicona para suplantar la falta de pechos, así que decidí suplantarlos con globos de látex de color parecido a la piel o transparentes, los llenaría con agua tibia hasta lograr el volumen adecuado.
Para el trasero no se me ocurrió ninguna solución, tendría que conformarme con el que tenía de fábrica. Además, por haber experimentado algunas veces, sabía que al usar unas medias panti desnudas se realzaba bastante, quizás lo suficiente para resultar atractivo.
Para disimular mi aparatito, que es de tamaño modesto, decidí usar cinta adhesiva, ya había experimentado con este sistema en otras ocasiones, no era muy cómodo, y llevaba mucho tiempo de preparación para lograr un resultado aceptable, así que tendría que prepararme antes de ir al teatro, para no perder tiempo de “función”. Ya había aprendido a empaquetar todo de forma que me permitiera orinar sin arruinar el paquete ni ensuciarlo, la contra era que tenía que orinar si o si sentada, pero eso era un atractivo más porque así así lo hacen las chicas.
A pesar de que tenía un mono estuche para llevar mis cosméticos, decidí que solo me pintaría los labios en esa primera vez, por seguridad, retirar el rouge es fácil y rápido ante un imprevisto. Algún par de aros completarían mi equipo. Confiaba que entre todos los pares de zapatos de tacón de las bailarinas habría alguno de mi talle, ya que no tengo los pies particularmente grandes.
Finalmente llegó la gran noche, en mi maletín junto con algunas herramientas y accesorios de trabajo, tenía disimulado una bolsita con las cosas necesarias, dos pares de pantis todas transparentes, color piel, varios pares de aros, ya que no había podido decidirme por ninguno en especial, lo mismo con los labiales, un pote de crema de manos, preservativos cosa que nunca debe faltar entre las cosas de una dama y algunas otra cositas. Esa tarde antes de salir hacia el trabajo me duché y luego me depilé totalmente, a continuación, en la privacidad de mí dormitorio, con todo esmero encinté mis atributos masculinos. Llevé puesta una bonita tanga bajo el jean, y como era invierno el uso de ropa de abrigo me permitió disimular el brasier. Para mayor coquetería llevaba medias y portaligas y un collar de pequeñas perlitas, ambos color rosa, a juego con la ropa interior. El collar quedaba oculto bajo el cuello alto de mi suéter.
Sabía que de acuerdo a mis movimientos y si alguien observaba con atención podría notar las marcas que la tanga y el portaligas producían en mi pantalón, pero eso solo agregaba adrenalina al juego.
Igualmente iría al teatro en mi camioneta y al llegar ya estaría oscureciendo y una vez adentro casi estaría en penumbras, incluido mi lugar de trabajo frente a la consola de sonido.
Llegué, saludé a todos los que crucé al entrar y fui directo a mi lugar, comprobé que todo el equipo estuviera en orden, preparé los micrófonos para los artistas y los lleve al camarín de las bailarinas, los dejé en el lugar habitual, de donde los retirarían sus usuarios, mientras lo hacía sentí aumentar mi ansiedad, pero enseguida olvidé esa sensación, solo ahora la recuerdo, en el momento no le di importancia y la ignoré. Generalmente luego de tener todo listo para la función, mientras entraba el público, me dedicaba a interactuar con otros miembros de la compañía, pero esta vez decidí quedarme sola frente a mi equipo, simulando leer un libro, pero en realidad pensaba en lo que haría durante la noche y repasaba los detalles de mi plan.
La función transcurrió sin mayores novedades. Algunos integrantes del elenco y del personal eran de hacer bromas, muchas veces pesadas, así que estuve especialmente atenta esa posibilidad, porque podría complicar mi situación, pero esa noche nadie tenía esas intenciones, todos hicieron su trabajo, el público aplaudió al finalizar la función, como era costumbre ya que la obra era bastante buena, y me pareció que demoraban más que de costumbre para retirarse, pensé que era solamente mi ansiedad.
Una vez vacío el salón apagué los equipos y me dirigí a los camarines a rescatar los micrófonos que los artistas usaban camuflados en sus trajes, la mayoría ya sabía colocárselos y quitárselos así que mi trabajo en ese momento se reducía a controlar que no faltará ninguno, que nadie se llevara o dejara su micrófono entre el vestuario por descuido, cosa que solía suceder. Esa tarea me resultaba más divertida con algunas chicas que esperaban a que yo hiciera el trabajo, decían que solas no podían quitarse el micrófono o que temían romperlo, siempre pensé deseaban ese pequeño toqueteo indiscreto, y a mí no me molestaba eso. La mayoría de las bailarinas se ayudaban entre ellas para la maniobra. En todo caso eran todas profesionales, chicas que actuaban o bailaban, todas hermosas y fuera de mi alcance, además desde mis inicios profesionales sabía que era fundamental no relacionarse con compañeras de trabajo, eso evita muchos problemas y había sido testigo de infinidad de casos de ese tipo que acabaron mal para los implicados.
A la vez que recogía las cosas pude asegurarme que todo el vestuario que me interesaba estaba en su lugar habitual y a mi alcance.
Paulatinamente todos los que trabajaban en el teatro se fueron retirando, una vez que terminé con mi trabajo fui a comprar algo de comida y bebida para cenar y desayunar, de paso confirmé a los interesados que esa noche me quedaría a dormir.
Cuando regresé de comprar ya solo quedaban unos pocos compañeros en el teatro, estaban los que limpiaban terminando de hacer su trabajo, era regla rigurosa que todo debía quedar impecable al terminar la jornada, y los porteros ya que debían esperar que se retire el personal de limpieza para irse a su vez.
Para hacer tiempo mientras estas personas también se retiraban estuve un rato charlando con uno de los porteros, me preguntó si no me daba miedo quedarme, si sabía que muchos habían visto o sentido cosas extrañas en el teatro, y le respondí que no tenía el menor problema, lo cual era cierto, y que todos los teatros y salones con cierta antigüedad tienen sus historias y leyendas misteriosas, lo cual también es cierto, me comentó algunas, mientras yo pensaba que esa misma noche yo sería protagonista de una de esas historias, que sería bien real, pero que con un poco de suerte solo sería mi secreto. Cada vez estaba más impaciente, pero debía disimular, así que dije que iría a preparar la cueva para dormir.
La cueva le decíamos a una habitación ubicada en uno de los depósitos de utilería donde solíamos pasar el tiempo entre funciones, generalmente tomando mate y jugando al truco. Era bastante amplia y aparte de unas mesas y sus sillas, había un par de camas un espejo medio roto y una heladera. Esta cueva estaba estratégicamente ubicada cerca de los vestuarios donde estaban las duchas y los baños.
Como en todos estos lugares siempre había que estar cuidando que no proliferaran las ratas, cucarachas, murciélagos y otras alimañas, a pesar que se fumigaba periódicamente y que se mantenía una adecuada limpieza estaba prohibido dejar comida guardada, así que deje mis víveres en la heladera. Dejé mi bolsito sobre una silla y acomodé un poco el colchón de una de las camas. Para dormir utilizaría una bolsa de dormir que guardaba junto con los equipos, me parecía más higiénico que usar sábanas en esa cama donde cantidad de gente se sentaba o acostaba para hacer una siestita o a veces algo más divertido.
Al rato escuché la voz del portero que me llamaba, pensé que seguramente ya se estaba retirando.
Fui hasta la puerta de servicio, me entregó el manojo de llaves, nos despedimos y se fue. Cerré cuidadosamente la puerta y la trabe con un caño a pesar de que por seguridad estaba prohibido trabar la puerta desde dentro. Así tendría una especie de alarma si alguien intentaba abrir, el caño caería y haría ruido.
Luego, linterna en mano, ya que casi todas las luces estaban apagadas recorrí todo para asegurarme que no había nadie más que yo en el interior.
Mientras revisaba sentí aumentar mi nivel de adrenalina, adrede dejé para lo último la zona de camarines y de vestuario. Estaba todo en orden. También controlé las puertas principales que daban a la avenida, las puertas eran enteramente de cristal, así que me permitieron ver la gente que pasaba por la vereda, alguno que otro grupito se detenía a ver las fotos de las vedettes o los valores de la entrada y horarios de las funciones.
Me dirigí a la cueva, todavía estaba algo intranquila, tenía dudas de que alguien sospechara algo y hubiera decidido quedarse escondido para controlarme, pero eso no tenía remedio, era un riesgo inevitable, como muchos otros que había imaginado y sabía que seguramente existían muchos imprevisibles.
Decidí que primero comería un par de sándwich y una gaseosa, hubiera preferido cerveza pero quería tener los sentidos bien alerta por seguridad y para poder disfrutar a pleno de mi aventura secreta. Comí pero no pude terminar con el primer sándwich, estaba atacado por la impaciencia.
Tomé la bolsita con maquillajes y accesorios, las medias y me dirigí a la zona de camarines. De camino pase por el baño, no quería que una urgencia fisiológica se presentara en plena función. En ese momento aproveché para controlar mi empaquetadura y vi que estaba en perfectas condiciones.
Luego fui al camarín de las bailarinas, vestirse y desvestirse en ese lugar era parte importante de la ceremonia, encendí las luces y note que como siempre estaba todo impecable. Era un ambiente alargado y amplio, en una pared había una serie de espejos rodeados de luces y bajo ellos una mesada con cajones donde las chicas guardaban sus cosas, cada espejo tenía su correspondiente silla giratoria, en la otra pared eran todos percheros y estantes, en ellos las chicas dejaban su ropa particular durante las funciones y ahora estaban allí los trajes que usaban en el espectáculo. Algunos espejos estaban adornados con fotos y tarjetas, también había algunos floreros.
Elegí un espejo que tenía unas flores artificiales sujetas en su perímetro, eran baratas, cursis y por su color desvaído parecían bastante viejas, pero me pareció que era el más femenino de todos. En ese lugar dejé mis cosas, me cercioré que la silla correspondiente estuviera en condiciones y me senté en ella. Durante un momento me contemplé frente al espejo, quería recordar claramente mi imagen antes de convertirme en una danzante fémina. Hubiera querido tomarme algunas fotos, pero para la primera sesión me pareció algo arriesgado, seguramente ya habría otras oportunidades.
Comencé a quitarme la ropa, la fui colocando en otra silla, prolijamente doblada y en el orden en que tendría que ponérmela ante un caso de apuro.
Me quedé solo con mi ropa interior, tanga, bra, portaligas y sus medias, todo rosa. Me observé en el espejo, la imagen que vi me pareció agradable, aunque solo lo fuera para mí.
Contoneándome, un pie delante de otro, tratando de imitar el andar femenino, me dirigí a los percheros donde estaban los trajes. Busqué primero lo más complicado: zapatos. Había muchos pares y en varios modelos diferentes, las chicas eran muchas y se cambiaban varias veces de traje durante la función. Acerqué otra silla y comencé a probar los que parecían adecuados para mí talla, lo hice con un zapato de cada par, al cuarto o quinto encontré uno que me resultó cómodo. Siempre tratando de dejar todo exactamente como estaba, me probé los tres pares que había en ese casillero. Todos me fueron perfectamente, caminé unos pasos con cada uno, luego me los quité y los llevé a mi silla de bailarina.
A continuación debía elegir el traje, sabiendo que zapatos podría usar, también sabía que trajes combinaban con ellos, ya que es un detalle que había observado durante las funciones.
El talle de los trajes era uniforme, todas las chicas tenían una contextura muy similar, así que tomé los trajes que estaban en el mismo casillero que los zapatos seleccionados, controlé que estuvieran en condiciones, limpios y completos y también los llevé a mi lugar.
Pensé que ahora vendría lo mejor. De la forma más femenina que pude me quité las prenditas que llevaba puestas, mientras, de reojo, me observaba en el espejo. Sentado, tomé las pantimedias y con todo cuidado me las calcé, haciendo que la parte trasera calzara profunda y exactamente en mi colita, y que las costuras que tenían adelante y atrás quedaran perfectamente centradas y rectas.
Observé por un momento los trajes, tratando de decidir el orden en que los luciría, uno me pareció el más excitante, tenía el sostén y la tanga con armazón, o sea que se autosustentaba en su lugar por presión, seguramente tendrían un alambre y debía amoldarlo a mi cuerpo, eso implicaba que cuando su legítima usuaria se los colocara los hallaría deformes, para evitar sospechas, decidí que luego de usarlos los deformaría nuevamente pero esta vez simulando un apretón o algo así, como si alguien se hubiera descuidado al manipularlo. El segundo era lo que se suele llamar una trikini, o sea el bikini y el sostén estaban unidos al frente por una tira, el bikini era tipo tanga con un frente diminuto y unas tiras que se unían a otra tira en la parte trasera, esas tiras no eran demasiado finas y tenían cierto volumen, me pareció que resultaría interesante sentir su presencia sobre mí cuerpo. El tercero era una tanga colaless metálica con unas cadenitas que rodeaban la cadera y se unían a otra cadenita vertical que cruzaba por detrás, el sostén eran simplemente dos disquitos también metálicos con forma de cono, unidos con cadenitas, tendría que ver cómo quedaría eso con mis globos o como adaptar el largo de las cadenitas a mi pecho sin senos voluminosos. En realidad los tres me resultaron muy atractivos, el autoportante y la trikini eran plateados de una tela con una textura como con pequeñas rugosidades, el metálico era dorado.
Luego de observarlos y pensar un ratito decidí usar primero el tipo trikini ya que me pareció más simple de colocar y que me quede bien, ya que era elástico. Luego el metálico, algo más laborioso de vestir pero interesante, y finalmente el autoportante, que parecía fácil de colocar también pero sin dudas era el más excitante.
Con mucho cuidado me calcé el trikini, fue una sensación increíble sentirlo sobre la piel, me calzó a la perfección, solo quedaron flojos los pechos. Tomé uno de los globos, lo inflé y fui probando que tamaño era adecuado para rellenar la prenda pero sin exagerar y que no saliera fuera. Até el globito, y me quité el traje, con el globito inflado y otros vacíos me acerqué a una de las piletas lavamanos que había en uno de los lados del camarín regulé el agua tibia, y llené dos de los globos al mismo volumen que el de prueba. Los até y luego los sequé con mucho cuidado. Como quedaron poco inflados y eran globos de buena calidad me pareció que no correría riesgo de que se rompieran durante el uso, eran de un color rosa suave, había supuesto que al inflarlos se volverían algo transparentes pero eso no ocurrió, al estar poco inflados seguían siendo bastante opacos, y su color no era parecido al de mi piel, pero eran lo que tenía y tendría que usarlos.
Volví a mi silla, y me volví a colocar el trikini, luego con cuidado acomodé los globos en su sitio, se sentía raro ese peso en mi pecho, supuse que eso mismo sentirían las mujeres tetonas, pero ellas estaban acostumbradas. Me miré al espejo, los globos apenas asomaban a los lados del traje y el volumen era el adecuado, me sacudí un poco, y su movimiento me pareció bastante natural, quedé conforme con el resultado. Tuve cuidado de colocar las ataduras de los globos en el lugar donde estaría el pezón, para darle un toque más, pero una vez colocados, noté que el traje tenía unos postizos justo en ese lugar, supuse que eran exactamente para evitar que se notaran los pezones si las chicas se excitaban más de la cuenta durante el baile.
Luego observé mi entrepierna y también quedé satisfecho, apenas se notaba un bultito que pasaba perfectamente por el que tienen naturalmente las mujeres.
Me di media vuelta y observé como pude mi trasero, la tira estaba perfectamente ubicada, acomodé el borde de las pantis para que quedara escondido en las tiras laterales, el resultado me pareció aceptable, las medias hacían bien su trabajo de moldear piernas y trasero, tenía una linda cola, aunque no lucía la profundidad casi abismal donde se pierde la tira trasera en las bailarinas, pero supuse que igual resultaría atractiva para potenciales e inexistentes interesados.
Volví a sentarme y cuidadosamente me calcé los zapatos que correspondían a ese traje, forrados de la misma tela que el trikini, con una tira en el tobillo y unos tacos no demasiado altos ni finos, eran tacos adecuados para bailar, me pareció que había crecido cuando me puse de pié. Caminé unos pasos, yo tenía algunos pares de tacones en mi colección y estaba acostumbrada a usarlos, así que no tuve mayor problema con estos, además eran muy cómodos y bien diseñados.
Llegó el turno de los aros, los desparrame sobre la mesita y seguía sin decidirme, pensé que no podía perder tiempo en eso, así que agarre unos plateados, que tenían como hojitas colgando y me los coloqué.
Luego con cuidado me pinté los labios, de un rojo bastante vivo, como había visto usar a las bailarinas. También tenía cierta práctica en la maniobra así que lo pude hacer sin problema.
Me observe el rostro detenidamente, estaba bastante bien, casi parecía una mujer, tenía apenas una sombrita de barba, siempre fui bastante lampiño y esa tarde me había afeitado con especial esmero, y dado que había decidido usar solo labial, no podía usar otros maquillajes.
Estaba en eso cuando caí en la cuenta de un detalle que se me estaba escapando: el pelo.
Tenía el pelo bastante corto y por más que me peinara de otra forma no quedaría bien. Sabía que en algún lugar había pelucas, me puse a buscarlas y al rato las encontré, estaban en otro camarín, todas en sus cabezas plásticas, supongo que para peinarlas. Tomé una y la llevé a mi lugar. Con cuidado me la puse, era rubia y yo tengo pelo oscuro, traté de disimular mi pelo lo mejor que pude, además no me pareció muy firme, yo sabía que se usa una media para esconder el pelo y unas pincitas para sujetar, pero no tenía nada de eso, nuevamente debería conformarme con lo que tenía, y tener esos detalles presentes para la próxima función.
Me pare frente a un espejo enorme que había a un lado de la puerta de salida del camarín, era justamente para eso, para que las bailarinas como yo se vieran de cuerpo entero antes de salir a escena.
Me contemplé extasiada, realmente no estaba hermosa, pero me veía mucho mejor de lo que esperaba, di unos pasos, unas vueltitas, y me pareció que con práctica y unos toques de maquillaje quedaría aceptablemente femenina, me faltaba cintura y tenía un poco amplios los hombros, pero mis piernas y mi cara estaban bastante bien, además de mi trasero aceptable.
Decidí darme por aprobada, y caminando como toda una zorrita salí camino al escenario.
De camino primero pasé por donde estaba el control de sonido, encendí algunos aparatos para reproducir una grabación de blues que tenía preparada al efecto, solo se escucharía en los monitores del escenario y a bajo volumen por precaución.
Luego fui al control de iluminación y encendí un par de reflectores que formaban un círculo en el centro del escenario, el resto de la sala permanecería oscura, para sentir la misma sensación que tienen los artistas, que generalmente casi no ven al público por estar encandilados por los reflectores. En esta forma podría imaginar que había todo un auditorio deleitándose con mi presentación…
Lentamente, disfrutando cada pasó, sintiendo la presencia de la ropita sobre mi piel, enfilé por el pasillo central hacia una escalerita que permitía subir al escenario.
Comencé a experimentar una extraña sensación, placentera, pero muy distinta a nada que hubiera sentido antes, al principio fue muy leve y me pareció que su intensidad aumentaba al acercarme a esa escalerita.
Tenía que cuidar donde pisaba, el pasillo era un poco inclinado y había algunos escalones, y aunque me los conocía de memoria, así en la oscuridad y con tacos altos era probable tropezar.
La sensación seguía en suave crescendo cuando noté que caminaba mucho más femeninamente que nunca antes, y con gran seguridad, como si siempre utilizara esos tacones.
Estaba encantada, muchas veces había imaginado estar en esa situación, me intrigaba saber cómo se sentiría, o si tal vez me excitaría tanto que no podría evitar tener un orgasmo, pero no, no tenía una excitación propiamente sexual, era más bien un placer que me invadía, como un estado de comodidad y relajación.
Finalmente llegué a la escalera, y lentamente subí los escalones, me asombró la naturalidad con la que realicé la maniobra, con movimientos casi felinos, sin dejar de sentir esa sensación placentera, estaba cada vez más extrañada.
Una vez en el escenario camine hasta el centro del lugar iluminado y dí media vuelta, sonreí a mi invisible auditorio y como si lo hubiera ensayado infinitas veces comencé a moverme, a bailar al ritmo de la música.
La danza me salía automáticamente, sentí aumentar mi desconcierto y mi placer, en un momento pensé en detener el baile, pero no lo hice, no podría decir si no me detuve por propia voluntad o algo que no comprendía me obligaba a seguir bailando.
Repentinamente los globitos que hacían las veces de senos cayeron, uno seguido del otro y se fueron rodando hacia la penumbra, a pesar de eso no me detuve, sentí que ya no me importaba si el relleno estaba en su lugar.
Mi coreografía era cada vez más atrevida y complicada, estaba realizando movimientos que nunca imaginé que podría realizar. Me pareció que me movía con muchísima gracia y desenvoltura, y lo hacía sin pensar, simplemente bailaba.
En uno de esos movimientos mis manos rozaron mi vientre y fueron subiendo hasta el pecho, cuando llegué al lugar que antes ocuparon los globos, pude notar que no estaba vacío el bra, que algo voluminoso ocupaba ese lugar. Me sobresalté, pero eso no logró evitar que continuara con mi danza.
Lo siguiente en caer fue la peluca, durante un giro algo violento de mi cabeza salió despedida, y al momento sentí una maraña de pelo caer sobre mi cara, sacudía mi cabeza y esa melena volaba de un lado a otro. Casi no podía pensar con claridad, pero me daba cuenta que me ocurría algo muy extraño, no sentía temor, solo esa sensación de naturalidad y el placer.
Repentinamente comencé a cantar, a cantar el blues que estaba bailando, y lo hice en inglés, yo nunca había aprendido a cantar y menos en otro idioma. Y no era mi voz habitual la que salía de mi boca, era una voz algo grave pero femenina, muy sensual.
Lo inaudito de la situación no logró evitar que siguiera con mi baile y canto, era consciente de lo que me ocurría, pero a la vez sentía una necesidad imperiosa de seguir con el show.
Movía mis piernas y mi trasero de forma muy provocativa, me acariciaba y meneaba las caderas, todo perfectamente sincronizado y con muchísima gracia, me pareció que en algunos momentos me deslizaba como si no tuviera peso.
Conocía la grabación, dado que yo misma la había preparado y sabía que una vez finalizado este tema habría un tiempo de silencio que había planificado para ir hasta el reproductor y ponerlo en pausa durante el cambio de vestuario.
La canción terminó y mi baile también, quedé arrodillada en el piso con la cabeza casi tocando el piso y los brazos extendidos hacia arriba, era una pose muy teatral y adecuada para terminar el baile.
En esos momentos pensé que ya nada podría asombrarme, que seguramente estaba alucinando, quizás mi obsesión por la ropa y las cosas femeninas me estaban enloqueciendo, pero como me sentía tan a gusto y con tanta alegría, no me preocupé, simplemente lo disfruté.
Durante un instante hubo silencio cuando terminó el tema, luego no pude dar crédito a lo que oía, definitivamente estaba desvariando, escuchaba aplausos, silbidos, gritos.
Siempre automáticamente me incorporé y con una reverencia salude al inexistente público.
Los imaginarios aplausos tardaron un tiempo en disminuir así que tuve que repetir la reverencia varias veces, luego con mucha gracia y siempre con esos movimientos casi felinos gire y lentamente, contoneando mi trasero, salí del escenario.
Pensé que una vez que terminara el show volvería todo a la normalidad pero estaba muy equivocada.
Siempre como poseída, me dirigí a paso rápido, sintiendo como mis tacones resonaban en el piso, hacia el camarín de bailarinas, una vez allí comencé a quitarme primero los zapatos, y ahí tuve la primer sorpresa, mis pies parecían algo más pequeños y muy bonitos, tenía las uñitas pintadas y que ya no tenía calzadas las pantis, mis piernas estaban al aire, vi una piel muy tersa, me parecieron otras.
No pude detenerme a observar estos cambios, sentía una urgencia por cambiar mi vestuario a tiempo, no sabía a tiempo para qué, pero necesitaba hacerlo rápidamente.
Me quité el trikini, ahí si me sobresalté, primero, al bajar la parte superior quedaron al aire dos hermosos senos, con unos pezones enormes y rosados, luego seguí desnudándome y pude ver que mi pene y mis testículos ya no estaban, en su lugar había unos labios y un pequeño clítoris, pensé en tocarlos, pero la urgencia por cambiarme me dominaba.
Tomé el conjunto metálico y me lo coloque, no tuve que retocar nada, todo estaba a la medida, los dos conitos cubrieron perfectamente mis flamantes pezones y las cadenitas se acomodaron en mis caderas y trasero, todo parecía estar hecho a mi medida.
De la misma forma me quedaron a la perfección los zapatos, estos tenían una cantidad de tiritas para abrochar y lo hice como si fuera costumbre. Dejaban mis bonitas y pintadas uñas a la vista.
Una vez con el atuendo completo automáticamente me miré en el espejo, cosa que no había hecho hasta el momento. Desde el otro lado me estaba observando una mujer hermosa, con unos ojos grandes y verdes, de largas pestañas y una boca que me produjo ganas de besarla. Tenía una melena tupida, rubia y muy bien peinada, pero suelta, y de sus orejas pendían unos aros muy largos y brillantes que no eran los que yo había elegido.
No tuve otra opción que aceptar que estaba delirando, pero como mi delirio era tan agradable no sentí deseos de hacer nada para detenerlo. Además la urgencia me obligó a levantarme y de la misma forma que había llegado, a paso rápido, me dirigí al escenario.
Pude escuchar o creí escuchar, un murmullo y algunos ruidos, pero comenzó a sonar una canción, una que no estaba en mi grabación, pero supe que era mi tema, así que resueltamente me dirigí al lugar iluminado y comencé un nuevo baile, esta vez el canto comenzó en el momento en que llegué al centro de la luz.
La canción era un bolero, muy romántico, y me movía lenta y sensualmente mientras cantaba, hablaba de besos, abrazos y mucha pasión, mientras cantaba y me movía sentía las cadenitas rozar mis partes íntimas, sentí una excitación muy sensual, pero distinta a la que conocía, aumentaba lentamente su intensidad, y me sentía obligada a realizar movimientos cada vez más voluptuosos, en mi canto aparecieron jadeos y gemidos, suaves pero penetrantes, mi voz era como un murmullo entrecortado, melodioso sin embargo, y finalmente sentí como una ola de placer que me hizo estremecer, y luego otra y otra la siguieron, emití unos suaves sonidos casi como maullidos, todo esto siempre dentro de mi danza, sin perder el ritmo y los sonidos estaban integrados en la canción.
Un sonido de saxo muy suave marcó el final del tema y quede tendida en el piso, algo acurrucada, como dormida.
Solo pude incorporarme cuando los aplausos fueron aumentando en intensidad y nuevamente agradecí a mis admiradores, está vez lancé besos al aire con mis manos.
Mientras hacía esto, pude sentir mi entrepierna mojada, algo lubricaba el metal que la cubría, supe inmediatamente que había tenido uno o más orgasmos, en vivo, frente a todos mis admiradores, y en vez de sentir vergüenza, estaba feliz, encantada.
Pensé que finalmente mi delirio acabaría. Pero una vez que me retiré del escenario llegó nuevamente la urgencia por ir al camarín. Casi corriendo llegué a mi silla, me desvestí, pude comprobar que todo estaba igual que antes, ni pene ni nada, mis hermosas tetas y conchita seguían en su lugar.
Casi sin darme cuenta me coloqué el traje autoportante, que obviamente me calzó a la perfección, la parte trasera producía una sensación muy agradable al presionar sobre zonas muy erógenas. Creo que hasta sentí la necesidad de ser penetrada, pero era muy fuerte la urgencia por volver a escena, para mi número final.
Nuevamente antes de salir me observé en el espejo de cuerpo entero, era hermosa, tenía un cuerpo perfecto, no pude evitar acariciarme un poco. Era un desvarío del que no quería despertar nunca.
Siempre apurada llegué al costado del escenario, ya se escuchaban los primeros compases de mi tema, esta vez era un tema tropical, una rumba, y cuando llegó el momento entré contoneándome y bailando frenéticamente, esta vez no había canto, solo baile, el ritmó se volvía cada vez más intenso, repentinamente la melodía cesó y solo quedo la parte rítmica, se volvió una especie de danza primitiva, con mucho tambor y me sentí invadida por un instinto primitivo, bailaba a los saltos, con movimientos bruscos, imitaba los movimientos de cadera que se realizan durante el coito, movía mi boca en forma provocativa, mostrando la lengua y me acariciaba todo el cuerpo, haciendo resaltar las partes más atractivas.
Nuevamente me invadió la sensación de placer sexual, sabía que me dirigía a una nueva serie de orgasmos y me dejé ir, continué unos momentos con mi baile hasta que no pude controlarme y caí temblando de rodillas, con las dos manos me arranqué la parte superior de mi traje y comencé a bambolear mis senos ahora libres al ritmo infernal, estaba comenzando a pensar que eso no era un simple delirio, que podría haber sido poseída, siempre sin perder el ritmo ni la gracia dirigí mis manos a mi entrepierna y la parte baja de mi traje también salió despedida.
Con los dedos de una mano comencé a masturbarme y con los de la otra hurgaba en mi flamante vagina, mientras gemía y daba grititos de placer hasta que llegó un orgasmo descomunal, sentí como que algo estallaba en mi interior y me pareció que moriría de placer, me estremecí violentamente, me incorporé y en ese instante termino abruptamente la música, quedé parada con las piernas separadas y los brazos extendidos hacia arriba, formando una x, con la cabeza echada hacia atrás, mientras sentía un líquido tibio que se escurría de mi entrepierna.
El aplauso no se hizo esperar, me pareció una ovación, esta vez no realicé ninguna reverencia de agradecimiento, simplemente miré fijamente al frente, recorrí toda la platea como mirando a los ojos a cada uno de los espectadores, luego metí mis manos en la entrepierna y realicé un ademán como enviándoles besos pero esta vez eran orgasmos los que obsequiaba, repetí este gesto varias veces, luego di media vuelta, respingué mi trasero, y me retiré del escenario, sentí que el show había terminado.
Esta vez me dirigí al camarín tranquilamente, sin apuro, me sentía agotada, mientras pensaba que nueva sorpresa me deparaba mi desvarío.
Llegada a mi lugar, me quité con parsimonia los zapatos, que era lo único que llevaba del traje, el resto había quedado disperso en el escenario.
Observé mi reflejo en el espejo, no me sorprendió verme como siempre, ni ojos verdes ni melena rubia, ni boca sensual, era mi cara de siempre, solo que algo cansada. Instintivamente me toqué la entrepierna y allí también estaba lo de siempre, me puse en pié y nuevamente era yo, el trance había terminado.
Estuve un tiempo pensando en lo ocurrido, luego decidí que tendría que ordenar todo lo que había usado, inclusive tendría que ver como limpiar las cosas mojadas.
Me dirigí al escenario y allí estaba todo como lo había dejado, las partes del traje, las examiné a la luz pero no pude encontrar nada manchado, ni si quiera tenían olor a sexo. Buscando los globos pude encontrar algunas rosas tiradas en el piso, que estaba segura que antes no estaban y yo no las había llevado, la única posibilidad era que alguien hubiera presenciado mi alucinado show. Me sentí horrorizada. No estaba sola.
Busqué frenéticamente los globos, cuando los tuve en mi poder, me dirigí a desconectar las luces y el sonido, todo quedó oscuro y silencioso, luego fui al camarín y ordené todo como lo había encontrado, controlando varias veces que nada estuviera fuera de lugar ni que olvidara algo de lo que llevé.
Luego me dirigí a la cueva, una vez ahí caí en la cuenta de que si bien había recogido todas las prendas que vestía cuando inicié mi aventura, seguía desnudo y sentía un poco de frío, así que me vestí, luego controlé la hora y vi que faltaban unas tres horas para que llegaran los primeros empleados del teatro.
Como me sentía hambriento comí y tome algo, puse el despertador de mi reloj a la hora adecuada por si me quedaba dormida, ya que quería estar despierto cuando llegara el personal. Pero pensé que luego de lo vivido no podría dormirme muy fácilmente, todavía sentía algo de esa sensación extraña, como que se retiraba lentamente.
Caí exhausta en la cama, y creo que me dormí pensando en si sería adecuado consultar a un profesional luego de esta experiencia, sería que estaba enloqueciendo…
Cuando sonó la alarma desperté sobresaltada, miré la hora y supe que todo estaba en orden. Faltaba un buen rato para que llegara el primer empleado, por lo tanto disponía de tiempo suficiente para revisar nuevamente todos los lugares donde podría haber dejado huellas de mi aventurita.
Mientras caminaba por los pasillos en penumbras poco a poco fui repasando mi itinerario para no saltearme ningún lugar. Siempre recordando el estado de alienación, o como quiera que se llame, que había experimentado. Por un lado me pareció muy excitante, pero por otro peligroso. Si ese estado tomaba control total sobre mi personalidad seguramente terminaría muy mal. Y aunque fuera solo pasajero, mientras estaba en esa otra personalidad corría el riesgo de hacer algo arriesgado o que llevara a que se descubriera mi secreto.
Cuando entré al camarín de bailarinas, pude notar que volvía a sentir esa sensación extraña. Observé toda la zona donde había posibilidades de que hubiera dejado huellas, y cuando me acerqué al perchero donde estaban los trajes que había utilizado no pude resistir la tentación de tocarlos, quizás por última vez. Lo hice, automáticamente sentí como si un resorte se soltara en mi interior y la sensación aumentó varios puntos en su intensidad, eso me asustó un poco, retiré la mano y automáticamente la sentí disminuir. Estaba perpleja además de medio loca. Volví a tocar y a retirar la mano un par de veces siempre con el mismo resultado.
Comencé a sentir deseo de volver a sentir esas prendas sobre mi piel, pero sabía que no era el momento adecuado, así que junté fuerza de voluntad y seguí a paso rápido con el recorrido de control. Al alejarme de ese lugar la misteriosa sensación fue disminuyendo hasta desaparecer.
Una vez terminado el recorrido me sentí más tranquila. Volví a la cueva, ordené mis cosas, preparé el mate y un paquete de bizcochos y me senté a esperar a los que fueran llegando, era habitual cuando alguien se quedaba de noche o que el primero en entrar preparara el mate para todos.
No pasó mucho rato hasta que llegó el primero y casi simultáneamente otro, los dos me vieron y luego de saludar dejaron sus bolsos, y se sentaron a la mesa. Mientras uno tomaba su primer mate, el otro me miró y me dijo:
— Tenés una cara terrible, parece que no dormiste.
— Realmente dormí bastante mal.
— Te lo advertimos, seguro que paso algo raro. Ahora si nos vas a creer?
— No pasó nada, solo ruidos, que deben ser las ratas o simplemente los ruidos de un edificio grande y viejo. Creo que más bien fue que me cayó mal lo que compré para cenar y por eso me desperté varias veces.
Seguimos charlando de temas sin importancia mientras fueron llegando otros miembros del personal, luego paulatinamente se comenzaron a dispersar cada uno rumbo a su tarea. Yo les avisé que tenía que irme o llegaría tarde a un trabajo matutino que me esperaba. Los saludé hasta la noche en que volvería un rato antes de la función.
Mi aventurita fue la noche de un jueves. El fin de semana, como siempre, se me pasó volando entre el teatro y otros trabajos, las funciones eran de jueves a domingos. Del lunes al miércoles no tuve trabajo y tuve tiempo para pensar en lo sucedido.
Por un lado sentía un deseo casi incontrolable de repetir la experiencia y por otro me pareció que lo razonable sería evitarlo, ya que corría serio riesgo mi salud mental. Finalmente decidí, no sé si a causa del deseo o realmente lo razoné que para tener una idea clara de lo que me pasaba era necesario repetir, y como en una investigación científica, quise repetir el experimento bajo condiciones controladas.
Así que preparé todo para hacerlo. Nuevamente elegi para hacerlo el jueves, ya que era el día más tranquilo de la semana, cuando había menos público en el teatro, se retiraban antes y el ambiente estaba más relajado.
Un tema importante era que accesorios llevaría. Me pareció que lo mejor sería no llevar nada en absoluto, ni siquiera ropa interior femenina. Solo usaría las cosas del teatro. En cambio esta vez puse en el bolso la cámara fotográfica y una grabadora de video, cada una con su respectivo trípode, eso complicaba un poco la cosa, ya que los trípodes no cabían en el bolso y tendría que llevarlos aparte y obviamente todos podrían observarlos, pensé que simplemente diría que quería tener recuerdos de la obra y los pondría para grabar la función, de paso ya estarían listos y probados para mi función privada.
Pensé que sería de utilidad poder tener pruebas de lo que ocurría en el camarín, pero solo tenía una cámara de cada una, así que decidí llevar un grabador de audio para ponerlo en ese lugar, por lo menos tendría algún registro de lo que pudiera pasar.
Durante esos días casi no pensé en otra cosa, tampoco sentí deseos de usar mi ropa especial bajo la normal o mientras dormía, ni me excitaba sexualmente la idea de lo que planeaba, en realidad sentía curiosidad.
El jueves fui al teatro como de costumbre, nadie me preguntó sobre lo que llevaba, pensé que estaban acostumbrados a verme con aparatos y accesorios. Durante la función tuve oportunidad de verificar que todo estuviera en orden. La cámara tenía cargadores suplementarios de película y esta era de alta sensibilidad (en esa época no había cámaras digitales) Y ajuste el disparador automático para que tomara una foto cada 10 segundos, de esa manera la película duraría el tiempo suficiente. La cámara de video tenía un tiempo de grabación máximo de dos horas a baja calidad, pero en calidad estándar solo una hora, di prioridad a la calidad y estimé que con ese tiempo sería suficiente. El grabador de audio para el camarín tenía una autonomía de dos horas.
Las cámaras del escenario las puse en el lugar donde estaba el control de sonido, o sea casi al fondo de la platea y regulé sus objetivos para que cubrieran no solo el centro del escenario sino también el pasillo por el que ingresaría como la vez anterior, debía recordar iluminar este pasillo para que el testimonio fuera posible.
La función transcurrió con normalidad, y nuevamente me comenzó a invadir la impaciencia porque todos se retiraran de una buena vez.
Repetí lo de ir a comprar las provisiones, alguien me dijo que tuviera cuidado con lo que compraba, que fuera a otro comercio. O sea que recordaban perfectamente en qué condiciones me encontraron la semana anterior, no podría usar la misma excusa, o mejor, no podría esperarlos en esas condiciones. Pensé que esta vez llevaría menos tiempo prepararme, no habría maquillaje y si no habían cambiado de lugar los trajes no perdería tiempo seleccionando que usar, eso me daría un poco de tiempo extra para descansar mejor.
Finalmente, luego de un tiempo que me pareció eterno, se retiró el último y quedé sola.
Como la vez anterior, primero controlé que todo estuviera bien cerrado y que estaba realmente sola. Preparé mis cosas en la cueva y luego controlé que todo estuviera listo en la sala, puse un reflector para que apuntara a lo largo del pasillo, estaba ubicado en el mismo lugar que las cámaras así que iluminaría perfectamente todo lo que ocurriera en ese trayecto.
Tenía planeado poner los aparatos en marcha luego de tener todo preparado, o sea los trajes listos para vestirlos.
Fui a la cueva a tomar un poco de gaseosa, luego al baño, y cuando me dirigía al camarín para preparar los trajes me comenzó a invadir la sensación. Llegue y fui derecho a controlar si todo estaba en el mismo lugar que antes, y así fue. Tomé de a uno todos los elementos, o sea los tres trajes y sus respectivos calzados, había decidido tampoco usar peluca. Como lo había supuesto, durante todo el tiempo la sensación fue aumentando aunque todavía era bastante leve.
Consideré que ya estaba sufriendo los efectos de lo que fuera que me afectaba, y decidí poner en funcionamiento la grabadora de audio. Luego fui a realizar la misma acción con las cámaras y volví al camarín para iniciar el experimento propiamente dicho.
Ya me había olvidado de la necesidad de ahorrar tiempo, y me invadía no solo la sensación sino una necesidad de disfrutar, de sentir lo mismo que la vez anterior. Me fui quitando la ropa, pero esta vez la dejé en el piso, sin ningún orden ni cuidado, en algún momento recuerdo haber sido consciente de que la extraña sensación crecía, pero dejé de prestar atención a este hecho, simplemente me desnudé y comencé a colocarme el trikini. Como esta vez no había paquetito, me costó un poco de trabajo lograr que mis genitales quedaran contenidos en el pequeño lugar disponible en el traje, y por el contrario, en la parte superior el sostén quedó un poco deforme por estar vacío. Me calcé los tacones y mientras lo hacía recorrí mis piernas con la mano, pude constatar que estaban un poco ásperas, tampoco me había depilado durante la semana.
Una vez completo el traje me dirigí al gran espejo y pude verme totalmente normal, solo que con un traje de bailarina sexy. Observé especialmente el bultito que se notaba en mi entrepierna. Di media vuelta y mi trasero me pareció el mismo de siempre, si no fuera por la sensación invasiva habría pensado que esta vez no ocurriría nada especial.
Tratando de caminar como la vez anterior me dirigí a la sala, al lugar donde estaban las cámaras, las puse en funcionamiento, y también le di play a la pista de sonido.
Respiré hondo antes de entrar en escena y comencé mi paseo por el pasillo central.
Esta vez no necesitaba controlar tanto donde pisaba ya que el piso estaba iluminado, en cambio pude percibir como si algo se fuera apoderando de mí. Fue muy notoria la gran soltura con que caminaba moviendo el trasero y comencé a sentir un cierto peso en el pecho, pero no pude constatar si había algo raro, mis manos se movían al ritmo del andar, las balanceaba junto a la cadera, la cabeza estaba bien erguida, como mirando al infinito, necesitaba controlar cada parte del cuerpo para lograr una cierta armonía y no podía arruinarla simplemente para controlar si me habían crecido unas tetas, por otra parte tenía la seguridad de que todo en mí estaba como siempre, simplemente hermosa.
Llegué a la escalera y mientras ascendía acaricié mi muslo provocativamente, y pude sentir la tersura de la piel, ya sonaba la música y conforme a lo ensayado me dirigí al círculo iluminado bailando mientras caminaba, exhibiendo bien mi bonito trasero.
Una vez ubicada en el punto central me detuve por un momento, como saludando al público, y con un sacudón de mi tupida melena comencé con la coreografía, cuando llegó el momento justo comencé a cantar.
La primera presentación salió redonda, como siempre. Al finalizar los mismos aplausos. Siempre suenan igual, sé que muchos hombres vienen seguido a verme por que los excito, me envían flores, tarjetas con poemas, regalos, inclusive algunos hasta se sienten enamorados, pero es solo atracción física, no me conocen realmente. A pesar de esto me gustaría darles el gusto, entregarme a ellos para disfrutarlos, pero no puedo permitirme esos deslices, tengo que mantener ese aura misteriosa que tango trabajo me ha costado construir, y además para lograr la perfección de mis presentaciones debo trabajar sin descanso.
Ahora debo apurarme a cambiar de vestuario o no llegaré a tiempo para el segundo número.
Tampoco puedo permitir que nadie me ayude a cambiar mi vestuario, el contacto con otro cuerpo, sobre todo si es femenino haría que me excite antes de tiempo y arruinaría todo el efecto de mis orgasmos en escena.
El diseñador de estos trajes es realmente un maestro, tiene la forma justa para amoldarse cómodamente a mi cuerpo pero a la vez presiona y roza en lo lugares adecuados para que mi excitación valla en aumento. Es un experto en sexualidad femenina, sería un amante formidable si no fuera maricón, es un desperdicio.
Listo, a ver, si, el maquillaje y el peinado están bien, las cadenitas en su lugar, ya es tiempo de volver a escena.
Y… ahora, a bailar… mmmm, que agradable se siente, lo he hecho mil veces pero siempre disfruto como la primera vez… si solo alguien me besara… me acariciara… me penetrara… mmmm.
El ritmo de esta canción es perfecto para hacer el amor… adelante… atrás… adelante… atrás… miren como disfruto… casi puedo sentir sus penes duros… muchos… todos para mí… me gustaría tocarlos… besarlos uno por uno… sentir su olor a macho… su gusto… ya viene… ya viene… mmmm… miren que hermosa soy… miren mi trasero, mis tetas… miren como acabooooo… mmmm… listo… estoy mas mojada que de costumbre… a saludar….
Otra vez rapidito a cambiarme…
Este traje quedó a la miseria, pobre el que tiene que limpiarlo… se excitará con el traje con mi olor… capaz que hasta lo lame… me gustaría conocer al que limpia todos mis trajes, será mujer?...
Este del armazón me pone recaliente, sentir esa presión en el culo… solo le falta tener algo que se meta adentro… mmmm… por ahí sería incómodo para bailar… a ver… si está todo en su lugar… volver al escenario… todavía falta un poco para mi entrada… como mira ese pibe nuevo… parece que tiene un buen bulto… se muere de ganas de cogerme… creo que si lo miro mucho se acabará en sus pantalones…
Ahora, uno, dos y …
Estoy de vuelta para ustedes… miren, deseen… vuelvan… miren mi trasero… miren como me muevo… imaginen lo que sentirían si estuvieran metidos en mi…
Si me acariciaran… si me besaran… si me chuparan toda… mmm…. Mover, mover, adelante, atrás… te miro a vos pendejo… si a vos… quiero tu pija…. Mmm… rómpeme toda…. Mmm….. movete, movete más rápido, mas… ya, ya vieneee… aaaah…. Una noche de estas me voy a morir acá… mmm… quiero vergaa…. Mmm…. Ufff. Esta estuvo fuerte….. les gustó? … Aplaudan, si aplaudan… y ahora vallan a sus casas a cogerse sus mujeres o a pajearse mientras piensan en mi culo…. Listo otra función perfecta… soy hermosa… quiero un nabo… donde estará ese pendejo….
Creo que volví a tomar conciencia de mi misma cuando caminaba por el pasillo hacia el camarín, me sentí agotada, necesitaba quitarme ese traje y descansar.
Llegue al camarín, y a pesar del cansancio, me tomé el tiempo de ordenar todo y controlar, como la vez anterior, a pesar de que había sentido correr líquido por mis piernas estaba todo perfectamente limpio.
Lentamente se retiraba la sensación, ya no me resultaba extraña, sentía como si fuera parte de mí.
Terminado el control, no me volví a vestir con mis ropas masculinas, lamenté no haber traido alguna prendita, un camisonsito por ejemplo para poder descansar mejor, pero bueno, dormiría desnudita.
Una vez en la cueva tire la ropa en una silla y en el momento en que me estaba metiendo en la bolsa para dormir, recordé las cámaras y el grabador. Tenía que ir a detener los aparatos y ver que habían grabado, porque yo solo recordaba la entrada por el pasillo y la salida por el otro pasillo, pero en medio todo era borroso, placentero, agradable, pero borroso.
Adelante media hora el ajuste del despertador, estaba muy cansada como para ir a ver los aparatos, cuando se terminara su carga se apagarían solos, y al despertar los controlaría.
Terminé de meterme en la bolsa, apurada por dormirme. Pero no pude, en cuanto me quedé quieta comenzó a recrearse en mi mente todo el show.
Dado que aunque estaba agotada no podía dormir decidí ir a ver los equipos de control.
Primero fui al vestuario por el grabador de audio. Ya el cassette había llegado a su fin y el aparato estaba apagado. Conecté unos auriculares, rebobiné la cinta y le di al play. Iría escuchando mientras me dirigía a controlar las cámaras.
El trayecto desde el camarín hasta el lugar donde estaban los equipos y las cámaras no me tomó más de un par de minutos, en ese lapso no escuche nada anormal, solo el ruido que hice al entrar al vestuario y comenzar a preparar todo.
Cuando llegaba al equipo, supongo que por la oscuridad, el agotamiento y sobre todo por ir prestando atención a lo que escuchaba tropecé con un cable.
Ahora estoy en esta cama, con la cabeza vendada. Pregunte por mis cosas, mis cámaras y el grabador. Me dijeron que cuando me encontraron tirada en el piso inconsciente por el golpe no había nada aparte de los equipos de sonido, y mi bolso lo tienen en el teatro guardado. El medico dijo que a veces los golpes en la cabeza producen alucinaciones, recuerdos falsos o desarreglos como el que sufro, que siempre hablo de mí en femenino, que seguramente iré mejorando con el tiempo.
Le respondí que ya me siento normalita, y seguí arreglándome limando mis uñas, están insoportablemente horribles.