Fugada de Suecia

Mujer sueca tiene que oír de su casa por motivos legales. Su huida le llevó hasta Monforte de Lemos y de ahí a Santiago de Compostela.

Desde cría viví en una burbuja, aquella burbuja que se producía al ser la hija del mayor capo de la droga en Suecia.  Mi condición de “hija de” no me permitía hacer una vida social, nunca tuve amigas, nunca tuve novios y al fallecimiento de mi padre me vi dirigiendo la mayor organización de trafico y distribución de drogas de mi país.

Al contrario de lo que se pudiese pensar, una vez vueltos del cementerio de dar sepultura a mi padre que había fallecido tres días antes por un ataque al corazón, todos los ojos se fijaron en mi y después de conducirme a un salón de nuestra casa controlado a diario por aquello de los micrófonos, me comunicaron que la organización contaba conmigo.

Fueron años en los que vivimos a tope.  Yo me comporté como el chico que mi padre nunca tuvo, demostrando que era más macho que cualquiera de los que trabajaban para mi.  Nunca me tembló el pulso en ordenar ejecuciones, delatar a la competencia o ordenar robos de drogas en los mismos almacenes de la policía.  Mi vida profesional me impedían las relaciones de amistad y no digamos las afectivas.  A mis 25 años estaba en la cima de mi mundo y nadie ni nada me iban a bajar de él.

Empezaba el buen tiempo en Malmo y aproveché para salir en moto desde mi residencia, un palacete con medidas de seguridad de bunker en las afueras de la ciudad, a hacer unos recados a un pueblo cercano.  Hacía frio pero no el que hace en invierno en estos lares.  Salí de casa embutida en mi mono de cuero y mi casco oscuro.  Estuve media mañana con una y otra cosa hasta que me decidí volver a casa para ver de primera mano como iba un cargamento de polvo blanco que estaba previsto ser descargado  en un par de noches en las costas españolas lindantes con Portugal.  Galinosecuanto se llamaba aquello.

Me sorprendió conducir desde el desvió hasta la altura de mi casa detrás de una furgoneta de la policía, justo en el momento en que iba a adelantarla ya con mi casa a la vista me di cuenta que toda mi casa estaba rodeada por furgonetas y tanquetas de la policía que habían tirado uno de los muros y estaban sacando gente de mi equipo esposada a través de él.  No adelanté pero intuí que yo sería arrestada al llegar a mi casa.  Dos policías dieron paso al furgón que me precedía hacia el camino de casa, como acto reflejo a mi me hicieron continuar hacia la izquierda como si siguiese por la carretera.  Estaba perpleja.

Conduje sin dirección más de una hora hasta que paré en un bar de carretera y llamé a unos y otros.  Unos no cogían, otros cogían otras personas.  Evidentemente policías.

Después de una hora de pruebas y cambios de localizaciones para no ser localizada por la policía logré hablar con Anderson un amigo de mi padre ya retirado y conocedor de todo nuestro mundo.  Me hizo ir hacia una casa de la playa que tiene él a 200 kilómetros al norte de Malmo.

Un hombre me esperaba a en la puerta. Me dio comida, agua y algo de ropa de abrigo, no dijo nada.  Esperé allí durante dos días hasta que Anderson apareció.

-       ¿qué ha pasado? – dije yo con curiosidad.

-       ¿Qué que ha pasado?

-       Si

-       Pues que ha caído toda la organización menos tu.

-       ¿Cómo?

-       Lo que oyes.  Tienes a todo el país buscándote, eres la única pieza que les faltas, la mas importante.

-       Y si supieran que me tuvieron.

-       Ya.

-       Pero tan grave es.

-       Por lo que he podido saber tienen pruebas como para meteros de toda la vida en la cárcel.

-       Ja j aja, menos mal que en Suecia solo se condena a 20 años como mucho.

-       Ya, pero hay extradición y creo que podrían mandaros a un montón de países.

-       No me jodas.

-       Tranquila.

-       Y no hay solución.

-       Desaparecer por ahora.

-       ¿Y después?

-       Ya veremos.

-       ¿Y a donde voy?

-       A España

-       ¿A España?

-       Si, a España.

-       ¿a dónde?

-       A Galicia

-       Donde la droga.

-       Si allí tenemos amigos

-       Ni no será peligroso.

-       No te mandaré a un lugar no relacionado con la droga, lejos de la costa.

-       ¿Y que hago allí?

-       Serás una escritora sueca en busca de inspiración.

-       ¿Y que tengo que hacer?

-       Para empezar no llamar la atención.

-       Yo no llamo la atención.

-       Vistes como un hombre, te comportas como un hombre.  Debes de cambiar

-       ¿Y como?

-       Primero haciendo lo que ves hacer al resto de mujeres y segundo vistiendo como ellas.

-       ¿No soy un poco mayor para cambiar?

-       ¿eres mayor para pasar lo que te queda de vida en la cárcel?

Anderson me trajo ropa de mujer, incluida ropa interior,.  Hay que ver lo incomodos que eran los tangas.

Con dos maletas de cosas que no eran mías  dos noches después embarqué en un barco pesquero que me llevó a un pesquero más grande que a su vez me llevó a un pesquero menor días después que a su vez me dejó en una zodiac que me llevó a un sitio llamado Redondela.

En Redondela, bueno en la playa de Serantes, un coche me llevó a un lugar llamado Monforte de Lemos.  Nadie habló conmigo en todo el viaje y un “buena suerte” que en ese momento no entendí fue las únicas palabras que alguien me dijo cuando pararon enfrente de un hotel.

Dormí dos noches seguidas y solo cuando estuve con fuerzas decidí vestirme con algo cómodo y salir a buscar una inmobiliaria y una academia de español.

Lo de la inmobiliaria fue rápido, la chica hablaba ingles y me ayudó a encontrar una casa en las afueras con su jardín y todo.  Una mierda de sitio pero se veía que en Monforte no había viviendas a la altura de los que estaba acostumbrada.

Lo de la academia estuvo también bien porque me permitió conocer a Antia, una profesora de ingles de mi edad que lejos de tenerme para practicar su ingles se tomo como algo personal que aprendiese castellano en tiempo record.

Antia era insistente e intentaba hacerme la mayor compañía posible, también hay que entender que yo era la mayor curiosidad de un pueblo como Monforte.

Hay que decir que al contrario de lo que esperaba en un par de días la sueca era famosa en la comarca, no había quien no me hubiese visto o hubiese dicho que me había visto.  Cuando entraba en una tienda o bar todo el mundo callaba y me miraba.  No había hecho nada, pero una rubia como yo en seguida llamó la atención.

Llevaba tres meses en Monforte cuando Antia me propuso ir a Santiago de Compostela de marcha un fin de semana, la vida social local no era como para echar cohetes.   No estaba del todo segura pero estaba un poco cansada del pueblo por lo que acepté.  Antia me hizo la maleta e incluso me hizo comprar ropa nueva nada más llegar a la preciosa ciudad capital de Galicia.

Esa tarde en el hotel me hizo probar ropa, tanto interior como exterior, algo que nunca había hecho.

-       la verdad Sarah es que estas buenísima, pero no se como puedes tener el coño así.

-       ¿así?, ¿cómo se supone que debo tenerlo?

-       Pues hija no se, depilado.

-       ¿Para que?

-       Ja j aja, para que no te moleste al follar

-       ¿De verdad?

-       Es broma.  A mi me gusta depilado por los laterales y con los labios afeitados, a otras lo labios les gustan con pelos.

-       ¿Si?

-       Si, mira – y se bajó los pantalones y las bragas.  Levaba una fina línea en medio de coño y lo demás perfectamente afeitado.  Antia me cogió de la mano – vamos esto tenemos que arreglarlo no vaya a ser…

Salimos a la calle y preguntó a unas chicas.  Andamos dos calles y entramos en un local regentado por chinos, bueno chinas.  Me hicieron quitarme los pantalones, me quitaron las bragas y me depilaron el coño, las piernas y las ingles con un dolor que en mi vida había sentido.

Me quedé impresionada de mi misma viéndome en el espejo que cubría el armario del cuarto que compartíamos Antia y yo.  No hizo falta ni ponerme la ropa para darme cuenta que estaba arrebatadora por primera vez en mi vida.  Antia me había maquillado , peinado y el conjunto de ropa interior me quedaba como un guante.  Con la ropa quitaba el hipo.

La noche estaba animada alrededor del hotel pero era gente joven, universitarios de la ciudad.  Nos tomamos un par de vinos hasta que aquello se puso demasiado lleno nos fuimos a una discoteca.  Durante toda la noche nos habían entrado moscones, pero llegadas a la discoteca aquello fue la locura.  Antia estaba monísima y encima con una rubia como yo al lado la cosa se volvía salvaje.  La monfortina iba espantando moscones.  Realmente no daba pie a que hablasen con nosotras.  Bailamos toda la noche, me encantaba, en mi vida había bailado antes y me lo estaba pasando de muerte.

Antia no dijo ni mu cuando un par de maceados nos entraron.  Al contrario que con los otros mi amiga mostró interés por ellos.

Los chicos eran los típicos tíos buenos españoles.  Morenos, altos, musculados, tatuados y muy simpáticos.

Pasamos con ellos el resto de la noche hasta que el que “hacia” de mi pareja nos propuso ir a la casa del otro a tomar la ultima.

La casa era amplia, se hacía de día.  Los chicos fueron a la cocina a preparar las copas y nosotras cotilleamos un poco por el salón.  Un escalofrió recorrió mi espalda cuando vi una foto de mi acompañante y su amigo vestidos de uniforme policial.  Tenia el marco en la mano cuando Luis entró en el salón.

-       ¿te gustan los hombres en uniforme?

-       ¿eres tu?

-       Claro.

-       ¿Ósea que sois policías? – dijo Antia divertida.

-       Si, tanto José como yo.

Estuvimos tomando cada uno si copa con su chico.  Luis me besó, era el primer beso de mi vida.  Empezamos a morrear, de repente oí gemir y levanté la vista y vi a mi profesora de español dando botes sobre la polla enhiesta de su acompañante, algo dentro de mi tembló.  Luis intentó meter su mano en mi entrepierna pero le paré con un – estoy mala.

Me aprecia surrealista estar presente mientras dos personas hacían el amor.  Me ponía mucho pero me daba mucho rubor.  Luis con una mano acariciaba mi nuca y con la otra algo hacía.  Empujó mi cabeza hacía abajo y me encontré de bruces con un capullo delante de mi cara.  Ni me dio tiempo a decir no. Para cuando me di cuenta la tenia dentro de mi boca.  En Suecia este Luis hubiese sido hombre muerto solo de haber intentado, incluso pensado, lo que había hecho.  Me imagino que mi naturaleza y buena voluntad no bastaba para comerle bien la polla y por los respingos que dio le debía de estar haciendo polvo con los dientes.  Mamarle el nabo debió de ser una experiencia traumática pero lo cierto es que con la mano en mi nuca fue muy cariñosos y me estuvo masajeando la cabeza mientras yo tragaba su tranca.  Luis se corrió en el interior de mi garganta poco después de que oyésemos a Antia gritar de gusto victima de un tremendo orgasmo.  A mi se me mojaron las bragas.

Llegamos al hotel con ya mucha gente por la calle que nos miraban como mira estas perdidas.  Habíamos quedado a cenar con los chicos por lo que dormimos hasta muy tarde.

Cenamos en un sitio maravilloso.  Aquella noche mientras Antia daba gritos de placer en el cuarto de casa de José, Luis me confesó que se moría de ganas de oírme gritar.  Otra mamada le dio esperanzas.

Volvimos a Monforte las dos comentando la jugada medio en ingles, medio en español.

Luis me llamó el miércoles para ver que tal andaba.  Me sugirió que ese fin de semana que José y él irían a vernos a Monforte.  Le comenté que seguramente al novio de Antia no le haría gracia que viniesen.  Se quedó callado un rato hasta que yo le dije que estaría encantada de verle a él solo.

Antia se disgustó un poco conmigo pues le daba palo que Luis la viese con su novio, pero yo lo arreglé diciéndole que haríamos por no vernos.

Nunca había estado con un hombre pero por primera vez en mi vida tenia la caliente necesidad de vivir todo lo que con 25 años no había vivido.  Recordaba el sabor de la polla de Luis, como crecía en mi boca, como notaba sus duras venas y músculos al entrar, como se le tensaba el cuerpo cuando estaba a punto de correrse y como me llenaba la boca de caliente esperma cuando explotaba.  Me pasé el resto de la semana viendo videos porno por internet para ponerme al día.  Por primera vez en mi vida mi mano se fue a mi vulva, por primera vez en mi vida me frote la vagina y por primera vez en mi vida liberé mis pezones para tirar de ellos mientras alcanzaba mi primer orgasmo.  Tenía claro que si nos besábamos de nuevo Luis y yo, en esta ocasión no acabaría con su polla solo en la boca.

Cenamos en una casa rural de la Ribeira Sacra, había dudado entre dormir allí o en casa, desde luego me parecía más romántico lo de la casa rural, pero de alguna manera significaba pasar de la mesa a la cama y yo necesitaba alcohol para enfrentarme con aquello.

Volvimos a Monforte y empezamos una ruta de bares que nos llevó a entrar en mi casa dando tumbos.

Luis me guió por instinto a mi habitación.  Me tumbo en la cama dejando mis piernas colgando fuera de ella, metió sus manos en mi falda y arranco mis bragas de su sitio.  Luis metió la cabeza y empezó a comerme el conejo.  Una larga lengüetada desde mi ano hasta mi recortado bello púbico inició una sesión de lamida que casi me mata de gusto y con la que acabé teniendo el primer orgasmo que un hombre me proporcionaba, para aquellas alturas el sexto de mi vida.

Entre los dos arrancamos mi ropa, nunca ningún hombre me había visto desnuda, pero sabía que estaba muy buena.  El cuerpo de Luis era de escandalo, su polla apuntaba desafiante al cielo.  Pasó dos dedos por mi raja y apunto su polla hacia mi coño.

-       con cuidado mi amor – le dije – llevo mucho tiempo si hacer.

-       No te preocupes, te tratare como si fueras virgen.

Aquella barra de hierro me rajo por dentro, fue como si algo me quemase, pero en cuanto empezó a moverse el dolor desapareció de golpe.  Luis me puso encima y a pesar de mis torpes movimientos ambos disfrutábamos un montón de aquello.  Mis tetas botaban a cada movimiento y aquello me ponía mucho, le pedí a Luis que me mordiese los pezones y en un ataque de gusto supremo le pedí que no se le ocurriese correrse en otro sitio que no fuera mi cara.

Me regó la cara de lefa agitándosela mientras yo por acto reflejo me masturbé hasta acompañarle en el orgasmo.  Había sido la noche más genial de mi vida.

Dormimos hasta tarde, le desperté con una mamada y el una comida de coño, no se quiso correr para tener más balas después, me dijo.

Paseamos por los alrededores del pueblo y de nuevo cenamos en un restaurante fino.  Esa noche no visitamos tantos bares como la noche anterior.  Luis me volvió a follar con fuerza pero en esa ocasión me metió un dedo en el ano mientras me penetraba, aquello era una aberración, pero desde luego una aberración magnifica.

Luis siguió visitándome en MOnforte durante casi tres meses.  Su trabajo como policía no le permitía venir estrictamente los fines de semana, pero cada vez que tenía un hueco se acercaba a follarse a la sueca, yo le recibía encanta al no tener nada que hacer y muchas ganas de ser follada.

La siguiente vez que Antia y yo visitamos Santiago juntas ambas fuimos folladas en la misma habitación después de una noche de farra.  Ella con José y yo con Luis.  Fue bastante gracioso ver como nos follaban a ambas a cuatro patas mirándonos una a la otra.  Personalmente seguía pensando que aquello de mantener relaciones sexuales era algo muy intimo, pero tenia que reconocer que la situación me ponía a cien.

El sábado por la noche después de una larga sesión de alcohol, volvimos al piso de José.  Unas copas rápidas y para cuando me quise dar cuenta el dedo de Luis entraba en mi coño, mi falda estaba levantada y mi chichi a la vista.  Antia no tardó en bajarse al pilón y comerse la polla de su acompañante.  Me ponía mucho aquello, Luis dándome placer y Antia sacándose sus tetas para sobárselas mientras le comía la polla a su temporal chico.   Antia no tardo en cansarse de comer polla por lo que se quitó los leggins y se subió en la polla del policía, este la recibió metiéndole un dedo en el ojete como a mi también me gustaba.   Yo le pedí a Luis que me comiese la raja y así hizo.  Mientras me la comía con una mano le tocaba la cabeza y con la otra le sobaba la nuca.  Desde mi posición pude ver como Antia se ponía a cuatro patas y José se la clavaba desde detrás.  Luis me estaba volviendo loca con su lengua de fuego y Antia gritaba como si la estuviesen matando, en un momento dado dejó de gritar y sin mirar pensé que se estaría corriendo, pero cual fue mi sorpresa al mirar y ver que la pareja se había desplazado hacia nosotros y mi amiga se había metido la polla de Luis en la boca.  Aquello me puso muchísimo, en vez de enfadarme me corrí como una loca y caí reventada.  Luis dejó de comerme la polla y se dio la vuelta para facilitar las tareas comedoras de la profesora de español.  Me recuperé en unos minutos hasta que de forma muy natural José abandonó el coño de Antia y dio un par de pasos y me la clavó a mi.  Era la segunda polla que entraba en mi coño y aquello me gustaba.

José follaba distinto, más bestia, menos preocupándose por mi placer, salvaje, primitivo, duro.  Aquello me gustaba.  La polla de Luis pidió paso en mi boca y yo la abrí para empezar a comérsela mientras su amigo me follaba, Luis me dejó que la comiese durante un rato para volver a Antia y metérsela en el coño.

Follamos por un rato como parejas cambiadas durante horas hasta que Antia le grito a José que la quería en el culo.  Yo me quedé planchada.   Bien que lo había visto en los videos de youporn que ya veía a diario, pero jamás me imaginé que lo iba a ver en vivo.  Me daba un poco de cosa que quien luego me la iba a meter a mi sacase su polla del coño de mi amiga y se la metiese en el culo, pero fue José quien sacó su polla de mío y ensalivando un dedo y pasándoselo por el dilatado ojete se la fue metiendo poco a poco para coincidir con la polla de mi chico en el interior de mi amiga.

Solo ver los ojos de Antia al ser follada de semejante manera hacían que una se muriese de envidia, aun así gracias a dios, los dos policías gastaron sus ultimas balas en el cuerpo de mi amiga y no tuve que ser sodomizada, a pesar de mis ganas y curiosidad tenia pánico al dolor.

Esa noche ni fuimos al hotel.  José y Antia durmieron en su habitación y Luis y yo en el sofá.  Me echó uno mañanero, bueno del medio día que tuvo espectadores justo cuando me corría pues José entro en pelotas en el salón con una taza de café.

En seis meses en Galicia había pasado de ser un virgen marimacho a ser una enamorada de la lencería fina y haber disfrutado de su primer intercambio de parejas.

La noche del sábado le pedí durante las copas a José que me estrenase el culo.  Le confesé que me moría de ganas, de miedo, de excitación, de prejuicios pero que quería ser follada por el culo y abrir con ello todas las posibilidades que el sexo anal nos abrían en nuestra relación.

Esa noche Luis pidió la habitación a José.  Mi follador habitual ató mis manos contra las barras del cabecero de la cama, lo cual me excitó y mucho.  Salió en pelotas del cuarto mientras en el salón Antia ya gemía de gusto, volvió con margarina de la nevera la cual puso sobre el radiador un rato.  Yo le miraba desde mi posición abriendo y cerrando las piernas.  Enseguida Luis empezó a extender la margarina por mi ojete y poco a poco a meterme un dedo, después dos y a continuación tres.  Hasta ese momento mi record.  Me masturbó el clítoris con la palma de su mano y con la otra mano me iba dilatando el ano.  Me lo trabajó largamente y para cuando me la metió hasta el fondo mi ojete estaba dilatado y no me dolió nada.  Al principio no le encontré la gracia, pero poco a poco me empezó a maravillar.  Estaba en la gloria cuando Antia se sentó en cuclillas en mi cara con su chocho empapado y resbalando lefa por sus piernas.  Por primera vez en mi vida me comí un buen coño y encima este con premio.  Luis me dio hasta que Antia se corrió dejando mi cara fina.  Entre los tres me desataron y me hicieron tumbarme sobre la polla de Luis, desde atrás José me metió su dura polla en mis entrañas realizando mi primera penetración.  Antia nos miraba masturbándose.  Los cuatro nos corrimos a la vez.

Desde ese día cada vez que coincidíamos Antia, José, Luis y yo en una habitación durábamos poco con la ropa puesta y sin una de las pollas metidas en mis agujeros.  Duramos casi un año así, la verdad se puede pensar que estas cosas se acaban por agotamiento, pero no, esta se acabó por la razón más vieja del mundo.  El novio de Antia nos pilló.  La cosa no fue a mayores porque Luis y José eran policías y el novio cornudo no se atrevió a levantarles la mano, pero si hubo una gran bronca y la pobre Antia tuvo que decidir entre ser empalada duramente los fines de semana de escapada en Santiago o simplemente la vida familiar que le ofrecía su Camilo.

Al final Camilo perdonó, también es cierto que no sabia ni la mitad, y Antia tuvo que cambiar de vida.

Yo tuve que decidir entre buscar a uno local que me empotre o seguir visitando a Luis en Santiago.

Luis vivía con su madre por lo que cogí una habitación de hotel.  Luis llegó de uniforma a buscarme, le pedí a la persona de recepción que le hiciese subir mientras acababa de vestirme.  Cuando salí del baño envuelta en una toalla Luis me empujó contra la pared y hábilmente me esposó.  No sabia si aquello era un juego o había sido desenmascarada.  Me empujo contra la cama dejando mi cuerpo desnuda apoyado en ella y de rodillas en el suelo.  Luis me soltó y dio un paso para atrás y de repente sentí como la punta de su porra hacia que abriese mis piernas.  Mi chocho se licuó.  Luis empezó a jugar con la porra en mi coño y mi ano.  Me estaba poniendo a mil.  Cunado después de mucho jugar notaba como entraba y salía la porra de mi ojete, como mi esfínter notaba las costuras de cuero de su arma de defensa rozarme, como el acero de hierro se clavaban en mis muñecas y como me estaba matando de gusto y morbo.  Me imaginaba que era de tenida de verdad, que me esposaban con violencia y camino a la comisaria era violada por musculosos policías como José o Luis.  Me corrí varias veces antes de que Luis me liberase.

Esa noche echando de menos a Antia José y Luis me follaron con fuerza en casa del primero.  Ambos se turnaron a follarme duro, les comí la polla a ambos, exigí que me comiesen el coño y me penetraron doblemente hasta que ambos descargaron sus huevos en mi interior justo despues de yo correrme a gritos…

CONTINUARA…