Fui victima de una... violación?
Jamás me había sentido así. Una mezcla entre miedo profundo y placer.
4:00 a.m. Me despierto alterada, eufórica, sudorosa. Respiro agitadamente y tengo una extraña sensación en el estómago, una mezcla entre dolor y asco. Busco entre mis recuerdos una pista que me haga comprender por qué me siento así, y rápidamente llego al sueño que acabo de tener. No, no fue una pesadilla exactamente que fue entonces?.
No había notado que mi calzón está húmedo, mojado, empapado en mis propios fluidos, provocados sin duda alguna por una sensación placentera, incluso orgásmica. Poco a poco comienzo a normalizar mi respiración y a recordar: estaba en una calle desierta, oscura y muy fría. Estoy escapando, arrancando de alguien que me persigue. Al parecer me han descubierto durmiendo, pues llevo una camiseta y una bombachita que uso en la cama.
Estoy descalza, entumida y agitada. Un escalofrío recorre mi espalda, producto de la helada brisa que está corriendo. Todas las ventanas que tengo a la vista están oscuras, no hay nadie. El silencio de la noche se alza majestuoso, envolvente y escalofriante. Cierro los ojos y escucho pasos, pero no son pasos casuales, son rápidos, ágiles, pasos que buscan, que recorren. El terror me tiene tan paralizada que ni siquiera me atrevo a alzar la vista hacia el comienzo de la calle.
Se acerca, busca, acecha. Mis pezones se erizan y mi piel recibe sin compasión el frío de la noche. Ya está aquí, se hace presente como un gato, sigiloso, cauto. Sus pasos ya han dejado de sonar, y aun así siento como lentamente se me acerca. Siento como el corazón reclama impacientemente por salirse de mi pecho. Un sollozo se escapa de mi boca cuando puedo oler su respiración, su olor a hombre, su sudor. Aun no soy capaz de abrir los ojos, el miedo me ha consumido. Tiemblo de sólo pensar lo que está por venir.
Siento sus manos sobre mis hombros, que comienzan a recorrerme lentamente, suavemente, sin prisa. Acaricia mi pelo y se lo lleva a la cara para olerlo. Suspira. Me despeja la cara de lágrimas, saliva y cabello. Mi piel se eriza y un nuevo escalofrío me recorre de pies a cabeza. Pero, ¿qué pasa conmigo?, ¿por qué no soy capaz de gritar?, ¿por qué no pido ayuda?, ¿por qué no me resisto antes semejante atraco?!. Cuando recupero la cordura y abro la boca para gritar, siento como su mano me golpea duramente en el rostro. Comienzo a llorar. Él me toma súbitamente por la cintura con ambas manos y me besa primero en la mejilla, delicadamente y luego en la boca. Lame mis labios como si fueran caramelos, los muerde como si fueran carne fresca. Ya mis sollozos comienzan a confundirse con mis suspiros.
Una de sus manos toma mi pecho firme pero dulcemente. Siento como mis pezones se endurecen aún más y él, comprendiendo la señal, comienza a bajar pasando su lengua por mis orejas, por mis hombros, por mi cuello. Sus manos toman mi cola con rudeza y yo tiemblo sin reconocerme. Dios, como me calienta que me agarren de la cola así, con fuerza, casi con rabia. Su boca llega hasta mis pechos y juguetea con ambos pezones, los succiona, los muerde y yo.... yo me abandono al placer. Entonces decide dejarlos en paz, entregarles un respiro, permitiendo que el frío de la noche de apodere de ellos. Se arrodilla y respira en mi vientre, me muerde ("como muerde este tipo!!" pienso sin pensar). Con su mano derecha toca mi calzón que está completamente humedecido, puedo ver como se sonríe y siento como los colores se suben a mi rostro. Me siento humillada. Pero aún así no me da respiro.
Con sus dientes afloja tímidamente la prenda, y cuando pasa por sobre mis vellos, siento como su nariz me husmea, me busca. Termina de hacer el trabajo con ambas manos, abusando del momento y acariciándome ambas piernas sin aprehensión alguna. Toma mi bombacha y la huele, la absorbe toda, como si no quisiera perderse un solo momento de aquel olor a sexo, a mujer, a calentura. Y yo mirándolo desde arriba, pensando "ahora sí que puedo darle un puntapiés y salir corriendo..... Por qué tarda tanto en hacer lo que vino a hacer?!!". Entonces se concentra en mi chocha. La observa detenidamente, embelesado. Pasa una de sus manos por mi entrepierna y se la lleva a la boca. Saborea, suspira, y no deja un solo rastro de mis fluidos en ella. Se lanza como un desquiciado a mi conchita.
Separa mis labios y me lame, me come entera. Introduce su lengua en mi vagina una y otra vez, mientras con sus manos acaricia mis glúteos, los separa, los agarra con fuerza y no deja de comerme la chocha. Siento que mis piernas se debilitan, que ya no tengo fuerzas para seguir en pié, pero la sensación es tan profunda, tan sublime que hago lo posible por no derrumbarme. Mis manos están en su cabeza y le pido, le ruego que no se detenga, que por favor no se detenga. Siento como ese poderoso orgasmo sacude mi cuerpo entero. Siento como mis pezones luchan por arrancarse de mi camiseta. Siento el mundo a mis pies, magno, omnipotente.
Entonces se pone de pié, me besa apasionadamente, traspasándome todos mis fluidos. Y yo los recibo gustosa, los saboreo como nunca, caliente, sudorosa a pesar del frío. Y sin dejarme tomar un respiro me toma por la cintura y me voltea, dejando mi hermosa cola a su merced. Me abraza con fuerza, dejándome sentir la roca que tiene entre las piernas. No puedo utilizar mis manos, no me deja. Siento el ruido de su cremallera y siento como mi chochita palpita firmemente, sospechando lo que está por venir.
Me toma del pelo y me respira al oído antes de decirme "Sabía que eras una putita, lo sabía". Y yo ya no puedo más, no me reconozco cuando noto que sus palabras me calientan, me ponen tan cachonda como nunca me he visto, me derriten en un suspiro. De un golpe y sin aviso previo, siento como clava su ancha verga en mi concha y un pequeño grito se escapa de mi boca, el cual está lejos de ser por dolor. Me penetra una y otra vez, arremetiendo con una fuerza brutal, salvaje, irresistible.
No suelta mis pechos, y tras cada arremetida los aprieta con fuerza, los masajea a su antojo. Sin previo aviso siento como me corro, como me retuerzo de placer ante el segundo mejor orgasmo de mi vida, al mismo tiempo que él descarga el espeso y caliente semen en mi interior, acompañado de un fuerte grito que por poco despierta al barrio completo.
No se como llego a mi departamento, agotada, extasiada, y me arrojo en la cama para dormir hasta la tarde del día siguiente.
Los días que vienen son de sentimientos encontrados: fui violentada por un hombre al cual deseo más allá de toda lógica. Han pasado los días y noche tras noche lo he esperado, durmiendo entrecortadamente y con el sexo impaciente, caliente y deseoso de tener un nuevo encuentro.